jueves, 29 de agosto de 2019

Todo en el Estado vs. Nada en el Estado

Cuando alguna de las instituciones de una sociedad funciona mal, surgen dos actitudes extremas; mejorarla o eliminarla. Debido a que los sistemas económicos, políticos, éticos, educacionales, etc., son muy complejos, ya que dependen de muchos factores, o causas, no resulta sencillo determinar si a tales sistemas conviene mejorarlos o bien deberían cambiarse o eliminarse, por lo que se generan interminables discusiones.

Al sistema democrático de gobierno, que es uno de esos sistemas, no habiendo logrado los resultados esperados en las primeras décadas del siglo XX, se lo intentó eliminar, surgiendo en su reemplazo los sistemas totalitarios. Sin embargo, con el tiempo se advirtió que el remedio fue peor que la enfermedad y que todo sistema político u económico, requiere de miembros de la sociedad con ciertos atributos morales básicos, sin los cuales fracasa cualquier sistema. Los mejores sistemas serán, por lo tanto, aquellos que funcionan satisfactoriamente cuando en la sociedad predomina un espíritu favorable a la cooperación social. Los peores sistemas son los que no funcionan bien a pesar de la buena predisposición de la gente, aunque todo ello sea difícil de verificar.

Los fundamentos de las ideologías surgidas de la religión, la filosofía o las ciencias sociales, pueden sintetizarse de la siguiente manera:

a) Leyes naturales, especialmente las que rigen la conducta de los seres humanos (éticas bíblicas, por ejemplo).
b) Leyes naturales falsas, parciales o erróneas (marxismo y el determinismo económico).
c) Principios subjetivos no asociados a leyes naturales (propuestas filosóficas con poco sentido práctico).
d) Otras ideologías adoptadas como referencia para hacer todo lo contrario (totalitarismos respecto de la democracia liberal, anarquismos respecto de los totalitarismos).

En cuanto a las religiones bíblicas, que parten de la existencia de un Dios interviniente en los acontecimientos humanos, claramente adoptan principios de validez subjetiva. Sin embargo, las éticas propuestas surgen de la observación directa de la realidad adoptando como fundamento la ley natural o leyes de Dios. La validez de este fundamento no asegura la total eficacia de la religión.

El marxismo pretende ser científico, asumiendo la creencia que el método asegura la validez de los resultados, ignorando que la ciencia procede por medio de "prueba y error", y no mediante la dialéctica de la "tesis, antitesis, síntesis", poco o nada usada en las ciencias experimentales serias.

Las propuestas filosóficas no vinculadas a las leyes naturales tienden a ignorar totalmente la ciencia vigente en una época determinada, por lo cual sólo presentan un interés que va algo más allá de la simple curiosidad.

Finalmente aparecen las ideologías cuyo único fundamento, o el fundamento principal, es la ideología rival a la que combaten adoptándola como referencia para proponer todo lo contrario. Este es el caso de los diversos socialismos, incluso el marxismo, que adoptan al liberalismo como referencia para proponer un anti-liberalismo (socialismo). Así, a la economía de mercado oponen la planificación estatal, a la propiedad privada de los medios de producción oponen la estatización de los mismos, a la democracia política oponen el totalitarismo, etc. Si no existiese el liberalismo, el socialismo no tendría razón de ser.

Adviértase que la mayoría de los marxistas apoya al régimen de Nicolás Maduro, tanto como al vigente en Cuba o en Corea del Norte, no por los resultados producidos, sino por el "éxito" logrado al hacer todo lo opuesto a lo que sugiere el liberalismo. Incluso un periodista partidario del chavismo expresaba: "En Venezuela no existe la justicia independiente, pero nunca antes la hubo", es decir, lo que se hace produce efectos que no se contrastan con la realidad, sino con lo que hace el "sector enemigo". Algunos llegan a justificar los masivos asesinatos en la China comunista y en la URSS aduciendo simplemente "que también hubo muchas víctimas en las grandes guerras mundiales".

Los diversos totalitarismos (fascismo, nazismo, comunismo) surgen como respuesta al desencanto por la democracia y el capitalismo, como se dijo. Uno de los primeros países en que ello ocurre fue Italia. Benito Mussolini, de origen socialista, no tiene una ideología concreta sino que la va construyendo a medida que las circunstancias lo aconsejan. Primero lucha contra la democracia, pero, ante los intentos comunistas por lograr el poder, produce los cambios necesarios para enfrentar la competencia del otro totalitarismo. En lugar de adoptar la estatización de los medios de producción, opta por el corporativismo, controlando la economía desde el Estado pero manteniendo la propiedad privada de tales medios.

A pesar de los fracasos, desde el punto de vista del ciudadano común, los sistemas totalitarios (todo en el Estado) mantienen su vigencia ideológica tras una eficaz campaña de difamación contra el liberalismo. Ello ha provocado, como reacción, la aparición de movimientos y partidos anarquistas (nada en el Estado) que adoptan como referencia al socialismo para promover todo lo contrario. De ahí que se opongan a la educación pública, a toda empresa estatal, a toda ley que provenga del Estado, a la influencia religiosa en la sociedad, aduciendo principalmente una prioritaria e irrestricta libertad individual, sin apenas hablar de la responsabilidad que debe asociarse a la libertad, y al apego a la ley natural.

Sugiriendo establecer un individualismo extremo, no valoran el individualismo necesario para establecer la cooperación social, sino que proponen aislarse eliminando todo vínculo empático o afectivo siguiendo el principio de que el egoísmo es una "virtud" y que el amor al prójimo es "inmoral". De ahí que el relativismo moral sea adoptado por los simpatizantes del anarquismo.

Mientras que los diversos socialismos han sido utopías, ya que los resultados prácticos poco o nada coincidieron con los objetivos propuestos, el anti-socialismo de los anarquistas-capitalistas se presenta como una nueva utopía, ya que la ausencia del Estado sólo tendrá sentido cuando previamente se logre una mejora ética individual generalizada, objetivo poco probable de alcanzar sin abandonar el relativismo moral y sin adoptar la búsqueda del amor-empatía, que tanto desprecian por provenir del cristianismo.

domingo, 25 de agosto de 2019

Lucha de clases y psicología social

Es posible establecer cierta analogía entre la física y las ciencias sociales respecto a la existencia de diversos puntos de vista para describir un mismo fenómeno. Así, los fenómenos térmicos son descriptos globalmente por la termodinámica, con variables macroscópicas como presión, volumen y temperatura, mientras que la mecánica estadística los describe en forma paralela utilizando variables microscópicas, como la velocidad y la masa de las moléculas intervinientes en tales procesos.

En las ciencias sociales ocurre algo similar con la sociología y la psicología social; ya que la primera tiende a describir los fenómenos sociales en base a los aspectos grupales observados, como es el concepto de clase social, mientras que la segunda emplea variables asociadas a los individuos que integran los grupos, como la actitud característica. "Clase social: Conjunto de individuos entre los que una cierta comunidad de cultura, de nivel de vida, de intereses económicos, crea lazos más estrechos y relaciones más fáciles" (Del "Diccionario del Lenguaje Filosófico" de Paul Foulquié-Editorial Labor SA-Barcelona 1967).

De la misma forma en que ambas ramas mencionadas de la física se complementan y se refuerzan mutuamente, en las ciencias sociales debería ocurrir otro tanto. Sin embargo, a veces ocurre que conceptos sociológicos como la "lucha de clases" tienden a diluirse cuando se los describe en base a las actitudes individuales adquiriendo significados distintos a los aceptados en sociología.

La lucha de clases (desde el punto de vista de la economía), propuesta como motor de la historia, tiende a enmascarar al proceso de adaptación cultural que nos impone el orden natural, siendo éste un concepto mejor ajustado a la realidad. También podríamos hablar de una lucha entre sectores religiosos, razas, naciones, culturas, poderes, o entre el bien y el mal, etc. Como algunos economistas suponen que el comportamiento económico determina todos los demás aspectos de la vida, observan la realidad sólo en base a un aspecto limitado de ella. De ahí que Alexander Solyenitsin haya expresado de los marxistas: "Allí donde se necesita un bisturí, utilizan un hacha".

Si bien los conflictos sociales han existido, y existen, desde épocas remotas, ellos se deben esencialmente a los defectos morales individuales; más concretamente, al egoísmo, al odio y a la negligencia. La lucha de clases económicas no es otra cosa que la consecuencia del egoísmo de algunos que tiende a despertar la envidia de otros. Sin embargo, existen también individuos que no son egoístas ni envidiosos, por lo cual tal proceso no los incluye, advirtiéndose que tal lucha no se adapta a una sociedad real, o se adapta sólo parcialmente. Maurice Duverger escribió: "Las luchas políticas revisten dos aspectos. Por un lado, se enfrentan en ellas individuos, que compiten por conquistar el poder o el favor de aquellos que lo ejercen. Por el otro, se enfrentan grupos, colectividades, conjuntos sociales. Los liberales insisten sobre todo en el primer aspecto. Los socialistas y conservadores conceden, por el contrario, más importancia al segundo".

"Para los socialistas, los conflictos políticos tienen como motor esencial la lucha de clases; para los conservadores, son una consecuencia de las luchas de razas, de las rivalidades entre naciones, provincias u otras comunidades territoriales, competiciones entre grupos corporativos, o batallas entre colectividades religiosas o ideológicas" (De "Sociología política"-Ediciones Ariel SA-Barcelona 1968).

La generalización fácil ha sido la causa de las grandes catástrofes sociales que ha afrontado la humanidad. Así, los marxistas consideran que la sociedad capitalista está compuesta por dos sectores antagónicos (burguesía y proletariado) y promueve la lucha de clases sosteniendo que el primer sector carece de virtudes mientras el segundo carece de defectos. En forma análoga, los nazis consideran que la humanidad está compuesta por razas superiores e inferiores, promoviendo la lucha entre las mismas. De ahí que, si se intercambian las palabras "clase" por "raza", las proclamas marxistas y nazis muestran similares características. Es por ello que los mayores asesinatos masivos de la historia han sido realizados por Mao-Tse-Tung, Stalin y Hitler, en ese orden y en función de la cantidad de decenas de millones de víctimas que produjeron.

Supongamos por un momento que la lucha de clases económicas sea la única posible; entonces se presentan tres "soluciones" principales (que a veces empeoran las cosas):

a) Solución marxista: para que no haya lucha de clases propone la estatización de los medios de producción. Tal proceso implica que tales medios pasarán, no a los trabajadores, sino a manos de la clase dirigente que gobierna al Estado. Esto provoca una lucha de clases mucho más acentuada que antes por cuanto el socialismo implica la existencia de una clase dirigente y una clase dirigida. Las atroces matanzas efectuadas por Mao, Lenin, Stalin y demás líderes socialistas, deben también considerarse como "lucha de clases".

b) Solución liberal: para evitar abusos, como es el caso de la explotación laboral, se propone la competencia entre empresarios, ya que tiende a limitar los egoísmos individuales. Además, el capital humano, en la sociedad de la información, tiene mayor importancia que el capital material, todo empresario trata de mantenerlo, excluyendo toda posible forma de explotación.

La economía de mercado favorece la movilidad social; de ahí que no promueva la división de clases sociales. Las desigualdades, sin embargo, inevitablemente se producirán debido a la distinta capacidad individual de los actores económicos. Por el contrario, cuando en una sociedad hay pocos empresarios y no es posible hablar de "mercados competitivos", tal economía admitirá la explotación laboral pareciéndose más al socialismo (en donde existe una sola empresa: el Estado) que a una economía de mercado.

c) Solución cultural: es esencialmente la propuesta del cristianismo, que induce a abandonar actitudes como el egoísmo, el odio y la negligencia, para favorecer la cooperación social.

Puede decirse que el marxismo acentúa todos los defectos que atribuye al capitalismo, como es la explotación laboral y la servidumbre que la clase dominante impone sobre el resto. Alexander Solyenitsin escribió: "Esta es la clave del régimen soviético de servidumbre: la adscripción permanente al lugar de residencia y la imposibilidad de marcharse a otro sitio sin el permiso de las autoridades locales. El régimen de servidumbre tiene por tanto plena vigencia, no sólo en los campos de concentración o en las granjas agrícolas colectivas (koljoses) donde el trabajo forzado es abierto y no se remunera según su valor, sino que se extiende por toda la amplia geografía de nuestro país: los ciudadanos «libres» en modo alguno lo son para elegir su trabajo, ni para defender un salario digno; incluso en la vida corriente tienen que adaptar su comportamiento habitual a los pequeños sátrapas locales del partido, a sus caprichos. Aquél que suscita la ira de estos últimos puede ser oprimido por encima de todas las leyes".

"Los soviéticos no podemos elegir el lugar de residencia en nuestra propia Patria. ¿Cuánto más intolerable es este yugo que la no libertad para emigrar, que tan justa conmoción ha provocado en el mundo entero?" (De "Alerta a Occidente"-Ediciones Acervo-Barcelona 1978).

Al promover la estatización de los medios de producción, el marxismo promueve la inevitable aparición de dos clases sociales antagónicas y una segura lucha entre ellas. Al haber, además, ausencia de movilidad social, la clase dirigente llega a adquirir un carácter hereditario. Puede decirse que, tanto en las sociedades democráticas como en las socialistas, el marxismo se ha destacado por promover la lucha de clases inducida por la ideología respectiva, en lugar de intentar limitarla.

Como la clase dirigente socialista dispone del poder en forma absoluta (económica, política, militar, cultural, etc.) se producen frecuentemente catástrofes sociales como las mencionadas. Puede decirse que Marx trató de apagar el incendio de la lucha de clases echándole nafta en gran cantidad. Junto con Lenin, puede muy bien materializar la simbólica imagen del Anticristo. ¿O acaso era tan ignorante o ingenuo que no advirtió lo que generaría la abolición de la propiedad privada de los medios de producción?.

Quien adopta la postura que le permite sentirse "ciudadano del mundo", rechazará ser integrante de cualquier clase social, ya que se siente parte integrante de la humanidad. Para eliminar los conflictos entre clases, o subgrupos de la sociedad, es necesario adherirse al "amarás al prójimo como a ti mismo", mirando a cada ser humano sólo como un integrante de la humanidad que no pertenece a ningún subgrupo social.

lunes, 19 de agosto de 2019

El "amor al prójimo" como predisposición

El fundamento de la ética cristiana es el amor al prójimo; actitud tergiversada por sus detractores e interpretada subjetivamente por gran parte de sus adherentes. De ahí una de las causas del masivo alejamiento de la religión moral. Por el contrario, interpretado como un proceso natural (empatía), mediante el cual se comparten penas y alegrías ajenas como propias, se advierte que se trata de un mandamiento que nos sugiere la adopción de una predisposición (actitud) antes que una acción concreta a cumplir, por cuanto el vínculo emocional con diferentes personas se establece de una manera espontánea, y no razonada. Es decir, al razonamiento lo ocupamos para adoptar la predisposición favorable a la cooperación social rechazando otras actitudes posibles como el odio y el egoísmo.

Es evidente que "el prójimo" (cualquier persona) es también un delincuente o un asesino. Sin embargo, muy pocos compartirán las penas y alegrías de tales individuos de la misma forma en que compartirán las de sus propios familiares, si bien es posible que exista la predisposición a hacerlo, en el mejor de los casos. Quienes aducen que en realidad deberíamos amar al delincuente, porque así interpretan al mandamiento bíblico, adoptan una postura que, de generalizarse, implicaría favorecer el mal hasta hacerlo predominar sobre el bien; siendo un objetivo totalmente opuesto a la finalidad buscada por la religión moral.

El propio Cristo, que posee la predisposición a amar al prójimo como a sí mismo, reacciona de manera severa ante los pecadores, por cuanto impiden que se establezca el vínculo afectivo, además de oponerse al orden social buscado por la religión.

Cuando sugiere "amar al enemigo", en realidad trata de limitar la violencia predominante en las diversas épocas y pueblos. Cuando sugiere "ofrecer la otra mejilla", lo hace para detener la secuencia de las venganzas interminables, y no para sugerir una actitud servil, favorecedora de la violencia. Sólo podrá lograrse éxito cuando la persona que ofrece la otra mejilla sea quien previamente logró la predisposición a amar al prójimo como a sí mismo. Giovanni Papini escribió: "La historia del hombre es la historia de una enseñanza. Historia de una guerra entre los menos fuertes de espíritu y los más fuertes en número. Es la historia de una educación siempre fallida y siempre reanudada, de una educación ingrata, dificultosa, soportada con disgusto, frecuentemente rechazada, abandonada de vez en cuando y, poco después, reasumida".

"Los hombres, trabados pero reacios, habían caído en la simulación de la obediencia; hacían un poco de bien a la vista de todos a fin de estar más libres para hacer el mal en secreto, y exageraban la observancia de los preceptos exteriores para burlarse mejor del fundamento y del espíritu de la ley".

"Jesús va derechamente a los extremos. No admite ni siquiera la posibilidad de matar; no quiere pensar que haya un hombre capaz de matar a un hermano. Ni aún de herirlo. No concibe siquiera la intención, la voluntad de matarlo. Un solo instante de ira, una sola palabra de insulto, un solo arranque de ofensa, equivalen al asesinato. Los espíritus muelles y flojos gritarán: ¡Exageración! Porque no hay grandeza donde no hay pasión, es decir, exageración".

"Jesús tiene su lógica y no se equivoca. El homicidio no es más que la última manifestación de un sentimiento. De la ira se pasa a las malas palabras, de las malas palabras a las malas acciones, de los golpes al asesinato. No basta, pues, prohibir el acto final, acto material y externo. Este no es más que el momento resolutivo de un proceso interior que, al fin, lo ha hecho como necesario. Conviene, en cambio, cortar el mal desde su primera raíz; quemar la mala planta del odio, que reproduce frutos venenosos, desde la primera semilla".

"Pero Jesús no ha llegado aún a la más estupenda de sus subversiones. «Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Mas yo os digo que no resistáis al mal; antes si alguno te hiere la mejilla derecha, preséntale también la otra...»".

"La vieja Ley del Talión no podía ser subvertida con palabras más absolutas. La mayor parte de los que se dicen cristianos, no sólo no han observado nunca este mandamiento nuevo, pero ni aún han querido simular que lo aprobaron. El principio de la no resistencia al mal ha sido para una infinidad de creyentes el escándalo insoportable e inaceptable del cristianismo".

"La respuesta de los hombres a la violencia puede ser de tres maneras: la venganza, la fuga y el presentar la otra mejilla. La primera es el principio bárbaro del talión, hoy ennoblecido y disfrazado en los códigos; pero todavía dominante en la práctica....La Ley del Talión puede ser un consuelo bestial para quien ha sido herido primero, pero lejos de disminuir el mal, lo multiplica".

"La fuga no es mejor expediente que el primero. Quien se oculta redobla el valor del enemigo. El temor de la venganza puede, algunas veces, detener la mano del violento. Pero quien huye invita con esto mismo al otro a que lo persiga...El único camino, no obstante el absurdo aparente, es el impuesto por Jesús. Si uno te da una bofetada y le respondes con dos, el otro replicará con puñetazos y tu incurrirás a los puntapiés y saldrán a relucir las armas y uno de vosotros perderá, frecuentemente por una minucia, la vida. Si huyes, tu enemigo te perseguirá o bien, apenas te vuelva a encontrar, envalentonado con la primera prueba, te tomará a puntapiés" (De "Historia de Cristo"-Ediciones del Peregrino-Rosario 1984).

Si bien la mejor táctica para defenderse de la violencia depende de cada circunstancia concreta, es oportuno mencionar que la no resistencia al mal es la táctica que mejor se adapta a los casos en que un individuo es asediado por un delincuente urbano. No se hubiesen perdido muchas vidas inocentes si hubieran optado por no oponerse al robo o al asalto. Cometieron el error de no advertir que el delincuente renunció a sus atributos humanos y que la víctima ocasional debió proceder casi como lo hubiese hecho ante un perro rabioso, es decir, con la serena frialdad de quien sólo busca salvar su vida. El citado autor agrega: "Presentar la otra mejilla significa no recibir la segunda bofetada. Signiica cortar desde el primer eslabón la cadena de males invisibles. Tu adversario, que espera la resistencia o la fuga, se siente humillado ante ti y ante sí mismo. Se lo esperaba todo menos esto. Está confundido y con una confusión rayana en la vergüenza. Tiene tiempo para recapacitar. Tu inmovilidad le hiela la cólera, le da tiempo para reflexionar. No puede acusarte de miedo desde que estás dispuesto a recibir el segundo golpe...".

De la misma forma en que una economía de mercado ha de funcionar exitosamente si se cumplen varias condiciones previas, la ética social propuesta por el cristianismo ha de ser eficaz si se cumple masivamente con la adopción de la actitud del amor al prójimo. Ambos sistemas, basados en la libertad individual, tienden a fracasar si no se cumplen con tales requisitos previos. De ahí que sus detractores los critiquen injustificadamente en casos en que no existe una mínima intención a adoptar la "ley de empatía", que es la base ética de los sistemas sociales asociados a la libertad individual.

Los detractores de la religión moral la atacan por su aparente falta de fundamentos objetivos, negándole además toda posible validez. Sin embargo, la empatía resulta ser una mejora evolutiva fundamental que tiende a asegurar la supervivencia de la humanidad como también de gran parte del reino animal. Aunque no quieran reconocerlo, existe una gran semejanza entre la actitud adoptada por el religioso y por el científico, ya que ambos indagan acerca de las leyes de Dios, o leyes naturales, que son las mismas.

El error frecuente advertido en creyentes y no creyentes implica priorizar posturas filosóficas en lugar de pensar en base a cierto sentido práctico (o sentido común). Así, lo importante para el creyente es la existencia de un Dios que ha creado el universo, regido por leyes naturales invariantes; mientras que el no creyente aduce que tales leyes existen desde siempre, sin necesidad de asociarle un creador. Desde el punto de vista del sentido común (el menos común de los sentidos) podemos decir que lo prioritario ha de ser el conocimiento de tales leyes y la posterior adaptación a las mismas, ya se trate de una creación o bien de un siempre existente orden natural.

Entre los tergiversadores de la religión del amor (empatía) se encuentran los promotores de la "religión del odio", quienes aducen que la no resistencia promovida por el cristianismo implica una forma perversa de favorecer la explotación laboral, ya que el sector explotado renuncia a resistir esa situación. José Carlos Mariátegui escribió: "La burguesía no tiene ya mito alguno. Se ha vuelto incrédula, escéptica, nihilista. El mito liberal renacentista ha envejecido demasiado. El proletariado tiene un mito: la revolución social. Hacia ese mito se mueve con una fe vehemente y activa. La burguesía niega; el proletariado afirma. La inteligencia burguesa se entretiene en una crítica racionalista del método de la teoría, de la técnica de los revolucionarios. ¡Qué incomprensión! La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del mito. La emoción revolucionaria es una emoción religiosa. Los motivos religiosos se han desplazado del cielo a la tierra. No son divinos, son humanos, son sociales. Hace algún tiempo que se constata el carácter religioso, místico, metafísico del socialismo" (Citado en "Construcción de la Iglesia" de Horacio W. Bauer-Editorial Biblos-Buenos Aires 2004).

También el cristianismo es descalificado por los promotores de la "religión del egoísmo", ya que pretenden que los seres humanos ignoremos una ley natural tan importante como la empatía, aduciendo que "el amor al prójimo es inmoral". Ello implicaría que "inmoral" ha de ser el propio proceso evolutivo por cuanto el cristianismo promueve una actitud, o predisposición, ya existente en la naturaleza humana.

sábado, 17 de agosto de 2019

El Antiguo Testamento y la economía

Entre las civilizaciones de la antigüedad se destaca la de los hebreos; pueblo que se caracteriza pricipalmente por haber introducido en religión el culto al "Dios de la virtud", dando inicio a la religión moral monoteísta. Entre ellos surge el Antiguo Testamento cuya finalidad consiste en legislar y orientar las acciones humanas buscando establecer un orden social acorde a los designios de ese Dios.

Como todo pueblo, se dedica a ciertos aspectos culturales y bastante menos a otros. Edward McNall Burns escribió al respecto: "Fue más bien en legislación, literatura y filosofía donde el genio hebreo se expresó con pujanza. Si bien todos estos tópicos estaban estrechamente ligados a la religión, tenían un aspecto profano. El ejemplo más acabado de la ley hebrea fue el Código Deuteronómico, que forma el corazón del Deuteronomio".

"A despecho de su fama de antiguo, pertenece en realidad a la revolución operada por los profetas. En general, sus disposiciones son más justicieras que las del Código Hamurabi. Una de ellas ordenaba liberalidad para con los pobres y extranjeros. Otra disponía la liberación del esclavo hebreo al término de seis años y hacía notar que no debía ser desposeído de medios. Una tercera fijaba que los jueces y otros funcionarios debían ser elegidos por el pueblo, prohibiéndoles aceptar donativos o ser parciales en las sentencias".

"Un cuarto condenaba la brujería, la adivinación y la nigromancia. Una quinta denunciaba el castigo de los hijos a causa de faltas cometidas por los padres y afirmaba el principio de responsabilidad personal ante el pecado. Una sexta establecía que no se debían cobrar intereses de ninguna especie por préstamos concedidos entre judíos. Una séptima prescribía, en fin, la condonación de deudas cada cuatro años".

"Como puede deducirse del estudio de las condiciones que lo determinaron, el Código Deuteronómico quiso inyectar en la sociedad judía un concepto igualitario y equitativo. Por ejemplo, no condenó la esclavitud como un mal en sí; buscó, tan sólo, evitar la esclavitud permanente de los judíos. No puede negarse que este código hizo más por la democracia política y social que cualquier otro de los antiguos pueblos orientales, excepto el egipcio".

"Hasta al Rey le estaba prohibido acumular exceso de riquezas o hacer ostentación de lujo. No se toleraba ningún despotismo militar de tipo asirio o babilónico. El monarca no estaba colocado por encima de la ley, sino sujeto a ella. Debía llevar constantemente consigo un ejemplar del código y «leer allí todos los días de su vida...para que su corazón no se elevara por encima del de sus hermanos y no diese la espalda a sus mandamientos». Además, su poder y el de sus funcionarios estaban estrictamente limitados" (De "Civilizaciones de Occidente"-Ediciones Peuser-Buenos Aires 1953).

La ética asociada a una religión tiende a favorecer, o no, al desempeño de sus seguidores en el campo económico tanto como en el resto de los aspectos familiares y sociales. De ahí que la ética sea el punto de partida de toda propuesta económica, aunque a veces sea establecida en una forma implícita. En este sentido, la cooperación social ha de ser la consecuencia que toda propuesta deberá promover.

Como afirman varios autores, los judíos mostraron un buen desempeño durante el posterior auge del capitalismo debido a la ética del Antiguo Testamento. También influyó el hecho de habérseles negado ejercer la agricultura y la industria, para relegarlos a realizar "actividades pecaminosas" como las finanzas. Friedrich Hayek escribió: "Es la vieja historia de la carrera del extranjero al que se le permite trabajar sólo en ocupaciones menos relevantes, y, al poco tiempo, se le odia mucho más por practicarlas" (De "Camino de servidumbre"-Alianza Editorial SA-Madrid 1984).

Por otra parte, Román Weissmann escribió: "A los judíos les atraía el dinero porque éste les procuraba oportunidades que por la vía normal no podían conseguir, al estar excluidos de los canales normales de acceso al trabajo y a las relaciones comerciales. La existencia de la diáspora (judíos viviendo en muchos países, en grupos aislados) sirvió incluso de potenciación de las actividades relacionadas con el dinero y las finanzas. La gran red de protección social que formaban muchos judíos de la diáspora necesitaba una red de apoyo financiero que se nutriera y retroalimentara de esas habilidades, ya desarrolladas, de manejo del dinero dentro del capitalismo".

"Mil setecientos años antes, ya contaban con un sistema de normas y principios (entre otros, comerciales) que se dio en llamar Deuteronomio, quinto libro del Antiguo Testamento".

"A lo largo de la historia económica mundial, ha quedado bastante claro que los países triunfadores en cuanto a desarrollo económico y logros de bienestar para sus ciudadanos han sido aquellos que se dotaron de un sistema judicial bien organizado, independiente de cualquier otro tipo de poder y en donde la corrupción quedaba arrinconada a niveles marginales. Y, al contrario, un sistema judicial corrupto es ingrediente seguro para que el país que lo sufre quede rezagado en los furgones de cola del desarrollo" (De "Malabares económicos"-Editor Bubok Publishing SL-Barcelona 2012).

Respecto de los jueces, en el Deuteronomio se atribuye a Dios advertir: "no aceptarán dádivas porque las dádivas cierran los ojos de los sabios y pervierten los dictámenes de los justos".

Acerca de la autoridad, del gobierno o del rey, ordena: "una vez que éste fuera establecido no ha de reunir muchos caballos, no tendrá excesivo número de mujeres, ni tesoros inmensos de oro y plata; también se guardará de ensorberbecerse de sus hermanos y de desviarse de los mandamientos a derecha e izquierda".

Weissmann agrega: "El Deuteronomio está lleno de preceptos y leyes que facilitan el desarrollo de un sistema de vida austero, poco dado a excesos, en donde las transacciones comerciales deben ser honestas, para crear así un marco socioeconómico en el que sea más difícil el crecimiento de burbujas de precios y se desarrollen". "Una frase y/o concepto que se repite mucho es «acuérdate de que fuiste esclavo en Egipto y que el Señor tu Dios te liberó de allí, por cuya razón te ordeno que hagas esto»".

"Además de ser cautos a la hora de prestar también hemos de serlo a la hora de cobrar las deudas: «Cuando vayas a cobrar a tu prójimo alguna deuda, no entres en su casa para tomarle prenda, sino que te quedarás afuera y él te sacará lo que tuviere; mas si es pobre no pernoctará la prenda en tu casa, sino que se la restituarás antes de que se ponga el sol, para que se acueste sobre su ropa...y esto será una buena acción ante el Señor, tu Dios»".

Un tema de gran importancia en la economía fue el del cobro de intereses sobre los préstamos otorgados. Weissmann escribe al respecto: "La Iglesia, ante el dilema de obstaculizar un mecanismo comercial que, por otro lado, estaba siendo beneficioso para el desarrollo de los países, inventó una solución en el siglo XII: siguió prohibiendo la usura para los católicos, pero no para los judíos, ya que estos últimos no estaban afectados por el derecho canónico. Y, más adelante, en el siglo XVIII, distinguió los beneficios de la usura de los beneficios lícitos".

"De todas maneras, la ficción era de tal magnitud que los reyes europeos, siempre muy necesitados de dinero para financiar guerras, tuvieron que crear figuras legales para proteger a prestamistas laicos o católicos, convirtiéndolos en judíos, para así poder cobrar impuestos sobre los préstamos a interés que realizaban".

"El circuito funcionaba de esta manera: la nobleza y los clérigos no pagaban impuestos, pero los judíos, a través del cobro de intereses cuando financiaban a aquéllos, eran quienes pagaban impuestos al rey".

domingo, 11 de agosto de 2019

Aprender de memoria vs. Aprender con la memoria

Una pobre predisposición para el razonamiento, hace que algunos alumnos intenten memorizar lo que se les enseña sin intentar establecer una síntesis ni tampoco asociarlo con otros temas aprendidos. También algunos docentes priorizan el aprendizaje de memoria sin apuntar hacia una síntesis y vinculación del tema a enseñar con otros temas cercanos. Esta tendencia ha llevado a muchos a adoptar la actitud opuesta de rechazar la memoria en todo proceso educativo.

Resulta conveniente, por el contrario, establecer una selección de lo que se ha de memorizar, de tal manera de tener en la mente la información básica necesaria para establecer razonamientos posteriores. Esta forma de emplear la memoria es esencial al pensamiento científico, fundamentado esencialmente en el proceso axiomático. Recordemos que fue Euclides de Alejandría quien, en el siglo III AC, sistematizó la geometría organizándola bajo cinco axiomas básicos que permitían deducir todos los teoremas mediante el razonamiento deductivo.

Puede decirse que, mientras mayor sea nuestra capacidad de razonamiento, mayor cantidad de conocimientos habremos de lograr y menor ha de ser la cantidad de información disponible en nuestra memoria. Esto implica "aprender con la memoria", resultando un proceso muy distinto a la propuesta de no utilizar la memoria como base del aprendizaje. Así como Henri Poincaré indicaba que en matemáticas "descubrir es elegir", también en el proceso del aprendizaje "aprender es elegir" lo que se ha de llevar en la memoria.

La tendencia a menospreciar la memoria se suma a otros errores que tienden a limitar severamente el proceso del aprendizaje. El "cóctel destructivo" puede sintetizarse de la siguiente manera:

a) Menosprecio de la memoria
b) Rechazo al "conocimiento prefabricado"
c) Relativismo del bien y la verdad
d) Reemplazo de la lógica por la dialéctica

El rechazo del "conocimiento prefabricado" implica el absurdo rechazo de la transmisión de conocimientos por parte del docente para llegar a ser un simple orientador hacia el logro de una base de conocimientos que ha de proveerse el alumno por sí mismo.

También se inculca la creencia de que no existe el bien ni tampoco la verdad, en un sentido absoluto, por lo que todo depende del contexto social de referencia. De ahí que se deja de lado la búsqueda de lo que, se supone, no existe.

Los ideólogos que favorecen el deterioro educativo ignoran la existencia de leyes naturales en cada ámbito del universo, o bien reemplazan las leyes descubiertas, o aquellas por descubrir, por falsas leyes naturales provistas por la ideología a la que adhieren. De ahí el reemplazo de la lógica por la dialéctica.

La lógica simbólica se basa en la aceptación previa de que todo enunciado tiene un carácter de verdadero o falso. Así, asignamos un carácter de verdadero a la expresión 2 + 2 = 4, mientras que a 2 + 2 = 5 se le atribuye un carácter falso.

En el caso de la dialéctica, al no considerar el antagonismo entre verdadero y falso, sino entre tesis y antitesis, se puede llegar a establecer "razonamientos" como el siguiente:

Tesis: 2 + 2 = 4
Antitesis: 2 + 2 = 5
Síntesis: 2 + 2 = 4,5

Como ejemplo de elección de lo que se ha de llevar en la memoria, puede mencionarse el caso de un profesor que transmitió a sus alumnos un "conocimiento prefabricado", sin esperar a que lo descubrieran ellos mismos. Ello les permitió luego utilizar sus mentes para llegar a otros conocimientos intermedios, poco posibles de alcanzar sin la referencia previa otorgada por el docente. Jorge Wagensberg, uno de los alumnos beneficiados por tal docente, escribió: "En el año 1968 cursaba el segundo año de la licenciatura en física en la Universidad de Barcelona. Recuerdo la fuerte impresión que me produjo la primera clase del matemático Juan Bautista Sancho Guimerá....Se hizo esperar. Se hizo esperar mucho. Quizá más de media hora, es decir, más de la mitad de lo que dura una clase".

"El murmullo crecía en ausencia del catedrático hasta que de improviso, en el umbral de la puerta, se recortó su silueta semiencorbada, negrísima en el contraluz que daba al patio a media mañana....Sancho se acerca al encerado. Escoge cuidadosamente un pedazo de tiza, lo sostiene en el aire durante una eternidad de dos segundos y de repente ataca la pizarra con cuatro vigorosos picotazos: tac..., tac-tac...,¡tac!".

δS = 0

El docente revela el misterio diciendo: "«¿Sorprendidos, muchachos? Todo el conocimiento de la realidad está escrito en la pizarra con esos cuatro símbolos. Reflexionad sobre ello. Hasta mañana, queridos. La clase de hoy ha terminado»" (De "Las raíces triviales de lo fundamental"-Tusquets Editores SA-Buenos Aires 2010).

Puede decirse que el docente que imparte contenidos, puede orientar simultáneamente al alumno en el proceso del conocimiento. Por el contrario, el docente que no imparte contenidos sólo establece un apoyo superficial que impedirá el éxito del proceso educativo.

No solamente es necesario llevar en la memoria los axiomas, o las ideas básicas, que permitirán el razonamiento posterior, sino también es necesario memorizar ciertos nombres que quedarán grabados en nuestra mente por el hábito de la lectura. Así, si en una evaluación se le pide a un alumno que mencione cuál es la capital de Francia, una respuesta incorrecta delatará un pobre interés y una ausencia de lecturas sobre el tema.

En síntesis:

a) Aprender con la memoria: implica una selección de ideas básicas necesarias para el razonamiento posterior.
b) Aprender de memoria: implica rechazar todo intento de selección que impedirá luego el razonamiento eficaz.
c) Rechazar todo lo que implique memorizar: impide disponer de ideas básicas para un posterior razonamiento.

domingo, 4 de agosto de 2019

El orden social democrático

El concepto de "orden social" se asocia a la estabilidad y la armonía existentes en un grupo humano como consecuencia del predominio de una actitud de cooperación. Así, podemos hablar de un "orden familiar" o bien de un "orden social", según el ámbito al que se hace referencia.

Son dos las formas extremas en que se trata de establecer un orden social adecuado. La primera alternativa la constituye el orden espontáneo surgido de las virtudes personales de los integrantes del grupo social. La segunda alternativa implica un "diseño social" con el cual se busca establecer el orden que carece un grupo social determinado.

Como ejemplo de orden social espontáneo puede mencionarse la ética cristiana, que presupone el cumplimiento de los mandamientos bíblicos para conformar, como consecuencia, sociedades estables y armoniosas. Como ejemplos de orden social impuestos exteriormente, pueden mencionarse los diversos totalitarismos, que presuponen que tales ordenamientos generarán las virtudes personales necesarias para la convivencia esperada.

La existencia de un orden social es una imperiosa necesidad desde el punto de vista de la supervivencia de la humanidad. La inexistencia de dicho orden genera conflictos que apuntan a la desintegración social y a un cierto nivel de sufrimiento. Julian Huxley escribió: "Si el individuo humano logra transformarse en personalidad auténticamente integrada, con una cabal realización de sus cualidades posibles, está realizando su original e importante contribución al progreso del proceso cósmico. El individuo no es, o por lo menos no necesita ser una mera ruedecilla de la máquina social, una cifra en el vasto y dilatado proceso evolutivo. El individuo desarrollado integralmente es la organización más elevada de que tengamos conocimiento, y una personalidad armoniosa y bien organizada es la contribución individual al proceso general" (De "La crisis humana"-Editorial Paidós-Buenos Aires 1975).

Desde épocas remotas han surgido diseñadores sociales que buscaban restablecer una supuesta "edad de oro" de la humanidad. También surgieron utopistas que imaginaban futuros venturosos si se cumplían sus proyectos personales. Sin embargo, resulta más sencillo conocer y describir las leyes psicológicas que rigen nuestras conductas, para establecer luego nuestra propia optimización individual. Es conveniente la observación directa en el presente en lugar de considerar tanto un pasado como un futuro inciertos. Alfred Sauvy escribió: "El mito de la Edad de Oro se perpetúa de siglo en siglo y constituye una de las necesidades de la humanidad. La Edad de Oro es una época acabada, más o menos vaga, en donde los hombres eran felices. El mito del paraíso terrenal, que se vuelve a encontrar en diversas religiones, no es más que una de las formas. Este mito aparece bajo forma más concreta en tiempos contemporáneos, y aun, sobre todo, en poblaciones que se dicen racionalistas" (De "La naturaleza social"-Taurus Ediciones SA-Madrid 1962).

Para establecer un orden social estable, es imprescidible que sea aceptado voluntariamente y por ello se requiere la vigencia de un clima de libertad. Por el contrario, los regímenes totalitarios, al ser impuestos por la fuerza y el engaño, sólo logran un orden social aparente que encubre la insatisfacción y el padecimiento. Ludwig Erhard escribió: "La libertad es un bien tan precioso, que debe ser defendida y conquistada cada día de nuevo. Yo afirmo que son justamente aquellos hombres que en mayor grado estiman el valor y la bendición de la libertad los que casi se asustan a veces al reconocer la responsabilidad que aquélla carga sobre sus hombros. «Libertad y responsabilidad» son indivisibles, y esto significa también que «libertad y orden» son indivisibles, pues la libertad sin orden amenaza siempre con degenerar en el caos, en tanto que el orden sin libertad amenaza ahogarse en una brutal opresión. Por lo tanto es necesario encontrar la síntesis entre orden y libertad" (De "La economía social de mercado"-Ediciones Omega SA-Barcelona 1964).

Uno de los principales teóricos del orden social fue Marco Tulio Cicerón. Al respecto, Félix Adolfo Lamas escribió: "Buscando la definición de república, y partiendo de la significación misma del vocablo, establece que la república no es otra cosa que «algo del pueblo»; mas el pueblo «no es cualquier agrupación de seres humanos reunidos de cualquier manera, sino una aglomeración de gentes en gran número, asociadas según un acuerdo o consentimiento común en lo que respecta a la justicia y al derecho y a la común utilidad»".

"El pueblo, en consecuencia, no es una realidad anterior o lógicamente previa al Derecho, la justicia y al consenso común acerca de los intereses comunes, sino que, por el contrario, está formalmente constituido por esos elementos. No cabe, pues, pensar en un pueblo inorgánico o desordenado".

"En segundo lugar, es necesario destacar otra enseñanza ciceroniana de gran importancia para la doctrina del orden social. Se trata de que la vinculación constitutiva que se establece entre la república y el Derecho, implica por necesidad la vigencia de la ley natural, fundamento de validez de todo juicio justo y, por lo tanto, de todo Derecho.... «Así -dice Cicerón- hemos de explicar la naturaleza del Derecho, deduciéndola de la naturaleza del hombre»" (De "El orden social"-Instituto de Estudios Filosóficos Santo Tomás de Aquino-Buenos Aires 1985).

En cuanto al orden social democrático, se lo puede escribir mediante una simbología. Podemos imaginar la sociedad como un gran edificio que, para ser estable y acogedor, debe poseer sólidos cimientos (ser compatible con la ley natural); debe poseer suficiente cantidad de vigas y columnas (el sector empresarial); los ladrillos (integrantes de la sociedad) deberán estar fuertemente vinculados con las vigas y columnas y también entre ellos (empatía emocional). La ausencia o la debilidad de los cimientos, de las vigas y columnas, o de la mezcla vinculante entre los ladrillos, conducirá a agrupaciones de seres humanos que no constituirán una sociedad ni tampoco una república.

En base a esta analogía se puede advertir el fracaso del socialismo, ya que no tiene un cimiento adecuado, por cuanto está fundamentado en una falsa ley natural (la lucha de clases como motor de la historia). Tampoco tiene sólidas vigas y columnas, ya que la nacionalización de los medios de producción favorece la existencia de una economía dirigida por políticos. Finalmente, por ser los medios de producción y el trabajo, los aparentes vínculos que conformarán el orden social, se advierte la ausencia de la empatía emocional como vínculo natural, impuesto por el propio proceso evolutivo.

jueves, 1 de agosto de 2019

Liberalismo argentino: de Alsogaray al anarcocapitalismo

En una síntesis muy general, puede decirse que el liberalismo tuvo su principal influencia a finales del siglo XIX y principios del XX a través de pensadores como Juan Bautista Alberdi y su Constitución Nacional, una vez superada la etapa de las guerras civiles del siglo XIX. El predominio liberal fue decayendo en la misma medida en que fue ascendiendo el fascismo totalitario hasta llegar al populismo peronista. El principal intento por reinstalarlo provino de Álvaro C. Alsogaray mientras que en la actualidad pareciera tener mayor atractivo el anarcocapitalismo (anarquismo de mercado).

Innovar no implica necesariamente crear o inventar algo novedoso, nunca antes realizado, sino también incorporar en el país algo inexistente pero que ha sido realizado exitosamente en el extranjero. Así, Alberdi es un estudioso del derecho constitucional de otros países pudiendo establecer el marco legal adecuado a las circunstancias de su nación, basándose en lo que funcionaba bien en otros países, especialmente en EEUU. En forma semejante, Alsogaray intenta introducir la Economía Social de Mercado que tanto éxito tuvo en Europa, luego de la Segunda Guerra Mundial, especialmente en Alemania.

La Economía Social de Mercado se diferencia de otras posturas liberales en el rol asociado al Estado. La participación del Estado en la economía nacional resulta importante, pero sin llegar al extremo de perturbar el sistema autorregulado constituido por el mercado. Justamente, tal intervención implica apoyar al sector productivo y promover las reglas que aseguren la vigencia y la continuidad de tal proceso. Alfred Müller-Armack escribió: "La economía social de mercado no presupone un Estado débil, sino que ve más bien en un Estado democrático fuerte la garantía del funcionamiento de este orden. El Estado no sólo está presente en función de la seguridad del ejercicio del derecho privado. Precisamente gracias a la economía social de mercado se ha visto confirmado en una de sus tareas esenciales: intervenir en favor del mantenimiento de una auténtica competencia como función política (en el sentido de Eucken, Frank Böhm y Miksch). El orden de competencia, asegurado por el Estado, anula asimismo factores de poder y los canaliza hacia el mercado".

"De esta suerte, una competencia socialmente apta para funcionar tiende a prevenir la acumulación de fortunas unilaterales provenientes de privilegios económicos. Por otra parte, este proceso también sienta bases para correcciones y transferencias de ingresos del Estado a los sectores más alicaídos de la población. Pero condición previa para cualquier intromisión de esta clase por parte del Estado es su compatibilidad con la economía de mercado y la correspondiente formación de réditos. Es decir, que el objetivo social debe ser logrado con medidas conformes con el mercado, sin estorbar el desarrollo de precios propiamente de mercado".

"Este postulado de la conformidad de Estado y mercado constituye el decisivo contraste entre este tipo de economía y el dirigismo. En este último, mercados enteros son paralizados por precios decretados. Y con ello amplios sectores de la población se ven perjudicados y padecen finalmente una notoria falta de los bienes indispensables para la vida. Por la conformidad con el Estado se distingue asimismo la economía social de mercado del intervencionismo. Este mezcla los entre sí contradictorios elementos del dirigismo con los de la economía de mercado según su conveniencia, hasta tanto se eliminen mutuamente e impidan la producción" (De "El orden del futuro" de Ludwig Erhard y A. Müller-Armack-EUDEBA-Buenos Aires 1981).

En el mismo sentido, Álvaro C. Alsogaray escribió: "El Estado no debe proceder como espectador impasible frente a situaciones especiales que impliquen un daño social. La intervención del Estado es necesaria para trazar el marco de la actividad económica, establecer las reglas del juego y atender a dichas situaciones especiales".

"La competencia juega un papel decisivo a los efectos del funcionamiento del mercado. Es función de los gobiernos establecer condiciones de competencia efectiva. Para ello hay que combatir los monopolios y eliminar las trabas e interferencias burocráticas que la dificultan".

"El Estado debe «planificar la economía». Pero esta planificación supone el uso de métodos muy distintos a los de la economía dirigida, con sus torpes disposiciones y rígidas reglas. El mejor plan, el que según ya hemos señalado resuelve en forma espontánea la mayor parte de los casos, es el del mercado. Por lo tanto la planificación estatal debe, como objetivo primordial, asegurar el funcionamiento del mismo". (De "Bases para la acción política futura"-Editorial Atlántida-Buenos Aires 1969).

La tendencia anarquista de mercado, o anarcocapitalista, por el contrario, promueve la abolición del Estado, ya que, pareciera, su objetivo es hacer todo lo contrario a lo propuesto por el socialismo, en lugar de advertir la compatibilidad de su propuesta con la propia realidad. Mientras que la Economía Social de Mercado ha sido probada exitosamente en varias oportunidades, el anarcocapitalismo no pasa de ser un proyecto o una tendencia a concretarse en el futuro.

Se advierte en este sector una tendencia destructiva hacia todo lo que sea estatal, incluyendo la educación pública. Bajo la consigna de que "el amor al prójimo es inmoral", tiende a romper los vínculos tradicionales que han ligado el liberalismo con la civilización occidental. Varios de sus seguidores comparten con el marxismo una actitud anti-cristiana, como así también critican al liberal tradicional como "fascista" por oponerse a la legalización del aborto o bien por aceptar la existencia del Estado. Descalifican como ignorantes a quienes "no entienden", o "no saben interpretar" el supremo postulado de "la virtud del egoísmo", como base racional de la acción futura.

Puede hacerse una síntesis de las principales tendencias político-económicas:

Economía Social de Mercado = Mercado + Estado no invasivo
Socialdemocracia = Estado invasivo + Mercado
Socialismo = Estado
Anarco-capitalismo = Mercado

Los ideólogos socialistas engañan a la gente cuando aducen que la seguridad económica individual ha de consolidarse cuando la mayoría de los ciudadanos releguen sus propias responsabilidades personales y las dejen en manos de quienes dirigen al Estado benefactor. Por el contrario, los liberales aducen que la seguridad económica se logra, no cuando todos renuncian a sus responsabilidades individuales sino cuando las asumen plenamente. Ludwig Erhard escribió: "El justo deseo de dar al individuo mayor seguridad sólo puede cumplirse, en mi opinión, proporcionando a cada uno, con el aumento de la prosperidad general, el sentimiento de su dignidad humana y la conciencia cierta de su independencia respecto a cualquier poder. El ideal que yo sueño es que cada cual pueda decir: «Yo quiero afianzarme por mi propia fuerza, quiero correr yo mismo el riesgo de la vida, quiero ser responsable de mi propio destino. Vela tú, Estado, porque esté en condiciones de ello». El grito no debería ser: «¡Estado, ven en mi ayuda, protégeme, asísteme!», sino: «No te metas tú, Estado, en mis asuntos, sino dame tanta libertad y déjame tanta parte del fruto de mi trabajo, que pueda yo mismo organizar mi existencia, mi destino y el de mi familia»" (De "Bienestar para todos"-Ediciones Omega SA-Barcelona 1957).

Si bien los liberales coinciden en la prioritaria libertad individual que todo ciudadano debe poseer, principalmente respecto del Estado, existen diferencias en cuanto al acatamiento de los diversos tipos de leyes que deberíamos aceptar y respetar. Cuando se adopta como referencia el conjunto de leyes naturales, puede decirse que se trata de un conservador. Cuando se adoptan las leyes del Estado democrático, tenemos al liberal tradicional. Finalmente, en una época en que predomina el relativismo moral, el anarcocapitalista tiende a adoptar como referencia la ideología de algún pensador que propone una actitud antirreligiosa y antiestatista.

Es posible, por supuesto, que se den algunas otras posibilidades respecto de la referencia adoptada y la actitud respecto del Estado. La clasificación anterior parece ser la que mejor se adapta a la realidad del liberalismo actual, aceptando excepciones a la misma.