martes, 26 de agosto de 2025

La época de Rosas

La época en que gobierna Juan Manuel de Rosas se desarrolla desde mediados de los años 30, del siglo XIX, hasta 1852, año en que se produce la batalla de Caseros, en donde el número de combatienes era, numéricamente, equivalente al 3% de la población nacional de entonces. Fue una etapa de violencia asociada a las hordas rosistas caracterizadas por sus embates contra los sectores opositores. Rosas expresó en su discurso inaugural: "Para mí el ideal de gobierno es el autócrata paternal".

"He admirado la investidura de un poder sin límites porque lo he creído absolutamente necesario para sacar la patria del abismo. El remedio a estos males no puede sujetarse a formas y su aplicación tiene que ser pronta y expedita. Persigamos de muerte al impío, al sacrílego, al ladrón, al homicida y sobre todo al pérfido y traidor que tenga la osadía de burlarse de nuestra fe. Que de esta raza de monstruos no quede uno entre nosotros y que su persecución sea tan tenaz y vigorosa que sirva de terror y de espanto" (Citado en "Historias del Río de la Plata" de Roberto Hosne-Editorial Planeta Argentina SAIC-Buenos Aires 1998).

A mediados del siglo XX, surge el peronismo, movimiento que muchos historiadores comparan con el rosismo. Una de las diferencias esenciales es que, mientras que las hordas rosistas asesinaban y robaban al amparo de su líder, las hordas peronistas se dedicaban al robo en nombre de Perón, Eva y la justicia social.

Un hecho representativo de la actitud rosista se advierte en el caso de una mujer que queda embarazada al vincularse con un sacerdote, disponiendo Rosas su fusilamiento junto al hombre con ella vinculado sentimentalmente. Roberto Hosne escribe al respecto: "Según Manuel Bilbao, el fusilamiento de Camila O'Gorman, estando embarazada, acaso podría haberse evitado si la carta que le envió Antonino Reyes a Manuelita, para que intercediera por un perdón, no hubiera sido desviada por el oficial de guardia a las propias manos de Rosas. Este ordenó fusilarla junto con el cura Gutiérrez por haber mantenido ambos una relación amorosa".

"Días más tarde, Rosas le comentó a Reyes que estaba «muy convencido de que había procedido bien, desagraviando así la vindicta pública y cortando de raíz los escándalos e inmoralidades que iban aumentado cada día»".

En cuanto a la educación y la cultura, la época de Rosas parece haber sido precursora del lema peronista por el cual se proponía "Alpargatas sí, libros no". Roberto Hosne escribió: "El cónsul norteamericano John Murray Forbes consideraba que Rosas debía su gran popularidad entre los gauchos al hecho de haberse asimilado casi totalmente a su manera singular de vida, su indumentaria, sus labores y aun sus sports. Se decía que no tenía competencia en ningún ejercicio físico, aun en los más violentos y difíciles que practicaba aquella raza de hombres semisalvajes".

"Según comentó el comerciante inglés Mac Cann, el mismo Rosas, refiriéndose a su educación, dijo que le «había costado a sus padres unos cien pesos, porque solamente fue a la escuela por espacio de un año y su maestro acostumbraba a decirle: '-Don Juan, no se haga mala sangre por cosas de libros, aprenda a escribir con buena letra, su vida va a pasar en una estancia, no se preocupe mucho por aprender'»".

"Como él mismo lo expresó, manejaba al país como a una estancia, con férrea disciplina y paternalismo, confiando la educación pública a las órdenes religiosas. Alertaba: «Sed precavidos con los innovadores, tumultuarios y enemigos de las autoridades. La colocación de sacerdotes virtuosos y ejemplares -sostenía Rosas- que prediquen e impriman las máximas de subordinación, de adhesión al orden» era necesaria para la organización de la provincia. Su desprecio por el liberalismo le prodigó el apoyo del clero, especialmente de los jesuitas, que obtuvieron autorización para habilitar sus escuelas".

"La vida cultural se marchitaba, la universidad de Rivadavia languidecía, las bibliotecas se reducían, se extinguían los laboratorios, los fósiles del museo estaban desparramados o regalados. Para graduarse, el egresado debía lograr que la policía ratificara que se trataba de un firme adherente al régimen rosista. Vicente G. Quesada -mejor conocido por su pseudónimo Víctor Galvez- apuntó la ínfima cantidad de universitarios, que además debían pagar a los docentes las clases impartidas, y señaló la falta de incentivo para encarar sus futuros profesionales. El nivel cultural era muy bajo; casi no se leía y no había estímulos para la capacitación. Lucio V. Mansilla recordó la severa reprimenda de su tío materno Juan Manuel de Rosas, cuando lo sorprendió leyendo a Rousseau".

"No había presupuesto para la educación, los estudios estaban privatizados y eran muy escasas las escuelas gratuitas en los barrios populares. Por decreto, en 1842, Rosas dispuso que las escuelas dependieran de la Policía, aceptándose solamente a los hijos de federales probados".

El poderío político de Rosas se debió a que no sólo tenía de su lado a la gente simple, sino también a los grandes comerciantes y terratenientes. "Alrededor de Rosas se iba conformando una oligarquía terrateniente, poseedora de grandes extensiones de tierra y dueña de grandes fortunas".

No hay comentarios: