sábado, 30 de septiembre de 2017

El espíritu sectario en la política

Los partidos políticos democráticos constituyen subgrupos de la sociedad en los cuales sus integrantes se reúnen, bajo ideas o creencias comunes, con el objetivo de mantener o mejorar el orden social vigente. Aceptan la existencia de otros partidos como también la posibilidad de ganar o perder el poder en una elección, sin aspirar a perpetuarse en el gobierno. Por el contrario, los movimientos políticos tienden a rechazar la palabra “partido” por cuanto aspiran a lograr el poder indefinidamente, sin tener que competir con los partidos políticos existentes, tratando de marginarlos o destruirlos mientras puedan. Este es el indicio de cierta mentalidad o espíritu sectario existente entre sus integrantes, que se distingue netamente de la mentalidad prevaleciente en el individuo democrático.

El espíritu sectario es el germen de los totalitarismos. Cuando K. Marx y F. Engels sugieren “derrumbar violentamente el orden tradicional”, para instalar luego la “dictadura del proletariado”, no contemplan la posibilidad de lograr el poder mediante el voto ni tampoco sugieren mantener o mejorar el orden social vigente. Cuando en la actualidad los movimientos políticos de izquierda aceptan las reglas democráticas, no significa que sus integrantes hayan evolucionado mentalmente aceptando las formas democráticas, sino que ven en los comicios una posibilidad de llegar al poder que les resulta más sencilla que la lucha armada. Roger Caillois escribió: “No faltan espíritus tales para prender incendios y abrasar al mundo. Cada demagogo sabe excitar un fanatismo. Se precisa poca cosa más que el instinto. Luego sigue la técnica, que la experiencia perfecciona. A no tardar, si el instigador es hábil y algún genio inspira sus pasos, saca de sus primeros éxitos un prestigio que le facilita la obtención de grandes resultados. Finalmente, el poder le da los medios de presión útiles a sus designios y helo ahí capaz de transformar mucho más de lo que se imaginaba al principio. Si conoce el simple arte de halagar las pasiones, de excitar las codicias, de atemorizar y fomentar las discordias, parece modelar la historia. No hizo más que desarrollar las energías que se le ofrecen y abandonarse a ellas sin manejarlas, arrastrado por el torrente que tuvo cuidado de dirigir hacia la vertiente más abrupta”.

Las sectas políticas resultan atractivas para los individuos desorientados en la vida ya que les ofrecen un objetivo y un sentido para orientarla. El citado autor agrega: “Es ley que todo grupo minoritario se muestre más unido y emprendedor que el medio, indiferente u hostil, en que se halla establecido. Su moral es más firme, y más numerosas y mejor definidas las obligaciones de cada quien. La interayuda es en ellos frecuente y amplia. Hay naturalezas enteras ansiosas de comprometerse sin reserva y para siempre, ávidas a un tiempo de sacrificios y de poderío. Les defraudan las exigencias benévolas. Las reglamentaciones mediocres e incómodas les irritan sin llegar a satisfacerles, exasperan sus pasiones y las avivan en vez de utilizarlas. Tan ambiciosos corazones desean una servidumbre extrema. Sueñan con una dedicación total”.

“Ellos se apartan también, deliberadamente, de la sociedad. Se destierran a sí mismos de un campo de acción en el que la ausencia de obstáculos no puede provocar estímulo alguno, donde la excesiva complacencia anula la rebeldía antes de que acabe de formarse. Fundan o imaginan sectas, con santo y seña, insignias y uniformes. Es bueno cuanto reafirme la comunión, cuanto acrezca su alcance, cuanto recuerde su existencia, cuanto haga el pacto más difícil de ser quebrantado. Mediante solemnes juramentos, mediante ritos sangrientos y consentidos, los conjurados renuncian a todo antiguo compromiso en beneficio de la fraternidad electiva, que consideran digna de una obediencia sin límites. Precisamente persiguen, a través de una solidaridad celosa e irrevocable, quedar infeudados en un poder que no atiende a bienes, a personas ni aun a principios. Anhelan una legislación que llegue a reclamar de ellos una fidelidad incondicional, pero que el ardor entusiasta le prometa la plena embriaguez del triunfo absoluto” (De “Fisiología de Leviatán”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1946).

Los diversos grupos terroristas, ya sea que actúen en el ámbito de la política o de la religión, están orientados por pasiones e ideas semejantes. Como ejemplo de “juramento y rito sangriento”, puede mencionarse el ritual de iniciación en el grupo Montoneros, el cual consistía en asesinar a traición a un policía para quitarle luego el arma reglamentaria. De esa manera “ingresaron” a la secta terrorista más de 360 “jóvenes idealistas”.

El título del libro mencionado, describe los constituyentes íntimos del Leviatán, es decir, del Estado totalitario que ha de surgir de las sectas automarginadas de la sociedad y que están en guerra permanente contra ella, sin que la mayoría advierta esa situación. El éxito momentáneo que tienen esos grupos se debe a su mayor cohesión grupal y al desinterés de una población a la que ni siquiera se le pasa por la mente que existan grupos que pretenden destruirla. “De esta manera, en el seno de la sociedad se constituyen grupos que le son esencialmente hostiles, pero que tienen mucho más que ella de sociedades, y por decirlo así, de sociedades puras. En efecto, nada predomina sobre el interés superior de la secta y todo se sacrifica a su cohesión. Normalmente no podría ocurrir lo mismo en la sociedad. Cada individuo disfruta en ella de una amplia autonomía. La mayor parte de sus actos dejan indiferentes a las autoridades. Puede dedicarse tranquilamente a sus asuntos y organizar su vida como le plazca”.

El Leviatán bíblico es una bestia caracterizada principalmente por la soberbia. El integrante de la secta política tiende a ser servil ante las autoridades del grupo y soberbio en cuanto tiene algo de poder. Caillois agrega: “La secta es ante todo escuela de orgullo y humildad en una sola pieza. La voluntaria servidumbre equilibra en ella el orgullo de sentirse separado de la multitud. Los sacrificios consentidos con estricta disciplina y la amargura de los renunciamientos se compensan por la certeza de haber elegido voluntariamente este rigor y esta dureza. Las obligaciones que cada uno debe aceptar apenas dejan lugar al arbitrio. No hay lugar para el temperamento. Siempre debe estarse dispuesto a obedecer y esto enseña la tenacidad. Nada es más necesario, puesto que no es tan difícil el comienzo como la perseverancia. Momento llegará en el que el hastío aconseje abandonar lo que se emprendió con efímero entusiasmo”.

“Importa, pues, desanimar a los inconstantes: sólo se admite a los más resueltos y no sin probar antes su constancia y su capacidad. Tal es la razón de ser del noviciado. No se confía a los neófitos más que obligaciones repelentes y subalternas. Al que soñaba con misiones arriesgadas se le destina a fijar carteles o a copiar direcciones. Así se desgasta su primer fervor y se le cura de cualquier idea demasiado novelesca que pudiese abrigar acerca de las conspiraciones. También sucede que se le reproche injustamente una falta a conciencia de que no la cometió o que para un puesto de confianza se le proponga deliberadamente con respecto de otro compañero menos dotado o menos seguro. Se trata de tentar su espíritu de rebeldía. Si es demasiado sensible, se rebela; si no sabe callar y sufrir con paciencia las pequeñas afrentas, que se vaya: todavía tiene franca la puerta. Se necesitan seres capaces de soportar mucho más”. “Se encamina hacia la tiranía a fuerza de bajezas y la hará desconfiada y envidiosa, ya que el mismo que se arrastra ante el fuerte es quien aplasta al débil. ¿Qué ha hecho, sumiso, sino acumular un resentimiento que sólo aguarda el instante de cobrarse muchas afrentas? No se envilece uno impunemente”.

El antagonismo hacia la sociedad es esencial para los sectarios, ya que buscan esencialmente dominarla a cualquier precio. “En toda secta, en efecto, se encuentra el orgullo de sentirse aparte de la muchedumbre, una afirmación de solidaridad absoluta y una promesa de obediencia”. “Si no hay ruptura completa con la sociedad, nada será posible. Es preciso que cada afiliado tenga conciencia de estar excluido de ella para siempre. Sólo a este precio se asegura el espíritu de la secta, la subsistencia contra viento y marea”.

La separación voluntaria de los sectarios, respecto de la sociedad, es esencialmente una separación mental. Mientras que el científico también se separa mentalmente de la sociedad, aunque ello se debe a un mayor acercamiento a la realidad, el sectario se aleja tanto de la sociedad como de la realidad. Incluso llega al extremo de intentar que la sociedad tome “conciencia de su clase social”.

Pablo Giussani comenta el caso de unos aborígenes del Amazonas que, para tratar de evitar el desbordamiento de ese río, procedían a apalear a unos cerdos para que sus chillidos ahuyentaran a los espíritus que provocaban las inundaciones. Luego utiliza una analogía para describir las creencias de Montoneros y de otros grupos terroristas de los años 70. Al respecto escribió: “En 1963, el Uruguay todavía era «la Suiza de Sudamérica»…Las libertades de expresión y de asociación gozaban de plena vigencia…En ese Uruguay y en ese año, Raúl Sendic dirigía ya a sus compatriotas llamados a la resistencia contra lo que describía como un régimen «fascista»”.

“En ese mismo año, guerrilleros y armamentos eran desembarcados sobre las costas de Venezuela para alimentar una guerra antifascista contra el gobierno constitucional, democrático y pluralista de Rómulo Betancourt”. “También en 1963 se abría en medio de las dictaduras que asolaron a la Argentina durante los últimos 50 años un raro y reluciente paréntesis de libertades públicas y respeto por los derechos humanos bajo el manso gobierno de Arturo Illia. Ese paréntesis fue el momento elegido por el «Comandante Segundo» para lanzar desde Salta una «guerra de liberación»”.

“En 1977, las calles de Italia exhibían pintadas firmadas por la «Autonomia operaia» [Autonomía obrera], en las que el nombre del entonces primer ministro Giulio Andreotti aparecía seguido por una cruz gamada, con el signo «igual» interpuesto entre ambos”.

“Podríamos haber recorrido de cabo a rabo el Uruguay del gobierno colegiado, la Venezuela de Betancourt, la Argentina de Illia y la Italia de Andreotti sin que nuestra experiencia sensorial de las cosas descubriera el menor indicio de un Estado fascista. Y, sin embargo, había en todos esos países centenares o millares de jóvenes consagrados, sacrificada y abnegadamente, a formas de lucha armada contra el fascismo”.

“En todos ellos estaba funcionando a tambor batiente el mecanismo de las secuencias locas entre estímulo y respuesta. ¿Qué diferencia hay entre responder al inofensivo colegiado uruguayo con una «guerra popular antifascista» y responder a la crecida del río con bastonazos a los cerdos?”.

“El razonamiento, mil veces repetido y mil veces escuchado a lo largo de las últimas dos décadas en todos los ámbitos de la extrema izquierda latinoamericana, continuaba con la presunción de que, si todo el pueblo tomara conciencia del fascismo escondido tras las apariencias democráticas, respondería en masa al llamado a la resistencia” (De “Montoneros. La soberbia armada”-Editorial Sudamericana/Planeta SA-Buenos Aires 1984).

jueves, 28 de septiembre de 2017

Ciencia + Filosofía + Religión = 1

La igualdad que aparece en el título surge de suponer que todo el conocimiento disponible por la humanidad, en una época determinada, ha sido acumulado a través de la indagación científica, filosófica y religiosa. El 1 a la derecha de la igualdad indica el 100% del conocimiento, por lo que dicha igualdad da a entender que un nuevo conocimiento abarcado por la ciencia, por ejemplo, aumenta el porcentaje aportado por esa rama del conocimiento en la misma medida en que disminuye el de la filosofía y el de la religión. En todos los casos se considera el conocimiento que posteriormente fue validado por la experimentación.

La disminución del porcentaje antes indicado se debe también que determinado tema, como es el del espacio y el tiempo, que en el pasado estaba tratado por los filósofos, pasa a ser un tema de la física luego de la aparición de la teoría de la relatividad. Ello no implica que se les haya “prohibido” a los filósofos continuar indagando sobre el tema, sino que, debido al nivel de exactitud empleado en la física, ningún filósofo serio puede ignorar el contenido y los resultados de dicha teoría.

En el caso de la aparición del hombre y de las especies animales y vegetales, el conocimiento disponible antes del siglo XIX, provenía esencialmente del Génesis bíblico, y de otros relatos religiosos. Con la aparición y consolidación de la teoría de la evolución por selección natural, aumentó el porcentaje de información asociado a la ciencia experimental en la misma manera en que disminuyó el atribuido a la religión, ya que en ese caso, no sólo aumentó el de la ciencia sino que disminuyó el de la religión.

En realidad, desde algunos siglos atrás, comenzaba a vislumbrarse que la Biblia transmitía información sobre cuestiones éticas, y no de otro tipo, y el relato bíblico, mediante el cual se atribuye un sentido al universo conocido puede seguir teniendo vigencia, especialmente cuando se afirma que Dios “vio que era bueno”, y que si las cosas andan mal, posiblemente algo tenga que ver el comportamiento humano, en lugar de suponer que el mundo está mal hecho.

La visión que nos brinda la ciencia experimental no implica una reducción de la importancia otorgada al Dios creador de todo lo existente. Si bien se le quita el lugar de “creador a partir de la nada”, se le otorga el lugar de “creador con pocas cosas”, ya que pudo establecer el orden natural existente a partir de unas pocas partículas elementales y de unas pocas leyes fundamentales. Raymond Aron expresaba al respecto: “La teoría de la evolución está de acuerdo tanto como cualquier otra con la teoría del Dios creador, porque precisamente el hecho de que todas las materias vivas, toda la naturaleza orgánica tienen la misma estructura fundamental compuesta por un pequeño número de elementos, más bien es una prueba del genio divino. ¡Haber hecho tantas especies y tanta diversidad de seres humanos a partir del juego de un pequeño número de elementos! Hubo la tendencia de ligar el carácter fijo de las especies con una representación religiosa del mundo, pero se trata de un accidente de la historia del pensamiento. El evolucionismo concuerda muy bien con la concepción de un Dios creador” (De “¿Existe Dios? NO” de Christian Chabanis-Librería Hachette SA-Buenos Aires 1976).

El hombre primitivo daba explicaciones de tipo religioso a todo lo que veía, atribuyendo la acción de dioses especializados que regulaban los diversos fenómenos naturales. En ese caso la igualdad inicial puede escribirse como:

0 + 0 + Religión = 1

En la antigüedad, aparecen los filósofos, que dan una visión distinta pudiendo explicar en forma razonada parte de lo que antes era explicado en función de la acción de dioses especializados, o de un Dios único. En realidad, durante la época pre-científica existió una forma de ciencia rudimentaria, sólo que tuvo poca influencia, quedando la ecuación como:

0 + Filosofía + Religión = 1

La religión se basa en la intuición directa de la realidad, ayudada por una supuesta revelación de Dios concedida a algunos elegidos, siendo transmitida a los demás mediante la creencia, o la fe. La filosofía, por otra parte, se basa esencialmente en la observación, la intuición y cierto control lógico que tiende a excluir toda información incoherente, ya que entonces resultaría incompatible con la realidad.

En los siglos XVI y XVII, con los trabajos de Nicolás Copérnico y Galileo Galilei, comienza la etapa de la ciencia experimental, que sigue utilizando el control lógico de la filosofía pero esta vez agregando el control experimental, permitiendo que sus resultados sean verificados con bastante precisión. La ecuación adopta la forma indicada en un principio.

Aparecen los conflictos entre la Iglesia Católica y los científicos, como también entre los filósofos aristotélicos y Galileo. Quienes suponían estar en la cima del conocimiento rechazan las evidencias aportadas por los nuevos buscadores de la verdad. La Iglesia teme que se de inicio a una rebelión similar a la de Martín Lutero por lo que prohíbe los libros de Galileo, ya que sus observaciones astronómicas confirmaban al sistema copernicano. El modelo heliocéntrico (el Sol al centro) se opone a la idea de que la Tierra sea el centro del universo (el lugar en que había nacido el Dios hecho hombre).

Durante el siglo XX, los astrónomos observan la expansión de las galaxias haciendo evidente que el universo tiene un tamaño bastante mayor al que se suponía hasta entonces. También llegan a la conclusión que tuvo un origen en el tiempo. Los conflictos entre ciencia y religión dejaron de producirse por cuanto quedaba fuera de toda duda que la Biblia utilizaba simbologías para dar mensajes morales, y no hipótesis de tipo científico.

En la actualidad, sin embargo, muchos siguen creyendo que religión y ciencia son necesariamente antagónicas. Si tenemos en cuenta que las leyes naturales descritas por el científico son las mismas leyes que el Dios creador utilizó para establecer el orden natural existente, desaparece toda incompatibilidad. El punto de divergencia radica en que la postura teísta admite que Dios interrumpe la ley natural algunas veces (milagros), mientras que los deístas descartan esa posibilidad siendo la religión natural enteramente coincidente con la ciencia experimental.

Ello no implica que la ciencia vaya a reemplazar a la religión en forma definitiva, sino que la ha de fundamentar convenientemente. Mientras que la ciencia experimental seguirá descubriendo leyes naturales antes desconocidas, la religión le ha de dar a todo individuo la posibilidad de un sentido a su vida, compatible con el sentido aparente que el universo le impone a la humanidad. Recordemos que gran parte de los conflictos individuales y sociales pueden ser considerados como los efectos de una ausencia de sentido de la vida.

La evidencia de que no existe antagonismo entre ciencia y religión, excepto en casos de ignorancia o fanatismo, radica en que muchos ilustres científicos fueron también religiosos. Copérnico, el creador del sistema planetario solar heliocéntrico fue un sacerdote polaco. También fueron sacerdotes Georges Lemaître, uno de los creadores del modelo de universo en expansión, y Gregor Mendel, fundador de la genética.

Los fundadores de la mecánica y la astronomía, Johannes Kepler, Galileo Galilei e Isaac Newton, fueron también adeptos a la religión. Incluso Newton, para explicar ciertas irregularidades en el movimiento de Júpiter y Saturno, supuso que el Creador intervenía de vez en cuando para poner en orden al universo. También suponía que, al igual que existía una revelación para orientar éticamente al hombre, existía una revelación en cuestiones de física y astronomía, siendo él mismo un “elegido”.

Al no estar de acuerdo con el misterio de la Trinidad, Newton debió permanecer en silencio para no tener conflictos con las autoridades de la universidad de Cambridge. John Maynard Keynes, quien adquirió los escritos inéditos de Newton, escribió: “Los extensos folletos anti-trinitarios de Newton son, a mi juicio, los más interesantes de sus escritos no publicados. Aparte de su más seria afirmación de fe, tengo un folleto completo que muestra lo que pensaba Newton de la extrema deshonestidad y falsificación de documentos de que era responsable San Atanasio, en particular por su cambio de opinión sobre la falsa calumnia de que Arrio murió en un excusado. La victoria de los trinitarios, en Inglaterra, en la última mitad del siglo XVII, fue no sólo tan completa, sino también tan extraordinaria, como el triunfo originario de San Atanasio. Existen buenos motivos para creer que Locke era unitario. He visto argumentar que Milton lo era. Existe una mancha en el recuerdo de Newton, y es que no dijo ni una palabra cuando Whiston, su sucesor en la Lucasian Chair, fue destituido de su profesorado y de la Universidad por expresar públicamente opiniones que el propio Newton había sostenido en secreto durante más de cincuenta años” (De “Sigma. El mundo de las matemáticas” (I) de James R. Newman-Ediciones Grijalbo SA-México 1976).

En cuanto a Kepler, Carl Sagan escribió: “Los protestantes fueron excluidos del poder político y económico, la escuela de Kepler fue clausurada, y prohibidas las oraciones, libros e himnos considerados heréticos. Después, se sometió a los ciudadanos a exámenes individuales sobre la firmeza de sus convicciones religiosas privadas: quienes se negaban a profesar la fe católica y romana eran multados con un diezmo de sus ingresos, y condenados, bajo pena de muerte, al exilio perpetuo de Graz. Kepler eligió el exilio: «Nunca aprendí a ser hipócrita. La fe es para mí algo serio. No juego con ella»” (De “Cosmos”-Editorial Planeta SA-Barcelona 1980).

Entre los fundadores del cálculo infinitesimal encontramos también a científicos cristianos, como es el caso del mencionado Newton y también de Gottfried Leibniz y Augustin Cauchy. Leibniz hizo intentos por unificar a católicos y protestantes, aunque sin éxito, mientras que Cauchy fue considerado por otros matemáticos como un “católico fanático”. También dieron mucha importancia a la religión los principales fundadores del electromagnetismo: André Marie Ampère, Michael Faraday y James Clerk Maxwell.

Por lo general, el científico tiende a valorar el cristianismo por su mensaje ético, mientras que el hombre común tiende a interpretar los simbolismos como una parte de la realidad, de donde surgen generalmente las incoherencias lógicas y los misterios. Sydney Hook escribió: “La diferencia que existe entre religión y ciencia es que, mientras la primera adora a los misterios, la segunda trata de sacárselos de encima”.

lunes, 25 de septiembre de 2017

El Estado como figura apocalíptica

El actual antagonismo entre liberales y marxistas, partidarios los primeros del individualismo y de la propiedad privada, y los segundos del colectivismo y de la propiedad estatal de los medios de producción, reedita el antagonismo existente entre los primeros cristianos y Roma, época en que Juan el apóstol escribe el Apocalipsis, donde el Estado romano es simbolizado como una bestia poderosa que se opone al establecimiento del Reino de Dios. Goguel escribió: “El autor del Apocalipsis ha reconocido lo que nadie, parece, reconocía en sus tiempos, a saber: el conflicto que se manifestaba en diversos lugares del mundo romano y la Iglesia, no tenía carácter de un malentendido que pudiera resolverse, sino que era el choque de dos concepciones antitéticas, entre las cuales no había posibilidad de compromiso” (Citado en “El Apocalipsis y la historia” de Stanislas Giet-Taurus Ediciones SA-Madrid 1960)

Si bien el propio Karl Marx había advertido el peligro que implicaba un Estado con excesivo poder, y propone su disolución futura en el comunismo, no tiene en cuenta que, al promover la abolición de la propiedad privada, queda como única alternativa la propiedad colectiva, que es esencialmente una propiedad estatal que acentúa los defectos observados en los diversos Estados. El remedio resultó mucho peor que la enfermedad.

Entre los pensadores que advierten la necesidad de establecer un Estado que proteja al individuo de los perjuicios que pudieran ocasionarle otros individuos, tenemos a Thomas Hobbes, quien advierte también los peligros de los excesos de ese Estado, al que denomina Leviatán; figura simbólica utilizada en la Biblia. Al respecto escribió: “Pero el arte va aún más lejos, llegando a imitar esa obra racional y máxima de naturaleza: el hombre. Pues es mediante el arte como se crea ese gran LEVIATÁN que llamamos REPÚBLICA o ESTADO, en latín CIVITAS, y que no es otra cosa que un hombre artificial. Es éste de mayor estatura y fuerza que el natural, para cuya protección y defensa fue concebido” (De “Leviatán”-Ediciones Altaya SA-Barcelona 1994).

Por otra parte, Ignacio Iturralde Blanco escribió: “En la Biblia encontramos una cantidad considerable de criaturas monstruosas: desde plaga de langostas hasta bestias de siete cabezas. Dos de estas criaturas, de gran relevancia para Hobbes, aparecen en el Antiguo Testamento…en primer lugar…Behemoth, el enorme monstruo terrestre que pasta yerba, tiene miembros tan duros como barras de bronce…A continuación, Dios dio vida al indomable e invencible Leviatán…Cuando Dios, habiendo establecido el gran poder del Leviatán, le denomina rey de la soberbia. «Nada existe sobre la Tierra que pueda compararse con él. Está hecho para no sentir miedo. Menosprecia todas las cosas altas, y es rey de todas las criaturas soberbias»” (De “Hobbes”-EMSE EDAPP SL-Buenos Aires 2015).

Mientras que el objetivo de establecer el Reino de Dios, como un gobierno directo del Creador sobre el hombre, a través de la ley natural, implica el cumplimiento de los mandamientos bíblicos, el Estado aparece como un poder que dicta sus propios “mandamientos” y exige cierta obediencia constituyendo el adversario más importante que se opone a aquél objetivo. Thomas Hobbes escribió al respecto: “El mayor y principal abuso que se hace de la Escritura, y del cual son consecuencia casi todos los demás, es el de manipularla para probar que el reino de Dios, tan frecuentemente mencionado en la Escritura, es la Iglesia actual [del siglo XVII], o la multitud de cristianos que ahora viven, o que, estando muertos, resucitarán otra vez en el último día”.

“Pero lo cierto es que el reino de Dios fue originalmente instituido por el ministerio de Moisés, y sólo sobre los judíos, los cuales fueron por eso llamados su pueblo elegido. Ese reino cesó después, con la elección de Saúl, cuando los judíos rehusaron ser gobernados por Dios y pidieron un rey al modo de las demás naciones, cosa que Dios consintió…A partir de entonces, no hubo en el mundo reino de Dios alguno instituido por pacto, ni por cualquier otro procedimiento, excepto en la medida en que Dios era, como lo fue siempre, rey de todos los hombres y de todos los seres creados, y gobernador del mundo según su voluntad, en virtud de su poder infinito”.

“Sin embargo, sirviéndose de los profetas, Dios prometió restaurar aquel reino suyo otra vez, cuando hubiese transcurrido el tiempo que Él había determinado secretamente, y cuando los judíos volvieran a Él después de arrepentirse y de enmendar su vida. Y no sólo eso, sino que también invitó a los gentiles a que se le unieran y disfrutaran la felicidad de su reino, bajo las mismas condiciones de conversión y arrepentimiento. Y prometió también enviar a su Hijo al mundo, para expiar con su muerte los pecados de todos, y para prepararlos con su doctrina a recibirlo en su segunda venida. Y como esa segunda venida no ha tenido lugar todavía, el reino de Dios no ha llegado aún, y no estamos bajo más reyes, mediante pacto, que bajo nuestros soberanos civiles” (De “Leviatán”).

Mientras que, desde la religión, se sostiene que el hombre es bueno por naturaleza (o que sus atributos buenos podrán predominar sobre los malos), desde las posturas totalitarias se supone lo contrario, por lo cual el Estado debería predominar sobre la libertad individual. Incluso se ha llegado al extremo de denominar a la política como “el arte de conquistar y mantener el poder en el Estado”, en lugar de considerarla como una ciencia social vinculada a la Administración pública. Rajos Rolda escribió: “La teoría política se reduce a una pura praxis; los grandes textos políticos no presentan una ciencia teórica, sino lo que los hombres han hecho y hacen con la política: ciencia del gobierno, le llaman algunos; ciencia del poder, le llaman otros; y todos posan sus ojos en el motor de la política: el Estado; y en su dueño, el César. Muy a menudo, César y Estado son una y la misma cosa; y esta cosa es la que manda, es puro poder”.

El Leviatán, el hombre artificial, es dirigido por hombres naturales. El Estado magnifica todas las virtudes y todos los defectos de quienes lo dirigen. Es el gobierno del hombre sobre el hombre en su máxima expresión, tendiendo a absorber a la sociedad bajo sus leyes y bajo sus órdenes. Incluso algunos gobernantes se identifican con la expresión “L’Etat c’est moi” (El Estado soy yo). Rajos Rolda agrega: “Con el paso de los siglos y la proliferación humana, el hombre inventó otra persona ficticia para que le evitara los crímenes y la violencia de los malvados; para que premiase a los justos y condenase a los pecadores; una persona poderosa, un Leviatán, que poco a poco fue ocupando el centro del quehacer político, apoderándose de la política que Dios había puesto en la naturaleza humana para su autorrealización. Hoy el Estado, que así ha dado en llamarse el Leviatán, el César, determina esa autorrealización” (De “L’Etat c’est moi” (I)-Editorial Dunken-Buenos Aires 2008).

A pesar de las catástrofes sociales y los fracasos de los totalitarismos, los “admiradores de la bestia” parecen constituir una mayoría con preferencia por el socialismo. Son dos las causas principales de esa preferencia, que hace recordar aquella por la cual el pueblo prefirió la liberación de Barrabás antes que la de Cristo: en primer lugar aparecen las ilimitadas ambiciones de poder de los políticos populistas y totalitarios y, en segundo lugar, las promesas de igualdad emitidas por la propaganda partidaria, siendo el socialismo el refugio ideal de los envidiosos. Ludwig von Mises escribió: “No vale la pena hablar demasiado del resentimiento y de la envidiosa malevolencia. Está uno resentido cuando odia tanto que no le preocupa soportar daño personal grave con tal de que otro sufra también. Gran número de los enemigos del capitalismo saben perfectamente que su personal situación se perjudicaría bajo cualquier otro orden económico. Propugnan, sin embargo, la reforma, es decir, el socialismo, con pleno conocimiento de lo anterior, por suponer que los ricos, a quienes envidian, también, por su parte, padecerán. ¡Cuántas veces oímos decir que la penuria socialista resultará fácilmente soportable ya que, bajo tal sistema, todos sabrán que nadie disfruta de mayor bienestar!” (De “Liberalismo”-Editorial Planeta-De Agostini SA-Barcelona 1994).

Así como el tema principal de la Biblia es la lucha del bien contra el mal, el tema básico del Apocalipsis es la lucha del futuro Reino de Dios contra el actual Reino del Hombre (Estado, Leviatán, marxismo-leninismo, principalmente). Esta lucha ha llegado hasta la propia Iglesia Católica, o Estado Vaticano, que ha adoptado o aceptado a la Teología de la Liberación, que es apenas un antifaz de marxismo-leninismo (ya que un disfraz lo haría menos evidente). Rajos Rolda escribió: “Teología de la Liberación: propuesta al problema de la redención, cuestión fundamental del Cristianismo; propone un cambio radical en las estructuras políticas del mundo, que han programado de antemano la pobreza y la injusticia; es una teología de la praxis política redentora, convirtiendo a la redención en un proceso político para el que, la Filosofía marxista, proporciona las orientaciones esenciales, sustituyendo la fe por la ciencia y haciendo de la ciencia praxis (praxis política científicamente fundamentada); acabó con el hundimiento de los sistemas marxistas del este europeo, donde la aplicación de la ideología liberadora produjo una falta radical de libertad”.

“En 1968, en Medellín, Colombia, los obispos latinoamericanos emitieron un documento que decía: «El objetivo no es entender el mundo, sino cambiarlo» (casi un calco de la famosa frase de Marx: «Hasta ahora, los filósofos han tratado de explicar el mundo; de lo que ahora se trata es de transformarlo». Uno de los creadores de la teología de la liberación, el ex-sacerdote franciscano Leonardo Boff, explica los factores que la diferencian de la teología ortodoxa: (a) la primacía del elemento antropológico sobre el eclesiastológico, puesto que se enfoca la persona que se pretende ayudar y no a la Iglesia misma; (b) la perspectiva factual sobre la utópica: se mira el proceso social como un proceso permanente de cambio; (c) lo crítico tiene primacía sobre lo dogmático, para contrarrestar la tendencia hacia la fosilización de las instituciones, (d) preeminencia de lo social sobre lo individual; (e) ortopraxis sobre ortodoxia; se afirma que Cristo no vino a proponer criterios filosóficos, sino caminos de acción” (De “L’Etat c’est moi” (IV)).

Es conveniente aclarar que una descripción del mundo se considera “científica” cuando ha superado la prueba de la experimentación, y no según el método utilizado. De ahí que el marxismo, en el mejor de los casos, es una ciencia social errónea, ya que, además, ignora totalmente los atributos individuales del ser humano describiendo la realidad social en base a clases sociales. En cuanto a que el capitalismo “ha programado la pobreza y la injusticia”, los resultados económicos producidos en China, y en otros países, han mostrado su efectividad para combatir la pobreza, mientras que el socialismo ha sido abandonado en la mayor parte de los países debido a su ineficacia en ese y en otros aspectos.

En cuanto a que “Cristo no vino a proponer criterios filosóficos, sino caminos de acción”, resulta sorprendente que el “amarás al prójimo como a ti mismo” (o compartirás las penas y las alegrías ajenas como propias) no sea considerado como un “camino de acción”, siendo que fundamenta y promueve la adopción de una actitud, o tendencia a la acción, que solucionaría todos los problemas humanos en caso de adoptarse masivamente.

sábado, 23 de septiembre de 2017

La colonización española en América y sus detractores

Los detractores de la colonización española en América incorporan cada año unos millones adicionales de nuevas víctimas entre los indios, quienes habrían sido exterminados por los conquistadores. Este hecho habría constituido una actividad casi deportiva practicada con la nefasta finalidad de destruir vidas humanas. En cierta forma, habría vuelto a predominar el salvajismo de las épocas de Gengis Kan, cuando todo ejército vencedor en una contienda tenía por hábito o costumbre exterminar a todos los integrantes del bando vencido. Sin embargo, un ayudante de aquel bárbaro conquistador le sugirió la opción de hacer trabajar a los vencidos, en lugar de exterminarlos, favoreciendo el inicio de la mejora social constituida por la esclavitud y salvando así la vida de millones de chinos.

Todo indica que la conquista española en América tuvo diversas finalidades, en lugar de la única antes mencionada, entre las que se encuentran la expansión de las tierras dominadas por los Reyes Católicos, la expansión del cristianismo y el ascenso social que las riquezas les posibilitarían a los aventureros, entre otras. Fernando Mires escribió: “Durante el periodo de la conquista existieron tres corrientes principales frente a la «cuestión del indio». La primera fue la que podríamos denominar corriente esclavista, pues defendía los intereses de la clase colonial recién emergente en las Indias y que llegó a formular una ideología de la esclavitud, de acuerdo con un revisionismo teológico del legado testamentario. Máximo exponente de esta posición fue el doctor Juan Ginés de Sepúlveda”.

“La segunda corriente, que denominamos centrista, atendía preferentemente a los intereses del Estado, a veces contra los intereses puramente privados surgidos de la conquista. Se trata, a mi juicio, de una teología de Estado, cuya formulación más elevada y culta se encuentra en las famosas «Relecciones» del maestro Francisco de Vitoria”.

“La tercera corriente es la que denominamos antiesclavista o indigenista y está representada por un verdadero movimiento político-teológico emergido al interior de la intelectualidad clerical hispana, cuyo máximo exponente fue sin dudas el padre Bartolomé de Las Casas, quien llegó a formular una verdadera teología de la libertad del indio. Por momentos la corriente indigenista se cruza con la estatal, pero nunca pierde su dirección fundamental de enjuiciamiento y descalificación teológica de la conquista” (De “En nombre de la cruz”-Libros de la Araucaria SA-Buenos Aires 2006).

Recordemos que el cristianismo sugiere amar al prójimo como a uno mismo, viniendo la palabra «prójimo» de próximo, es decir, de la persona cercana sin considerar su creencia religiosa, condición social, nacionalidad o etnia, por lo que toda forma de esclavitud o abuso estaba prohibida por la religión cristiana. Mientras que algunos conquistadores simulaban respetar dicho mandamiento, otros lo ignoraron aun cuando aducían actuar en nombre de Cristo.

La sociedad española del siglo XV estaba formada por nobles, sacerdotes, hidalgos y el pueblo, mientras que moros y judíos eran mal vistos, por lo que los trabajos a los que éstos se dedicaban eran despreciados por los católicos. Quienes aspiraban a un ascenso social no lo buscaban a través del trabajo, sino esperando de la conquista de América una posibilidad de ascenso, generalmente sin trabajar. El citado autor agrega: “Los hidalgos constituyen un grupo social difícil de definir puesto que, por ser la fracción inferior de la nobleza, es ahí donde se sienten las presiones de otros sectores sociales por penetrar en el mundo nobiliario. Es por ello que el hidalgo (hijo de algo) se nos aparece unas veces como un plebeyo con aires de nobleza, pero mucho más frecuentemente como un noble venido a menos”.

“Si es difícil caracterizar sociológicamente a la hidalguía, no lo es tanto describirla. Uno de los rasgos típicos de este sector es, por ejemplo, su abierto desprecio a todo lo que tenga que ver con el trabajo manual”. “Hasta el más humilde ciudadano quería guardar las apariencias de un gran señor. Y si no se era señor por señorío, había que serlo, por lo menos, en las formas. La literatura de la época nos muestra muchos ejemplos de esa plaga de cortesanos, escuderos, hombres de honor en general, que atan la espada al cinto, larga capa, pagan criado y cochero y no tienen para comer”.

El conquistador militar busca el poder, la expansión territorial y las riquezas, mientras que el sacerdote busca nuevos adeptos para la cristiandad y el hidalgo un ascenso social. “Sin exagerar podemos decir que el español en las Indias combatirá por su propia liberación social, cosa imposible de hacer en la rígidamente estamentizada sociedad española. La movilidad social no permitida en España es posible en América. De ahí que no hay que equivocarse: el hombre que viaja a las colonias lo hará con el firme propósito de cambiar de clase social; y los medios para alcanzar esta mutación no están medidos por la valentía, ni por el linaje, ni por el honor, sino, en términos muy matemáticos, por la cantidad de oro que logre acumular”.

Todos los objetivos personales que motivan la conquista son justificados, o encubiertos, por la aparente “conquista de nuevos adeptos al cristianismo”. Si en España son mal vistos los no cristianos, como los judíos y musulmanes, con mayor razón lo serán los aborígenes del nuevo mundo, que nada saben del cristianismo. Hernán Cortés expresaba en una exhortación: “Muchas veces he dado vueltas yo mismo en mis pensamientos a tales dificultades, y confieso que algunas veces, ciertamente, me sentí vivamente inquieto con ese pensamiento. Pero pensándolo de otro modo, suelen venir a mi mente muchas cosas que me reaniman y estimulan. En primer lugar, la nobleza y santidad de la causa; pues pugnamos por la causa de Cristo cuando luchamos contra los adoradores de los ídolos, que por esto mismo son enemigos de Cristo, puesto que adoran a malos demonios, en vez de al Dios de bondad y omnipotente, y hacemos la guerra tanto para castigar a aquellos que se obstinan en su pertinacia, como parece permitir la conversión a la fe de Cristo de aquellos que han aceptado la autoridad de los cristianos y de nuestro Rey”.

Mires agrega: “Estamos en presencia de un documento que revela la psicología social del conquistador. Un análisis lógico de su discurso debe decir así: el impulso por el botín es un medio para alcanzar poder y gloria. Pero, como tal medio es criminal, hay que divinizar la guerra. En vez de transformar el oro en Dios, como en realidad ocurre, hay que transformar a Dios en oro. En lugar de nombrar al oro, hay que nombrar a Dios. Eso tranquiliza la conciencia y vuelve más fieros a los soldados en las batallas”.

Mientras que en la América del Norte los colonizadores labran las tierras adquiridas, o concedidas, en Centro y Sudamérica los españoles vienen con la idea de hacer trabajar a los aborígenes. J. H. Parry escribió: “Los españoles que pasaron al Nuevo Mundo no eran colonos que buscaban tierra libre, sino soldados, misioneros, funcionarios –una clase gobernante-. No trataron de desplazar a la población indígena, sino de organizarla, educarla y vivir de su trabajo. Tomaron tal como funcionaban los sistemas de recaudación de tributos organizados en el pasado por las tribus dominantes de México y Perú”.

“Las Indias eran reinos de la corona de Castilla, distintos de los reinos de España, y administrados por un consejo real propio. Los indios eran súbditos directos de la corona, no del Estado español ni de españoles individuales. Eran hombres libres y no podían ser esclavizados a menos que se les encontrara en rebelión armada. Su tierra y bienes les pertenecían, y no podían serles quitados. Sus jefes debían ser confirmados en el cargo y empleados como funcionarios menores. Dependían de los tribunales de justicia españoles y podían demandar a los españoles y éstos a ellos; pero sus leyes propias debían ser respetadas, excepto cuando eran evidentemente bárbaras o contrarias a las leyes españolas de Indias”.

“Nunca hubo encomiendas u oficios suficientes para todos, y casi desde el principio apareció una clase de «blancos pobres» que vivía entre los indios y que dificultaba constantemente la labor de los misioneros. Muchos colonos, ricos y pobres, se casaron con indias, y así se añadió una clase mestiza a una sociedad ya compleja. Con el tiempo, esta gente de sangre mezclada sobrepasó en número a los indios y españoles puros; y muchos de los pueblos latinoamericanos actuales son predominantemente mestizos” (De “Europa y la expansión del mundo”-Fondo de Cultura Económica-México 1952).

La poca predisposición al trabajo, tanto de españoles, como de indios y mestizos, facilitó el comercio de esclavos africanos. El citado autor escribe al respecto: “En la América hispana, los españoles eran muy orgullosos o muy perezosos. Los indígenas eran muy indiferentes a los jornales y muy sensibles a la pérdida de libertad. Gozaban de protección legal contra la esclavitud y las cuadrillas de repartimiento eran muy temporales e inseguras para el trabajo continuo en las plantaciones de azúcar. Los mestizos heredaban las características de uno u otro de sus progenitores. Tampoco fueron buenos jornaleros. Los esclavos negros dieron la solución obvia”.

“A primera vista, parece extraño que la Corona española, siempre tan dogmática acerca de la libertad personal de los indios, no pudiera hallar inconsecuencia alguna en la esclavitud negra; pero para la mente de los siglos XVI y XVII los dos casos eran muy distintos. Las objeciones a la esclavitud de los indios eran primordialmente jurídicas. Los indios eran súbditos de la corona de Castilla y tenían derecho a la protección. Por otro lado, los negros eran súbditos de reyes independientes. Los europeos viajaban al África occidental como comerciantes, no como soberanos. Si los gobernantes locales guerreaban entre sí y vendían sus prisioneros a los traficantes de esclavos árabes o europeos, ello no era culpa del rey de España”.

Mientras que la población mundial en el siglo XV era de unos 460 millones de individuos, algunos militantes de la izquierda política manifiestan que “los españoles mataron a 60 millones de indios”, tal la cifra mencionada públicamente por el cantante León Gieco, tratando de envenenar las mentes populares con el odio marxista. Sin embargo, expresa en una canción: “Sólo le pido a Dios, que la guerra no me sea indiferente…”. Al igual que Hernán Cortés, usaba el nombre de Dios para encubrir perversas intenciones.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Memoria y educación

La vida inteligente se caracteriza esencialmente por la capacidad de adquirir, mantener, procesar y transmitir información codificada adecuadamente; de ahí que la memoria sea la base de todo el proceso cognitivo. En cuanto a la forma para ubicar alguna información en la memoria, se procede en forma análoga a la del buscador Google cuando busca información en la web; red que constituye una especie de memoria colectiva establecida por los usuarios. Por ejemplo, si en el mencionado buscador colocamos la palabra “economía”, nos aparece un listado con varios subtítulos como “economía nacional”, “economía tradicional” y varios más. Ello implica que el buscador tiene la posibilidad de agrupar la información en base al título solicitado en forma semejante a la del bibliotecario que ordena los libros por temas, o por especialidad. De lo contrario, sería sumamente engorroso ubicar un libro ordenado al azar.

Supongamos que una biblioteca pública dispone de unos 300.000 libros y queremos ubicar uno de ellos. Si estuviera ordenada al azar (o desordenada), deberíamos buscar el libro requerido entre cualquiera de los 300.000 existentes. Por el contrario, si los libros están ordenados por especialidad, la búsqueda puede limitarse a unos 300 libros, a lo sumo. Como nuestra memoria contiene una enorme cantidad de información, para que sea útil en el momento preciso, es necesario que esté previamente ordenada para poder así encontrar lo buscado en forma rápida.

La información guardada en la memoria presenta un soporte establecido en base a un agrupamiento neuronal que se activa plenamente en cuanto una o varias de sus neuronas se activan. Recordemos que las neuronas pueden adoptar sólo dos estados: activas o inactivas.

Supongamos que estamos interviniendo en una conversación sobre fútbol. Al inicio de la conversación casi no tenemos ninguna información presente en la mente hasta que escuchamos alguna frase. Si alguien habla del “mejor jugador de todos los tiempos”, en forma casi inmediata surgirán de nuestra memoria los nombres de algunos jugadores y también algunas estadísticas asociadas a los mismos, es decir, hemos actuado casi de la misma manera en que lo hace el buscador Google (cuyo nombre proviene de “gogol”, un número muy grande, que simboliza la gran cantidad de información que puede buscar).

Este proceso asociativo surge del comportamiento de las neuronas, que tienden a reforzar sus vínculos a medida que son utilizadas conjuntamente. Eric R. Kandel escribió: “Es interesante hacer notar que en 1949 el psicólogo D. O. Hebb había postulado la existencia de algún tipo de detector de coincidencias en el cerebro durante el aprendizaje: «Cuando el axón de la célula A … excita a la célula B y participa del disparo que se produce en ella reiterada o persistentemente, se lleva a cabo algún proceso de desarrollo o se generan cambios metabólicos en una o en las dos células involucradas, de modo que la eficacia de A aumenta»”.

“Aristóteles y, mucho después, los filósofos empiristas británicos, así como muchos otros pensadores, habían supuesto que el aprendizaje y la memoria son el resultado de la capacidad de la mente para asociar dos ideas o estímulos y establecer entre ellos algún tipo de conexión mental duradera. Al descubrir la función del receptor NMDA y la potenciación de largo plazo, los neurobiólogos habían sacado a luz un proceso molecular y celular que bien podía ser responsable de ese proceso asociativo” (De “En busca de la memoria”-Katz Editores-Buenos Aires 2007).

Como ejemplo podemos mencionar el caso en que un niño indaga acerca de un objeto tal como un lápiz, con su punta, mango y goma de borrar en el otro extremo. B. R. Hergenhahn escribió: “De acuerdo con Hebb, en el cerebro de los recién nacidos la interconexión neuronal se da esencialmente de manera aleatoria. Es la experiencia la que provoca que esta red de neuronas se organice y proporcione los medios para la interacción eficaz con el entorno. Hebb especuló que todos los objetos del entorno que experimentamos ponen en acción un complejo paquete de neuronas denominado «conjunto de células» (también conocido como «asamblea de células»)”.

“Cuando vemos un lápiz, por ejemplo, nuestra atención se desplaza de su punta al mango y de ahí al borrador. Cada cambio de atención ocasiona la activación de diferentes neuronas, independientemente de las demás al principio. Sin embargo, poco después y en vista de que ahora ante la presencia de un lápiz, las neuronas se activan en forma simultánea o en sucesión inmediata, se convierten en un paquete neurológico que corresponde a la experiencia de un lápiz. Según Hebb, es esta actividad neuronal reverberante la que permite que las neuronas temporalmente separadas lleguen a asociarse”.

“Cuando el conjunto de células se activa, experimentamos el pensamiento del objeto o evento del entorno correspondiente. Desde el punto de vista de Hebb, el conjunto de células constituye la base neurológica de un pensamiento o una idea. De esta manera explicaba por qué no es preciso que los objetos del entorno estén presentes para que podamos pensar en ellos” (De “Introducción a la Historia de la psicología”-Cengage Learning Editores SA-México 2009).

El agrupamiento neuronal simple, que permite llevar en la memoria la imagen de un lápiz, puede vincularse con otros agrupamientos constituyendo agrupamientos mayores que permiten llevar en la memoria verdaderas escenas con los detalles correspondientes. Donald O. Hebb escribió al respecto: “Los conjuntos de células que se activan al mismo tiempo quedan interrelacionados. Los eventos comunes en el entorno del niño establecen esos conjuntos y luego, cuando los eventos ocurren (nuevamente), los conjuntos se conectan (porque se activan juntos). Cuando el bebé escucha, digamos, un ruido de pasos, un conjunto se activa; mientras éste sigue activo, el bebé ve un rostro y siente que unas manos lo levantan, lo cual excita la activación de otros conjuntos; así, el «conjunto ruido de pasos» se conecta con el «conjunto rostro» y con el «conjunto ser levantado en brazos». Después de que esto ocurra, cuando el bebé escuche un ruido de pasos los tres conjuntos se activarán; entonces el bebé tendrá algo así como una percepción del rostro materno y del contacto de sus manos antes de verlos y sentirlos en realidad. Ahora bien, dado que los estímulos sensoriales todavía no tienen lugar, esto es tan sólo imaginería, no una percepción” (Citado en “Introducción a la Historia de la psicología”).

Teniendo presente que nuestra memoria se materializa mediante agrupamientos de neuronas, y también de agrupamientos a otros niveles superiores, se extrae que la forma óptima del proceso de enseñanza-aprendizaje implica la presencia de un docente que ya dispone en su mente de los agrupamientos neuronales asociados a la materia que dicta, tratando de transferir ese conocimiento “prefabricado” al alumno, quien de esa forma habrá aumentado en forma rápida su nivel de conocimientos.

Supongamos que un estudiante ha de estudiar física; entonces el docente, o los docentes, le transmitirán sus conocimientos de mecánica, electromagnetismo, relatividad y mecánica cuántica, construyendo en su mente la información básica que le permitirá en el futuro seguir agregando conocimientos en forma individual. Sin embargo, la nueva tendencia de la pedagogía se basa en que el alumno debe afrontar la etapa del aprendizaje autónomo sin antes haber recibido la instrucción “prefabricada” por parte del docente, lo que implica sugerir que construya un edificio sobre cimientos inexistentes.

El serio deterioro de la calidad educativa se debe, entre otros aspectos, a la introducción de ideas marxistas, ya que sus ideólogos ven en todas partes desigualdades, explotación y vínculos del tipo dominante-dominado, que deben destruirse de cualquier manera. Para buscar la “igualdad” entre docente y alumno, proponen que el primero “acompañe” al segundo en el proceso del autoaprendizaje. Jorge Bosch escribió: “Si se habla de «dominantes» y «dominados», de «inculcar conocimientos» y de poseer «verdades prefabricadas», no es porque se desee simplemente dar unos buenos consejos didácticos que todo el mundo, en la actualidad, estaría dispuesto a aceptar; no, si se usa ese lenguaje es porque se desea realizar un cuestionamiento a fondo y provocar una verdadera ruptura en la pedagogía moderna. Si se juntan todas estas piezas más otras que provienen de distintas pero análogas fuentes, podemos dar una forma más precisa y descarnada a los argumentos contrapedagógicos de los expertos de la UNESCO, del siguiente modo: «En la actualidad, la relación maestro-alumno es un caso particular de la relación dominante-dominado. El maestro ejerce su dominio comportándose en forma autoritaria, inculcando conocimientos y haciendo valer verdades prefabricadas. Hay que romper esta relación, para lo cual el proceso educativo debe centrarse en la interacción, la discusión, la comprensión y el estímulo; el maestro debe ser un consejero y un interlocutor, pero el alumno debe ser quien busque y encuentre el conocimiento»”.

“Una primera aproximación al tema parecería indicar justamente lo contrario. Me parece que una de las principales tareas del enseñante actual consiste en idear formas adecuadas para transmitir una mayor y más compleja masa de información a una gran cantidad de gente. Este problema no se resuelve con animadores sonrientes y felices que «ayuden a buscar en común los argumentos contradictorios». Con el método de los animadores sonrientes la cantidad de información que se logrará transmitir será cada vez menor y la educación marchará para atrás” (De “Cultura y contracultura”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1999).

Bajo las nuevas ideas, se propone que el alumno cuestione la enseñanza recibida por cuanto, según afirman los ideólogos, el conocimiento avanza mediante la dialéctica hegeliana y sus tres entes básicos; tesis, antítesis y síntesis, a pesar de que la ciencia experimental progresa y se construye de una forma totalmente distinta. Alejandro Rozitchner escribió: “Un gran número de docentes lo repiten como si fuera el padre-nuestro: lo más importante es que los alumnos desarrollen el pensamiento crítico. La palabrita anda dando vueltas y aparece cada vez que se quiere caracterizar la inteligencia. ¿Qué es ser inteligente? Ser crítico. O sea: la mirada sobre las cosas debe partir de una manifestación de desconfianza, debe estar a la defensiva, sentirse amenazada y resistirse. ¿No es un mecanismo para crear paranoicos, seres desconfiados, temerosos, encerrados? Tal vez la idea de base es que la realidad es mala y te tiende trampas todo el tiempo, pero ¿quién dijo que es así?”.

“La crítica actúa siempre produciendo distancia, dando a entender que el que la ejerce es superior y ve más lejos. El no crítico resulta ingenuo. El crítico parece inteligente. El que busca algo parece tonto. A mi modo de ver es exactamente lo contrario: el valor de un pensamiento, de una idea, está en la capacidad de entusiasmo, en su capacidad para decir y apoyar lo que quiere, en su posibilidad de querer algo. El crítico actúa por rechazo y no produce, el entusiasta acepta, quiere, produce” (De “Ideas falsas”-Editorial del Nuevo Extremo SA-Buenos Aires 2004).

lunes, 18 de septiembre de 2017

Las profecías de Marx

Por Giovanni Papini

Karl Marx floreció en la edad de oro de la adoración por la ciencia y su mayor ambición fue la de fundar un socialismo verdaderamente “científico”, así como su inmensa reputación entre el vulgo, aun en nuestros tiempos, se debió a que lo creyeran un verdadero y cabal hombre de ciencia.

Ahora bien, uno de los caracteres esenciales de la ciencia es el que permite prever con exactitud y seguridad lo que ha de acontecer en determinados casos y momentos; y, en efecto, Marx, para demostrar el fundamento científico de sus teorías, formuló diversas previsiones acerca de lo que ocurriría en el mundo de la economía y de la política en épocas próximas y en otras más lejanas. Previsiones, interceptaciones, y no ya profecías que podrían ser fruto de la imaginación visionaria, de la intuición poética o del cálculo cabalístico. Entre las previsiones”científicas” que hicieron famoso el nombre de Marx y que contribuyeron a la propagación de su doctrina, recordaremos solamente tres, que no son accesorias o secundarias, sino que se derivan de las leyes que Marx creyó descubrir y son básicas en su “Capital”.

La primera de tales previsiones se refiere a los países en que necesariamente se produciría la transformación de la sociedad capitalista, dando paso a la dictadura del proletariado. Según Marx, esta revolución habría por fuerza de acontecer en los países donde la industria estuviera más desarrollada y el sistema capitalista fuera más poderoso, encarnado en una burguesía florida y bien provista. Los cuales países, en tiempos de Marx, no podían ser sino Inglaterra y Alemania, cuando más, en segunda fila, América del Norte y Francia. Sin embargo, cualquiera sabe lo que ocurrió en 1917; la revolución proletaria estalló, se afirmó y se organizó en uno de los países más atrasados de Europa, donde la industria era rudimentaria y la burguesía capitalista había desaparecido, subordinada a las castas del régimen zarista, es decir, el ejército y la burocracia. Era ello tan evidente que el propio Marx despreciaba profundamente a los socialistas rusos, considerándolos ilusos utopistas, sin imaginarse ni por asomo que en ese país pudiera comenzar y mucho menos establecerse un régimen comunista.

La segunda de las previsiones de Marx concierne a los autores y creadores de esa transformación de la sociedad: sostuvo siempre que la revolución sería obra de los propios trabajadores, educados por las necesidades mismas de su vida en el conocimiento de sus deberes. Acaeció, en cambio, como todos nosotros lo vimos, que esta revolución se debió a las directivas de algunos intelectuales burgueses, que supieron aprovechar del desastre militar del Estado zarista y del desesperado anhelo que movía a los aldeanos-soldados a poner fin a la guerra y retornar a sus casas para convertirse en otros tantos pequeños propietarios de la tierra. De modo que no fueron los obreros más preparados de la industria los que suscitaron, aprontaron y dirigieron aquella inmensa revolución, sino que ésta triunfó merced a los enormes errores de la casta militar, a las ambiciones de los intelectuales burgueses y, sobre todo, al hambre antigua de tierras que azuzaba al mujik.

La tercera de las previsiones de Marx, y una de las más populares en tiempos de su mayor fortuna, fue aquella según la cual la propiedad y las industrias se irían concentrando progresivamente en pocas manos de colosos capitalistas, de manera que la expropiación resultaría muchísimo más fácil cuando llegara el día del desquite proletario. Tampoco esta previsión se hizo verdadera, por más que ya cuente casi un siglo de antigüedad, puesto que en los países capitalistas más adelantados, el sistema de las sociedades por acciones dio por consecuencia, como vemos en los Estados Unidos y en muchas naciones europeas, que la propiedad se divida y se reparta entre un infinito número de ahorradores, en los cuales no faltan los llamados proletarios. Y la misma propiedad de la tierra, como se advierte en Gran Bretaña y en Italia, está condenada a subdividirse poco a poco en trozos modestos o mínimos, tan ciertamente como que ya el latifundio resulta más un recuerdo que una realidad presente.

Pero los hombres son más papagayos que libres pájaros voladores, más topos que linces, más carneros de Panurgo que galgos arriesgados en persecución de la verdad, y por eso existen inmensas multitudes que siguen jurando por Marx, quien representa para ellas una de las encarnaciones más gloriosas de la ciencia positiva.

Y pese a las patentes y constantes desmentidas que la historia contemporánea ha dado y sigue dando a las previsiones pseudo-científicas de Karl Marx, el autor del “Capital” continúa gozando fama de ser uno de los gigantes del pensamiento moderno y el más auténtico profeta de la sociedad futura.

(De “Espía del mundo”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1959).

domingo, 17 de septiembre de 2017

Autoorganización; reglas simples para fenómenos complejos

En varios procesos naturales se advierte el surgimiento de un orden espontáneo a partir de reglas simples. Así, en algunas asociaciones de insectos, aparecen efectos globales distintos de aquellos derivados de la suma de los comportamientos individuales, y son los denominados fenómenos complejos. Javier Macía Santamaría escribió: “Tradicionalmente, el desconocimiento del origen de las leyes que gobiernan el mundo natural nos ha llevado a creer en la existencia de un orden superior que escapa a nuestra comprensión. Una divinidad u otros conceptos semejantes han sido frecuentemente el recurso más sencillo para dar explicación a aquello que aparentemente es inexplicable y aceptar resignadamente aquello que no podemos controlar”.

“Llegar a comprender y aceptar que la enorme complejidad de la naturaleza puede ser, en muchas ocasiones, fruto de unas leyes muy simples, tampoco parece algo muy intuitivo. En el fondo, que tengamos dificultades para entenderlo no significa que no sea sencillo. Quizá lo que hace falta es cambiar el modo de pensar”.

“Se entiende por sistema complejo no un sistema complicado, sino uno formado por múltiples partes que interaccionan entre sí. A consecuencia de ello emergen comportamientos o propiedades que no pueden ser explicados como la suma de las características de cada una de las partes. En otras palabras, un sistema complejo es más que la suma de sus partes” (De “De la simplicidad a la complejidad”-RBA Coleccionables SA-Navarra 2016).

Los fenómenos químicos, como también aquellos en que interviene la luz y que forman parte de nuestra vida cotidiana, pueden ser descriptos como efectos de la interacción de tres partículas fundamentales: electrón, positrón y fotón. Si bien esta aparente simplicidad está vinculada a fenómenos atómicos poco o nada intuitivos, al menos es posible encontrar reglas simples que sustentan todo el complejo mundo que observamos a diario. Sheldon L. Glashow escribió: “Hay seis procesos fundamentales por los que electrones, positrones y fotones pueden interaccionar entre sí: Electrón emite fotón. Electrón absorbe fotón. Electrón y positrón se aniquilan. Positrón emite fotón. Positrón absorbe fotón. Fotón produce electrón y positrón”.

Todos estos procesos elementales pueden graficarse a partir de un solo diagrama constituido por tres líneas que concurren a un punto central, y que representan a cada una de las tres partículas mencionadas. Este diagrama representa el “acto fundamental” de la electrodinámica cuántica (QED). “Electrones, positrones y fotones interaccionan de modo no trivial mediante iteraciones del acto fundamental…. La QED es un paradigma para la construcción de teorías más ambiciosas, relacionadas con otras partículas y otras fuerzas” (De “Interacciones”-Tusquets Editores SA-Barcelona 1994).

La palabra “iteración” implica una reiterada y sucesiva aplicación de reglas simples; proceso que genera la complejidad emergente posterior. Este proceso también aparece en algunas colonias de insectos, como las termitas. Macía Santamaría escribió al respecto: “Los termiteros, el hogar donde habitan las termitas, son estructuras arquitectónicas de una altísima complejidad, con un diseño óptimo en muchos aspectos, como por ejemplo los sistemas de ventilación. No obstante, no parece razonable pensar en la existencia de termitas ingenieras capaces de diseñar de forma racional estas maravillas de la arquitectura. ¿Cómo se organizan unos individuos que apenas superan los dos centímetros de longitud para levantar estructuras de hasta seis metros de altura?”.

“Ningún individuo dentro o fuera de la comunidad de termitas organiza el trabajo ni toma las decisiones. Al contrario, la organización emerge de forma espontánea. Las termitas interaccionan o se comunican a nivel local con las termitas que tienen más cerca. Fruto de esta interacción local emerge un orden global. Ciertamente resulta difícil de entender desde un punto de vista racional cómo un conjunto de individuos puede organizarse para abordar una tarea de enorme complejidad sin una dirección bien definida, pero parece que es así”.

“Los sistemas autoorganizados presentan muchas e interesantes propiedades, pero sobre todas ellas destaca el hecho de que la organización resultante está completamente descentralizada o distribuida entre todos los componentes del sistema. Esto es algo totalmente alejado de la forma habitual de organización colectiva en el hombre, basada en el establecimiento de unas jerarquías sociales, laborales, etc., muy definidas. Este tipo de organización descentralizada resulta muy robusta y eficiente, y es capaz de sobrevivir, autorrepararse y adaptarse a cambios del entorno”.

El proceso básico de la economía, el mercado, es también un sistema complejo autorregulado que surge de reglas simples. Podemos describir estas reglas de la siguiente forma: Todos los integrantes de la sociedad producen bienes y servicios para intercambiar con otros. Si advierten que la producción puede sobrepasar la demanda, tratan de producir otros distintos. Intercambian sus productos en forma voluntaria y sólo si se benefician ambas partes en el intercambio.

Al aplicar estas reglas en forma iterativa, se produce una economía eficiente. Adviértase que debe existir una previa adaptación de los integrantes de la sociedad a estas reglas, por cuanto algunos pretenden vivir a costa del trabajo ajeno mediante el robo, o a través de la redistribución que produce el Estado previa confiscación de una parte de lo producido por el sector que trabaja. Mientras que los sectores liberales abogan por una mejor adaptación de la sociedad a las reglas básicas mencionadas, el sector socialista niega la existencia de sistemas autoorganizados, aduciendo que el mercado es una “economía caótica” por lo que debería ser organizada desde el Estado.

Ante la existencia del proceso del mercado, el sector liberal sugiere la no intervención del Estado en el sentido de no destruir el orden espontáneo que generan las decisiones individuales, mientras que propone la intervención estatal para asegurar la vigencia del sistema autoorganizado, esto es, amparar la libertad individual de producir e intercambiar de manera libre, con la posibilidad de que cada integrante de la sociedad corrija sus decisiones inadecuadas.

También Internet es un sistema autoorganizado que se ha ido formando mediante la libre determinación de los participantes, tal la de intercambiar información con quienes desean. “Tal y como la conocemos ahora, Internet no es un sistema resultante de una planificación racional, sino que ha emergido y, esencialmente, se ha autoorganizado de forma no supervisada”. “Desde el momento en que esta red dejó de ser un proyecto con protección estatal y se hizo accesible a todo el mundo, nadie la ha dirigido. Internet ha evolucionado de forma autónoma hasta ser lo que es hoy en día. La actual organización de Internet y sus reglas de funcionamiento han emergido fruto de las interacciones y aportaciones de las empresas proveedoras de servicios y de los millones de usuarios sin una planificación global previa. Nadie tiene el control ni la visión global de esta gigantesca red ni, por supuesto, controla su evolución” (“De la simplicidad a la complejidad”).

La sociedad, por otra parte, puede organizarse en forma espontánea sin necesidad de un Estado que ordene objetivos colectivos. Ello se debe a que puede describirse al hombre en base a una actitud característica, por la cual responde de manera semejante en iguales circunstancias. Tal respuesta característica está orientada por dos tendencias extremas: cooperación y competencia. La búsqueda de la cooperación y una competencia orientada a cooperar más que los demás, hará innecesario todo gobierno del hombre sobre el hombre e incluso de la necesidad de un Dios que intervenga para subsanar los errores que cometemos a diario.

Tanto la religión, como la filosofía y las ciencias sociales, deben apuntar a corregir nuestra actitud predominante para que los sistemas autorregulados que conformamos puedan funcionar con eficacia. De ahí que los problemas individuales y sociales deben ser solucionados, no abandonando el orden natural espontáneo que surge del hombre actuando en libertad, sino corrigiendo nuestras actitudes erróneas consistentes en alejarnos de la cooperación y convirtiendo la competencia en una actividad destructiva del orden social, o no haciendo nada (negligencia).

Si actitudes tales como la envidia y la burla, que constituyen el odio, tienen un castigo cercano, inmediato y permanente, que surge de quien las posee, mientras que las actitudes de cooperación favorecen la felicidad, no hace falta un Dios que intervenga en nuestra vida cotidiana estableciendo cierta justicia divina, por cuanto ya existe una justicia natural, al menos en la distribución de premios y castigos asociados a nuestra conducta (quedando fuera de este proceso los hechos fortuitos o accidentales).

Otro de los procesos iterativos, que puede también ser descrito como un sistema realimentado, es la evolución por selección natural, que puede sintetizarse aproximadamente como:

Evolución = Mutaciones + Selección natural

Se considera la evolución biológica como “la forma simple de crear cosas complejas”. Charles Darwin escribió: “No es el más fuerte ni el más inteligente el que sobrevive, sino el más capaz de adaptarse a los cambios”.

También la ciencia experimental emplea el método de “prueba y error”, ya que, en lugar de ser la selección natural la que descarta las variaciones genéticas que impiden que su portador se adapte al medio, es la experimentación la que descarta las hipótesis que no se adaptan a la realidad:

Ciencia experimental = Hipótesis + Experimentación

Murray Gell-Mann escribió: “La empresa científica humana constituye una hermosa ilustración del concepto de sistema complejo adaptativo. Los esquemas son en este caso teorías, y lo que tiene lugar en el mundo real es la confrontación entre la teoría y la observación. Las nuevas teorías tienen que competir con las ya existentes, en parte en cuanto a coherencia y generalidad, pero en último término en cuanto a su capacidad de explicar observaciones existentes y predecir correctamente otras nuevas” (De “El quark y el jaguar”-Tusquets Editores SA-Barcelona 1995).

Mientras que el liberalismo propone adaptarnos a las reglas del juego que nos impone la naturaleza, el marxismo propone adaptarnos a las leyes de Marx y el Islam a las leyes de Mahoma, por lo cual no se vislumbra que los conflictos ideológicos y violentos vayan a finalizar próximamente, por cuanto las evidencias son negadas por quienes sostienen sus posturas en base a creencias. El cristianismo, por otra parte, interpretado como una religión natural resulta compatible con los procesos que nos impone el orden natural.

viernes, 15 de septiembre de 2017

El totalitarismo en el pensamiento latinoamericano del siglo XIX

En el siglo XIX, luego de la emancipación de las diversas colonias latinoamericanas, no son pocos los políticos y militares que promueven un gobierno centralizado como la mejor solución política para la época. Ello significaba reemplazar la autoridad absoluta de la monarquía española por una autoridad similar, pero surgida en los propios países independizados; siendo la postura que varios autores atribuyen a Simón Bolívar.

Es oportuno y necesario establecer que los diversos gobernantes deben ser calificados en función de la forma de acceder al poder y por la forma de ejercer la administración pública, por lo cual la preferencia de un gobernante por un sistema de gobierno centralizado, no asegura que necesariamente vaya a ser un mal gobernante, o que por ser elegido por el voto popular vaya a ser uno bueno. Recordemos que tiranos como Adolf Hitler, Juan D. Perón y Hugo Chávez, accedieron al poder mediante un masivo apoyo popular.

También debe distinguirse entre gobiernos totalitarios en lo político, pero democráticos en lo económico, de aquellos democráticos en lo político y totalitarios en lo económico, siendo éste posiblemente el peor de los casos. Teniendo presentes las catástrofes sociales promovidas por los totalitarismos durante el siglo XX, queda la democracia como el mejor sistema, o el menos malo, por cuanto ofrece una mayor seguridad para el ciudadano común, ya que siempre queda la posibilidad de cambiar de gobernante en caso de mala gestión. Por el contrario, los gobiernos totalitarios pueden resultar eficaces en ciertos casos, aunque en otros pueden llegar a ser catastróficos, dependiendo de quién ejerza el poder.

Aun cuando en Simón Bolívar puedan reconocerse muchos méritos, la forma de gobierno que proponía no es la mejor opción para el siglo XXI. Justamente, al seguir algunas de las ideas bolivarianas, tiranos como Nicolás Maduro justifican su mando centralizado aduciendo cierta legitimidad brindada por el pensamiento político, posiblemente predominante en el siglo XIX. Jacques Bainville escribió: “Después de gobernar algún tiempo el Perú como dictador, volvió Bolívar a Colombia. Se sospechaba que quería instaurar en su favor la monarquía, lo que le acarreaba numerosas enemistades y le obligaba a hablar frecuentemente en público de «el horror» que le inspiraba el poder supremo”.

“En todo caso deseaba vivamente constituir una asamblea de Estados Suramericanos o por lo menos crear un organismo común a fin de proteger más activamente las nuevas independencias. Abrió en 1826, en Panamá, un gran congreso que a nada condujo. El verdadero designio de Bolívar era sin duda reunir a Colombia, el Perú, Bolivia, la Argentina y Chile, en una inmensa República de la que él hubiese sido el jefe y que habría tomado el nombre de Estados Unidos del Sur”.

“El ministro de Negocios Extranjeros del Perú adivinó el proyecto. Paéz, que ejercía el mando militar de Venezuela, maniobró contra Bolívar. El Congreso panamericano fracasó y comenzó la desconfianza. El Perú desechó la constitución bolivariana, Bolivia que por gratitud había tomado el nombre del Libertador se desembarazó de ella igualmente. Una conjuración estuvo a punto de arrebatarle a Colombia. Acabó por alejarse y murió el 17 de diciembre de 1830, agobiado por la amargura y las penas, no sin haber visto a Colombia dividirse en tres Estados: Colombia, Venezuela y Ecuador”.

“Se ha hecho de Bolívar el símbolo del estadista republicano, cuando es evidente que soñó toda su vida con una dictadura imperial que se extendiera sobre vastas tierras. Se lo ha pintado como un pensador humanitario amamantado por los filósofos del siglo XVIII, cuando era un hombre áspero y violento que no retrocedía ante ejecución o acto sanguinario alguno. Y sin embargo este violento era también, es muy cierto, un hombre tierno en su vida privada y capaz de bondad y caridad en su vida pública” (De “Los dictadores”-Editorial Juventud Argentina-Buenos Aires 1938).

Recordemos que la anarquía imperante en muchos países sudamericanos justificaba en ciertas circunstancias un gobierno firme, como fue el de Juan Manuel de Rosas, si bien la división que promovió en la población, entre adeptos y enemigos, en nada favoreció la pacificación esperada. Bainville agrega: “Hoy comienza a comprenderse que el dictador colombiano era ante todo un positivista, un realista. Ha escrito duras frases respecto a los códigos «fabricados por dulces visionarios que, imaginando repúblicas etéreas, han querido elevarse a la perfección política presuponiendo la perfectibilidad del género humano». A pesar de sus declaraciones republicanas era todo lo opuesto que se puede ser a la democracia y la definía como un estado de cosas «tan débil que el menor tropiezo la trastorna y la arruina»”.

“Podría sacarse de sus pensamientos una severa requisitoria contra el gobierno parlamentario:

«Nunca ha de olvidarse que la excelencia de un gobierno no consiste en su teoría sino en que sea apropiado a la naturaleza y al carácter de la nación para la cual está instituido».
«No hay que dejar todo al azar y a la ventura de las elecciones: el pueblo se engaña más fácilmente que la naturaleza perfeccionada por la educación».
«Los gritos del género humano en los campos de batalla y en las asambleas tumultuosas, son testimonios elevados al cielo contra los legisladores desconsiderados que se figuran que puede hacerse impunemente ensayos de constituciones quiméricas».
«El gobierno democrático absoluto es tan tiránico como el despotismo».

“Así Bolívar, con su realismo político, se indignó siempre de ver a los Estados de la América del Sur adoptar constituciones hechas, fundadas en la abstracción y que de ningún modo habían sido creadas para ellos. Lo que hubiese querido, lo que los escritores de América latina han llamado la teoría bolivariana, es el sistema de un partidario de «la herencia sociocrática» al modo de Auguste Comte, antes de Auguste Comte. Habría querido, inspirándose sin duda en la costumbre de los Antoninos en Roma, que a la cabeza de cada una de las Repúblicas que había fundado hubiese un presidente vitalicio, el cual nombraba su sucesor. De esta manera pensaba conciliar el poder absoluto y la duración, patrimonio de las monarquías hereditarias, prescindiendo de la herencia”.

Algunos analistas políticos coinciden con lo hasta aquí mencionado. Armando Ribas escribió al respecto: “«Simón Bolívar fue el primer dictador en América». Esa fue la observación de Domingo Faustino Sarmiento, una de las mentes más privilegiadas en la lucha por la libertad en el conteniente y por supuesto en la Argentina. Y he dicho por la libertad y no por la independencia, en tanto Bolívar a mi juicio tenía confundidos ambos conceptos. Vale recordar a Alberdi al respecto: «La patria es libre cuando no depende del extranjero, pero el individuo carece de libertad en cuanto depende del Estado de un modo omnímodo y absoluto». Y este es el proceso iniciado en Venezuela por Bolívar, como vamos a ver en las siguientes declaraciones”.

“En primer lugar dijo: «En América debe gobernar un monarca con el nombre de presidente». Para llegar a esa conclusión en una carta al Gobernador de Barinas escribió: «Jamás la división del poder ha establecido y perpetuado gobiernos, sólo su concentración ha infundido respeto para una nación, y yo no he liberado a Venezuela sino para realizar este mismo sistema». Creo que está claro que esa es la intención de Maduro con la instalación de la nueva corte”.

“Siguiendo su pensamiento en el Discurso ante el Congreso de Angostura dijo: «En las repúblicas el ejecutivo debe ser el más fuerte…sino se ponen al alcance del ejecutivo todos los medios que una justa atribución le señala, cae inevitablemente en la nulidad o en su propio abuso…La libertad indefinida, la democracia absoluta, son los escollos en que han ido a estrellarse todas las esperanzas republicanas». Conciente de esa filosofía siguió diciendo: «Pisístrato usurpador y tirano fue más saludable a Atenas, y Pericles aunque también fue usurpador, fue el más útil ciudadano»”.

“Creo que tomando en cuenta las anteriores manifestaciones Bolívar estaría amparando a Maduro hoy en Venezuela. Y asimismo es evidente que esos principios son la antitesis del pensamiento de Alberdi y Sarmiento que a partir de la Constitución de 1853-60 proyectaron a la Argentina por las cimas de la historia. En primer lugar vale recordar un pensamiento de Alberdi cuando dijo: «¿Cuál es la índole y condición de la libertad latina? Es la libertad de todos refundida y consolidada en una sola libertad colectiva y solidaria de cuyo ejercicio exclusivo está encargado un libre Emperador o un Zar libertador. Es la libertad del país personificada en su gobierno, y su gobierno todo entero personificado en un hombre». Me atrevería a pensar que se estaba refiriendo a Bolívar” (De https://prensarepublicana.com/author/armandoribas/ )

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Universalidad como requisito de la religión

Algunos físicos consideran que, si tuviesen que sintetizar en pocas palabras el conocimiento adquirido por la humanidad, dirían que todo lo conocido está constituido por átomos. Otros consideran que el conocimiento más importante implica el descubrimiento de la existencia de una secuencia de complejidad creciente que comienza con las partículas elementales, que conforman a los átomos, éstos a las moléculas, luego las células, organismos, seres vivientes, hasta llegar a la vida inteligente.

Otra conclusión, no menos importante, que surge de la actual visión ofrecida por la ciencia experimental, implica que todo lo existente está regido por leyes naturales invariantes, es decir, invariantes respecto tanto del espacio como del tiempo. Ello significa que no existe rincón del universo en que la materia-energía tenga un comportamiento esencialmente caótico, ya que tanto el azar como el caos observados en algunos fenómenos naturales están asociados a alguna forma de ley natural subyacente. Y lo que es más importante, nuestra propia mente y nuestro comportamiento social responden a ciertos procesos mentales, adquiridos a través de la evolución, y que también son regidos por alguna forma de ley natural.

La ley natural se define como el vínculo invariante entre causas y efectos. Una imagen mejor la da el concepto de función matemática, en la cual se observa la forma precisa en que se vinculan dos o más variables numéricas utilizadas en la descripción de fenómenos naturales cuantificables.

Si las leyes naturales no son interrumpidas ni alteradas por una divinidad que interviene en los sucesos cotidianos, encontramos una equivalencia entre ciencia experimental y religión natural. Desde la ciencia se considera que la principal tarea humana consiste en describir leyes naturales para luego adaptarnos a ellas (mediante el proceso de adaptación cultural al orden natural), mientras que, desde la religión natural, se interpreta este proceso como una adaptación del hombre a las leyes de Dios, siendo la forma óptima de acatar la voluntad implícita subyacente a tales leyes. Al identificar ley natural con ley de Dios, se produce la fusión entre ciencia experimental y religión natural.

Debido a que todos los hombres estamos regidos por leyes similares, que son las estudiadas por las humanidades y las ciencias sociales, se advierte la validez universal de la ciencia experimental, es decir, sus resultados tienen validez para todo ser humano que habita el planeta. Que estemos regidos por idénticas leyes naturales, no significa que seamos exactamente iguales, ya que estamos en un caso similar al de las partidas de ajedrez, todas distintas entre sí, que son regidas por las reglas conocidas de ese juego.

Como toda religión concluye con una sugerencia respecto a la actitud ética que debemos adoptar, tal sugerencia o mandamiento ha de tener igual validez para todos los hombres. De ahí que la religión natural “hereda” la universalidad de la ciencia experimental. Y para que exista una verdadera religión, definida como “la unión de los adeptos”, debe tener igual validez para todos los hombres, y no tan sólo una validez individual o sectorial; tal como ocurre en la actualidad con la mayoría de las “religiones”, que no unen a los hombres sino que los dividen, constituyendo verdaderas irreligiones.

Las divisiones entre los hombres se deben a que las creencias religiones predominantes poco se basan en la ley natural, o leyes de Dios, sino en versiones indirectas establecidas en los libros sagrados. No acatar las leyes de Dios implica una concreta rebelión contra el ente creador, o contra la naturaleza, actitud muy poco religiosa. Por ello puede decirse que los conflictos entre los seguidores de distintas religiones son las consecuencias inevitables de la ignorancia, el desconocimiento o alejamiento del hombre de la ley natural.

Resulta fácil advertir que algunas religiones están dirigidas a monjes y no al ciudadano corriente. Otras promueven la violencia entre adeptos e infieles. Algunas están dirigidas al sector cuya postura filosófica coincide con la predominante en tal religión, distinguiendo entre creyentes en un orden sobrenatural y no creyentes en dicho orden. En cuestiones éticas lo importante es la actitud que debe predominar en todo individuo de manera de poder elegir una de las dos tendencias que orientan las acciones humanas: cooperación y competencia. En esto radica esencialmente el mandamiento del amor al prójimo, que tiene como fundamento el fenómeno de la empatía, por el cual disponemos de la posibilidad de ubicarnos en el lugar de otro para así poder sentir lo que el otro siente. Tal mandamiento cristiano puede interpretarse como “compartirás las penas y las alegrías ajenas como propias”, como tendencia a adoptar.

La dificultad que implica tal mandamiento no radica en su comprensión, sino en su puesta en práctica. Si bien es imposible llegar a compartir las penas y las alegrías de todos los seres humanos, lo importante consiste en ser conscientes de esa meta, ya que con ello se podrá mejorar moralmente a todo individuo y luego a la sociedad. Una sociedad que funciona aceptablemente no requiere de seres excepcionales sino de personas normales que apunten hacia cierto mejoramiento personal.

En cuanto al mandamiento del amor a Dios, desde la religión natural se lo interpreta como el “amor intelectual de Dios” surgido de Baruch de Spinoza, quien identifica a Dios con las leyes naturales que conforman el orden natural, o mejor aun, con la voluntad implícita en dicho orden.

Es posible, según lo visto, reinterpretar al cristianismo compatibilizándolo con el conocimiento y la visión que surge de la ciencia experimental, sin necesidad de hacerle cambios significativos. Recordemos que Cristo expresó: “El Reino de Dios está dentro de vosotros”, lo que puede asociarse a la preponderancia de nuestra actitud y de nuestras acciones en lugar de la actitud y las acciones que se le reclaman a un Dios con atributos humanos. Cuando se centra la atención en un Dios benefactor, y no en las propias acciones individuales, se está cerca de adoptar una postura similar a la de los antiguos paganos.

Quien ha vivido toda una vida sin haber nunca contemplado un acontecimiento que sólo pueda explicarse como una intervención divina, con una interrupción de la ley natural, y que sólo observó unos pocos acontecimientos con muy pocas probabilidades de ocurrencia, no tiene la mente preparada para pensar en un Dios que está interviniendo en forma permanente en nuestra vida cotidiana. Por el contrario, muchos creen que la virtud religiosa proviene de la virtud filosófica materializada en la creencia en un Dios que interviene en forma permanente en nuestro mundo. De esa manera eluden la necesidad de cumplir con el “Amarás al prójimo como a ti mismo”, el cual es revestido con extraños y oscuros significados con que se lo mutila, anulándose simultáneamente el fundamento de la ética cristiana; esencialmente la ética natural.

Algunos autores advierten la incompatibilidad de las ideas religiosas vigentes en épocas pasadas con la mentalidad que va surgiendo luego de los descubrimientos de Copérnico, Darwin y Hubble. Cuando el astrónomo polaco establece el modelo heliocéntrico, comienza a advertirse que la Tierra no es el centro del universo, como lugar adecuado para el “Dios hecho hombre”. Cuando el naturalista británico establece la descripción de un proceso creador indirecto, de todo lo viviente, se advierte que la Biblia es un libro que nos informa sobre cuestiones éticas, y no sobre cuestiones científicas. De ahí la expresión de Galileo de que la Biblia “nos indica cómo llegar al cielo y no cómo está hecho el cielo”. Finalmente, con el descubrimiento de la expansión de las galaxias, por parte del astrónomo norteamericano mencionado, el hombre recibe el impacto psicológico de que nuestro planeta, e incluso nuestro Sol, son como diminutas partículas perdidas en la inmensidad del cosmos.

La grandeza del hombre, sin embargo, no debe buscarse en nuestro tamaño relativo, sino en nuestro atributo de ser capaces de descubrir, procesar y transmitir información acerca del mundo en el que estamos inmersos. Arthur Koestler escribió: “En el curso del siglo XVII, las guerras religiosas quedaron postergadas en el espíritu de los pueblos por la aparición de dos factores, aparentemente no relacionados entre sí: el despertar de la conciencia nacional y el nacimiento de una nueva filosofía. Esta última, basada en los descubrimientos de Copérnico, Galileo y Kepler, fue penetrando gradualmente en capas cada vez más extensas del pensamiento popular”.

“Si la Tierra ya no estaba firmemente plantada por Dios en el centro de su universo, y era tan sólo un pequeño planeta lanzado a través del espacio, la fe religiosa, aunque sobrevivió, ya no podía seguir dominando el interés exclusivo del hombre. El cielo que le rodeaba seguía siendo el mismo, pero el objetivo de su mirada había cambiado radicalmente desde que aprendió que las estrellas fijas del firmamento no bailaban a su alrededor, como rindiéndole un homenaje, sino que hacían guiños con ironía indiferente a la minúscula criatura instalada en esta bala de cañón que giraba sobre sí misma”.

“Las consecuencias de esta transición del «destino desde arriba» al «destino desde abajo» fueron evidenciándose gradualmente. Antes de producirse la transición, las diversas religiones habían suministrado al hombre explicaciones que le servían para dar significación a todo lo que le sucedía, en el sentido más amplio de una causalidad y de una justicia trascendentales”.

“Las respuestas del pasado habían sido variadas, contradictorias, primitivas, supersticiosas o comoquiera llamárselas; pero habían sido firmes, definitivas e imperativas. Por lo menos durante una época y para una cultura determinadas, satisficieron la necesidad que sentía el hombre de encontrar confianza y protección en un mundo cruel e insondable, y guía de sus perplejidades”. “En una palabra, las antiguas explicaciones, con toda su arbitrariedad y sus embrollos, respondían a las preguntas acerca del «significado de la vida», mientras que las nuevas, con toda precisión, hacían que la pregunta misma sobre esa significación careciese de significado”.

“La religión no ha muerto, ni ha sido soterrada por la nueva filosofía. Ha quedado sencillamente relegada en un compartimiento estanco de la mente, que se ha precintado para evitar que entre en contacto con el razonamiento lógico. La incompatibilidad entre las dos mitades en que quedó dividida la mente se ha ido atenuando, gracias a las habilidades diplomáticas de las iglesias para apaciguar a la ciencia, y a la resistencia psicológica de los creyentes a admitir su fisura. Pero, a pesar de esos parachoques mentales, la religión ha perdido gradualmente su poder, se ha hecho quebradiza y fragmentaria” (De “Expresión del pensamiento contemporáneo” de Ignacio Iglesias (compilador)-Editorial Sur SA-Buenos Aires 1965).

La tradición teísta, que imperaba en el sector occidental hace unos siglos atrás, ha ido cediendo lugar al ateísmo, al nihilismo y a religiones paganas, sectores con objetivos de dominación antes que de liberación del hombre. De ahí que la religión natural sea la mejor (o única) alternativa que ofrece esta época por cuanto compatibiliza, de una vez por todas, ciencia y religión.

martes, 12 de septiembre de 2017

Desigualdad en la riqueza vs. Igualdad en la pobreza

Mientras que el capitalismo, buscando la igualdad en la riqueza, genera en su camino bastante desigualdad, el socialismo, buscando una igualdad en la pobreza, genera también en su camino bastante desigualdad, es decir, en una sociedad capitalista se habla de individuos desigualmente ricos, mientras que en el socialismo se habla de individuos desigualmente pobres. En estos casos se hace referencia a las ideas prevalecientes tanto en el sector liberal como en el sector socialista.

En épocas de Mao-Tse-Tung, predominaba en China la “pobreza igualitaria”, mientras que, bajo la actual conducción, y como resultado de la adopción de la economía de mercado, se ha logrado liberar de la pobreza a cientos de millones de chinos, a la vez que otro tanto todavía no logra salir del todo de esa situación. Desde el punto de vista liberal, se ha logrado un progreso por cuanto son menos los que padecen la incomodidad o el sufrimiento de la pobreza, mientras que desde el punto de vista socialista, se ha producido un retroceso, por cuanto ha aumentado la “desigualdad social”.

La postura liberal promueve el progreso social a partir de una educación orientada, no sólo al logro de metas culturales, sino también asociada a una capacitación favorable a la formación de capital humano, la mentalidad socialista está orientada más a buscar la redistribución de lo que ya se ha producido. En el primer caso se apunta a una desigualdad momentánea e insalvable en el nivel de riqueza, mientras que en el segundo caso se apunta a una igualdad esencial en la pobreza.

Al menos este último criterio es el que ha prevalecido en la Cuba de los Castro, en donde sólo disfrutan de cierta tranquilidad económica quienes tienen “fe” (familiares en el exterior). La desigualdad favorecida por tales ayudas es mal vista por las autoridades a pesar de que ingresan a Cuba desde el exterior, enviados por familiares de cubanos, unos 2.000 millones de dólares anuales (menos de la mitad de los 5.000 millones de dólares que enviaba la ex-Unión Soviética como pago al Gobierno cubano por la labor de expandir el Imperio Soviético en el resto de Latinoamérica). En un informe establecido por Consejeros Europeos, se expresa lo siguiente: “Para el Gobierno cubano, las remesas familiares son tanto una bendición como una maldición. Los ingresos que traen apoyan en gran medida las finanzas públicas. Sin embargo, las remesas constituyen uno de los problemas de raíz que enfrenta el Gobierno porque, junto al autoempleo, crean dos diferentes clases de cubanos: los que tienen acceso a moneda dura o altos ingresos, y los que no lo tienen”.

“Para un sistema donde la igualdad es un dogma central de su ideología, las remesas representan un gran problema. Como prohibir las remesas sin ser capaz de ofrecer una alternativa por medios o salarios más altos sería impopular, e igualmente es algo difícil de impedir [por las «mulas» o correos que viajan a la isla como si fueran turistas], la política más probable será la continua y gradual erosión del poder adquisitivo de la moneda extranjera en manos de los cubanos, particularmente los dólares estadounidenses, a favor del peso cubano” (De “Los funerales de Castro” de Vicente Botín-Editorial Ariel SA-Barcelona 2009).

Para impedir la desigualdad mencionada, el Gobierno desalienta el envío de dólares mediante impuestos que llegan al 20% del valor enviado. Además, confisca gran parte de los salarios de los cubanos que el Estado alquila a empresas privadas residentes en Cuba o a otros Estados. Vicente Botín escribe al respecto: “La erosión no sólo afectó a los que tienen fe (familiares en el extranjero), sino a todos los que ocasionalmente reciben un salario en moneda extranjera, como los médicos, maestros y otros profesionales enviados por el Gobierno a «misiones» en el exterior. A todos ellos se les aplica un «impuesto revolucionario», como a los trabajadores que se desempeñan en empresas foráneas radicadas en Cuba. Durante el tiempo que dura su trabajo fuera del país, cada profesional sigue cobrando íntegro su salario en pesos cubanos, pero sólo recibe una parte de los dólares que el Gobierno cubano ha pactado por el «alquiler» de sus servicios; el resto va a parar a las arcas del Estado”.

“Los miles de médicos desplazados a Venezuela para trabajar en la Operación Barrio Adentro perciben tan sólo el equivalente en bolívares a 200 dólares mensuales cada uno. El resto del salario, unos 2.000 dólares al mes, lo cobra el Gobierno cubano en especie, es decir, en petróleo”.

“Los más de 2.500 médicos enviados a Pakistán después del terremoto de octubre de 2005, recibieron a su regreso a Cuba 150 dólares cada uno como recompensa, después de realizar durante meses su trabajo en condiciones de extrema dureza”.

Mientras que el socialista justifica su misión en este mundo como combatiente contra la explotación capitalista, a la vez considera que la explotación laboral realizada por el Estado implica una justa tarea ennoblecedora del ciudadano de la sociedad colectivista. “La cantidad que recibieron fue muy pequeña, pero grande fue el honor que les dispensó Francisco Soberón Valdés, ministro presidente del Banco Central de Cuba, gran aficionado a las metáforas, como toda la nomenclatura cubana: «Para ser dignos de este pueblo, al que la Revolución ha llevado tan alto como el pico del Everest, no sólo en términos metafóricos sino con la presencia de nuestros excelentes y abnegados médicos en la cordillera del Himalaya, todos los que tenemos responsabilidades en la conducción de la economía del país debemos lograr el objetivo que se ha convertido en la piedra angular de la lucha que libra sin descansar un instante el compañero Fidel: la fórmula de distribución socialista con arreglo al trabajo»”.

Cuando en una sociedad existe una muy limitada cantidad de empresas, no puede decirse que constituya una economía de mercado por cuanto no existe competencia alguna. Esta ausencia crea las condiciones favorables para la explotación laboral. Por el contrario, cuando existen muchas empresas, cada una debe cuidar su capital humano para no perderlo, reduciéndose las posibilidades de tal explotación. En el caso del socialismo, al haber una sola empresa, el Estado, y al no haber posibilidad de competencia, se crean las condiciones favorables para la explotación laboral, tal como necesariamente sucede. Arnaldo Pedrosa D’Horta escribió: “No nos contentaría una solución que, eliminando al capitalismo privado, fuese a resultar una forma superior de explotación del trabajador: el capitalismo de Estado. No queremos derrumbar las bastillas de mil propietarios, comerciantes, banqueros e industriales para con sus despojos construir una superbastilla en la que un Estado autocrático sea el nuevo esclavizador del hombre” (De “Examen del comunismo”-Editorial Antloy-Buenos Aires 1957).

En la “sociedad sin clases” cubana, existe una división notable (“apartheid económico”) por cuanto existen dos tipos de moneda; los pesos cubanos, que no son convertibles, y los pesos convertibles. Los trabajadores de menores ingresos reciben los pesos cubanos mientras que los dirigentes y empleados especializados reciben los pesos convertibles, Este sistema nos retrotrae a épocas en que los monopolios empresariales pagaban el salario de sus trabajadores con bonos emitidos por la misma empresa para obligar a gastarlos en los comercios pertenecientes a las propias empresas. Botín escribe al respecto: “El problema es que los cubanos no se sienten en absoluto dueños de las riquezas del país y protestan, a su modo, por los bajos salarios que reciben del Estado-patrón, al aplicar al pie de la letra este dicho popular: «El Gobierno hace como que nos paga y nosotros hacemos como que trabajamos»”.

“Los productos de la ‘libreta’ son una limosna que el Estado, único empleador, ofrece a sus trabajadores, a los que paradójicamente brinda también la oportunidad de comprar todo tipo de alimentos y otros bienes de consumo importados, pero sólo si pueden pagarlos en pesos convertibles, una moneda que vale 24 veces más que el peso cubano con el que se pagan los salarios. Esta vergonzosa asimetría divide hoy a la población en dos categorías, los que tienen y los que no tienen pesos convertibles, una barrera que hace añicos el axioma de Fidel Castro repetido tantas veces de que «lo que se hace es darle más al pueblo y repartirlo mejor»”.

“Eso no es cierto. En Cuba hay una clara división de clases, de acuerdo con la capacidad económica de cada individuo, cuyo nivel de confort depende del dinero que posea. La Revolución ha abandonado su proyecto, si es que alguna vez lo tuvo, de construir una sociedad más justa, y ha condenado a los cubanos a una feroz lucha por la vida desde su fase más primitiva, la alimentación”.

Al igual que en toda Latinoamérica, todas las deficiencias y todos los errores cometidos, se atribuyen a la maldad del imperialismo yanqui, que en el caso cubano se materializa con el bloqueo económico, si bien existe intercambios comerciales con los EEUU. La ineficiencia socialista produjo retrocesos por cuanto, en épocas previas a la Revolución, Cuba exportaba alimentos, mientras que ahora los debe importar. “No es extraño que la mayoría de los productos que se consumen en la isla, especialmente los de la ‘libreta’, sean importados. Cuba importa el 84% de los alimentos que consume…Hace 50 años, la isla exportaba ganado vacuno en pié, vegetales, frutas, café y otros productos que hoy tiene que importar. La paradoja es que, a pesar del bloqueo y sus apéndices…el «imperio» se ha convertido en el quinto socio comercial de Cuba y el primer suministrador de alimentos y productos agrícolas a la isla”.

Luego del fracaso cubano, encubierto y transformado en éxito gracias a las mentiras que la intelectualidad internacional se encargó de difundir, se está llegando a una situación similar en Venezuela, que sigue los pasos que Cuba. Como el marxismo-leninismo se apoya en el odio contra la burguesía y contra todo lo que proviene de la civilización occidental, resulta difícil rebatir sus ideas por cuanto el odio les impide aceptar la más mínima evidencia en contra de sus creencias. Otros países podrán caer en el futuro si pocos se atreven a difundir la verdad sobre el socialismo.

De la misma manera en que un problema, en electrónica digital, puede resolverse de dos maneras (mediante el hardware, o circuiterío, o mediante el software, o programación) la envidia puede “solucionarse” mediante el trastorno masivo que implica el socialismo, o bien mediante la menos traumática solución propuesta por el cristianismo; la mejora ética individual.