domingo, 6 de julio de 2025

El pensamiento corto en economía

Es posible distinguir entre un "pensamiento corto" y un "pensamiento largo", especialmente en el caso de la economía. Para una mejor definición conviene establecer una analogía con los ajedrecistas. En este caso, el pensamiento corto es el del principiante que tiene en cuenta sólo una o dos jugadas posibles del contrincante junto a sus posibles respuestas. Por el contrario, el gran jugador tiene presente muchas más posibles jugadas del adversario junto a sus posibles respuestas; además de tener en mente un estudio previo de partidas jugadas en el pasado y de aperturas analizadas por especialistas.

En cuestiones económicas se advierte en mucha gente la tendencia a proponer "soluciones" aparentemente simples y eficaces a partir del razonamiento corto, como es el caso de proponer una amplia emisión de billetes o bien una masiva redistribución de propiedades, previa expropiación y nacionalización. Se basan, entre otros, en el caso del verdulero que impone un precio de venta de un producto que resulta 3 o 4 veces más caro que el importe que se le pagó al agricultor que lo produce. En este caso se ignoran los costos de transporte y de la necesaria intermediación, además del costo de mantenimiento refrigerado de los productos, impuestos, sueldos que paga el comerciante y el riesgo de perder las frutas y verduras cuya vida útil es bastante breve.

Los políticos que buscan el poder, como objetivo personal, tienden a promover el pensamiento corto de las masas para luego hacer promesas poco compatibles con una sana economía. Este problema no es nuevo. Ya en el siglo XIX, Jaime Balmes advertía lo poco efectivas que eran las soluciones "populares", escribiendo al respecto: "La mejora de la suerte del operario es, sin duda, un objeto de alta importancia; es preciso que se piense en ella".

"Los que desdeñan el examen de esta cuestión no conocen los grandes peligros de que por ella está amenazada la sociedad; pero, en cambio, los que quieran precipitarla, los que, afectando el intento de resolverla en un sentido benéfico, comiencen por atacar directa o indirectamente la propiedad, por cercenar la libertad de los ricos, son apóstoles de una libertad tiránica, de una igualdad imposible, y sus proyectos insensatos no tendrán otro resultado que causar trastornos profundos que al fin vendrán a descargar con peso abrumador sobre los mismos jornaleros".

"La acción legislativa del Gobierno sería funesta, atacaría la propiedad, disminuiría la producción, provocaría el atesoramiento de los capitales, produciría un trastorno económico que acabaría con una subversión del orden social. No basta decir: «Elevemos los jornales». Es preciso saber si es posible elevarlos. El precio del jornal no es cosa absoluta, sino que está unido a muchas relaciones que necesariamente lo obligan a cierta oscilación".

"Determinado por la ley el precio del jornal, es cierto que se quita al patrono la facultad de reducirlo, pero no se le da ningún medio para sostenerlo. No puede pagarlo si no vende o si el objeto trabajado puesto a la venta no paga todos los gastos de producción, además de un beneficio líquido para su sustento propio y de la familia. Por tanto, puesto el patrono en la alternativa de hundirse o cerrar la fábrica, hará lo último y en lugar del jornal elevado nos quedaremos sin ningún jornal".

"¿Qué haremos entonces? ¿Se abrirá un juicio inquisitorio para saber si el patrono dice o no la verdad cuando se declare impotente para sostener su establecimiento? ¿Fiscalizaremos sus operaciones en la compra de primeras materias, los gastos de producción, el interés del capital empleado, el alquiler de la casa, la conservación y reparación de máquinas y, finalmente, averiguaremos la cantidad líquida que dice serle necesaria para la manutención de la familia? ¿Quién no ve que esto es imposible sin una opresión aborrecedora, sin atacar directamente la propiedad, que acabaría atesorando todos los capitales, paralizando todas las empresas industriales, cerrando todas las fuentes de producción?" (Citado en "La evolución de las ideas y las luchas sociales" de Jaime Carrera-Casa Editorial Bosch-Buenos Aires 1940).

En pleno siglo XXI, las masas encontraron "satisfactorio y revolucionario" el mandato de "¡Exprópiese!" por parte de Hugo Chávez. Al ver la decadencia de Venezuela, se observó plenamente el pensamiento corto en cuestiones de economía.

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