Se ha considerado al transistor como el mayor invento del siglo XX, siendo el dispositivo básico, junto a los circuitos integrados, que permitió el auge de la electrónica digital, junto a las comunicaciones y las computadoras. El transistor surge de la búsqueda de un conmutador de estado sólido para ser utilizado en telefonía y reemplazar a los relés y a los sistemas de barras. Luego se vislumbra la posibilidad de obtener un reemplazo de la válvula de vacío.
El nombre "transistor" fue ideado por J. R. Pierce, quién expresó: "...y entonces, en aquella época, el transistor fue imaginado para ser el dual del tubo de vacío, así si un tubo de vacío tenía transconductancia, éste debe tener transresistencia, y así llegué a sugerir transistor" (Citado en "Revolución en miniatura" de S. Braun y S. Macdonald-Editorial Tecnos SA-Madrid 1984).
El transistor surge de los Laboratorios Bell, de la AT&T, logrando sus empleados la concesión de 8 Premios Nobel de Física. La patente de invención fue concedida a John Bardeen y a Walter Brattain por el transistor de punta de contacto, mientras que la patente de transistor de juntura, surgido en 1951, le fue concedida a William Schockley. Al respecto, E. Braun y S. Macdonald escriben: "Es asombroso que Schockley hubiera formulado la teoría precisa del transistor de unión al menos dos años antes de que el dispositivo fuera producido".
Mientras que los inventores del siglo XIX, como Edison y Tesla, eran intuitivos, careciendo del conocimiento amplio de la física de su tiempo, los inventores del siglo XX tenían una preparación científica y académica de alto nivel.
Entre los aspectos organizativos de los Laboratorios Bell se destaca la construcción de edificios que facilitaban el contacto personal de sus investigadores, ya que el trabajo en equipo implica trabajo de individualidades en cooperación.
Walter Isaacson escribió: "La sede de Manhattan se había quedado pequeña, y la mayor parte de los laboratorios se trasladaron a un espacio de ochenta hectáreas en las colinas de Murray Hill (New Jersey). Mervin Kelly y sus colegas querían que su nuevo hogar se pareciese a un campus académico pero evitando la separación de las distintas disciplinas en diferentes edificios".
"Sabían que la creatividad surge de los encuentros casuales. «Todos los edificios han sido conectados de tal manera que se evite una delimitación geográfica fija entre departamentos y se propicien el intercambio y un estrecho contacto entre ellos», escribió un directivo. Los pasillos eran extraordinariamente largos, de más de doscientos metros, y estaban pensados para fomentar los encuentros fortuitos entre personas con distintos talentos y especialidades, una estrategia que Steve Jobs replicó al diseñar la nueva sede central de Apple setenta años después".
"Cualquiera que se pasease por los Laboratorios Bell se vería expuesto a una lluvia de ideas aleatorias, y las absorbería como una célula fotovoltaica. Claude Shannon, el excéntrico teórico de la información, de vez en cuando recorría los largos pasillos de terrazo rojo montado en un monociclo haciendo malabares con tres pelotas y saludando a los colegas. Era una extravagante metáfora del caldo de cultivo en plena ebullición que se percibía en los pasillos" (De "Los innovadores"-Debate-Buenos Aires 2014).
Estos efectos de "proximidad" se acentuaron cuando Bardeen fue a parar a una sala en que estaba Brattain. Isaacson escribió al respecto: "En un principio, Bardeen no disponía de despacho propio, por lo que se instaló en el espacio del laboratorio que le correspondía a Brattain. Fue una decisión acertada que puso de manifiesto, una vez más, la energía creativa que generaba la proximidad física; al estar tan juntos, el teórico y el experimentador podían poner en común sus ideas cara a cara, hora tras hora".
Ante el éxito inicial de Bardeen y Brattain con el transistor de contacto puntual, surge el ego de Schockley quien. "obligado" a ocupar un lugar destacado, logra establecer los principios del transistor de juntura. Al respecto, Isaacson comenta: "Schockley firmó como testigo en la histórica entrada del cuaderno de Bardeen, pero no escribió nada más ese día. Estaba claramente desconcertado. Su intenso y oscuro impulso competitivo eclipsaba el orgullo que debería sentir por el éxito de su equipo".
"Reconoció después: «Experimenté emociones encontradas. La euforia por el éxito del grupo estaba empañada por no ser yo uno de los inventores. Me sentía algo frustrado por el hecho de que mis esfuerzos personales, que habían comenzado más de ocho años antes, no hubieran fructificado en ninguna contribución original significativa». Sus demonios estaban cada vez más inquietos en lo más profundo de su mente. Nunca retomaría la amistad con Bardeen y Brattain, y se puso a trabajar enfervorecidamente para poder reclamar una cuota similar de reconocimiento por el invento y para crear, por su cuenta, una versión aún mejor".
La personalidad competitiva de Schockley se advitió una vez más cuando aparece en la principal foto de los tres inventores, pero ocupando injustificadamente el lugar de trabajo de Brattain. En esa foto aparecen, de izquierda a derecha, Bardeen (que luego ganaría otro Premio Nobel), Schockley y Brattain. Isaacson escribió: "Los Laboratorios Bell obligaron a que Schockley figurase en todas las fotos publicitarias junto con Bardeen y Brattain. La más famosa los muestra a los tres en el laboratorio de Brattain. Justo antes de que se tomase la instantánea, Schockley se sentó en la silla de Brattain, como si esos fuesen su mesa y su microscopio, y ocupó así el punto focal de la imagen. Años después Bardeen describiría la consternación que Brattain aún sentía al recordar el episodio, y el rencor que le guardaba a Schockley. «Walter odia esta imagen. Es su equipo y nuestro experimento; Bill no tenía nada que ver con ello»".
jueves, 10 de julio de 2025
domingo, 6 de julio de 2025
El pensamiento corto en economía
Es posible distinguir entre un "pensamiento corto" y un "pensamiento largo", especialmente en el caso de la economía. Para una mejor definición conviene establecer una analogía con los ajedrecistas. En este caso, el pensamiento corto es el del principiante que tiene en cuenta sólo una o dos jugadas posibles del contrincante junto a sus posibles respuestas. Por el contrario, el gran jugador tiene presente muchas más posibles jugadas del adversario junto a sus posibles respuestas; además de tener en mente un estudio previo de partidas jugadas en el pasado y de aperturas analizadas por especialistas.
En cuestiones económicas se advierte en mucha gente la tendencia a proponer "soluciones" aparentemente simples y eficaces a partir del razonamiento corto, como es el caso de proponer una amplia emisión de billetes o bien una masiva redistribución de propiedades, previa expropiación y nacionalización. Se basan, entre otros, en el caso del verdulero que impone un precio de venta de un producto que resulta 3 o 4 veces más caro que el importe que se le pagó al agricultor que lo produce. En este caso se ignoran los costos de transporte y de la necesaria intermediación, además del costo de mantenimiento refrigerado de los productos, impuestos, sueldos que paga el comerciante y el riesgo de perder las frutas y verduras cuya vida útil es bastante breve.
Los políticos que buscan el poder, como objetivo personal, tienden a promover el pensamiento corto de las masas para luego hacer promesas poco compatibles con una sana economía. Este problema no es nuevo. Ya en el siglo XIX, Jaime Balmes advertía lo poco efectivas que eran las soluciones "populares", escribiendo al respecto: "La mejora de la suerte del operario es, sin duda, un objeto de alta importancia; es preciso que se piense en ella".
"Los que desdeñan el examen de esta cuestión no conocen los grandes peligros de que por ella está amenazada la sociedad; pero, en cambio, los que quieran precipitarla, los que, afectando el intento de resolverla en un sentido benéfico, comiencen por atacar directa o indirectamente la propiedad, por cercenar la libertad de los ricos, son apóstoles de una libertad tiránica, de una igualdad imposible, y sus proyectos insensatos no tendrán otro resultado que causar trastornos profundos que al fin vendrán a descargar con peso abrumador sobre los mismos jornaleros".
"La acción legislativa del Gobierno sería funesta, atacaría la propiedad, disminuiría la producción, provocaría el atesoramiento de los capitales, produciría un trastorno económico que acabaría con una subversión del orden social. No basta decir: «Elevemos los jornales». Es preciso saber si es posible elevarlos. El precio del jornal no es cosa absoluta, sino que está unido a muchas relaciones que necesariamente lo obligan a cierta oscilación".
"Determinado por la ley el precio del jornal, es cierto que se quita al patrono la facultad de reducirlo, pero no se le da ningún medio para sostenerlo. No puede pagarlo si no vende o si el objeto trabajado puesto a la venta no paga todos los gastos de producción, además de un beneficio líquido para su sustento propio y de la familia. Por tanto, puesto el patrono en la alternativa de hundirse o cerrar la fábrica, hará lo último y en lugar del jornal elevado nos quedaremos sin ningún jornal".
"¿Qué haremos entonces? ¿Se abrirá un juicio inquisitorio para saber si el patrono dice o no la verdad cuando se declare impotente para sostener su establecimiento? ¿Fiscalizaremos sus operaciones en la compra de primeras materias, los gastos de producción, el interés del capital empleado, el alquiler de la casa, la conservación y reparación de máquinas y, finalmente, averiguaremos la cantidad líquida que dice serle necesaria para la manutención de la familia? ¿Quién no ve que esto es imposible sin una opresión aborrecedora, sin atacar directamente la propiedad, que acabaría atesorando todos los capitales, paralizando todas las empresas industriales, cerrando todas las fuentes de producción?" (Citado en "La evolución de las ideas y las luchas sociales" de Jaime Carrera-Casa Editorial Bosch-Buenos Aires 1940).
En pleno siglo XXI, las masas encontraron "satisfactorio y revolucionario" el mandato de "¡Exprópiese!" por parte de Hugo Chávez. Al ver la decadencia de Venezuela, se observó plenamente el pensamiento corto en cuestiones de economía.
En cuestiones económicas se advierte en mucha gente la tendencia a proponer "soluciones" aparentemente simples y eficaces a partir del razonamiento corto, como es el caso de proponer una amplia emisión de billetes o bien una masiva redistribución de propiedades, previa expropiación y nacionalización. Se basan, entre otros, en el caso del verdulero que impone un precio de venta de un producto que resulta 3 o 4 veces más caro que el importe que se le pagó al agricultor que lo produce. En este caso se ignoran los costos de transporte y de la necesaria intermediación, además del costo de mantenimiento refrigerado de los productos, impuestos, sueldos que paga el comerciante y el riesgo de perder las frutas y verduras cuya vida útil es bastante breve.
Los políticos que buscan el poder, como objetivo personal, tienden a promover el pensamiento corto de las masas para luego hacer promesas poco compatibles con una sana economía. Este problema no es nuevo. Ya en el siglo XIX, Jaime Balmes advertía lo poco efectivas que eran las soluciones "populares", escribiendo al respecto: "La mejora de la suerte del operario es, sin duda, un objeto de alta importancia; es preciso que se piense en ella".
"Los que desdeñan el examen de esta cuestión no conocen los grandes peligros de que por ella está amenazada la sociedad; pero, en cambio, los que quieran precipitarla, los que, afectando el intento de resolverla en un sentido benéfico, comiencen por atacar directa o indirectamente la propiedad, por cercenar la libertad de los ricos, son apóstoles de una libertad tiránica, de una igualdad imposible, y sus proyectos insensatos no tendrán otro resultado que causar trastornos profundos que al fin vendrán a descargar con peso abrumador sobre los mismos jornaleros".
"La acción legislativa del Gobierno sería funesta, atacaría la propiedad, disminuiría la producción, provocaría el atesoramiento de los capitales, produciría un trastorno económico que acabaría con una subversión del orden social. No basta decir: «Elevemos los jornales». Es preciso saber si es posible elevarlos. El precio del jornal no es cosa absoluta, sino que está unido a muchas relaciones que necesariamente lo obligan a cierta oscilación".
"Determinado por la ley el precio del jornal, es cierto que se quita al patrono la facultad de reducirlo, pero no se le da ningún medio para sostenerlo. No puede pagarlo si no vende o si el objeto trabajado puesto a la venta no paga todos los gastos de producción, además de un beneficio líquido para su sustento propio y de la familia. Por tanto, puesto el patrono en la alternativa de hundirse o cerrar la fábrica, hará lo último y en lugar del jornal elevado nos quedaremos sin ningún jornal".
"¿Qué haremos entonces? ¿Se abrirá un juicio inquisitorio para saber si el patrono dice o no la verdad cuando se declare impotente para sostener su establecimiento? ¿Fiscalizaremos sus operaciones en la compra de primeras materias, los gastos de producción, el interés del capital empleado, el alquiler de la casa, la conservación y reparación de máquinas y, finalmente, averiguaremos la cantidad líquida que dice serle necesaria para la manutención de la familia? ¿Quién no ve que esto es imposible sin una opresión aborrecedora, sin atacar directamente la propiedad, que acabaría atesorando todos los capitales, paralizando todas las empresas industriales, cerrando todas las fuentes de producción?" (Citado en "La evolución de las ideas y las luchas sociales" de Jaime Carrera-Casa Editorial Bosch-Buenos Aires 1940).
En pleno siglo XXI, las masas encontraron "satisfactorio y revolucionario" el mandato de "¡Exprópiese!" por parte de Hugo Chávez. Al ver la decadencia de Venezuela, se observó plenamente el pensamiento corto en cuestiones de economía.
sábado, 5 de julio de 2025
Emociones y política
Muchos son los pensadores que aducen que tanto los individuos como las sociedades resolverán sus serios problemas a partir del predominio de la razón sobre las emociones, ya que las emociones "perturbarían" los razonamientos. En primer lugar, se advierte un evidente error en esta afirmación por cuanto existen emociones que apuntan a la cooperación social (empatía emocional) y también emociones negativas, como el odio (burla y envidia) que producirán efectos completamente distintos. Así, mientras que las emociones positivas no perturbarían los razonamientos, sí lo harán las emociones negativas.
Supongamos por un instante que alguien odia intensamente a un político, a un sector de la sociedad, a los integrantes de un grupo religioso o a toda una nacionalidad. Tal persona seguramente tendrá la predisposición a negar valores, capacidades o cualquier atributo positivo de los sectores odiados, de tal manera que también negará una parte importante de la realidad y, seguramente, descalificará y mentirá sobre tales sectores. Además, negará defectos de los integrantes de su sector preferido, lo que se advierte en cierta obsecuencia ideológica.
Se tienen, por lo tanto, dos visiones distintas acerca de los seres humanos. Así, unos lo definen como "un ser racional que tiene emociones", mientras que otros lo definen como "un ser emocional que razona". En ambos casos se advierte la posibilidad de que la razón controle las emociones y también de que las emociones controlen la razón. Sin embargo, desde la neurociencia se aduce que en realidad nuestras decisiones derivan principalmente de las emociones, siendo controladas o limitadas por la razón, especialmente cuando las emociones tienden a producir efectos negativos.
Respecto del proceso cerebral asociado a nuestras decisiones, se menciona un párrafo escrito por Néstor P. Braidot. Se alude en tal escrito la existencia de la "amígdala", como parte de nuestro cerebro, por lo cual no debe confundirse con las amígdalas cercanas a la garganta. Debe tenerse presente, además, que la zona interior del cerebro se asocia a las emociones, entre otras funciones, mientras que la corteza exterior está asociada a los razonamientos:
"La amígdala actúa como una especie de sistema de alarma del cerebro y a su vez como generadora de estados de la mente. En el proceso de «sentir» las emociones, este órgano recibe los estímulos a través de una vía rápida que produce una respuesta automática y casi instantánea: sonreír, huir, correr, llorar".
"Sin embargo, un cuarto de segundo más tarde, la información llega a la corteza cerebral, donde se adapta al contexto real y se concibe un plan racional de acción".
"Si se confirma que la reacción instantánea es correcta, se continúa con la acción corporal ya iniciada. Si la decisión racional indica que corresponde responder verbalmente más que físicamente, la corteza envía un mensaje al hipotálamo para que «calme las cosas»".
"En este caso, el hipotálamo indica al cuerpo que «pare» los cambios que ya ha comenzado a realizar, y al mismo tiempo envía mensajes inhibitorios a la amígdala para que también se adapte".
"Es importante observar en el volumen de tráfico neural que se genera, que el que asciende al sistema límbico es mayor que el que desciende de la corteza".
"Esto significa que, desde el punto de vista neuronal, la parte emocional del cerebro tiene más poder para influir en la conducta que la racional. Nuestro control consciente sobre las emociones es limitado debido a que las conexiones desde los sistemas emocionales hacia los cognitivos son más abundantes que las que van en sentido contrario" (De "Neuromarketing" de Néstor P. Braidot-Editorial Puerto Norte Sur SL-Madrid 2005).
Como ejemplo de sector político en el que predomina el odio hacia los empresarios, los burgueses, los yankis, los occidentales, los antiperonistas, etc, aparece el peronismo. Consiste en un 20 o 25% del electorado nacional que nunca reconoce defectos y errores de sus gobernantes en el poder, mientras que asigna toda clase de defectos a los sectores odiados, especialmente defectos que no son tales. Es un sector que encubre la corrupción de sus ídolos políticos por lo que es el principal cómplice de la decadencia nacional. Se menciona un artículo al respecto:
CRISTINA, LA BANDOLERA
Por Elena Valero Narváez
La corrupción se da en todo grupo humano con cierto grado de complejidad. Puede darse en organismos estatales y privados como instituciones, partidos, empresas y clubes, pero el mayor foco de corrupción se da en la actividad pública.
Existe una marcada diferencia en la naturaleza y niveles de corrupción entre un régimen político regimentado, totalitario o autoritario y uno democrático con economía de mercado. En las democracias liberales y capitalistas, donde los ciudadanos están sometidos a un poder controlado por otros poderes y se respeta a las minorías, se observa que las normas son menos arbitrarias, las desregulaciones aumentan la observabilidad de quienes gobiernan y disminuye, con la empresa privada, una elevada fuente de corrupción: la burocracia estatal.
Los políticos estatistas y dirigistas llevan inexorablemente a la abolición de múltiples poderes espontáneos de la sociedad civil creando una acumulación enorme del poder en el Estado y, con ello, una enorme burocracia que desarrolla un nivel alto de corrupción y a la par una disminución de la libertad y de la supremacía de la ley.
EL ANDAMIAJE
Pensemos en el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner: ¿Cuál ha sido la Justicia, la igualdad jurídica y el sentido de honradez de que habla la bandolera? Honra para quienes en ejercicio de indebidas atribuciones públicas robaron al país millones de dólares en actos de inconsciencia criminal.
El fenómeno Cristina está asociado en buena medida a la dialéctica adecuada: teorías e ideas falsas, mentiras a piacere han obtenido un excelente resultado. Sus seguidores ciegos a la realidad la consideran la Madre Teresa. Las explicaciones racionales y la comprensión de los problemas no juegan un papel importante para ellos, sí la ideología y el liderazgo. No les importa la condena a 6 años de prisión por la causa Vialidad donde direccionó obra pública a favor de un testaferro, Lázaro Baez, ni las de Dólar futuro, ni el Memorándum con Irán, Hotesur y los Cuadernos de la corrupción. Ni siquiera una sociedad libre de estructura democrática.
No tienen en cuenta que fue la inflación que produjo ese gobierno la que generó la pérdida de la capacidad adquisitiva de sus salarios, hizo cada vez más penosos los consumos necesarios y empobreció al país arrastrándolos a dificultades y molestias cada vez mayores.
Fue por ello que buena parte de la sociedad votó la presente política económica y la lucha por eliminar de la política a la principal responsable del desorden que todavía perdura y que el gobierno decidió atacar. Javier Milei ha tenido mucho que ver en demostrar las falacias de la dialéctica del kirchnerismo, de la cual es campeona la expresidente, al punto que hasta los que aceptan sus robos la defienden como si fuera Robin Hood.
Cristina ha escapado al problema de la inflación porque es más fácil para un político populista correrse de las dificultades, sobre todo si enfrentarlas trae reacciones sociales. En esto se diferencia enormemente del presidente Milei, quien le ha puesto el pecho al déficit fiscal generador del flagelo inflacionario.
Cristina Kirchner es de los políticos que han sustituido con un plan los mecanismos espontáneos de la economía de mercado, tal como precios, competencia, iniciativa privada, entre otros, por técnicas defectuosas, interferencias burocráticas y limitaciones a las libertades individuales.
Bajo el régimen de libre mercado los funcionarios en vez de poner trabas que coartan la energía y creatividad de las personas, se esfuerzan por anular todas las tendencias monopolizadoras o de cualquier otra índole que dificulten sus actividades.
El mercado no resuelve todos los problemas, muchas veces está imposibilitado de actuar pero es el mejor sistema para encarar las dificultades que se presentan. El Estado debe actuar cuando algún problema escapa a las posibilidades de la actividad privada, pero no hacerlo cuando ella existe.
El kirchnerismo se reservó la posibilidad de distribuir la riqueza como si ello fuera un fin del Estado y se cree respetuoso del orden constitucional. Error, bien lo especificó Alberdi cuando dijo: “Para proteger mejor el fin social de la riqueza, la Constitución argentina ha preferido la distribución libre a la distribución reglamentaria y artificial. La distribución de la riqueza se opera por sí sola tanto más equitativamente cuanto menos se ingiere al Estado en imponerle reglas”.
La mayoría de los políticos adora las nacionalizaciones de empresas: creen en el error que significa la gestión de los gobiernos en el campo de la industria y el comercio, sin notar que los funcionarios públicos no se hallan preparados para desenvolverse con eficacia.
Tampoco pueden contrarrestar las presiones políticas que los asedian para inclinar las administraciones al favoritismo y el dispendio. La corrupción resulta inevitable en esa esfera, cualquiera sea la forma con que se presenta. Lo vemos claro en la politización a las que fueron llevadas las empresas durante el gobierno anterior.
El Congreso fue testigo de todos los actos de corrupción a medida que se producían y estaban mejor informados que el resto del país: fueron contados con los dedos de una mano quienes los denunciaron y trataron de evitarlos. Poco hicieron para desalentar esa mentalidad estatista dirigista y distribucionista. Han sido participes de los errores en los cuales han tenido en alguna medida directa o indirecta participación.
Es por ello que el Gobierno actual se debe preocupar porque las medidas que inexorablemente deberán tomar cuenten con el apoyo o al menos la tolerancia de la opinión pública. Mantener bien definido el rumbo y el contacto con la sociedad para hacerle conocer la política que se lleva a cabo es indispensable.
No debería desechar a los medios de prensa sino tenerlos en cuenta como instrumentos necesarios que permiten un contacto directo con la gente. Son, también, de vital importancia en la orientación del comportamiento ciudadano.
ESFUERZO
Se debe mantener el esfuerzo que está haciendo este gobierno: si no ayudamos a consolidar la situación presente, si no permitimos que se mantengan de aquí para adelante, el futuro que se puede prever es de confusión y caos. Los que aún no lo han percibido creyendo que hay remedios fáciles no se dan cuenta que nadie puede solucionar los problemas actuales solo, se necesita de apoyo, de la continuidad de la confianza.
Ello dependerá de los sectores que rechazan las políticas del gobierno anterior como también sus infantiles y ridículas actitudes, como las de Cristina Kirchner: bailar en el balcón de su casa sabiendo que le esperan 6 años de reclusión.
O tal vez me equivoque y su baile y alegría se deben a que, sabiendo que en Argentina no todos son iguales ante la ley, en vez de recibir el trato de una condenada común, tendrá muchos privilegios. Es increíble, para el que no sabe los estragos que hace el populismo, verla haciendo pantomimas en el balcón recibiendo la ovación de gente a la cual robó descaradamente.
El gobierno, si hace lo que hay que hacer, recibirá andanadas de críticas de los sectores que hoy respaldan a la expresidente sin analizar la enorme responsabilidad que tuvo en el atraso del país. Dice que van a volver, todo puede ser en la Argentina, pero si ello ocurriera, podemos estar seguros que sería trágico para todos los argentinos.
(De www.laprensa.com.ar)
Supongamos por un instante que alguien odia intensamente a un político, a un sector de la sociedad, a los integrantes de un grupo religioso o a toda una nacionalidad. Tal persona seguramente tendrá la predisposición a negar valores, capacidades o cualquier atributo positivo de los sectores odiados, de tal manera que también negará una parte importante de la realidad y, seguramente, descalificará y mentirá sobre tales sectores. Además, negará defectos de los integrantes de su sector preferido, lo que se advierte en cierta obsecuencia ideológica.
Se tienen, por lo tanto, dos visiones distintas acerca de los seres humanos. Así, unos lo definen como "un ser racional que tiene emociones", mientras que otros lo definen como "un ser emocional que razona". En ambos casos se advierte la posibilidad de que la razón controle las emociones y también de que las emociones controlen la razón. Sin embargo, desde la neurociencia se aduce que en realidad nuestras decisiones derivan principalmente de las emociones, siendo controladas o limitadas por la razón, especialmente cuando las emociones tienden a producir efectos negativos.
Respecto del proceso cerebral asociado a nuestras decisiones, se menciona un párrafo escrito por Néstor P. Braidot. Se alude en tal escrito la existencia de la "amígdala", como parte de nuestro cerebro, por lo cual no debe confundirse con las amígdalas cercanas a la garganta. Debe tenerse presente, además, que la zona interior del cerebro se asocia a las emociones, entre otras funciones, mientras que la corteza exterior está asociada a los razonamientos:
"La amígdala actúa como una especie de sistema de alarma del cerebro y a su vez como generadora de estados de la mente. En el proceso de «sentir» las emociones, este órgano recibe los estímulos a través de una vía rápida que produce una respuesta automática y casi instantánea: sonreír, huir, correr, llorar".
"Sin embargo, un cuarto de segundo más tarde, la información llega a la corteza cerebral, donde se adapta al contexto real y se concibe un plan racional de acción".
"Si se confirma que la reacción instantánea es correcta, se continúa con la acción corporal ya iniciada. Si la decisión racional indica que corresponde responder verbalmente más que físicamente, la corteza envía un mensaje al hipotálamo para que «calme las cosas»".
"En este caso, el hipotálamo indica al cuerpo que «pare» los cambios que ya ha comenzado a realizar, y al mismo tiempo envía mensajes inhibitorios a la amígdala para que también se adapte".
"Es importante observar en el volumen de tráfico neural que se genera, que el que asciende al sistema límbico es mayor que el que desciende de la corteza".
"Esto significa que, desde el punto de vista neuronal, la parte emocional del cerebro tiene más poder para influir en la conducta que la racional. Nuestro control consciente sobre las emociones es limitado debido a que las conexiones desde los sistemas emocionales hacia los cognitivos son más abundantes que las que van en sentido contrario" (De "Neuromarketing" de Néstor P. Braidot-Editorial Puerto Norte Sur SL-Madrid 2005).
Como ejemplo de sector político en el que predomina el odio hacia los empresarios, los burgueses, los yankis, los occidentales, los antiperonistas, etc, aparece el peronismo. Consiste en un 20 o 25% del electorado nacional que nunca reconoce defectos y errores de sus gobernantes en el poder, mientras que asigna toda clase de defectos a los sectores odiados, especialmente defectos que no son tales. Es un sector que encubre la corrupción de sus ídolos políticos por lo que es el principal cómplice de la decadencia nacional. Se menciona un artículo al respecto:
CRISTINA, LA BANDOLERA
Por Elena Valero Narváez
La corrupción se da en todo grupo humano con cierto grado de complejidad. Puede darse en organismos estatales y privados como instituciones, partidos, empresas y clubes, pero el mayor foco de corrupción se da en la actividad pública.
Existe una marcada diferencia en la naturaleza y niveles de corrupción entre un régimen político regimentado, totalitario o autoritario y uno democrático con economía de mercado. En las democracias liberales y capitalistas, donde los ciudadanos están sometidos a un poder controlado por otros poderes y se respeta a las minorías, se observa que las normas son menos arbitrarias, las desregulaciones aumentan la observabilidad de quienes gobiernan y disminuye, con la empresa privada, una elevada fuente de corrupción: la burocracia estatal.
Los políticos estatistas y dirigistas llevan inexorablemente a la abolición de múltiples poderes espontáneos de la sociedad civil creando una acumulación enorme del poder en el Estado y, con ello, una enorme burocracia que desarrolla un nivel alto de corrupción y a la par una disminución de la libertad y de la supremacía de la ley.
EL ANDAMIAJE
Pensemos en el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner: ¿Cuál ha sido la Justicia, la igualdad jurídica y el sentido de honradez de que habla la bandolera? Honra para quienes en ejercicio de indebidas atribuciones públicas robaron al país millones de dólares en actos de inconsciencia criminal.
El fenómeno Cristina está asociado en buena medida a la dialéctica adecuada: teorías e ideas falsas, mentiras a piacere han obtenido un excelente resultado. Sus seguidores ciegos a la realidad la consideran la Madre Teresa. Las explicaciones racionales y la comprensión de los problemas no juegan un papel importante para ellos, sí la ideología y el liderazgo. No les importa la condena a 6 años de prisión por la causa Vialidad donde direccionó obra pública a favor de un testaferro, Lázaro Baez, ni las de Dólar futuro, ni el Memorándum con Irán, Hotesur y los Cuadernos de la corrupción. Ni siquiera una sociedad libre de estructura democrática.
No tienen en cuenta que fue la inflación que produjo ese gobierno la que generó la pérdida de la capacidad adquisitiva de sus salarios, hizo cada vez más penosos los consumos necesarios y empobreció al país arrastrándolos a dificultades y molestias cada vez mayores.
Fue por ello que buena parte de la sociedad votó la presente política económica y la lucha por eliminar de la política a la principal responsable del desorden que todavía perdura y que el gobierno decidió atacar. Javier Milei ha tenido mucho que ver en demostrar las falacias de la dialéctica del kirchnerismo, de la cual es campeona la expresidente, al punto que hasta los que aceptan sus robos la defienden como si fuera Robin Hood.
Cristina ha escapado al problema de la inflación porque es más fácil para un político populista correrse de las dificultades, sobre todo si enfrentarlas trae reacciones sociales. En esto se diferencia enormemente del presidente Milei, quien le ha puesto el pecho al déficit fiscal generador del flagelo inflacionario.
Cristina Kirchner es de los políticos que han sustituido con un plan los mecanismos espontáneos de la economía de mercado, tal como precios, competencia, iniciativa privada, entre otros, por técnicas defectuosas, interferencias burocráticas y limitaciones a las libertades individuales.
Bajo el régimen de libre mercado los funcionarios en vez de poner trabas que coartan la energía y creatividad de las personas, se esfuerzan por anular todas las tendencias monopolizadoras o de cualquier otra índole que dificulten sus actividades.
El mercado no resuelve todos los problemas, muchas veces está imposibilitado de actuar pero es el mejor sistema para encarar las dificultades que se presentan. El Estado debe actuar cuando algún problema escapa a las posibilidades de la actividad privada, pero no hacerlo cuando ella existe.
El kirchnerismo se reservó la posibilidad de distribuir la riqueza como si ello fuera un fin del Estado y se cree respetuoso del orden constitucional. Error, bien lo especificó Alberdi cuando dijo: “Para proteger mejor el fin social de la riqueza, la Constitución argentina ha preferido la distribución libre a la distribución reglamentaria y artificial. La distribución de la riqueza se opera por sí sola tanto más equitativamente cuanto menos se ingiere al Estado en imponerle reglas”.
La mayoría de los políticos adora las nacionalizaciones de empresas: creen en el error que significa la gestión de los gobiernos en el campo de la industria y el comercio, sin notar que los funcionarios públicos no se hallan preparados para desenvolverse con eficacia.
Tampoco pueden contrarrestar las presiones políticas que los asedian para inclinar las administraciones al favoritismo y el dispendio. La corrupción resulta inevitable en esa esfera, cualquiera sea la forma con que se presenta. Lo vemos claro en la politización a las que fueron llevadas las empresas durante el gobierno anterior.
El Congreso fue testigo de todos los actos de corrupción a medida que se producían y estaban mejor informados que el resto del país: fueron contados con los dedos de una mano quienes los denunciaron y trataron de evitarlos. Poco hicieron para desalentar esa mentalidad estatista dirigista y distribucionista. Han sido participes de los errores en los cuales han tenido en alguna medida directa o indirecta participación.
Es por ello que el Gobierno actual se debe preocupar porque las medidas que inexorablemente deberán tomar cuenten con el apoyo o al menos la tolerancia de la opinión pública. Mantener bien definido el rumbo y el contacto con la sociedad para hacerle conocer la política que se lleva a cabo es indispensable.
No debería desechar a los medios de prensa sino tenerlos en cuenta como instrumentos necesarios que permiten un contacto directo con la gente. Son, también, de vital importancia en la orientación del comportamiento ciudadano.
ESFUERZO
Se debe mantener el esfuerzo que está haciendo este gobierno: si no ayudamos a consolidar la situación presente, si no permitimos que se mantengan de aquí para adelante, el futuro que se puede prever es de confusión y caos. Los que aún no lo han percibido creyendo que hay remedios fáciles no se dan cuenta que nadie puede solucionar los problemas actuales solo, se necesita de apoyo, de la continuidad de la confianza.
Ello dependerá de los sectores que rechazan las políticas del gobierno anterior como también sus infantiles y ridículas actitudes, como las de Cristina Kirchner: bailar en el balcón de su casa sabiendo que le esperan 6 años de reclusión.
O tal vez me equivoque y su baile y alegría se deben a que, sabiendo que en Argentina no todos son iguales ante la ley, en vez de recibir el trato de una condenada común, tendrá muchos privilegios. Es increíble, para el que no sabe los estragos que hace el populismo, verla haciendo pantomimas en el balcón recibiendo la ovación de gente a la cual robó descaradamente.
El gobierno, si hace lo que hay que hacer, recibirá andanadas de críticas de los sectores que hoy respaldan a la expresidente sin analizar la enorme responsabilidad que tuvo en el atraso del país. Dice que van a volver, todo puede ser en la Argentina, pero si ello ocurriera, podemos estar seguros que sería trágico para todos los argentinos.
(De www.laprensa.com.ar)
jueves, 3 de julio de 2025
Alfred P. Sloan y la obsolescencia programada
Puede entenderse por "consumismo" el hábito de los consumidores de adquirir bienes que no son necesarios por sus utilidades respectivas, sino que llevan como finalidad la ostentación u otros motivos personales. Este es el caso de los automóviles, ya que en muchos países el tipo de automóvil que se posee resulta ser una especie de indicador de la clase social a la que se pertenece, incluso también como una medida del éxito logrado en la vida y hasta una medida de la felicidad lograda.
Desde un punto de vista económico, se advierten casos en que el dueño de un automóvil, con dos o tres años de uso, busca venderlo para comprar otro automóvil mejor y último modelo. El mayor capital que posee es siempre su automóvil. En lugar de mantener por varios años el mismo automóvil e invertir sus ahorros o excedentes en algo productivo, opta por cambiar periódicamente de modelo. La ventaja social de este hábito bastante frecuente implica que otras personas podrán adquirir autos usados a precios accesibles, o bastante más accesibles que uno nuevo.
Esta tendencia no sólo depende de motivaciones personales particulares, ya que desde algunos sectores productivos se incentiva esta tendencia. Uno de los opositores al cambio periódico de modelos de automóvil fue Henry Ford, quien intentaba mantener el modelo T para hacerlo accesible a todos los norteamericanos. En una película sobre su vida, aparece el propio Henry Ford destruyendo a golpes un prototipo del Ford A, realizado por sus colaboradores en secreto, o a escondidas para darle una sorpresa agradable al famoso empresario e innovador, recibiendo una respuesta inesperada. El Ford A comienza a fabricarse años más tarde obligados ante la efectiva competencia de la General Motors.
El camino emprendido por la General Motors fue completamente distinto. Alan Axelrod escribió al respecto: "En la época en que Henry Ford introdujo la producción en masa del modelo T en 1908 -y durante la década siguiente- la demanda de automóviles se disparó. Como respuesta a dicha demanda, la industria se actualizó e introdujo la maquinaria necesaria para que la producción aumentase de forma considerable. En 1916, cuando el mercado ya había empezado a estabilizarse, los fabricantes de automóviles decidieron introducir la venta a plazos. Así consiguieron estimular las ventas, pero -a principios de los años veinte- el mercado parecía incapaz de volver a crecer de forma significativa".
"Alfred P. Sloan al principio ocupó el puesto de vicepresidente de General Motors y en 1923 pasó a ser su presidente. Mientras ocupaba ese cargo, le sorprendió ver que los coches de esa época diferían poquísimo del modelo T original diseñado hacía más de diez años. Si no se producía algún cambio -a pesar de que los ingenieros no creían necesario efectuar cambios sustanciales- los compradores tenían muy pocos alicientes para comprar un nuevo automóvil".
"En opinión de Sloan, ésa era la razón por la que el mercado automovilístico había llegado a un estancamiento. Para superar esa situación, Sloan decidió aplicar un programa de fabricación que introducía pequeñas pero apreciables modificaciones en la apariencia externa de los modelos cada año y cambios estéticos mayores cada tres".
"Explicó que, puesto que «todo el mundo daba por hecho que el coche funcionaría, un factor importante para vender -quizás el más importante- era la apariencia del coche». Al incrementar los cambios estéticos -mediante la introducción de cambios sin importancia durante el primer año y el segundo, y cambios mayores en el tercero- los propietarios de un coche comprado el primer año se sentirían insatisfechos con el vehículo a pesar de que siguiese funcionando correctamente".
"El insatisfecho cliente trataría de cambiar su coche «antiguo» por el mismo modelo «actualizado» del año en curso. Mejor todavía, un buen vendedor podría aprovechar la ocasión para convencer al cliente para que comprara uno más caro: un modelo con el que se sentiría insatisfecho al cabo de tres años -o menos- y estaría convencido de que necesitaba comprar otro".
"Además de incluir un programa anual de cambios «aparentes» y cambios mayores cada tres años, Sloan creó una estructura de precios muy rígida para las marcas de General Motors, que iba desde los automóviles de más bajo precio -como el Chevrolet- hasta el de más alto precio -el Cadillac- pasando por el Pontiac, el Oldsmovile y el Buick (estos tres últimos en orden ascendente de precio)" (De "Perfiles temerarios"-Edebé-Barcelona 2010).
Desde un punto de vista económico, se advierten casos en que el dueño de un automóvil, con dos o tres años de uso, busca venderlo para comprar otro automóvil mejor y último modelo. El mayor capital que posee es siempre su automóvil. En lugar de mantener por varios años el mismo automóvil e invertir sus ahorros o excedentes en algo productivo, opta por cambiar periódicamente de modelo. La ventaja social de este hábito bastante frecuente implica que otras personas podrán adquirir autos usados a precios accesibles, o bastante más accesibles que uno nuevo.
Esta tendencia no sólo depende de motivaciones personales particulares, ya que desde algunos sectores productivos se incentiva esta tendencia. Uno de los opositores al cambio periódico de modelos de automóvil fue Henry Ford, quien intentaba mantener el modelo T para hacerlo accesible a todos los norteamericanos. En una película sobre su vida, aparece el propio Henry Ford destruyendo a golpes un prototipo del Ford A, realizado por sus colaboradores en secreto, o a escondidas para darle una sorpresa agradable al famoso empresario e innovador, recibiendo una respuesta inesperada. El Ford A comienza a fabricarse años más tarde obligados ante la efectiva competencia de la General Motors.
El camino emprendido por la General Motors fue completamente distinto. Alan Axelrod escribió al respecto: "En la época en que Henry Ford introdujo la producción en masa del modelo T en 1908 -y durante la década siguiente- la demanda de automóviles se disparó. Como respuesta a dicha demanda, la industria se actualizó e introdujo la maquinaria necesaria para que la producción aumentase de forma considerable. En 1916, cuando el mercado ya había empezado a estabilizarse, los fabricantes de automóviles decidieron introducir la venta a plazos. Así consiguieron estimular las ventas, pero -a principios de los años veinte- el mercado parecía incapaz de volver a crecer de forma significativa".
"Alfred P. Sloan al principio ocupó el puesto de vicepresidente de General Motors y en 1923 pasó a ser su presidente. Mientras ocupaba ese cargo, le sorprendió ver que los coches de esa época diferían poquísimo del modelo T original diseñado hacía más de diez años. Si no se producía algún cambio -a pesar de que los ingenieros no creían necesario efectuar cambios sustanciales- los compradores tenían muy pocos alicientes para comprar un nuevo automóvil".
"En opinión de Sloan, ésa era la razón por la que el mercado automovilístico había llegado a un estancamiento. Para superar esa situación, Sloan decidió aplicar un programa de fabricación que introducía pequeñas pero apreciables modificaciones en la apariencia externa de los modelos cada año y cambios estéticos mayores cada tres".
"Explicó que, puesto que «todo el mundo daba por hecho que el coche funcionaría, un factor importante para vender -quizás el más importante- era la apariencia del coche». Al incrementar los cambios estéticos -mediante la introducción de cambios sin importancia durante el primer año y el segundo, y cambios mayores en el tercero- los propietarios de un coche comprado el primer año se sentirían insatisfechos con el vehículo a pesar de que siguiese funcionando correctamente".
"El insatisfecho cliente trataría de cambiar su coche «antiguo» por el mismo modelo «actualizado» del año en curso. Mejor todavía, un buen vendedor podría aprovechar la ocasión para convencer al cliente para que comprara uno más caro: un modelo con el que se sentiría insatisfecho al cabo de tres años -o menos- y estaría convencido de que necesitaba comprar otro".
"Además de incluir un programa anual de cambios «aparentes» y cambios mayores cada tres años, Sloan creó una estructura de precios muy rígida para las marcas de General Motors, que iba desde los automóviles de más bajo precio -como el Chevrolet- hasta el de más alto precio -el Cadillac- pasando por el Pontiac, el Oldsmovile y el Buick (estos tres últimos en orden ascendente de precio)" (De "Perfiles temerarios"-Edebé-Barcelona 2010).
Universidad: Formación personal vs. Adiestramiento mental
Mientras que, en épocas pasadas, en las universidades se buscaba la formación cultural integral de los estudiantes, en la actualidad se ha abandonado tal objetivo en la búsqueda de una especie de adiestramiento mental del estudiante, que apunta a una pronta y efectiva capacitación e inserción laboral.
En todo nivel de enseñanza se navega entre dos extremos; es por ello que se dice que "el enciclopedista es el que sabe nada de todo, mientras que el especialista es el que sabe todo de nada". Seguramente el ideal está en medio de estos extremos. Si bien la frase se asocia al conocimiento, también debería asociarse a los valores puestos en juego en el proceso educativo.
Por lo general, se aduce que tal tendencia negativa está asociada al sistema capitalista, sin tener en cuenta que en un marco de libertad resulta inevitable la existencia de diversas escalas de valores que dependen más de la sociedad que del marco de libertad mencionado.
A continuación se menciona un artículo al respecto:
OCCIDENTE Y EL ECLIPSE DEL ESPÍRITU
Por Carlos Daniel Lasa
La noción clásica de universidad ha sido enterrada en los últimos decenios.
Carlos Hoevel nos ofrece La industria académica. La universidad bajo el imperio global de la tecnocracia global (Buenos Aires, Editorial Teseo, 2021, 365 páginas), un libro lúcido, oportuno y ampliamente documentado.
El texto muestra, con claridad meridiana, cómo la universidad, tal como la concibió Occidente, ha sido enterrada. En su lugar, se ha levantado una nueva institución que responde a lógicas muy distintas: una “universidad” cuya finalidad, tal como lo sostiene Adorno, es someter al espíritu humano a la producción industrial.
En este sentido, Hoevel cita una elocuente frase de Adorno, tomada de su escrito Consignas: “Si un día el espíritu es enviado a paseo, como muchos sin duda quisieran, si es adaptado al gusto del consumidor, en el que domina lo comercial (…) entonces habrá sido eliminado el espíritu tan de raíz como bajo las cachiporras fascistas.”.
Precisamente, la industria académica es una de las principales cachiporras que buscan aplastar al espíritu humano. Esta industria académica, refiere Hoevel, está sometida a las exigencias, siempre cambiantes, de la economía global. La misma es “el resultado de la aplicación, por la vía de la acción estatal o privada, de los criterios manageriales y de mercado a la definición de los objetivos, la organización y la evaluación de la docencia y la investigación en la Universidad.” (p. 20).
De este modo, esta pseudo-universidad es convertida en un sector más de la economía, reemplazando de modo definitivo a la formación intelectual y moral de las personas y al florecimiento de la vida científica y cultural.
LOS MANAGERS
Para que esta nueva universidad tenga éxito debe ser conducida por “managers” (por lo general, personajes carentes de toda cultura). Estos “managers” sólo son capaces de entender aquello que pueden agarrar con las manos, como diría Platón. Por eso, pueden ocuparse eficientemente de mensurar lo que la universidad “produzca”.
En una oportunidad, uno de estos CEOs me expresó que a los alumnos ya no les interesaban los grandes profesores sino aquellos docentes que les allanaran el camino para poder recibir rápidamente el título correspondiente.
Estos “managers”, dotados de poder, pero carentes de toda fineza de espíritu (como diría Pascal), imponen de modo despótico un programa industrialista. Un programa “casi carcelario de una accountability permanente en la que no cabe acción posible sin resultados -entendidos como efectos planificables, medibles y potencialmente comercializados- (…).” (p. 22).
Cuando Hoevel utiliza el término “accountability” lo emplea con una acepción específica, es decir, haciendo referencia a todo aquello que es susceptible de ser contado. El management “exige accountability en el sentido de un pormenorizado cálculo de costos y beneficios de cada actividad, llevado al límite del detalle.” (p. 62).
En este nuevo escenario, el más destacado de los docentes no será ya el sabio, sino aquel que responda, a pie juntillas, a la lógica del rendimiento que establece el aparato a cargo de los “managers”. Pero sucede que estos ostentan una falta de sentido del límite tal que tienen la osadía de autodenominarse “universitarios”.
En este nuevo escenario, el trabajo del “manager” es de fundamental importancia porque tendrá que reconfigurar a un nuevo tipo de “docente universitario”. Para ello se valdrá de la evaluación y de la aplicación de incentivos ordenados, todos ellos, a la creación de profesores que sólo deben “profesar” los nuevos mandamientos de la industria académica.
Pero hay más: estos nuevos profesores deberán someterse a la evaluación hecha por los alumnos que darán cuenta de su satisfacción, o no, del aprendizaje recibido. Ni más ni menos que lo que hacen los consumidores dentro del ámbito de la economía.
Otro instrumento de los CEO universitarios será el “aprendizaje por competencias”. Este modelo es “la aplicación al campo pedagógico de la teoría CEO empresarial del management por resultados” (p. 70).
Estoy pensando que si viviera George Steiner repetiría, sin rodeo, aquello que refiriera en 1998 cuando sostuvo que la barbarie sólo podía ser detenida mediante la conservación y la transmisión de la cultura humanista clásica y judeo-cristiana.
LA REVOLUCION DEL 68
El autor dedica, casi al final del libro, una consideración sobre el pensamiento que nutrió a la denominada “revolución del 68”. Los autores representantes de esta posición (Althusser, Derrida, Bourdieu, Foucault, Lacan, Deleuze y otros) generaron cuatro situaciones que, en lugar de recuperar la auténtica idea de universidad, ayudaron a enterrarla por cuanto desmantelaron la tradición cultural humanista.
Además de esto, se ocuparon no sólo de criticar de modo radical a los grandes textos de la cultura occidental, sino de desintegrar la idea de verdad y, con ello, de provocar el derrumbe definitivo de la filosofía.
Este pensamiento posmoderno, hegemónico en nuestras actuales universidades y en las “escuelas de la ignorancia” son el resultado del “despotismo ilustrado de un ejército potente y bien organizado de expertos en ‘ciencias de la educación’ ”, como lo refiere el destacado filósofo francés Jean-Claude Michéa (La escuela de la ignorancia, Madrid, Acuarela Libros, 2002, p. 43).
Por esta razón, no resulta sorprendente que el mismo Michéa, un pensador de la izquierda francesa proponga ir contra la propia izquierda por cuanto ésta ha asumido la agenda del liberalismo político-cultural.
Incluso me animaría a decir que no sólo lo ha hecho la izquierda sino también un catolicismo que languidece a causa de haber perdido una recta inteligencia de la fe, producto del abandono de la filosofía entendida en términos de metafísica.
RECUPERACIÓN
Como conclusión de su reflexivo y valiente libro, Carlos Hoevel nos propone seis tareas para alcanzar una renovación de la universidad. Ellas son: revivir el ideal intelectual, recuperar la libertad, volver a juzgar, reconquistar la autonomía, reconstruir el puente con la tradición cultural y gobernar el dinero.
La preocupación de nuestro autor es re-vivir un auténtico espíritu universitario que, liberado del despotismo de la materia y de los mandatos de la cantidad, sea capaz de elevarse al reino de la verdad que hace al hombre verdaderamente libre.
La universidad occidental nació de la exigencia de la inteligencia humana cuyo acto por antonomasia, que es la síntesis, da cuenta de su profundo anhelo de la búsqueda de la unidad de la diversidad. Por eso recibió este nombre (uni-versidad), y por eso pudo edificar al hombre.
Este destacado libro del profesor doctor Carlos Hoevel nos permitirá re-pensar tanto a la educación en general como a la universidad en particular. Así, podremos tomar conciencia de la imperiosa necesidad de quitarnos la opresión que pesa sobre nuestros espíritus para enfocarnos en una educación que sea fiel a su naturaleza.
(De www.laprensa.com.ar)
En todo nivel de enseñanza se navega entre dos extremos; es por ello que se dice que "el enciclopedista es el que sabe nada de todo, mientras que el especialista es el que sabe todo de nada". Seguramente el ideal está en medio de estos extremos. Si bien la frase se asocia al conocimiento, también debería asociarse a los valores puestos en juego en el proceso educativo.
Por lo general, se aduce que tal tendencia negativa está asociada al sistema capitalista, sin tener en cuenta que en un marco de libertad resulta inevitable la existencia de diversas escalas de valores que dependen más de la sociedad que del marco de libertad mencionado.
A continuación se menciona un artículo al respecto:
OCCIDENTE Y EL ECLIPSE DEL ESPÍRITU
Por Carlos Daniel Lasa
La noción clásica de universidad ha sido enterrada en los últimos decenios.
Carlos Hoevel nos ofrece La industria académica. La universidad bajo el imperio global de la tecnocracia global (Buenos Aires, Editorial Teseo, 2021, 365 páginas), un libro lúcido, oportuno y ampliamente documentado.
El texto muestra, con claridad meridiana, cómo la universidad, tal como la concibió Occidente, ha sido enterrada. En su lugar, se ha levantado una nueva institución que responde a lógicas muy distintas: una “universidad” cuya finalidad, tal como lo sostiene Adorno, es someter al espíritu humano a la producción industrial.
En este sentido, Hoevel cita una elocuente frase de Adorno, tomada de su escrito Consignas: “Si un día el espíritu es enviado a paseo, como muchos sin duda quisieran, si es adaptado al gusto del consumidor, en el que domina lo comercial (…) entonces habrá sido eliminado el espíritu tan de raíz como bajo las cachiporras fascistas.”.
Precisamente, la industria académica es una de las principales cachiporras que buscan aplastar al espíritu humano. Esta industria académica, refiere Hoevel, está sometida a las exigencias, siempre cambiantes, de la economía global. La misma es “el resultado de la aplicación, por la vía de la acción estatal o privada, de los criterios manageriales y de mercado a la definición de los objetivos, la organización y la evaluación de la docencia y la investigación en la Universidad.” (p. 20).
De este modo, esta pseudo-universidad es convertida en un sector más de la economía, reemplazando de modo definitivo a la formación intelectual y moral de las personas y al florecimiento de la vida científica y cultural.
LOS MANAGERS
Para que esta nueva universidad tenga éxito debe ser conducida por “managers” (por lo general, personajes carentes de toda cultura). Estos “managers” sólo son capaces de entender aquello que pueden agarrar con las manos, como diría Platón. Por eso, pueden ocuparse eficientemente de mensurar lo que la universidad “produzca”.
En una oportunidad, uno de estos CEOs me expresó que a los alumnos ya no les interesaban los grandes profesores sino aquellos docentes que les allanaran el camino para poder recibir rápidamente el título correspondiente.
Estos “managers”, dotados de poder, pero carentes de toda fineza de espíritu (como diría Pascal), imponen de modo despótico un programa industrialista. Un programa “casi carcelario de una accountability permanente en la que no cabe acción posible sin resultados -entendidos como efectos planificables, medibles y potencialmente comercializados- (…).” (p. 22).
Cuando Hoevel utiliza el término “accountability” lo emplea con una acepción específica, es decir, haciendo referencia a todo aquello que es susceptible de ser contado. El management “exige accountability en el sentido de un pormenorizado cálculo de costos y beneficios de cada actividad, llevado al límite del detalle.” (p. 62).
En este nuevo escenario, el más destacado de los docentes no será ya el sabio, sino aquel que responda, a pie juntillas, a la lógica del rendimiento que establece el aparato a cargo de los “managers”. Pero sucede que estos ostentan una falta de sentido del límite tal que tienen la osadía de autodenominarse “universitarios”.
En este nuevo escenario, el trabajo del “manager” es de fundamental importancia porque tendrá que reconfigurar a un nuevo tipo de “docente universitario”. Para ello se valdrá de la evaluación y de la aplicación de incentivos ordenados, todos ellos, a la creación de profesores que sólo deben “profesar” los nuevos mandamientos de la industria académica.
Pero hay más: estos nuevos profesores deberán someterse a la evaluación hecha por los alumnos que darán cuenta de su satisfacción, o no, del aprendizaje recibido. Ni más ni menos que lo que hacen los consumidores dentro del ámbito de la economía.
Otro instrumento de los CEO universitarios será el “aprendizaje por competencias”. Este modelo es “la aplicación al campo pedagógico de la teoría CEO empresarial del management por resultados” (p. 70).
Estoy pensando que si viviera George Steiner repetiría, sin rodeo, aquello que refiriera en 1998 cuando sostuvo que la barbarie sólo podía ser detenida mediante la conservación y la transmisión de la cultura humanista clásica y judeo-cristiana.
LA REVOLUCION DEL 68
El autor dedica, casi al final del libro, una consideración sobre el pensamiento que nutrió a la denominada “revolución del 68”. Los autores representantes de esta posición (Althusser, Derrida, Bourdieu, Foucault, Lacan, Deleuze y otros) generaron cuatro situaciones que, en lugar de recuperar la auténtica idea de universidad, ayudaron a enterrarla por cuanto desmantelaron la tradición cultural humanista.
Además de esto, se ocuparon no sólo de criticar de modo radical a los grandes textos de la cultura occidental, sino de desintegrar la idea de verdad y, con ello, de provocar el derrumbe definitivo de la filosofía.
Este pensamiento posmoderno, hegemónico en nuestras actuales universidades y en las “escuelas de la ignorancia” son el resultado del “despotismo ilustrado de un ejército potente y bien organizado de expertos en ‘ciencias de la educación’ ”, como lo refiere el destacado filósofo francés Jean-Claude Michéa (La escuela de la ignorancia, Madrid, Acuarela Libros, 2002, p. 43).
Por esta razón, no resulta sorprendente que el mismo Michéa, un pensador de la izquierda francesa proponga ir contra la propia izquierda por cuanto ésta ha asumido la agenda del liberalismo político-cultural.
Incluso me animaría a decir que no sólo lo ha hecho la izquierda sino también un catolicismo que languidece a causa de haber perdido una recta inteligencia de la fe, producto del abandono de la filosofía entendida en términos de metafísica.
RECUPERACIÓN
Como conclusión de su reflexivo y valiente libro, Carlos Hoevel nos propone seis tareas para alcanzar una renovación de la universidad. Ellas son: revivir el ideal intelectual, recuperar la libertad, volver a juzgar, reconquistar la autonomía, reconstruir el puente con la tradición cultural y gobernar el dinero.
La preocupación de nuestro autor es re-vivir un auténtico espíritu universitario que, liberado del despotismo de la materia y de los mandatos de la cantidad, sea capaz de elevarse al reino de la verdad que hace al hombre verdaderamente libre.
La universidad occidental nació de la exigencia de la inteligencia humana cuyo acto por antonomasia, que es la síntesis, da cuenta de su profundo anhelo de la búsqueda de la unidad de la diversidad. Por eso recibió este nombre (uni-versidad), y por eso pudo edificar al hombre.
Este destacado libro del profesor doctor Carlos Hoevel nos permitirá re-pensar tanto a la educación en general como a la universidad en particular. Así, podremos tomar conciencia de la imperiosa necesidad de quitarnos la opresión que pesa sobre nuestros espíritus para enfocarnos en una educación que sea fiel a su naturaleza.
(De www.laprensa.com.ar)
domingo, 29 de junio de 2025
Dogmas católicos vs. Religión natural
Si alguien, en forma independiente de toda formación religiosa, adopta la sana predisposición a compartir penas y alegrías ajenas como propias, cumple con el mandamiento cristiano del "Amarás al prójimo como a ti mismo", que ya aparece perdido en alguna parte del Antiguo Testamento. Cuando Cristo afirma que "no vine por los justos sino por los pecadores", tiene en cuenta la posibilidad de que existan justos fuera de toda influencia religiosa, por cuanto los justos han adoptado una accesible ética natural, que es justamente la ética bíblica.
Si la ética bíblica es esencialmente coincidente con lo que desde la psicología se denomina "empatía emocional", no parece necesario que un conocimiento tan accesible e inmediato requiera de una revelación por parte del Dios Creador, ya que la empatía emocional, fundamentada desde la neurociencia por las neuronas espejo, implica la existencia de una ley natural que rige el comportamiento humano. Esta empatía es, seguramente, la ley natural más importante para asegurar la supervivencia plena de todo individuo y de la humanidad, en vista a una adaptación al orden natural.
El orden natural impone a los seres humanos la necesidad de desarrollar todas nuestras habilidades mentales como un precio impuesto a cambio de nuestra supervivencia. Además, si para adaptarnos a dicho orden deberíamos aprender una serie de complicados planteos propuestos por teólogos y filósofos, tal como en la actualidad se estila, poco eficaz será tal proceso, y el caos moral será la consecuencia inmediata.
Este planteo es esencialmente la postura adoptada desde la religión natural, que busca fundamentar las prédicas cristianas para afianzar el proceso de adaptación mencionado. Sin embargo, algunos autores católicos, denigran a la religión natural bajo el nombre genérico de "naturalismo", por cuanto resulta evidente que interpretan el amor al prójimo como algo distinto a la empatía emocional. Así, Jean Ousset escribió: "El naturalismo, hijo de la herejía, es mucho más que una herejía; es el puro anticristianismo. La herejía niega uno o varios dogmas, el naturalismo niega que haya dogmas o que pueda haberlos. La herejía deforma más o menos las revelaciones divinas; el naturalismo niega que Dios sea revelador. La herejía arroja a Dios de tal o cual parte de su reino; el naturalismo lo elimina del mundo y de la creación. Por eso dice el Concilio, de este error odioso, que «contradice por completo a la religión cristiana»". "Naturalismo, pues: pecado fundamental" (De "Para que él reine"-Speiro-Madrid 1972)
Desde el catolicismo se considera al amor al prójimo como algo "sobrenatural", ya que tal actitud implica cierto desprecio por todo lo que implique "naturalismo". Incluso, al reemplazar el "amor al prójimo" por la palabra "caridad", tienden a alejar de todo individuo un principio tan importante para una efectiva mejora ética individual. La palabra "caridad" suena, muchas veces, como una acción de dar limosna al necesitado para que Dios vea tal acción y nos conceda la vida eterna. Leemos en la Enciclopedia Católica: "La caridad puede definirse popularmente como el hábito, deseo o acto de aliviar las necesidades físicas, mentales, morales o espirituales de sus semejantes".
En lugar de difundir los Evangelios, la Iglesia ha ido reemplazando el mensaje original mediante una serie de dogmas que opacan a la ética bíblica original. Así, en lugar de difundir lo que Cristo dijo a los hombres, intensifican lo que los hombres dicen sobre Cristo. Entre los dogmas católicos aparecen los destinados a la Virgen María, mientras que en los Evangelios la madre de Jesús casi no aparece. De ahí que cabe la siguiente simplificación:
Catolicismo = Evangelios + Dogmas
Si algunos ideólogos católicos observan a la religión natural con tanto desprecio, aun cuando la religión natural busque ser compatible con las leyes naturales existentes, que son esencialmente las leyes de Dios, predisponen a que surja desde la religión natural una actitud similar. Así, resulta evidente, y más aún en esta época en que muchos sectores católicos predican abiertamente el marxismo, que el catolicismo es un serio impedimento para la universalización de la ética natural, o ética bíblica. Además de impedir tal proceso, se oponen férreamente a que otros lo permitan.
Si se asocia a los dogmas católicos atributos similares a las leyes naturales invariantes, es decir, de validez independiente del tiempo y del espacio, se niega la posibilidad de cambio, por lo que la denominada Segunda Venida sería innecesaria. Si, además, existe una "infalibilidad papal", estaría demás un cambio futuro. Sin embargo, resulta evidente que los conflictos actuales requieren de una mejora ética generalizada, aunque para muchos parece que lo más importante no es la seguridad o la integridad personal de los seres humanos, sino la vigencia de ciertos dogmas surgidos de mentes y voluntades humanas.
Si la ética bíblica es esencialmente coincidente con lo que desde la psicología se denomina "empatía emocional", no parece necesario que un conocimiento tan accesible e inmediato requiera de una revelación por parte del Dios Creador, ya que la empatía emocional, fundamentada desde la neurociencia por las neuronas espejo, implica la existencia de una ley natural que rige el comportamiento humano. Esta empatía es, seguramente, la ley natural más importante para asegurar la supervivencia plena de todo individuo y de la humanidad, en vista a una adaptación al orden natural.
El orden natural impone a los seres humanos la necesidad de desarrollar todas nuestras habilidades mentales como un precio impuesto a cambio de nuestra supervivencia. Además, si para adaptarnos a dicho orden deberíamos aprender una serie de complicados planteos propuestos por teólogos y filósofos, tal como en la actualidad se estila, poco eficaz será tal proceso, y el caos moral será la consecuencia inmediata.
Este planteo es esencialmente la postura adoptada desde la religión natural, que busca fundamentar las prédicas cristianas para afianzar el proceso de adaptación mencionado. Sin embargo, algunos autores católicos, denigran a la religión natural bajo el nombre genérico de "naturalismo", por cuanto resulta evidente que interpretan el amor al prójimo como algo distinto a la empatía emocional. Así, Jean Ousset escribió: "El naturalismo, hijo de la herejía, es mucho más que una herejía; es el puro anticristianismo. La herejía niega uno o varios dogmas, el naturalismo niega que haya dogmas o que pueda haberlos. La herejía deforma más o menos las revelaciones divinas; el naturalismo niega que Dios sea revelador. La herejía arroja a Dios de tal o cual parte de su reino; el naturalismo lo elimina del mundo y de la creación. Por eso dice el Concilio, de este error odioso, que «contradice por completo a la religión cristiana»". "Naturalismo, pues: pecado fundamental" (De "Para que él reine"-Speiro-Madrid 1972)
Desde el catolicismo se considera al amor al prójimo como algo "sobrenatural", ya que tal actitud implica cierto desprecio por todo lo que implique "naturalismo". Incluso, al reemplazar el "amor al prójimo" por la palabra "caridad", tienden a alejar de todo individuo un principio tan importante para una efectiva mejora ética individual. La palabra "caridad" suena, muchas veces, como una acción de dar limosna al necesitado para que Dios vea tal acción y nos conceda la vida eterna. Leemos en la Enciclopedia Católica: "La caridad puede definirse popularmente como el hábito, deseo o acto de aliviar las necesidades físicas, mentales, morales o espirituales de sus semejantes".
En lugar de difundir los Evangelios, la Iglesia ha ido reemplazando el mensaje original mediante una serie de dogmas que opacan a la ética bíblica original. Así, en lugar de difundir lo que Cristo dijo a los hombres, intensifican lo que los hombres dicen sobre Cristo. Entre los dogmas católicos aparecen los destinados a la Virgen María, mientras que en los Evangelios la madre de Jesús casi no aparece. De ahí que cabe la siguiente simplificación:
Catolicismo = Evangelios + Dogmas
Si algunos ideólogos católicos observan a la religión natural con tanto desprecio, aun cuando la religión natural busque ser compatible con las leyes naturales existentes, que son esencialmente las leyes de Dios, predisponen a que surja desde la religión natural una actitud similar. Así, resulta evidente, y más aún en esta época en que muchos sectores católicos predican abiertamente el marxismo, que el catolicismo es un serio impedimento para la universalización de la ética natural, o ética bíblica. Además de impedir tal proceso, se oponen férreamente a que otros lo permitan.
Si se asocia a los dogmas católicos atributos similares a las leyes naturales invariantes, es decir, de validez independiente del tiempo y del espacio, se niega la posibilidad de cambio, por lo que la denominada Segunda Venida sería innecesaria. Si, además, existe una "infalibilidad papal", estaría demás un cambio futuro. Sin embargo, resulta evidente que los conflictos actuales requieren de una mejora ética generalizada, aunque para muchos parece que lo más importante no es la seguridad o la integridad personal de los seres humanos, sino la vigencia de ciertos dogmas surgidos de mentes y voluntades humanas.
sábado, 28 de junio de 2025
Fidel Castro y la religión
Existen diversas interpretaciones del Nuevo Testamento, siendo la principal la de la Iglesia Católica. También existen otras diferentes que son consideradas heréticas por dicha institución. Pero de todas las interpretaciones, surgirá alguna que produzca mejores resultados que las demás. Como en los Evangelios ya viene en forma explícita la prioridad original, tal el cumplimiento de los mandamientos éticos, como el "Amarás al prójimo como a ti mismo", sería oportuno tenerla presente apuntando a una unificación de criterios. De esa forma se advertirían las verdaderas herejías respecto de esa prioridad cristiana original.
Si bien existe en el ámbito familiar la propiedad común a todos los integrantes del grupo, la idea comunista implica expandir tal propiedad común a toda la sociedad y a toda la humanidad. Sin embargo, debe tenerse presente que en una familia, antes que surja el vínculo propietario, existe un vínculo afectivo. De ahí que lo que debe expandirse hacia la sociedad y a toda la humanidad no es la condición de propietarios, o socios, sino la actitud ética por la cual debemos llegar a alcanzar la predisposición a compartir penas y alegrías ajenas como propias.
Como esta predisposición ideal no siempre se logra, incluso cuando alguien la logra, muchas veces no podrá compartir tales estados emocionales ajenos por cuanto esas personas no dan motivos para que ello ocurra. Es por ello que una comunidad de personas compartiendo "la propiedad común" implica que todos estarán atados a los demás como si estuvieran con cadenas que restringen hasta un mínimo de libertad. De ahi que el "comunismo cristiano" sea la peor de las herejías, pecisamente porque sus resultados son pésimos.
Se menciona a continuación una entrevista a Loris Zanatta:
FIDEL CASTRO COMO JESUITA HISPÁNICO
Por Pablo S. Otero
En una entrevista con La Prensa, el historiador italiano Loris Zanatta destaca la influencia que tuvo la Compañía de Jesús en las ideas del jefe revolucionario. Repasa también su interpretación cristiana del comunismo y las similitudes con el peronismo.
"La fe de un cristiano y la fe de un revolucionario no se pueden simular. Quien traiciona al pobre, traiciona a Cristo. Yo pienso que se puede ser marxista sin dejar de ser cristiano y trabajar unido con el comunista marxista para transformar el mundo", reflexionaba Fidel Castro allá por el año 1985 en pleno mundo bipolar.
El líder cubano fue comunista, es verdad, pero... ¿qué comunismo practicaba? ¿De que materiales intelectuales y espirituales estaba hecho el comunismo de un hombre que creció inmerso en un mundo plasmado por la catolicidad hispánica? ¿Qué visión del mundo tenía, qué sistema de valores? ¿Cuál era el horizonte al que aspiraba?
Un apasionante tema que aborda de manera rigurosa el historiador italiano Loris Zanatta. Gran conocedor de América latina, del fenómeno populista y en especial del peronismo (al cual le dedicó valiosos libros e innumerables visitas a nuestro país), Zanatta presentó recientemente su último trabajo Fidel Castro: el último rey católico (Edhasa, 509 páginas) en el cual plasmó una investigación de más de cuatro años basada en una extensa bibliografía y en una lectura minuciosa de la casi totalidad de los discursos del revolucionario cubano.
Desde su casa en Bolonia, al norte de Italia, y a pocos días de la finalización del invierno europeo, Loris Zanatta dialogó -vía zoom- con La Prensa sobre su atrapante libro.
-¿Cómo fue la niñez de Fidel Castro?
-Fue un niño crecido en una familia poderosa y de mucho dinero. Su padre fue un gran propietario de tierras. Sin embargo, no era una familia burguesa, era una familia de campesinos gallegos con sus típicas costumbres. Pero con el dinero podía ir a la escuela de la elite. Esta psicología, antes que la ideología anti-burguesa, tiene este origen. Era un niño al que le tomaban el pelo porque estaba con otros chicos de la elite sin ser burgués. Era un campesino de familia española. Años después se vengó...con todo.
EN FAMILIA
-¿Y su formación religiosa?
-Desde los 8 años hasta el ingreso a la universidad fue un interno en colegios jesuitas, la Compañía de Jesús fue su familia. En su casa en el campo, en Oriente, volvía sólo los veranos. Y su familia, como dicen ustedes en Argentina, "no le daba mucha bola". Él mismo dijo que los jesuitas fueron su familia. A pesar de ser un hombre medianamente culto, pero inteligente, absorbía lo que estudiaba. No cabe la menor duda que durante toda su vida el libro que más lo influenció y que más conocía a fondo fue la Sagrada Escritura.
-¿Cuáles serían las características que Fidel heredó de los jesuitas?
-Según los lugares de formación, la época o la psicología, no todos los jesuitas están hechos con el mismo molde. La conclusión a la que yo llego es que Fidel fue un jesuita hispánico que viene de una formación integrista. La característica es la de un comunista que ve el comunismo como la antigua utopía cristiana. Es decir, el comunismo de los orígenes que ya está en los profetas del Antiguo Testamento y atraviesa toda la historia del mundo occidental. Es la idea de la restauración del Reino de Dios en la tierra y un rechazo a los elementos fundantes de la modernidad occidental como el individuo, la propiedad privada y el comercio. Todas estas cosas representan el mal y la corrupción del Reino de Dios en la tierra. Y es ahí, frente al pecado, que el jesuita hispánico aparece con su misión de redención. O de Revolución que es la palabra secular para decir redención. Esa será, en definitiva, la misión en la vida de Fidel. No tengo dudas de que él pensaba seguir el camino de Jesucristo. La historia tiene una finalidad y esa es la redención.
-Según se desprende de su libro, esa misión de Fidel se ve reflejada sobre todo en su léxico.
-Totalmente. Él tiene un discurso típico de un cristiano antiguo e hispánico. Los jesuitas que lo formaron eran falangistas y venían de una tradición del nacional catolicismo. Y efectivamente Fidel Castro hereda del nacional catolicismo la idea de la Nación como comunidad política y como comunidad de fe, una sola cosa. La España de la Reconquista que ha restaurado la pureza de sangre y eliminado la pluralidad étnica, cultural y religiosa.
-Ingresando al tema de la Revolución Cubana de 1959, ¿por qué la compara usted con la Revolución de nuestro país del 4 de junio de 1943?
-La similitud entre ambos está en el hecho que en Cuba la Revolución representó el rescate, la venganza de la Nación Católica y de la Cuba hispánica, rural, del Oriente cubano contra el occidente secular, liberal y capitalista influenciado por Estados Unidos. Y en ese sentido, el paralelismo con el 43 argentino. Ahí también era la idea de que la Argentina católica volvía a triunfar sobre la Argentina liberal y la echaba. El puerto era derrotado por el Gran Buenos Aires, por el interior.
LA IGLESIA
-¿La Iglesia cubana celebró la Revolución de Castro?
-Sí, justamente porque la consideró que era un rescate de la tradición católica. Una frase que lo resume todo fue la del arzobispo de Cuba que dijo: "La Divina Providencia ha escrito en el cielo de Cuba la palabra triunfo". Además, no hay que olvidar que la Iglesia y los militantes de Acción Católica participaron durante todo el Movimiento Revolucionario. Ejemplos: la mujer de Raúl Castro, Vilma Espín, o Celia Sánchez, una de las colaboradoras más cercanas de Fidel, eran militantes católicas.
-¿Los curas y los obispos se equivocaron?
-No, lo que pasa es que ellos en su gran mayoría eran españoles, faltaba un clero nacional, y tenían esa idea de la restauración de un orden cristiano que estaba todavía vinculado con los modelos corporativos de tipo fascista.
-¿Entonces por qué Fidel optó por el comunismo?
-Lo que pasó es que en el mundo de fines de los años '50 y principio de los '60 ya el fascismo no era una opción, había sido derrotado en la Segunda Guerra Mundial, sobrevivían algunos, pero como herencia del pasado. El nuevo gran modelo antiliberal y anticapitalista en el mundo era el comunismo soviético, que también tiene una raíz cristiana, digamos el comunismo universal, como dijimos al principio. Se trata, además, de una dimensión pragmática, geopolítica y una de naturaleza ideológica. La pragmática es evidente, hay guerra fría. El mismo Fidel Castro estaba muy consciente de esto y él mismo lo dijo, que de haber triunfado la Revolución cubana en 1953, cuando fue el asalto al cuartel Moncada, la revolución no podría haber sobrevivido porque nadie habría podido protegerla. Ahora en 1959 es diferente, el equilibrio estratégico en el mundo ha cambiado.
-¿Y la dimensión ideológica?
-Tiene que ver con que Fidel Castro, como decenas de miles de militantes católicos, vive una transición ideológica. Muchos se formaron con el odio al liberalismo y al capitalismo, y por lo tanto a Estados Unidos, y a medida que crecieron se dieron cuenta que el modelo fascista no era más viable y que tampoco respondía a las necesidades de las sociedades de masas modernas. Por lo tanto, él mismo fue evolucionando hacia la ideología comunista, leyó a Lenin y Marx. Lo que pasa es que los leyó desde un filtro de su cristianismo hispánico y vio que finalmente se podía interpretar a Lenin o Marx a la luz del cristianismo hispánico, que la utopía comunista era una utopía cristiana. En un diálogo con el padre dominico brasileño Frai Betto, Fidel le dice: "Si la Iglesia hiciera un Estado lo haría como el nuestro". Era claro que era al revés, era él que había creado un Estado que tenía finalmente la Iglesia y el cristianismo como su inspiración. Pero su ego le impedía ver eso.
-¿Se puede afirmar que la elección por el comunismo fue más una cuestión de época que de ideología?
-Claro, yo siempre digo, medio en broma porque no se puede demostrar, que de haber nacido 15 años antes Fidel Castro habría sido el José Antonio Primo de Rivera cubano. O que de llegar al poder no en 1959 sino en los años '30 habría creado un orden corporativo tipo fascista, porque ese era el modelo del antiliberalismo universal.
-¿Cómo fue la relación del régimen con la Iglesia Católica?
-En un primer momento hubo una represión violenta. Algo común a todos los regímenes totalitarios como fundadores de nuevas religiones. Chocan con la Iglesia porque no hay espacio para dos instituciones eclesiásticas o para dos religiones en el mismo espacio. Pero la generación sucesiva, expulsados los miembros españoles del episcopado, entendió perfectamente que esto que se había creado en Cuba era una "herejía" pero que venía de la entraña del cristianismo, sin duda. La iglesia comienza a darse cuenta que el régimen con sus valores (Estado ético, santa pobreza, unanimismo, corporativismo, etc.) es hijo suyo. Ya en los años sesenta, el nuncio apostólico celebra este orden. El padre jesuita Arrupe (superior general de la Compañía de Jesús entre 1965 y 1983) nunca dudó de que Fidel Castro pertenecía a la familia jesuita y más con el final de la guerra fría. Claro que la iglesia quería libertad de acción para ella, como institución, y ello fue fuente de conflicto. Pero pese a esto, el régimen cubano se puede cristianizar. Tiene ya en embrión, la simiente de un orden cristiano. Mucho peor sería que caiga el régimen castrista y se instaure un orden material y capitalista. Para evitar ese gran peligro se creó un modus vivendi con el régimen que funcionó bien y que continúa hasta hoy.
-¿Cómo evolucionó esa convivencia tras la caída de la Unión Soviética?
-El régimen cubano se vuelve cada vez más un miembro de la familia nacional popular. Repito...un hereje pero en familia. Todos en la familia tenemos un miembro un poco raro pero sabemos que es nuestro familiar.
-¿Con el papa Francisco la Iglesia se reconcilió totalmente con el castrismo?
-En la perspectiva de Francisco, se evidencia en el libro que escribió sobre el viaje de Juan Pablo II a Cuba en 1998, su preocupación era que la ideología comunista marxista del régimen corrompiera la cultura francamente cristiana del pueblo cubano. Pero especialmente con el final de la guerra fría y el peligro de que triunfe en el mundo el paradigma tecnocrático -como él lo llama- el liberalismo, el neoliberalismo. Yo no dudo, y se entiende por sus palabras, que Francisco ve en el castrismo un régimen que finalmente no perdió la identidad cristiana del pueblo y que por lo tanto forma parte de la gran familia de los fenómenos nacionales populares latinoamericanos. A él no le interesa demasiado el tipo de régimen político. Los rasgos comunes de los grandes populismos latinoamericanos (peronismo, castrismo, chavismo) son precisamente el unanimismo: el pueblo es uno, la fusión entre poder político y poder espiritual.
-¿Cómo imagina que habrá sido para Fidel, por su formación, declararse ateo?
-El terminó declarándose ateo porque este tipo de personajes se sienten fundadores de religiones. El fundó una nueva religión y por eso él llega a decir que "el 90% de la ideología revolucionaria cubana coincide con el cristianismo". Es obvio que le falta un poco de autoconciencia. Está convencido de haber creado una nueva religión que se parece mucho al cristianismo. Es más, el cristianismo se parece mucho a su religión. Pero como le ha pasado a muchos en la historia, lo que él hace es secularizar la enseñanza de la religión católica así como él la aprendió. Crea una religión política, seculariza el mensaje de la religión católica, en sentido profético, y lo transforma en un régimen político. Es bastante coherente, no importa que diga si cree en Dios, porque él es el nuevo sacerdote, el fundador de la religión. Aunque al final de su vida vuelve un poco a sus orígenes cuando teoriza que la "salvación llegaría con la unidad de todas las religiones contra el enemigo (el mundo secular occidental)".
-¿Este último Fidel, entonces, no se ha alejado demasiado del primer Fidel pre revolucionario?
-No se distanció mucho. Si bien hubo épocas en que se entusiasmó más con el materialismo científico, pero la verdad es que no se transformó nunca en una materialista científico. Los verdaderos materialistas científicos de los países del este europeo se agarraban de los pelos y decían (como Kruschev): "este es un español". En los '70 y los '80 adoptó un lenguaje más marxista, pero finalmente su formación lo ganó.
LOS VÍNCULOS CON EL PERONISMO
-¿Cómo fue la relación de Fidel Castro con el peronismo?
-Hubo una influencia directa. El joven Fidel Castro conoció el peronismo, tuvo contacto con la embajada argentina de Perón en Cuba. Y fue algo natural, porque el peronismo fue un movimiento antiliberal, anticapitalista, nacional y popular y además tenía un proyección panlatina hemisférica. La patria grande, un mito fundamental para el castrismo. Todos los elementos típicos de la tradición ilustrada y racionalista que vienen de Europa occidental o de Estados Unidos -como los principios de pluralidad, de individualidad, de libertad, de separación entre esfera política y religiosa, o entre la pública y privada- le son extraños y enemigos. Y en contra de esas amenazas, consideran al pueblo como una comunidad homogénea y a la nación como una comunidad de fe. En definitiva, la política se transforma en una guerra de religión. "Nosotros contra ellos"...los cubanos o los argentinos contra el antipueblo. De ahí la pulsión a monopolizar totalmente el poder. Fidel Castro lo logró entre otras cosas porque conquistó el poder con las armas, Perón tuvo que amoldarse a una situación diferente a la que habría preferido porque tuvo que pasar por elecciones.
-El peronismo, al igual que el castrismo, se presentaba como el verdadero cristianismo....
-No es casualidad que uno de los mayores ideólogos de Perón fue el padre Hernán Benítez que también era jesuita. Si uno lo lee, su manera de interpretar el peronismo es como un verdadero cristianismo. Lo mismo que dice un peronista como Leopoldo Marechal cuando visitó Cuba: "Ahí ví el verdadero orden evangélico". También lo sostiene Ernesto Cardenal y todos los teólogos de la liberación cuando van a Cuba. El reino de Dios en la tierra restaurado. Miembros de la misma familia, sin duda.
-Una anécdota rescatada por usted sería el mejor ejemplo para entender esta relación.
-Así es.. un viejo compañero de Fidel del colegio de los jesuitas narra (en un libro escrito en inglés) su visita a Cuba después de la revolución. Y cuenta que vio en la mesa de luz de Castro dos libros y el que estaba más gastado y que usaba para inspirarse era el de los discursos de Perón. No sorprende, porque el lenguaje y el mensaje son similares. Fidel, además, siempre mantuvo relación con el peronismo hasta lo invitó a Perón a mudarse a Cuba. Pero Perón la transición del antiliberalismo-fascista al antiliberalismo-comunista no la cumplió nunca.
ESTADO ÉTICO Y SANTA POBREZA
-Según surge de su investigación, la herencia católica de Castro queda plasmada en dos características principales que implantó a su régimen. Uno es el Estado Etico y otro la Santa Pobreza.
-Exactamente y de ahí el título del libro El último rey católico. En el orden pre-liberal y pre-ilustrado la función del poder era castigar los herejes, convertir y catequizar a la población. Los reyes católicos tenían que combatir a los paganos y difundir la única verdad. La idea es que el Estado tiene esta función: catequizar y combatir. La cruz y la espada. Fidel Castro utiliza todos los recursos del Estado para hacer esto. El Estado ético tiene una religión, una fe, una ideología y tiene el deber de difundirla. En el liberalismo, en cambio, el Estado es neutral.
-¿Y en cuanto a la santa pobreza?
-También es una idea que viene de aquel orden pre-liberal y sostiene que el hombre en estado de naturaleza, en estado salvaje, es inocente, puro, feliz y vive en armonía. La prosperidad, el dinero, el comercio y la propiedad lo corrompen moralmente. Entonces, la pobreza es santa porque el hombre pobre se mantiene puro, más cercano a Dios. Fidel Castro tras el intento de modernizar Cuba, cuando comienza a constatar el fracaso estruendoso de la economía vuelve a este origen evangélico: la pobreza como superioridad moral. Mejor pobres y puros que prósperos e impuros. Tiene una lectura de la prosperidad como una amenaza a la pureza moral del individuo.
(De www.laprensa.com.ar)
Si bien existe en el ámbito familiar la propiedad común a todos los integrantes del grupo, la idea comunista implica expandir tal propiedad común a toda la sociedad y a toda la humanidad. Sin embargo, debe tenerse presente que en una familia, antes que surja el vínculo propietario, existe un vínculo afectivo. De ahí que lo que debe expandirse hacia la sociedad y a toda la humanidad no es la condición de propietarios, o socios, sino la actitud ética por la cual debemos llegar a alcanzar la predisposición a compartir penas y alegrías ajenas como propias.
Como esta predisposición ideal no siempre se logra, incluso cuando alguien la logra, muchas veces no podrá compartir tales estados emocionales ajenos por cuanto esas personas no dan motivos para que ello ocurra. Es por ello que una comunidad de personas compartiendo "la propiedad común" implica que todos estarán atados a los demás como si estuvieran con cadenas que restringen hasta un mínimo de libertad. De ahi que el "comunismo cristiano" sea la peor de las herejías, pecisamente porque sus resultados son pésimos.
Se menciona a continuación una entrevista a Loris Zanatta:
FIDEL CASTRO COMO JESUITA HISPÁNICO
Por Pablo S. Otero
En una entrevista con La Prensa, el historiador italiano Loris Zanatta destaca la influencia que tuvo la Compañía de Jesús en las ideas del jefe revolucionario. Repasa también su interpretación cristiana del comunismo y las similitudes con el peronismo.
"La fe de un cristiano y la fe de un revolucionario no se pueden simular. Quien traiciona al pobre, traiciona a Cristo. Yo pienso que se puede ser marxista sin dejar de ser cristiano y trabajar unido con el comunista marxista para transformar el mundo", reflexionaba Fidel Castro allá por el año 1985 en pleno mundo bipolar.
El líder cubano fue comunista, es verdad, pero... ¿qué comunismo practicaba? ¿De que materiales intelectuales y espirituales estaba hecho el comunismo de un hombre que creció inmerso en un mundo plasmado por la catolicidad hispánica? ¿Qué visión del mundo tenía, qué sistema de valores? ¿Cuál era el horizonte al que aspiraba?
Un apasionante tema que aborda de manera rigurosa el historiador italiano Loris Zanatta. Gran conocedor de América latina, del fenómeno populista y en especial del peronismo (al cual le dedicó valiosos libros e innumerables visitas a nuestro país), Zanatta presentó recientemente su último trabajo Fidel Castro: el último rey católico (Edhasa, 509 páginas) en el cual plasmó una investigación de más de cuatro años basada en una extensa bibliografía y en una lectura minuciosa de la casi totalidad de los discursos del revolucionario cubano.
Desde su casa en Bolonia, al norte de Italia, y a pocos días de la finalización del invierno europeo, Loris Zanatta dialogó -vía zoom- con La Prensa sobre su atrapante libro.
-¿Cómo fue la niñez de Fidel Castro?
-Fue un niño crecido en una familia poderosa y de mucho dinero. Su padre fue un gran propietario de tierras. Sin embargo, no era una familia burguesa, era una familia de campesinos gallegos con sus típicas costumbres. Pero con el dinero podía ir a la escuela de la elite. Esta psicología, antes que la ideología anti-burguesa, tiene este origen. Era un niño al que le tomaban el pelo porque estaba con otros chicos de la elite sin ser burgués. Era un campesino de familia española. Años después se vengó...con todo.
EN FAMILIA
-¿Y su formación religiosa?
-Desde los 8 años hasta el ingreso a la universidad fue un interno en colegios jesuitas, la Compañía de Jesús fue su familia. En su casa en el campo, en Oriente, volvía sólo los veranos. Y su familia, como dicen ustedes en Argentina, "no le daba mucha bola". Él mismo dijo que los jesuitas fueron su familia. A pesar de ser un hombre medianamente culto, pero inteligente, absorbía lo que estudiaba. No cabe la menor duda que durante toda su vida el libro que más lo influenció y que más conocía a fondo fue la Sagrada Escritura.
-¿Cuáles serían las características que Fidel heredó de los jesuitas?
-Según los lugares de formación, la época o la psicología, no todos los jesuitas están hechos con el mismo molde. La conclusión a la que yo llego es que Fidel fue un jesuita hispánico que viene de una formación integrista. La característica es la de un comunista que ve el comunismo como la antigua utopía cristiana. Es decir, el comunismo de los orígenes que ya está en los profetas del Antiguo Testamento y atraviesa toda la historia del mundo occidental. Es la idea de la restauración del Reino de Dios en la tierra y un rechazo a los elementos fundantes de la modernidad occidental como el individuo, la propiedad privada y el comercio. Todas estas cosas representan el mal y la corrupción del Reino de Dios en la tierra. Y es ahí, frente al pecado, que el jesuita hispánico aparece con su misión de redención. O de Revolución que es la palabra secular para decir redención. Esa será, en definitiva, la misión en la vida de Fidel. No tengo dudas de que él pensaba seguir el camino de Jesucristo. La historia tiene una finalidad y esa es la redención.
-Según se desprende de su libro, esa misión de Fidel se ve reflejada sobre todo en su léxico.
-Totalmente. Él tiene un discurso típico de un cristiano antiguo e hispánico. Los jesuitas que lo formaron eran falangistas y venían de una tradición del nacional catolicismo. Y efectivamente Fidel Castro hereda del nacional catolicismo la idea de la Nación como comunidad política y como comunidad de fe, una sola cosa. La España de la Reconquista que ha restaurado la pureza de sangre y eliminado la pluralidad étnica, cultural y religiosa.
-Ingresando al tema de la Revolución Cubana de 1959, ¿por qué la compara usted con la Revolución de nuestro país del 4 de junio de 1943?
-La similitud entre ambos está en el hecho que en Cuba la Revolución representó el rescate, la venganza de la Nación Católica y de la Cuba hispánica, rural, del Oriente cubano contra el occidente secular, liberal y capitalista influenciado por Estados Unidos. Y en ese sentido, el paralelismo con el 43 argentino. Ahí también era la idea de que la Argentina católica volvía a triunfar sobre la Argentina liberal y la echaba. El puerto era derrotado por el Gran Buenos Aires, por el interior.
LA IGLESIA
-¿La Iglesia cubana celebró la Revolución de Castro?
-Sí, justamente porque la consideró que era un rescate de la tradición católica. Una frase que lo resume todo fue la del arzobispo de Cuba que dijo: "La Divina Providencia ha escrito en el cielo de Cuba la palabra triunfo". Además, no hay que olvidar que la Iglesia y los militantes de Acción Católica participaron durante todo el Movimiento Revolucionario. Ejemplos: la mujer de Raúl Castro, Vilma Espín, o Celia Sánchez, una de las colaboradoras más cercanas de Fidel, eran militantes católicas.
-¿Los curas y los obispos se equivocaron?
-No, lo que pasa es que ellos en su gran mayoría eran españoles, faltaba un clero nacional, y tenían esa idea de la restauración de un orden cristiano que estaba todavía vinculado con los modelos corporativos de tipo fascista.
-¿Entonces por qué Fidel optó por el comunismo?
-Lo que pasó es que en el mundo de fines de los años '50 y principio de los '60 ya el fascismo no era una opción, había sido derrotado en la Segunda Guerra Mundial, sobrevivían algunos, pero como herencia del pasado. El nuevo gran modelo antiliberal y anticapitalista en el mundo era el comunismo soviético, que también tiene una raíz cristiana, digamos el comunismo universal, como dijimos al principio. Se trata, además, de una dimensión pragmática, geopolítica y una de naturaleza ideológica. La pragmática es evidente, hay guerra fría. El mismo Fidel Castro estaba muy consciente de esto y él mismo lo dijo, que de haber triunfado la Revolución cubana en 1953, cuando fue el asalto al cuartel Moncada, la revolución no podría haber sobrevivido porque nadie habría podido protegerla. Ahora en 1959 es diferente, el equilibrio estratégico en el mundo ha cambiado.
-¿Y la dimensión ideológica?
-Tiene que ver con que Fidel Castro, como decenas de miles de militantes católicos, vive una transición ideológica. Muchos se formaron con el odio al liberalismo y al capitalismo, y por lo tanto a Estados Unidos, y a medida que crecieron se dieron cuenta que el modelo fascista no era más viable y que tampoco respondía a las necesidades de las sociedades de masas modernas. Por lo tanto, él mismo fue evolucionando hacia la ideología comunista, leyó a Lenin y Marx. Lo que pasa es que los leyó desde un filtro de su cristianismo hispánico y vio que finalmente se podía interpretar a Lenin o Marx a la luz del cristianismo hispánico, que la utopía comunista era una utopía cristiana. En un diálogo con el padre dominico brasileño Frai Betto, Fidel le dice: "Si la Iglesia hiciera un Estado lo haría como el nuestro". Era claro que era al revés, era él que había creado un Estado que tenía finalmente la Iglesia y el cristianismo como su inspiración. Pero su ego le impedía ver eso.
-¿Se puede afirmar que la elección por el comunismo fue más una cuestión de época que de ideología?
-Claro, yo siempre digo, medio en broma porque no se puede demostrar, que de haber nacido 15 años antes Fidel Castro habría sido el José Antonio Primo de Rivera cubano. O que de llegar al poder no en 1959 sino en los años '30 habría creado un orden corporativo tipo fascista, porque ese era el modelo del antiliberalismo universal.
-¿Cómo fue la relación del régimen con la Iglesia Católica?
-En un primer momento hubo una represión violenta. Algo común a todos los regímenes totalitarios como fundadores de nuevas religiones. Chocan con la Iglesia porque no hay espacio para dos instituciones eclesiásticas o para dos religiones en el mismo espacio. Pero la generación sucesiva, expulsados los miembros españoles del episcopado, entendió perfectamente que esto que se había creado en Cuba era una "herejía" pero que venía de la entraña del cristianismo, sin duda. La iglesia comienza a darse cuenta que el régimen con sus valores (Estado ético, santa pobreza, unanimismo, corporativismo, etc.) es hijo suyo. Ya en los años sesenta, el nuncio apostólico celebra este orden. El padre jesuita Arrupe (superior general de la Compañía de Jesús entre 1965 y 1983) nunca dudó de que Fidel Castro pertenecía a la familia jesuita y más con el final de la guerra fría. Claro que la iglesia quería libertad de acción para ella, como institución, y ello fue fuente de conflicto. Pero pese a esto, el régimen cubano se puede cristianizar. Tiene ya en embrión, la simiente de un orden cristiano. Mucho peor sería que caiga el régimen castrista y se instaure un orden material y capitalista. Para evitar ese gran peligro se creó un modus vivendi con el régimen que funcionó bien y que continúa hasta hoy.
-¿Cómo evolucionó esa convivencia tras la caída de la Unión Soviética?
-El régimen cubano se vuelve cada vez más un miembro de la familia nacional popular. Repito...un hereje pero en familia. Todos en la familia tenemos un miembro un poco raro pero sabemos que es nuestro familiar.
-¿Con el papa Francisco la Iglesia se reconcilió totalmente con el castrismo?
-En la perspectiva de Francisco, se evidencia en el libro que escribió sobre el viaje de Juan Pablo II a Cuba en 1998, su preocupación era que la ideología comunista marxista del régimen corrompiera la cultura francamente cristiana del pueblo cubano. Pero especialmente con el final de la guerra fría y el peligro de que triunfe en el mundo el paradigma tecnocrático -como él lo llama- el liberalismo, el neoliberalismo. Yo no dudo, y se entiende por sus palabras, que Francisco ve en el castrismo un régimen que finalmente no perdió la identidad cristiana del pueblo y que por lo tanto forma parte de la gran familia de los fenómenos nacionales populares latinoamericanos. A él no le interesa demasiado el tipo de régimen político. Los rasgos comunes de los grandes populismos latinoamericanos (peronismo, castrismo, chavismo) son precisamente el unanimismo: el pueblo es uno, la fusión entre poder político y poder espiritual.
-¿Cómo imagina que habrá sido para Fidel, por su formación, declararse ateo?
-El terminó declarándose ateo porque este tipo de personajes se sienten fundadores de religiones. El fundó una nueva religión y por eso él llega a decir que "el 90% de la ideología revolucionaria cubana coincide con el cristianismo". Es obvio que le falta un poco de autoconciencia. Está convencido de haber creado una nueva religión que se parece mucho al cristianismo. Es más, el cristianismo se parece mucho a su religión. Pero como le ha pasado a muchos en la historia, lo que él hace es secularizar la enseñanza de la religión católica así como él la aprendió. Crea una religión política, seculariza el mensaje de la religión católica, en sentido profético, y lo transforma en un régimen político. Es bastante coherente, no importa que diga si cree en Dios, porque él es el nuevo sacerdote, el fundador de la religión. Aunque al final de su vida vuelve un poco a sus orígenes cuando teoriza que la "salvación llegaría con la unidad de todas las religiones contra el enemigo (el mundo secular occidental)".
-¿Este último Fidel, entonces, no se ha alejado demasiado del primer Fidel pre revolucionario?
-No se distanció mucho. Si bien hubo épocas en que se entusiasmó más con el materialismo científico, pero la verdad es que no se transformó nunca en una materialista científico. Los verdaderos materialistas científicos de los países del este europeo se agarraban de los pelos y decían (como Kruschev): "este es un español". En los '70 y los '80 adoptó un lenguaje más marxista, pero finalmente su formación lo ganó.
LOS VÍNCULOS CON EL PERONISMO
-¿Cómo fue la relación de Fidel Castro con el peronismo?
-Hubo una influencia directa. El joven Fidel Castro conoció el peronismo, tuvo contacto con la embajada argentina de Perón en Cuba. Y fue algo natural, porque el peronismo fue un movimiento antiliberal, anticapitalista, nacional y popular y además tenía un proyección panlatina hemisférica. La patria grande, un mito fundamental para el castrismo. Todos los elementos típicos de la tradición ilustrada y racionalista que vienen de Europa occidental o de Estados Unidos -como los principios de pluralidad, de individualidad, de libertad, de separación entre esfera política y religiosa, o entre la pública y privada- le son extraños y enemigos. Y en contra de esas amenazas, consideran al pueblo como una comunidad homogénea y a la nación como una comunidad de fe. En definitiva, la política se transforma en una guerra de religión. "Nosotros contra ellos"...los cubanos o los argentinos contra el antipueblo. De ahí la pulsión a monopolizar totalmente el poder. Fidel Castro lo logró entre otras cosas porque conquistó el poder con las armas, Perón tuvo que amoldarse a una situación diferente a la que habría preferido porque tuvo que pasar por elecciones.
-El peronismo, al igual que el castrismo, se presentaba como el verdadero cristianismo....
-No es casualidad que uno de los mayores ideólogos de Perón fue el padre Hernán Benítez que también era jesuita. Si uno lo lee, su manera de interpretar el peronismo es como un verdadero cristianismo. Lo mismo que dice un peronista como Leopoldo Marechal cuando visitó Cuba: "Ahí ví el verdadero orden evangélico". También lo sostiene Ernesto Cardenal y todos los teólogos de la liberación cuando van a Cuba. El reino de Dios en la tierra restaurado. Miembros de la misma familia, sin duda.
-Una anécdota rescatada por usted sería el mejor ejemplo para entender esta relación.
-Así es.. un viejo compañero de Fidel del colegio de los jesuitas narra (en un libro escrito en inglés) su visita a Cuba después de la revolución. Y cuenta que vio en la mesa de luz de Castro dos libros y el que estaba más gastado y que usaba para inspirarse era el de los discursos de Perón. No sorprende, porque el lenguaje y el mensaje son similares. Fidel, además, siempre mantuvo relación con el peronismo hasta lo invitó a Perón a mudarse a Cuba. Pero Perón la transición del antiliberalismo-fascista al antiliberalismo-comunista no la cumplió nunca.
ESTADO ÉTICO Y SANTA POBREZA
-Según surge de su investigación, la herencia católica de Castro queda plasmada en dos características principales que implantó a su régimen. Uno es el Estado Etico y otro la Santa Pobreza.
-Exactamente y de ahí el título del libro El último rey católico. En el orden pre-liberal y pre-ilustrado la función del poder era castigar los herejes, convertir y catequizar a la población. Los reyes católicos tenían que combatir a los paganos y difundir la única verdad. La idea es que el Estado tiene esta función: catequizar y combatir. La cruz y la espada. Fidel Castro utiliza todos los recursos del Estado para hacer esto. El Estado ético tiene una religión, una fe, una ideología y tiene el deber de difundirla. En el liberalismo, en cambio, el Estado es neutral.
-¿Y en cuanto a la santa pobreza?
-También es una idea que viene de aquel orden pre-liberal y sostiene que el hombre en estado de naturaleza, en estado salvaje, es inocente, puro, feliz y vive en armonía. La prosperidad, el dinero, el comercio y la propiedad lo corrompen moralmente. Entonces, la pobreza es santa porque el hombre pobre se mantiene puro, más cercano a Dios. Fidel Castro tras el intento de modernizar Cuba, cuando comienza a constatar el fracaso estruendoso de la economía vuelve a este origen evangélico: la pobreza como superioridad moral. Mejor pobres y puros que prósperos e impuros. Tiene una lectura de la prosperidad como una amenaza a la pureza moral del individuo.
(De www.laprensa.com.ar)
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