domingo, 14 de noviembre de 2021

La "educación" del odio y la mentira

Por lo general, en la Argentina se piensa que la salida a la grave crisis moral se logrará a través de la educación. Sin embargo, poco se tiene en cuenta que ha sido la educación estatal, principalmente, la que ha adoctrinado a niños y jóvenes, bajo criterios marxistas, para conducir al país a su peor crisis de los últimos tiempos. De ahí que no tiene sentido hablar de la educación como solución a nuestros males, a menos que se aclare a qué tipo de educación nos referimos.

Los ideólogos marxistas, culminada la etapa de acceder al poder por medio de la violencia revolucionaria, adoptaron la estrategia de imponer sus ideas por medios no violentos, pero más efectivos y perniciosos, ya que la violencia reaparece luego de conquistado el poder. Mientras que la revolución marxista implica dominar el cuerpo para dominar luego la mente, el marxismo cultural implica dominar primero la mente para luego hacerlo con el cuerpo. Alberto Benegas Lynch (h) escribió: "Como bien ha referido el marxista Antonio Gramsci, la politización de las faenas educativas es clave a través de su conocida conclusión: «Tomen la educación y la cultura, el resto se da por añadidura». Esto ha sido refinado y reforzado por la denominada deconstrucción de autores como Michel Foucault y Jacques Derrida que insisten en transformaciones en el lenguaje para aquellos propósitos".

"Esta tarea marxista y neomarxista (recordemos que el nombre original de la Escuela de Frankfurt era Instituto Neomarxista) es al efecto de lograr la llamada Revolución Molecular, en la que, como miles de moléculas dispersas, ya no se precisa un líder para coordinar la subversión sino que cada cual, dotado de fuertes pertrechos intelectuales marxistas, hace su faena disruptiva y luego se disipa. Esa es la explicación de lo que viene ocurriendo en diversos países en distintos grados con distintos logros en la destrucción de lo existente y que tanto sorprende a los incautos" (De "A título de ejemplo; una referencia al caso chileno" en www.infobae.com).

Una vez que la ideología reemplaza a la realidad, en la mente dominada mediante el adoctrinamiento respectivo, se produce un enajenamiento mental respecto de esa realidad. Debido a que adicionalmente la ideología promueve el odio hacia el enemigo (capitalismo, burguesía, empresariado, EEUU, Occidente, etc.) se promueve su difamación. Debe tenerse presente que el odio intenso está siempre asociado a la descalificación y a las calumnias hacia la persona o el sector odiado, por lo que la mentira necesariamenete ha de estar vinculada al odio. El citado autor agregó: "La interpretación de los sucesos violentos en Chile y las demostraciones de disconformidad, a nuestro juicio, se deben al adoctrinamiento estatista que hace que aunque todos fueran multimillonarios saldrían igual a protestar con el librito de Mao en la mano como respuesta a la deseducación y condicionamiento intelectual impuesto por la estructura estatista".

La lucha ideológica, o lucha de clases que propone el marxismo, no es otra cosa que la vieja lucha del bien contra el mal, del amor contra el egoísmo y el odio. G. Thibon escribió: "El egoísta puede hacer el mal, pero únicamente en la medida en que ese mal le procura personalmente algo: riqueza, placer, honores, etc. Por el contrario, el rencoroso busca ante todo el mal del prójimo, a menudo contra su propio interés. Las maldades del egoísmo son utilitarias, las del odio gratuitas" (Del "Diccionario del Lenguaje Filosófico" de Paul Foulquié-Editorial Labor SA-Barcelona 1967).

El adoctrinamiento marxista promueve una doble degradación: mental y moral, es decir, promueve un marginamiento intelectual respecto del mundo real y un marginamiento emocional respecto de la sociedad. Convierte al individuo en un esclavo mental y emocional de las personas odiadas. Jorge Luis Borges escribió: “Odiando, uno depende de la persona odiada. Es un poco esclavo de la otra. Es su sirviente”.

También tal adoctrinamiento ubica al individuo en lo más bajo de la escala social, teniendo presente la expresión de Friedrich Nietzsche: “No se odia mientras se menosprecia. No se odia más que al igual o al superior” (De “Citas y frases célebres” de Samir M. Laâbi-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2000).

Puede decirse que en la Argentina ha sido bastante exitosa la tarea adoctrinadora de peronistas y marxistas. Como ejemplo de ello puede mencionarse la reacción de la "madre de todos los argentinos" (según Néstor Kirchner) cuando manifestó "haber festejado" los atentados a las torres de Nueva York donde murieron miles de inocentes. Se refería a Hebe de Bonafini, directora de las Madres de Plaza de Mayo. Más grave aún fue que un 55% de los oyentes de una emisora radial de Buenos Aires manifestó estar de acuerdo con tal expresión de odio.

3 comentarios:

agente t dijo...

El truco neomarxista está en un sistema educativo fragmentario y defectuoso dedicado fundamentalmente a cultivar identidades políticas tan intolerantes como la vieja religión para así evitar el anclaje y la proliferación en la gente de versiones racionales de la vida y la sociedad. Para alcanzar y después mantenerse en el poder la izquierda inculca simplificaciones emocionales que alienan y fidelizan a sus votantes-rebaños.

Unknown dijo...

Silfevir8991
Excelente análisis. El gran negocio de los gobiernos de izquierda y peronistas ha sido y es "la educación". Por eso, nuestros antepasados del siglo XIX y principios del XX nunca se les hubiese ocurrido ascender socialmente a costa del Estado, tampoco los movilizaba el odio sino su cultura del trabajo. Desde la década del '50, Argentina cae estrepitosamente y la raíz de este mal está en la "domesticación" mental (no es educación) . Unicamente el retorno al pensamiento alberdiano nos redireccionará hacia el éxito.

agente t dijo...

Uno de los más claros inconvenientes que se vieron en los inicios del Estado del Bienestar por parte de los sectores no colectivistas fue que la educación caería más o menos completamente en manos del Estado, con el peligro de adoctrinamiento que, como hemos visto, se ha llegado a materializar en grado muy preocupante o sumo.