domingo, 27 de septiembre de 2020

Individualismo “bueno” vs. Individualismo “malo”

El término “socialismo” fue adoptado en oposición a “individualismo”. También la palabra “colectivismo” cumple tal función negadora de la individualidad natural que poseemos. Algunos autores, sin embargo, distinguen entre un individualismo “bueno” (que produce buenos resultados) y un individualismo “malo” (que produce malos resultados).

Un excesivo individualismo tiende a limitar el carácter social inherente a nuestra naturaleza humana, haciendo de cada ser humano un elemento aislado del resto de sus semejantes, por lo que tiende a hacer desaparecer a la sociedad como tal. Puede establecerse una síntesis de ambos individualismos considerando el doble aspecto emocional y racional del que hemos sido provistos por el proceso evolutivo:

Individualismo bueno = Emocionalidad + Racionalidad
Individualismo malo = Racionalidad

Los promotores de una prioritaria racionalidad tienden a despreciar lo emocional, a lo que consideran como fuente de perturbación de lo racional, conduciendo hacia cierta atomicidad del individuo en forma similar a la atomicidad a la que conllevan los sistemas totalitarios, esta vez con su consabida imposición del miedo o del terror. Gustavo D. Perednik escribió respecto del “elemento totalitario que puede encontrarse también en la tradición liberal”: “Su fuente ha sido explicada por Hayek en el primer capítulo de Individualismo y orden económico (1949), en el que marca el contraste entre dos escuelas denominadas individualistas. Una es la tradición inglesa, representada por Adam Smith, que ve al hombre como siempre falible, y cuyos errores individuales son corregidos en el curso del proceso social”.

“La segunda es la tradición francesa, personificada en Descartes, en la que aparece la concepción de una Razón con R mayúscula. Según ésta, el raciocinio que puede alcanzarse es uno solo, por lo que se deduce que la verdad política es una, y uno es el camino correcto, incluso en sus detalles”.

“El contraste entre las dos escuelas se desgrana asimismo en Los orígenes de la democracia totalitaria (1955) de Jacob Talmón, que también rastrea hasta Francia el espejismo de que la política pudiera ser concebida como una ciencia exacta. Talmón mostró que las raíces del fascismo y del comunismo están en la propia Revolución Francesa, que se asumió con arrogancia como la cristalización de la racionalidad”.

“El pensamiento liberal más sublime supone, por el contrario, que la política es una cuestión de ensayo y error, y de aprendizaje de la experiencia. Ve, en los regimenes políticos, ajustes pragmáticos para un momento determinado. Elige la mejor alternativa de entre muchas, siempre repensándola y controlando cada alteración y vaivén, para que los resultados no se aparten demasiado de lo previsible” (De “Autopsia del socialismo” de A. Benegas Lynch (h) y G. D. Perednik-Grito Sagrado Editorial-Buenos Aires 2013).

Algunas tendencias racionalistas tienden a adoptar como referencia, no las leyes naturales que rigen las conductas humanas, sino la opinión de un ideólogo racionalista que tiende a imponer sus creencias, que serán luego aceptadas y promovidas por sus adeptos, como lo es la visión favorable al aborto, la aceptación de que “el amor al prójimo es inmoral”, que el egoísmo es una virtud, etc. Al adoptar como referencia la opinión de otra persona, se establece cierto gobierno mental del ideólogo sobre sus seguidores, algo que poco o nada tiene que ver con el liberalismo. Friedrich A. Hayek escribió: “La creencia de que sólo un sistema sintético de moral, un idioma prefabricado o aun una sociedad artificial puede ser justificada en una era científica, así como la creciente repugnancia en aceptar ninguna regla moral cuya utilidad no se demuestre racionalmente, o en conformarse a convenciones cuyo sistema lógico no sea conocido, son todas manifestaciones del mismo punto de vista básico que pretende definir toda actividad social como parte identificable de un único plan coherente. Ellas son el resultado del mismo «individualismo» racionalista que quiere ver en todas las cosas el producto de la razón individual consciente”.

Así como el marxista cree necesario imponer un orden al aparente “caos económico” que él observa en una economía de mercado, el individualista racional cree necesario imponer su criterio para que la sociedad salga del “caos mental” que él observa. Hayek agrega: “Tal tipo de individualismo no solamente no tiene nada que ver con el verdadero individualismo, sino que puede resultar un grave obstáculo para el cómodo funcionamiento de un sistema individualista. Queda el interrogante de si una sociedad individualista y libre puede funcionar con éxito si la gente es demasiado individualista en su acepción falsa, si es demasiado renuente en adaptarse a las tradiciones y convenciones, y si rehusa reconocer cualquier cosa que no haya sido conscientemente ideada o demostrada como racional a todo individuo”.

“Es al menos comprensible que la prevalencia de esta clase de «individualismo» ha hecho a menudo a la gente de buena voluntad perder toda esperanza en lograr orden en una sociedad libre y aun hacerles desear un gobierno dictatorial, con el poder de imponer a la sociedad el orden que ella no quiere producir por sí misma”.

“En Alemania, particularmente, esta preferencia por la organización deliberada y el respectivo desprecio por lo espontáneo e incontrolado, fueron apoyados de modo intenso por la tendencia hacia la centralización, producida por la lucha a favor de la unidad nacional. Los esfuerzos de un país –cuyas tradiciones son esencialmente locales- para obtener unidad, implicaban una oposición sistemática hacia casi todo lo que manifestara crecimiento espontáneo, sustituyéndolo coherentemente por creaciones artificiales. Que en este proceso descrito acertadamente por un historiador de nuestros días como la «desesperada búsqueda de una tradición que no tenían» (E. Vermeil), los alemanes hubieran terminado por crear un Estado totalitario cuya violencia les impuso lo que ellos sentían les faltaba, no debería haberlos sorprendido tanto como nos sorprendió” (De “Individualismo: verdadero y falso”-Centro de Estudios sobre la libertad-Buenos Aires 1968).

Cuando Hayek asocia a los socialistas la posesión de una “fatal arrogancia”, por cuanto suponen conocer el método adecuado para solucionar todos los problemas humanos y sociales a partir de la economía, podría también haber asociado tal posesión a los racionalistas extremos, debido al desprecio que manifiestan por todo lo que sea “irracional”, es decir, por todo lo que se opone a la lógica simbólica en que se basan, Desconocen que existe una lógica asociativa, con bastante mayor poder creativo y descriptivo, que podría liberarlos del pequeño círculo en el que se desenvuelven sus pensamientos.

domingo, 20 de septiembre de 2020

Las raíces del mal

A partir de las graves catástrofes humanas y sociales ocurridas durante el siglo XX, como fue el caso de los totalitarismos y de las guerras mundiales, es posible describirlas bajo un esquema simple, que encontramos también en otras épocas e incluso en la actualidad.

Por una parte advertimos diferencias de todo tipo entre individuos y entre grupos y pueblos. Las diferencias que han llevado a las diversas disputas y conflictos se deben esencialmente a la etnia (o raza), clase social, religión o creencia y nacionalidad. Tanto el egoísmo como el odio llevan a muchos individuos a considerar que su sector es mejor que el de los demás y que, si el convencimiento es muy fuerte, resulta necesario combatir y exterminar a los demás.

El individuo adecuado para este proceso destructivo es el hombre-masa, o el “idiota moral”, carente de empatía emocional ante la presencia o la referencia de todo individuo de otra etnia, de otra clase social, de otra religión o de otra nacionalidad. “Tradicionalmente se ha llamado «idiota» al que tiene mermada su capacidad mental. El idiota moral es, en cambio, el que muestra una incapacidad para distinguir entre el bien y el mal. La mayoría de estos seres son inteligentes” (De “El idiota moral” de Norbert Bilbeny-Editorial Anagrama SA-Barcelona 1993).

Un conjunto desorganizado de individuos con tales atributos, no resulta peligroso. Sin embargo, en cuanto alguien establece una ideología que promueve la tendencia destructiva que los anima, aparece el grupo hostil. El ideólogo es el “intelectual”, o más precisamente, el “pseudo-intelectual”, por cuanto un intelectual auténtico es partidario del bien y de la verdad, conceptos faltantes en los orientadores y promotores del odio del hombre-masa. Raymond Aron escribió: “Al tratar de explicar la actitud de los intelectuales, despiadados para con las debilidades de las democracias, indulgentes para con los mayores crímenes, a condición de que se los cometa en nombre de doctrinas correctas, me encontré ante todo con las palabras sagradas: izquierda, revolución, proletariado. La crítica de estos mitos me llevó a reflexionar sobre el culto de la Historia y, luego, a interrogarme acerca de una categoría social a la que los sociólogos no han acordado aún la atención que merece: la intelligentsia” (De “El opio de los intelectuales”-Ediciones Siglo Veinte-Buenos Aires 1967).

Las diversas luchas por el poder, que se han sucedido a lo largo de la historia, hicieron innecesario un apoyo de ideólogos, dada la habitual y frecuente competencia egoísta surgida con cierta naturalidad. Entre los primeros ideólogos que sugieren, en el caso de la religión, la muerte del hereje, aparece el propio Tomás de Aquino, que puede considerarse como el ideólogo de la Inquisición, una especie de “totalitarismo en pequeña escala”, ya que sus víctimas se contaban por decenas de miles, mientras que los totalitarismos del siglo XX exterminaban en el nivel de las decenas de millones. “El caso del hereje, que aceptaba la misma revelación que su vecino ortodoxo pero que le daba una interpretación diferente, distorsionándola y corrompiéndola, apartando a los hombres de su salvación, era mucho más grave que el caso del no creyente. La herejía era un veneno que se extendía, y una comunidad que la tolerara invitaba a Dios a que le retirara su protección”.

“Santo Tomás de Aquino lo expone de esta manera: «La herejía es un pecado que no solamente merece la excomunión, sino también la muerte, pues es peor corromper la Fe, que es la vida del alma, que acuñar monedas falsas para que circulen en la vida secular. Así como los falsificadores son justamente castigados con la muerte por los príncipes como enemigos del bien común, de la misma manera los herejes merecen el mismo castigo»” (De “Las raíces del mal” de John Kekes-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2006).

De las cuatro principales causas de conflictos que provienen del pasado, esto es, nacionalismos, totalitarismo religioso, totalitarismo racial y totalitarismo de clase, sólo el tercero (nazismo) parece haber desaparecido en la actualidad de las mentes y de los escritos de los pseudo-intelectuales. Mientras que la Inquisición desapareció desde hace basta tiempo, su lugar ha sido ocupado por el totalitarismo islámico. Gustavo D. Perednik escribió: “Los gobiernos totalitarios imponen, por vía del temor, del adormecimiento intelectual, y del cada vez más difícil aislamiento informativo, que una parte de la gente en efecto piense exactamente como lo requiere el ingeniero social”.

“Se socava el sentido de la verdad y el respeto hacia ella, se corroe la moral social, y la masa termina aceptando no sólo los fines últimos, sino también las justificaciones en detalle de cada medida en particular”.

“Ahora bien, como quienes deciden a veces son guiados por un mero prejuicio o aversión, estos caprichos van siendo racionalizados para permitir la construcción de teorías a las que se someten los pueblos”.

“El islamismo nació, como los otros dos totalitarismos, en el primer tercio del siglo XX. Podría ubicarse su génesis en la Hermandad Musulmana, fundada en 1929 en Egipto por Hassan al-Banat, y tiene por objeto explícito imponer al mundo entero la cara más tenebrosa del Islam”.

“Si el nazismo ve en el sustrato de la historia una lucha de razas; y la doctrina marxista ve una lucha de clases; el islamismo sostiene una constante lucha religiosa. A sus ojos, las miserias y el atraso que padecen los países musulmanes se deben precisamente a que han abandonado la pureza del sendero coránico, incluida la guerra santa contra los infieles. Pregonan que un Occidente malévolo arruinó la otrora gloria del Islam y hoy, ese Occidente caerá putrefacto a los pies del Islam” (De “Autopsia del socialismo” de Alberto Benegas Lynch y Gustavo D. Perednik-Grito Sagrado Editorial-Buenos Aires 2013).

Los que simpatizan con asesinos en masa y promueven sus nefastas ideologías, llegan al cinismo extremo cuando acusan a la persona decente de "incitar al odio". Sin embargo, así como, respecto de un perro rabioso, no se siente nada más que temor, no muy diferente ha de ser lo que se ha de sentir por un Hitler o un Stalin, o por quienes los admiran y divulgan sus nefastas ideologías. De ahí que también los promotores de los totalitarismos despierten en la gente decente, además de temor, cierto asco o repugnancia. Friedrich Nietzsche escribió: "No se odia mientras se menosprecia. No se odia más que al igual o al superior".

sábado, 19 de septiembre de 2020

Economías sin empresas: la URSS y la China de Mao

Por lo general, a las economías socialistas se las denomina como "economías planificadas centralmente" (desde el Estado). Sin embargo, tal denominación puede ser engañosa ya que en realidad, al no existir mercado ni precios, no es posible realizar una planificación mediante un cálculo de costos. Además, por ser la cantidad de datos económicos de una nación demasiado numerosa, resulta imposible su manejo por parte de individuos normales y reales. De ahí que sería más adecuada la denominación de "economías sin empresas", si bien no tiene sentido práctico establecer cambios de denominación una vez que se tiene una idea concreta con la denominación corriente.

Luego de poco tiempo transcurrido desde la Revolución Rusa de 1917, Ludwig von Mises advirtió sobre la inviabilidad de una economía como la recientemente implantada. Gustavo D. Perednik escribió: "Cuando la experiencia soviética tenía sólo tres años de edad, Mises inició su obra publicando Cálculo económico en la comunidad socialista. Con sus menos de 50 páginas, entiendo que es uno de los más importantes trabajos en la historia de la economía".

"Su argumento es que la planificación central destruye la herramienta con la que la gente toma decisiones económicas racionales: los precios. Estos dejan de formarse: se dictaminan. El socialismo provoca un corto-circuito letal en el proceso del cálculo económico y, en el marco de la economía moderna, ningún planificador puede organizar y prever eficazmente en medio de tecnologías sofisticadas y una vastísima variedad de equipamiento de capital. El conocimiento es tan variado, disperso y abundante, que resulta inasequible para el planificador, quien termina hachando la realidad con decisiones arbitrarias".

"El gobierno soviético fijaba 22 millones de precios, 460.000 tipos de salarios, 90 millones de cargos gubernamentales. Todo en base de caprichos de burócratas. El resultado fue el caos y la escasez y, en el proceso, se perdieron la ética del trabajo, las oportunidades empresariales y la iniciativa privada. Destruida la economía, las consecuencias son el desabastecimiento, la corrupción, la represión y las purgas" (De "Autopsia del socialismo" de Alberto Benegas Lynch (h) y Gustavo D. Perednik-Grito Sagrado Editorial-Buenos Aires 2013).

Como los socialistas, por lo general, están motivados por el odio a la "clase social incorrecta", tienen poca predisposición para aceptar errores, y mucho menos la inviabilidad de la economía marxista, supuestamente "científica". De ahí que las culpas por la ineficacia del método recaerán en la población, por no trabajar lo suficiente, por sabotear la producción, etc. Perednik agrega: "El caso chino es especialmente elocuente. En octubre de 1949, Mao-Tsedong se hizo cargo del país más populoso del globo. Procedió a la reforma agraria, distribuyendo las parcelas de tierra entre los campesinos más pobres. Su seguidor Liu Shaoqi pedía que los cambios fueran paulatinos: que previamente se industrializara el país a fin de que los campesinos obtuvieran la maquinaria adecuada para sus granjas".

"Pero Mao no quería esperar, y se apoderó de la agricultura de todos, por medio de crear comunas de campesinos controladas por el Partido. Cuando una hambruna feroz estalló en 1956, las voces más moderadas del partido pidieron revertir la colectivización. Nikita Kruschev llegó desde Rusia para informar que en su país la colectivización agrícola había sido un estrepitoso fracaso".

"Y aquí viene el quid: las purgas y el liberticidio respondieron a una necesidad, no a un plan. Para aventar toda crítica ante el inevitable fracaso, se hizo indispensable un enorme aparato de represión".

"Primero se llevaron a cabo las «campañas antiderechistas» dentro del Partido, pero en 1957, con la conclusión del primer plan quinquenal en un fiasco de mayores proporciones, Mao tomó el toro por las astas y se propuso erradicar las críticas por varias décadas. Su plan se denominó la «Campaña de las Cien Flores». El ardid consistió en promover las críticas, y después de un tiempo purgar a las decenas de miles de críticos que ingenuamente se habían dado a conocer".

"Mientras tanto, el segundo plan quinquenal comenzaba aún más monstruosamente. Lo llamaron el Gran Salto Hacia Adelante, un plan para industrializar China. Cuando Mao lo reveló, en enero de 1958 en Nanning, vaticinó que en pocos años la producción china de acero superaría a la de Gran Bretaña. En abril comenzó: los campesinos fueron obligados a fundir todas sus herramientas para conseguir acero. El metal resultante fue de pésima calidad, no hubo industrias, y en un lustro decenas de millones murieron de inanición. Para no revelar que la teoría fallaba, a los campesinos no se les permitió siquiera acercarse a los caminos para pedir limosna. Debían morir en silencio en sus aldeas para no desprestigiar al socialismo. En 1962 China sufrió un crecimiento económico negativo de más del 20%".

"Si todo parecía salir mal, era porque no se llegaba a entender el genio de Mao. Había que confiar ciegamente, y el culto a la personalidad fue un efecto natural del proceso. Por ello, Li Shaoqi propuso una curiosa teoría: todo comunista debía reconocer la infalibilidad del Gran Timonel. Hoy en día pueden verse en Youtube películas de propaganda de aquella época, en la que Mao nada en el río Yangtzé escoltado por centenares que loan al semidiós cuyas ideas los redimirían. Unos treinta millones de campesinos murieron de hambre silenciados por el infalible".

"Mao arremetió con más fuerza. No alcanzaba con la revolución agrícola y tecnológica; la «revolución permanente» requería ahora que se erradicaran los modos de pensar, de creer y sentir de la gente; la llamaron «Revolución cultural», y comenzó el 16 de mayo de 1966 cuando Mao apeló a luchar contra los «restauradores del capitalismo». Duró una década; decapitó a la nación de sus intelectuales; se cerraron las universidsades; se purgó al 60% de los cuadros del Partido, también a Li Shaoqi, que murió por malos tratos en la cárcel. Se persiguió a cientos de miles, y 35.000 personas fueron ejecutadas".

"No fue que los líderes chinos se volvieran crueles espontáneamente. Más bien, que un sistema en el que se desaloja la racionalidad y se monopoliza el poder, es una fábrica de crueldad".

viernes, 18 de septiembre de 2020

La manía del igualitarismo

A diferencia de la igualdad entre seres humanos, propuesta por la ética bíblica y derivada del hecho de considerarlos “hijos de Dios”, el igualitarismo resulta ser una “igualdad artificial” propuesta por quienes consideran que la igualdad económica, a cualquier precio, conducirá a la humanidad hacia una era de paz y progreso. Esta arraigada creencia, con poco fundamento, ha conducido a la humanidad por caminos de violencia e injusticia, que pocas veces son reconocidos por sus promotores.

Recientemente, con más de 700 firmas, se emitió una nota de adhesión y reconocimiento al grupo terrorista Montoneros, que junto con el ERP, inicia una etapa sangrienta en la Argentina de los años 70. No existe en ellos ninguna autocrítica por los 1.094 asesinatos, 4.380 atentados con bombas explosivas, 756 secuestros extorsivos, 2.368 heridos, etc. Tal actitud delictiva pudo apreciarse en Internet cuando alguien le reclamaba a Horacio Verbitsky por haber cometido un atentado que le costó la vida a varias víctimas inocentes, no evidenciando señal alguna de arrepentimiento, mostrando incluso una sonrisa burlesca ante la persona que lo enfrentaba. Alberto Benegas Lynch (h) escribió: “Creo que uno de los ejes centrales de los socialismos estriba en la manía del igualitarismo, es decir, la guillotina horizontal aplicada por los aparatos estatales. No se necesita ser muy perspicaz para comprobar que todos los seres humanos somos diferentes desde el punto de vista anatómico, biológico, fisiológico, bioquímico y, sobre todo, psicológico. Naturalmente las diferencias se traducen en diferentes resultados. En realidad es una suerte que seamos distintos porque si fuéramos iguales el tedio sería inmenso ya que la misma conversación se asimilaría a hablar con el espejo, además de que se desmoronaría la cooperación social ya que la división del trabajo se tornaría sumamente pastosa” (De “Autopsia del socialismo” de A. Benegas Lynch (h) y Gustavo D. Perednik-Grito Sagrado Editorial-Buenos Aires 2013).

Puede decirse que el socialismo es el arte de proponer objetivos para obtener resultados opuestos a los buscados. Este es el caso de la redistribución desde quienes producen bastante hacia quienes poco o nada producen (no por incapacidad, sino por vagancia). El citado autor agrega: “Las nivelaciones hacen que los que se encuentran por encima de la marca redistribucionista, si saben que serán expropiados por la diferencia, tenderán a no producir y los que se encuentran por debajo de la aludida línea divisoria esperarán infructuosamente ingresos que no les llegarán debido al primer efecto señalado”.

El ideólogo socialista desconoce toda forma de mérito, apuntando al igualitarismo liso y llano. De ahí el desaliento a quien acumula méritos laborales y productivos. “Anthony de Jasay ha explicado que es autodestructiva la metáfora tomada del deporte en cuanto a que «todos tienen que partir sin herencias que otorgan ventajas en la carrera por la vida», puesto que el que se esforzó por llegar primero es nuevamente nivelado en la próxima partida con lo que convierte en inútil su esfuerzo”.

Mientras que en una economía libre se trata de distribuir las riquezas mediante intercambios entre productos, o entre productos y trabajo, sin una intermediación del político a cargo del Estado, el socialista, tratando de justificar sus acciones redistributivas, aduce cierta “inmoralidad” del sector productivo (o explotador del trabajador), adjudicándose a sí mismo cierta “superioridad moral” al intentar redistribuir lo ajeno. Si todos los socialistas del mundo se dedicaran a producir, en lugar de intentar redistribuir, la economía mundial mejoraría notablemente. Los “moralmente superiores”, como los terroristas mencionados, no consideran el asesinato como algo inmoral, ya que se lo cometería con “buenos fines”.

Frecuentemente se dice que el marxismo acierta en sus pronósticos, pero es desacertado en su puesta en práctica. Gustavo D. Perednik escribe al respecto: “Es falaz la apología de que «el marxismo hace una descripción correcta de la realidad, pero en cuanto se lo aplica a la misma no produce los resultados esperados». Si una vacuna, un descubrimiento o una idea, no produce los resultados deseados, es porque lleva intrínsecamente un error en sus presupuestos teóricos. Esos presupuestos deben ser revisados hasta que revelen su esencial equívoco”.

“Para los comunistas, es arduo reconocer lo que ha ocurrido, ya que no puede minimizarse la muerte de millones de personas por hambre y persecuciones bajo el epíteto de «error». Para los no-comunistas de izquierda, se impone un replanteo de otra índole, considerando que también ellos fundamentaron su ideología en los principios que fracasaron” (De “Autopsia del socialismo”).

Lo que resulta desconcertante es advertir que el apoyo que tuvo la guerrilla marxista, y actualmente la ideología respectiva, promoviendo el acceso al poder por medios no violentos, no provino sólo del Imperio Soviético o de alguno de sus países usurpados, sino de instituciones occidentales y hasta de la Iglesia Católica. En el caso del terrorista Verbitsky, fue la Fundación Ford uno de sus promotores. De ahí el título de un libro de Carlos Manuel Acuña: “Verbitsky. De La Habana a la Fundación Ford” (Ediciones del Pórtico-Buenos Aires 2003).

En dicho libro aparece el siguiente escrito de Alan B. Jones: “A veces las fundaciones financian grupos que se encuentran en los puntos opuestos del espectro filosófico, utilizando el choque resultante para maniobrar con un mayor control político o económico, desviando así la atención de la fuerte influencia que ejercen y de su programa de autoprotección…”.

“No importa cuán pequeño sea el grupo disidente, el enfoque de los medios lo hará parecer grande. Los ciudadanos asienten ante la presión, pensando que es la voluntad democrática de la mayoría. En cambio, la verdad es que se los acaba de manejar para que sigan el programa de un poderoso grupo con intereses especiales…”.

“James Kunen en su obra «Notas de un estudiante revolucionario» (pág. 23), «describe cómo las fundaciones lo contactaron y le ofrecieron financiar sus demostraciones estudiantiles radicales». Kunen concluye: «Los jóvenes carecen totalmente de conocimientos respecto de la concepción de la estrategia de la conspiración. Los radicales piensan que están luchando contra las fuerzas de los super ricos como Rockefeller y Ford, y no se dan cuenta de que son precisamente esas fuerzas las que están detrás de su propia revolución, financiándola y utilizándola para sus propios fines»”.

Tanto el aborto, como el “matrimonio” homosexual, la Educación Sexual Integral, el abolicionismo penal, el feminismo agresivo y otros aspectos que apuntan hacia una posible limitación de la población mundial, son promovidos por organismos internacionales con mucho poder financiero.

Si se busca cierta coherencia lógica para interpretar el vínculo existente entre algunos grandes capitales de Occidente y su apoyo al marxismo en Latinoamérica, puede decirse que, presionados por un posible acceso de los comunistas al poder, se producirá un masivo éxodo de capitales y de gente capacitada desde Latinoamérica hacia EEUU y otros países centrales. En la actualidad, en el caso de la pandemia del Covid-19, vuelven a sonar los nombres de Rockefeller y Ford, esta vez junto a Soros y Bill Gates, como promotores de acciones poco beneficiosas para los países que la sufren.

Carlos Manuel Acuña escribía en el libro antes mencionado: “Desde la Comisión Trilateral hasta Diálogo Interamericano o la Fundación Ford son parte de las organizaciones que pasan por nuestras páginas pues no son ajenas al ritmo de los acontecimientos que nos afectan, a nosotros y a otros pueblos del continente, como el colombiano, que debe afrontar a un enemigo mayor e integrante del mismo andamiaje. Esta es una época que registra como constante los intentos por invertir los valores, premiar a los peores y castigar a quienes levantaron y levantan banderas correctivas”.

“¿Cómo entender que terroristas reconocidos reciban recursos de toda naturaleza para bregar por las ideas que los alimentaron, ideas enemigas de quienes hoy les suministran los dineros necesarios para su cometido? ¿Cómo es posible que se acepte a esos terroristas como fiscales de la república, cuando fueron responsables de múltiples muertes injustas y gravísimos daños de todo orden a nuestra sociedad en un pasado dramático que ayudaron a construir? Muchos de ellos hoy ocupan la escena argentina e implícita o explícitamente lo hacen en nombre de ese trágico pasado del que participaron como protagonistas de muertes planificadas, asesinatos abyectos, secuestros, robos, asaltos….Por eso podemos decir que lo que ocurre en la Argentina es obsceno y revelador de un país invertido, nuestro país, donde el reino del revés se ha instalado a sus anchas como una expresión fiel de un insoportable proceso de decadencia”.

Si bien el liberalismo propone al capitalismo como el mejor sistema que traduce necesidades económicas en soluciones efectivas, nada tiene que ver con el destino que algunos grandes capitales le dan a sus ganancias. Por lo general, las grandes empresas tienden a formar monopolios eludiendo en lo posible toda competencia, lo que resulta opuesto a lo que proponen las tendencias liberales.

Finalmente, resulta oportuno mencionar el libro “Las raíces del mal” de John Kekes (Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2006), cuyo autor emplea, para ilustrar el mal en la historia de la humanidad, hechos aberrantes atribuidos a la Inquisición medieval, al nazismo y a la dictadura militar argentina, además de otros tres casos. Pero nada dice de los dos mayores genocidios de la historia, los cometidos por Mao-Tse-Tung y por Stalin. Incluso para juzgar lo acontecido en la Argentina de los años 70, emplea como referencia (junto a otros autores) un libro del ya mencionado terrorista Verbitsky. ¿Habrá recibido apoyo monetario de algún organismo internacional?

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Desde la ética a la autorrealización

Si bien la concreción de una ética personal y social es el principal objetivo de una teoría de la personalidad, o debería serlo, también es imprescindible establecer un camino hacia la autorrealización personal. Ello implica concretar las metas que, potencialmente, son accesibles a nuestra personalidad. Así, si alguien nace con cierta predisposición y habilidades deportivas, una plena autorrealización como deportista dependerá de diversas circunstancias y de ideas que facilitarán el surgimiento de la voluntad necesaria para lograrla. William James escribió: "No me cabe la menor duda de que la mayoría de las personas vive, sea física, intelectual o moralmente, en un círculo muy restringido de la potencialidad de su ser. Sólo se valen de una porción muy pequeña de su conciencia posible, como si un hombre, de todo su organismo corporal, se habituase a usar o mover sólo el dedo meñique. Todos tenemos, para recurrir a ellas, reservas de vida con las que ni siquiera soñamos" (Citado en "Más allá del ego" de R. Walsh y F. Vaughan-Editorial Kairós SA-Barcelona 1982).

El primer paso hacia la autorrealización implica el autogobierno personal, es decir, cuando podemos dejar de lado el gobierno mental ejercido por otras personas para adoptar la realidad como referencia. Todo gobierno implica mando y obediencia. El autogobierno implica el mando de la razón junto a la obediencia emocional simultáneamente al mando de lo emocional junto a la obediencia de la razón. Mientras lo emocional fundamenta la actitud ética adoptada, la razón impulsa al individuo hacia el futuro, y a la contemplación de las potencialidades que algún día podrá realizar.

El tiempo y el esfuerzo dedicado al logro de cierto objetivo, dependen esencialmente de cuánto de importante sea para cada uno de nosotros conseguirlo. Para bien o para mal, las personas exitosas son las que luchan y perseveran para lograr metas propuestas en su niñez y en su juventud. Tales ambiciones constituyen el motor que nos conduce por la vida.

Así como existe un sentido de la vida que nos impone el orden natural, exigiéndonos adaptarnos a sus leyes, existe también un sentido de la vida personal asociado a la autorrealización o concreción de nuestras potencialidades. Lo ético, que es el fundamento de nuestras acciones, depende del sentido de la vida general; la autorrealización depende de nuestra voluntad para alcanzarla.

Gran parte de la psicología, especialmente el psicoanálisis, se establece a partir de la persona enferma, tratando de llevar al paciente hacia cierta normalidad. Por el contrario, psicólogos como Abraham H. Maslow y Carl R. Rogers centran su atención en la persona mentalmente sana, a la que tratan de conducir a sus pacientes. R. Walsh y F. Vaughan escribieron: "En las obras completas de Freud se encuentran más de cuatrocientas referencias a la neurosis y ninguna a la salud".

"Un número creciente de profesionales de la salud mental sentía que tanto el conductismo como el psicoanálisis estaban limitados por el hecho de provenir, principalmente, de estudios de psicopatología, por el intento de generalizar a partir de sistemas simples hacia los más complejos, para adoptar un enfoque reduccionista de la naturaleza humana y no hacer caso de ciertos sectores, preocupaciones o datos de importancia para un estudio cabal de aquella, como pueden ser los valores, la voluntad, la conciencia y la búsqueda de autorrealización y de autotrascendencia" (De "Más allá del ego").

La tendencia hacia la autorrealización es negada explícitamente por el socialismo, por cuanto presupone que las metas de toda sociedad deberán ser colectivas, y no individuales. Se supone, erróneamente, que las autorrealizaciones individuales, en lugar de intensificar el conjunto de metas y valores de una sociedad, se oponen a ello. De ahí la expresión de que "el mayor enemigo del socialismo es la naturaleza humana".

Los colectivismos, como sociedades ideales desde el punto de vista del envidioso, tienden a anular todo tipo de realización personal. Al quitarle al individuo la libertad personal y la posibilidad de desarrollar sus potencialidades, restringe las posibilidades del conjunto de la sociedad, negando un derecho humano esencial "otorgado" por el propio orden natural. La libertad individual es imprescindible para la supervivencia del ser humano como tal.

En cuanto a la autorrealización personal, ligada tanto a la libertad mental como material, leemos lo siguiente: "Los sujetos que funcionan plenamente toman decisiones con entera libertad, sin restricciones ni inhibiciones. Esto les confiere una sensación de poder pues saben que el futuro depende de sus actos y no de las circunstancias presentes ni de hechos pasados o de otras personas. No se sienten obligados, por ellos mismos ni por otras personas, a comportarse sólo de una manera".

"Rogers describe a los sujetos que funcionan plenamente diciendo que se realizan, en lugar de usar el término realizados, porque éste designa una personalidad terminada o estática, concepto totalmente contrario a su intención. El desarrollo del sí mismo nunca permanece estático. Rogers escribió que funcionar plenamente significa tener «una dirección, no un destino». Si el esfuerzo y el crecimiento cesan, se pierde espontaneidad, flexibilidad y apertura. La palabra becoming (convertirse en), que forma parte del título de su libro On becoming a Person (En castellano «El proceso de convertirse en persona»), refleja claramente la importancia que concedía al crecimiento y al cambio" (De "Teorías de la personalidad" de Duane P. Schultz y Sydney Ellen Schultz-Cengage Learning Editores SA-México 2010).

lunes, 14 de septiembre de 2020

¿Pandemia planificada?

Por Horacio Rivara

¿Como se fraguó el confinamiento?

En el año 1990 estudiaba yo en la Facultad de Derecho, y tenía un compañero, Alejandro, de desbordada inteligencia y muy dado a lucirla. Evidentemente llamó la atención porque recibió la invitación a una reunión privada en El Club del Progreso. Me pidió que lo acompañe, y eso fue aceptado por los que organizaban la reunión.

Con 20 años éramos los más jóvenes allí, se nos presentó un hombre llamado William Ford, hijo de Henry Ford II, que no estaba representando a la compañia, sino a la Fundación Ford, y allí nos hablaron de algo llamado la Trilateral Commision, formada por Nelson Rockefeller y George Soros, quien estaba negociando con Nicolas Brady la reestructuración de la deuda argentina. Nos comunicaron que el Plan Brady estaba aprobado, y que nosotros lo sabíamos antes incluso que el presidente Menem (efectivamente, la comunicación oficial fue dos meses después).

Quedamos totalmente encandilados por el poder y la riqueza que nos mostraban. Alejandro lo contó en la casa de la novia, donde nos reunimos después, y la madre de ésta, no lo creía. Decía que éramos unos mentirosos. Pero éste le dijo: "Tal día sale el Plan Brady en la tapa de Clarín", y así fue, así que la señora se calló, y se asustó.

En sucesivas reuniones fuimos conociendo los intereses de este grupo. El Fondo de Soros (19.500 millones de dólares de capital) junto al de Ford (2.900 millones) estaban financiando, por medio de Kurt Frieder, a un grupo de médicos (Pedro Cahn, Carlos Kambourian) para que investigaran tratamientos para el SIDA. Al Dr. Roberto Debbag lo tenian ubicado en la industria farmacéutica. Además financiaban un proyecto llamado Abolicionismo Penal, líderado por Louk Houslman, que buscaba liberar a todos los delincuentes de las cárceles. A tan fin fue contratado Eugenio Zaffaroni, que era nuestro profesor en la Facultad. En eso íbamos a trabajar nosotros. Claro que tenía una justificación altruista, no era solo liberar presos porque sí; había un discurso que la cárcel producía un agravamiento de los delitos, etc.

El Fondo de la Trilateral Commision trabajaba en un proyecto para el control de la natalidad y la reducción de la población mundial. Hablaban del mejoramiento humano por esterilización voluntaria y de una red llamada internet (fue la primera vez que escuché esa palabra), pero no escuché nada de Gates.

La idea era que la elite económica captara una elite intelectual para algo que ellos llamaban Planetes, un mundo sin fronteras, sin Estados Naciones, dominado por una elite de supermentes, con poca población, totalmente obediente y desprovista de toda individualidad. Argentina, por tener una clase política totalmente corrupta, iba a ser un lugar de experimentación. Financiaban tanto al partido Republicano como al Demócrata, al Peronismo y a la UCR, incluso al Partido Obrero. Para ellos, los políticos son solo marionetas de escasa inteligencia que cumplen sus designios.

Dominan los medios de comunicación, e incluso las historietas de los diarios eran diagramadas por equipos de psicólogos. Tenían a su servicio a psiquiatras que trabajaron para la CIA, o la KGB, expertos en manipulación de masas y guerra psicológica.

Conocían al dedillo los test de obediencia de Milgram, recuerdo especialmente un estudio de cómo el uso de máscaras faciales en detenidos quebraba la voluntad, especialmente por la despersonalización, y la ausencia de expresiones en la gente que uno observaba.

No lo hacian por dinero, ni solo por dinero; se llamaban altruistas, decían hacerlo por el bien de la humanidad , y protegerla de ella misma.

Me costó abrirme, a mi amigo le costó más, pues estaban más interesados en él.

Desde entonces se movieron en las sombras, financiaron la campaña pro aborto a través de Planned Parenthood, vacunaciones (esterilizaciones) en África (ahí apareció Bill Gates), los movimientos LGBTI, el feminismo extremo y las campañas de desmasculinización (masculinidad tóxica). Pero su fin era remodelar la sociedad, ingeniería social, por medio de una "epidemia". Lo practicaron en el 2003, con un supuesto Coronavirus Mutante, en el 2009 con la gripe A. Fueron ensayos.

Este año lanzaron a nivel mundial la Operación Covid 19, si bien la enfermedad es menos mortal que la gripe común, el control absoluto de todos los medios de comunicación mundiales logró imponer el terror en la población; recuerden que psiquiatras militares están detrás de esto. No sé de los medios de otros países, pero en las reuniones en el Club del Progreso ya en 1990 estaban Emilio Mitre (diario la Nación), Fontevecchia (Perfil) y Magnetto (Clarín).

La otra pata son los médicos. En 2016 Soros facilitó al gobierno de Macri un préstamo de 500 millones de dólares a cambio que el Dr. Debbag asumiera como Director del Hospital Garrahan. Al asumir el Kirchnerismo, Soros y Gates prometieron lograr la reestructuración de la deuda a cambio de ubicar a los doctores Pedro Cahn, Carlos Kambourián y Roberto Debbag como jefes de la crisis, e imponer una Cuarentena total con confinamiento absoluto.

La finalidad de esto es bajar la población a la mitad, destruir psicológicamente a los niños, que serán incapaces de contacto humano, formar una familia, pero sí serán obedientes a la Nueva Normalidad, bajar los nacimientos y aumentar los suicidios.

¿Por que me fuí? Porque me querían convencer que hay un virus en la tierra llamado Ser Humano, que la va a destruir si lo dejan, que la individualidad es peligrosa, que debe haber un solo poder mundial formado por una elite científica filosófica, y unos 100 millones de seres sin impulso a la libertad. Que los bosques, ríos y mares deben estar vedados, que los jóvenes deben entender que el amor no existe (por eso el confinamiento); es solo una estrategia de la naturaleza para lograr que te reproduzcas.

Nada más, te doy la opción de Matrix, elegí. Decí que soy un paranoico, un terraplanista. Que esto es un disparate. Ajustate el bozal, dejá que a tu hijo le quemen la cabeza con miedo, perdé tu trabajo, pero pensando que te están cuidando. O investigá si lo que digo es cierto, y te vas a dar cuenta que es solo el 5%. Pero cuidado, en el momento que lo hagas no hay vuelta atrás, ya no vas a poder obedecer más esta "plandemia".

domingo, 13 de septiembre de 2020

El ateísmo “científico”

Por lo general, el enemigo de la religión, y especialmente del cristianismo, se escuda en la ciencia para combatirlo. Sin embargo, parece no tener presente que la ciencia describe las leyes naturales, que son, para el religioso, las leyes de Dios, o las leyes adoptadas por un Creador para construir el universo.

El conjunto de leyes naturales constituyen el “orden natural”; un orden al cual nos hemos de adaptar. Si al Dios Creador lo asociamos a su obra, y suponemos además que no interviene en los acontecimientos humanos, tenemos una “religión natural” enteramente compatible con la ciencia experimental. Esta es la visión de Baruch de Spinoza, a la que adhería Albert Einstein.

Como no existe incompatibilidad entre ciencia y religión, excepto para quienes creen en la interrupción de las leyes naturales (milagros), no debe extrañar que la base de la física y de la astronomía haya sido establecida por científicos cristianos, como Copérnico (sacerdote), Kepler, Galileo, Newton, Ampére, Faraday, Maxwell, Leibniz, por nombrar los más destacados. Incluso el sacerdote George Lemaitre fue uno de los autores del modelo cosmológico conocido como “teoría del big-bang”.

Llama la atención el título de un libro surgido del Instituto del Ateísmo Científico de la Academia de las Ciencias Sociales de la URSS: “El ateísmo científico” (Versión castellana de Ediciones Júcar-Madrid 1983). Los autores parecen desconocer tanto la historia de la ciencia como la esencia filosófica y no científica del marxismo-leninismo, ya que la base de tal filosofía es la dialéctica, que poco o nada tiene que ver con el método científico empleado a lo largo y a lo ancho del mundo.

El principal conflicto entre el ateísmo soviético (materialismo dialéctico) y la “ciencia burguesa”, se produjo entre el “biólogo” stalinista Trofim Lysenko, que descalifica la genética fundada por el sacerdote Gregor Mendel. Además del encarcelamiento de algunos biólogos auténticos, opositores de Lysenko, la aplicación de su teoría produjo graves daños a la agricultura soviética. Debe advertirse el carácter “religioso” del marxismo-leninismo, ya que la referencia adoptada por sus adeptos, para evaluar todo conocimiento, no es su compatibilidad con la ley natural, sino con la ideología aceptada bajo dogmas de fe.

El primer mandamiento de Cristo implica “amar a Dios con todas tus fuerzas, con toda tu mente…”. Si a Dios lo asociamos al orden natural, tal mandamiento sugiere adoptarlo como referencia, y no a las opiniones de tal o cual filósofo, y mucho menos guiarnos por las sugerencias de personajes llenos de odio, como Marx y Lenin.

Así como el auténtico cristiano es el que cumple los mandamientos bíblicos, o al menos hace el esfuerzo por cumplirlos, el auténtico ateo es el que hace todo lo opuesto. Al estar tan seguro de la falsedad de la ética bíblica, debería mostrar “científicamente” (experimentalmente), que tal ética es un fraude. Incluso algunos ateos practicantes, promotores del egoísmo racional, consideran “inmoral” al amor al prójimo, siguiendo directivas sectoriales. Teniendo presente que el mandamiento del amor al prójimo se basa en la empatía emocional, puede sintetizarse en: “Compartirás las penas y las alegrías ajenas como propias”. El mandamiento ateo implicaría: “No compartirás las penas y las alegrías ajenas como propias”.

La ausencia de empatía emocional es una de las características propias de los psicópatas. De ahí que el ateo auténtico es el que se identifica con los principales grupos ideológicos integrados por psicópatas y sociópatas, es decir, se identifica con nazis y comunistas, además de hacerlo con el delincuente común. El anti-cristianismo de nazis y comunistas no resulta novedad alguna, si bien estos últimos han logrado convencer a los jerarcas católicos que el amor cristiano es “igual” que el odio marxista-leninista.

Podemos mencionar algunos atributos del ateo auténtico. Norbert Bilbeny escribió: “Entre los rasgos principales de la psicología nazi y de la psicopatía en general destacan aquellos que podemos englobar en el nombre de inmadurez emocional: insensibilidad, falta de afecto, incapacidad para sentir angustia. Puesto que cada uno de ellos, en este particular trastorno de la personalidad, tiene un significado que va más allá de lo biológico y de lo psicológico, no es desacertado, a mi juicio, reunirlos también bajo el término de apatía moral”.

“Su «insensibilidad» es asimilada a la falta de sentido moral. La «falta de afecto» es, centralmente, la incapacidad para ponerse en el puesto de otro. La «incapacidad para sentir angustia» viene a resolverse, de hecho, en la llamada falta de sentimiento de culpa. Cuando, por lo demás, el clínico alude a todos estos factores con la expresión «apatía», no se refiere, sin más, a una falta de reactividad neurológica, sino a una impasibilidad que engloba ésas y otras conductas de origen moral”.

“La apatía que describe el especialista en los trastornos sociopáticos es básicamente una apatía moral”, sin que por ello tenga que ser menos cierta su descripción. La psicopatía, dicho de otra manera, no es la amoralidad, pero los signos de la amoralidad están entre sus rasgos más destacados” (De “El idiota moral”-Editorial Anagrama SA-Barcelona 1993).

Entre las “sugerencias éticas” del nazismo, predomina evitar el cumplimiento de la ética cristiana, considerada como una “debilidad personal”. Bilbeny escribió al respecto: “El régimen de Hitler obtuvo de sus servidores una conducta generalmente insensible a fuerza de destruir en ellos toda natural tendencia humana a la empatía o participación afectiva con otros individuos. Así, el egoísmo, o su contrario, el altruismo, debían existir sólo por obediencia o derivación del vínculo mantenido con los mandos y el caudillo, nunca por generación espontánea. Muchos soldados alemanes, al ser apresados por los aliados, no lograron comprender por qué resultaban tan desagradables a sus adversarios y víctimas. Realmente no creían que sus actos constituyeran agresión alguna”.

Los ateos no totalitarios, es decir, que no son marxistas ni nazis, también arremeten contra el cristianismo en nombre de la ciencia. Ello se debe a que la ciencia experimental se basa en pruebas contundentes. Sin embargo, es relativamente sencillo poner a prueba el comportamiento social de alguien que adopta los mandamientos bíblicos para, luego, compararlo con los resultados producidos por el comportamiento de alguien que haga lo opuesto a esos mandamientos. Un científico auténtico, como Richard P. Feynman, sugería que “no importa de quien venga” una buena idea, sino que venga. Al respecto puede decirse que el ateo debería valorar la ética cristiana “por sus frutos”, sin prejuzgar algo sin haberlo puesto a prueba. Reclaman pruebas del ámbito religioso, pero se niegan a hacer las pruebas por ellos mismos.

Gran parte del conflicto entre ateos y creyentes surge del ámbito de la propia religión, por cuanto la han convertido en una extraña fuente de misterios e incoherencias lógicas, olvidando o negando el sentido de la religión moral. Esto puede advertirse en la creencia de que la profecía de Cristo acerca de su Segunda Venida, no ha de constituir un refuerzo para una mejora ética generalizada, sino que ha de venir “para llevarse a los buenos al Cielo” y para “enviar a los malos al infierno”. Es decir, imaginan un acontecimiento similar a lo que sucedió bajo los mandos de Mao, Stalin y Hitler, en donde decenas de millones perdieron la vida.

viernes, 11 de septiembre de 2020

La “humanización” del Gral. José de San Martín

Bajo el pretexto de “bajar del bronce” y describir aspectos familiares y hogareños del Gral. San Martín, algunos “historiadores” aprovecharon la ocasión para descalificarlo y denigrar su imagen, junto a la de su mujer. Este es el caso de una de las figuras representativas de esta tendencia, Pacho O'Donnell, que fue también un apologista del terrorismo marxista por cuanto presenta al Che Guevara casi como un ejemplo para la juventud.

Alguien que admira a personajes siniestros por haber intentado destruir material y espiritualmente a su propia nación, y a otras naciones, no ha de despertar sorpresa alguna cuando denigra una personalidad histórica, como la de San Martín, bastante admirada por la mayoría de la población. Enrique Díaz Araujo escribió: “En este punto, es ineludible recordar el texto del novelista checo Milán Kundera, cuando, mentando las técnicas empleadas por el Imperio Soviético que esclavizó a su patria, escribió que: «Para liquidar las naciones, lo primero que se hace es quitarles la memoria. Se destruyen sus libros, su cultura, su Historia. Y luego viene alguien y les escribe otros libros, les da otra cultura y les inventa otra Historia»” (De “Don José y los chatarreros”-Ediciones Dike-Mendoza 2001).

Por otra parte, Tomás Eloy Martínez escribía: “No se trata ya de recrear el mundo, ni tan siquiera, como pretendía la llamada literatura comprometida, de transformarlo revolucionariamente por la palabra. La apuesta reside en cambiar la memoria de los hombres”.

A O'Donnell se lo recuerda por haber manifestado, en televisión, que la mujer de San Martín “lo engañaba”, vinculándose con otro hombre, mientras que su esposo estaba en plena campaña militar. Puede uno imaginar que, de ser algo verídico, varios se habrían enterado de la situación. Incluso los familiares de Remedios Escalada, en el Buenos Aires de las primeras décadas del siglo XIX, ¿habrían apoyado tal conducta? Esta versión marxista poco tiene en cuenta que se trataba de una mujer de frágil salud cuya educación cristiana y familiar descartarían la veracidad del rumor mal intencionado. Algunos de estos rumores ya circulaban en esa época, promovidos por los dos mayores enemigos de San Martín: Carlos de Alvear y José Miguel Carrera.

En cuanto a uno de ellos, Díaz Araujo escribe: “El general Tomás de Iriarte…expresaba que Alvear profesaba «un odio reconcentrado» a San Martín, agregando que: «Alvear detestaba a San Martín, y ese odio era recíproco. En Alvear obraba un sentimiento de envidia por el nombre glorioso de su adversario. En San Martín tenía otro origen el encono que profesaba a Alvear: era el conocimiento que de él tenía»”.

El “revisionismo histórico”, en la Argentina, implica ventilar todas las calumnias vertidas hacia los personajes de mayor prestigio entre la población adoptándolas como “la verdad histórica”. El propio San Martín padeció en vida tales difamaciones, escribiendo: “He visto tanto, tanto y tanto de la sucia chismografía que por desgracia abunda en América” (carta a Tomás Guido, Bruselas, 18/12/1826). “Confesemos que es necesario tener toda la filosofía de un Séneca, o la imprudencia de un malvado, para ser indiferente a la calumnia” (carta a Tomás Guido, Montevideo, 6/4/1829). (Citas en “Don José y los chatarreros”).

La tergiversación intencionada comienza con una supuesta adopción del militar, cuyos padres biológicos serían Don Diego de Alvear y Ponce de León y una india guaraní, llamada Rosa Guarú, luego de un encuentro ocasional. Sin embargo, tal supuesto padre llega por primera vez a Yapeyú varios años después del nacimiento de San Martín. Si los difamadores hubiesen tenido la precaución de “buscarle otro padre”, hubiese sido más difícil descubrir la estrategia. De todas formas, los méritos del Libertador no habrían cambiado demasiado aun si fuese verdad su “bastardía”. Según la mentalidad racista, predominante en el pasado, asociarle sangre guaraní fue otra manera de descalificarlo. Además, si hubiera sido verdadera tal herencia genética, no hubiese sido aceptado como oficial del ejército español, por cuanto se le exigía a todo candidato tener “sangre limpia”. Además, los daguerrotipos de la época muestran sus rasgos europeos.

La tergiversación cubre prácticamente todos los aspectos de su vida. Incluso se dice que “fue rechazado por los Escalada” y que su casamiento se hizo contra la voluntad de la familia de su mujer. Díaz Araujo escribe al respecto: “Los matrimonios de esa época eran de «conveniencia», es decir, que se arreglaban con los padres, a quienes, por cierto, se «pedía la mano» de la novia. Luego, si los Escalada hubieran estado en desacuerdo con el postulante a marido para su hija Remedios, por militar, «plebeyo», o por lo que fuese, se podrían haber opuesto, y el matrimonio no se realizaba…”. “Además, San Martín no era un «plebeyo». Era un «Don» (de-origen-noble), fijosdalgo, hijo de algo, por eso la partícula «de» entre el nombre y el apellido”.

Para menospreciar su gesta libertadora se le atribuye cierta afinidad y colaboracionismo con Inglaterra. Es decir, por alguna extraña razón, ni sus orígenes españoles, ni su actuación en España, ni sus simpatías por lo americano, fueron tan importantes como su “amor por Inglaterra”. Según sus detractores, la meta de su vida no fue la libertad de los pueblos americanos, sino beneficiar a la extraña Inglaterra. Roque Raúl Aragón escribió: “Cierta corriente historiográfica hace aparecer nuestra guerra de la Independencia como el efecto de la diplomacia británica. Tiene el atractivo de las simplificaciones. San Martín habría sido, sin saberlo, un instrumento inglés…Y cuando quedan puntos oscuros o contradictorios se echa mano a un comodín que explica por sí mismo todo lo inexplicable: la Masonería británica….”.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Ser libre es gobernarse a sí mismo

Por Juan Bautista Alberdi

La libertad no es nada cuando no es la autoridad del hombre sobre sí mismo, ni la autoridad tiene sentido cuando no significa la libertad de ejercer las facultades naturales en satisfacción de las necesidades naturales de su ser.

Autoridad, significa gobierno, poder.

Poder, es sinónimo de libertad.

Poder hacer algo, es ser libre de hacer algo. Tener la libertad de mover sus brazos, es tener poder de mover sus brazos.

La libertad pública no es más que la suma o condensación de las libertades de todos con esa facultad o autoridad que se llama poder público. Así, un mundo libre es un pueblo que se gobierna a sí mismo.

En hombre o pueblo, la libertad es la misma; ella significa el gobierno de sí mismo.

Pero gobernarse a sí mismo implica obedecerse a sí mismo.

No es gobernante de sí mismo, es decir, no es libre, el que no es obediente de sí mismo. Luego, la obediencia es un modo o faz esencial de la libertad.

Se llama, o es, gobierno libre al gobierno propio de sí mismo.

Luego, cada hombre es rey y súbdito de sí mismo, o, si queréis la misma idea de la libertad en lengua republicana, cada hombre es presidente y ciudadano de sí mismo. Cada hombre lleva en sí una Constitución microscópica, pero completa; una víscera de Constitución, de que se compone la del Estado, como, según los fisiólogos modernos, se componen de vísceras elementales de todo el cuerpo humano.

Así, aunque la libertad y la autoridad no fuesen una misma cosa, serían, al menos, dos cosas inseparables y correlativas, que de tal modo se supone la una a la otra, que es imposible imaginarlas aisladas, reunidas y separadas.

(De “El Pensamiento Democrático Argentino” de Guillermo L. Canessa-Editorial Kapelusz SA-Buenos Aires 1957).

Políticos democráticos vs. Autocráticos

Es posible encontrar en los diferentes políticos dos actitudes extremas. Por una parte encontramos al político democrático, cuyos objetivos implican una eficaz tarea en la administración pública, o del Estado, teniendo en la mente los beneficios que recaerán sobre toda la población. En el otro extremo encontramos al político autócrata, o maquiavélico, cuya misión principal consiste en la toma y permanencia en el poder, sin apenas interesarle las consecuencias que afectarán a la población.

No todos los políticos transitan por uno de esos extremos, por lo que existen casos intermedios. Además, se advierte que el demócrata en un principio, una vez en el poder, cae en la tentación de la autocracia, mientras que el autócrata con poca habilidad política puede terminar, casi sin quererlo, en una actuación cercana a la democrática.

A continuación se transcribe un artículo que contempla ambos extremos:

LOS POLÍTICOS DE LA DEMOCRACIA Y LOS DE LA AUTOCRACIA

Por Arturo Orgaz

Conforme a la índole de los hombres representativos –positiva o negativamente- se produce el movimiento de las ideas prácticas. Aludiendo Merriam al anhelo expresado por algunos a favor de “un mundo sin políticos”, lo inadmisible porque, declara, los políticos desempeñan en la sociedad una función útil e importante. “Son intermediarios entre los técnicos solitarios y los ocupados consumidores que integran la comunidad. Sus idas y venidas, sus conversaciones y discursos, sus discusiones y compromisos, no son siempre inútiles aunque lo sean en algunos casos. Resultan indispensables a la sociedad moderna en una forma o en otra, en parte como artistas, en parte como hombres de ciencia”.

Se comprende que la cita hace referencia a los políticos enrolados en la política de significación positiva. Y si, como es obvio, la política ha de juzgarse por la calidad de los individuos que la emprenden y sirven, preciso será distinguir los políticos democráticos de los autocráticos: los de la ciencia y el arte de la libertad y los de la estatolatría. Es fácil señalar arquetipos en ambos campos. Dentro de la política de signo positivo, hallamos al repúblico, al estadista y al ciudadano activo; dentro de la política negativa actúan el demagogo, el apolítico y el hombre-masa. El repúblico, el estadista y el ciudadano activo se sienten hombres para el pueblo cuyos ideales y necesidades interpretan y sirven en la función pública, en la obra intelectual, en la acción de organizaciones políticas y profesionales. El demagogo, al contrario y en forma disimulada, piensa y practica que el pueblo es para el hombre que explota ideales y necesidades colectivas a la medida de su interés dominador.

En el primer caso el pueblo es destinatario y término de servicio; en el segundo, instrumento de inconfesable ambición. Aquéllos edifican y enaltecen la libertad porque ven en sus conciudadanos expresiones de inalienable dignidad. El demagogo teme la libertad porque es luz de conciencia y altivez y prefiere la obsecuencia como segura prenda de su poder discrecional que le servirá para confundir la cosa pública con la bandería inferior y el gobierno con la obra anarquizadora.

El ciudadano activo, emancipado del frío egoísmo y del paralizante cálculo, sirve a la causa de la solidaridad y del decoro civil, con cumplida responsabilidad y cívico fervor. Su vocación de hombre libre, su generosidad serena, hallan pequeños y grandes motivos para hacer sentir la gravitación de su voluntad y de su razón en la suerte de los negocios públicos. Comprende que más que ningún otro campo, en el de la política es menester cumplir el aforismo bergsoniano: “pensar como hombre de acción y obrar como hombre de pensamiento”.

Su antítesis es el hombre-masa que forma el cortejo de los demagogos y secunda las tradiciones contra el destino de la libertad. Forma las fuerzas de choque contra la ciudadanía esclarecida. Puede llamarse mazorquero, guardia de asalto, policía política, esbirro, legionario, claque, sicario, elemento de comité-garito, elector fraudulento, policía brava, fanático de tumulto, guardia de hierro, chusma terrorista o de cualquier otra manera; en todo caso, su papel será el mismo: hacer de puntal para las demasías autoritarias, actuar en climas de irresponsabilidad y alentar impecable intolerancia contra la libertad y la inteligencia.

Otro ciudadano de la política negativa es aquél que por escepticismo, por cobardía, por egoísmo o por resentimiento, se dice “apolítico”. No se trata simplemente del que no se halla afiliado a un partido o núcleo político concreto sino del que, con olímpica jactancia, se coloca fuera de toda preocupación de color político y no renuncia a vivir socialmente. Es lastre descolorido pero gelatinoso.

Es hora de preguntarse, según eso, cuál debe ser la tarea actual de la política y a qué cometido deben entregarse los más nobles propósitos del servicio social. Es necesario hacer posible que los apóstoles cívicos triunfen en la acción y no deban resignarse a hacerse escuchar desde el seno de la muerte, cuando ya su grandeza es sólo resplandor y no esfuerzo militante.

Correlativamente, es forzoso que el demagogo, el energúmeno y el tirano no hallen posibilidad de dictar la ley al mundo, cerrando a las generaciones el camino del porvenir. Todo ello será posible en la medida en que los hombres se sientan penetrados de responsabilidad moral en la acción ciudadana. “La tarea primordial de la política y de los políticos –se ha expresado con verdad- consistirá en conservar despejadas las vías de la libre comunicación, de la libre discusión y la libre interpretación…Sin imaginación ni inventiva, sin valor ni idealismo, la política es una forma de paleontología…”.

(De “El Pensamiento Democrático Argentino” de Guillermo L. Canessa-Editorial Kapelusz SA-Buenos Aires 1957)

martes, 8 de septiembre de 2020

Lo que depende de nosotros vs. Lo que no depende

El filósofo romano Epicteto sugería ocuparnos con preferencia de lo que resulta accesible a nuestras decisiones, relegando un tanto a lo que no depende de nosotros. Si se hubiese hecho caso a esta recomendación, principalmente en el ámbito de la religión, se hubiesen evitado muchos conflictos. Así, en lugar de discutir acerca de los atributos asignados a Dios, o a sus posibles intervenciones, o a su voluntad aparente, deberíamos haber acentuado nuestro interés en el cumplimiento y significado de los mandamientos bíblicos. Epicteto escribió: “De lo existente, unas cosas dependen de nosotros: otras no dependen de nosotros. De nosotros dependen el juicio, el impulso, el deseo, el rechazo y, en una palabra, cuanto es asunto nuestro. Y no dependen de nosotros el cuerpo, la hacienda, la reputación, los cargos y, en una palabra, cuanto no es asunto nuestro. Y lo que depende de nosotros es por naturaleza libre, no sometido a estorbos ni impedimentos; mientras que lo que no depende de nosotros es débil, esclavo, sometido a impedimentos, ajeno. Recuerda, por tanto, que si lo que por naturaleza es esclavo lo consideras libre y lo ajeno propio, sufrirás impedimentos, padecerás, te verás perturbado, harás reproches a los dioses y a los hombres, mientras que si consideras que sólo lo tuyo es tuyo y lo ajeno, como es en realidad, ajeno, nunca nadie te obligará, nadie te estorbará, no harás reproches a nadie, no irás con reclamos a nadie, no harás ni una sola cosa contra tu voluntad, no tendrás enemigo, nadie te perjudicará ni nada perjudicial te sucederá”(Del “Manual”-Editorial Gredos SA-Madrid 2001).

En el mismo sentido, describiendo el pensamiento de Spinoza, Emile Chartier escribió: "Los hombres son, en su mayoría, malos y desgraciados. Son malos porque ponen su felicidad en la posesión de objetos que no pueden ser de varios a la vez, como los honores y el dinero; así que la felicidad de los demás les hace desgraciados, y no pueden, en desquite, ser felices, sino si sus semejantes sufren. De ahí nacen la envidia, el odio, el desprecio; de ahí nacen las injurias, las calumnias, las violencias y las guerras".

"Así comprenden todos confusamente que la verdadera dicha no depende de las cosas perecederas, y que les es preciso, si quieren estar a salvo de la miseria, del terror y de la muerte, acudir a otra cosa, a algo que no pase, a algo que permanezca. Por eso encontramos siempre en boca de los hombres esta palabra profunda: «Es preciso amar a Dios». Y de ahí han nacido todas las religiones: todas quieren hacer participar al hombre de lo eterno, de la vida eterna" (De "Filósofos modernos"-Casa Editorial Estudio-Barcelona 1914).

A nivel de los países puede observarse, en el caso de los subdesarrollados, una evasión de culpas o una justificación de errores, atribuyéndoselas al imperialismo extranjero, supuesto culpable de todos nuestros males. Aún si así fuera, resulta evidente que depende de nosotros solucionar muchos aspectos de nuestra vida cotidiana. Si el "imperialismo" no quiere que progresemos, este deseo debe ser un aliciente para trabajar e invertir con mayor entusiasmo para revertir ese deseo perverso. Sin embargo, quienes culpan al "imperialismo" por los males que nos aquejan, son los que promueven el odio masivo contra los supuestos "colaboracionistas del imperio", acentuando nuestra decadencia.

Investigaciones relativamente recientes, en psicología, describen los efectos producidos tanto por la creencia de que la mayor parte de lo que nos ocurre depende de nosotros mismos y también por la creencia de que depende de "fuerzas impersonales", ajenas a nuestra voluntad. D. P. Schultz y S. E. Schultz escribieron: "A lo largo de un amplio programa de investigación, Julian Rotter descubrió dos cosas: algunos individuos creen que los reforzadores dependen de sus acciones y otros piensan que los reforzadores están controlados por otras personas y por fuerzas externas. Llamó a este concepto locus de control".

"Reforzamiento: Acción de fortalecer una respuesta introduciendo una recompensa, con lo cual se aumenta la probabilidad de que se repita".

"Los individuos que tienen un locus de control interno están convencidos de que su conducta controla el reforzamiento que reciben. Los que tienen un locus de control externo piensan que otras personas, el destino o la suerte controlan las recompensas que reciben. En otras palabras, están convencidos de que no pueden hacer nada respecto de esas fuerzas del mundo exterior".

"Así pues, la fuente del locus de control influye de un modo decisivo en la conducta. Los individuos que tienen un locus de control externo, convencidos de que ni sus acciones ni sus capacidades influyen en los reforzadores, concederán poco o nulo valor al esfuerzo por mejorar su situación. ¿Tiene caso intentar si poco o nada cambiará en el presente ni en el futuro?".

"Por el contrario, los individuos que tienen locus de control interno están convencidos de que dominan la situación y por lo mismo hacen algo al respecto. Su rendimiento en las tareas de laboratorio es mejor que el de aquellos que tienen locus de control externo. Además, son menos vulnerables a los intentos por influir en ellos, conceden más valor a sus habilidades y prestan más atención a las señales ambientales que usan para dirigir su conducta. Muestran también menos ansiedad y más autoestima, actúan en forma más responsable y gozan de mejor salud física y mental" (De "Teorías de la personalidad"-Cengage Learning Editores SA-México 2010).

También el creyente religioso, que supone que Dios ordena o dirige todos los acontecimientos de su vida cotidiana, en cierta forma adopta un supuesto control exterior que le impide afrontar la realidad de una manera activa. Otros, en cambio, pueden encontrar en su creencia una fuerza adicional para motivar su vida y fortalecer su personalidad.

domingo, 6 de septiembre de 2020

Martín Krause | Pobreza y desigualdad

Católicos vs. Ortodoxos

Cuando Cristo indica que sus dos mandamientos (amor a Dios y amor al prójimo) sintetizan “la Ley y los profetas”, prioriza los aspectos relevantes de la religión moral. Con el tiempo, tal prioridad es negada y reemplazada por misterios sagrados de cierta complejidad que alejan al creyente de la religión original y dan lugar a discordias y divisiones. De ahí que el cristianismo actual esté dividido entre católicos, protestantes y ortodoxos, además de una gran cantidad de sectas menores. Annick de Souzanelle escribió: “De ahí los primeros concilios que, en la contemplación, se atreven a decir lo indecible en dos dogmas. Dos en total, que son los dos pilares del templo cristiano: se trata, por una parte, del misterio de la Encarnación, misterio de las dos naturalezas divina y humana de la Persona de Cristo; y, por otra, del misterio de la divina Trinidad, el de las tres Personas divinas en un solo Dios, tres Personas de las que cada una contiene la divinidad entera. Dos afirmaciones de una loca paradoja, tan inaccesible a nuestra lógica que no pueden, en ningún caso, encerrar al Hombre” (De “La palabra en el corazón del cuerpo” de A. de Souzenelle y J. Mouttapa-Editorial Kier SA-Buenos Aires 1997).

Posteriormente surgen predicadores que agregan otros principios de acción sectoriales que también tienden a reemplazar la prioridad de los mandamientos cristianos. Este es el caso de predicadores, que con sus principios de pobreza, castidad y obediencia aspiran a la perfección moral. Resulta evidente que tales principios no derivan necesariamente de los mandamientos cristianos. Se advierte en estos casos la existencia de una “religión de Cristo” (la de los mandamientos bíblicos), por una parte, y de varias “religiones acerca de Cristo” (la de los misterios y de las normas de acción indicadas), por otra parte. Vicente María Bernardot escribió respecto de la pobreza, castidad y obediencia: “Este triple renunciamiento por un acto magnífico que lo eleva al punto culminante de la grandeza moral, lo hace no por un día o una época de su vida, sino para siempre. Se obliga a la perfección usque ad mortem, como dice la fórmula de profesión dominicana. Escapa así a las vicisitudes de la fragilidad, a las recaídas de la miseria humana. Ciñéndose a la caridad perfecta, se une indisolublemente a Dios y participa –tanto como es posible acá abajo- de la inmutabilidad misma de los bienaventurados” (De “La orden de los frailes predicadores”-Ediciones Veritas-Buenos Aires 1954).

Cristo es el intermediario entre Dios y el hombre, o entre el orden natural y el hombre. Al ser elevado a la categoría de Dios, se crea simultáneamente la misión de los intermediarios, de donde surge el reemplazo de su religión por la de sus intermediarios. De ahí la casi total ineficacia actual de la religión moral.

En una breve síntesis, puede decirse que la principal labor de quien cumpla con la Segunda Venida, ha de ser la de restaurar la prioridad establecida por Cristo junto a una fundamentación adicional de sus mandamientos en base a aspectos evidentes contemplados desde la Psicología Social u otras ciencias sociales.

En cuanto al conflicto entre católicos y ortodoxos, puede decirse que son dos intermediaciones, entre Cristo y el ciudadano común, que difieren en sus planteos teológicos como también mantienen abiertas las viejas heridas de otras épocas. Poco o nada tienen en cuenta la sugerencia cristiana del perdón y del "amor al enemigo". Jean Meyer escribió: "Para los «occidentales», «latinos», «romanos» o «papistas», durante siglos, hasta el Concilio Vaticano II, los ortodoxos eran «cismáticos» y se cultivaba la ilusión, eso hasta hoy, incluso después del concilio, de que la reunificación de las iglesias sería muy fácil, que tomaría la forma de un «regreso» de los extraviados a los brazos generosamente abiertos de Roma; la ilusión de que no había más problema que el reconocimiento por parte de las «iglesias cismáticas» de la autoridad suprema del Papa sobre la Iglesia universal".

"En cuanto a los «orientales», «ortodoxos», «greco-rusos», presentaban, del otro lado del espejo, la misma imagen pero invertida. Los cismáticos, los herejes, peores que los inocentes e ignorantes paganos, eran -son- los orgullosos y execrables latinos, cristianos que dejaron de serlo hace tiempo y acumulan doscientas cincuenta herejías, como sostiene un manual todavía en uso en ciertos seminarios rusos" (De "La gran controversia"-Tusquets Editores SA-Barcelona 2006).

Fiodor Dostoievski, una de las figuras literarias representativa de la ortodoxia rusa, escribía en el siglo XIX: "El catolicismo belicoso se pone con toda vehemencia y pasión de parte de los turcos y en contra de nosotros. Ni en Inglaterra ni en Hungría existen hoy enemigos tan acérrimos de Rusia como estos belicosos clericales. No ya algún prelado, sino el Papa mismo, ha hablado con alborozo del triunfo de los turcos y profetizado un porvenir pavoroso para Rusia. Ese anciano moribundo que todavía se llama jefe de la cristiandad no ha tenido reparo en confesar públicamente que las victorias de los turcos le producen siempre alegría. Tan tremendo odio resulta comprensible en cuanto se reconoce que el catolicismo romano está haciendo efectivamente la guerra, que realmente y espada en ristre lucha hoy en Europa contra sus fatales enemigos".

"¿Qué es en el fondo la cuestión de Oriente sino la cuestión del destino de la ortodoxia? Pero la suerte de la ortodoxia está íntimamente ligada al destino de Rusia. «¿Pero qué camino es ése?», me preguntaréis. El catolicismo romano que vendió a Cristo por los bienes temporales, lo que fue causa de que la Humanidad se apartase de él, y causa principal de la difusión del materialismo y del ateísmo en Europa...Ese catolicismo ha engendrado también, en Europa, naturalmente, al socialismo. Pero la doctrina de Cristo, en Occidente falseada, se ha conservado en toda su pureza en el seno de la ortodoxia...Rusia -me refiero al pueblo y al zar juntos- reconoce y siente que es el único portavoz del cristianismo y que la palabra de la ortoxia está haciendo en ella asumir la forma de una magna gesta" (Citas en "La gran controversia").

La Iglesia ortodoxia rusa mantiene (¿o mantenía?), al igual que la Iglesia católica, sus esperanzas de liderar un universalismo cristiano. Jean Meyer escribió: "A la Iglesia católica Dostoievski le atribuye el vacío místico, el déficit espiritual, la considera como el armazón institucional heredado de Roma, como la fábrica de un «Cristo nuevo listo para todos los acomodamientos»; aliada secular de los grandes de este mundo, los va a abandonar ahora que los pequeños parecen destinados a ser los nuevos amos. Pero en el desastre universal, un pueblo se mantiene de pie, fuerte, sano, preparado para salvar al mundo: el pueblo ortodoxo ruso. Dostoievski no es eslavófilo; rechaza a los eslavófilos porque quiere para su Rusia un destino universal: «lo que constituye un gran pueblo, es su creencia en la universalidad»; como los eslavófilos, desea la unión de todos los hermanitos eslavos, al amparo de Rusia, tras la toma de Constantinopla-Zargrad, ciudad de Constantino, emperador y obispo, cuna de la ortodoxia. Porque después vendrá lo más importante, la misión universal del Cristo ruso, la instauración de una fraternidad cristiana universal".

sábado, 5 de septiembre de 2020

Perón y los conflictos con la Iglesia

Los líderes totalitarios se han caracterizado por sus ilimitadas ambiciones de poder, llegando al extremo de romper con sus antiguos aliados cuando se ven imposibilitados de lograr el poder absoluto. Este fue el caso de Perón con sus amigos terroristas, los Montoneros, a quienes, siendo presidente, ordena “exterminar”; ya que los usó para llegar al poder y ya no los necesitaba. Algunos años atrás, al no lograr que la Iglesia Católica accediera a obedecer sus órdenes, inicia una serie de acciones para someterla, aunque sin éxito.

Estos comportamientos poco normales se consideran como la consecuencia de un fuerte complejo de superioridad con el que se intenta compensar un subyacente, y no menos importante, complejo de inferioridad. A continuación se transcribe una nota acerca de los hechos ocurridos en el año 1954.

CONFLICTOS CON LA IGLESIA

Por Félix Luna

De pronto, a fines de 1954, en noviembre exactamente, Perón produce un hecho absolutamente incomprensible a la luz de la lógica política. Menos de un año más tarde sería derrocado.

Este hecho es el discurso que pronuncia ante los gobernadores de las provincias argentinas y ante dirigentes de su partido, sindicales y femeninos, denunciando a parte de la Iglesia argentina como el foco más importante contra el cual tiene que luchar ahora.

¿Por qué lo hizo? Es bastante difícil saberlo. Tal vez una falsa sensación de omnipotencia. Perón tenía todo. Manejaba el mundo obrero, el empresario, el periodístico, manejaba las Fuerzas Armadas, la educación. En algún lado tenía que haber algo que no respondiera en forma tan absoluta a su política. Y esto era la Iglesia, que por su misma naturaleza no podía comprometerse con una política determinada, aunque muchos de sus miembros estuvieran agradecidos a Perón por la enseñanza religiosa obligatoria en las escuelas y otras actitudes favorables al catolicismo que había tenido a lo largo de su gobierno.

Pero que Perón, en un discurso que además fue pronunciado en un tono muy chabacano, nombrara a los curas y obispos que eran contreras –palabras textuales-, y estaban molestando en un lado o el otro, no podía sino provocar la reacción de la Iglesia, que de todos modos fue muy prudente y trató de acortar distancia sin romper relaciones.

De pronto, Perón se vio envuelto en una dinámica que no podía detener porque algunos de los hombres que lo acompañaban, sobre todo en segunda o tercera fila, venían lejanamente de la izquierda y esta lucha contra la Iglesia, este tono anticlerical que comenzó a dar Perón a su prédica, los remitió a sus luchas juveniles. Y entonces los diarios, que formaban el conjunto del aparato de propaganda peronista adoptaron un violentísimo tono anticlerical. Había secciones, que no dejaban de tener su gracia, como la que escribía Jorge Abelardo Ramos, llamada El avispero revuelto, donde se publicaban los peores chismes sobre las conductas de los curas y de los obispos. Y esto se hacía prácticamente todos los días, martillando sobre la opinión pública y tratando de influir en ella.

La Iglesia, a su vez, comenzaba a reaccionar. El 8 de diciembre, cuando se festejó el Día de la Virgen, hubo una impresionante manifestación rodeando una procesión que habitualmente no era sino un inofensivo paseo de algunas beatas y algunos caballeros alrededor de una imagen.

La Iglesia se estaba empezando a convertir en el baluarte que unificaba a una oposición hasta ese momento disgregada. El gobierno peronista acentúa entonces su ofensiva y en los últimos días de diciembre de 1954 el Congreso aprueba otra ley derogando la de la enseñanza religiosa obligatoria, otra autorizando la apertura de prostíbulos, otra retirando todo apoyo o subsidio a los institutos de enseñanza privados –religiosos, generalmente- y finalmente una ley estableciendo el divorcio.

Algunas de las cosas que más fastidiaban a la Iglesia las hace sacar Perón en el Congreso, con la resistencia y el íntimo desgarramiento de algunos legisladores y sobre todo legisladoras peronistas. Algunos –muy pocos- renuncian, pero muchos legisladores auténticamente católicos, ante la alternativa de obedecer o no las órdenes que venían de arriba, optan por hacerlo, con mucho dolor.

Este conflicto sigue. Se apacigua en el verano, como suele ocurrir en este país, y a partir de abril cobra una nueva virulencia. En junio, después de otras leyes que se van sancionando se produce la procesión de Corpus Christi, y una enorme multitud desfila, a pesar de la prohibición policial, desde la Plaza de Mayo hasta la del Congreso.

Allí se produce otro de los errores de Perón que parecen increíbles, porque él en todas estas situaciones había jugado un papel de árbitro. No se ponía al frente, pero era obvio su acuerdo con estas medidas que molestaban a la Iglesia. En ocasiones parecía dispuesto a conciliar, y de pronto salía con un hecho, una iniciativa, una medida, que ponían las cosas al rojo vivo. Los sectores eclesiásticos, sobre todo los sectores católicos laicos, empezaban a enfervorizarse también alrededor de una causa no política sino de orden religioso, lo cual daba mucha más fuerza a las convicciones.

Este error tremendo que comete Perón es el de atribuir a los manifestantes del Corpus Christi la quema de una bandera. Se supo enseguida que ellos no habían sido y que en realidad había sido quemada en una comisaría de la zona, y esto decide entonces a un grupo de Aeronáutica a apresurar un golpe de Estado que estaba ya preparándose. Lo demás es historia conocida: bombardeo a Plaza de Mayo, masacre de doscientas a trescientas personas que andaban por ahí, cuando lo que se buscaba en realidad era matar a Perón, refugiado en el Ministerio de Guerra.

Esa noche se desatan todos los demonios sobre Buenos Aires y otras ciudades del interior. Se queman y saquean iglesias, Perón es incapaz de poner coto a estos desmanes, con lo cual, esto que había sucedido a mediodía en la Plaza de Mayo, este intento homicida desesperado del bombardeo que había provocado centenares de muertos, es tapado por la quema de las iglesias por parte de turbas que contaban con la complicidad de la policía, los bomberos, es decir, de todas las fuerzas represoras, en un momento en el que no había movimiento en el país ignorado por el gobierno.

(De “Argentina se hizo así”-Agrupación de Diarios del Interior SA-1993)