domingo, 28 de noviembre de 2021

Pensar en base a individuos vs. Pensar en base a grupos

Existen dos formas extremas de establecer pensamientos asociados a la realidad social. En un caso adoptamos como referencia al individuo, con sus atributos particulares, siendo los grupos sociales considerados sólo como agrupamientos de individuos. En el otro caso extremo, adoptamos como referencia a los diversos grupos sociales, incluso considerando que el grupo es distinto, o algo más complejo que la suma de sus partes, es decir, como una entidad superior al individuo.

La Psicología social adopta como referencia al individuo asociándole cierta actitud característica. Luego "asciende" al grupo con la intención de asociarle una actitud predominante al conjunto. Por el contrario, la Sociología, a partir de los atributos de un grupo, busca "descender" a los individuos que lo integran, asociándoles por lo general los atributos grupales previamente observados.

Cuando esta última tendencia es aplicada por el individuo común, tiende a aparecer la "generalización fácil", que implica asociar a todo integrante de un grupo sus atributos más notables. Luego puede aparecer el fenómeno de la "discriminación social" si en el grupo se observan aspectos negativos en algunos de sus integrantes. La violencia posterior es la culminación del proceso. Amalio Blanco escribió: “La violencia se ha ejercido mucho más en nombre del «nosotros» que del «yo»; con elevada frecuencia se inserta dentro de una lógica intergrupal en la que las múltiples pertenencias a determinadas categorías sociales (pertenencia categorial) ocupan un lugar preferente” (De “Los cimientos de la violencia”-Mente y Cerebro-Prensa Científica SA-Jul/Ago 2011).

Mientras que la ética bíblica se asocia a los mandamientos dirigidos a cada individuo, incluso sin hacer distinción entre una ética individual y una ética social, las éticas grupales tienden a imponer metas sociales para que cada integrante se adapte a las mismas. Así, Cristo sugiere "buscar el Reino de Dios y su justicia" por cuanto "lo demás se dará por añadidura". Por el contrario, los ideólogos socialistas proponen expropiar los medios de producción o bien sus ganancias, por parte del Estado, considerando que "lo demás vendrá por añadidura".

Al ignorar completamente los atributos individuales, el socialismo promueve la adaptación individual a "las leyes de Marx" en lugar de proponer una adaptación al orden natural. De ahí aquella expresión de Alexander Solyenitsin cuando afirmaba que "allí donde se necesita un bisturí, los socialistas utilizan un hacha".

La generalización fácil es la base ideológica de los totalitarismos. Así, los nazis se refieren a "todos los judíos", los marxistas a "todos los burgueses", los islámicos a "todos los infieles", etc. Ello sugiere que, además de ser una forma cognitiva de observar y describir la realidad social, existe cierta predisposición a dividir a los grupos en buenos y malos, y a formar parte de los "buenos" y atacar o denigrar a los "malos" considerándolos como enemigos.

El "ciudadano del mundo", que no pertenece a ningún grupo en particular, razona en base a individuos y no en base a grupos. Por el contrario, el nacionalista, el adherente a una religión o el integrante de un partido político, tienden a actuar, no como integrantes de la humanidad, sino como miembros del subgrupo que utilizan para trascender en la vida o bien para beneficiarse de alguna manera debido a esa pertenencia.

El subgrupo es el punto de partida para la confrontación con otros subgrupos, mientras que la pertenencia a la humanidad es el punto de partida hacia la cooperación social, es decir, se entiende por sociedad a todo grupo de individuos en el cual predomina netamente la cooperación social.

Cotidianamente nos encontramos con integrantes de grupos quienes afirman, al menos implícitamente, su superioridad moral y la simultánea inferioridad de los ajenos a tales grupos. Así, el ecologista parece decir: "Nosotros los ecologistas defendemos el medio ambiente que el resto intenta destruir".
El protector de animales: "Nosotros protegemos a los animales de la perversidad o desinterés del resto de la sociedad".
El socialista: "Nosotros defendemos al trabajador de la maldad y del egoísmo empresarial y burgués".
El nazi: "Nosotros defendemos la civilización aria mientras que los judíos intentan destruirla".

El mal triunfa sobre el bien, en algunas épocas y lugares, por cuanto la unión hace la fuerza. En este caso, la unión existente en los subgrupos tiende a imponerse sobre los individuos aislados, que son los ciudadanos del mundo. Ello se debe a la ausencia de una ideología de adaptación que resulte convincente para formar el gran grupo de la humanidad.

sábado, 27 de noviembre de 2021

Javier Milei, una píldora demasiado grande para timoratos

Por Alberto Benegas Lynch (h)

Un breve decálogo sobre las posiciones que representa su partido

Los argentinos desde hace décadas venimos transitando épocas muy difíciles rayanas en la peligrosidad extrema. Los discursos políticos resultan anacrónicos y fracasados por donde se los mire. Todos padecen la situación pero de modo especial los más vulnerables. De un corto tiempo a esta parte irrumpe en el escenario político Javier Milei con un discurso a contracorriente de lugares comunes y propone nada más y nada menos que la libertad con una profundidad no vista en los últimos largos tiempos en nuestro medio con lo que ha influido a mucha gente y corrido notablemente la parla de otros espacios políticos.

Milei reitera que ha venido “a despertar leones y no a guiar corderos”, que su presencia es transitoria y que lo relevante son las ideas y no las personas en cuyo contexto combate con vigor toda manifestación totalitaria y para contrarrestarlas formula propuestas que en esta nota periodística vamos a resumir a vuelo de pájaro; algunas pocas al efecto de ilustrar las posiciones que representa su partido. Lo hacemos en forma de decálogo.

Primero, el ambientalismo. De un tiempo a esta parte los socialismos se han agazapado en el llamado ambientalismo como una manera más eficaz de liquidar la propiedad privada: en lugar de decretar su abolición al estilo marxista, la tragedia de los comunes se patrocina con mayor efectividad cuando se recurre a los llamados “derechos difusos” y la “subjetividad plural” a través de lo cual se abre camino para que cualquiera pueda demandar el uso considerado inadecuado de lo que al momento pertenece a otro.

El fundador y primer CEO de Weather Channel, John Coleman, el premio Nobel en física, Ivar Giaever y el ex presidente de Greenpeace de Canadá, Patrick Moore, sostienen que el denominado ambientalismo se basa en un fraude en el sentido de tergiversación de estadísticas. El aumento en la temperatura en el planeta Tierra se ha elevado medio grado en el transcurso del último siglo y fue antes de que aparecieran los gases que fueron inyectados por los humanos en la atmósfera (principalmente dióxido de carbono). También apuntan que en la época de los dinosaurios, en la Tierra el nivel de dióxido de carbono era entre cinco y diez veces superior al actual lo cual contribuyó a la riqueza de la vegetación, épocas en las que la Tierra era a veces más calurosa y húmeda y otras de enfriamiento y sequedad.

Respecto a la preocupación por la extinción de especies animales. Por ejemplo, es cierto que muchas especies marítimas están en vías de extinción debido a la antes mencionada tragedia de los comunes. Esto hoy no sucede con las vacas, aunque no siempre fue así: en la época de la colonia, en buena parte de América Latina el ganado vacuno se estaba extinguiendo debido a que cualquiera que encontrara un animal podía matarlo, engullirlo y dejar el resto en el campo para las aves de rapiña. Lo mismo ocurría con los búfalos en Estados Unidos. Esto cambió cuando comenzó a utilizarse el descubrimiento tecnológico de la época: la marca, primero, y el alambrado luego que clarificaron los derechos de propiedad. Lo mismo ocurrió con los elefantes en Zimbabwe, donde, a partir de asignar derechos de propiedad de la manada se dejó de ametrallarlos en busca de marfil.

En cuanto al temor por la desaparición del agua, el premio Nobel en economía Vernon L. Smith escribe: “El agua se ha convertido en un bien cuya cantidad y calidad es demasiado importante como para dejarla en manos de las autoridades políticas”. El planeta está compuesto por agua en sus dos terceras partes, aunque la mayoría es salada o está bloqueada por los hielos. Sin embargo, hay una precipitación anual sobre tierra firme de 113.000 kilómetros cúbicos, de la que se evaporan 72.000. Eso deja un neto de 41.000, capaz de cubrir holgadamente las necesidades de toda la población mundial. Sin embargo, se producen millones de muertes por agua contaminada y escasez. Tal como ocurre en Camboya, Ruanda y Haití, eso se debe a la politización de la recolección, el procesamiento y la distribución del agua. En esos países la precipitación es varias veces superior a la de Australia, donde no tienen lugar esas políticas y en consecuencia no ocurren esas tragedias.

En otras palabras, con el argumento de cuidar la propiedad del planeta Tierra se liquida la institución de la propiedad vía las antedichas figuras lo cual daña gravemente al planeta.

Segundo, la banca central cuya política solo puede encaminarse en una de tres direcciones: expansión, contracción o dejar inalterada la base monetaria. Cualquiera de estos caminos distorsionan los precios relativos, los cuales son los únicos indicadores para operar en el mercado por lo que se estimula el derroche que indefectiblemente repercute negativamente en los salarios e ingresos en términos reales. Por ello es que resulta indispensable la liquidación del Banco Central y el curso forzoso permitiendo que la gente revele su preferencia en cuanto al activo monetario tal como, entre otros, ha sugerido una y otra vez el premio Nobel en economía Friedrich Hayek, como pionero de la nutrida bibliografía hoy disponible.

Tercero, contar con una legislación en materia laboral compatible con una sociedad libre que no trabe la contratación de trabajo, la abrogación de la personería gremial con todos los abusos que de ello se desprende en desmedro de los genuinos trabajadores y la liberación de una patética y sistemática estafa monumental incrustada por un sistema nefasto de inseguridad antisocial jubilatorio.

Cuarto, en relación con el llamado aborto en concordancia con lo consignado por genetistas de renombre internacional y con lo expresado por la Academia Nacional de Medicina de nuestro país: “El niño por nacer, científica y biológicamente es un ser humano cuya existencia comienza al momento de su concepción”. A veces se ha mantenido que “la madre es dueña de su cuerpo” lo cual es absolutamente cierto pero no es dueña del cuerpo de otro. Es cierto que está en potencia de muchas cosas igual que todo ser humano independientemente de su edad por lo que constituye una arbitrariedad superlativa inventar un momento de la gestación para proceder a la liquidación de esa vida humana como si se produjera una mágica mutación en la especie, lo cual, dicho sea de paso, es una lógica tan arbitraria que puede conducir a la justificación del infanticidio. Un embrión humano contiene la totalidad de la información genética: ADN o ácido desoxirribonucleico. En el momento de la fusión de los gametos masculino y femenino -que aportan respectivamente 23 cromosomas cada uno- se forma una nueva célula compuesta por 46 cromosomas que contiene la totalidad de las características del ser humano.

Solo en base a un inadmisible acto de fe en la magia más rudimentaria puede sostenerse que diez minutos después del nacimiento estamos frente a un ser humano pero no diez minutos antes. Como si antes del alumbramiento se tratara de un vegetal o un mineral que cambia súbitamente de naturaleza. Quienes mantienen que en el seno materno no se trataría de un humano del mismo modo que una semilla no es un árbol, confunden aspectos cruciales. La semilla pertenece en acto a la especie vegetal y está en potencia de ser árbol, del mismo modo que el feto pertenece en acto a la especie humana en potencia de ser adulto.

Quinto, la distinción entre empresarios que para mejorar su situación patrimonial deben ofrecer bienes y servicios que atiendan las necesidades de su prójimo respecto de los prebendarios que aliados al poder de turno explotan miserablemente a los demás a través de privilegios de distinta índole.

Sexto, la insistencia en preservar la democracia al estilo de los Giovanni Sartori de nuestra época y evitar que se convierta en cleptocracia cuando se desconoce su aspecto medular, cual es el respeto por los derechos de todos en lugar de otorgar prelación al mero recuento de votos tal como ocurre en territorios como el venezolano (que además encajan fraudes groseros).

Séptimo, la trascendencia de la integración al mundo vía el comercio exterior libre de trabas.

Octavo, la reducción de cargas tributarias para ubicarlas en un nivel para atender con prontitud la seguridad y la Justicia.

Noveno, revisar todo el organigrama gubernamental al efecto de reducir el gasto público en aquellas faenas que exceden a la misión específica de una sociedad abierta del modo en que también han insistido otros premios Nobel en economía como Milton Friedman, George Stigler y Gary Becker. En esta línea argumental, facilitar la implementación del genuino federalismo y la consiguiente descentralización del poder en todos los niveles.

Y décimo, apuntar a la no renovación de deuda externa sobre la base, por un lado, que implica comprometer patrimonios de futuras generaciones que no han participado en la elección del gobierno que contrajo la deuda y por otro para embretar al monopolio de la fuerza a financiarse exclusivamente con recursos presentes una vez eliminada la denominada autoridad monetaria y cerrado el camino del antedicho endeudamiento externo, lo cual ha sido expuesto en primer lugar por el premio Nobel en economía James M. Buchanan.

Ya sabemos que los liberales no somos una manada y que detestamos el pensamiento único, son esperables disidencias de matices en varias direcciones, desacuerdos que tenemos con nosotros mismos cuando repasamos un texto anterior y nos damos cuenta que podríamos haber mejorado la marca, puesto que como decía Borges “no hay tal cosa como un texto perfecto”, lo cual es aplicable para todos los órdenes de la vida. Hay algunos comentarios que provienen de quienes parece no se percatan en que país vivimos ni que está ocurriendo. Pero en el caso de Milei resultan inauditas algunas de las críticas echadas a correr en primer lugar naturalmente por todo el espectro estatista que discrepa radicalmente con la libertad, pero también por envidiosos que buscan pantallas y “la quinta pata al gato” para disfrazar su mala fe y celos crecientes en medio de inventos mentirosos, también por los que no pueden despegarse de “lo políticamente correcto” ni de las telarañas mentales del statu quo y por aquellos que al provenir de tradiciones de pensamiento muy alejadas del liberalismo aunque en tránsito hacia la libertad se alarman y estiman que las propuestas de marras se tornan en una píldora demasiado grande para digerir.

Sin embargo, si las ideas tan sólidas expuestas por Milei se llevaran a la práctica nuestro país volvería a ser ejemplo del mundo civilizado tal como ocurrió cuando los preceptos alberdianos se aplicaron desde la Constitución liberal de 1853 que permitió que los salarios del peón rural y del obrero de la incipiente industria fueran muy superiores a los de Alemania, Francia, Italia y España. Fue la razón por la que la población se duplicara cada diez años y que tuviéramos indicadores equivalentes a los de Estados Unidos. Luego vino la revolución del 30 primero y luego a partir del golpe militar del 43 que sin solución de continuidad hasta nuestros días se vienen aplicando medidas estatistas en grados diversos y, por tanto, con sucesivas crisis que empujan a bajar escalones en todos los rubros y ámbitos posibles que hacen a la calidad de vida, juntamente con una degradación creciente de las instituciones republicanas.

Javier Milei en su previa incursión en los ámbitos académicos ha mostrado gran pericia y conocimiento en las materias de su incumbencia, con especial referencia a los extraordinarios aportes de la Escuela Austríaca liderados por pensadores de la talla de Carl Menger en el origen y continuados por Ludwig von Mises, Israel Kirzner y Murray Rothbard lo cual aquel personaje moderno de la política argentina ha transmitido con gran eficiencia a generaciones jóvenes para que cada uno sepa valorar su independencia y autonomía individual. Estos rasgos han sido destacados por la prensa mundial, como por ejemplo por The Economist de Londres, La Gaceta de Madrid, Le Monde de París y El País de Montevideo que también subrayan el carácter eminentemente moral de ese emprendimiento.

Por último y para cerrar este breve apunte, es pertinente destacar que una cosa es el necesario tendido de puentes electorales con espacios afines para evitar caer en las garras del chavismo local y otra bien distinta es la conducta de un liberal en el Congreso que debe poner de manifiesto su independencia de criterio y no proceder al voto en bloque convirtiendo al Parlamento en una escribanía donde todos proceden como monos en una jaula, lo cual no quita la oposición conjunta a sugerencias del estatismo vernáculo. Esta independencia fue uno de los rasgos que enfatizaron con admiración de los legisladores argentinos los representantes de la Academia Francesa cuando nos visitaron con motivo de la celebración del Centenario en 1910.

(De www.infobae.com)

domingo, 21 de noviembre de 2021

Roma y Argentina: auges y caídas

Existe cierta similitud entre el proceso de auge y posterior caída del Imperio Romano y el auge de la Argentina a comienzos del siglo XX y la peligrosa caída que observamos en estas primeras décadas del siglo XXI. En ambos casos se observa una etapa exitosa de libertad económica seguida de una caída asociada a la intervención y control de la economía por parte del Estado.

Si bien Julio César fue un demagogo y un dictador en lo político, se le atribuye la virtud de haber otorgado plenas libertades económicas al pueblo romano. En cierta forma se parecía al actual gobierno de China, totalitario en política, pero liberal en economía.

Los historiadores asocian a la época de Octavio Augusto el esplendor de la civilización romana, que fue caracterizada por dar continuidad a la libertad económica que Julio César había implantado. La “paz romana” se mantuvo por bastante tiempo. J.R. escribió: "La primera conmoción social de Roma desemboca en el periodo fecundo de la paz octaviana; la crisis pavorosa del siglo III es la segunda. Aquélla culmina en el asesinato de Julio César y el advenimiento de Augusto, mediante una revolución cruenta, que permite a las clases medias, asistidas por los proletarios, separar del gobierno a las órdenes privilegiadas, senatorial y ecuestre".

"La victoria de las clases medias en Roma dio lugar a que la humanidad conociera una larga etapa de economía en libertad. El ensayo, como es sabido, coincide con el fecundo periodo de paz octaviana, que los hombres difícilmente olvidarán. Los resultados son maravillosos. Nace realmente un mundo. La paz, tanto interior como exterior, es un hecho. Las flotas romanas, convertidas en institución permanente, protegen la seguridad de los mares. El creciente número de calzadas, bien pavimentadas, aunque construídas con fines militares, facilitan el intercambio comercial" (Del Estudio Preliminar de “La mentalidad anticapitalista” de Ludwig von Mises-Fundación Ignacio Villalonga-Valencia 1957).

El "Augusto argentino", el que logra poner fin a una etapa de guerras civiles y dar inicio a una etapa de engrandecimiento de la nación, fue el Gral. Julio A. Roca. La Argentina, en 30 años, logra el cambio de una aldea casi primitiva a constituir una nación comparable a las europeas, logrando en 1895 el mayor PBI per capita mundial.

Volviendo a Roma, se observa que en el siglo III comienza la debacle cuando se limitan o se anulan los incentivos a la producción. J. R. escribió: “La catástrofe final sobrevino cuando, al objeto de prevenir mayores perturbaciones políticas, los emperadores devaluaron la moneda e implantaron la tasa de los precios. Los agricultores redujeron el área de sus cultivos considerando insuficientes los precios impuestos. Poco a poco la producción y el comercio en gran escala quedaron desarticulados y el sistema económico del Imperio saltó a pedazos. Cuanto más entusiasmo ponían las autoridades en las medidas adoptadas con la finalidad de que los precios máximos fueran respetados, más desesperada se hacía la condición de las masas urbanas”.

“La maravillosa civilización de la antigüedad desapareció porque ni quiso ni supo amoldar su código moral y su sistema legal a las exigencias de la economía de mercado. Es imposible mantener cualquier orden social si los actos humanos indispensables para que funcione normalmente son condenados por la moral, declarados ilegales y perseguidos por la policía. El Imperio Romano sucumbió porque sus ciudadanos ignoraron el espíritu liberal y menospreciaron la iniciativa privada. El intervencionismo económico –y su inevitable corolario político, el gobierno dictatorial- descompuso la poderosa organización del Imperio”.

El "Diocleciano argentino", el que comienza con la incorporación desmedida de empleados públicos, el que inicia la inflación y el que impone precios máximos, además de un control de toda actividad económica, fue Juan D. Perón. Desde esa época, cuando venía de décadas en que el PBI per capita oscilaba entre los diez mayores del mundo, se inicia el derrumbe casi ininterrumpido hasta hoy, alcanzando la pobreza niveles alarmantes.

La "peligrosidad" del capitalismo

La Argentina, antes de Perón, se ubicaba entre los diez países con mayor PBI per capita. Con el acceso al poder del peronismo, comienza un descenso que se mantiene todavía, aunque esta vez a una tasa mayor. La absorción, por parte del Estado, de la mayoría de las actividades, produjo la decadencia que parece no tener fin.

Con gran habilidad, y con muchas mentiras, se ha impuesto en la población la creencia en que es el capitalismo el sistema que produce los grandes males sociales. Tal es así que el periodista Nelson Castro, que no es peronista ni socialista, aparentemente, en su programa de Radio Rivadavia, calificó de "peligroso" a uno de los economistas que, al menos, propone el ingreso al Congreso Nacional de unos pocos diputados y senadores liberales. Una exigua minoría liberal es algo normal en un país con fuerte vocación por el populismo y el socialismo, si bien algunos partidos políticos se disfrazan de "democráticos" en cuanto aparecen síntomas de que la población comienza a descubrir la realidad.

La economía natural se inicia con la división social del trabajo, ya que la especialización en una tarea productiva tiende a lograr resultados mucho mejores que los producidos cuando cada integrante de la sociedad produce sus alimentos, su vestimenta y todo lo demás. Ya en épocas de Platón se conocían sus ventajas. Manuel Fernández López escribió: "Así como es clásica la ubicación de lo económico en el Tratado de la Justicia, también será el tratamiento lógico que hace Platón: parte de la noción de división del trabajo, y ello lo lleva a presentar el fenómeno del cambio y los mercados, y con estos últimos la necesidad del dinero y la formación de los precios. Esta forma de tratamiento reaparecerá en Adam Smith y sus seguidores, como Stuart Mill" (De "Introducción a la historia del pensamiento económico"-Editorial El Coloquio-Buenos Aires 1973).

Luego de la "peligrosidad" de la división del trabajo se advierte la necesidad del intercambio de bienes y servicios. Es fácil advertir que, para que los intercambios sean duraderos, en todo intercambio deben beneficiarse ambos actores. Los sectores socialistas aducen que "siempre se beneficia el de mayor poder económico"; seguramente lo hacen con la intención de abolir ambas "peligrosidades", es decir, la división o especialización del trabajo y el posterior intercambio.

Para facilitar los intercambios y para asociarles un valor a los bienes y servicios, aparece el dinero. Otra "peligrosidad" calificada por Jorge Bergoglio como "el estiércol del diablo", de ahí que los socialistas proponen abolirlo para retroceder a la época de los trueques.

Para evitar abusos en los intercambios, la costumbre y un mínimo razonamiento sugieren que resulta conveniente la presencia de muchos productores y muchos consumidores, lo que conduce a una competencia que tiende a limitar los posibles abusos. También los socialistas asocian cierta "peligrosidad" a dicha competencia y proponen reemplazarla por un gran y único monopolio estatal: el socialismo.

A pesar de que los socialistas son promotores de un gran monopolio estatal, aducen que los intercambios en el mercado conducen al surgimiento de monopolios privados, que esta vez serían "peligrosos", mientras que el gran monopolio estatal no habría de serlo por cuanto habría de ser conducido por gente con "supremacía moral", que por lo general nunca ha producido ningún bien o servicio. Aducen, por el contrario, que todo empresario es egoísta y que por ello se le deben expropiar sus medios de producción y cedérselos, no a sus empleados, sino a la "nueva clase"; la que posee "supremacía moral".

Debe advertirse que los socialistas consideran como "capitalismo" a aquellos sistemas económicos con muy pocas empresas, con monopolios naturales y sin competencia, y por ello sin "economías de mercado". Para colmo aducen que tales sistemas son promovidos por el liberalismo, mientras que el liberalismo, en su faz económica, propone economías de mercado, y no alguna forma de monopolio.

Finalmente aparece la "peligrosidad" del ahorro, sugerido por el liberalismo para la formación de capitales, que a través de acciones va a parar a los sectores productivos. Mientras que los sistemas socialistas se caracterizan por establecer poderes concentrados, de lo económico, político, cultural, militar, etc., las grandes empresas capitalistas tienen por lo general "muchos dueños", ya que poseen acciones adquiridas mediante sus ahorros.

La "peligrosidad" del sector productivo se advierte en la calidad y la cantidad de bienes fabricados para un consumo masivo, lo que contrasta con la pobreza generada por las economías socialistas, aunque estas últimas sean deseadas por los envidiosos que verán que las personas a quienes envidian "disfrutarán" en el futuro de la miseria y de la "igualdad socialista".

miércoles, 17 de noviembre de 2021

La economía en síntesis

En muchas ramas de la ciencia, y en otras actividades humanas, es posible y necesario establecer síntesis que ayuden a su comprensión, ya que los razonamientos individuales tienden a ser efectivos cuando se basan en ideas breves, simples y claras. Estas síntesis, por lo general, no resultan fáciles de establecer, ya que se debe lograr previamente un conocimiento casi total de la rama científica o de la actividad considerada.

Cierto escritor expresó: "Como dispongo de poco tiempo, escribiré un libro extenso". Esta aparente contradicción se torna comprensible teniendo en cuenta que, para hacer una síntesis, y escribir un libro breve, se debe primero disponer de bastante tiempo para profundizar el tema en cuestión.

En el caso de la economía, puede mencionarse al libro La economía en una lección, de Henry Hazlitt, como el mejor intento de síntesis realizado, ya que establece un criterio que sirve tanto para validar propuestas económicas compatibles con su principio como para rechazar las incompatibles. El principio en cuestión expresa: "El arte de la Economía consiste en considerar los efectos más remotos de cualquier acto o política y no meramente sus consecuencias inmediatas; en calcular las repercusiones de tal política no sobre un grupo, sino sobre todos los sectores" (De "La Economía en una lección"-Unión Editorial SA-Madrid 1981).

El criterio mencionado, sin embargo, no establece explícitamente cuál es el medio para lograr ese objetivo, o cual es la economía que lo logra en mayor medida. Si bien no lo expresa en forma explícita, mediante una serie de ejemplos concretos establece que se trata de la economía de mercado como la mejor adaptada a la finalidad mencionada.

De ahí que convenga establecer una "lección adicional", que podría denominarse "síntesis de Ludwig von Mises". Una posibilidad sería la siguiente: El proceso autorregulado del mercado requiere de una previa adaptación, tanto de la sociedad como de los gobiernos, para mantenerlo vigente, ya que la perturbación y el deterioro posterior de tal sistema tiende a empeorar las cosas cuando no se logran los resultados esperados.

Si bien resulta evidente que la emisión monetaria excesiva conduce a la inflación y a provocar, en el mediano y el largo plazo, efectos opuestos a los esperados por quienes adoptaron esa "solución", no ocurre lo mismo con la expansión crediticia, promovida inicialmente por los bancos y luego por los diversos Estados intervencionistas. Ello se debe a que no resulta fácil reproducir en nuestra mente la cadena de causas y efectos para concluir que tal expansión producirá efectos negativos.

Ludwig von Mises llega a la conclusión que los ciclos de euforia económica y posterior recesión se deben a la expansión crediticia "artificial", esto es, establecida por mecanismos bancarios y no sustentada en una expansión natural por la cual los bancos sólo prestan lo que el ahorrista previamente depositó en los mismos. Por lo general, se piensa que el otorgamiento de préstamos más allá de los ahorros concretos beneficiará a toda la sociedad. Esta creencia, como se dijo, se "ampara" en la dificultad para reproducir en nuestra mente los detalles del proceso, si bien se torna comprensible a la luz del principio de que "todo pecado económico se asocia al no respeto de las reglas del mercado".

La economía, como toda ciencia social, debe contemplar los resultados de las otras ramas sociales del conocimiento, especialmente la ética. Así, la previa adaptación de la sociedad a la economía de mercado requiere de la previa adaptación individual a la ética natural, basada en la empatía emocional. Tal ética exige que debemos intentar establecer en cada uno de nosotros una predisposición o actitud inclinada a buscar un beneficio simultáneo con el resto de los individuos que componen la sociedad.

Tanto la economía de mercado como la ética cristiana son atacadas por "no resolver" los problemas sociales existentes. Puede decirse que, en ambos casos, no resuelven problemas por cuanto no existe una previa adaptación a las mismas. Un cristiano que no cumple los mandamientos bíblicos o una sociedad antiempresarial que busca mayoritariamente la comodidad del empleo dependiente, o del empleo estatal, en realidad están alejados de la ética natural y de ahí que, aparentemente, "fallan" tanto la ética cristiana como la economía de mercado.

Alguien puede aducir que el socialismo falla también porque no hubo adaptación a la economía planificada. Es oportuno decir que el marxismo intenta modificar la naturaleza humana (o supone que no existe tal) para hacerla compatible con el socialismo, mientras que la economía de mercado resulta compatible con la ética natural, ya que el acto económico fundamental, el intercambio que beneficia a ambas partes, requiere previamente de una predisposición empática hacia el resto de los individuos que componen la sociedad.

Cuando está en crisis la economía, la educación, la política o la sociedad en general, implica que es el individuo el que está en crisis moral. De ahí que toda crisis moral no se ha de resolver desde la economía o desde la política, sino con la información adecuada para establecer una mejora ética individual.

domingo, 14 de noviembre de 2021

La "educación" del odio y la mentira

Por lo general, en la Argentina se piensa que la salida a la grave crisis moral se logrará a través de la educación. Sin embargo, poco se tiene en cuenta que ha sido la educación estatal, principalmente, la que ha adoctrinado a niños y jóvenes, bajo criterios marxistas, para conducir al país a su peor crisis de los últimos tiempos. De ahí que no tiene sentido hablar de la educación como solución a nuestros males, a menos que se aclare a qué tipo de educación nos referimos.

Los ideólogos marxistas, culminada la etapa de acceder al poder por medio de la violencia revolucionaria, adoptaron la estrategia de imponer sus ideas por medios no violentos, pero más efectivos y perniciosos, ya que la violencia reaparece luego de conquistado el poder. Mientras que la revolución marxista implica dominar el cuerpo para dominar luego la mente, el marxismo cultural implica dominar primero la mente para luego hacerlo con el cuerpo. Alberto Benegas Lynch (h) escribió: "Como bien ha referido el marxista Antonio Gramsci, la politización de las faenas educativas es clave a través de su conocida conclusión: «Tomen la educación y la cultura, el resto se da por añadidura». Esto ha sido refinado y reforzado por la denominada deconstrucción de autores como Michel Foucault y Jacques Derrida que insisten en transformaciones en el lenguaje para aquellos propósitos".

"Esta tarea marxista y neomarxista (recordemos que el nombre original de la Escuela de Frankfurt era Instituto Neomarxista) es al efecto de lograr la llamada Revolución Molecular, en la que, como miles de moléculas dispersas, ya no se precisa un líder para coordinar la subversión sino que cada cual, dotado de fuertes pertrechos intelectuales marxistas, hace su faena disruptiva y luego se disipa. Esa es la explicación de lo que viene ocurriendo en diversos países en distintos grados con distintos logros en la destrucción de lo existente y que tanto sorprende a los incautos" (De "A título de ejemplo; una referencia al caso chileno" en www.infobae.com).

Una vez que la ideología reemplaza a la realidad, en la mente dominada mediante el adoctrinamiento respectivo, se produce un enajenamiento mental respecto de esa realidad. Debido a que adicionalmente la ideología promueve el odio hacia el enemigo (capitalismo, burguesía, empresariado, EEUU, Occidente, etc.) se promueve su difamación. Debe tenerse presente que el odio intenso está siempre asociado a la descalificación y a las calumnias hacia la persona o el sector odiado, por lo que la mentira necesariamenete ha de estar vinculada al odio. El citado autor agregó: "La interpretación de los sucesos violentos en Chile y las demostraciones de disconformidad, a nuestro juicio, se deben al adoctrinamiento estatista que hace que aunque todos fueran multimillonarios saldrían igual a protestar con el librito de Mao en la mano como respuesta a la deseducación y condicionamiento intelectual impuesto por la estructura estatista".

La lucha ideológica, o lucha de clases que propone el marxismo, no es otra cosa que la vieja lucha del bien contra el mal, del amor contra el egoísmo y el odio. G. Thibon escribió: "El egoísta puede hacer el mal, pero únicamente en la medida en que ese mal le procura personalmente algo: riqueza, placer, honores, etc. Por el contrario, el rencoroso busca ante todo el mal del prójimo, a menudo contra su propio interés. Las maldades del egoísmo son utilitarias, las del odio gratuitas" (Del "Diccionario del Lenguaje Filosófico" de Paul Foulquié-Editorial Labor SA-Barcelona 1967).

El adoctrinamiento marxista promueve una doble degradación: mental y moral, es decir, promueve un marginamiento intelectual respecto del mundo real y un marginamiento emocional respecto de la sociedad. Convierte al individuo en un esclavo mental y emocional de las personas odiadas. Jorge Luis Borges escribió: “Odiando, uno depende de la persona odiada. Es un poco esclavo de la otra. Es su sirviente”.

También tal adoctrinamiento ubica al individuo en lo más bajo de la escala social, teniendo presente la expresión de Friedrich Nietzsche: “No se odia mientras se menosprecia. No se odia más que al igual o al superior” (De “Citas y frases célebres” de Samir M. Laâbi-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2000).

Puede decirse que en la Argentina ha sido bastante exitosa la tarea adoctrinadora de peronistas y marxistas. Como ejemplo de ello puede mencionarse la reacción de la "madre de todos los argentinos" (según Néstor Kirchner) cuando manifestó "haber festejado" los atentados a las torres de Nueva York donde murieron miles de inocentes. Se refería a Hebe de Bonafini, directora de las Madres de Plaza de Mayo. Más grave aún fue que un 55% de los oyentes de una emisora radial de Buenos Aires manifestó estar de acuerdo con tal expresión de odio.

jueves, 11 de noviembre de 2021

El hombre: ¿Artífice de su destino o instrumento de fuerzas ocultas?

Existe cierta controversia respecto al rol desempeñado por los hombres y mujeres influyentes en el desarrollo de la historia humana. Un caso extremo los ubica como artífices de los acontecimientos sociales considerando que, de no existir alguno de ellos, el acontecimiento no se hubiese producido. En el otro extremo se considera al individuo como instrumento de fuerzas desconocidas, cuyos efectos se hubiesen logrado aún si determinados individuos no hubiesen existido.

El hombre-artífice del destino está asociado a la libre elección que disponemos, mientras que el hombre-instrumento está asociado a cierto determinismo o fatalismo, de tal manera que "lo que está escrito" se cumplirá indefectiblemente. La realidad, sin embargo, se muestra como algo intermedio entre ambas posturas. Así, se advierte que el orden natural "nos presiona", a través del sufrimiento individual y colectivo, a adaptarnos definitivamente a sus leyes. De ahí que alguien puede asegurar que en el futuro nos decidiremos a evitar tal sufrimiento. Sin embargo, que ese futuro sea alcanzado en una decena de años o bien en algunos milenios, depende esencialmente de las acciones humanas a nivel individual. Así, las profecías bíblicas para el futuro, no tienen fecha porque están supeditadas a las acciones humanas.

Cuando nos sentimos artífices de nuestro destino, surge la voluntad de hacer cosas positivas. Por el contrario, cuando pensamos que las cosas sucederán indefectiblemente, o en forma independiente a nuestras acciones, surge una actitud negligente que nos induce a la inacción y a la comodidad. Desde el punto de vista religioso, quienes piensan que depende de cada uno de nosotros intentar resolver los problemas humanos, actuamos de acuerdo a esa creencia. Por el contrario, quienes creen que, milagrosamente, Dios ha de intervenir para solucionar nuestros males, tienden a contemplar el mundo con negligencia y con cierta irresponsabilidad, limitándose a pedir a Dios por la solución esperada (en forma semejante al ciudadano socialista obligado a esperar todo del Estado).

Uno de los autores que razonaron sobre estas cuestiones fue Sidney Hook, quien escribió: "Sólo algunos teólogos y metafísicos místicos siguen negando que la historia es obra de hombres y mujeres. Aun esos teólogos y metafísicos místicos están indirectamente obligados a reconocer esa verdad que es ya un lugar común, pues hablan de los personajes históricos como «instrumentos» de la Providencia, de la Justicia, de la Razón, de la Dialéctica o del Zeitgeist o espíritu de la época. Los hombres coinciden más fácilmente acerca de las consecuencias del uso de «los instrumentos» en la historia, de lo que coinciden acerca de los pretendidos fines últimos a cuyo servicio estarían ellos o acerca de las primeras causas que, según se pretende, los determinarían".

"Sabemos que Hitler dio la señal que hundió los seis continentes del mundo en la guerra. Es dudoso que Hitler y otros tiranos sean «instrumentos de la justicia divina que castiga a los pueblos que se apartan del camino de la verdad», como lo proclamó recientemente un iniciado en los misterios de Dios o, como lo han proclamado otros, que él sea meramente el resultado de la causa básica de las perturbaciones de nuestro tiempo: la incapacidad de hacer concordar relaciones sociales de la producción con las expansivas fuerzas de la producción" (De "El héroe en la historia"-Ediciones Galatea-Nueva Visión SRL-Buenos Aires 1958).

Es importante tener presente que la acción humana es la única alternativa de supervivencia que disponemos. Así, el orden natural nos exige el desarrollo máximo de nuestra capacidad mental para resolver el problema energético para cuando se acaben el petróleo y el uranio, y debamos encontrar en la fusión nuclear nuestra salvación energética. También la religión resulta provenir de nuestras propias necesidades, surgiendo del hombre y no de Dios. La actitud fatalista y dependiente sólo puede orientarnos hacia nuestra desaparición como especie.

En el ámbito de la física ha ocurrido, varias veces, que distintos cientificos, trabajando en forma independiente, llegaron a similares resultados, haciendo prescindibles a algunos de ellos, dando la sensación de que "los resultados se logran en forma independiente de las acciones individuales". Emilio Gino Segré escribió: "Podría no haber existido alguno de los fundadores de la mecánica cuántica y la física, en cincuenta años, hubiese llegado exactamente al mismo lugar".

En este caso, todos los científicos disponen de un similar punto de partida y de un similar punto de llegada, por lo que no resulta extraño que se establezcan tales superposiciones creativas. En el caso de los problemas sociales y humanos, existen demasiadas alternativas y una casi ilimitada cantidad de información disponible, por lo que es imposible que se establezca tal tipo de coincidencias. De ahí que las soluciones a los problemas humanos y sociales se parezcan más a la creación artística que a los descubrimientos en las ciencias exactas. Emilio G. Segré escribió: “Si Newton no hubiese existido, algún otro habría inventado el cálculo infinitesimal y descubierto la fuerza de gravedad, pero sin Shakespeare no habría habido Hamlet” (De “De los rayos X a los quarks”-Folio Ediciones SA-México 1983).

domingo, 7 de noviembre de 2021

Sociedad

En el ámbito de las humanidades ocurre algo llamativo y ello implica la utilización de términos no definidos, sobre los cuales se admite que "lo evidente se sobre-entiende" y que no hace falta establecer una definición precisa, como sucede con el amor, la sociedad y otros conceptos de gran importancia. De ahí la gran diversidad de opiniones y los pobres acuerdos logrados.

En cierta ocasión, quien esto escribe, intentó encontrar una definición precisa del amor en el libro "El arte de amar" de Erich Fromm, suponiendo que en un libro especializado podría encontrarla, sin poder hallar una definición concreta. La palabra amor se utiliza en muchos escritos sin apenas preocuparse sus autores por definirla previamente, al menos como lo hace Baruch de Spinoza en su "Ética", siendo la más conocida y mejor adaptada a lo que la mayoría entiende por esa palabra.

El caso extremo de inexactitud se advierte en el uso de la palabra paradigma, dándole su autor varios significados distintos a lo largo de su libro más conocido. Thomas S. Kuhn escribió: “Hace varios años se publicó mi libro «La estructura de las revoluciones científicas». Las reacciones que despertó han sido varias y en ocasiones estruendosas…”.

“Al escuchar conversaciones, particularmente entre los entusiastas del libro, en ocasiones me es difícil creer que todos los participantes hayan leído el mismo libro. Pues debo concluir, con pesar, que parte de su éxito se debe a que casi toda la gente puede encontrar casi todas las cosas que quiere”.

“Ningún aspecto del libro es tan responsable de esa plasticidad excesiva como la introducción del término «paradigma», palabra que figura en sus páginas más que cualquier otra, aparte de las partículas gramaticales. Forzado a explicar la falta de un índice analítico, acostumbro indicar que, si lo tuviera, la entrada que más se consultaría sería la siguiente: «Paradigma, 1-172, passim.». Las críticas, sean comprensivas o no, coinciden en subrayar el gran número de sentidos diferentes que le doy al término. Un comentarista, quien pensó que valía la pena realizar un escrutinio sistemático, preparó un índice analítico parcial y encontró por lo menos veintidós usos diferentes, que van desde «una realización científica concreta» hasta «conjunto característico de creencias e ideas preconcebidas»” (De “La tensión esencial”-Fondo de Cultura Económica-México 1996).

Es oportuno mencionar la opinión de José Ortega y Gasset respecto del término sociedad, escribiendo lo siguiente: "No olvidaré nunca la sorpresa teñida de vergüenza y de escándalo que sentí cuando, hace muchos años, consciente de mi ignorancia sobre el tema, acudí lleno de ilusión, desplegadas todas las velas de la esperanza, a los libros de sociología y me encontré con una cosa increíble, a saber: que los libros de sociología no dicen nada claro sobre qué es lo social, sobre qué es la sociedad".

"Más aún; no sólo no logran darnos una noción precisa de qué es lo social, de qué es la sociedad, sino que, al leer esos libros, descubrimos que sus autores -los señores sociólogos- ni siquiera han intentado un poco en serio ponerse ellos mismos en claro sobre los fenómenos elementales en que el hecho social consiste. Inclusive, en trabajos que por su título parecen que van a ocuparse a fondo del asunto, vemos luego que lo eluden -diríamos- concienzudamente".

"Las obras en las cuales Augusto Comte inicia la ciencia sociológica suman por valor de más de cinco mil páginas de letra bien apretada. Pues bien: entre todas ellas no encontramos líneas bastantes para llenar una página que se ocupen de decirnos lo que Augusto Comte entiende por sociedad".

"El libro en que esta ciencia o pseudociencia celebra su primer triunfo sobre el horizonte intelectual -los Principios de Sociología, de Spencer, publicados entre 1876 y 1896- no contará menos de 2.500 páginas. No creo que lleguen a cincuenta las líneas dedicadas a preguntarse el autor qué cosa sean esas extrañas realidades, las sociedades, de que la obesa publicación se ocupa".

"En fin, hace pocos años ha aparecido el libro de Bergson -por lo demás encantador- titulado Las dos fuentes de la moral y la religión. Bajo este título hidráulico, que por sí mismo es ya un paisaje, se esconde un tratado de sociología de 350 páginas, donde no hay una sola línea en que el autor nos diga formalmente qué son esas sociedades sobre las cuales especula. Salimos de su lectura, eso sí, como de una selva, cubiertos de hormigas y envueltos en el vuelo estremecido de las abejas, porque el autor todo lo que hace para esclarecernos sobre la extraña realidad de las sociedades humanas es referirnos al hormiguero y a la colmena, a las presuntas sociedades animales, de las cuales -por supuesto- sabemos menos que de la nuestra" (De "El hombre y la gente"-Revista de Occidente SA-Madrid 1962).

Lo esencial, para definir a la sociedad como un conjunto de seres humanos unidos bajo objetivos comunes, radica en cuál ha de ser el vínculo de unión para conformar ese conjunto, o esa sociedad. Es indudable que tal vínculo no han de ser "los medios de producción", como lo promueve el marxismo, ni tampoco "los intercambios en el mercado", como lo proponen algunos economistas, ya que tales vínculos son similares a los que sirven para conformar un hormiguero o una colmena.

La evolución biológica nos ha provisto de la empatía emocional, como al resto de los mamíferos, siendo tal atributo el medio más efectivo que poseemos en vistas a nuestra supervivencia. Mediante tal atributo podemos compartir penas y alegrías ajenas como propias, siendo el vínculo adecuado para constituir una sociedad verdaderamente humana. Este vínculo será la base que permitirá luego establecer otras asociaciones, como económicas, intelectuales, científicas, etc.

Teniendo en cuenta lo que es y, especialmente, lo que debe ser, puede establecerse, desde la Psicología social, la siguiente definición:

Sociedad humana es el conjunto de seres humanos, vinculados por la empatía emocional (amor), cuyo objetivo es la adaptación cultural al orden natural y la supervivencia de todos sus integrantes.

sábado, 6 de noviembre de 2021

Hacia la liquidación del Fondo Monetario Internacional

Por Alberto Benegas Lynch (h)

El organismo multilateral de crédito alimenta a burócratas que son remunerados a costa de los contribuyentes para incentivar el despilfarro y, por ende, el empobrecimiento de los más vulnerables cuyos salarios se ven reducidos por el creciente estatismo

En momentos en que en nuestro medio se discute acaloradamente sobre las pesadas deudas contraídas con el FMI, es oportuno tomar distancia y reconsiderar el tema, no solo para nuestro país sino en vista de las consecuencias que se suceden en el llamado mundo libre.

Henry Hazlitt, el economista estrella de Newsweek durante décadas y el célebre autor de La economía en una lección y del detallado y voluminoso análisis de la teoría keynesiana titulada Los errores de la nueva economía, escribió una columna el 11 de noviembre de 1963 que parece preparada para las instancias que corren. Se titulaba “Deshagan el FMI” donde explica que esa institución se estableció en reemplazo de la disciplina monetaria que establecía el patrón oro clásico al efecto, en su lugar, de dar rienda suelta a los procesos inflacionarios.

Una vez establecidos los Acuerdos de Génova y Bruselas de los años 20 que permitieron abrir los grifos de la inflación a través de las bancas centrales, se instaló este “banco central de bancos centrales” que luego se transformó en prestamista de gobiernos fallidos. Hazlitt recuerda que “los padres de la entidad fueron Harry Dexter White por los Estados Unidos y Lord Keynes por Inglaterra. White sirvió como director ejecutivo del FMI quien en 1945 fue denunciado por el FMI como espía ruso lo cual fue ratificado por la Justicia en Estados Unidos […] Y Keynes -el mayor apóstol de la inflación de todos los tiempos- en el Parlamento británico el 23 de mayo de 1944 aseguró: ¨Si tengo alguna autoridad para decir en que es y que no es la esencia del patrón oro, diría que este plan es su exacto opuesto, es decir el derrumbe de la moneda independiente del poder político.”

En esta línea argumental es pertinente recordar que en su prólogo a la edición alemana de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, en 1936, en plena época nazi, Keynes escribió que “la teoría de la producción global que es la meta del presente libro, puede aplicarse mucho más fácilmente a las condiciones de un Estado totalitario que a la producción y distribución de un determinado volumen de bienes obtenido en condiciones de libre concurrencia”.

Dadas los renovados entusiasmos por este autor, conviene volver sobre algunos pensamientos que aparecen en esa obra de Keynes, quien, entre otras cosas, propugna “la eutanasia del rentista y, por consiguiente, la eutanasia del poder de opresión acumulativo de los capitalistas para explotar el valor de la escasez del capital”. Asimismo, respecto de la moneda puntualizó que “la solución se encontrará normalmente alterando el patrón monetario o el sistema monetario de forma que se eleve la cantidad de dinero”.

En este contexto Hazlitt concluye que “la solución real consiste en desmantelar el Fondo Monetario Internacional […] ya que es una gigantesca máquina de inflación mundial” y más adelante subraya que “es realmente asombroso que este sistema fabricado en Breton Woods en 1944 es no sólo tolerado sino considerado sacrosanto”.

Por su parte, el cuatro veces candidato a la presidencia en Estados Unidos y congresista Ron Paul en el Ron Paul Institute, el 24 de marzo de 2015, en una columna titulada “Eliminen, no reformen al FMI” reitera que esa institución es coactivamente financiada por los contribuyentes de distintos países para dar sustento a gobiernos corruptos y quebrados como consecuencia de aplicar medidas estatistas, y cuando están por renunciar o reconocer sus fracasos reciben carradas de dólares a tasas de interés menores a las de mercado y con repetidos períodos de refinanciación y perdones de diversa envergadura. A título de ejemplo muestra la financiación que recibía del FMI Saddam Hussein y al último apoyo escandaloso a Grecia.

Antes he escrito sobre el FMI pero es del caso repasar lo dicho en este contexto. Entre muchos otros, al decir de economistas de la talla de Peter Bauer, Doug Bandow, Robert Barro, Karl Brunner, Ronald Vauvel y Raymond Mickesell, como queda dicho, esa institución sirve para financiar a gobernantes ineptos empujados por la realidad de sus desaciertos, en lugar de permitir que se reviertan sus fracasadas políticas estatistas reciben cuantiosos recursos del Fondo al efecto de continuar con aparatos estatales sobredimensionados a los que generalmente aconsejan incrementar aun más las cargas impositivas y otras medidas al efecto de equilibrar sus presupuestos, pero no reducir el tamaño del Leviatán.

Sostienen estos profesionales que ese ha sido el caso repetidamente en Argentina, México, Bolivia, República Dominicana, Haití, Indonesia, Irak, Pakistán, Tanzania, la ex Camboya, Filipinas, Ghana, Nigeria, Sri Lanka, Zambia, Uganda, Turquía, El Salvador, Egipto y Etiopía. En este plano debido a la insistencia en sostener que el FMI significa un nuevo orden internacional, Harry Johnson ha consignado que “el llamado nuevo orden internacional no es nuevo, ni orden ni internacional sino que es una copia del mercantilismo del siglo XVI”.

En su visita a Buenos Aires, Yuri Yarim Agaev, enviado por Vladimir Bukovsky -uno de los más destacados disidentes de la ex Unión Soviética junto con Alexander Solzhenistin- informó que, luego del derrumbe del Muro de la Vergüenza, liberales rusos estuvieron a punto de acceder al gobierno “si no fuera por la apresurada irrupción del FMI que dotó de millones de dólares a miembros de la nomenclatura de donde finalmente surgió el actual gobierno”.

Fue muy difundido el caso del general Mobutu Sese Seko que usurpó el poder en Zaire que fue el mayor receptor de ayuda por parte del FMI en relación a su población. El poder de Mobutu fue absoluto condenando a la gente a los suplicios más horripilantes en un contexto de saqueo permanente que permitió que ese sátrapa acumulara una fortuna de ocho mil millones de dólares de esa época.

Entonces, debido a la referida trayectoria y a la fuente de recursos a la que echa mano es que autores como los mencionados sugieren la liquidación de esa entidad, a los que debe agregarse el jugoso ensayo de Anna Schwartz (la coautora con el premio Nobel en economía Milton Friedman de la muy difundida historia monetaria estadounidense) titulado “Es tiempo de terminar con el FMI y el Departamento de Estabilización del Tesoro” y los suculentos libros, por una parte, de Melvyn Krauss titulado Development Without Aid y, por otra, el de la doctora en economía por la Universidad de Oxford y conocedora de lo ocurrido en países africanos Dambisa Moyo con un título que pone al descubierto el meollo de la cuestión: Cuando la ayuda es el problema, en donde se detallan innumerables casos patéticos de países que reciben cuantiosos recursos en medio de corrupciones alarmantes y dislates económicos fomentados por la ayuda que, como queda consignado, proviene coercitivamente de bolsillos ajenos.

En esta secuencia que presentamos es importante subrayar que no resulta apropiado establecer un correlato de la deuda pública con la privada en cuanto al retorno sobre la inversión en el sentido de evaluar las ventajas de abstenerse de consumir en el presente para la obtención de beneficios en el futuro. En primer término porque no hay tal cosa como “inversión pública” ya que la naturaleza de la inversión es necesariamente voluntaria al estimar ventajas futuras en relación al presente por lo que se procede a ahorrar y a colocar esos recursos. El uso de la fuerza en la exacción de fondos nunca puede traducirse en inversión, “inversión forzosa” constituye una contradicción en los términos. De lo que se trata en el ámbito gubernamental es de gasto corriente o gasto en activos fijos pero, como decimos, no tiene sentido ni rigor alguno la parla de “inversión pública”. Si se le arrancara la billetera al lector y el asaltante dijera que le invertirá el fruto del asalto para beneficio del asaltado, queda clara la incoherencia puesto que el titular le hubiera dado otro destino al fruto de su trabajo y aun en el supuesto que le hubiera dado el mismo queda el perjuicio del atropello (por otra parte, la única manera de definir preferencias es dejar que el titular de los recursos las manifieste).

Viene ahora otro asunto también de gran trascendencia y es que todo compromiso efectuado libre y voluntariamente debe ser honrado por quien lo contrajo. En nuestro caso, todas las promesas de repago por préstamos concedidos deben cumplirse, de lo contrario los incumplidores deben sufrir las sanciones correspondientes sin atenuantes. Este es otro asunto bien diferente que debe analizarse por cuerda separada. Estamos rodeados de caraduras que mendigan préstamos y luego se niegan a pagarlos.

En todo caso para abrir el tema en la dimensión de la deuda pública externa, es de interés recordar que cuando Thomas Jefferson siendo embajador en París recibió la flamante Constitución norteamericana escribió que “si hubiera podido agregar una cláusula adicional la concretaría en la prohibición al gobierno de contraer deuda” que como lo expresó otro premio Nobel de economía, James M. Buchanan, “significa comprometer coactivamente patrimonios de futuras generaciones que ni siquiera han participado en el proceso electoral para elegir al gobierno que contrajo la deuda.”

En resumen, el Fondo Monetario Internacional alimenta a burócratas que son remunerados con honorarios colosales a costa de los contribuyentes para en definitiva incentivar el despilfarro y, por ende, el empobrecimiento de todos pero muy especialmente de los más vulnerables cuyos salarios se ven reducidos por el creciente estatismo. En otros términos, el fondo del fondo es terminar cuanto antes con esta nefasta institución empobrecedora.

En este cuadro de situación, los gobiernos que se encuentren en serias dificultades por sus mayúsculos desaciertos tendrán dos opciones: rectificar sus errores abriendo el mercado y fortaleciendo marcos institucionales civilizados o, de lo contrario, continuar con los desatinos pero financiados por Corea del Norte, Cuba o similares…si es que allí encontrarán dólares, pero no de parte de Washington y sus aliados.

(De www.infobae.com)

Cultura y Universidad

Entre las ideas que deben imperar en la mente de los seres humanos, como guía orientadora de nuestra actividad intelectual, está la idea de "adaptación cultural al orden natural". Tal proceso adaptativo constituye el principal objetivo de la especie humana y nuestra concientización al respecto ha de ser el origen de una posterior etapa de resurgimiento cultural y moral.

Por lo general, a la palabra "cultura" se la asocia a actividades artísticas y sociales que constituyen apenas una pequeña parte de la cultura general y que, en realidad, encubre y desvía la atención respecto del proceso adaptativo que debería asociarse a dicha palabra.

La palabra "cultura", asociada a "adaptación cultural", nos lleva de inmediato a ser conscientes de la existencia de leyes naturales y de un orden natural preexistente, que tiende a alejarnos del generalizado subjetivismo que contemplamos con frecuencia y en el cual predomina la pobre idea de establecer ordenamientos humanos para ser aplicados a todos los integrantes de la sociedad sin apenas contemplar la existencia de un orden natural que nos ha impuesto ciertas reglas o leyes que no deberíamos ignorar.

Mientras que la Universidad, en etapas de decadencia, se caracteriza por ser un organismo social que adoctrina individuos y que los somete mentalmente a ideologías alejadas de toda contemplación de la existencia de un orden natural, resulta imprescindible alejarse de tal forma de masificación encubierta para llegar a establecer la verdadera libertad del pensamiento, que no es otra cosa que adoptar como referencia la realidad con sus leyes naturales objetivas e invariantes.

Alejadas las religiones de su influencia sobre las conductas individuales, por utilizar anticuados vehículos que transportan sus éticas respectivas, evidencian la necesidad de orientar nuestras mentes, no tanto por la creencia en un Dios que interviene en los acontecimientos humanos, sino en la existencia de leyes naturales a las cuales se les puede asociar cierta finalidad implícita y que finalmente pueden conciliarse con la idea religiosa de la voluntad de un Creador.

Entre los autores que asocian a la Universidad una misión esencialmente cultural, en un sentido compatible con el aquí mencionado, aparece José Ortega y Gasset, acerca del cual se transcriben fragmentos de un artículo relacionado:

IDEA Y MISIÓN DE LA UNIVERSIDAD

Por Juan Mantovani

Afirma Ortega que una sociedad necesita buenos profesionales, pero también personas que graviten con sus ideas sobre el cuerpo social. Característica de la sociedad contemporánea es que esa gravitación la ejerzan quienes pertenecen a las clases burguesas, la mayoría de los cuales es profesional.

Hecho evidente es que esos profesionales no son capaces de "vivir e influir vitalmente según la altura de los tiempos". A partir del siglo XIX la especialización limitó a cada hombre de ciencia, restándole la amplia visión que le permitía la cultura general. Por eso Ortega considera a la enseñanza de la cultura como la radical tarea de la Universidad.

El especialismo sin compensación cultural ha desintegrado al hombre, recluyéndolo en la estrechez de su campo y manteniéndolo ausente de las grandes ideas. Mucha intensidad y escasa visión de los problemas generales inclina al peligro, común en nuestra época, de una subversión de valores: lo técnico sobre lo ético, lo extenso sobre lo íntimo, la parcialidad sobre la totalidad del hombre; en suma, tiranía de los hechos y las cosas sobre la libertad y el poder de creación.

Por su simple condición de ingeniero, médico, abogado, sin compensación cultural, el hombre se convierte en un fragmento humano. A ello se debe la decisión de Ortega al declarar que la función primaria y central de la Universidad es la enseñanza de las grandes disciplinas culturales. Para Ortega esas grandes disciplinas son: a) la imagen física del mundo (Física); b) los temas fundamentales de la vida orgánica (Biología); c) el proceso histórico de la especie humana (Historia); la estructura y el funcionamiento de la vida social (Sociología) y e) el plano del universo (Filosofía).

En una época de crisis como la presente, la Universidad no puede quedar reducida a ser un simple centro de progreso técnico y de su repercusión sobre el poderío industrial y económico del país, obteniendo las mayores energías constructivas y a la vez destructivas. Debe alentar el progreso moral de la sociedad y la formación de hombres amantes de la vida en el seno de la libertad.

La Universidad debe ser el "alma mater" de espíritus libres. El proceso vital interno de la Universidad es una fuerza decisiva para la educación del hombre y la formación de la personalidad. Muchos son los que piensan que la formación profesional y la investigación científica se resentirían si estuvieran separadas. La mera educación profesional, sin el aliento de la investigación, podría caer acaso en un dogmatismo. La investigación también requiere aquella renovación que sucesivamente aportan las nuevas generaciones.

(De "Filósofos y educadores"-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 1962)

martes, 2 de noviembre de 2021

Para después de las elecciones solo pueden esperarse más dosis de populismo

Por Roberto Cachanosky

El Gobierno volvió a mostrar en Europa que está decidido a gobernar sin plan económico

Aparentemente, el optimismo que pretendieron alentar algunos medios sobre un inminente acuerdo entre Argentina y el FMI, no está teniendo el resultado esperado. No es que el Fondo sea la Inmaculada Concepción en materia económica. Es más, los kichneristas, que se proclaman keynesianos de izquierda, parecen desconocer que los dos economistas que impulsaron la creación del organismo de crédito bilateral en Bretton Woods en 1944 fueron el inglés John Maynard Keynes y Harry Dexter White.

Los mismos kirchneristas que cantan contra el FMI, se proclaman keynesianos y progres de izquierda, desconocen que Keynes fue el economista representante de Inglaterra en el Bretton Woods y Harry Dexter White, el representante norteamericano, fue un espía soviético. Tanto el FBI como los archivos secretos de la ex Unión Soviética muestran que White pasaba información secreta a los comunistas soviéticos. Digamos que White era un k adelantado.

Dejando de lado el aspecto anecdótico de la historia del FMI, lo cierto es que el Gobierno, de cara a las elecciones, se muestra duro con el FMI diciendo que esa institución financió la campaña de Macri en 2019 y que antes de pagarle al FMI, primero están los argentinos que pasan hambre.

El discurso, como todo discurso populista, luce contundente y emocionante, pero la realidad es que el problema no pasa por pagarle al FMI, sino por tener un plan económico consistente que le permita a la Argentina atraer inversiones, generar puestos de trabajo y salir de su larga decadencia.

Argentina ingresó al FMI en 1956 y desde entonces firmó 27 acuerdos con dicha institución, la mayoría de esos acuerdos son Stand By. Sin embargo, tantos acuerdos con el FMI no solucionaron los problemas de decadencia argentina.

El gran engaño en que viven los políticos es que creen que el FMI es el diablo personificado o la tabla de salvación. En rigor el FMI no es ninguna de las dos cosas.

Sus recetas para solucionar los problemas económicos estructurales son bastante pobres. Se limitan a pedir equilibrio fiscal sin importarle si ese equilibrio es vía aumento de impuestos o baja del gasto público. El tema de la correcta asignación de recursos productivos e incentivos a la inversión es ignorada por la mayoría de los burócratas del FMI, aunque cabe destacar que hubo y hay buenos economistas dentro de la institución, pero pasan desapercibidos.

¿Necesita el gobierno argentino presentarle un plan económico al FMI para reformular el acuerdo que cae en marzo del año que viene? Como todo deudor que tiene que renegociar una deuda que no puede pagar, es indispensable presentar un plan de negocios (un plan económico) que convenza al acreedor que si renegocia el crédito podrá cobrar.

Sin embargo, aunque mañana el FMI le dijera al gobierno argentino que le condona toda la deuda, no se resolvería el problema de falta de crecimiento económico, ni se frenaría la inflación, tampoco vendrían inversiones ni bajaría la pobreza.

El gráfico 1 muestra que haberle pagado al contado toda la deuda al FMI en enero de 2006 no significó una era de prosperidad, justamente.

Como puede verse en el gráfico, luego de cancelar la deuda con el FMI, el PBI crece 3 años seguidos, cae en 2009, se recupera en 2010 y a partir de 2011 se estanca. Es decir, llevamos 10 años de estancamiento económico. En casi toda la era k de Cristina Fernández de Kirchner, el PBI quedó estancado y cuando aumentó fue más por el viento de cola de la soja que por virtud de la política económica k o bien por no tener que negociar con el FMI.

En definitiva, Argentina no crece o deja de crecer por el FMI, sino por las horrorosas políticas económicas populistas que lleva a cabo.

Es más, el ministro Martín Guzmán renegoció USD 66.000 millones con acreedores en bonos que estaban en default en agosto de 2020 y en ese momento el riesgo país bajó a 1.100 puntos básicos en septiembre y ahora el riesgo país supera los 1.700 puntos. Es decir, la falta de credibilidad es mayor hoy a cuando se renegoció la deuda. El mercado esta descartando otro default de Argentina.

No va a ser sencillo llegar a un acuerdo con el FMI porque el desequilibrio macroeconómico es tan grande que requiere de reformas estructurales de tal envergadura que no están ni en la filosofía del kirchnerismo ni en el interés del gobierno de pagar el costo político de hacer las reformas necesarias.

Por el contrario, cuando el kichnerismo comete un error, no lo corrige. Al contrario, considera que tiene que duplicar la dosis del error que cometió. Si los controles de precios no funcionan, no los levantan, van por más controles porque consideran que fueron blandos en la política que aplicaron. Siempre duplican la apuesta.

Pero el dato relevante no es si Argentina va a llegar a un acuerdo con el FMI. En caso de no llegar a un acuerdo, Argentina perdería los pocos créditos que recibe del Banco Mundial, del BID o de algún otro organismo multilateral y no se ve que pudiese haber mayores problemas porque el mercado ya descuenta la insolvencia del gobierno argentino. Que el riesgo país pase de 1.700 puntos a 4.000 pb no modifica nada. Argentina es insolvente en cualquiera de los dos casos.

El dato relevante es que, hoy Argentina no solo no tiene un plan económico consistente, sino que tampoco tiene un gobierno que genere la más mínima credibilidad.

Sin credibilidad política, no hay plan económico consistente que pueda funcionar. Y sin credibilidad política y sin un plan económico consistente, el futuro de Argentina luego del 14 de noviembre, con resultado más adverso para el oficialismo o ganando el oficialismo, es un kirchnerismo duplicando la apuesta y llevando el país a un abismo. Más dosis de populismo.

Lo único que falta saber es la velocidad a la que el kirchnerismo llevará el país al precipicio y cuáles serán los destrozos luego de la caída.

(De www.infobae.com)