domingo, 28 de febrero de 2021

El filantrocapitalismo

A partir de la existencia de diversas formas de sufrimiento, que afectan a gran parte de la población del planeta, puede considerarse a la humanidad como “el gran problema” a resolver. Dos son las formas generales aceptadas para solucionar ese gran problema:

1- Mejorar el comportamiento ético individual para que mejore la sociedad.
2- Mejorar la sociedad para que mejore cada individuo.

El primer caso implica la “solución cristiana” a ejecutarse bajo el criterio del “Busca el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura”. Ello implica adoptar la predisposición a compartir las penas y las alegrías ajenas como propias (empatía emocional) considerando que la mejora social será una consecuencia necesaria e inmediata luego de haber adoptado tal decisión.

En el segundo caso tenemos una gran variedad de propuestas políticas y económicas que pretenden solucionar los problemas individuales a partir de diversos sistemas de gobierno o bien a partir de diversos sistemas económicos (socialismo, capitalismo) sin necesidad de que el individuo mejore su conducta, ya que los sistemas económicos traerían “incorporadas de fábrica” las éticas respectivas.

Con ello no quiere significarse que todos los sistemas políticos y económicos sean iguales de efectivos, ya que la mejora ética individual bíblica, una vez adoptada, requiere de un marco de libertad individual que sólo ha de ser compatible con la democracia liberal en lo político y con la democracia económica (mercado).

En estos casos, ha sido el Estado el que ha promovido el socialismo o bien la economía de mercado. En los últimos tiempos, sin embargo, se advierte que el poderío económico de una sola empresa sobrepasa al poderío de los Estados medianos y pequeños. Así, la facturación anual mundial de Nestlé resultaba comparable al PBI de Egipto, un país con unos 60 millones de habitantes.

El filantro-capitalismo surge, entre otras causas, como consecuencia de que la mayor parte de las acciones de algunas grandes empresas quedan en manos de un solo dueño, creándose la posibilidad de que utilice parte de su fortuna para intentar “mejorar al mundo”. Ante la ausencia de un gobierno mundial, algunos empresarios desean ocupar esa vacante intentando solucionar problemas que afectan a toda la humanidad, como el hambre, las pandemias, el consumo de drogas, etc.

El filantro-capitalismo no implica solamente la donación de recursos económicos por parte de algunos magnates, como se hacía en el pasado, sino la inversión de capitales para fines sociales previendo las ganancias respectivas. Matthew Bishop y Michael Green escribieron: “Al aplicar sus métodos empresariales a la filantropía, los filantrocapitalistas están creando un lenguaje nuevo (aunque suene familiar) para describir su enfoque empresarial. Su filantropía es «estratégica», «consciente del mercado», «orientada al impacto», «basada en el conocimiento», con frecuencia «de alto compromiso», y siempre impulsada por el objetivo de maximizar el «apalancamiento» del dinero del donante”.

“Al verse como inversores sociales, no como donantes tradicionales, algunos se dedican a la «filantropía de riesgo». Como «filántropo-empresarios» con espíritu emprendedor, les encanta respaldar a los nuevos emprendedores sociales que ofrecen soluciones innovadoras para los problemas de la sociedad. (Como es inevitable, algunos tradicionalistas de la beneficencia descartan todo esto diciendo que es palabrería vacía)”.

“Además de buscar mejores maneras de trabajar con las organizaciones benéficas no gubernamentales y no lucrativas (ONG), los filantrocapitalistas tratan, cada vez más, de aprovechar el acicate de los beneficios para alcanzar el bien social. Es algo polémico, como mínimo. ¿Acaso la filantropía no se ocupa de dar dinero, no de ganar más dinero? Pero tal como lo ven los filantrocapitalistas, si pueden utilizar sus donaciones para crear una solución rentable a un problema social, atraerán mucho más capital, más rápidamente, y así se alcanzará un impacto mucho mayor, bastante antes de lo que se lograría con una solución basada enteramente en donar dinero, sin más. De esta manera, su dinero puede aprovechar, para una buena causa, parte de los miles de millones de dólares del mundo de los negocios con fines de lucro” (De “Filantro-capitalismo”-Ediciones Urano SA-Barcelona 2009).

Cuando las decisiones de alguna acción social dependen del criterio personal de un solo individuo, existe la posibilidad de que sus efectos sean positivos para la sociedad, o bien negativos. Además, las “buenas intenciones” poco o nada cuentan, ya que más de una vez se invirtieron fabulosas sumas de dinero para erradicar la pobreza logrando efectos opuestos a los deseados, como ocurrió en los años 60 en los EEUU, o con los planes sociales en la Argentina y muchos otros casos.

Existe siempre el riesgo de que el ciudadano común sea considerado por el ingeniero social como un simple conejillo de India, ya sea que las decisiones provengan de políticos a cargo del Estado o de magnates con sus propios capitales. Karina Mariani escribió: "Gates ha invertido miles de millones de dólares en su Fundación, sobre la cual él y su esposa tienen el control total. La fundación dona a su vez miles de millones de dólares deducibles de impuestos a empresas y organismos supranacionales hecho que lo habilita a forzar tendencias, regulaciones y directrices".

"Bill está desplegando todo su poder para promover la carne artificial: «Las naciones ricas deberían pasar a la carne 100% sintética para evitar un desastre climático». El lobby del filántropo permite que Beyond Meat (BYND), una compañía de carne falsa de su propiedad haya incrementado el valor de sus acciones en un 859% y que para 2025 duplique su valor según la revista Forbes".

"Lobistas mesiánicos, sociópatas narcisos con delirios de grandeza, creadores de pesadillas distópicas sólo tienen poder sobre las democracias occidentales gracias a la pertinaz decadencia de los organismos internacionales. Tienen razón los líderes de Davos: el covid ha sido una muestra. Una muestra de cómo funcionan los directivos de estos organismos sintonizados con la ideología del filantrocapitalismo y los beneficios de las empresas asociadas a la ingeniería social. Es por eso que resulta tan preocupante. Nos queda pensar a quién le sirve la vida que propone Bill. Porque, para ser sinceros, entre que hay que comer menos carne, limpiarse menos, viajar menos y calefaccionarse menos, el plan de Bill para salvar al planeta nos presagia una vida de esclavos"(De https://gaceta.es/actualidad/no-comeras-carne-y-otros-mandamientos-de-la-ley-de-bill-gates-20210227-1539/).

jueves, 25 de febrero de 2021

La sub-igualdad

A lo largo de la historia se ha repetido un fenómeno social por el cual, en nombre de la igualdad, un sector considerado a sí mismo como superior, propone la creación de una igualdad de nivel inferior en donde ubicará al resto de los mortales. Por lo general, tales procesos son dirigidos por individualidades con caracteres psicopáticos que tienen una capacidad similar a superior, para engañar a la gente, que la poseída por embaucadores y estafadores profesionales.

En la época medieval, se advierte parcialmente este fenómeno cuando la Iglesia Católica, y sus altos dirigentes, se consideran superiores al resto por cuanto, suponen, han sido llamados, o designados, por el mismísimo Dios, para orientar o dirigir al resto de los mortales, para quienes lo sobrenatural les ha sido vedado debido a su inferior naturaleza humana.

Los seres espirituales, o sobrenaturales, se consideran incluso por encima o fuera de lo ético, reservándose el derecho de infligirlo si ello hace falta para responder a supuestos fines superiores. Todo ello, sin embargo, se establecería en nombre de la igualdad propuesta por Cristo, ya que en el “Amarás al prójimo como a ti mismo” aparece implícita la idea de igualdad, por cuanto la palabra “prójimo” implica “cualquier habitante del planeta”. De ahí la tergiversación de la religión moral que se produce al distinguir entre “sobrenaturales” y “vulgares” (o naturales).

El caso más notable se establece en Rusia bajo el marxismo-leninismo; cuando se aplica el socialismo en respuesta a la búsqueda de una supuesta igualdad. Esta no habrá de ser una igualdad nacida de la empatía emocional, como la propuesta por el cristianismo, sino surgida de una supuesta igualdad económica. La nacionalización de los medios de producción y de la propiedad privada en general, no ha de implicar una “distribución de la riqueza entre los pobres”, sino que habrá de pasar totalmente a manos de la “nueva clase”, la clase dirigente socialista. El resto habrá de constituir una subclase bajo la categoría de una sub-igualdad, o igualdad de rango inferior.

Lo que impulsa la acción del revolucionario socialista es la idea de pertenecer a una secta minoritaria caracterizada por su “superioridad moral”, lo que legitima una acción de dominación mental y material sobre una mayoría caracterizada por su “inferioridad” en ese aspecto. Por supuesto que en el discurso que el socialista ofrece a la sociedad se escucha principalmente la palabra “igualdad”. Milovan Djilas escribió respecto de la clase dirigente yugoslava en la etapa comunista: “Si damos por supuesto que la calidad de miembro de esta burocracia o nueva clase propietaria, se basa en el uso de privilegios inherentes en la propiedad –en este caso de bienes materiales nacionalizados-, entonces la calidad de miembro de la nueva clase partidaria o burocracia política, se refleja en la obtención de bienes materiales y de privilegios mayor que la que la sociedad concedería normalmente para esas funciones”.

“En la práctica, el privilegio de propiedad de la nueva clase se manifiesta como un derecho exclusivo a que la burocracia política distribuya la renta nacional, fije salarios, dirija el desarrollo económico y disponga de la propiedad nacionalizada y la otra. Así es como se presenta ante el hombre corriente, quien considera al funcionario comunista como un hombre muy rico y que no tiene que trabajar” (De “La nueva clase”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1957).

En la Argentina, desde hace algunos años, se está gestando el ascenso de una secta política, La Cámpora, que intenta apoderarse de la nación en todos sus niveles, es decir, político, económico, cultural, etc. Todo peronista se siente dueño de la nación con la intención explícita de excluir al resto, considerado enemigo. De ahí la reciente aceptación de privilegios vacunatorios (contra el Covid 19); privilegios considerados “normales” para todo peronista, pero inmorales para mucha gente que debió quedar encerrada en su casa y que debe soportar la burla del camporista joven que se vacuna quitándole la prioridad a gente que arriesga su vida cotidianamente (médicos, enfermeros, etc.) y gente mayor con posibilidades ciertas de morir por esa enfermedad.

La “nueva clase” presenta dos aspectos; el aparente, por una parte, y el real, por la otra. Para sus seguidores y sus opositores, ambos aspectos están intercambiados. Laura Di Marco escribió: “Como «vista previa» tenía dos retratos bien opuestos sobre La Cámpora. En un extremo, el que pintaba a la agrupación de Máximo Kirchner como nuevo eje del mal, o como una horda de villanos inescrupulosos cuya única intención era apoderarse del botín del Estado o de la famosa «caja» heredada del padre político”.

“La otra imagen, opuesta, remitía a un grupo de jóvenes héroes incontaminados que luchan por un mundo más justo librando una batalla desigual contra los diabólicos poderes de siempre, esos que impiden la «felicidad» del pueblo, tal como pretende el exitoso relato kirchnerista”.

“Entre esos poderosos «enemigos», La Cámpora ubica a los medios «hegemónicos», un concepto que no engloba sólo a las corporaciones mediáticas, a los grandes grupos, sino –y aunque esto no sea explicitado de ese modo- a todo aquel que no sostenga una posición claramente celebratoria del gobierno” (De “La Cámpora”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2012).

El apoyo incondicional que tiene el kirchnerismo se debe, además del que surge del beneficiado por alguna forma de ayuda estatal sin contra prestación laboral, del gran número de envidiosos que ven en la posibilidad de llegar a una situación económica similar a la de Venezuela, la ocasión de lograr “la igualdad en la pobreza”; la “igualdad socialista” o sub-igualdad esencial a la que nos lleva inexorablemente la nueva clase en ascenso y formación.

lunes, 22 de febrero de 2021

La vacunación kirchnerista

EL TERREMOTO DEL VACUNA GATE

Por Alfredo Leuco

El terremoto social y político que produjo la vacunación ilegal y clandestina, era lo único que faltaba para confirmar que este, es el peor gobierno desde el retorno de la democracia. Es cierto que todavía tienen 3 años por delante. Y que pueden mejorar.

Pero también pueden empeorar porque el gabinete está lleno de mediocres y no de científicos. Y porque el pacto espurio que firmó Alberto con Cristina es de imposible cumplimiento y eso genera batallas internas feroces a cada rato.

Cristina le ofreció el sillón de Rivadavia a cambio de su impunidad y la de su familia. Pero eso no se puede hacer sin romper el régimen democrático. Por eso Alberto va y viene todo el tiempo. Por eso se contradice a la velocidad de la luz.

Alberto ni siquiera pudo suturar con eficacia la herida que produjo la confesión de Horacio Verbitsky. Porque no alcanza con la tarjeta roja para Ginés.

La crisis que se desató, incluso entre la militancia K, es de tal dimensión que no se calma con solo entregar la cabeza del ministro.

Quedaron desnudos ante la opinión pública como ladrones de las vacunas que eran para los más viejos y los más vulnerables. Y demostraron un nivel de insensibilidad social comparable solamente con las tiranías más reaccionarias. Por eso se abren muchas preguntas que pronto tendrán respuestas.

¿Alberto Fernández no sabía nada? Si sabía fue cómplice. Y si no sabía, fue un inútil que vive en un frasco. Se vacunó Juan Pablo Biondi, su vocero. Julio Vitobello, su secretario general.

¿Y Cristina, recién se enteró de todo esto? Hasta Carlos Zannini se vacunó y malversó descaradamente en un documento público, porque dijo que era personal de salud.

¿Seguirá en su puesto el monje negro de Cristina? ¿Sergio Massa no sabía nada? ¿No tuvo nada que ver para que se vacunaran sus suegros, los padres de Malena?

Hay dos ministerios que son claves en estos tiempos de cólera. Economía y Salud. Son las dos carteras en donde los Fernández tenían que poner la lupa de su mirada.

Por eso cuesta creer que no supieran que el joven ministro Martín Guzmán se vacunó ni de las estafas a la esperanza que se hacían delante de sus narices. Eduardo Valdés un muchacho muy cercano a la oreja de ambos.

¿No les contó a Alberto y Cristina que se iba a vacunar en forma delictiva? ¿Horacio Verbitsky es el jefe de la inteligencia informal de Cristina.

¿No le avisó a Cristina? Carla Vizzotti sabía todo y es una cómplice con su silencio o la tomaron de tonta porque vacunaban al lado de su oficina. Esta hemorragia política del gobierno no se calma con aspirinas.

El gesto debe ser relevar a todos los funcionarios de Salud implicados, echar del Congreso a todos los legisladores que se aplicaron la vacuna K y en forma urgente, dar a conocer la lista completa de todos los que se inocularon.

Hoy mismo tienen que dar a conocer la nómina completa. Cada vacuna tienen que estar registrada en una planilla. El pueblo, quiere saber de qué se trata.

El pueblo está que arde y no se calma con la crónica de un final anunciado para Ginés, un chanta que no pegó una desde que comenzó la pandemia. Es un milagro que no lo hayan expulsado antes de su cargo. Fue una máquina de torpezas y de meter la pata.

Sin embargo Alberto, dice que le duele, que fue un gran ministro y, encima, condena al periodismo siguiendo el manual K de comportamiento. Dijo que se montó “un escenario mediático de escarnio público”.

En lugar de agradecer al periodismo que iluminó esta oscuras operaciones antipopulares y anti democráticas, se queja por las críticas que recibe su gobierno.

¿Qué sugiere Alberto que hagan los medios de comunicación? ¿Quiere que se callen? ¿Qué se pongan el barbijo como mordaza? Nadie puede silenciar todo esto sin convertirse en cómplice de una bajeza denigrante para la condición humana.

Se robaron todo durante más de 12 años, pero esta vez cruzaron todos los límites morales porque se robaron lo único que puede garantizar a los más vulnerables que no se mueran, o que por lo menos le puedan pelear al virus de la muerte.

Todas las encuestas confirman el desplome de la imagen de Alberto, Cristina y su gobierno de ladrones de vacunas. Hasta Mario Wainfeld, en Página 12, lo escribió con claridad.

El periodista preferido de Néstor Kirchner aseguró que “es la peor crisis política desde que asumió el gobierno” y que se trata de un problema “autogenerado, imperdonable, dañino para la reputación del oficialismo y su legitimidad”.

Incluso a Lisando Bonelli, lo caracteriza como “un muchacho poco confiable. Es el sobrino, socio comercial, ignorante en temas sanitarios y mano derecha de Ginés. El caradura hizo vacunar a casi todos sus amigos de San Nicolás.

Wainfeld reveló que Verbitsky, (o Serviski, como le dice Pajarita, una estrella tuitera), sacó pecho y dijo “La mojé la pólvora a Clarín”, porque se había adelantado a una publicación del diario. A confesión de partes, relevo de pruebas.

Tal vez quien con mayor profundidad analizó el mamarracho del gobierno fue el columnista Luciano Román, en La Nación. Habló de que este robo de vacunas fue “la fase superior de la corrupción”.

Y el hit en las redes sociales, por paliza, fue la definición que hizo Alejandro Borensztein: “Queda el gusto amargo de la decepción por el Perro Verbitsky. No se merecía este final. Ver a un alto jefe Montonero como él, que se cansó de mandar a asesinar gente, salteándose la cola de las vacunas porque le tiene miedo a un virus, es un papelón. Semejante criminal mendigando un antiviral. Se nos cayó un ídolo”.

Fue en su columna titulada “Verbitsky, sos el número uno/ cuando pueda te vacuno”. Habla de “Las jeringas para la liberación” y fantasea con una película de terror mezcla de los bolsos de López con el disparate picaresco de Sofovich.

Los Fernández no paran de profanar valores con los que se llenan la boca. Vinieron a distribuir la riqueza y la distribuyeron entre ellos.

Vinieron a vacunar a todas y todos y se vacunaron entre ellos. Dicen la Patria es el otro pero es una mentira grande como la Patagonia: la patria son ellos. Eso es lo que creen y aquí está la explicación de todos los males y daños que le causaron a la Argentina.

Cristina está convencida de que ella tiene superioridad moral. Por eso tanta altanería y soberbia. Por eso ella dice “A mí ya me absolvió la historia”. Por eso Verbitsky dice “Yo decidí vacunarme”.

Por eso Ginés le echa la culpa a su secretaria. Como solo ellos son la patria, no se sienten inquilinos por cuatro años de la Casa Rosada.

Se sienten propietarios. Dueños del poder, dueños de la Argentina y dueños del destino de millones de tontos que somos casi todos los argentinos. Por eso se manejan con tanta impunidad. Por eso se llevan todo por delante. Porque se auto perciben propietarios del país.

Esta es la explicación de muchas de las estafas que han cometido y siguen cometiendo. Y el otro motivo se puede encontrar en la lógica de construcción histórica del cristinismo chavista.

Toda su vida, desde Río Gallegos, armaron una orga con la dicotomía de “Látigo o billetera”. Así era Néstor y así es Cristina. Su lema es “Comprar al que pueden y castigar al que no se vende”. Siempre la persecución a opositores, o jueces o periodistas que no se rinden.

Y pauta publicitaria, coimas y dinero sucio para el que se suma. El objetivo es someter la voluntad crítica del comprado. Por eso ningún K critica nada de su gobierno.

Es mucho más que la omertá de la mafia. Es complicidad porque también son parte de la corrupción, las prebendas y los privilegios.

La billetera o la chequera esta vez fue la vacuna. Vale una fortuna. La vacuna no tiene precio como no tiene precio la vida de nadie. Y esa fue la moneda de cambio. Andaban ofreciendo vacunas para sobornar y comprar adhesiones y silencio.

A Beatriz Sarlo, a Enrique Pinti y a muchos más le ofrecieron colocarle la vacuna en forma ilegal. ¿Qué esperaban recibir a cambio?

Por eso digo que es el peor gobierno. Peor, incluso que el de Fernando de la Rúa que fue un desastre. Porque De la Rúa tuvo impericia en la gestión, pero no sembró la cultura de la avivada, la trampa y el combate a la meritocracia.

Los Fernández y su “ineptocracia”, están trabajando para quedarse toda la vida en el poder. Es la única manera de que Cristina no vaya presa. Es la única posibilidad de que Máximo, Lázaro, Boudou o Milagro Sala sean declarados inocentes y eviten la prisión.

Cristina eterna fue mucho más que un blooper de Diana Conti. Ella se siente eterna y por encima de todos. Por eso la vacunó un vice ministro y por eso ella dijo con toda claridad que hay que tenerle miedo a Dios, y “un poquitito a mí”.

El miedo es el principal enemigo de la libertad. Y la libertad es el aire que respira la vida. El nuevo lema es, “A los amigos todo y a los enemigos, ni vacunas”. Y pensar que se la pasaron acusando a cualquiera de “anti vacuna”.

Hay 51 mil muertos y 51 mil familias que están mirando todo esto con horror y un agujero negro en el alma. Lo sintetizó bien Juan José Campanella en las redes: “Aplaudiste el avión, tus padres lloraron con la azafata, tus abuelos se emocionaron con Víctor Hugo. Te afanaron las vacunas. Se cagaron en vos, en tus padres y en tus abuelos”.

(De Radio Mitre)

domingo, 21 de febrero de 2021

Teorías voluntaristas vs. Teorías naturalistas (en economía)

Fijada cierta actividad humana, como la economía, habrá una ética asociada que mejor la hará funcionar. Existe, por lo tanto, una estrecha vinculación entre ética y economía. De ahí que existirán propuestas éticas básicas que propondrán sistemas económicos que se adapten a ellas, ignorando un tanto el funcionamiento de la economía real. Estas serían las denominadas teorías voluntaristas.

Por otra parte, existen las economías naturalistas y son las que, ignorando un tanto la ética, describen la realidad económica sin prestar demasiada atención a lo ético o, al menos, a suspender toda ética que se oponga al desarrollo económico. Amintore Fanfani escribió: “Desde la antigüedad -época en que el hombre comenzó a reflexionar sistemáticamente- han venido formulándose distintos tipos de doctrinas económicas”.

“Se agrupan en una misma familia aquellas doctrinas que se fundamentan en el supuesto de que no existe, o no está impuesto por la naturaleza un orden económico natural; en una segunda familia se reúnen aquellas doctrinas que, por el contrario, se basan en el supuesto de que la naturaleza ha previsto, e incluso impone un orden económico racional contra el cual es vano oponerse”.

“Finalmente, en una tercera familia figuran aquellas doctrinas que, huyendo de la arbitrariedad de las primeras y de la necesidad de las segundas, parten del supuesto de que, aun no existiendo en la naturaleza un orden económico racional, es posible crearlo mediante el comportamiento racional, pero exponiéndose a limitaciones y resistencias de distinta especie, unas veces invencibles y otras superables” (Del “Diccionario de Economía política” de Claudio Napoleoni-Ediciones Castilla SA-Madrid 1962).

Entre las teorías voluntaristas, la que ha tenido una gran influencia es la propuesta por la Iglesia Católica; partiendo de aspectos teológicos, ha intentado supeditar la economía a ellos. Fanfani agrega: “Las doctrinas del primer grupo se denominan «voluntaristas», para poner de relieve su confianza en la voluntad humana como realización de los ideales sugeridos por la razón. Fueron formuladas bajo la civilización grecorromana, en la medieval y, limitadamente en los siglos XVI-XVIII, en la moderna”.

“Los teóricos medievales aceptaron todos los supuestos de los grecorromanos, limitándolos de esta forma:

1- Los bienes económicos existen para que todos los hombres alcancen el fin eterno, respetando en la adquisición de los bienes la justicia conmutativa, y en su uso la distributiva.
2- La sociedad y el Estado existen para facilitar al hombre la obra de su salvación.
3- La racionalización de la vida económica tiene por fin legítimo el desarrollo pleno y completo del hombre.
4- Por lo tanto, la intervención del Estado en materia económica tiene por fin el bien del individuo y de la sociedad, y no el poder del Estado o el orden en sí y por sí.
5- El hombre, desde el pecado original, tiende a utilizar torcidamente los bienes, pero es susceptible de reeducación y disciplina.
6- Familia, sociedad profesional, civil y eclesiástica tienen la misión de ayudar al hombre (educándolo, vigilándolo, corrigiéndolo e integrándolo) a perseguir su fin, aunque actúe en la vida económica.
7- Todos los talentos existentes deben servir para beneficio de todas las personas, de forma que todas deben disfrutar socialmente los bienes que poseen”.

La postura de la Iglesia parece no haber cambiado demasiado desde aquellos principios medievales, llegando incluso a simpatizar con los totalitarismos del siglo XX, manteniendo su antagonismo hacia todo lo que implique liberalismo. Incluso Jorge Bergoglio lo difama como si existiera cierta perversidad intrínseca de la economía de mercado. Ignacio Zuleta escribió: “Bergoglio asume como propia la hipótesis de que la desocupación y la exclusión no son un efecto colateral de la economía de mercado del capitalismo del siglo XXI. Son, por el contrario, según el Papa, un ingrediente sistémico. Por eso la tarea hacia delante es asumir esa realidad y construir caminos para contener y auxiliar a los excluidos de la «sociedad del descarte»” (De “El Papa peronista”-Ariel-Buenos Aires 2019).

Coincidiendo con la visión papal, sus amigos peronistas han “incluido” a millones de individuos designándolos en puestos de trabajo estatales superfluos, han otorgado millones de jubilaciones sin aportes, millones de planes sociales, etc. En pocas palabras, han destruido por largo tiempo el sistema económico, por lo que el aumento de la pobreza es alarmante. Sin embargo, para todo fanático, la realidad poco o nada importa, ya que las creencias y las ideologías tienden a reemplazar en sus mentes a las propias leyes naturales, o leyes de Dios, que deberían ser la referencia de toda persona normal.

Las simpatías que muchos sacerdotes sienten por el socialismo se deben a que en todo convento se comparten bienes y pertenencias, dejándose de lado toda ambición personal de tipo económico. Sin embargo, como la mayoría de las personas no tiene vocaciones sacerdotales, el socialismo está lejos de ser “un enorme convento sin Dios” para ser una “enorme cárcel sin Dios”.

La Iglesia Católica, volcada a la misión de convertir al socialismo a la mayoría de sus adeptos, al menos según las intenciones de Bergoglio, parece ignorar que el socialismo es totalmente opuesto al cristianismo. Así, mientras el Estado concentrador de poder y de decisiones es la base de todo socialismo, el Reino de Dios bíblico prohíbe todo gobierno del hombre sobre el hombre, especialmente el gobierno del Estado sobre todo individuo, para ser gobernado por Dios a través de las leyes naturales.

Además, mientras que el socialismo propone la unión entre seres humanos a través del trabajo y los medios de producción, simbolizados por la hoz y el martillo, el cristianismo propone al amor al prójimo (empatía emocional) como el vínculo de unión entre seres humanos. Mientras que Marx, Lenin, Stalin y otros jerarcas socialistas, adoptaban, quizás en forma inconsciente, la imagen de una colmena o de un hormiguero, la Biblia apunta hacia la construcción de una sociedad verdaderamente humana.

Desgraciadamente, algunos sectores “liberales” suponen que Bergoglio es un auténtico predicador del cristianismo, y, por su ignorancia, colaboran con la masiva conversión de cristianos al socialismo. De ahí que no es de esperar, en un futuro próximo, un avance significativo de la adhesión al liberalismo en aquellas sociedades en donde el cristianismo resulta todavía influyente.

Para que existan intercambios económicos o comerciales frecuentes, que se mantengan en el tiempo, es necesario que ambas partes intervinientes se beneficien simultáneamente. Si existe egoísmo en una de ellas, o en ambas, los intercambios habrán de interrumpirse. Es decir, ello no significa que el egoísmo no exista, o no deba existir en las personas, sino que significa que el egoísmo debe controlarse para que se mantengan los intercambios.

El intercambio que beneficia a ambas partes es la base de la economía de mercado, lo que implica que se trata de una economía natural. Incluso se advierte que la ética cristiana, o de la empatía emocional, implica una predisposición a interactuar socialmente bajo la idea de un beneficio simultáneo. Considerando la existencia adicional de un sistema autorregulado, que no necesita de la intromisión o regulación del Estado, se establece una economía impuesta por el orden natural, y es la denominada economía de mercado.

Por lo general, las críticas recaen sobre economías con muy pocas empresas. Al no existir competencia ni control mutuo en base a esa competencia, no son verdaderamente “economías de mercado”, sino economías constituidas por diversos monopolios, siendo el objetivo principal de la crítica marxista y bergogliana. Sin embargo, pretenden solucionar las economías monopólicas reemplazándolas por un gran monopolio: el socialismo, actitud que carece de lógica elemental.

miércoles, 17 de febrero de 2021

El parásito social

Puede denominarse “parásito social” a todo individuo que poco o nada produce y vive del trabajo de los demás. Existe el parásito explícito, o evidente, que recibe un plan social del Estado, sin la obligación de una contraprestación laboral, y también el parásito menos evidente, que es el empleado público cuya principal función es la de cumplir horarios, siendo totalmente prescindible su pseudo­prestación laboral.

Incluso en los países comunistas es posible que no exista un pago mensual para que un parásito social dedique su tiempo a la vagancia y, posiblemente, a algún vicio. De ahí que esta especie de jubilación anticipada parece ser un invento argentino. Peor aún, como esta injusticia social, surgida del sector político, se traduce en votos, ningún político se arriesgará a intentar eliminarla. Cuando se habla de exclusión social, debe tenerse en la mente la exclusión social del parásito, ya que su condición se traduce en una posible incapacidad permanente para todo tipo de trabajo y de responsabilidad.

En Mendoza recordamos el caso de varios inmigrantes rumanos que llegaron al poco tiempo de derrumbado el comunismo. Habituados a recibir órdenes y alimentos sin asumir ningún tipo de responsabilidad, eran personas marginadas de por vida de una sociedad normal. Tal es así que hombres jóvenes sólo atinaban a pedir limosna junto a sus pequeños hijos, bajo cierta inmovilidad que mostraban quizás para llamar la atención de la gente.

La gravedad de la situación de la Argentina se advierte en que, no sólo un pequeño sector de la población tiene que mantener con su trabajo a millones de parásitos sociales, sino que, incluso, debe mantener a provincias enteras, como es el caso de Formosa, que sólo produce el 6% de lo que consume o gasta anualmente. Tomás Santa Coloma escribió: “Tenemos provincias enteras, como Formosa, que viven de nuestros impuestos, con cargos políticos, ñoquis, empleados públicos, y planes sociales, sin producir bienes ni servicios. Y el Estado nacional en forma similar. Los planes han creado una máquina de vagos, inútiles y drogadictos que se retroalimenta”.

“El gran error de Lilita Carrió fue la AUH [Ayuda Universal por Hijo], una idea nefasta que se la robó CFK. No es nefasta por el fin, sino por las consecuencias. El Estado tiene que estimular la creación de empresas privadas que den trabajo, no planes que garanticen una jubilación desde que nacemos, sin aportar y sin trabajar jamás”.

“Realmente hemos creado un sistema macabro que retroalimenta la estanflación [inflación y recesión]. Y como es insostenible, la única solución que encuentran es subir cada vez más los impuestos y retenciones, haciendo a toda la sociedad cada vez más pobre, salvo a los políticos y gremialistas, que son cada vez más ricos” (De “Facebook”).

La AUH, implantada por el kirchnerismo y mantenida por el macrismo, es la principal causa de la futura catástrofe social que se avecina en la nación. Mujeres que no trabajan y que sólo reciben ayuda estatal según la cantidad de hijos que tengan, han encontrado en la procreación irresponsable y descontrolada, su único medio de vida. Demás está decir que el padre, o los padres, de esos niños, al no tener la obligación de alimentarlos, por lo general dedican su tiempo al ocio y a la diversión, mientras el reducido sector productivo es el que debe también, involuntariamente, hacerse cargo del mantenimiento de niños ajenos que pocas posibilidades tienen de insertarse en una sociedad pobre y en decadencia total.

Para colmo, durante el último acto eleccionario, casi el 90% votó a favor de quienes instalaron el germen de la catástrofe social y de quienes nada hicieron por intentar subsanarla, o eliminarlo. Incluso estos últimos se consideran “la oposición” a los primeros, y se burlan airadamente de los políticos liberales por la mínima cantidad de votos obtenida, siendo los únicos que parecen haber advertido con claridad las causas de la decadencia nacional.

El macrismo convirtió en ley la ayuda social generalizada, sancionada por el Congreso mientras que inicialmente fue un DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia) establecido bajo el kirchnerismo. El denominado “kirchnerismo de buenos modales” aseguró de esa forma la causa principal de la severa caída de la nación en todos sus aspectos. A pesar de todo, sigue considerándose como “la oposición” y como traidores a quienes no aceptan sumarse a esa gesta. Para colmo, califican a todo sector liberal como mercenarios políticos pagados por el kirchnerismo para quitarles votos a la “verdadera oposición”.

Con 3,5 millones de jubilaciones sin aportes, 1 millón de pensiones por invalidez falsas, millones de planes sociales y ayudas por hijos, otorgadas por el kirchnerismo y mantenidas por el macrismo, se le ha dado en forma definitiva el “certificado de defunción” a la nación. Anularlas a todas estas perniciosas concesiones, por parte de los políticos, es algo impensable, por cuanto al político argentino poco o nada que vaya más allá de sus intereses personales le interesa. Los beneficiarios de las “ayudas” que los han convertido en parásitos sociales, tampoco tendrán interés en votar por quienes podrán anularlas.

Se dice que en Venezuela la pobreza llega a un 90% de la población. Como la Argentina ha elegido casi voluntariamente tal camino, en poco tiempo es posible que lleguemos a una situación similar, quedando esta vez al ciudadano argentino, como meta difícil, pero alcanzable, poder quedar con vida y ser parte del 10% no pobre, sin ser cómplice de alguno de los sectores políticos en el poder.

domingo, 14 de febrero de 2021

El liberalismo argentino

Por Alberto Benegas Lynch (h)

ALBERTO BENEGAS LYNCH PADRE Y EL LIBERALISMO ARGENTINO

La Prensa, Buenos Aires

Después de la generación del 37 con Alberdi y sus amigos y de la generación del 80 con Roca y sus colegas, primero a partir de Yrigoyen y luego a partir del golpe fascista del 30 y su continuación más acelerada a partir del golpe militar del 43, se instaló el estatismo en nuestro país. Este estatismo desde luego no irrumpió súbitamente. Siempre se trata de un proceso que lleva tiempo para que las nuevas concepciones se vayan filtrando en un primer plano.

Tal como enseña Milton Friedman las ideas que surgen en la superficie son en todos los casos el producto de ideas que vienen operando como corrientes subterráneas durante un tiempo anterior. Como también explica Alexis de Tocqueville, el fenómeno de regresión desde las ideas de la libertad a las del estatismo irrumpe como consecuencia de dar por sentada la prosperidad moral y material fruto del clima de libertad, sin percatarse que ese es el momento fatal, por ello es que Thomas Jefferson ha repetido que “el precio de la libertad es su eterna vigilancia.”

En nuestro caso las ideas keynesianas, cepalinas, socialistas, marxistas y estatistas en general fueron poco a poco ocupando espacios, especial aunque no exclusivamente en el ámbito universitario, hasta que se produjo la confrontación y resulta que los supuestos defensores de la sociedad libre no tenían argumentos con lo que el avance del intervencionismo estatal fue arrollador y ocupó gran parte del escenario hasta nuestros días.

Los Austríacos

En esa atmósfera Alberto Benegas Lynch padre organizó un seminario con tres estudiantes en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires en 1942 en base a la recién aparecida edición castellana de Gottfried Haberler titulada Prosperidad y depresión publicada ese mismo año y recomendada por uno de los participantes: William L. Chapman que mucho más adelante fuera Decano de esa Facultad, en cuyo carácter hizo de anfitrión a la invitación de mi padre a las célebres seis conferencias en 1959 de Ludwig von Mises en esa casa de estudios y también luego colega de mi padre en la Academia Nacional de Ciencias Económicas. Los otros dos eran Carlos Luzzetti que terminó sus estudios en la Universidad de Oxford y José Santos Gollán (h) que finalmente cambió de carrera a la filosofía y fue Decano de la Facultad de Filosofía y Letras también de la Universidad de Buenos Aires.

Ese grupo según relata Chapman se los conocía con cierta sorna como “los Austríacos” pues debatían sobre contribuciones de la Escuela Austríaca, especialmente referida a la teoría del ciclo desarrollada por el antes mencionado Mises y por el más adelante premio Nobel en economía Friedrich Hayek, en cuyo contexto -tal como escribe el doctor Luzzetti en uno de sus artículos- estudiaron algunos de los autores que Haberler cita en su obra, además de los dos anteriormente referidos a Machlup, Robbins, Strigl, Röpke y Wicksell junto a las descripciones de fases del ciclo, la noción del interés, el ahorro, la demanda de préstamos, la estructura de la producción, los consiguientes errores contables y la naturaleza de la crisis.

En todo caso este grupo minúsculo se adentró en esta tradición de pensamiento a través de ese primer texto. Como escribe mi padre en su libro Por una Argentina mejor de Editorial Sudamericana, en 1950 en un viaje a Estados Unidos lo visitó a Leonard E. Read, fundador y presidente de la Foundation for Economic Education quien lo llamó telefónicamente a von Mises a la Universidad de New York para arreglar una entrevista con mi padre la cual, al concretarse, a su vez derivó en una carta de presentación para Hayek en ese momento en la Universidad de Chicago. En esas visitas mi padre les anunció su idea de establecer una institución en Buenos Aires para reflotar las ideas liberales, lo cual pudo llevar a cabo con un grupo de amigos y colaboradores siete años más tarde debido a que residió en Estados Unidos con su familia durante tres años.

La novel entidad se estableció con el nombre Centro de Estudios sobre la Libertad y esos profesores fueron los tres primeros en disertar en aquella tribuna. Con el tiempo también disertaron en esa entidad Bruno Leoni, Luis Rougier, Arthur Shenfield, Percy Greaves, Henry Hazlitt, Gotffried Dietze, Luis Baudin, Hans Sennholz, Sylvester Petro, Robert G. Anderson, Donald Dozer y Benjamin Rogge.

Divulgación de ideas

El Centro de Estudios sobre la Libertad becó a numerosos profesionales jóvenes de nuestro país para seguir estudios de grado y posgrado en Estados Unidos, publicó periódicamente la revista “Ideas sobre la libertad”, tradujo una colección de cuarenta y nueve obras al castellano, algunas en colaboración con la Fundación de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires donde mi padre también se desempeñaba como miembro de Consejo Directivo y, asimismo, con esa entidad se organizaron cursos y seminarios en prácticamente todas las provincias argentinas.

En la publicación del Centro realizada por su Secretario de Redacción, Floreal González se reproducen jugosas cartas de Hayek y Mises enviadas a mi padre cuando apareció el primer número de la antedicha revista. En el primer caso, en misiva fechada el 25 de octubre de 1958, concluye que “Puede estar seguro que todos mis esfuerzos más sinceros y cordiales acompañan la tarea que usted y sus amigos realizan”. Y el segundo, el 28 de octubre de 1958, termina su mensaje afirmando que “Debemos oponer a la literatura del engaño una literatura de la verdad. Desde ese punto de vista recibo con entusiasmo su nueva revista y le deseo pleno éxito a usted y a sus colaboradores”.

El rol de la prensa

A partir de entonces, desde fines de los 60 y especialmente a partir de los 70 y hasta nuestros días afortunadamente para nuestra tierra otros siguieron esa huella tan necesaria a los efectos de alimentar la rica y evolutiva tradición liberal. En todo caso, subrayo que uno de los canales más fértiles para explicar y difundir el ideario liberal fue sin duda “La Prensa” de Argentina donde mi padre publicó asiduamente merced a la cercana amistad con su Director y notable periodista Alberto Gainza Paz, con su estrecho colaborador el también ejemplo de coraje e integridad moral Alfonso de Laferrere y más adelante con el prolífico Emilio Hardoy. De un tiempo a esta parte se observa con deleite que este gran diario retoma su espíritu original para bien de nuestro país y del periodismo independiente (una redundancia pero dadas las circunstancias vale el adjetivo).

(De https://independent.typepad.com/elindependent/2021/02/alberto-benegas-lynch-padre-y-el-liberalismo-argentino.html)

Comentario: Me llama la atención, luego de leer tanto a los Benegas Lynch como a Álvaro C. Alsogaray, que ningún sector nunca nombra al otro (lo que no implica que pueda haber ocurrido). Tanto uno como el otro coinciden en promover a la Escuela Austriaca de Economía, por lo que ello hace sospechar de un caso más del frecuente individualismo extremo de los argentinos. (P. Zigrino)

viernes, 12 de febrero de 2021

La pobreza considerada como una virtud

Mientras que, desde posturas que priorizan la moral, existen justos y pecadores, en forma independiente a la riqueza o a la pobreza material que posean (cristianismo), desde posturas netamente económicas existen ricos y pobres, asociando los defectos morales a los ricos y las virtudes a los pobres (marxismo), y a la inversa (capitalismo).

Quienes predican la valoración monetaria de las personas, como es el caso de los sectores socialistas, aducen que la solución de todos los males sociales provendrá de quitarles recursos a los ricos para entregarlos a los pobres, cuando en realidad la expropiación y estatización de los medios de producción, y de la propiedad privada en general, no ha de ir a manos de los más necesitados sino a la nueva clase social constituida por los expropiadores y sus secuaces.

Cuando existen pobres en una sociedad normal, por lo general pueden advertirse defectos que impiden a algunos lograr un nivel de vida aceptable, no siendo una virtud en este caso la pobreza. Cuando la mayoría de la sociedad es pobre, es la sociedad en conjunto la que falla y aun el virtuoso estará impedido de escapar de la situación general.

El pobrismo, o promoción deliberada de la pobreza considerada como virtud, o como el paso previo para lograrla, es un objetivo absurdo, por cuanto la virtud depende de factores psicológicos antes que materiales.

Es oportuno mencionar una carta atribuida a Abraham Lincoln, dirigida a su hermanastro, en la cual se pueden advertir varios defectos de quien vive en la pobreza; consejo que le vendría muy bien a muchos argentinos.

CARTAS EJEMPLARES

Abraham Lincoln se niega a prestarle ochenta dólares a su hermanastro (carta a John D. Johnston)

Diciembre 24 de 1848

Mi querido Johnston:

No me parece oportuno acceder por ahora a tu ruego de que te preste ochenta dólares. En cada una de las distintas ocasiones en que te he mandado algún socorro en metálico, me has dicho lo mismo: «Ahora saldré de apuros de una vez por todas», y, en efecto, al poco tiempo estabas de nuevo con el agua de las deudas al cuello.

Es evidente que ello se debe a algún defecto de tu carácter. Me figuro que conozco ese defecto. No eres perezoso, y, sin embargo, eres un ocioso empecatado. Me atrevería a asegurar que desde la última vez que te vi no has trabajado un día entero. En esa tu deplorable costumbre de perder lastimosamente el tiempo se cifra la causa de todos tus tropiezos.

Y es de la mayor importancia, tanto para ti como para tus hijos, que te enmiendes en ese punto. Y te diré que es más importante aún para tus hijos, porque han de vivir más y porque les será más fácil precaverse contra la vagancia antes de caer en ella que librarse de sus perniciosas consecuencias una vez contraído el hábito de la ociosidad.

Te exhorto, pues, a que te pongas a trabajar con fe y ahínco, ya para ganar un buen jornal, ya para pagar con tu sudor y fatiga alguna de las deudas que te agobian. Y con el objeto de asegurarte una buena remuneración, te prometo aquí darte un dólar de mi peculio por cada dólar que recibas en pago de tu trabajo, desde hoy hasta el día primero de mayo, tanto si te lo dan en efectivo como si lo destinan a saldar alguna de tus deudas.

No quiero con esto decirte que debas ir en busca de trabajo a St. Louis, ni a las minas de plomo, ni a los ricos yacimientos de oro de California. Sólo deseo animarte a que busques alguna ocupación ahí mismo, a las puertas de tu casa, en esa comarca de Coles.

Ahora bien, si escuchas mi consejo, saldrás pronto de tus deudas y, lo que vale más, habrás adquirido un precioso hábito que te librará de caer en ellas nuevamente. Si, como pretendes, te tendiese yo la mano y te sacase de tus actuales apuros, el año que viene estarías otra vez metido en ellos hasta la coronilla. Dices que venderías tu alma al diablo por setenta u ochenta dólares. ¡En qué poco estimas tu alma!

Tengo la seguridad de que, si aprovechas el ofrecimiento que te hago, reunirás esos setenta u ochenta dólares trabajando asiduamente cuatro o cinco meses. Me dices que si te doy ese dinero me darás en fianza tus tierras y que si no me lo puedes pagar, me pondrás en legítima y absoluta posesión de ellas… ¡Qué absurdo! Si no puedes vivir con esas tierras, ¿cómo acertarás a vivir sin ellas? Siempre has sido bueno conmigo y yo sería un mal hermano si abusara de tu situación. por el contrario: si pones en práctica mi consejo, verás que te ha de valer más que ocho veces los ochenta dólares que me pides.

Te quiere tu hermano

A. Lincoln

(De “Selección de Selecciones del Reader’s Digest”-EEUU 1944)

miércoles, 10 de febrero de 2021

Primero el desarrollo económico vs. Primero el desarrollo político

Entre los analistas políticos se discute acerca de la prioridad que debe tenerse presente para que una nación llegue al desarrollo. Unos piensan que debe lograrse primeramente el desarrollo económico para crear las condiciones propicias para que surja luego el desarrollo político. Otros sugieren establecer primero el desarrollo político para acceder luego al económico.

Todo parece indicar que, en realidad, se trata de una falsa disyuntiva, ya que primero debería establecerse el “desarrollo cultural”, principalmente moral, para que luego se vayan estableciendo las mejoras en todos los aspectos restantes. Ello implica que sigue teniendo vigencia la sugerencia bíblica: “Primeramente buscad el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura”. Y la búsqueda de tal Reino implica cumplir con los mandamientos éticos que apuntan a una mejora individual. El amor al prójimo es esencialmente el proceso de empatía emocional y rige tanto para los creyentes como para el resto de los mortales.

A continuación se transcribe parcialmente una entrevista que Juan José Sebreli (JJS) y Marcelo Gioffré (MG) le hacen a Mariano Grondona:

ENTREVISTA A MARIANO GRONDONA

28 de Agosto de 2011

MG: Una pregunta que hoy parece un poco anacrónica pero que acució a los politólogos y analistas en las décadas del sesenta, setenta e incluso ochenta fue si el desarrollo económico debía llegar primero y luego eso decantaba en democracia, o si, por el contrario, primero debía establecerse un sistema democrático y por añadidura llegaría el desarrollo, tema que el doctor Grondona ha tratado desde hace mucho en sus libros y en sus intervenciones periodísticas, y que ha abordado en especial en su última obra, cuyo título justamente es El desarrollo político.

JJS: Este último libro suyo complementa uno anterior, que a mí me había gustado, que es sobre el desarrollo cultural de la economía. En aquel primer libro, usted plantea muy bien las ideas imperantes en los años sesenta y setenta. El desarrollismo consideraba que el crecimiento económico iba a solucionar automáticamente los problemas políticos y sociales.
El tema era mundial con una influencia muy decisiva de la CEPAL, pero específicamente en la Argentina hubo dos tentativas: la primera civil, casi diríamos un borrador porque fue poco tiempo y tuvo poco poder, Frondizi, muy vigilado por el Ejército y la Iglesia; y más tarde una dictadura militar de base nacionalista-católica, Onganía. Eso se probó y no resultó, no trajo ni la estabilidad política ni el bienestar social.
Ahora, en este nuevo libro, usted ya plantea los nuevos enfoques que empiezan a predominar en la década del ochenta y se consolidan en los noventa: la idea de que primero viene la política, la democracia, y que esa era la condición para que luego haya un desarrollo económico sustentable, ejemplos: Brasil, Uruguay.

GRONDONA: Ahí, Juan José, me referiría primero a la famosa teoría de Ortega y Gasset de la razón narrativa: uno entiende los problemas cuando los cuenta. En nuestra generación fue así, en los años sesenta éramos todos desarrollistas con mayor o menor énfasis, y había ejemplos históricos recientes, sobre todo en Asia, Corea del Sur, Taiwán, que habían empezado por dictaduras ilustradas, Park Cheng-hee en Corea; lanzaron el desarrollo económico primero y después se democratizaron.
Este parecía el modelo casi obvio en los sesenta. Frondizi y Frigerio en la Argentina y Juscelino Kubitschek en Brasil reflejaban esta perspectiva. Ahora, con los años pasaron dos cosas: primero, el soporte teórico tenía ciertas debilidades, me acuerdo de algo que escribió Jorge Domínguez, el cubano-norteamericano, que dijo que los latinoamericanos estábamos tan obsesionados con el desarrollo económico que pensábamos que era posible hacer cualquier cosa con tal de lanzar el tren.
Era la convicción de mi generación, pensábamos que lo demás, la democracia, vendría después, y resultó que no era así, que no pasó. Quizás el único intento ortodoxo del desarrollismo fue Pinochet, primero el lanzamiento en el plano económico, congruente, para que finalmente Chile pasara a la democracia. Igual que Corea del Sur y Taiwán.

JJS: Pero otros, no. China, por ejemplo, no.

MG: España con Franco, tampoco.

GRONDONA: Claro. Y lo que pasó en los años ochenta en que empezaron a aparecer modelos inversos, Brasil, Uruguay. Quisiera resaltar el caso de Fernando Henrique Cardoso, que armó primero un sistema político, y por sistema político se entiende algo muy simple, la alternancia entre dos partidos democráticos, con presidentes que no quieren quedarse para siempre. Cardoso tuvo dos periodos y después vino Lula con sus dos periodos, y Lula con 87% de aprobación resistió la tentación del tercer periodo.

MG: Una precisión: en cuanto a lo que mencionaba de Chile como ejemplo de desarrollismo, la pregunta sería hasta qué punto no tuvo que ver esa salida democrática con una ola generalizada de la región, que de no haber existido tal vez hubiera permitido a Pinochet perpetuarse en el poder. Digo esto porque resulta raro que un dictador se desprenda del poder voluntariamente, parecería más bien una idea utópica, siendo más lógico que lo que quiere un dictador es un monopolio de poder sin límites temporales.

GRONDONA: Usted recuerda que Onganía también hablaba del tiempo económico, del tiempo social y del tiempo político, al cual no llegó nunca, naturalmente. Pero en mi generación –yo me hago la autocrítica- tuvimos una tentación militarista. Por esos años, el vicepresidente de Nixon, Nelson Rockefeller, hizo una gira por América Latina y produjo un informe en el cual decía directamente que la clase militar podía ser más eficiente para el desarrollo económico. Era la creencia de los años sesenta.
Esta es una anécdota que casi da vergüenza contarla. Lo íbamos a ver a Onganía, porque Onganía era el hombre fuerte de ese momento, era el que había ganado la guerra entre azules y colorados, y le dábamos libros de Jacques Maritain, se dan cuenta de la locura nuestra, no de Onganía ni de Maritain sino nuestra. La locura de pensar que podíamos… Y Onganía se miraba en el espejo de Franco, no se miraba en el espejo de De Gaulle. Y de Gaulle era el gran modelo para nosotros, porque había tomado el poder por un golpe, los paracaidistas, pero después fundó el sistema.

JJS: Charles de Gaulle era un bonapartista democrático. Y estos eran bonapartistas autoritarios.

GRONDONA: Exacto. Y después había una frase buenísima de De Gaulle que cito en el libro. Cuando De Gaulle arma su sistema político en el 58 y pasa a la próxima república francesa, le pregunta un periodista, con algún resabio desarrollista: “General,¿y la economía?”. Y De Gaulle le contesta: “¿L’economie? Ça va”. Es decir, usted tiene el sistema político, vienen las inversiones, ocurre.

JJS: Hay algo que me gustaría desarrollar en relación con el tema del populismo, que tal vez nos ayude a pensar. En su programa de televisión, el día de las elecciones, usted, Mariano, hace una corrección de algo que dice en el libro, y me llamó mucho la atención. En el libro habla de dos concepciones, la concepción liberal de John Locke y la concepción democrática radical de Rousseau. La de Locke es, básicamente, un individuo un voto, y como hay diversidad de posiciones contradictorias, gobierna el que consigue la mayoría, pero eso no significa que la minoría –que respetará el resultado- tiene que estar convencida de que la mayoría tiene razón.
Con eso estoy de acuerdo. En cambio está la otra posición, la de Rousseau, que habla de la voluntad general, y la mayoría en este caso representaría la verdad, tendría la razón, sería el alma del pueblo. Esta segunda posición es lo que hoy llamaríamos populismo, que cree en el ser nacional, que cree en una entidad supraindividual. Usted en el libro también está con Locke y es crítico de Rousseau. Pero en el programa de televisión de ese día de las elecciones, seguramente por la confusión que reinaba, dijo que tal vez tenía que corregir esa parte, y yo me quedé perplejo porque justamente era lo que más me había gustado de su libro.

GRONDONA: Revalorizar a Rousseau… era mi manera de absorber el impacto electoral.

JJS: Me di cuenta, sí…

GRONDONA: Yendo a lo que hablábamos antes del caso de Chile y creo que deberíamos mencionar a una figura trascendental, así como lo fue Cardoso en Brasil, que fue Patricio Aylwin, el primer presidente después de Pinochet. Llega al poder con una cláusula constitucional que limitaba su mandato sin reelección. Cuando terminó su mandato, y como había sido buen gobernante, hubo un movimiento importante para cambiar la Constitución y hacerlo reelegir, pero fueron a ver a Aylwin a la Casa de la Moneda y los sacó zumbando. Les dijo una cosa que quedó en la historia de Chile: “Yo juré por cuatro años y mi juramento es mi contrato”. A partir de ahí nadie en Chile ha osado pretender la reelección…

MG: En el curso de la charla varias veces surgió el nombre de Onganía. Y creo que usted ha hecho una autocrítica respecto de su apoyo bastante explícito al golpe contra Arturo Illia y su ilusión de que el gobierno de Onganía fuera una salida interesante.

GRONDONA: Sí, creo que lo que más influyó en mí y en muchos fue el modelo brasileño del 64, que fue como un relámpago. Cuesta enseñárselo a los jóvenes, pero en los años sesenta la Argentina era más que Brasil. Parece mentira decirlo porque lo miran a uno como un loco. Y en esos años la desesperación nuestra era que se nos escapaba Brasil. Los brasileños estaban creciendo más rápido y nos estaban pasando. Entonces ahí viene la desesperación por tomar atajos. Entonces, cuando aparece Onganía…

MG: Pero ¿cómo iban a ver en un militar nacionalista a un líder liberal?

JJS: Era una contradicción, sí. Pensaban que los militares formaban una elite dirigente mejor que los políticos.

GRONDONA: Esa fue una ingenuidad nuestra, creer que podíamos convertirlo a Onganía…Es lo de Platón con Dionisio de Siracusa, que creyó que al dictador se lo podía convertir en un estadista a través de la educación. Fue un profundo error nuestro. Lo lógico hubiera sido no aprobar el golpe del 66 y seguir con Illia, con los radicales y la democracia.

(Extractos de “Conversaciones irreverentes” de J.J. Sebreli y M. Gioffré-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2018).

martes, 9 de febrero de 2021

La enfermedad argentina

Por Carlos Mira

La Argentina tiene el problema más serio del mundo. Ningún país podría encontrarse en su camino con una dificultad mayor. Las demás naciones pueden tener inconvenientes de distinta índole pero ninguna de ellas padece el nivel dilema que tienen los argentinos: el país se angustia por lo que prefiere.

No hay drama mayor para una nación. Vivir en permanente frustración por lo que no son otra cosa que las consecuencias de sus preferencias constituye una encerrona de la cual es muy difícil salir. La Argentina no tiene un problema económico o social o político. Tiene un problema médico; un problema de orden psicológico profundo que le impide resolver lo que no son otra cosa que los efectos de esa causa madre.

Que un país viva en conflicto por lo que son las consecuencias de sus preferencias libres, constituye una dificultad de tal magnitud que, sinceramente, no sé si la cuestión tiene solución.

Pues bien, ¿y cuál es esa maldita preferencia?, ¿qué es lo que los argentinos secretamente prefieren y contra lo que luego se enojan cuando efectivamente esa preferencia se materializa? Esa preferencia no es otra que la pobreza: los argentinos prefieren la pobreza. Por supuesto no van a admitirlo a viva voz. De hecho viven enojados contra la pobreza. O al menos eso dicen.

Porque lo que en realidad les ocurre en materia de “enojos” es algo bien distinto. Si uno analiza las corrientes que imperan consciente o inconscientemente en el espíritu argentino verá que lo que mayoritariamente sobresale, lo que culturalmente predomina, es una oposición a la riqueza.

En efecto, el argentino está en guerra contra la riqueza. La corriente mayoritaria que emerge desde las entrañas más profundas de la cultura nacional consiste en una resistencia impenetrable contra la riqueza, contra la idea de ser rico.

El Papa Francisco es quien mejor ha expresado la esencia de esa corriente con su frase “la riqueza es el estiércol del diablo”. Quizás no haya un resumen más perfecto de la morfología social que distingue a los argentinos que esas palabras de Bergoglio. La riqueza es un pecado.

Sin embargo, en un retorcimiento que complica aún más el problema, es un determinado tipo de riqueza y un determinado tipo de rico el que el argentino desdeña y por el que siente un profundo asco. La riqueza que los argentinos repugnan es la que se produce como fruto del éxito lícito. Paralelamente entonces al tipo de “rico” que el argentino odia es al que obtuvo su riqueza por la vía del triunfo en la vida laboral legal.

Contrariamente, no se observan condenas firmes contra los que, incluso obscenamente, pavonean la riqueza que hicieron como consecuencia de actividades ilícitas, provengan ellas de la corrupción pública (funcionarios ladrones, sindicalistas mafiosos) o de actividades delictivas “privadas” como los narcotraficantes o los delincuentes comunes.

El prototipo del argentino que es resistido socialmente (“resistido” viene de “resentimiento”) es aquel que tuvo éxito material en la vida por la vía del trabajo lícito. Es ése el que defeca el “estiércol” del diablo”.

Por lo tanto, a ese personaje hay que bajarlo de donde está y, por supuesto, no es un modelo a imitar o a emular sino un arquetipo al que envidiar, maldecir y destruir.

Obviamente la persecución y eventual destrucción de los que generan riqueza hace que no se genere riqueza (es una perogrullada, pero en la Argentina parecería necesario aclararlo) y al no generarse riqueza, se obtiene pobreza.

Parecería que, siguiendo un silogismo normal, los argentinos deberían estar felices porque finalmente consiguieron lo que buscaban: derrotar la riqueza, destruir al rico y materializar la pobreza (que siguiendo, a su vez, el razonamiento del Papa debería ser el estado de gracia más cristalino del ser humano por ser el opuesto al “estiércol del diablo”). Pero no. Cuando llegan a lo que debería ser su éxtasis, estallan en queja y buscan a más ricos a quienes ir a robarles lo que les queda por la vía de entronizar gobiernos que expolian con impuestos confiscatorios la riqueza lícita generada por otros.

Parecería que lo que los argentinos buscan, finalmente, es una pobreza tolerable igualmente distribuida. Es decir una pobreza “hasta ahí”, igual para todos. (Excepto para aquellos “ricos” a los cuales los argentinos no resisten –es decir, no tienen “resentimiento” contra ellos- como los funcionarios corruptos -que dicen que vienen a sacarle a unos lo que ganaron “injustamente” a costa de otros- los sindicalistas mafiosos, los que “encontraron un curro o un yeite” -el típico “vivo” argentino que “le encontró la vuelta”- u otros personajes del submundo ilegal respecto de los cuales el argentino no muestra un nivel de ofensa ostensible).

Como se ve, la profundidad de la enfermedad sociológica del país es de tal dimensión que las dudas sobre su verdadera solución son muy grandes. El nivel de deterioro mental masivo que sufre el país implica un retorcimiento tal de los valores constructivos de la vida pacífica y progresista que uno duda seriamente de que tal extravío tenga vuelta atrás.

El enamoramiento del pobrismo ha llevado a la Argentina a ser una sociedad completamente conflictuada, encerrada en una encrucijada de la que le será muy difícil salir. Vivir en queja por las consecuencias que trae lo que se venera representa un problema de una complejidad tal que las soluciones no vendrán de la aplicación de tal o cual programa económico sino de un proceso de introspección que lleve a cada argentino a darse cuenta del nivel de contradicción en el que vive.

Mientras ese complejo severo no sea removido del alma argentina, el país no tendrá solución. Nadie vivirá mejor, venerando vivir peor. Y si se considera que vivir monacalmente es mejor que vivir en la abundancia, los argentinos deberían renunciar a la abundancia y acostumbrarse a los límites materiales de la vida monacal.

Ahora, recurrir al delito, a la corrupción, al robo o al narcotráfico para producir ilegalmente lo que se niegan a generar bajo el imperio de la ley no hará que el país sea rico. Lo que probablemente surja (o mejor dicho, se consolide) es una nueva nobleza compuesta por mafiosos, funcionarios corruptos, narcos amparados por el poder y revolucionarios de pacotilla que vivirán como reyes. Pero los argentinos honrados se hundirán en la pobreza. En esa misma pobreza que su pontífice tanto les enseñó a reverenciar.

Artículo original: https://thepostarg.com/editoriales/la-enfermedad-argentina/#.YCNTfrh8OCl

Comentario: Puede decirse también que el que se resigna a ser pobre y no acepta ser superado económicamente por el resto, desea que ese resto también sea pobre. Es esencialmente la actitud del envidioso (P. Zigrino)

domingo, 7 de febrero de 2021

¿Existe una ética cristiana?

A lo largo de la historia, muchas han sido las propuestas éticas establecidas. De ellas queda, en el mejor de los casos, cierta influencia entre sus seguidores, que ha de materializarse en cierta actitud o predisposición a vincularnos con nuestros semejantes. Reservamos la palabra “moral” para designar el grado de adhesión con que cada seguidor ha de responder frente a la ética adoptada, si bien ambas palabras, ética y moral, son usadas indistintamente.

De todas las éticas propuestas, habrá alguna de ellas que más se acercará a una ética natural y objetiva, que ha de ser compatible con las leyes naturales asociadas a la evolución biológica y que conforman el orden natural. Es decir, establecidas ciertas “reglas del juego”, o leyes naturales, necesariamente existirá cierta compatibilidad, o no, con tales leyes, que no están escritas en ninguna parte.

En el caso de la ética se presenta una situación similar a la enfrentada por un científico, ya que se aproxima, mediante “prueba y error”, a las verdaderas leyes de la naturaleza, que tampoco están escritas en ninguna parte. Albert Einstein escribió: “Si llegamos a ponernos de acuerdo sobre algunas proposiciones éticas fundamentales, otras podrán ser derivadas de ellas. Tales premisas éticas desempeñan en moral un papel análogo al que los axiomas representan en matemáticas” (Del “Diccionario del Lenguaje Filosófico” de Paul Foulquié-Editorial Labor SA-Barcelona 1967).

Una propuesta ética, expresada en una forma organizada, o axiomática, constituye un sistema ético de origen religioso, filosófico o científico. Sin embargo, su validez no depende de su coherencia lógica interna, sino de los efectos que se logren al ponerla en práctica. Para que una ética sea compatible con la ética natural, no necesariamente ha de estar expresada en forma organizada, si bien su eficacia y trascendencia dependerán bastante de la forma en que es presentada.

Este es el caso de la ética cristiana, o ética bíblica, resumida en unos pocos mandamientos básicos. Si bien no constituye un sistema organizado, como el establecido por Baruch de Spinoza con su “Ética demostrada según el orden geométrico”, el mandamiento del amor al prójimo implica una alta compatibilidad respecto del principal proceso de supervivencia que la evolución nos ha impuesto: la empatía emocional. Ello se debe a que el amor al prójimo implica compartir las penas y las alegrías ajenas como propias, lo que asegura una predisposición a beneficiar a los demás y a no perjudicarlos, promoviendo el bien y desalentando el mal.

Como la ética bíblica fue establecida en épocas lejanas, sólo tiene un fundamento religioso, asociado a la fe en Dios y en la palabra de sus profetas. Sin embargo, ello no significa que carezca de fundamentos adicionales, como la mencionada empatía emocional. Sin embargo, varios autores niegan la existencia de una “ética cristiana”, ignorando la existencia y efectividad de los mandamientos bíblicos. Jacques Delesalle escribió: “¿Hay una moral cristiana, una metafísica cristiana? Si se toman estas dos palabras en sentido técnico, es claro que no se encuentra en la Biblia rastro ni de una ni de otra. Ni el judaísmo ni el cristianismo, que se presenta como heredero legítimo, constituyen una metafísica ni una moral, pues no son una filosofía” (De “Iniciación a la práctica de la Teología”-Tomo IV-Ediciones Cristiandad SL-Madrid 1985).

Lo que distingue esencialmente a la religión moral de las religiones paganas, es la existencia de una propuesta ética concreta, en el caso de la primera. Además, si se niega la existencia y efectividad de la ética cristiana, se niega la pretendida universalidad del cristianismo. Aparece simultáneamente la necesidad de apoyarse en “muletas” para poder transitar por este planeta. Estas “muletas” son las filosofías adoptadas como complementos de la religión, por parte de quienes dudan de la veracidad y eficacia de las prédicas cristianas. Tal veracidad y eficacia es una consecuencia de tener como fundamento ético a la empatía emocional.

La ética bíblica debe incorporar este fundamento científico adicional para que el cristianismo se vincule más ampliamente con las sociedades actuales, dejando de lado todo fundamento filosófico adicional, teniendo presente principalmente la destrucción y tergiversación de la ética bíblica por parte de la Iglesia Católica al reemplazarla por el marxismo-leninismo bajo el disfraz de la Teología de la Liberación.

Quienes ven en la religión algo más que una ética, son quienes la desconocen y apuntan a lo espiritual o a lo sobrenatural como algo “superior a la ética”, es decir, no solamente tratan de evitar cumplir con los mandamientos sino que también pretenden estar sobre el resto de los mortales ante una pretendida superioridad personal. Como la Biblia relata la historia de la lucha entre el bien y el mal, promoviendo el éxito del primero, la superioridad individual ha de provenir del efectivo cumplimiento de los mandamientos y no de alguna creencia en seres invisibles o espíritus voladores de dudosa existencia.

viernes, 5 de febrero de 2021

Socialismo y control social

Existen fenómenos sociales que se producen en pequeña escala y también a nivel de toda la sociedad. Este es el caso de la delación; así, algunos delatan ante una autoridad la autoría, falsa o verdadera, de cierta acción o expresión asociada a la víctima de la delación. Puede decirse que, quien escucha alcahueterías, es el principal promotor de las mismas. Transforma en un infierno la institución que dirige.

Alguna vez, quien esto escribe, en una escuela secundaria en donde trabajaba, se le “echó en cara”, por parte de un directivo, siete rumores o alcahueterías que tal directivo escuchó, siendo verdaderas sólo tres de las siete. Quien es difamado, por lo general desconoce totalmente lo que de él se dice. Mientras que, si al resto le llega alguna versión difamatoria por dos o tres vías distintas, tenderá a considerarla verídica.

El control social es ejercido en forma similar en las sociedades totalitarias. En realidad no deberíamos denominarlas “sociedades” por cuanto el control impuesto, vía delación, seguida de temor o terror, tiende a limitar severamente la comunicación y los vínculos entre los integrantes del grupo humano. Cuando un individuo sospecha que tal procedimiento es algo normal en el colectivismo, tiende a cuidarse de todos y a vivir incomunicado, ya que las autoridades totalitarias avalan e incluso premian al niño o al adolescente que delata a sus propios familiares ante una desobediencia o ausencia de adhesión a los líderes del Estado socialista.

El escritor Jorge Edwards, siendo embajador de Chile en Cuba, enviado durante el gobierno de Salvador Allende, fue declarado “persona non grata” por Fidel Castro, por emitir opiniones acerca del control social socialista. Al respecto expresó: “…Pero yo era chileno, un diplomático que venía de un país donde en el gobierno había mucha gente pro-castrista que pensaba que lo de Cuba era la panacea y la solución para Chile. Entonces yo, muy rápido, creo que al tercer día, me di cuenta de que ese no era el futuro que a mí me gustaría para Chile, porque era una situación donde había miedo”.

“Uno iba a una fiesta de un poeta y nadie hablaba, o se hablaba con cuidado, y yo decía: «¿Pero por qué, si estamos en la fiesta de un amigo?», y me respondían: «Es que hay espías, hay gente de la policía infiltrada». Y uno se preguntaba pero cómo es que habían llegado hasta ahí. «Siempre llegan –contestaban-, y además nunca se sabe quiénes son». Pensé: «Si esto se hace en Chile, me quedo sin país, termino exilado». Entonces escribí Persona non grata muy a conciencia, especialmente para que lo leyeran los chilenos”. (De “Conversaciones irreverentes” de Juan José Sebreli y Marcelo Gioffré-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2018).

Cierto sacerdote, de origen checoslovaco, que estaba en la Argentina, decidió retornar a su tierra natal luego de la caída del comunismo. Después de cierto tiempo de intentar predicar entre los suyos, decide volver a la Argentina por cuanto advirtió que la gente de su país, habituada al comunismo, lo escuchaba pero no hablaba casi nada, sospechando seguramente que el sacerdote podía también ser un espía, sin pensar que las cosas habían cambiado en las, hoy, República Checa y República de Eslovaquia.

Es oportuno decir que no existe una especie de reglamento o código socialista que recomiende tales prácticas de control social, sino que su aparición o surgimiento ya “vienen incorporados” en la psicología individual de todo adepto al marxismo-leninismo u otras ideologías totalitarias. También en la Argentina, en épocas de Perón, se recurrió a promover la delación de los “enemigos” del régimen. La idea totalitaria conduce a detectar y controlar al enemigo, es decir, al que no obedece o bien el que intenta pensar adoptando la propia realidad como referencia. Héctor Bianciotti, de la Academia Francesa, expresó en una entrevista: “Yo creo que estaba al mismo tiempo huyendo del campo y huyendo de la dictadura de Perón, que fue mucho más terrible de lo que la gente cree. No se ha sabido nunca en Europa lo que era la vida cotidiana durante la dictadura de Perón; algo simplemente atroz. Un pueblo convertido en policías los unos de los otros. En delatores” (Reportaje de la Revista “Gente”).

El miedo, también a nivel familiar, tiende a entorpecer la capacidad comunicativa de las personas, como fue el caso del británico Paul Adrien Maurice Dirac, uno de los mayores físicos teóricos del siglo XX. Su padre, un exigente y atemorizador docente de origen suizo, que enseñaba francés en Inglaterra, reprendía a su hijo por su deficiente pronunciación del francés, decisión cuyo efecto principal fue que, desde pequeño, el futuro Premio Nobel adoptara la postura de hablar lo menos posible. Se lo recuerda por sus aportes a la mecánica cuántica y por el hábito de responder mayormente con monosílabos cuando lo entrevistaba algún periodista.