sábado, 30 de enero de 2021

Humildad como previa condición de la igualdad

Un error frecuente consiste en proponer ciertos sistemas políticos o económicos, o bien ciertas conductas sociales, sin atender previamente a las actitudes o predisposiciones favorables a esos objetivos. Este es el caso de la igualdad entre los integrantes de la sociedad, que se trata de establecer generalmente a costa de reducir severamente el nivel económico del medio social.

La igualdad entre seres humanos surge al poder compartir penas y alegrías ajenas como propias, de tal manera que lo bueno y lo malo que le suceda a los demás produzca en cada uno de nosotros similares efectos. Si bien ello no resulta fácil de lograr, debería ser un objetivo orientador que nos indique hacia cuál postura debemos orientar nuestra actitud característica.

La actitud favorable, para establecer una empatía emocional generalizada, es la humildad. Quienes quieren optimizar su nivel de felicidad intentarán facilitar la empatía emocional de tal manera que serán accesibles a la comunicación con un numeroso grupo de individuos. Por el contrario, el soberbio y el egoísta tratarán de limitar ese aspecto por cuanto sus espíritus competitivos predominarán ampliamente. “Humildad: de condición social modesta o inferior, de carácter desprovisto de vanidad u orgullo. Carácter de lo que es humilis, es decir, cercano a la tierra (humus), bajo” (Del “Diccionario el lenguaje filosófico” de Paul Foulquié-Editorial Labor SA-Barcelona 1967).

Mientras que la persona con cierta debilidad mental se caracteriza por estar alejada de alguna forma de la realidad, puede considerarse como persona normal a quien vive con los “pies sobre la tierra”, es decir, se considera normal desde un punto de vista psicológico, dejando de lado otros aspectos, predominantes desde un punto de vista estadístico. De ahí, entonces, que la persona normal, la que “debe ser” para que la sociedad funcione bien, es la persona humilde (en el sentido indicado).

Uno de los autores que advirtió la necesidad de crear las condiciones favorables para la concreción de la empatía emocional, fue Adam Smith. Para que predominara la concordia (armonía entre corazones) sugería elevarse o bajarse hasta la “altura” de los demás para facilitar el vínculo afectivo. Mariano Grondona escribió: “Si yo tengo un sentimiento agudo que me aqueja, que me perturba, cuando lo expreso ante el grupo social con el cual convivo, tengo que bajar el tono de ese sentimiento porque si no lo hago los demás no pueden entrar en él”.

“Si yo expreso «todo» el sentimiento que tengo, te impido entrar. He de expresarlo hasta donde te sea posible acompañarme. A la vez, a ti el sentimiento de simpatía te hará salir de tu indiferencia para «subir» a la altura hasta la cual yo «bajé». Esto se llama «concordia». La con-cordia (es decir, «corazones con…» otros) es un doble movimiento –de subir y bajar- hasta que se produce la armonía. Por eso dice Smith que generalmente «los hombres de mundo» son «apropiados», ya que están acostumbrados a compatibilizar sus estados de ánimo, a lograr el común denominador de la armonía. Por ello, «…es raro que la compañía de los hombres no nos ayude a aliviar nuestros dolores»”.

“Esta es la conclusión de Smith: «Por lo tanto, sentir mucho por los otros y poco por nosotros mismos, contener las afecciones egoístas e impulsar las benévolas, constituye la perfección de la naturaleza humana y es lo único que puede producir esa armonía de sentimientos y pasiones que constituye la gracia de la relación social. Y así como debes querer más a tu prójimo, debes quererte menos a ti mismo; hasta donde el prójimo te pueda querer». Es una manera de lograr la igualación: en el fondo, te tienes que llegar a ver a ti mismo como te ve el «espectador imparcial». Esta es la primera estación de la Teoría de los sentimientos morales” (De “Los pensadores de la libertad”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1986).

Se advierte en Adam Smith, el propulsor de la economía de mercado, que necesariamente debe existir una base moral que conduzca al intercambio equitativo, el que beneficia a ambas partes intervinientes. Tal base moral resulta enteramente compatible con la ética natural o cristiana y con el “Amarás al prójimo como a ti mismo”. Grondona agrega: “En varios pasajes de su obra (La Riqueza de las naciones), sobre todo cuando habla del intercambio entre la ciudad y el campo, Smith insiste en que el intercambio les da ganancias «a los dos». Esto, que parece dicho al pasar, es enormemente importante. En realidad, quien mejor desarrolla el análisis de lo que gana cada uno en el intercambio es Ludwig von Mises”.

“Fíjense que si la famosa «fórmula de Montaige» fuera cierta (idea estática de la economía según la cual «si alguien gana es que otro pierde», que todavía tiene predicamento entre nosotros), se enriquecería el campo «o» la ciudad, nunca «ambos». Smith empieza a refutar esa idea estática de la sociedad. Luego von Mises desarrolla esa refutación que Smith había descubierto en el mundo comercial. Von Mises generaliza la intuición de Smith, aplicándola a «todo» intercambio: no sólo económico sino también cultural”.

“Es que en el intercambio cada uno de los contratantes gana en referencia a su propio esquema de valores. Supongamos que tú me vendes un automóvil a un determinado precio; tú ganas porque en ese momento el dinero que te doy supera al automóvil en tu escala de valores y yo gano porque en mi escala de valores el automóvil está por encima del dinero. Únicamente así es posible una fructífera relación de intercambio: porque las escalas de valores son asimétricas. Esta es la palanca del progreso. Resulta que, si es posible que ambos ganen en el intercambio, a más intercambio más ganancias; mientras Montaigne conduce a Marx: a más intercambio, más explotación. Lo primero explica el progreso; lo segundo anuncia la pauperización, la formación de un creciente proletariado”.

domingo, 24 de enero de 2021

Las falsas justificaciones anticapitalistas del marxismo

El accionar de los diversos movimientos políticos se fundamenta en alguna justificación, de manera de mostrar a la sociedad cierta legitimidad de sus acciones. En el caso de los totalitarismos, tal justificación radica en la real o supuesta existencia de enemigos cuya perversidad se exagera hasta niveles insospechados, de manera que la sociedad llegue al extremo de aceptar su aniquilación completa, incluida la vida de sus integrantes. En forma complementaria, el ideólogo totalitario trata de mostrar exageradas virtudes en su sector, por lo general inexistentes, para que la lucha política adquiera el aspecto de la antigua contienda bíblica entre el bien y el mal. De ahí que algunos autores denominen a los diversos totalitarismos como “las nuevas religiones paganas”.

Entre los disfraces utilizados por los marxistas, al menos hasta el acceso al poder, es el de “partido democrático”. De esa forma, tal acceso resulta menos dificultoso que lograrlo a través de métodos violentos (revolución o guerra civil). Jacques Paternot y Gabriel Veraldi escribieron: “No hay que olvidar que la difusión planetaria del marxismo se ha realizado por dos caminos principales, el leninismo y el fabianismo. Este último, a partir de la fundación en 1884 y en Londres, donde acababa de morir Karl Marx”.

“Un producto de la Fabian Society, que sin duda ha tenido éxitos menos espectaculares que la conquista y la expansión del imperio ruso. Sin embargo, sus resultados efectivos son considerables, y quizá más seguros a largo plazo. Carlos Rangel hace observar que «el socialismo a la inglesa» ha formado prácticamente a todos los dirigentes del Tercer Mundo anglófono –es decir, unos cincuenta países que ingresaron en las Naciones Unidas a partir de 1947-. Esa doctrina se diferencia del marxismo-leninismo en virtud del rechazo de la revolución violenta en favor del «gradualismo», de acuerdo a la consigna permanente: «Cambiadlo todo, salvo las apariencias exteriores»”.

“En vez de asesinar al zar, no se toca la monarquía; pero el «discurso del trono» expuesto por la boca de la reina es el programa del Labour Party. Sus objetivos declarados son sustituir «la producción por el beneficio» a favor de «la producción en el interés general»; la «competencia» por la «cooperación»; el «interés personal egoísta» por el «interés colectivo altruista» A estos efectos, los medios de producción son nacionalizados al máximo y la economía no estatizada es estrictamente controlada”.

“Los problemas sociales son, siempre gradual y legalmente, resueltos con el igualitarismo. Desde el principio los fabianistas han despreciado el crecimiento económico, juzgado «vulgar y superfluo», al estimar que -¡a fines del siglo XIX!- había bastantes riquezas como para lograr el bienestar de todos, si fuesen equitativamente repartidas” (De “¿Está Dios contra la economía?”-Editorial Planeta SA-Barcelona 1991).

Es oportuno señalar que, a la mínima señal del Estado por comenzar con la estatización de los medios de producción, se inicia el éxodo de empresas, capitales y capital humano hacia otros países. La destrucción de la economía adquiere el mismo ritmo que la socialización o estatización de tales medios. Es oportuno aclarar que, en el socialismo real, la redistribución socialista no va a manos de los necesitados, sino de quienes constituyen el nuevo gobierno y la “nueva clase” dirigente.

En las sociedades en donde coexisten empresas privadas y estatales, orientadas por ideas socialistas, "Las empresas privadas con controladas por el Estado, mientras que las empresas estatales no son controladas por nadie".

En cuanto a la eliminación de la competencia, puede observarse que de inmediato surge el monopolio. El monopolio estatal tiende a acentuar todos los errores atribuidos por los marxistas al capitalismo. Cuba y Venezuela son actualmente los ejemplos más concretos de los resultados del socialismo real. Además, en el intercambio permanente en el mercado, se produce la cooperación social en libertad, sin necesidad de establecer alguna forma de totalitarismo.

La justificación socialista se basa en argumentos como el siguiente: Si el periodismo, las empresas, la cultura, la religión, la educación, etc., muestran defectos o ineficacia, todo debe ser sometido al Estado socialista, cuyos abnegados dirigentes están moralmente y mentalmente capacitados para resolver toda forma de crisis existente.

Cualquier persona normal, que compra en un negocio desde hace unos 20 o 30 años, supone que lo hace por cuanto se beneficia de alguna forma, de lo contrario dejará de hacerlo. El dueño del negocio, por otra parte, le sigue vendiendo por cuanto también se beneficia con los intercambios. Sin embargo, el ideólogo socialista dirá que “necesariamente, en todo intercambio, alguien se beneficia y alguien se perjudica”. Como la ideología ha reemplazado en la mente del socialista a la propia realidad, resulta casi inútil intentar convencerlo con los hechos que acontecen en el mundo real. Los autores antes citados agregan: “El tercer pecado capital del socialismo consiste en que debe seguir creyendo que la economía es un juego de suma nula. Que «para dar a unos es necesario quitar a otros», como decía un primer ministro francés de esta confesión en 1981”.

“A pesar de las revisiones a las que se han visto obligadas en este momento todas las variedades del socialismo, el sistema no puede realmente despojarse de esa concepción arcaica puesto que ella suministra los fundamentos morales del dirigismo en nombre del bien común. Cuando quiere integrar la creación de riquezas, el socialismo pretende determinarla previamente por medio de una planificación que, cuando no resulta puramente ficticia y desprovista de efecto alguno, tiene como consecuencia el paralizar el dinamismo económico. Aunque parezca más técnico que general, dicho error de pensamiento determina pecados de toda clase”.

Una de las formas más perversas de socialismo se ha desarrollado en la Argentina. La igualdad socialista implica que el que trabaja arduamente gana mensualmente igual o menos que el que no trabaja, pudiendo hacerlo, y es mantenido, junto a su grupo familiar, por el resto de la sociedad a través del Estado kirchnerista.

jueves, 21 de enero de 2021

Volver a los Evangelios

La historia del cristianismo ha sido una constante ida y vuelta entre la prédica evangélica original y las deducciones teológicas posteriores, consecuencia estas últimas de haber desconfiado de la efectividad de la primera. Las divisiones posteriores entre cristianos y la apertura hacia el ingreso de religiones menos complejas, como el islamismo, se debió principalmente a la necesidad de fundamentar o compatibilizar el cristianismo con diversas filosofías, en lugar de buscar el fundamento en las leyes naturales que rigen nuestras conductas individuales y colectivas.

Si una religión auténtica, que une a los adeptos, ha de estar fundamentada en las leyes de Dios, o leyes naturales, un posible fundamento adicional habrá de provenir de la ciencia experimental, y no de la lógica o de la filosofía. Maimónides escribió: “Los primeros teólogos, lo mismo los cristianos griegos que los mahometanos, al formular sus proposiciones, no investigaron las propiedades reales de las cosas; ante todo, lo que buscaban eran las propiedades que las cosas debían tener para constituir prueba a favor o en contra de cierta creencia; y cuando las descubrían, aseguraban ya que tal cosa estaba dotada de tales propiedades; entonces empleaban la misma aserción como prueba para los mismos argumentos que les habían conducido a tal aserto y por los cuales sostenían o rechazaban determinada opinión”.

Al respecto Etienne Gilson escribió: “En una palabra –concluye Maimónides-, estos hombres venían a hacer exactamente lo inverso de lo que nos aconsejaba con razón Themistio, que es adaptar las opiniones a las cosas, en lugar de adaptar las cosas a las opiniones; porque esto último no puede hacerse y es perder el tiempo intentarlo” (De “La unidad de la experiencia filosófica”-Ediciones Rialp SA-Madrid 1966).

Como casi siempre ocurre, las crisis tienden a limitarse cuando adoptamos la actitud estoica de dar importancia principalmente a lo que depende de nuestras decisiones. Gilson escribió acerca de Nicolás de Autrecourt: “Se sentía completamente a disgusto con los hombres que malgastaban toda su vida, desde la juventud a la ancianidad, en Aristóteles y Averroes; pero estaba seguro de que las pocas cosas que es útil al hombre saber sobre la Naturaleza las podría saber en mucho menos tiempo si atendiese menos a los libros y más a las cosas mismas. Entonces los mejores entre los miembros de la comunidad política podrían consagrar toda su vida a los altos intereses de la moral y la religión. Si lo hiciesen así, conservarían la paz y la caridad”.

Entre los pensadores medievales que sugerían, a veces implícitamente, volver a los Evangelios, se encontraban Juan de Salisbury, Nicolás de Autrecourt, Petrarca y Erasmo de Rótterdam. Al respecto Gilson escribió: “Concibieron espontáneamente un método similar para salvar la fe cristiana. Para ellos, la lógica era solamente una disciplina introductoria que se debe conocer, e incluso usar eventualmente frente a las ambiciones de la filosofía, pero que no puede arrojar luz alguna sobre los problemas realmente importantes, a saber, los morales”.

“La respuesta a estos problemas ha de venir ineludiblemente del Evangelio, de los Padres de la Iglesia y de los moralistas paganos, a los cuales los mismos Padres son en buena parte deudores. La filosofía, concebida como disciplina especial, debería ser regulada por la ética práctica e invitada a darle paso. Una de las soluciones era ésta; otra era recurrir al misticismo, es decir, no sólo regular la filosofía, sino trascenderla”.

En la actualidad, las cosas no han cambiado esencialmente. Al respecto, el sacerdote Bruckberger escribió a los autores de “¿Está Dios contra la economía?”: “Pierden su tiempo, amigos. Las orgías de argumentación filosófica, en ocasión de la Reforma y la Contrarreforma, hicieron perder a la Iglesia el sentido de lo concreto; ese gusto por lo real que se siente tan fuerte en el Evangelio, ese sabor de pan y vino, ese olor a sudor y sangre. En la actualidad sólo está cómoda en las especulaciones intelectuales, lo cual la mete en cuerpo entero con las ideologías. La observación, los frutos, como ustedes dicen, no le interesan demasiado. Este mensaje, que apela constantemente a los hechos, corre el peligro de no ser recibido” (De “¿Está Dios contra la economía?” de J. Paternot y G. Veraldi-Editorial Planeta SA-Barcelona 1991).

Cuando las ideologías dominan las mentes individuales tienden a reemplazar en ellas el sentido de la realidad. La Iglesia Católica actual ha llegado al extremo de apoyar ideológicamente al totalitarismo marxista-leninista, pareciendo ignorar las catástrofes sociales que produjo en el pasado. La férrea oposición al liberalismo y a la economía de mercado, conduce indefectiblemente al socialismo y a restablecer las trágicas circunstancias de épocas pasadas.

En el mejor de los casos, la Iglesia buscó el poder terrenal para una mejor difusión de los Evangelios. Sin embargo, en muchas ocasiones esa lucha se desvió para consolidar un poder que excedió ampliamente las necesidades para una adecuada difusión. Karlheinz Deschner escribió: “Lo mismo que Atanasio. Ambrosio (en su cargo de 374 a 397), era no tanto teólogo como político de la Iglesia: igualmente inflexible e intolerante, aunque no tan directo; más versado y dúctil; conocedor del poder desde su nacimiento. Y sus métodos, más que los de Atanasio, siguen siendo hasta la fecha ejemplo para la política eclesiástica”.

“Los agentes del santo se encuentran situados entre los más altos funcionarios del Imperio. Actúa hábilmente desde un segundo plano y prefiere dejar que quien haga las cosas sea la «comunidad», a la que fanatiza con tanto virtuosismo que incluso fracasan las proclamas militares dirigidas contra ellas. Con mayor destreza que Atanasio protege a Dios, a los religiosos, a la «fe en Cristo», aunque su interés por la influencia, por el poder, no sea ni un ápice menor”.

“No obstante, opera bajo otras condiciones, con los emprendedores católicos de buena fe, declarados seguidores del dogma de Nicea. Y cuanto más les instiga menos concesiones hace; declara con especial énfasis no ocuparse de asuntos de Estado y se considera a sí mismo, de manera típica para el pastor politicus que ha perdurado hasta la actualidad, teólogo, cuidador de almas”.

“Con extraordinaria tenacidad se presenta humildemente, despierta compasión, emoción, manifiesta poses de mártir y afirma con voz apostólica: «Cuando soy débil, soy fuerte»; (Habemus tyrannidem nostram: La tiranía de los clérigos es su debilidad). En las crisis graves distribuye magnánimamente el oro entre el pueblo y saca de las profundidades de la tierra, por arte de magia, milagrosos huesos de santos. Cuatro soberanos de Occidente caen en su tiempo; él sobrevive. «Estamos muertos para el mundo, ¿qué nos preocupa?» (Ambrosio)” (De “Historia criminal del cristianismo”-Ediciones Martínez Roca SA-Barcelona 1991).

domingo, 17 de enero de 2021

Pensamiento de derecha vs. Pensamiento de izquierda

En cuestiones de política y economía, por lo general, no existe propiamente un “pensamiento” auténtico, desligado de los aspectos emocionales, sino predisposiciones o actitudes que, mediante cierto uso de la lógica, llegan a constituir las diversas posturas políticas y económicas. Existen algunas excepciones a esta generalización, tal el caso de algunos analistas políticos capaces de describir acertadamente ambas posturas (derecha e izquierda) aunque quizás sin considerar las actitudes emocionales de donde provienen. Pierre Ansart escribió: “La afectividad política, con sus figuras inagotables del amor y el odio, es evidente por sus múltiples manifestaciones y, no obstante, siempre está impregnada de oscuridad. Las emociones, los sentimientos y las pasiones no dejan de acompañar la vida política: desde la irritación de una modesta discusión sobre la designación de un candidato electoral hasta las angustias y embriagueses de una victoria militar, en todo momento entra en juego la afectividad individual y colectiva”.

“A veces, una situación de conflicto revela sentimientos que parecían olvidados y se reconstituyen en la prueba; otras, una emoción súbita parece invadir a una población y llevarla a la angustia o la revuelta; otras más, un movimiento de simpatía o de afecto rodea a un jefe carismático; en otras ocasiones, al contrario, se cristaliza una representación de odio que hace de un jefe o todo un grupo un chivo emisario” (De “Los clínicos de las pasiones políticas”-Ediciones Nueva Visión SAIC-Buenos Aires 1997).

En cuanto al significado de derecha e izquierda, puede decirse que derecha es la tendencia que promueve la democracia política y la democracia económica (mercado), mientras que existe una “izquierda roja” (marxista) y una “izquierda negra” (fascismo, nazismo) que bastante se parecen entre sí y bastante difieren de la derecha así definida.

Los izquierdistas, cuya razón de ser implica destruir los valores promovidos por la derecha, buscan facilitar su ascenso al poder, adoptando una abierta postura contra la sociedad. Para sintetizar un “pensamiento de izquierda universal”, en el sentido considerado, se transcribe un breve discurso atribuido a Nicolás Sarkozy, pudiéndose advertir una gran coincidencia de su crítica (de hace algunos años en Francia) con la actual izquierda argentina materializada en el kirchnerismo:

“Hoy hemos derrotado la frivolidad y la hipocresía de los intelectuales progresistas. De esos que el pensamiento único es el del que todo lo sabe y que condena la política mientras la practica. Desde hoy no permitiremos mercantilizar un mundo en el que no quede lugar para la cultura; Desde 1968 no se podía hablar de moral”.

“Nos impusieron el relativismo; la idea de que todo es igual, lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes”.

“Nos hicieron creer que la víctima cuenta menos que el delincuente. Que la autoridad estaba muerta, que las buenas maneras habían terminado, que no había nada sagrado, nada admirable. El slogan era VIVIR SIN OBLIGACIONES Y GOZAR SIN TRABAS…(¿el sumag kawsai francés?)”.

“Quisieron terminar con la escuela de excelencia y del civismo. Asesinaron los escrúpulos y la ética. Una izquierda hipócrita que permitía indemnizaciones millonarias a los grandes directivos y el triunfo del depredador sobre el emprendedor”.

“Esa izquierda está en la política, en los medios de comunicación, en la economía. Le ha tomado el gusto al poder. La crisis de la cultura del trabajo es una crisis moral. Hay que rehabilitar la cultura del trabajo”.

“Dejaron sin poder a las fuerzas del orden y crearon una frase: se ha abierto una fosa entre la policía y la juventud: los vándalos son buenos y la policía es mala. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente inocente”.

“Defienden los servicios públicos pero jamás usan transporte colectivo. Aman mucho a la escuela pública pero mandan a sus hijos a colegios privados. Adoran la periferia pero jamás viven en ella. Firman peticiones cuando se expulsa a algún invasor, pero no aceptan que se instalen en su casa”.

“Son esos que han renunciado al mérito y al esfuerzo y que atizan el odio a la familia, a la sociedad y a la república. Y con el mayor descaro se lucran de los bienes del Estado, y montan hasta negocios con el dinero mal habido a la vista de todos de la manera más cínica”.

“Hoy debemos volver a los antiguos valores del respeto, de la educación, de la cultura y de las obligaciones antes que los derechos. Estos se ganan haciendo valer y respetar los anteriores”.

viernes, 15 de enero de 2021

Religión y psicología

Tanto la conducta cotidiana de los seres humanos como sus atributos (naturaleza humana) han sido consideradas, a lo largo de la historia, por religiosos, filósofos, escritores y científicos, principalmente. Debido a la aparición tardía de la ciencia, el desarrollo de tales descripciones se inicia bajo la perspectiva de la religión, siendo la separación de cuerpo y alma la idea predominante.

La creencia en una vida posterior a la muerte, posiblemente surgida por la búsqueda de una compensación ante la insatisfacción ofrecida por la primitiva vida cotidiana de los seres humanos, requiere la mencionada dualidad cuerpo-alma, siendo el animismo una primitiva creencia que la contempla. Enrique Cerdá escribió: “Para el hombre primitivo todo era enigmático, misterioso, incomprensible. ¿Qué pasa cuando se duerme? ¿Cómo es posible que un hombre en determinadas circunstancias hable con los muertos?...Evidentemente estos y otros fenómenos del comportamiento sólo podía comprenderlos una mentalidad primitiva pensando que en la naturaleza humana debía haber algo aparte del cuerpo que se iba y más tarde retornaba”.

“Estas observaciones dieron lugar a la más remota de las concepciones psicológicas: el «animismo». El animismo es un «dualismo»; por un lado está el «ánima» y, por otro, el cuerpo, dos cosas, sí, que pueden estar integradas, conexionadas, pero que en substancia son distintas” (De “Una psicología de hoy”-Editorial Herder SA-Barcelona 1965).

Esta creencia reaparece con Platón, teniendo gran influencia en Occidente, siendo también una idea esencial del cristianismo. Cerdá escribe al respecto: “Platón iba a acentuar todavía más la primitiva concepción dualista alma-cuerpo. Para Platón, el alma es inmaterial y merced a ella puede aprehenderse no solamente el mundo que nos rodea, sino también el mundo de las ideas y, además, es inmortal, sobreviviendo al cuerpo”.

Mientras que Platón basa su visión en los supuestos atributos del alma, Aristóteles centra su atención en los aspectos observables de la conducta humana, sin negar la dualidad platónica. “Aristóteles, su discípulo, piensa que a fuerza de afirmar el carácter sobrenatural del alma, Platón llegó a olvidarse de las condiciones físicas y orgánicas de su existencia. El alma no puede subsistir sin un cuerpo que la anime”.

En la mayor parte de las actividades humanas existe la “teoría” y la “práctica”. Mientras que los teóricos del cuerpo y del alma se basan en la razón especulativa, otros filósofos se encargan de cuestiones inmediatas y cercanas a la vida cotidiana. Entre ellos están los estoicos. El citado autor escribe al respecto: “La escuela filosófica grecorromana estoica (300 a 200 a.C.) y cuyas figuras más destacadas fueron Zenón, Posidonio, Séneca y Marco Aurelio, dio poca importancia a la especulación metafísica, y su doctrina se orientó principalmente hacia la ética, consistiendo en esencia en una doctrina personal y de educación del carácter. El estoicismo romano hizo hincapié en la voluntad humana como único medio mediante el cual se adquiere dominio de sí mismo, manteniendo así una fortaleza de alma inquebrantable”.

En el ámbito medieval europeo se encuentran también los teóricos, como Tomás de Aquino, y los prácticos, como Francisco de Asís. El primero tratando de fusionar el aristotelismo con el cristianismo y el segundo tratando de mejorar la ética mundana a través de su ejemplo personal y de su interpretación de los Evangelios. Las propias prédicas cristianas dejan un tanto de lado los detalles internos del funcionamiento del cuerpo y del alma. G. K. Chesterton escribió: “Santo Tomás fue un ingente y pesado toro, un hombre grueso, lento y tranquilo, muy apacible y magnánimo pero no sociable, reservado aún más allá de sus ocasionales y cuidadosamente ocultadas experiencias de trance o éxtasis. San Francisco era tan fogoso e inquieto que los eclesiásticos ante quienes se presentaba de súbito pensaban que era un loco”.

“Santo Tomás fue tan callado y retraído que en las escuelas que frecuentó regularmente los maestros lo tuvieron por un zote. En verdad pertenecía a ese tipo de alumnos, no infrecuentes, que prefieren se los tome por un zote antes que ver sus sueños invadidos por otros zotes más activos y animados. Este contraste externo se extiende a todos y cada uno de los rasgos de ambas personalidades”.

“Lo paradójico en san Francisco está en que apasionado como era por los poemas desconfiaba de los libros. El rasgo característico de santo Tomás está en su amor por los libros y en que vivía de ellos, en que vivía la vida del escribiente o estudioso de The Canterbury Tales que prefería tener cien libros de Aristóteles y su filosofía a cuanta riqueza pudiera darle el mundo”.

“Cuando a santo Tomás le preguntaron qué era lo que más agradecía a Dios respondió con simplicidad: «He entendido todas y cada una de las páginas que he leído». San Francisco fue sumamente vívido en sus poemas y más bien vago en sus documentos; santo Tomás consagró toda su vida a documentar sistemas completos de la literatura pagana y cristiana y ocasionalmente escribió un himno como quien se toma un descanso”.

“Los dos vieron el mismo problema pero desde ángulos distintos, el de la simplicidad y el de la sutileza; san Francisco creyó que le bastaba abrir su corazón a los mahometanos para persuadirlos de que no veneraran a Mahoma. Santo Tomás fatigó su mente con toda suerte de distinciones y deducciones, más sutiles que un cabello, acerca de lo absoluto y el accidente, con el solo propósito de impedir malas interpretaciones de Aristóteles” (De “Santo Tomás de Aquino”-Ediciones Carlos Lohlé SA-Buenos Aires 1986).

Los filósofos posteriores intentaron resolver racionalmente el problema de la dualidad cuerpo-alma. Incluso René Descartes intentó encontrar el vínculo fisiológico entre ambos entes. “Para Descartes los impulsos nerviosos estaban producidos por movimientos de «espíritus animales», cuya acción y movimiento se engendraban por la acción del alma sobre ellos, por intermedio de la glándula pineal, punto en el cual Descartes creía que asentaba el alma y que podía también considerarse como el gozne entre el alma y el cuerpo” (De “Una psicología de hoy”).

Para Gottfried Leibniz existe una “armonía preestablecida”, entre cuerpo y alma, que permite la libre actuación de ambos entes sin interferirse. Por otra parte, Baruch de Spinoza aduce que tanto el cuerpo como el alma constituyen un único sistema, coincidiendo esencialmente con los conocimientos aportados por la neurociencia actual.

Mientras que filósofos como Descartes y Leibniz intentaban compatibilizar sus ideas con las creencias religiosas predominantes, Spinoza intenta acentuar los aspectos éticos de la religión; de ahí que considera innecesaria la dualidad cuerpo-alma, adoptando como referencia las leyes naturales que rigen a todo ser humano dejando de lado las creencias religiosas dominantes e incluso los Libros Sagrados, actitud que posteriormente adoptarán los psicólogos en la etapa científica (o que debieran adoptar).

Spinoza establece una definición del amor y también del odio, que contempla el principal proceso de supervivencia del ser humano: la empatía emocional, que ha de constituir posteriormente el vínculo esencial entre la ética cristiana y la psicología social. Finalmente podrá advertirse la unificación de la religión moral con las ciencias sociales, quedando reservada a la religión la tarea de adaptar al ser humano a las leyes que conforman el orden natural.

jueves, 14 de enero de 2021

Los malones vs. La civilización

En varias ocasiones, la izquierda política en el poder ha derrumbado estatuas de personajes históricos que han contribuido al engrandecimiento del mundo o de su nación, como son los casos de Cristóbal Colon y del general Julio A. Roca, respectivamente. Gran parte de los aborígenes del centro y sur argentino vivían del robo, del rapto y del asesinato, impidiendo la conformación de un sistema republicano y de un país moderno, gozando en la actualidad de una admiración similar a los terroristas de izquierda de los años 70, ya que también vivían del robo, del rapto y del asesinato, esta vez intentando destruir al “sistema capitalista” para imponer el socialismo.

Quienes se opusieron tanto a los malones indígenas como al terrorismo de izquierda, son calumniados y denigrados, no sólo por los excesos o acciones ilegales (supuestos o verdaderos) que pudieron cometer, sino principalmente por defender la integridad de la nación y evitar la instauración de la barbarie como forma de vida.

MALONES HASTA FINES DEL SIGLO

Por Ángel Rivera

En el último cuarto del siglo XIX, en la República Argentina no se ha resuelto aún el problema de los indios, que merodean ferozmente cerca de las principales ciudades. Un sesudo artículo de El Nacional, del 12 de abril de 1864, dice: “La República Argentina, que aspira a cruzar su vasto territorio con vías férreas, y alienta a los capitales extranjeros con su palabra y su acción, no tiene comercio porque es impotente para dominar unos cuantos centenares de pampas desorganizados. Ésta es una triste verdad, que en vano se ha de tratar de seguir ocultando. Periódicamente, la provincia de Buenos Aires sufre una invasión que disminuye sus riquezas y le arrebata algunos productores”.

“La industria que necesita un campo más vasto que el que actualmente ocupa, se detiene aterrorizada delante del desierto, porque sabe que más allá están la muerte y la ruina. No hay vapor que nos llegue del interior de los ríos sin que nos traiga la noticia de alguna invasión en las provincias de Santa Fe, Córdoba, San Luis, Mendoza o Salta. Y todos sabemos que esas invasiones, repetidas casi diariamente, y siempre impunes, no solamente importan una disminución de valores en los que la sufren, sino que importan la paralización del comercio con diez pueblos del interior, porque la inseguridad de los caminos impide el cambio entre los pueblos”.

Basta recorrer los periódicos de la época para comprender que el articulista no exagera. Abrimos, al azar, La República del 18 de noviembre de 1870, es decir, seis años después del editorial mencionado, y leemos: “Hace pocos días que los indios han invadido el río Quequén Salado, en la costa sur de la provincia, llevándose las siguientes haciendas; de don Francisco Gorozo, 1.500 vacas; de don Crisanto Farías, 1.500 vacas; de don Victorio de la Canal, 1.650 vacas; de don Rufino Canales, 700 vacas; de don Modesto Funes, 500 vacas; de don Juan Cabrera, 500 vacas; de don José Leguizamón, 700 vacas, yeguas y caballos”.

Pero los daños, desgraciadamente, no se limitan a la pérdida de ganado. El periódico, en efecto, trae a continuación la siguiente lista de muertos: “Don Modesto Funes, degollado y quemado; don Julián Oviedo, don N. Ferreyra, don Carmelo Ortiz, don Domingo González, un soldado y un sargento de la división de Pilliahuincó”. Y un poquito más abajo sigue: “Se encontraban estas haciendas situadas al interior del río Quequén Salado, a siete leguas de los Tres Arroyos, donde está la división al mando de don Ciriaco Gómez, y son las mismas que no quisieron llevar los indios en el mes de junio, cuando de los Tres Arroyos robaron 55.000 vacas. Tomen nota de esto los señores diputados, que se ocupen de dar la Ley de Tierras, poniéndole contribución y precio enorme a una cosa que está en poder de los indios”.

Dos años después, en 1872, leemos en La Prensa del 21 de marzo: “Algunos estancieros del oeste están levantando un censo que les permita conocer justamente el número de cautivos que lleva Culfucurá. Algunos de ellos calculan ese número en más de 500 cautivos. En efecto, en 1857, los caciques Coliqueo y Raninqueo, con 700 indios, invadieron hasta los alrededores del Pergamino y sólo permanecieron algunas horas. Esta invasión llevó 40.000 vacas, 20.000 yeguas y 120 cautivos”.

Y en 1882, en la primera presidencia de Roca, volvemos a encontrar noticias de malones. La Prensa del jueves 8 de junio reproduce un parte del comisario de Lincoln, en el que, entre otras cosas, dice: “El día 30 del mes próximo pasado, como a las doce del día, tuve aviso que una partida de indios, en número de 50, más o menos, había penetrado en la sección 17ª., y en el acto armé a los soldados a mis órdenes y un número regular de vecinos, con los cuales me puse en campaña al obscurecer. A las 12 de la noche llegué al establecimiento del doctor don Manuel Romero, donde habían llegado los indios, llevándose a un niño cautivo y toda la caballada y hacienda yeguariza”.

“Pasé enseguida al establecimiento del doctor Cabral. Entre este establecimiento y el de Romero se había establecido últimamente una población, donde había seis individuos. Todos ellos habían sido asesinados. El cuadro que presentaban era horroroso. Los indios, después de haberlos atado, los desnudaron y les dieron de puñaladas, dejándolos por último de una manera tal, que da, respecto de los autores del hecho, la idea más acabada de la maldad abominable que los distingue. Todos los cadáveres fueron enterrados por el subcomisario. Del establecimiento habían llevado los indios todo lo que encontraron a mano y hacienda yeguariza”.

Sólo en los últimos años del siglo, los indios dejan de ser una amenaza, y entonces es posible criar vacas y sembrar trigo sin peligros. Porque hasta estas pacíficas tareas, causas de nuestro engrandecimiento material, eran verdaderas proezas en los tiempos heroicos de la patria.

(De “Tiempos heroicos” de Ángel Rivera-Editorial Kapeluz SRL-Buenos Aires 1945).

domingo, 10 de enero de 2021

Derrame capitalista vs. Succión socialista

Por lo general, nuestros razonamientos cotidianos están sustentados en imágenes simples que sirven de soporte de una sucesión casi interminable de deducciones posteriores. Esto también ocurre en cuestiones de economía. En este caso, predominan dos acciones básicas que sustentan las dos visiones o posturas, antagónicas e irreconciliables, que constituyen la economía de mercado (o capitalista) y la economía planificada por el Estado (o socialismo).

El “derrame capitalista” se basa en la idea de que todo ser humano tiene limitadas necesidades de alimentos, vestimenta, vivienda, etc. Luego, si se le concede la libertad de producir bienes y servicios en cantidades ilimitadas, necesariamente se producirá el “derrame” hacia el resto de la sociedad, que se verá beneficiado con la productividad superior del innovador o del eficiente productor. Pero la forma en que se distribuirá el “derrame” será a través del intercambio por trabajo, o el intercambio de bienes y/o servicios, promoviendo en la sociedad el hábito del trabajo y la producción.

Cuando son pocos los empresarios, respecto de la cantidad de habitantes, el derrame mencionado será bastante pobre. También lo será cuando los hábitos del trabajo son superados por los hábitos de la vagancia y el robo. Sin embargo, los opositores a la economía de mercado aducen que el “sistema fracasa” y que, por lo tanto, resulta necesario expropiar ganancias y/o empresas al limitado sector productivo y repartir planes sociales a las masas, que incluyen a vagos y ladrones habituales.

Desde el punto de vista socialista, que por lo general sólo advierte el trabajo manual e ignora el trabajo intelectual asociado al manejo de información, se considera que en toda empresa capitalista existe “explotación laboral”, razón por la cual considera que el Estado debe “succionar” (o absorber) las ganancias empresariales, o las empresas “explotadoras”, para redistribuir equitativamente (al menos en teoría) el producto del emprendedor o del eficiente productor.

Uno de los primeros inconvenientes que se advierten bajo el sistema de la administración estatal de las empresas cuyas ganancias han sido confiscadas, o bien cuando sus decisiones han sido asociadas a un interventor político, es la inmediata decadencia de tal organización productiva. Esto es fácil de advertir en el caso de un negocio sencillo, como una panadería. Si una prestigiosa panadería es vendida a gente con poca experiencia en su manejo, puede resultar que deje de ser eficiente en muy poco tiempo. Este es el caso de una panadería que, al cambiar de dueño, vendía masas del día anterior, algo impensado para los dueños originales. Poco a poco fueron perdiendo la clientela, que se sentía estafada, por lo que en pocos meses la prestigiosa panadería dejó de serlo. Podemos imaginar fácilmente la decadencia económica que se produce luego de la repartición compulsiva de empresas cuando un partido socialista accede al poder en cualquier país del mundo.

Los sectores anticapitalistas, esencialmente socialistas, aducen que, tanto el “derrame capitalista” como el sistema auto-organizado del mercado, nunca han funcionado adecuadamente. En realidad, si en una sociedad existe una vocación predominante por el empleo público, o por la vagancia, nunca ha funcionado bien y nunca funcionará bien. Cuando en las mentes predomina el lema “De cada uno según su capacidad; a cada uno según su necesidad”, el vago y el inepto, con sus respectivas necesidades, esperan que les llegue vía Estado lo que produce el sector productivo, lo que será poco factible. Es decir, el “derrame capitalista” presupone una generalizada predisposición hacia el trabajo, y no hacia la vagancia o hacia la perversa intención de vivir a costa del trabajo ajeno.

Uno de los principales líderes socialistas, Jorge M. Bergoglio, escribió: “Algunos todavía defienden las teorías del «derrame», que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando”.

“Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común”.

“En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta”.

“Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión”.

“Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz”. (De la “Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium”-Conferencia Episcopal Argentina-Buenos Aires 2013).

Para Bergoglio, tanto los Castro, en Cuba, como Maduro, en Venezuela, ejercen controles de la economía pensando en “el bien común”, mientras que el sector productivo carecería totalmente de virtudes y méritos, por lo cual promueve expropiar sus capitales o bien aplicarles impuestos casi ilimitados. Como el actual (2021) gobierno kirchnerista adhiere a similares creencias, se sigue agudizando la decadencia con el agravante del éxodo de empresas y gente capacitada que emigran del país.

Mientras que Bergoglio observa en Cuba y Venezuela un modelo de sociedad aplicable al resto de los países, ya que son las materializaciones necesarias de la propuesta papal, parece no advertir el masivo éxodo de venezolanos (entre 3 y 4 millones) debido al severo deterioro económico y social que produjo el socialismo. Sin embargo, Bergoglio “se preocupa” por la inseguridad y el sufrimiento de los emigrantes, escribiendo al respecto: “Es trágico el aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental, que no son reconocidos como refugiados en las convenciones internacionales y llevan el peso de sus vidas abandonadas sin protección normativa alguna. Lamentablemente, hay una general indiferencia ante estas tragedias, que suceden ahora mismo en distintas partes del mundo” (De “Carta encíclica Laudato si”-Agape Libros-Buenos Aires 2015).

El justificativo que Bergoglio otorga a la violencia en contra del sector productivo, resulta ser una forma de promoverla. En la Argentina se lo considera como el ideólogo de las usurpaciones de tierras productivas, dirigidas por su aliado Juan Grabois. Respecto de la propiedad privada, escribió: “El principio de la subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes y, por tanto, el derecho universal a su uso es una «regla de oro» del comportamiento social y el «primer principio de todo el ordenamiento ético-social»” (De “Laudato si”).

El ideólogo mencionado parece ignorar que, bajo el socialismo, las expropiaciones de medios de producción y de bienes en general, no van a manos de los pobres o de los necesitados, sino al Estado dirigido por la “nueva clase”; la de los agitadores sociales y revolucionarios a cargo del Estado socialista. Es decir, aparentemente luchan para “darle a los pobres”; algo que jamás han hecho en sus vidas ni tampoco harán, al menos de lo propio o producido por ellos.

Bergoglio critica el bienestar de "las minorías" en un sistema capitalista, mientras que en el país con mayor experiencia socialista, la Unión Soviética, Andrei Sajarov se refería a la "nueva clase" (o nomenklatura), expresando: "Atrincherada en su bienestar la minoría satisfecha..." (De "Mi país y el mundo"-Editorial Noguer SA-Barcelona 1977)-

martes, 5 de enero de 2021

Perfil psicológico de los iniciadores del kirchnerismo

La política y la economía, en algunos países mentalmente subdesarrollados, no depende de una lucha de ideas, o de principios o de sistemas, sino del estado mental de los líderes más influyentes en la sociedad, como es el caso de la Argentina.

Mientras que la mayoría de las personas imagina que los antagonismos entre sectores se deben a distintas formas para llegar al bien de todos, pocos tienen en cuenta que, bajo ciertas anomalías mentales, muchos buscan la destrucción de la sociedad de la que son integrantes, siempre y cuando ello favorezca sus ambiciones personales.

A continuación se menciona una parte de la entrevista que Jorge Fontevecchia le realizara al médico, escritor y pasicoanalista Marcos Aguinis:

JF: Sobre Nestor y Cristina escribiste textualmente: "Ambos padecen de psicopatía y por consiguiente ambos ignoran la culpa, la vergüenza y la pena. Son tramposos" ¿La psicopatía es una forma de carcaterizar un estilo de la política?

MA: Sería un error de mi parte no aprovechar los conocimientos que me dio el estudio de diversas disciplinas: la medicina, la música y desde luego el psicoanálisis. Debo hacerlo. Es mi deber utilizar mi conocimiento. Los conocimientos no siempre son infalibles, van cambiando también como cambia la ciencia. Es muy fácil atribuir la psicopatía a los Kirchner. La psicopatía es una patología psicológica que consiste en un egoísmo y un narcisismo muy importantes. Ese narcisismo lleva a que uno no sienta culpa ni pena. El narcisista por lo general es una persona muy enamorada de sí misma, que tiene ambición de poder. Ese deseo lleva a que haga cosas que no son absolutamente correctas. Lo hace a pesar de todo, porque desea tener más poder. Aquí nos encontramos con la relación dialéctica entre el poder y la riqueza. El psicópata, por lo general, tiene ambas cosas, pero una sobre la otra.

Mientras más poder tiene, no solo quiere tener más, sino que necesita tener riqueza para conseguir más poder. Y cuando tiene más poder, necesita más riqueza. La mayor cantidad de riqueza le sirve para tener el poder. Uno suele preguntarse por qué si ya tienen tanta riqueza necesitan más. Es porque quiere tener más poder. Es algo que no tiene fin ni límites. Lo mismo sucede con el poder. A veces cabe preguntarse por qué quieren más, si ya son prácticamente emperadores. Es para tener más riqueza que les permita tener más poder. Los Kirchner, Néstor, y Cristina en mayor medida, tienen esa psicopatía de querer tener mucho poder y mucha riqueza sin límites. Eso los lleva a que no les importe mucho presionar u olvidarse de sus adherentes. No nos olvidemos lo que le dijo Cristina a Oscar Parrilli. Lo insultó de una manera gravísima y sin embargo consiguió con esos insultos generar miedo. Es una técnica. Así eligió un presidente que no actúa con la suficiente fuerza porque le tiene miedo, pese a que está en condiciones de hacerlo. Al psicópata se le tiene miedo porque no se detiene ante ningún límite, porque su ambición de poder y de riqueza no tienen frontera.

JF: Sobre el primer año de gestión de Alberto Fernández dijiste que era muy típico de la psicopatía echar la culpa a otros.

MA: Como no tiene noción de su propia culpa, el psicópata la deriva hacia otro. Son especialistas en derivar la culpa todo el tiempo. Los tiranos psicópatas se especializaron en echar la culpa al otro. El caso más extremo, casi grotesco, es el de Adolf Hitler. Eligió a una comunidad étnica para echarle toda la culpa. Ese es un caso especial, particularmente loco. Pero es un rasgo que aparece siempre. El psicópata jamás se arrepiente de nada; no tiene autocrítica. Es un problema muy serio cuando el psicópata se convierte en una persona fuerte que decide el destino de un país o de una comunidad.

JF: ¿Qué psicodiagnóstico podrías hacer, de aquel “vamos por todo”?

MA: Es una expresión lamentable. Un horror para un país, una expresión antidemocrática. Es la ambición de un tirano. ¿Qué es ir por todo? Es apoderarse de toda la fuerza, la riqueza, la inteligencia de un país. Es un insulto al país, un agravio a la democracia. Puede significar vamos por todas las instituciones, por todo el Parlamento, por todas las posibilidades de hacer cosas que no nos gustan. Por eso el psicópata usa esta expresión. Es una expresión sincera. No todos los ciudadanos argentinos toman conciencia del valor horrible de esa expresión. Es algo que no expresaría alguien democrático. La ciudadanía lamentablemente no comprende su gravedad, porque también le tiene temor.

Cabría preguntarse si el Presidente puede rebelarse contra la ex presidenta. Claro que puede, y es relativo pensar que puede terminar en una gran tragedia. Si el Presidente se rebela, ¿qué puede hacer ella? ¿Cambiarle los ministros? ¿Apoderarse de los gobernadores? ¿Apoderarse de todos los peronistas del país? Hay muchos peronistas que siguen siendo democráticos. Hay muchos gobernadores que quisieron la democracia y no la tiranía. Pero el Presidente es un individuo muy bien elegido por ella. Sabe que es una persona sometible, dirigible, dominable. Disculpame la deformación del lenguaje. En Argentina estamos acostumbrados a deformar el lenguaje con la historia del lenguaje inclusivo.

JF: Otro médico que hace análisis político, Nelson Castro, utilizó la figura de Hubris, más ligada a la mitología y la filosofía. Creerse un dios, sentirse infalibles. ¿Cómo pensar esta idea en torno a Cristina Kirchner?

MA: La mitología griega nos provee todos los recursos imaginables para entender al ser humano. Comprenderlo en su diversidad. Este Hubris habla del exceso, la falta de límites. No sentir culpa ni lástima. Es capaz de presionar, de abandonar e incluso de asesinar a sus más leales apoyaturas. En el caso de Cristina, el odio que tiene a la Justicia y la desesperación por cambiarla y someterla es porque en el fondo muy profundo de su alma sabe que le espera la cárcel. Es un fueguito muy pequeño, que está en algún lugar, que no logra advertir, asumir, convertirlo en una suficiente luz que le permita corregir los errores, las graves ofensas que realizó contra la democracia en Argentina, contra el pueblo argentino, de quien se siente representante, aunque no de una manera total. Lo que le interesa es ella misma. Es una egolatría, un narcisismo extremo que no le permite asumir nada que signifique algo que le agrade.

Entrevista completa en: https://www.perfil.com/noticias/periodismopuro/marcos-aguinis-por-su-psicopatia-cfk-eligio-a-un-presidente-que-le-tiene-miedo.phtml

viernes, 1 de enero de 2021

Los excesos del egoísmo

El egoísmo es una actitud básica del ser humano, ya que, por el hecho de existir, debe considerarse como un atributo aportado por el proceso evolutivo y que ha de favorecer nuestra supervivencia. De ahí que resulte necesario limitar su alcance, aunque sin llegar al extremo de intentar anularlo. Tal predisposición de la conducta individual implica interesarse principalmente por uno mismo y muy poco, o nada, por lo que le ocurra a los demás. Émile Alain escribió: “El egoísta hace de su propia felicidad la ley de quienes le rodean. Pero las cosas no marchan de este modo; el egoísta está triste porque espera la felicidad; es, por tanto, la ley del aburrimiento y la desgracia lo que el egoísta impone a quienes le aman o le temen” (Del “Diccionario del Lenguaje Filosófico” de Paul Foulquié-Editorial Labor SA-Barcelona 1967).

Si bien esta conducta apunta hacia una supervivencia individual, se advierte que no basta para una supervivencia social o colectiva. Si todos los seres humanos motivaran sus vidas con fines netamente egoístas, la sociedad humana no existiría como tal. Tampoco los egoísmos colectivos resultan beneficiosos por cuanto, si todos los países contemplaran sólo beneficios propios y excluyentes, la paz en el planeta sería imposible.

Para limitar el egoísmo individual y sectorial, para entrar en una fase de cooperación social, se hacen necesarios los intercambios, ya sean económicos, culturales, deportivos o de otra índole. Bajo el sistema de la economía de mercado, se advierte que, para que los intercambios se mantengan en el tiempo, es necesario e imprescindible que ambas partes intervinientes se beneficien en forma simultánea, mientras que si solamente trataran de beneficiarse unilateralmente, desaparecería la cooperación social. De ahí que la economía de mercado pueda funcionar aceptablemente a pesar del egoísmo humano y no necesariamente por el egoísmo humano. También al nivel de los países se requieren intercambios comerciales de tipo cooperativo.

En los últimos tiempos se advierte un crecimiento exagerado del egoísmo individual, pero esta vez acompañado de cierta dosis de odio. Mientras que el egoísmo en estado “puro” presenta cierta neutralidad ética, ya que el egoísta tiende a aislarse socialmente sin hacer el mal, pero tampoco el bien, cuando se lo asocia al odio tiende a producir graves consecuencias.

Uno de esos casos es el machismo, por el cual los individuos que presienten poseer pocas virtudes o pocos atributos personales de valía, se amparan en su condición de varones y, egoísmo de por medio, tratan de magnificar o exagerar esa pertenencia. De ahí que lleguen al extremo de descalificar a las mujeres hasta adoptar posturas adversas. En respuesta al egoísmo masculino surge el egoísmo femenino, o feminismo, que implica una actitud similar, pero desde el ámbito de las mujeres. Las personas equilibradas, por el contrario, seguras de sus valores personales, se sienten integrantes de la especie humana, sin caer en la necesidad de valorarse por su pertenencia a alguno de los sectores mencionados.

Puede considerarse al egoísta adulto como alguien inmaduro que todavía no descubrió su esencia social y mantiene vigentes los instintos de conservación y supervivencia propios de las edades tempranas de su vida.

La violencia a gran escala siempre ha surgido del egoísmo colectivo. Al existir la necesidad egoísta de formar parte de un sector de la sociedad y no de la sociedad misma, y menos de la humanidad, se crean las condiciones necesarias para posibles conflictos entre sectores, lo que no resulta demasiado novedoso. Este ha sido el principio de los totalitarismos, causantes de las mayores catástrofes humanitarias. Michael A. Hogg y Graham M. Vaughan escribieron: “Los peores actos de deshumanización son cometidos hacia la propia humanidad. La guerra no es posible sin un marco estructural psicológico que involucre las creencias y las emociones. Si falta esta estructura, los líderes usarán la propaganda para crearla”.

“Algunos regímenes políticos han fomentado creencias sobre las diferencias genéticas entre los grupos de personas para justificar la opresión y la masacre. Las ideologías de la inferioridad racial, moral y social fueron los pilares de los programas nazis en contra de los gitanos, los opositores políticos, los homosexuales, los discapacitados mentales, los enfermos, los negros y los judíos…El último eslabón horroroso de la cadena fue la masacre de millones de personas” (De “Psicología Social”-Editorial Médica Panamericana SA-Madrid 2010).

Para lograr resultados similares a los logrados por los nazis, sólo basta reemplazar la palabra “raza” en todo texto nazi, cambiándola por “clase social”, para tener un texto marxista-leninista. Sin embargo, el disfraz preferido del marxista es el altruismo; luego de vociferar descalificativos al sector productivo, principal destinatario de su odio personal, finge interesarse por los pobres exigiendo al Estado que redistribuya lo producido por sus enemigos. Jean Rostand escribió: “Siento una cierta repugnancia por esos chorros de altruismo que se escapan de los egoísmos saciados” (Del “Diccionario del Lenguaje Filosófico”).

Muchos autores describen las conductas individuales como si solamente existieran el egoísmo y el altruismo; apuntando el egoísmo al beneficio propio y el altruismo al beneficio ajeno, olvidando la posibilidad del beneficio simultáneo, que implica el amor al prójimo, en donde aparece la condición de la igualdad. Igualdad significa justamente que dos personas entre las que se establece un vínculo social, deben beneficiarse “igualmente”, mientras que, tanto el egoísmo como el altruismo serán consecuencias de cierta desigualdad entre ambas.

Cuando se habla de beneficios simultáneos deben tenerse en cuenta no sólo los bienes materiales de intercambio, como en el caso del mercado, sino también los estados emocionales positivos asociados a nuestra empatía emocional. Si no se tiene en cuenta este factor, se cae en razonamientos que pueden conducir a importantes errores.

Un caso frecuente es el de considerar que alguien se “sacrifica” voluntariamente por los demás, lo que da a entender que se perjudica o sufre por hacer el bien. Si esta es la realidad, pocas serán las personas predispuestas a adoptar tal actitud, y el altruista no lo será por mucho tiempo. Sin embargo, si contemplamos la existencia de un beneficio emocional, dejará de ser un sacrificio y pasará a ser un “buen negocio”. Y el mérito no radicará tanto en hacer obras heroicas unas pocas veces en la vida sino en hacerlas con bastante frecuencia.

Como la tercera opción entre el egoísmo y el altruismo es el amor al prójimo bíblico, y los psicólogos sociales temen entrometerse en cuestiones de religión, inventaron un concepto bastante similar al que denominaron “altruismo empático”. “Distinguir los motivos egoístas de los altruistas requiere la suposición de que hay una clara división entre el yo y el otro. Pero, ¿qué pasa si no la hay? ¿Qué tal si la empatía refleja una «confusión básica entre nosotros mismos y los demás»?”.

“¿Qué tal si aquellos que tienen una relación muy estrecha incorporan al otro en el yo? Cuando uno y uno es igual a la «unidad» o a «nosotros», ayudar a esta otra persona cercana se puede considerar como ayudarse a uno mismo, o al menos ayudar a una parte importante de uno mismo. Quizás la visión egoísta y la visión altruista se fusionan realmente en este punto. En relaciones en las que la distinción entre el yo y el otro se elimina prácticamente y usted siente las necesidades de alguien tan profundamente como las suyas, la distinción entre un motivo egoísta y uno altruista también se puede eliminar” (De “Psicología Social” de S. Kassin, S. Fein y H.R. Markus-Cengage Learning Editores SA-México 2010).

Algunos autores optimistas aducen que no existe el mal como entidad independiente, sino una “ausencia de bien”. Sin embargo, los hechos cotidianos nos indican que el mal, o la maldad, existen por derecho propio. Como ejemplo podemos tomar el caso de un conductor que viaja con su automóvil tratando de no cometer ningún error, aunque de vez en cuando lo cometa. Esta sería la actitud del bien (aunque no de la perfección). Por otra parte, tenemos el caso del conductor que trata de perjudicar en forma premeditada a los demás, siendo el mal algo más que la ausencia de bien. La grave crisis moral que padecemos se debe a que existe un importante sector que ejerce el mal en forma premeditada, y no solamente como errores circunstanciales.