miércoles, 16 de septiembre de 2020

Desde la ética a la autorrealización

Si bien la concreción de una ética personal y social es el principal objetivo de una teoría de la personalidad, o debería serlo, también es imprescindible establecer un camino hacia la autorrealización personal. Ello implica concretar las metas que, potencialmente, son accesibles a nuestra personalidad. Así, si alguien nace con cierta predisposición y habilidades deportivas, una plena autorrealización como deportista dependerá de diversas circunstancias y de ideas que facilitarán el surgimiento de la voluntad necesaria para lograrla. William James escribió: "No me cabe la menor duda de que la mayoría de las personas vive, sea física, intelectual o moralmente, en un círculo muy restringido de la potencialidad de su ser. Sólo se valen de una porción muy pequeña de su conciencia posible, como si un hombre, de todo su organismo corporal, se habituase a usar o mover sólo el dedo meñique. Todos tenemos, para recurrir a ellas, reservas de vida con las que ni siquiera soñamos" (Citado en "Más allá del ego" de R. Walsh y F. Vaughan-Editorial Kairós SA-Barcelona 1982).

El primer paso hacia la autorrealización implica el autogobierno personal, es decir, cuando podemos dejar de lado el gobierno mental ejercido por otras personas para adoptar la realidad como referencia. Todo gobierno implica mando y obediencia. El autogobierno implica el mando de la razón junto a la obediencia emocional simultáneamente al mando de lo emocional junto a la obediencia de la razón. Mientras lo emocional fundamenta la actitud ética adoptada, la razón impulsa al individuo hacia el futuro, y a la contemplación de las potencialidades que algún día podrá realizar.

El tiempo y el esfuerzo dedicado al logro de cierto objetivo, dependen esencialmente de cuánto de importante sea para cada uno de nosotros conseguirlo. Para bien o para mal, las personas exitosas son las que luchan y perseveran para lograr metas propuestas en su niñez y en su juventud. Tales ambiciones constituyen el motor que nos conduce por la vida.

Así como existe un sentido de la vida que nos impone el orden natural, exigiéndonos adaptarnos a sus leyes, existe también un sentido de la vida personal asociado a la autorrealización o concreción de nuestras potencialidades. Lo ético, que es el fundamento de nuestras acciones, depende del sentido de la vida general; la autorrealización depende de nuestra voluntad para alcanzarla.

Gran parte de la psicología, especialmente el psicoanálisis, se establece a partir de la persona enferma, tratando de llevar al paciente hacia cierta normalidad. Por el contrario, psicólogos como Abraham H. Maslow y Carl R. Rogers centran su atención en la persona mentalmente sana, a la que tratan de conducir a sus pacientes. R. Walsh y F. Vaughan escribieron: "En las obras completas de Freud se encuentran más de cuatrocientas referencias a la neurosis y ninguna a la salud".

"Un número creciente de profesionales de la salud mental sentía que tanto el conductismo como el psicoanálisis estaban limitados por el hecho de provenir, principalmente, de estudios de psicopatología, por el intento de generalizar a partir de sistemas simples hacia los más complejos, para adoptar un enfoque reduccionista de la naturaleza humana y no hacer caso de ciertos sectores, preocupaciones o datos de importancia para un estudio cabal de aquella, como pueden ser los valores, la voluntad, la conciencia y la búsqueda de autorrealización y de autotrascendencia" (De "Más allá del ego").

La tendencia hacia la autorrealización es negada explícitamente por el socialismo, por cuanto presupone que las metas de toda sociedad deberán ser colectivas, y no individuales. Se supone, erróneamente, que las autorrealizaciones individuales, en lugar de intensificar el conjunto de metas y valores de una sociedad, se oponen a ello. De ahí la expresión de que "el mayor enemigo del socialismo es la naturaleza humana".

Los colectivismos, como sociedades ideales desde el punto de vista del envidioso, tienden a anular todo tipo de realización personal. Al quitarle al individuo la libertad personal y la posibilidad de desarrollar sus potencialidades, restringe las posibilidades del conjunto de la sociedad, negando un derecho humano esencial "otorgado" por el propio orden natural. La libertad individual es imprescindible para la supervivencia del ser humano como tal.

En cuanto a la autorrealización personal, ligada tanto a la libertad mental como material, leemos lo siguiente: "Los sujetos que funcionan plenamente toman decisiones con entera libertad, sin restricciones ni inhibiciones. Esto les confiere una sensación de poder pues saben que el futuro depende de sus actos y no de las circunstancias presentes ni de hechos pasados o de otras personas. No se sienten obligados, por ellos mismos ni por otras personas, a comportarse sólo de una manera".

"Rogers describe a los sujetos que funcionan plenamente diciendo que se realizan, en lugar de usar el término realizados, porque éste designa una personalidad terminada o estática, concepto totalmente contrario a su intención. El desarrollo del sí mismo nunca permanece estático. Rogers escribió que funcionar plenamente significa tener «una dirección, no un destino». Si el esfuerzo y el crecimiento cesan, se pierde espontaneidad, flexibilidad y apertura. La palabra becoming (convertirse en), que forma parte del título de su libro On becoming a Person (En castellano «El proceso de convertirse en persona»), refleja claramente la importancia que concedía al crecimiento y al cambio" (De "Teorías de la personalidad" de Duane P. Schultz y Sydney Ellen Schultz-Cengage Learning Editores SA-México 2010).

1 comentario:

agente t dijo...

La libertad de pensamiento y expresión también son fundamentales para el progreso porque las ideas informan a las acciones humanas, también las de tipo económico, y su consecuencia es que en conjunto reforman y transforman el mundo. Por eso en los países del socialismo real, al ser estados totalitarios donde sólo la minoría dirigente tenía relativa capacidad de pensamiento (estaban constreñidos por una ideología ortopédica y artificiosa), se daban tan pocas novedades científicas, sociales y menos aún morales, cayendo en realidad en un atrasismo apenas disimulado por su retórica revolucionaria y pseudocientífica.