miércoles, 31 de octubre de 2018

El intervencionismo conduce al socialismo

Por Ludwig von Mises

Es dogma fundamental de todos los tipos de socialismo y comunismo que la economía de mercado, o capitalismo, constituye un sistema que lesiona los vitales intereses de la inmensa mayoría de la población, en beneficio exclusivo de una pequeña minoría de individuos inescrupulosos. Condena a las masas a progresivo empobrecimiento. Trae miseria, esclavitud, opresión, degradación y explotación de los trabajadores, mientras enriquece a una clase de parásitos ociosos e inútiles.
Esta doctrina no fue obra de Karl Marx. Ya había sido desarrollada antes de que Marx entrase en escena. Los que mayor éxito tuvieron en propagarla no fueron los escritores marxistas sino hombre como Carlyle y Ruskin, los fabianos británicos, los profesores alemanes y los institucionalistas norteamericanos. Además, es muy significativo que la veracidad de este dogma únicamente haya sido atacado por pocos economistas que no tardaron en ser silenciados y radiados de las universidades, la prensa, la conducción de los partidos políticos y, más que nada, de los cargos públicos. La opinión pública aceptó en su mayoría la condena del capitalismo sin ninguna reserva.

Socialismo

Sin embargo, las conclusiones políticas prácticas que la gente extrajo de este dogma no fueron uniformes. Un grupo declaró que sólo existe un camino para acabar con estos males: abolir totalmente el capitalismo. Abogan por la sustitución de la fiscalización privada de los medios de producción, por la pública. Buscan el establecimiento de lo que se llama socialismo, comunismo, planificación o capitalismo estatal. Todos estos términos significan lo mismo. Los consumidores ya no deben determinar, con sus compras y abstenciones de comprar, qué debe producirse, en qué cantidad y de qué calidad. En lo sucesivo, la autoridad central será la única llamada a dirigir todas las actividades de producción.

El intervencionismo como pretendida política intermedia

Existe un segundo grupo, al parecer menos radical, que no rechaza al socialismo en menor medida que al capitalismo, y recomienda un tercer sistema que, según dice, dista tanto del capitalismo como del socialismo, y que, como tercer sistema de organización económica de la sociedad, está a mitad de camino entre los otros dos, y si bien conserva las ventajas de ambos, evita las desventajas inherentes a cada uno de ellos. Este tercer sistema se conoce como sistema del intervencionismo. En la terminología política norteamericana a menudo se lo denomina política de «middle-of-the-road»: del «medio del camino», o intermedia.
Lo que imparte popularidad a este tercer sistema, para mucha gente, es la forma particular en que se opta por contemplar los problemas en juego. Según ellos, dos clases, la de los capitalistas y empresarios por una parte, y la de los asalariados por la otra, están en conflicto por la distribución de los frutos del capital y de las actividades empresarias. Ambos bandos reclaman toda la torta para sí. Ahora, sugieren estos mediadores, hagamos las paces dividiendo el valor en disputa, en parte iguales entre ambas clases. El Estado intervendrá como árbitro imparcial para limitar la codicia de los capitalistas y asignar parte de las ganancias a las clases trabajadoras. Así se conseguirá destronar al capitalismo sin entronizar al socialismo totalitario.
Sin embargo, esta manera de juzgar el problema es completamente falaz. El antagonismo entre el capitalismo y el socialismo no es una disputa sobre la distribución del botín. Es una controversia sobre cuál de dos planes de organización económica de la sociedad, el capitalismo o el socialismo, conduce al mejor logro de los fines que todas las personas consideran como última finalidad de las actividades comúnmente llamadas económicas, o sea el mejor abastecimiento posible de artículos y servicios útiles. El capitalismo quiere alcanzar esos objetivos mediante la empresa e iniciativa privadas, sujetas a la supremacía de la compra y abstención de compra por parte del público en el mercado. Los socialistas quieren reemplazar los planes de los diversos individuos por un plan único de una autoridad central. Quieren colocar el monopolio exclusivo del gobierno en lugar de lo que Marx llamó la «anarquía de la producción». El antagonismo no atañe a la forma de distribuir una cantidad fija de bienes, sino a la manera de producir todos los artículos de que la gente quiere disponer.
El conflicto entre ambos principios es irreconciliable y no da lugar a ninguna componenda. La fiscalización es indivisible. O la demanda de los consumidores, tal como se manifiesta en el mercado, decide los fines o la forma en que habrán de emplearse los factores de producción, o el gobierno se ocupa de esos asuntos. No hay nada capaz de mitigar la oposición entre estos dos principios contradictorios, porque se excluyen mutuamente.
El intervencionismo no es un dorado término medio entre capitalismo y socialismo, sino el diseño de un tercer sistema de organización económico-social que se debe apreciar como tal.

Cómo funciona el intervencionismo

En este comentario no me propongo plantear ninguna cuestión sobre los méritos del capitalismo o el socialismo. Me ocuparé del intervencionismo exclusivamente. Además, no pretendo hacer una valoración arbitraria del intervencionismo desde ningún punto de vista preconcebido. Mi único interés será demostrar cómo funciona el intervencionismo y si se lo puede considerar o no como molde para un sistema permanente de organización económica de la sociedad.
Los intervencionistas insisten en que proyectan conservar la propiedad privada de los medios de producción, así como la empresa particular y el intercambio en los mercados. Pero, prosiguen, es imperioso impedir que estas instituciones capitalistas siembren el caos y exploten injustamente a la mayoría de la población. El gobierno tiene el deber de restringir, mediante órdenes y prohibiciones, la voracidad de las clases propietarias para que su adquisitividad no perjudique a las clases pobres.
El capitalismo sin restricción o laissez-faire es un mal; pero para eliminar sus nocivas consecuencias no hace falta abolirlo por completo. Se puede mejorar el sistema capitalista mediante la interferencia gubernamental en las acciones de los capitalistas y empresarios. Tal regulación y regimentación de los negocios es el único medio para impedir el socialismo totalitario y salvar los aspectos del capitalismo dignos de ser preservados.
Fundados en esta filosofía, los intervencionistas abogan por una constelación de diversas medidas. Tomemos una de ellas, el popularísimo plan de la regulación de precios.

Cómo lleva al socialismo la regulación de precios

El gobierno cree que el precio de un artículo dado, la leche, por ejemplo, es demasiado alto. Quiere hacer que el pobre dé a sus hijos más leche. Establece entonces un precio tope y fija el precio de la leche en un nivel inferior al que prevalece en el mercado libre. A raíz de esto los productores marginales de leche, o sea, los que producen a costo más elevado, incurren en pérdidas. Como ningún agricultor o comerciante individual puede seguir trabajando con pérdida, estos productores marginales dejan de producir y de vender leche en el mercado.
Prefieren utilizar su capacidad y sus vacas en otras actividades más provechosas. Producirán, por ejemplo, manteca, queso o carne. Habrá menos leche disponible para los consumidores, no más. Esto, por supuesto, es contrario a las intenciones del gobierno. Quería facilitar a cierta gente la compra de mayor cantidad de leche, pero a raíz de esta interferencia el abastecimiento disponible disminuye. La medida, fracasa desde el mismo punto de vista del gobierno y de los grupos que estaba llamada a favorecer. Provoca un estado de cosas que –nuevamente desde el punto de vista del gobierno- es menos deseable todavía que el anterior que se quería mejorar.
Ahora el gobierno tiene que optar entre derogar su decreto y abstenerse de todo nuevo intento por regir el precio de la leche o insistir en su intención de mantener ese precio debajo del nivel que le habría establecido el mercado libre. Si quiere, sin embargo, evitar que el abastecimiento de leche disminuya, tendrá que tratar de eliminar las causas por las cuales la actividad de los productores marginales no es remunerativa. Tiene que agregar al primer decreto que se refería exclusivamente al precio de la leche, otro que regule los precios de los factores de producción necesarios para que se produzca leche a un costo tan bajo, que los productores marginales ya no sufran pérdidas y, en consecuencia, no reduzcan su producción.
Pero entonces la historia se repite en un plano más remoto. La oferta de los factores de producción requeridos para la producción de leche disminuye y el gobierno se encuentra nuevamente en el punto de partida. Si no quiere admitir su fracaso, ni abstenerse de manipular los precios, tendrá que seguir adelante y fijar los precios de los factores de producción que se requieran para la producción de los factores necesarios para producir leche. Así el gobierno se ve forzado a avanzar más y más, fijando paso a paso los precios de todos los artículos de consumo y de todos los factores de producción –humanos, como la mano de obra, o no, como los materiales- y ordenando a todo empresario y a todo trabajador que signa trabajando a esos precios y salarios.
Ninguna ama de la industria escapa a esta fijación total de precios y salarios ni a esta obligación de producir las cantidades que el gobierno quiere que se produzcan. Si se dejasen libres algunas ramas de la producción por considerar que producen exclusivamente artículos que se califican de no vitales o hasta suntuarios, el capital y la mano de obra tenderán a desviarse hacia ellas, dando como resultado la reducción del abastecimiento de los artículos cuyos precios el gobierno había fijado precisamente porque los consideraba indispensables para satisfacer las necesidades de las masas.
Pero cuando se alcanza este estado de fiscalización general de los negocios, ya no puede haber cabida para la economía de mercado. Los ciudadanos ya no determinan lo que debe producirse y cómo, mediante el acto de compra o abstenerse de comprar. La facultad para decidir estas cuestiones ha pasado al gobierno. Esto ya no es capitalismo sino planificación global por el gobierno; es socialismo.

El socialismo de tipo Zwangswirtschft [economía nazi]

Es cierto, por supuesto, que este tipo de socialismo conserva algunos de los rótulos y el aspecto externo del capitalismo. Conserva, en apariencia y nominalmente, la propiedad privada de los medios de producción, precios, salarios, tasas de interés y ganancias. En realidad, sin embargo, nada cuenta, como no sea la irrestricta autocracia del gobierno. El gobierno dice a los empresarios y capitalistas qué hay que producir y en qué cantidad y calidad, a qué precios comprar y a quiénes, a qué precios vender y a quiénes. Decreta a qué nivel de salarios y dónde deben trabajar los obreros.
El intercambio en el mercado es una burla. Todos los precios, salarios y tasas de interés son determinados por la autoridad. Hay precios, salarios y tasas de interés sólo en apariencia, porque en realidad son simplemente relaciones de cantidad en las órdenes gubernamentales. El gobierno –y no los consumidores- dirige la producción. El gobierno determina los ingresos de cada ciudadano, asigna a todos el puesto en que deben trabajar. Esto es socialismo disfrazado de capitalismo. Es el Zwangswirtschft del Reich alemán de Hitler y la economía planificada de Gran Bretaña.

La experiencia alemana y británica

El bosquejo de transformación social que he pintado no es simplemente una estructuración teórica. Es un retrato realista de la sucesión de acontecimientos que engendraron el socialismo en Alemania, en Gran Bretaña y en algunos países más.
En la Primera Guerra Mundial, los alemanes comenzaron a establecer precios-tope para un pequeño grupo de artículos de consumo considerados de primera necesidad. El inevitable fracaso de estas medidas los llevó más y más adelante hasta que, en el segundo periodo de la guerra, diseñaron el plan Hindenburg. En el contexto del plan Hindenburg no quedó ningún sitio para la libre elección por parte de los consumidores ni para la iniciativa por parte de las empresas privadas.
Todas las actividades económicas quedaron subordinadas incondicionalmente a la exclusiva jurisdicción de las autoridades. La derrota total del káiser barrió con todo el aparato imperial de administración, y con él desapareció también el grandioso plan. Pero cuando, en 1931, el canciller Brüning volvió a embarcarse en una política de fiscalización de precios, y sus sucesores, Hitler el primero, se aferraron obstinadamente a él, volvió a repetirse la misma historia.
Gran Bretaña y todos los demás países que en la Primera Guerra Mundial adoptaron medidas de fiscalización de precios debieron experimentar el mismo fracaso. También ellos fueron arrastrados más y más en sus intentos por conseguir que funcionasen los decretos iniciales. Sin embargo, todavía estaban en una etapa rudimentaria de este proceso, cuando la victoria y la oposición del público acabaron con todo plan por regular los precios.
En la Segunda Guerra Mundial no sucedió así. En esa época, Gran Bretaña volvió a echar mano a los precios-tope para algunos productos esenciales y tuvo que recorrer toda la escala más y más, hasta reemplazar la libertad económica por la planificación total de la economía del país. Cuando terminó la guerra, Gran Bretaña era un «commonwealth» socialista.
Vale la pena recordar que el socialismo británico no es una realización del gobierno laborista de Attlee, sino del gabinete de Winston Churchill. Lo que el Partido Laborista hizo no fue establecer el socialismo en un país libre, sino conservar en el periodo de postguerra el socialismo tal como se había desarrollado durante la guerra. Este hecho ha sido oscurecido por la gran sensación causada por la nacionalización del Banco de Inglaterra, las minas de carbón y otras ramas de la actividad económica. Sin embargo, debe llamarse a Gran Bretaña país socialista, no porque ciertas empresas hayan sido expropiadas y nacionalizadas formalmente, sino porque las actividades económicas de todos los ciudadanos están sujetas a la fiscalización total del gobierno y sus agencias.
Las autoridades dirigen el destino de capital y mano de obra a las diversas ramas de la producción. Determinan qué debe producirse y asignan una ración definida a cada consumidor. La supremacía de todas las actividades económicas está investida exclusivamente en el gobierno. La gente ha quedado reducida a la condición de menores bajo tutela, sometida incondicionalmente a obedecer órdenes. Para los hombres de negocios, los ex empresarios, solamente quedan funciones auxiliares. Únicamente tienen libertad para poner en práctica, dentro de un estrecho campo perfectamente circunscripto, las decisiones de las reparticiones del gobierno.
Debemos comprender que los precios-tope que afectan únicamente a pocos artículos no logran los fines que se buscan. Al contrario. Producen efectos que, desde el punto de vista del gobierno, son peores todavía que el previo estado de cosas que el gobierno quería modificar. Si el gobierno, con el fin de eliminar estas consecuencias inevitables, pero desagradables, sigue más y más adelante por este camino, transforma finalmente al sistema del capitalismo y libre empresa en un socialismo de tipo Hindenburg.

Crisis y desocupación

Lo mismo es cierto respecto de todos los demás tipos de intromisión en los fenómenos de mercado. Los salarios mínimos, sean decretados e impuestos por el gobierno o por presión y violencia sindical, llevan a una desocupación en masa que se prolonga año tras año, tan pronto como se pretende elevar la remuneración de los asalariados por encima del nivel del mercado libre. Los intentos para reducir las tasas de interés mediante expansión crediticia generan, en verdad, un periodo de auge en los negocios; pero la prosperidad así creada, es apenas un producto casero artificial y tiene que conducir inexorablemente a la retracción y depresión. La gente debe pagar un alto precio por la orgía de dinero fácil, causada por pocos años de expansión crediticia e inflación.
La recurrencia de periodos de depresión y desocupación en masa ha desacreditado al capitalismo en la opinión de la gente que aprecia superficialmente los problemas. Sin embargo, estos acontecimientos no obedecen al funcionamiento del mercado libre sino que, por el contrario, son el resultado de una interferencia, bien intencionada pero mal informada, del gobierno en el mercado.
No hay otro medio para elevar los salarios y el nivel de vida general que aclarar el aumento de la existencia de capital en relación con la población. El único medio para elevar el salario en forma permanente para todos los que buscan empleo y están dispuestos a ganar salarios, es aumentar la productividad del esfuerzo industrial aumentado la cuota «per cápita» de capital invertido. Lo que determina que los salarios norteamericanos superen por mucho los de Europa y Asia, es el hecho de que el trabajo y el esfuerzo del obrero norteamericano cuenta con la ayuda de más y mejores máquinas y herramientas.
Lo único que un buen gobierno puede hacer para mejorar el bienestar material del pueblo, es establecer y preservar un orden institucional que no ofrezca obstáculos a la progresiva acumulación de nuevos capitales, requeridos para el progreso tecnológico en los métodos de la producción. Esto es lo que realizó el capitalismo en el pasado y seguirá realizando también en el futuro si no es saboteado por una mala política.

Dos caminos hacia el socialismo

No se puede considerar al intervencionismo como un sistema económico llamado a perdurar. Es un método para la transformación del capitalismo en socialismo mediante una serie de pasos sucesivos. Como tal, es distinto de los empeños de los comunistas por implantar el socialismo de golpe. La diferencia no radica en el fin último del movimiento político, sino, principalmente, en las tácticas a emplearse para el logro de un fin que ambos grupos procuran. Karl Marx y Friedrich Engels recomendaron sucesivamente cada uno de estos dos caminos para la realización del socialismo. En el Manifiesto Comunista de 1848 ambos trazaron un plan para la transformación gradual del capitalismo en socialismo. El proletariado debe ser elevado a la posición de clase dirigente y emplear su supremacía política para «arrancar, por grados, todo el capital a la burguesía». Esto, declaran, «no puede efectuarse por otro medio que por la invasión despótica; en el derecho de propiedad y en las condiciones de la producción burguesa; recurriendo a medidas, por lo tanto, que parezcan económicamente insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del movimiento se pongan al descubierto, requieran nuevas incursiones en el orden social y sean inevitables como medio para revolucionar por completo el modo de producción». De esta manera enumeran como ejemplo diez medidas.
En años ulteriores Marx y Engels cambiaron de parecer. En su principal tratado, “El Capital”, publicado en 1867, Marx vio las cosas de distinta manera. El socialismo está llamado a venir «con la inexorabilidad de una ley natural». Pero no puede parecer antes de que el capitalismo haya alcanzado plena madurez. No hay más que un solo camino hacia el colapso del capitalismo: la evolución progresiva del capitalismo mismo. Sólo entonces la gran rebelión final de la clase trabajadora le dará el golpe de gracia, inaugurando la imperecedera edad de la abundancia.
Desde el punto de vista de esta última doctrina, Marx y la escuela del marxismo ortodoxo rechazan toda política que pretenda restringir, regular y mejorar el capitalismo. Tales medidas, arguyen, no sólo son fútiles, sino directamente perniciosas porque retardan la madurez del capitalismo y, por ende, también su derrumbe. Ésta fue la idea que llevó al partido Social Demócrata alemán a votar contra la ley de seguridad social de Bismarck y a frustrar el plan de éste por nacionalizar la industria tabacalera alemana. Desde el punto de vista de la misma doctrina, los comunistas calificaron al “New Deal” norteamericano de complot reaccionario sumamente perjudicial para los verdaderos intereses de la clase trabajadora.
Lo que debemos comprender es que el antagonismo entre los intervencionistas y comunistas es una mera manifestación del conflicto entre las dos doctrinas del marxismo primitivo y del marxismo posterior. Es el conflicto entre el Marx de 1848, autor del Manifiesto Comunista, y el Marx de 1867, autor de “El Capital”. Es realmente paradójico que el documento en que Marx resultaba respaldando la actitud de los anticomunistas «sui generis» de la actualidad, se llame Manifiesto Comunista.
Hay dos métodos disponibles para la transformación del capitalismo en socialismo. Uno consiste en expropiar todas las granjas, fábricas y talleres y ponerlos a funcionar como aparato burocrático, como departamentos del gobierno. Toda la sociedad, dice Lenin, se convierte en «una oficina y una fábrica, con igual trabajo e igual paga», toda la economía será organizada «como el sistema postal». El segundo método es el método del plan de Hindenburg, la pauta originalmente alemana del Estado benefactor y de la planificación. Este método obliga a toda empresa y a todo individuo a cumplir estrictamente las órdenes emitidas por la junta central de administración de producción del gobierno. Tal fue la intención de la Ley Nacional de Recuperación Industrial de 1933, frustrada por la resistencia de las empresas particulares y declarada inconstitucional por la Suprema Corte de los Estados Unidos. Tal es la idea implícita en los empeños por sustituir la empresa privada por la planificación.

Control de cambios

El vehículo más destacado para la realización de este segundo tipo de socialismo es, en países industrializados como Alemania y Gran Bretaña, el control de cambios. Estos países no pueden alimentar ni vestir a sus poblaciones con sólo los recursos internos y deben importar grandes cantidades de víveres y materias primas. Para pagar estas importaciones, tan necesarias, tienen que exportar productos manufacturados, en su mayoría elaborados con materias primas importadas. En estos países, casi toda transacción comercial está condicionada directa o indirectamente por la exportación o importación, o por ambas a la vez. En consecuencia, el monopolio gubernamental de las compras y ventas de divisas extranjeras hace que toda actividad comercial dependa de la discreción de la agencia encargada del control de cambios.
El volumen exterior es relativamente pequeño cuando se lo compara con el volumen total del comercio nacional. El control de cambios sólo afectaría levemente a la porción mucho más grande del comercio norteamericano. Ésta es la razón por la cual en los proyectos de nuestros planificadores difícilmente se toma en cuenta el control de cambios. Su atención, en cambio, está orientada hacia la fiscalización de precios, salarios y tasas de interés, hacia la fiscalización de las inversiones y la limitación de ganancias y réditos.

Impuestos progresivos

Echando una mirada retrospectiva a las tasas del impuesto a los réditos desde la adopción del respectivo impuesto federal de 1913 hasta la actualidad, difícilmente esperaríamos que este tributo no llegue algún día a absorber el 100 % de los réditos totales. En esto habían pensado Marx y Engels cuando en el Manifiesto Comunista recomendaron «un impuesto grande y progresivo o graduado».
Otra de las sugerencias del Manifiesto Comunista fue la «abolición de todo derecho a la herencia». Ahora bien, ni en Gran Bretaña ni en los Estados Unidos las leyes han llegado a este extremo, pero también aquí, dirigiendo una mirada a la evolución de los impuestos sobre las sucesiones, tenemos que reconocer que cada vez se acercan más al objetivo establecido por Marx. Los impuestos a la herencia de la magnitud que han alcanzado para los sectores más acaudalados, ya no son impuestos sino medidas confiscatorias.
La filosofía subyacente del sistema tributario progresivo es que el ingreso de las clases ricas y acaudaladas puede tomarse libremente. Lo que los partidarios de estos impuestos no comprenden es que la mayor parte de los impuestos recaudados de esta manera no habrían sido consumidos, sino ahorrados e invertidos. En efecto, esta política fiscal no solamente impide la acumulación de nuevo capital, sino que lleva a la descapitalización. Éste es hoy, sin lugar a dudas, el estado de cosas en Gran Bretaña.

La tendencia hacia el socialismo

El curso de los acontecimientos en los últimos treinta años revela un progreso continuo, aunque a veces interrumpido, hacia el establecimiento en este país de un socialismo de cuño británico y alemán. Los Estados Unidos embarcáronse después que estos dos países, en esta pendiente y, en la actualidad, están más lejos todavía de alcanzar el mismo fin pero, si la tendencia de esta política no cambia, el resultado sólo diferirá de lo ocurrido en la Inglaterra de Attlee y en la Alemania de Hitler en aspectos accidentales e ínfimos. La política intervencionista no es un sistema económico duradero sino un método para la implantación del socialismo por etapas.

Claros para el capitalismo

Muchos hacen objeciones. Recalcan el hecho de que la mayoría de las leyes destinadas a la planificación o a la confiscación a través de impuestos progresivos, han dejado ciertos claros que ofrecen a la empresa privada un margen dentro del cual se puede seguir adelante. El que tales claros todavía existan y que gracias a ellos este país sigue siendo libre es verdad no cabe duda, pero estos claros de capitalismo no son sistema duradero, sino un respiro. Poderosas fuerzas están en acción para cerrar esos claros. De día en día, el campo donde la empresa privada tiene libertad de acción se va reduciendo.

La llegada del socialismo no es inevitable

Este desenlace no es inevitable, por supuesto. La tendencia puede invertirse, como sucedió con muchas otras tendencias en la historia. El dogma marxista por el cual el socialismo habrá de llegar «con la inexorabilidad de una ley natural» es simplemente una premisa arbitraria desprovista de toda prueba. Pero el prestigio de que este infundado pronóstico disfruta, no solamente prevalece entre los marxistas sino también entre muchos no marxistas «sui generis», y constituye el principal instrumento para el progreso del socialismo. Siembra derrotismo entre personas que de otro modo lucharían valientemente contra la amenaza socialista. El más poderoso aliado de Rusia Soviética es la doctrina de que la «ola del futuro» nos lleva hacia el socialismo y que, en consecuencia, es «progresista» simpatizar con todas las medidas que restrinjan más y más el funcionamiento de la economía de mercado.
Hasta en los Estados Unidos, que deben a un siglo de «crudo individualismo» el nivel de vida más alto jamás logrado en cualquier nación, la opinión pública condena el laissez-faire. En los últimos cincuenta años, se han editado millares de libros para denunciar el capitalismo y abogar por el intervencionismo radical, el Estado benefactor y el socialismo. Los pocos libros que trataron de explicar debidamente el funcionamiento de la economía libre, apenas fueron notados por el público. Sus autores permanecieron en la oscuridad, mientras que escritores como Veblen, Commons, John Dewey y Laski fueron elogiados entusiastamente.
Es un hecho bien conocido que tanto el teatro auténtico como la industria de Hollywood no critican en forma menos radical a la empresa libre que muchas novelas. En este país, hay muchos periódicos que en todos sus números atacan furiosamente la libertad económica. Difícilmente hay alguna revista de opinión que propugne el sistema que proporcionó a la inmensa mayoría de la población buena alimentación y abrigo, automóviles, refrigeradores, receptores de radio y otras cosas que los ciudadanos de otros países llaman lujos.
El impacto de este estado de cosas es que prácticamente se hace muy poco por preservar el sistema de la empresa privada. Sólo encontramos intervencionistas que creen triunfar cuando retardan por cierto tiempo una medida especialmente ruinosa. Siempre están en retirada. Propician hoy medidas que hace apenas diez o veinte años habrían considerado inaceptables. Dentro de pocos años admitirán otras medidas que hoy creen sencillamente fuera de cuestión. Lo único que podrá impedir la llegada del socialismo totalitario es un cambio completo de ideologías. Lo que necesitamos no es antisocialismo ni anticomunismo, sino el respaldo positivo y abierto de ese sistema al que todos debemos la riqueza que distingue nuestra época de las condiciones comparativamente estrechas de otros tiempos.

(Conferencia dictada en 1945 en la Academia de Ciencias Políticas y Sociales de Filadelfia, EEUU)

(De “Tres mensajes”- Fundación Bolsa de Comercio de Buenos Aires – Buenos Aires 1978).

jueves, 25 de octubre de 2018

Bergoglio y la corrupción en el Vaticano

Por Horacio Rivara

¿Cual es el siguiente paso de Bergoglio? Así como desde 1971 a 1976 el IOR, mal llamado Banco del Vaticano, sirvió de refugio al dinero de la Cosa Nostra, y de 1976 a 1981 al dinero de Propaganda Due, con Bergoglio sirvió de refugio al dinero K, Chavista y Sindical.

Pero el dinero no puede quedar eternamente ahí, debe salir, y el IOR no es un Banco Comercial, y fuera de la Plaza San Pedro, pierde inmunidad. En los 70, Michele Sindona, el genio financiero de la Cosa Nostra, lo resolvió comprando el Franklin National Bank. Más adelante, Licio Gelli, jefe de la P2 lo resolvió tomando el control del Banco Ambrosiano. Ambas experiencias terminaron mal cuando intervino la Justicia. Calvi, Presidente del Ambrosiano se suicidó y a Sindona le sirvieron un café con cianuro cuando quiso declarar como arrepentido.

Esta vez la estrategia es diferente, hay un pequeño banco italiano, el Fiare Banca Populare Etica. Se vende como el primer banco ético, anticapitalista y dedicado a la gente de bajos recursos que no califica para tomar créditos en otros bancos. El Fiare BPE apoya la agenda ecológica, feminista, y a movimientos sociales. Ya desembarcó en España, financiando a movimientos de okupas, al partido Podemos, de inspiración chavista y al ala más radical del PSOE, y en Alemania, con el nombre Styler Etik Bank.

El Banco tiene una estructura intrincada, sus accionistas son Caritas y el Pax Bank de Essen, pero en realidad todos son uno, el Vaticano.

Muy pronto va a empezar una campaña de prensa en Argentina, con periodistas hablando de un nuevo Banco maravilloso, el primero ético, al servicio de los pobres y desposeidos. El primer Banco que va a dar créditos a la gente de las villas y a piquereros, a amas de casa con 6 hijos y a cirujas con su carro a caballo. Quien exprese dudas va a ser tachado de "neoliberal", Nazi u Oligarca. Este Banco va a usar gran parte del dinero robado por los K y los sindicatos para financiar movimientos de piqueteros, de extrema izquierda, a los sectores más radicalizados del feminismo y al kirchnerismo.

También va a aliarse con los sectores más "progresistas" de Cambiemos, van a tratar de seducir a la Ministro Stanley, y a financiar actos de sindicalistas como Baradel y Moyano. Tiene un solo fín, desestabilizar la democracia liberal, constitucional y republicana, y lograr el Poder con un nuevo eje de alianza clerical-izquierdista.

Perspectiva de género = Ingeniería social + Totalitarismo

Hace algunas décadas, se dio inicio a un proyecto de “ingeniería social”, o lavado de cerebro, sólo comparable con el socialismo de la antigua Unión Soviética, aunque esta vez abarcando gran parte de Occidente. Recordemos que la idea básica de los soviéticos implicaba llegar al “hombre nuevo”, plenamente adaptado al socialismo, que habría de transmitir a sus descendientes los caracteres adquiridos para reproducir en el futuro tal prototipo de ser humano. La idea no prosperó por cuanto las leyes de la genética no permiten la transmisión de tales caracteres, además de otros inconvenientes.

Las utopías socialistas, surgidas principalmente durante el siglo XIX como socialismos voluntarios, fueron precursoras de los intentos de ingeniería social del siglo XX, esta vez con colectivismos impuestos por la fuerza. La perspectiva, o ideología de género, bastante vinculada a las ideas marxistas, promete eliminar los problemas humanos y sociales a partir de la destrucción de la familia como base de la sociedad, ya que se la considera como institución generadora de violencia, de la explotación laboral posterior y de los diversos imperialismos y colonialismos. Miguel Ángel Fuentes describe tales argumentos: “El «sistema patriarcal y capitalista» ha impuesto desde el poder dominante una construcción binaria de género, calcada sobre la diferencia binaria sexual, acorde a sus planes de dominio, con una clase opresora (el macho del sistema patriarcal) y otra oprimida (la hembra). «El hombre es en la familia el burgués; la mujer representa en ella el proletariado» (Friedrich Engels)”.

“Dicho de otro modo, la realidad social es leída en clave marxista. El feminismo de género, principal portaestandarte de la ideología de género, promueve, por eso, la rebelión de la clase oprimida, pero no limitándose a convertir a los oprimidos en opresores, sino yendo a la raíz, destruyendo la estructura familiar, que es la que, en su opinión, sustenta este régimen patriarcal. Por tanto, el patriarcado sólo se aniquila eliminando la familia” (De "La violencia de la Ideología de Género"-Ediciones del Verbo Encarnado-San Rafael, Mendoza 2016).

Para eliminar definitivamente la violencia ejercida por el hombre hacia la mujer, se busca anular toda diferencia existente entre niño y niña, desconociendo incluso las diferencias biológicas o herencia genética existente. Se promueve luego que cada niño elija, bajo su propia perspectiva personal la orientación sexual que adoptará en el futuro. De ahí que su personalidad individual la ha de ir construyendo, no teniendo presente su condición natural de varón o mujer, sino su propia y subjetiva “perspectiva de género”.

Haciendo una síntesis de los problemas advertidos por el marxismo y las posibles soluciones propuestas, tenemos:

a) A nivel familiar: el marido explota a la esposa
b) A nivel social: el empresario explota al trabajador
c) A nivel global: los imperialismos explotan a los países débiles

Para solucionar tales conflictos, surgen las siguientes propuestas:

a) Perspectiva de género: eliminar diferencias entre niños y niñas
b) Socialismo: eliminar la propiedad privada de los medios de producción
c) Terrorismo o guerra: destruir violentamente a los países imperialistas

Los lavados de cerebro, impuestos por medio del lenguaje, compiten en cierta forma con las manipulaciones genéticas, siendo sus efectos similares. La neurobióloga Rita Levi-Montalcini se oponía a esa posibilidad respondiendo: “Odio esa opción. La manipulación genética no debe ser utilizada. No tenemos derecho a hacer nacer bebés a la carta. No es aceptable fabricar niños con los cabellos rubios, los ojos verdes, tal característica o tal otra. Eso va más allá de los límites de la moral. Lo rechazo absolutamente” (De http://www.mujereshoy.com/secciones/3107.shtml).

Mientras que la observancia de la naturaleza humana nos ofrece una referencia concreta respecto de lo que conviene o no conviene hacer, ya que implica aceptar los efectos de millones de años de evolución biológica, que han conformado nuestros atributos corporales y mentales, resulta que tal naturaleza humana es ignorada por los partidarios de la perspectiva de género. La consecuencia inmediata de esta actitud se hace evidente en las denuncias efectuadas por padres y psiquiatras ante la desorientación que muestran los niños ante la “educación” basada en tal ignorancia.

Recientemente, el supermercado Carrefour, que mostraba un afiche, para el día del niño, con un niño jugando con algo propio de los varones y una niña con algo propio de niñas, fue denunciado por oponerse a las leyes vigentes que proponen la “igualdad de género”, debiendo retirarlo. Miguel Ángel Fuentes escribió: “Por las dudas debería leer lo que dice el folleto Educación Sexual Integral, del Ministerio de Educación Nacional, distribuido desde 2011: «La educación Sexual Integral es obligatoria en las escuelas. La ley 26.150 dice que es obligatorio enseñar Educación Sexual Integral en los jardines de infantes, y en las escuelas primarias y secundarias del país, sean de gestión estatal o privada»”.

“En 2015, la ministra Alicia Kirchner escribía en el prólogo al manual «Y con los varones ¿qué?»: «Desde hace más de una década, impulsamos políticas públicas que reconocen y amplían los derechos, que incluyen y transforman realidades […] Por primera vez, nuestro país cuenta con una legislación integral y transversal que avanza en un nuevo escenario para garantizar la equidad de género»”.

Mientras que la ética contempla las actitudes que favorecen al bien como también las que provocan el mal, para acentuar las primeras y rechazar las últimas, los ideólogos de género descartan todo tipo de valores proponiendo un relativismo moral total. El “todo vale”, propuesto para la elección sexual, implica sin embargo un “absolutismo inmoral” que intenta reemplazar al absolutismo natural que rechaza. Fuentes agrega: “Cualquier construcción social de género tiene la misma legitimidad, mientras sea libremente deseada por la persona interesada; no existe una naturaleza humana, y por tanto, no hay líneas o estructuras fundamentales que deban respetarse en esta autoconstrucción”.

“No existen, por tanto, patologías sexuales o trastornos de identidad sexual como, hasta ahora, la psiquiatría venía calificando las inclinaciones contrarias a la naturaleza; si no hay tal cosa llamada naturaleza, no pueden existir parámetros para hablar de normalidad o anormalidad”.

“Sin ir más lejos, Facebook ofrece a sus usuarios, para la configuración de su perfil, la posibilidad de elegir entre más de 50 géneros posibles entre los que nos topamos con algunos como: femenino, masculino, andrógino, transexual, travesti, transgénero, queer, intersexual, ninguno, neutro, pansexual, lesbiana, gay, asexual, bisexual, poliamoroso, heterosexual, heteroflexible, lesboflexible, cysexual…”.

Puede decirse que “normal” es la persona cuyo comportamiento resulta compatible, en un nivel aceptable, con las leyes naturales. Bajo la perspectiva de género, por el contrario, dejan de tener sentido adjetivos tales como “normal”, “anormal”, “corrupto” o “degenerado”, por cuanto el hombre unidimensional propuesto, orientado sólo a la búsqueda de placer sexual, deja de lado la prioridad de lo afectivo y lo intelectual, adquiriendo su “libertad personal” dejándose llevar por lo que su cuerpo le pida.

Quien dirija a alguien alguno de los calificativos rechazados por la ideología de género, será considerado “homofobo”, palabra que significa “odio al igual”, aunque se le da el significado de “miedo irracional y persistente a la homosexualidad o a lo no-heterosexual”, por lo cual podrá ser denunciado penalmente ante alguna institución estatal que combata la discriminación.

Ello implica que las propias leyes del Estado permiten y promueven el lavado de cerebro de los niños, impidiendo que alguien proteste por ese hecho, con lo cual se vislumbra el carácter totalitario que va tomando el plan de ingeniería social puesto en marcha. Quien se opone a la promoción del libertinaje entre los niños, por el contrario, no es necesariamente un “discriminador”, sino alguien que se opone a una influencia que considera perniciosa. Como se dice en estos casos, “se combate al pecado y no al pecador”. Invadir la intimidad del homosexual resulta tan inapropiado como que el homosexual, o el ideólogo, invada la intimidad familiar proponiendo conductas poco acordes con la naturaleza humana.

Adviértase que los totalitarismos se interesan principalmente por la forma de pensar de cada integrante de la sociedad, favoreciendo a quienes aceptan lo propuesto por el poder estatal y rechazando todo disenso. Andrei Sajarov escribió acerca de la URSS: “El delito que provoca el mayor número de detenciones es el de leer, poseer o prestar a amigos cualquier texto ciclostilado [copiado muchas veces] o cualquier libro de contenido no grato (que, por lo demás, suele ser de naturaleza inofensiva)” (De “Mi país y el mundo”-Editorial Noguer SA-Barcelona 1976).

En cuanto a los orígenes del nuevo totalitarismo, que se va imponiendo en forma firme y silenciosa, Fuentes escribió: “Tengamos presente que a mediados del siglo XX, el marxismo consiguió adueñarse ideológicamente de gran parte del pensamiento occidental, incluido el movimiento feminista. Esto tuvo lugar particularmente en Estados Unidos, a partir de la década del ´50, entre otros, por influjo de la Escuela de Frankfurt, compuesta por filósofos neomarxistas como Max Horkheimer, Theodor W. Adorno, Friedrich Pollock, Erich Fromm, Herbert Marcuse, etc.; la mayoría de ellos judíos emigrados a Estados Unidos a raíz de las dificultades con el régimen nazi”.

“Estos, que predicaban un marxismo más abierto que el soviético y, por tanto, más apto para ser aceptado en los ambientes occidentales, se adueñaron de algunas de las más importantes cátedras universitarias norteamericanas, formando con una visión marxista las generaciones estudiantiles durante y después de la Segunda Guerra Mundial (en tanto que las autoridades políticas llevaban adelante la «guerra fría» contra el bloque marxista soviético y chino, sin prestar atención a este caballo de Troya que tenían clavado en el futuro cerebro del país)”.

“Mientras los soviéticos desviaban la atención emplazando misiles en Cuba y dividiendo Berlín con un muro, en realidad apostaban más a infiltrar el marxismo ideológico en los campus universitarios norteamericanos y europeos, lo que consiguieron sin mayor dificultad. Para este tiempo una importante corriente del marxismo había comprendido que el éxito de su penetración en el mundo occidental dependía fundamentalmente de volcar sus esfuerzos no tanto en promover enfrentamientos armados –lo que de todos modos, nunca dejaron totalmente de lado- cuanto en tomar las fuentes de la cultura. Lo intuyó el clarividente pensador italiano Antonio Gramsci”.

sábado, 20 de octubre de 2018

El intelectual como promotor de la violencia

En cada acto terrorista perpetrado en cualquier parte del mundo, existe un autor material del mismo como también un autor intelectual, que previamente adoctrinó al ejecutor del hecho. Por lo general, el intelectual no le dijo la verdad, o toda la verdad, al terrorista, ya sea por desconocerla o por ocultarla parcialmente, por lo que en rigor debería hablarse de un “pseudo-intelectual”.

El pseudo-intelectual constituye el primer eslabón de una cadena que termina en la violencia extrema. Así como un columpio puede oscilar tanto si se le dio un fuerte impulso inicial, o bien si se le dan muchos pequeños impulsos con la frecuencia adecuada, el adoctrinamiento mental del terrorista se establece a partir de breves palabras repetidas muchas veces, hasta que son aceptadas como una verdad indiscutible. Para ello se necesita del apoyo, involuntario muchas veces, de quienes las repiten a cada tanto aun cuando no pretendan formar parte de esa secuencia de violencia.

El ideólogo repite consignas en una forma explícita, dando por sobreentendida la veracidad de las mismas. Así, por ejemplo, entremezcla en cualquier conversación la idea de que el capitalismo es el causante de todos los males sociales, para continuar la conversación alejándose de esa consigna sin siquiera esperar una respuesta. La dosis diaria de veneno psicológico es vertido mediante esa disimulada forma. Luego, la sociedad dará por sobreentendido de que se trata de una verdad que no vale la pena poner en duda.

La población, en general, una vez que recibe las consignas de los ideólogos y las retransmiten de alguna manera, queda en condiciones de promover cualquier forma de violencia, incluso hasta llega a aceptar alguna forma de terrorismo. Fernando Savater comenta la actitud de profesores y estudiantes universitarios respecto del terrorismo de la ETA: “Cuando el pasado mes de marzo la Universidad del País Vasco convocó un acto condenando el asesinato de Francisco Tomás y Valiente, no pude menos de comparar esta elogiable actitud con el silencio cauteloso que rodeó el asesinato de Juan de Dios Doval -¡dieciséis años antes!- o el casi general (con muy honrosas excepciones individuales) que mantenían los universitarios vascos durante la época en que yo publiqué los trabajos luego reunidos en «Contra las patrias»”.

“Mis sentimientos aquella mañana en el campus de Leioa fueron agridulces: alegría indudable por ver finalmente despertar contra la violencia terrorista a la comunidad universitaria con la que siempre me sentiré más ligado y rabia pensando en lo que quizá se hubiera podido evitar merced a un despertar menos tardío. Por cierto, algunos compañeros que ocupaban cargos académicos en aquella época me han recordado con cierta acritud las condenas al terrorismo en juntas de gobierno y otros actos institucionales, como prueba de que el silencio por mí señalado no fue tal”.

“Patéticas excusas. Ni se suspendieron nunca las clases, ni se convocaron concentraciones de repulsa, ni los alumnos hicieron ninguna huelga de protesta (¡en una universidad en la que no escaseaban las huelgas!) por los crímenes etarras, ni hubo una verdadera movilización promovida desde arriba o desde abajo contra la violencia y contra la intolerancia dogmática que la sustentaba. De vez en cuando se firmó un papelito y se puso cara de circunstancias, pero nada más. Asumo desde luego la parte de culpabilidad que yo como miembro de esa universidad pude tener en tal tibieza” (De “Contra las patrias”-Tusquets Editores SA-Barcelona 1996).

La mentalidad que favorece la violencia es aquella promovida por sectores excluyentes, es decir, por aquellos sectores en los que sus integrantes se oponen a sentirse ciudadanos del mundo. Tanto los nacionalismos como los socialismos y los grupos religiosos promueven tal actitud. Cada integrante prefiere ser cabeza de ratón antes que cola de león. Savater escribe al respecto: “A fin de cuentas, los nacionalismos –incluso los más pacíficos- ven a la humanidad formada por regimientos, cada uno con su uniforme y su pendón que no debe confundirse con el de los demás. O se es de un regimiento o se es de otro: como dijo reveladoramente en una circunstancia mitinera el ex lehendakari Garaikoetxea «no se puede ser dos cosas, como vasco y español o vasco y francés». Esta es la mentalidad excluyente que quise combatir con este libro, porque bastante padecimos ya durante el franquismo. Se puede y se debe ser no ya dos cosas, sino muchas otras, todas aquellas que nos permitan convivir en armonía y libertad con el mayor número posible de seres humanos”.

“¡Abajo los regimientos y su uniformidad idéntica! Creamos sociedades civiles, donde la gente vista de paisano y a su gusto, donde no haya obligación de parecerse a ningún estereotipo de identidad nacional y donde las efectivas similitudes que sin duda seguirán dándose sean afinidades electivas de corazón y no imposiciones burocráticas de los sargentos que se proponen administrarlas”.

El citado autor se refiere además a los ideólogos de la asociación terrorista ETA: “Tras mi experiencia como profesor en el País Vasco, he quedado convencido de que nuestros males presentes –por no hablar de los futuros- provienen de la educación perversa que a tantos y tantos futuros ciudadanos vascos se les ha dado desde la primera enseñanza hasta el final de los estudios universitarios. La saña de los jóvenes vándalos urbanos que hoy apalean a viandantes desafectos, queman autobuses y destrozan cabinas telefónicas en el País Vasco no es genética, ni fruto de la opresión que ven a su alrededor (han nacido y crecido en la autonomía más libre de Europa) ni consecuencia del paro, la marginación o la droga sino estrictamente ideológica: les ha sido inculcada por las personas que debieron educarles, muchas de las cuales ahora se escandalizan de sus desmanes”.

“El peor absurdo que se ha inculcado a esos chicos y a muchos que ya no lo son es la oposición irreductible y perfectamente artificial entre lo vasco y lo español. Para ello no sólo ha habido que simplificar en unos casos y falsificar en otros la historia, acuñar mitologías nativistas, etcétera, sino también silenciar un hecho obvio: que aunque el País Vasco se independizase mañana, seguiría siendo tan hispánico como lo es ahora en sus dos lenguas, en sus más altas figuras culturales, en tantas de sus costumbres y hasta de sus manías. El verdadero atentado contra la identidad de los vascos es pretender definirla por su supuesta incompatibilidad con gran parte de sí misma. Se reproduce así la letal esquizofrenia franquista entre España y la Anti-España, que sólo puede desembocar primero en guerra civil y luego en dictadura”.

“La impunidad penal de ciertas conductas es una variable digna de consideración, pero quizás aún más distintiva (en esto y sólo en esto tienen razón los jueces) es la impunidad social de tales comportamientos. En la medida en que esos jóvenes bárbaros son repudiados socialmente, lo son por lo que hacen, no por lo que piensan. Pero como lo que hacen deriva bastante lógicamente de lo que piensan, a fin de cuentas siguen gozando –al menos a sus propios ojos- de una legitimación suficientemente exculpatoria”.

“¿Y que es lo que piensan? Pues cosas muy parecidas a las que han oído toda la vida a sus mayores, sean padres, maestros o líderes ideológicos: que en el País Vasco faltan libertades fundamentales, que no se respeta la voluntad del pueblo vasco, que sin un horizonte de independencia no hay salvación ni en este mundo ni en el otro, que la primera obligación de buen vasco es rechazar todo lo español o llamar español a cuanto haya que rechazar, etcétera….”.

Puede decirse que existe una mentalidad generalizada básica, que es acentuada y dirigida por los integrantes más influyentes de la sociedad, hasta que se establece una masificación de la que es difícil escapar, ante la cual los más influenciables sucumben con mayor facilidad. Es oportuno mencionar que el Athletic Club, o Athletic de Bilbao, es el único (o uno de los pocos) equipos europeos de fútbol que admite entre sus integrantes sólo a los nacidos en el País Vasco o formados futbolísticamente en ese club, lo que a nadie debería sorprender.

viernes, 19 de octubre de 2018

Perón como economista

Los líderes totalitarios, por lo general, tienen asesores en aquellos temas que poco dominan, excepto aquellos que están convencidos de no necesitar de la ayuda de nadie, ni siquiera de los especialistas en economía. Este parece haber sido el caso de Perón, cuyas decisiones negativas en esa materia produjeron un estancamiento del cual todavía no nos recuperamos, si bien los gobiernos posteriores tampoco hicieron mucho por revertir la situación.

Los líderes populistas son esencialmente grandes embaucadores de masas, que son conscientes de ello demasiado tarde, y a veces ni siquiera se hacen conscientes de ese engaño. José Hipólito Lencinas escribe sobre Perón: “En su gobierno lo imitó a Mussolini en su funesta dictadura y hasta en su precipitada fuga, con la diferencia de que él salvó su vida de las iras del pueblo argentino huyendo como un prófugo, en la cañonera paraguaya, cosa que Mussolini no pudo conseguir. El pueblo italiano se vengó en el último instante de su huida, en el momento que descubría al charlatán que lo había tenido engañado tantos años; al charlatán que el azar de la vida, en vez de llevarlo a una esquina, mercado o feria a vender baratijas, lo exaltó al poder para que hiciera el estadista, el hombre de gobierno, para mal y daño de su patria y también del mundo”.

“Engañar al hombre en multitud es cosa fácil y sencilla. Engañarlo individualmente es más difícil. El hombre en multitud, vale decir, lo que llamamos pueblo, tiene el alma y la inocencia de un niño. Cualquiera lo engaña. Un político deshonesto lo embauca y lo fanatiza hasta el delirio, sobre todo, si halaga y explota sus bajos sentimientos y oscuras pasiones” (De “Desde el Aconcagua”-Mendoza 1969).

El militar Perón jamás se había interesado por el bienestar del pueblo hasta el mismo momento en que intentó ser elegido para presidir la nación. Lencinas escribió al respecto: “Perón, que no había sentido nunca inquietudes de política social; que no las había sentido a los 20 años, a los 30 ni a los 40, esto es, en la edad romántica de la juventud del hombre, que jamás dijo esta boca es mía con respecto a esas ideas, ni tampoco escribió nada que lo revelara como un simpatizante, como un ideólogo o apóstol o como un simple partidario de esas inquietudes, recién, cuando por el azar llega al poder, a los 52 años de edad, recién se le despiertan esas ideas o inquietudes de política o justicia social. ¿Fue esto la obra de un milagro, de un acto de magia o de una revelación divina? No. Se le despertaron por cálculo y especulación de política barata. Tenía que conquistar la masa popular argentina para ganar las elecciones, las elecciones libres que estaba obligado a dar por imperio y mandato irrefrenable de la revolución”.

“Como ignoraba, en absoluto, la forma y modo con que debía proceder en materia de política social y lo que él sólo buscaba era la catequización de los trabajadores y de la clase media, lo que hizo fue una demagogia social sin precedentes, que embarulló las cosas y no resolvió nada, pues los obreros que debían haber mejorado de «status» hoy están peor que nunca”.

“Sus decantadas conquistas y ventajas sociales sólo configuran un halago literario. No pueden alimentar a sus hijos. Tampoco se pueden comprar un lote y construir una humilde casa. Comprar ciertos alimentos como la leche o la fruta, ni pensarlo…Comer pan negro, ese pan inferior de mijo que la gente pudiente ni lo probaba, sí. Tomar vino aguado, ese brebaje que autorizó el gobierno, que tampoco la gente pudiente lo quiso consumir, sí. Realmente, los obreros con este barullo de justicia social parcializada han quedado convertidos en una especie de parias, obligados, muchos de ellos, a vivir en barrios miserables y a criar a sus hijos en la mayor desnutrición, esperando, como la única solución de sus angustiosos problemas, la ayuda de la caridad pública o del Estado leviatán que todo lo puede y nada resuelve en su totalidad”.

La idea económica esencial para Perón fue la industrialización del país, pero a costa de desatender la ganadería y el agro. Ello provocó un masivo éxodo del campo a las ciudades, apareciendo las primeras villas de emergencia. El otrora campo floreciente llegó a bajar notoriamente su producción, mientras que la industria nunca dejó de mostrar cierta mediocridad respecto de la calidad exigida por los mercados mundiales. El citado autor agrega: “El Sr. Perón, dándoselas de innovador, de reformador y hasta de redentor, con su política social mal hecha, descuidó al todo social, desorganizó al país, desbarató y malversó sus rentas, liquidó sus mejores divisas, el pan y la carne, con su famoso y malhadado IAPI. A este respecto conviene recordar que con este Instituto de falsa promoción, para expoliar el hambre de los pueblos que acababan de salir de la Segunda Guerra Mundial, el Estado monopolizó la compra de nuestros cereales, para cuyo efecto destruyó la organización que los años habían establecido para ello”.

“El trigo se adquiría a 14 pesos el quintal y se vendía al extranjero a 60; el lino se compraba a 30 y se vendía a 90. El gobierno se quedaba con las diferencias de precios. En el trigo ganaba 46 pesos por quintal y en el lino 60. y otro tanto sucedía con el maíz y demás cereales. Si el gobierno se hubiera quedado nada más que con 5 pesos de ganancia y el resto se lo hubiera entregado a los chacareros, hoy la República Argentina seguiría siendo la canasta del mundo con una producción, por lo menos, de 100 millones de toneladas de trigo…”.

“El IAPI, endemoniada creación y concepción de un loco, fue la ruina del país. Mató las mejores divisas que teníamos al no estimular a los productores agrarios entregándoles el sobreprecio que obtenía en la venta de cereales. Por otro lado, la sórdida especulación que le facilitaba el monopolio en el mercado vendedor hizo que el país perdiera sus tradicionales clientes. Estados Unidos que nos compraba la totalidad de nuestra producción de lino, dejó de hacerlo y hoy grandes cosechas propias cubren ampliamente su consumo interno”.

Otro de los errores atribuidos a Perón fue el de limitar los vínculos comerciales con varios países compradores de nuestros productos. Lencinas escribió al respecto: “Un garrafal error económico y financiero, que demuestra a las claras que Perón no tenía ninguna visión ni condición de hombre de Estado, vale decir, de estadista, es el que cometió cuando su gobierno, obrando en equipo, con colaboradores de una mediocridad evidente, resuelve en medio de una propaganda chauvinista y con fines demagógicos, repatriar la deuda externa de la Nación, con los cuantiosos recursos que nos había proporcionado la guerra y nos seguía proporcionando la postguerra”.

“Los argentinos, dueños de un país en desarrollo, no nos conformábamos con un interés bajo. Solo por excepción compramos títulos de la deuda pública o cédulas hipotecarias. En cualquier siembra o negocio se le saca más interés al capital. Por eso, el mejor mercado que tenían esos papeles y donde se colocaban con la mayor facilidad, era en los pueblos de Europa que, encantados, los tomaban por el interés, tres veces superior al de los títulos de sus propios Estados”.

“El acreedor indirectamente es una especie de socio que tiene el deudor que, muchas veces, a lo mejor se ve en la necesidad de ayudarlo para asegurar el cobro de su crédito. En tal virtud, la Argentina no debió repatriar su deuda externa, especialmente la que tenía con los pueblos de Europa. Más aún, los debió conservar como acreedores, vale decir, conforme a la tesis que sostenemos, como socios y, todavía mejor, como clientes y tradicionales compradores de nuestros productos básicos y naturales de exportación. Fue, pues, una verdadera necedad cancelar nuestra deuda con ellos. Por no haberlos mantenido como acreedores, hoy no nos compran, relativamente, nada, y cuando nos compran es en base a convenios, trueques o gestiones diplomáticas. Antes de esta pifia del Sr. Perón se veían, en cierto modo, obligados a comprarnos, mejor dicho, a colaborar con nosotros en la lucha por nuestro bienestar a fin de asegurar, como de rebote, el cobro normal de sus rentas”.

Pero la “obra cumbre” de Perón, en materia económica, consistió en la compra de los ferrocarriles a los ingleses en una época en que daban importantes pérdidas e, incluso, cuando por convenios previos, faltaban pocos años para que quedaran para el país. La única explicación lógica que justificara tal decisión era la de recibir un beneficio personal a costa de perjudicar a su país beneficiando a Inglaterra. “Las inversiones públicas de la dictadura de Perón, en relación con el desarrollo general del país, no le fueron en zaga a sus desastrosas concepciones económicas. En su inmensa mayoría fueron verdaderos actos de depredación y piratería de alto bordo. Entre ellos, la compra de los ferrocarriles configuró el «affaire» o negociado más inescrupuloso que se haya realizado en el país desde sus orígenes hasta hoy. Su concreción se hizo con el pretexto o cuento de que eran capitales extranjeros, capitales ingleses, y en base a una hábil propaganda a la que no eran ajenos los propios vendedores. Y no había tal cosa, porque un capital extranjero que se arraiga en este país o en cualquier otro, pierde ipso-facto su nacionalidad de origen, como, en un proceso de veinte o treinta años, la pierde de hecho, también, el capital humano”.

“Para desgracia y mayor desvergüenza de nuestra moral administrativa esta operación se llevó a cabo cuando los ferrocarriles, por la competencia mortal que le hace el automotor en todas las naciones del mundo, empezaban a vivir su vida agónica de hoy, pues se compraron cuando ya daban un millón de pesos por día de pérdida. En este momento están dando más de cien y seguirán dando pérdidas así le pongan música y televisión a sus máquinas y vagones…”.

Ni aún en el exilio dejó Perón de perjudicar al país; incluso llegó a asociar el terrorismo peronista con el marxista para promover un nuevo acceso al poder. Lencinas escribió al respecto: “Perón no era político. Y tan no lo era que, meses después de su derrocamiento, desde su exilio de Panamá, organizó, ordenó y dirigió secretamente, una ola de terror en el país, que hasta que no se descubrió quienes eran los autores verdaderos, todo el mundo creía que eran los comunistas, mientras el Sr. Perón permanecía callado y sus sicarios dejaban correr la bola que los mantenía exentos de responsabilidad criminal”.

jueves, 18 de octubre de 2018

Educación moral-intelectual vs. Educación hedonista-relativista

Hasta épocas recientes, predominaba el criterio educativo orientado a la formación de personalidades con un sólido nivel moral e intelectual. Ello implicaba priorizar la parte afectiva de todo individuo, por cuanto la base de toda conducta moral depende de aspectos emocionales. En un lugar cercano se consideraban los aspectos intelectuales. Finalmente se consideraban otros aspectos, como los estéticos y los corporales. Es por ello que a una buena persona se le podían “perdonar” fallas intelectuales, mientras que a la persona atléticamente apta no se le perdonaban fácilmente sus fallas morales o intelectuales, al menos en los ámbitos educativos.

Las distintas propuestas educativas implicaban distintas maneras de lograr aquellos valores prioritarios, si bien nunca se pensaba en alterar tales prioridades, y mucho menos apuntando hacia el destructivo relativismo moral, en el que “todo vale” y en el que se desconoce la existencia de actitudes básicas del hombre que promueven tanto la cooperación como la competencia. El relativismo moral tiende a desconocer tanto la ética como cualquier tipo de religión, sin diferenciar el contenido de cada religión.

En la actualidad, y con la ayuda de los distintos Estados, los sectores políticos de diversos países están promoviendo un nuevo tipo de “educación”, en el que lo prioritario es el placer, asociado al sexo, bajo un hedonismo sin reglas que tiende a anular los valores morales prioritarios en otras épocas.

Mientras que en el pasado reciente eran los religiosos, los filósofos o los científicos los que promovían los distintos criterios educativos, en la actualidad tal función es desempeñada por homosexuales, lesbianas, travestis, transexuales y demás. Al apuntar directamente a los niños pequeños con la influencia hedonista y sin reglas, pareciera que la finalidad consiste en influir con tal mentalidad en los hijos de sus potenciales enemigos. Es un caso parecido al del hincha fanático de Boca Juniors que hace todo lo posible para que el propio hijo de un odiado hincha de River Plate se haga hincha de Boca Juniors.

Mientras que antes existía una predisposición a discriminar socialmente al travesti o al homosexual, en la actualidad se discrimina a quien se opone a la promoción de tales comportamientos, ya que se lo considera homofóbico (homofóbico: repulsión al hombre). La anterior discriminación resulta repudiable mientras que esta última es propuesta en forma abierta para consolidar la venganza en forma más efectiva.

Sin embargo, son los niños las víctimas directas de este tipo de “educación”, ya que se les induce a una sexualidad precoz cuando por sus mentes predominan otros aspectos conductuales. Al pretender eliminar toda diferencia entre varón y niña, se los trata como si fueran sexualmente neutros. Luego, el “no niño” y la “no niña” carecen de la elemental identidad que les permitiría ir formando su personalidad individual. Bajo la educación tradicional, prioritaria de valores morales e intelectuales, no existe una esencial diferencia entre la educación para unos y otras, mientras que la “educación” hedonista-relativista tiende a producir severas perturbaciones psicológicas en los niños que la han de padecer.

A continuación se transcriben las opiniones de algunos psiquiatras, abogados y políticos españoles acerca de los efectos que la Ideología de Genero está produciendo en los niños de esa nacionalidad, que por cierto han de ser similares a los efectos causados, o por causar, en otros países.

Marian Rojas: La Ideología de Género dice “tú eliges si quieres ser hombre o mujer”; es dramático porque está escrito en cada célula del organismo que somos hombre o mujer. No en cada órgano de nuestro cuerpo, sino en cada célula.

Lourdes Méndez: No existen 5 géneros, existen 2 sexos: hombre y mujer. La Ideología de Género quiere implantar que una persona puede elegir culturalmente el sexo o el género. Eso es una amenaza clara a lo que es la naturaleza del hombre, de la persona. Nada bueno puede sacarse.

Marian Rojas: Uno de los temas más dramáticos es que la Ideología de Género se ha instalado en los colegios y en los institutos. En los libros de texto se recomienda y explica que la masturbación de pequeños es buena. A una niña de 12 años se le enseña que descubra su cuerpo y lo que es el placer sexual.

Francisco Marhuenda: Los niños incluso pueden confundir sus sentimientos; confundir situaciones de amistad con otro tipo de situaciones. Todo eso genera situaciones realmente equívocas.

Marian Rojas: Lo que hace es confundir. Una confusión genera ansiedad, angustia. La gente acude más al psiquiatra. Nos hemos convertido en médicos de cabecera. El fármaco más comprado en nuestro país es un ansiolítico. La sociedad está inquieta. La razón es que la persona no tiene paz. ¿Cómo puede tener paz si no sabe cómo es, qué es lo que quiere? Una sociedad en la que las leyes están encaminadas a desorientar al ser humano, hacen imposible que a la larga el ser humano pueda ser feliz.

Maria Calvo: Lo que está en crisis es el ser humano, en gran medida por culpa de la implantación generalizada de la Ideología de Género. Tratar a los niños y niñas como seres sexualmente neutros, está produciendo mucha incomprensión que está dando lugar al fracaso y abandono escolar. Si a los niños se les educa así desde pequeños, mantener o pensar en un compromiso de cara al futuro es casi impensable.

Benigno Blanco: Van imponiendo que utilicen, que se instale en las escuelas, los poderes públicos para que se visibilice esa situación que ellos llaman LGTI (lesbianas, gays, transexuales, intersexuales), y afirman que cada uno que se oponga a esa corriente es homófobo y el homófobo es digno de ser perseguido.

Maria Calvo: La Ideología de Género afecta a toda la legislación. Por ejemplo, el último plan de familia que ha aprobado el gobierno actual es un plan en que la palabra “padre” o “paternidad” no existe. Si la mujer no necesita de un padre ni de un hombre, sí lo necesitan los hijos. La ausencia de padres en el hogar está en la base de la inmensa mayoría de los problemas de las sociedades actuales, desde la delincuencia, la drogadicción y los embarazos de adolescentes.

Manuel Silva: En la Legislatura se aprobó un proyecto de ley de igualdad y de no discriminación de LGTI en perjuicio de que por resultado jamás un católico va a abonar una discriminación respecto de personas. Constituye también un grave riesgo, ya que lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica desde este momento no se va a poder decir en público porque puede incurrir en grave riesgo de ser objeto de sanciones administrativas, por lo que se produce un retroceso muy importante de la libertad ideológica, religiosa y de culto.

Benigno Blanco: Cuando el “yo quiero”, el mero voluntarismo, se convierte en criterio para la política de legitimación de determinadas políticas, estamos en las puertas del totalitarismo, porque el “yo quiero” no tiene límites. Si el criterio es el “yo quiero” absoluto, entonces no cabe ya ni la democracia, ni el humanismo, ni la defensa de las libertades.

(El video respectivo puede buscarse en Youtube como: “Psiquiatra Marian Rojas Explica Que Es La Ideología De Genero” o bien en: https://www.youtube.com/watch?v=V-CyiFoULq8 )

lunes, 15 de octubre de 2018

Catolicismo y antisemitismo

Entre los errores incurridos por el catolicismo, y el cristianismo en general, puede mencionarse la calificación de “pueblo deicida” (que mata a Dios) al pueblo judío. Resulta un tanto absurdo culpar a todas las generaciones posteriores por decisiones que otros individuos adoptaron en el pasado. Además, asociar ciertos atributos a toda una comunidad lleva implícita la habitual actitud discriminatoria que tanto sufrimiento produjo a lo largo de la historia. Julián Schvindlerman escribió: “La relación entre cristianos y judíos tuvo un mal comienzo y un desarrollo mucho peor. Durante siglos, los Padres de la Iglesia han demonizado a los judíos de una manera tan feroz y tan consistente que, para cuando seis millones de ellos fueron exterminados por los nazis durante la primera mitad del siglo XX, muchos vieron en ese genocidio el desenlace lógico de un camino plagado de odio y prejuicio que había sido trazado por la Iglesia a lo largo de los tiempos”.

“A partir de entonces, el Papado revisó su actitud hacia el pueblo judío, encontrándose en el documento «Nostra Aetate» del Concilio Vaticano II (1962-1965) la manifestación más acabada de esta nueva visión. Antes de ese cambio fundamental, no obstante, la posición de los judíos en el imaginario cristiano había sido –para expresarlo suavemente- precaria. Y tal precariedad era el resultado de las políticas vaticanas hacia los judíos, adoptadas con convicción y aplicadas con rigor, por los siglos de los siglos”.

“El relato de la crucifixión se convirtió en la más poderosa acusación teológica cristiana contra los judíos. El Nuevo Testamento presentó al pueblo judío no como mero opositor a Jesús, sino como su asesino. Asesino era todo el pueblo y para siempre. Se atribuyó a los judíos presentes en la crucifixión decir: «Carga su sangre sobre nuestras cabezas y las cabezas de nuestros hijos» (Mateo 27:25). Esta calumnia antijudía fue esgrimida por primera vez durante el segundo siglo de la era cristiana por el obispo de Sardis, Melito, al decir: «Dios ha sido asesinado, el rey de Israel fue muerto por una mano israelita»”.

“En tiempos de Jesús, en Palestina, eran los romanos los crucificadores y los judíos los crucificados. Miles de judíos murieron agonizando en las cruces romanas. La crucifixión era un habitual castigo romano, y sobre la cruz en la que murió Jesús grabaron los ejecutores el crimen imputado al nazareno: INRI (Iesus Nazarenus Rex Iudaeroum). Los romanos vieron en Jesús un agitador político contra Roma y, como en el caso de tantos otros sospechosos de diversos delitos, lo ajusticiaron” (De “Roma y Jerusalem”-Debate-Buenos Aires 2010).

Si alguien rechaza la verdad revelada, se supone que quien se ha de perjudicar primeramente ha de ser quien la rechaza. De ahí que resulta absurdo adoptar actitudes antagónicas en lugar de tratar de mejorar las formas de predicación para que, luego, esa verdad no sea rechazada. Julio Meinvielle, sacerdote católico, escribió: “Al examinar la razón del problema judío –que es un problema tan fundamental como la historia misma- hemos tratado sobre todo de determinar su raíz. Y ella no está en la economía, ni en la política, ni en la sociología, ni en la antropología, sino únicamente en la teología. El pueblo judío es un pueblo sagrado, elegido por Dios de entre todos los pueblos para cumplir la misión salvífica de la humanidad, cual es la de traernos en su carne al Redentor. Y este pueblo se ha hecho, en parte, infiel a su vocación, y por ello cumple en la humanidad la misión sagrada y diabólica de corromper y dominar a todos los pueblos”.

“Pueblo que un día nos trajo a Cristo, pueblo que le rechazó, pueblo que se infiltra en medio de otros pueblos, no para convivir con ellos, sino para devorar insensiblemente su substancia; pueblo siempre dominado, pero pueblo lleno siempre de un deseo insolente de dominación”.

“Son ellos quienes siembran y fomentan las ideas disolventes contra nuestra Religión, contra nuestra Patria y contra nuestros Hogares; son ellos quienes fomentan el odio entre patrones y obreros cristianos, entre burgueses y proletarios; son ellos los más apasionados agentes del socialismo y comunismo; son ellos los más poderosos capitalistas de cuanto dancing y cabaret infecta la ciudad. Diríase que todo el dinero que nos arrebatan los judíos de la fertilidad de nuestro suelo y del trabajo de nuestros brazos será luego invertido en envenenar nuestras inteligencias y corromper nuestros corazones” (De “El judío en el misterio de la historia”-Ediciones Teoría-Buenos Aires 1959).

Quienes conocemos a muchos judíos, o nos vinculamos con ellos, encontramos la descripción anterior bastante poco verídica, ya que observamos en ellos un grupo de personas con virtudes y defectos, como ocurre en los demás sectores de la población. La descripción de Meinvielle apunta, al igual que la descripción nazi, a considerar un solo causante de los problemas sociales y mundiales. Recordemos que uno de los motivos de los nazis para eliminar judíos fue el de una venganza por la activa participación judía en la inserción del comunismo en Rusia y el posterior exterminio de millones de rusos. Sin embargo, el principal ideólogo opositor al marxismo fue el judío Ludwig von Mises, mientras que el máximo opositor francés al stalinismo fue el judío Raymond Aron.

La gran cantidad de científicos judíos, galardonados con el Premio Nobel, tiende a desmentir la absurda calificación nazi de “raza inferior”. Tampoco podemos imaginar que cada judío del mundo sea un conspirador contra el resto de la humanidad. Recordemos que existe un nacionalismo judío (sionismo) que propone convertir a todo ese pueblo en “propietario”, en Israel, mientras que otros sectores prefieren seguir siendo “inquilinos” en el resto del mundo.

La actitud de la Iglesia Católica ha cambiado bastante en los últimos tiempos, ya que el cristianismo resulta ser la versión universalista de la religión judía, habiendo muchas coincidencias entre ambas, por no decir que se trata esencialmente de la misma religión. Sin embargo, hace menos de un siglo que desde la cúpula eclesiástica se seguía descalificando a los judíos, e incluso silenciando los crímenes que los nazis cometían contra ese pueblo. Pío IX fue uno de los tantos Papas promotores del alejamiento entre ambos sectores, mientras que Juan XXIII lo fue del acercamiento. Claudio Fantini escribió: “Pío IX fue el Papa rey que ordenaba torturar, ahorcar y decapitar en el nombre de Cristo. El monarca absoluto que hizo secuestrar a un niño judío de seis años, arrancado de los brazos de sus padres, en Bolonia, porque la mucama de la familia, a escondidas, lo había hecho bautizar”.

“Pío IX fue el autor de las ochenta condenas contra la modernidad que resumía el «Syllabus errorum». También fue quien proclamó la «infalibilidad de los Papas», gritó a los cuatro vientos «la tradición soy yo», habló públicamente de «los perros hebreos» y convocó al Concilio Vaticano I para construir una Iglesia a su imagen y semejanza. Pero resultó tan paradójico que haya sido beatificado junto a Juan XXIII”.

En cuanto a Juan XXIII, Fantini escribió: “Como antítesis del Papa rey que firma ejecuciones y habla de los «perros hebreos», se deslizó un discurso lleno de generosidad y respeto por las diferencias religiosas. Al revés de la Iglesia que miraba para otro lado cuando Hitler y Mussolini imponían su política de odio, se perfiló una Iglesia comprometida y osada”.

“En sólo cinco años, Angelo Roncalli reformuló todo lo que Pío IX había edificado durante sus treinta y dos años de reinado. Por eso fueron tantos los que recurrieron a la palabra «contradicción» para explicar la doble beatificación” (De “Infalible & Absoluto”-Editorial Del Nuevo Extremo SA-Buenos Aires 2003).

De la misma manera en que los detractores del capitalismo aducen que su éxito se debe a la explotación laboral, o al imperialismo de los países centrales sobre el resto, los detractores de los judíos desconocen sus méritos e incluso los culpan también de las explotaciones capitalistas mencionadas. En realidad, hubo dos factores principales que favorecieron el éxito judío dentro del esquema capitalista:

a- Prohibición expresa de la Iglesia a dedicarse a tareas como la agricultura y la industria, permitiéndoles las finanzas y los préstamos monetarios.
b- Acatamiento a sus normas morales religiosas.

Al respecto, Román Weissmann escribió: “A los judíos les atraía el dinero porque éste les procuraba oportunidades que por la vía normal no podían conseguir, al estar excluidos de los canales normales de acceso al trabajo y a las relaciones comerciales. La existencia de la diáspora (judíos viviendo en muchos países del mundo, en grupos aislados) sirvió incluso de potenciación de las actividades relacionadas con el dinero y las finanzas. La gran red de protección social que formaban muchos judíos de la diáspora necesitaba una red de apoyo financiero que se nutriera y retroalimentara de esas habilidades, ya desarrolladas, de manejo del dinero dentro del capitalismo”.

Friedrich Hayek resume la actitud de aquellos que relegan a otros a realizar trabajos no calificados y luego protestan cuando los relegados los superan económicamente: “Es la vieja historia de la carrera del extranjero al que se le permite trabajar sólo en ocupaciones menos relevantes, y, al poco tiempo, se le odia mucho más por practicarlas”.

En cuanto a las normas morales aceptadas, Weissmann escribió: “Remontándonos en la historia, encontramos bases suficientes para pensar que, al menos, los judíos se habían dotado de principios rectores de funcionamiento del comercio mucho antes de que el capitalismo moderno hubiera surgido”.

“Por lo tanto, lo que deberíamos preguntarnos es si, realmente, el capitalismo no les vino como anillo al dedo a aquellos que, 1700 años antes, ya contaban con un sistema de normas y principios (entre otros, comerciales) que se dio en llamar Deuteronomio, quinto libro del Antiguo Testamento”.

“En dicho libro, Dios les dio a los judíos una serie de preceptos, mandamientos y leyes que tenían que seguir si querían ser el pueblo protegido”. “Pero si, en cambio, el pueblo no quiere escuchar la voz del Señor, ni observar ni practicar sus mandamientos, «entonces caerá sobre el pueblo todo tipo de maldiciones, caerá el hambre sobre la gente, la peste se pegará entre la población y el Señor dará polvo a la tierra en vez de lluvia; el Señor castigará a su pueblo con la locura, la ceguera y el delirio»” (De “Malabares económicos”-Editor Bubok Publishing SL-Barcelona 2011).

domingo, 14 de octubre de 2018

La legitimación de la imprevisión

En los últimos tiempos resulta bastante frecuente observar que, ante la imprevisión de los efectos de sus acciones, ya sea por ignorancia o por irresponsabilidad de la gente, se reclaman luego leyes o reglamentos que le permitan limitar o eliminar los efectos indeseados. Son justamente los gobiernos de tipo populista los que avalan tales demandas, concediéndoles lo que desean. Ello implica que, en lugar de ser sancionadas socialmente de alguna manera, la imprevisión y la irresponsabilidad tienden a ser legitimadas y transferidas las culpas respectivas a sectores que poco o nada tienen que ver en el asunto.

Este es el caso de la legalización del aborto, que surge como consecuencia de la necesidad de eliminar el efecto indeseado de acciones que, por ignorancia o irresponsabilidad, lo ocasionaron, aun cuando se trate de una vida en formación. Existe una ley natural que permite la gestación de un niño cuando se dan ciertas condiciones favorables, como es la unión intima de hombre y mujer. Pero el ignorante no lo sabe, o el irresponsable lo sabe pero hace caso omiso a esa ley. Luego, para corregir los efectos de sus acciones, recurren al Estado para que promulgue leyes que les permitan anular tal efecto indeseado.

En el caso de la pobreza ocurre algo similar. Muchos no se preocupan por aprender a ganarse la vida y pasan sus años juveniles dedicados a la vagancia y a la diversión. Luego, incluso con algún hijo de por medio, deben afrontar la realidad cotidiana con la habitual negligencia previa, reclamando al Estado por su situación social y económica, para que el Estado confisque parcialmente las riquezas del sector productivo y así pueda solucionar su situación particular.

Los países que gastan más, o mucho más, de lo que producen, tarde o temprano deben pedir préstamos. Si se sigue por ese camino, los préstamos serán impagables. Luego, se efectuarán a los acreedores pedidos de clemencia, aduciendo que no se podrá pagar la deuda con “el hambre de los pobres”. Nuevamente la imprevisión, la irresponsabilidad y la indecencia hace que la mayoría vea con buenos ojos la postura de “no pagar las deudas”, incluso aplaudiendo tal decisión en plena sesión del Congreso Nacional argentino.

En el mismo sentido se reclama por el “ajuste” que se hace, o se intenta hacer, por parte de los gobiernos que tienen al menos la intención de no seguir derrochando recursos para atenuar la situación en que se gasta más de lo que se produce. Quienes reclaman contra el ajuste, son los que pretenden que el Estado siga gastando más de lo que recibe, situación similar a la de una familia que gana 1.000 unidades monetarias y gasta 1.100, y que tarde o temprano deberá hacer el ajuste, es decir, deberá gastar igual o menos de lo que gana. De lo contrario, terminará en la bancarrota y además perjudicará a los acreedores y a la sociedad en general. Esto, que parece tan simple, es entendido solamente por un sector minoritario de la sociedad, ya que la mayor parte se opone sistemáticamente a cualquier forma de ajuste.

Los populismos surgen generalmente de situaciones como las mencionadas. Ganan elecciones porque la mayoría de la población es imprevisora de los efectos de sus acciones y busca en el Estado una solución para tal irresponsabilidad, que es legitimada y estimulada precisamente por tales tipos de gobierno.

Una vez que la imprevisión ha sido aceptada, se excluye al irresponsable de toda culpa, mientras que el descontento ha de recaer en los demás; en la sociedad, el sistema capitalista o el imperialismo extranjero. De ahí que el poco previsor nunca ha de intentar mejorar, sino que tratará de mejorar al prójimo para que sea más “solidario” o incluso tratará de que mejoren los países lejanos. Bernardo Movsichoff escribió: “En muchos de nosotros hay oculto un protagonista en potencia de hechos y realizaciones trascendentes. Esperamos continuamente el momento para actuar, pero éste no llega nunca porque es tan grande y significativo lo que queremos emprender, que siempre está fuera de nuestro alcance y posibilidades normales. En definitiva, es una forma de adormecernos, mientras que todo bulle y se mueve a nuestro lado”.

“Los más audaces formulan planteamientos en la mesa del café. Día a día los mismos concurrentes comentan, critican, arguyen, con una seguridad extraordinaria, dando remedios infalibles para todas las situaciones. Todos ellos dan su opinión terminante y al verles y escucharles con voz tonante y ojos resueltos, se contagia el entusiasmo y el optimismo. Llegamos a creer que con hombres así, no hay problemas insolubles; todo se resolvería a las mil maravillas si tuvieran en sus manos las riendas del poder” (De “El hombre y sus esperanzas”-Libera Ediciones-Buenos Aires 1970).

La culpabilidad dirigida hacia todo lo externo a la persona misma va siempre asociada a la inacción, ya que tal culpa ajena justifica toda forma de irresponsabilidad y vagancia propia. El citado autor agrega: “Terminada la tertulia, vuelven sumamente satisfechos y orgullosos, regresan a su trabajo u hogar, sin ver nada de lo que sucede a su paso. Caminan por veredas destrozadas, atraviesan calles polvorientas y llenas de baches, se insolan por falta de árboles, se cubren de desperdicios que vuelan por doquier, no hay una fuente o escultura que los detenga en su marcha para la contemplación; pero no importa: han arreglado el universo. Todavía resuenan en sus oídos la aprobación y el aplauso de sus amigos y la vanidad, placer inigualable, ha mecido su ser”.

“En todos esos integrantes de la comunidad existe una hipertrofia del yo. Se imaginan personajes que pueden arreglar situaciones que los más sesudos estadistas no son capaces de solucionar. Sus vistas están a grandes alturas y sus inquietudes están puestas en los problemas internacionales o en las grandes cuestiones sociales”.

“No les preocupa el problema municipal, ni si los candidatos que presentan las distintas agrupaciones cívicas son personas que alguna vez han demostrado interés por lo que sucede en el orden local. No se examinan los antecedentes y la intervención que hayan tenido en las entidades vecinales, cooperadoras, clubes, bibliotecas”.

“Son seres humanos generalmente simpáticos, agradables, que han encontrado, deliberadamente o no, la manera de evadirse de la tarea inmediata que está cerca, en la ciudad o en el pueblo”.

“Existe una tremenda despreocupación por lo que es aparentemente pequeño, por lo que no da ostensibles títulos. Se olvida que la villa, el pueblo, la ciudad, es el hogar grande. Si cuidamos y adornamos nuestra casa, debemos ser también celosos defensores del perímetro de la vivienda común, embelleciéndola y mejorándola”.

En cierta oportunidad, apareció en un diario de Mendoza un artículo en el que se destacaba que un grupo de niños había acondicionado un terreno para realizar allí sus juegos y prácticas deportivas “sin la intervención municipal”. De ahí se extrae que la normalidad implicaría que todo debe hacerlo el Estado, en sus distintos niveles, y que lo excepcional ha de ser la acción individual o sectorial del ámbito privado. Es otra forma de justificar la negligencia presuponiendo que toda responsabilidad recae en el sector estatal. Movsichoff agrega: “Tenemos un grave defecto; todo lo esperamos del poder, todo debe ser dado y concedido por las autoridades. Carece de importancia la iniciativa privada y no se practica la colaboración sistemática como una forma de ayudar a los propios problemas. Las contingencias de una comunidad son inherentes a los habitantes que la forman; sus integrantes deben resolver y procurar el porvenir eligiendo bien, controlando mejor y ofreciendo sus esfuerzos en las mil tareas que tiene cada población”.

viernes, 12 de octubre de 2018

Educación Sexual Integral vs Provida

ESI es el Programa de Educación Sexual Integral del cual se está hablando en los medios. ¿Y sabes por qué los Provida nos oponemos? Porque quieren aplicarlo junto con la IDEOLOGÍA DE GÉNERO. Quieren que parezca que se está educando con una perspectiva de Respeto por la Diversidad, y que eso es lo que estamos intentando combatir los grupos Provida. ¡Pero no es así!

Por eso es importante difundir a los padres acerca de los materiales reales que se van a trabajar en el aula... En esos materiales claramente se enseña que...

1. El sexo biológico que es asignado al nacer es secundario o directamente no importa.
2. Que no existe varón y mujer, sino que estas categorías son creadas por la cultura.
3. Que desde que son chiquitos (4, 5 años) pueden elegir, según como se sienten, el género que quieren ser: hay un largo listado no simplemente hombre y mujer.
4. La importancia de masturbarse desde pequeños, como un hábito saludable (desde pequeños me refiero a los 4, 5 años). Les enseñan y fomentan descubrir sus cuerpos y sus zonas erógenas, ya sea solitos o entre compañeritos del mismo sexo o diferente sexo, indistintamente.
5. Les enseñan que tienen derecho a vivir su sexualidad sin informar a los padres, desde chiquitos. Y que sus padres no tienen derecho a conocer o a orientarlos respecto de su tendencia sexual.
6. Que es bueno explorar distintas parejas sexuales, indistintamente el sexo.
7. Entre otros métodos anticonceptivos, incluyen a los abortivos, enseñándoles que el aborto es un derecho sexual reproductivo (cuando todavía por ley está prohibido), para lo cual hasta les dan la información necesaria para practicarse un aborto medicinal no quirúrgico.
8. Que desconocidos para nosotros y para la escuela puedan ir desde Educación, a hablar con nuestros hijos sobre su sexualidad.

Y lo más grave de todo es que esta ley:

1. Prohíbe a los padres a rehusarse que sus hijos reciban esta educación.
2. Prohíbe a los colegios religiosos o privados a hacerle modificaciones a los contenidos, y por supuesto a no darlos. TODOS los colegios deben darlo, y sin modificaciones. EL COLEGIO DE TUS HIJOS TAMBIÉN, DESDE JARDÍN DE INFANTES.
3. No sólo obliga a la creación de un espacio específico para impartir este contenido, sino que tiene carácter transversal. Esto significa que estos contenidos estarán presentes en todas las materias. Por ejemplo, en los cuentos de Literatura, en los libros de Biología, en las actividades de Educación Física, en las actividades de Plástica, etc.

Es importante informarse, y rápido. Ya se aprobó el tratamiento en el Congreso la reforma de ESI. ¿Por qué modificar ESI? Porque no quieren educar a nuestros hijos en la sexualidad (y así evitar embarazos, enfermedades, abortos), quieren PERVERTIR a nuestros hijos con la bandera de la igualdad y la diversidad. Y finalmente, destruir la familia, base de nuestra sociedad. ¡¡¡ NO A LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO CON NUESTROS HIJOS !!!

martes, 9 de octubre de 2018

La educación científica

Cuando se habla acerca de las “ciencias de la educación”, se está aceptando que la educación es parte de las ciencias sociales, por lo que, en cierta forma, existe el compromiso por aceptar las reglas y requisitos exigidos por la ciencia experimental. Es el mismo caso del negocio de comida rápida que, mediante una franquicia, adquiere el derecho de utilizar una marca reconocida y se compromete a respetar los procedimientos que estipula el contrato respectivo.

Sin embargo, cuando desde el ámbito educativo se procede a establecer alguna innovación pedagógica, generalmente se invoca que lo anterior “no sirve porque es viejo”, “se lo utiliza desde el siglo pasado”, “es algo perimido”, o algo semejante, en lugar de aducir que lo reemplazado dio malos resultados. Es por ello que los resultados del proceso educativo son cada vez más deficientes, ya que el criterio empleado es la renovación de lo viejo sin constatar que lo viejo sea efectivamente ineficaz. En el ámbito de la ciencia experimental, por el contrario, nunca se deja de lado un conocimiento o una práctica experimental aduciendo que está “pasada de moda”, sino porque se advierte que se ha encontrado algo mejor.

Con un criterio similar, se rechaza la antigua moral de la cooperación e igualdad entre seres humanos, propuesta por el cristianismo, sólo por provenir de una religión, sin apenas tener en cuenta si esa propuesta produce, o no, buenos resultados. Desde el punto de vista científico, se acepta lo que funciona bien sin tener en cuenta quién lo propone o qué atributos personales o profesionales tiene su autor. Richard P. Feynman escribió: “En la Edad Media se pensaba que la gente hace sencillamente muchas observaciones y que las propias observaciones sugieren las leyes. Pero las cosas no funcionan así. Se necesita mucha más imaginación. Por eso tenemos que hablar de dónde proceden las nuevas ideas. En realidad, da igual de dónde procedan con tal de que lleguen. Tenemos una forma de comprobar si una idea es correcta o no, que no tiene nada que ver con su procedencia. Simplemente la ponemos a prueba frente a la observación. Por eso en la ciencia no estamos interesados en la procedencia de una idea”.

“No hay ninguna autoridad que decida qué idea es buena. Nos hemos librado de la necesidad de acudir a una autoridad para descubrir si una idea es verdadera o no. Podemos leer a una autoridad y dejar que nos sugiera algo; podemos probarlo y descubrir si es cierto o no. Si no es cierto, tanto peor, y así es cómo las «autoridades» pierden algo de su «autoridad»”.

“La mayoría de la gente encuentra sorprendente que en ciencia no haya interés por la formación previa del autor de una idea o por sus motivos al exponerla. Usted le escucha, y si la cosa suena digna de ser probada, que podría ensayarse, que es diferente y no es claramente contraria a lo ya observado, entonces resulta excitante y vale la pena intentarlo. Usted no tiene que preocuparse por cuánto haya estudiado él o por qué quiere que usted le escuche. En ese sentido no importa de dónde precedan las ideas. El origen real es desconocido; lo llamamos imaginación del cerebro humano, la imaginación creativa; es simplemente uno de aquellos «impulsos»” (De “Qué significa todo eso”-Crítica-Barcelona 1999).

Mientras que las ciencias exactas logran sus asombrosos resultados debido a la aceptación generalizada de sus reglas, por parte de sus actores, en el ámbito de las ciencias sociales no ocurre otro tanto. Ello se debe esencialmente a que las sociedades actuales son acientíficas o incluso anticientíficas, ya que valoran la ciencia tan sólo por las aplicaciones tecnológicas posteriores. Feynman escribió al respecto: “Alguna vez, cuando la historia se vuelva hacia esta época se verá que fue una época muy sensacional y notable, la transformación que va desde no saber mucho sobre el mundo hasta saber mucho más de lo que se sabía antes. Pero si al decir que esta es una era de ciencia se quiere decir que la ciencia desempeña un papel destacado en el arte, en la literatura y en las actitudes y los conocimientos de la gente, no pienso que esta sea una era científica en absoluto”.

“Si ustedes toman, por ejemplo, la edad heroica de los griegos, había entonces poemas sobre los héroes militares. En el periodo religioso de la Edad Media, el arte estaba relacionado directamente con la religión, y las actitudes vitales de la gente estaban muy estrechamente ligadas a los puntos de vista religiosos. Era una edad religiosa. Desde ese punto de vista, esta no es una era científica”.

“Ahora bien, el hecho de que existan cosas acientíficas no me apesadumbra. Esta es una bonita palabra. Quiero decir que no es eso lo que me preocupa, que existan cosas acientíficas. Que algo sea acientífico no es malo; no es esta la cuestión. Y el calificativo de científico está reservado, por supuesto, a aquello que podemos conocer por ensayo y error”.

“En las ciencias tenemos la ventaja de que en última instancia podemos someter la idea al experimento, lo que quizás no sea posible en otros campos. Pero, en cualquier caso, algunas de las maneras de juzgar las cosas, algunas de las experiencias son indudablemente útiles en otros ámbitos”.

Si bien la educación forma parte de las ciencias sociales, o al menos puede llegar a formar parte en el futuro, ya que sus contenidos están asociados a las diversas ramas de la ciencia experimental, no debe olvidarse que también la educación es un arte, ya que la transmisión de conocimientos desde el docente al alumno resulta de la libre elección metodológica del docente, por lo cual las orientaciones pedagógicas generales sólo han de tener un alcance orientador y limitado.

La influencia pedagógica, que proviene de la ciencia, implica principalmente la utilización del método axiomático, con su doble sentido inductivo-deductivo. Mediante un ejemplo podemos vislumbrar su esencia; antes del descubrimiento de la evolución biológica por selección natural, el conocimiento biológico consistía en una gran cantidad de datos y clasificaciones carentes de sentido. Una vez que se propone la idea de la evolución, toda esa acumulación de información adquiere todo su sentido. En este caso, a partir de los hechos observados se llegó a un principio unificador (inducción o generalización), mientras que, luego, desde el principio unificador puede llegarse a cada uno de los fenómenos particulares (deducción). Theodosius Dobzhansky escribió: “La idea de evolución da sentido a lo que de otro modo sería una tediosa descripción de hechos áridos que deberían memorizarse y que pronto se olvidarían una vez finalizados los cursos. Esos mismos hechos y descripciones de seres que alguna vez o nunca hemos visto, a la luz de la evolución se transforman en fascinantes. Conocerlos se convierte en una aventura intelectual” (De “La evolución, la genética y el hombre”-EUDEBA-Buenos Aires 1966).

Junto a este método se puede utilizar la descripción histórica, teniendo ambos la ventaja de poder brindar una visión de conjunto, más fácil de asimilar por parte del alumno. Alfred N. Whitehead escribió: “El pensamiento invocado por la ciencia es el pensamiento lógico. Ahora bien; la lógica es de dos clases: la lógica del descubrimiento y la lógica de lo descubierto”.

“La lógica del descubrimiento consiste en pesar las probabilidades, descartar los detalles que no se juzgan pertinentes, vaticinar las reglas generales que rigen el desarrollo de los acontecimientos, y someter a prueba las hipótesis mediante experimentos adecuados. Ésta es la lógica inductiva”.

“La lógica de lo descubierto es la deducción de los especiales sucesos que, en determinadas circunstancias, deben acaecer de acuerdo con las presuntas leyes naturales. Así, una vez descubiertas o supuestas las leyes, su utilización depende enteramente de la lógica deductiva. Sin la lógica deductiva, la ciencia sería completamente inútil”.

“Ascender de lo particular a lo general no sería más que un juego estéril, si no pudiéramos luego invertir el proceso y descender de lo general a lo particular, ascendiendo y descendiendo como los ángeles en la escala de Jacob”.

“Cuando Newton hubo conjeturado la ley de gravedad, procedió de inmediato a calcular la fuerza de atracción de la Tierra sobre una manzana que está en su superficie y sobre la Luna. Notemos de paso que la lógica inductiva sería imposible sin la lógica deductiva. Por eso los cálculos de Newton fueron una etapa esencial en su verificación inductiva de la gran ley” (De “Los fines de la educación”-Editorial Paidós SAICF-Buenos Aires 1965).

El método inductivo-deductivo se asemeja a una fotografía en tiempo actual en la que, detenido el tiempo, ascendemos y descendemos desde los principios a los hechos particulares, y viceversa. El método histórico se asemeja a una película en la que observamos los distintos periodos hasta llegar a las teorías vigentes en la actualidad.

El gran secreto de la eficacia del proceso educativo implica que, mientras más cosas sabemos, menor cantidad de información hemos de llevar grabada en la memoria. Ello se debe a que, al sintetizar un conjunto de fenómenos en unos pocos principios básicos, observamos de inmediato una real “economía del pensamiento”. Así, mientras que los biólogos anteriores a Darwin y a Wallace almacenaban una gran cantidad de datos inconexos, los biólogos posteriores sólo necesitan razonar en base a la teoría de la evolución y así disponer de un orden mental compatible con el orden asociado a los procesos biológicos descriptos.