jueves, 27 de febrero de 2014

Esperando la crisis

Los intentos de adaptación, que caracterizan a la vida y que afectan tanto al individuo como a la sociedad, consisten esencialmente en el proceso de “prueba y error”. Así, todo individuo que aprende de sus errores, e incluso de los errores ajenos, tratará de no repetirlos, disponiendo de mayores probabilidades de éxito. El objetivo a lograr consiste en un nivel de aptitud aceptable tanto para la vida en sociedad como respecto a las leyes que conforman el orden natural.

Por el contrario, quien no reconoce sus errores, ni tampoco advierte los errores ajenos, tiende a repetirlos, descuidando el proceso adaptativo, con pocas probabilidades de éxito. De ahí la expresión de que “el hombre es el único ser viviente capaz de tropezar más de una vez con la misma piedra”. Así, los gobernantes que no advierten sus errores, ni tampoco los errores de otros, están predispuestos a fracasar, ya que “los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlo”, siendo esta expresión equivalente de la anterior, pero aplicada a la sociedad.

Este parece ser el caso de la Argentina, donde vivimos inmersos en un ambiente en el que predomina la mentira. Casi siempre, los adeptos a un partido político enmascaran los errores partidarios para atribuirlos a algún tipo de “conspiración”, resultando casi imposible conocer la verdad sobre el presente, y mucho menos sobre el pasado, pudiéndose modificar la frase anterior para adaptarla al caso argentino: “Los pueblos que mienten sobre su historia, están condenados a repetirla”.

Si la realidad consiste en un camino sinuoso, en el cual se debe corregir la dirección varias veces, los gobernantes argentinos se asemejan a un conductor que orienta su vehículo (el país) por una trayectoria recta, por lo que se saldrá del camino en la siguiente curva (crisis). De ahí que los cambios importantes se dan solamente después de producida la crisis; nunca antes.

Si alguien critica las decisiones del gobierno nacional, en lugar de reconocerse el error, se dirá que “estamos mucho mejor que en el 2001” o que “la inflación actual es mucho más baja que la que hubo en épocas de Alfonsín”. De ahí que debamos entonces esperar que la crisis se profundice hasta llegar a situaciones cercanas a las mencionadas. La asignación de culpas por la inflación desde el gobierno a otros sectores, resulta ser una actitud similar a la adoptada por Raúl Alfonsín, quien adujo que la caída de su gobierno se debió a un “golpe de mercado” en lugar de reconocer sus propios errores. Por ello, en el futuro (según los políticos) no deberíamos cuidarnos de los gobernantes ineptos y populistas, sino de aquellos sectores que producen tales “golpes”. Si nadie acepta los errores cometidos, apoyándose y promoviendo la creencia popular en la “conspiración internacional e imperialista”, nunca podremos dejar de repetirlos. El bienestar de la población y su seguridad deben considerarse más importantes que el falso prestigio que tratan de defender los políticos corruptos o ineficaces.

Domingo Cavallo, ministro de economía de Menem y de De la Rúa, no se molestó en consultar a los especialistas más destacados, emprendiendo una reforma monetaria que fue efectiva para dominar la inflación, pero que posteriormente resultó ser ineficaz. Luego de equiparar “artificialmente” el peso con el dólar, a un fabricante le resultaba más barato importar algo elaborado que realizarlo en el país, dejando de lado su actividad industrial para convertirse en importador. Se dice que Cavallo aplicó “recetas liberales”; sin embargo, al imponer la equivalencia mencionada sin considerar lo que indica el mercado, desatiende el criterio liberal fundamental. Pablo Rosendo González tuvo la ocasión de preguntarle a Milton Friedman: “¿Qué le parece el plan económico de Domingo Cavallo? ¿Cree que va a funcionar?”. Agregando: “Para mi sorpresa, Friedman fue terminante: «Es un plan inviable porque generará un déficit que no podrán sostener. Tarde o temprano el déficit romperá esa ley»” (De “La Argentina fuera de sí”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2006).

Por lo general, cuando se inicia un nuevo periodo de gobierno, ocurre algo similar al inicio del periodo del nuevo director técnico de un equipo de fútbol. Se establece un tácito acuerdo de que no hay que criticarlo, y que hay que darle tiempo. De ahí que el plan de Cavallo fue aceptado sin críticas debido al éxito inicial, hasta que finalmente llegó la crisis. Algo similar ocurrió durante el kirchnerismo; al principio no se lo debía criticar por cuanto quien lo hacía era considerado “agorero” o “enemigo”. De ahí que el país sigue su rumbo, sin cambios esenciales, a la espera de una nueva crisis.

Otro caso a considerar es el de Arturo Illia. Adrián Freijo escribió: “Su primera medida consiste en anular los contratos petroleros firmados por el gobierno de Frondizi, cumpliendo con uno de sus «caballitos de batalla» de su campaña electoral”. “Cuando Illia asume la primera magistratura debe decidir entre una consecuencia casi irracional con sus vehementes discursos preelectorales, donde vituperaba la política frondizista, o el mantenimiento de una situación que, aunque lejos de suponer un ideal, traía un alivio suficiente y momentáneo que bien podía servir para que el gobierno pudiera fijar su interés en otro de los tantos problemas que lo reclamaban”.

"Elige lo primero y entonces su decisión le costará millones de dólares a las exhaustas arcas del país. Más de 200 millones de esa moneda debieron pagarse en concepto de indemnización; el autoabastecimiento conseguido luego de medio siglo de infructuosos esfuerzos desapareció paulatinamente; la Argentina debió sufrir el alto precio de la desconfianza internacional por no cumplir, por primera vez en su historia, con compromisos adquiridos” (De “Lecciones de nuestra historia reciente”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1977).

La poco legal y desafortunada estatización de YPF por el gobierno kirchnerista, tuvo amplio apoyo del sector radical por cuanto comparte la idea de que “estatizar el petróleo es bueno en cualquier caso”. La reciente aceptación del pago indemnizatorio a Repsol es una prueba fehaciente del serio error incurrido en un primer momento. La “trayectoria recta” adoptada por los gobernantes derivan, por lo general, de la aceptación de preconceptos políticos y económicos de tipo populista, incompatibles con lo que aconseja el buen criterio y la teoría económica.

En la actualidad padecemos los efectos de la dirección que en su momento eligió Néstor Kirchner. Mientras que Cavallo anclaba en el 1 a 1 la relación dólar-peso, Kirchner se propuso mantenerla en 3 pesos por cada dólar, sin respetar las fluctuaciones provenientes del mercado. Para describir el proceso básico de la compra y venta de dólares, debe definirse la oferta y la demanda respectivas:

Oferta de dólares = Exportaciones + Ingreso de capitales desde el exterior
Demanda de dólares = Importaciones + Egreso de capitales hacia el exterior

Por estar el dólar bastante valuado (o el peso devaluado) (3 x 1) predominarán las exportaciones sobre las importaciones. Al predominar la oferta sobre la demanda de dólares, su precio tenderá a bajar. De ahí la necesidad de que el Estado mantenga la demanda, para sostener el 3 a 1, comprando dólares. Si los compra con el superávit fiscal (impuestos recibidos mayores que los gastos del Estado), no habrá (en principio) inconvenientes secundarios. Si los compra con emisión monetaria, habrá inflación en el futuro. Pero el superávit fiscal no alcanzó para mantener el precio del dólar, por lo que hubo que emitir pesos.

La idea de mantener el 3 a 1 contempla la posibilidad de desalentar (y sustituir) importaciones, alentando las exportaciones, promoviendo la producción nacional y la mano de obra asociada, lo que no resulta criticable. Pero si esto se logra a cambio de un proceso inflacionario, el remedio puede resultar peor que la enfermedad (lo que siempre ocurre cuando no se respeta el libre proceso del mercado). Roberto Cachanosky escribe: “¿Por qué esta política tuvo tanto apoyo de buena parte del sector empresarial? Por varias razones. En primer lugar, porque se eliminaba la competencia externa mediante un tipo de cambio caro. En segundo lugar, porque de los dos factores de producción, trabajo y capital, el modelo ofrecía salarios baratos medidos en dólares. Y, en tercer lugar, porque bastante tiempo los productores locales también tuvieron el beneficio de poder consumir energía barata, otro insumo importante en diversos sectores industriales”.

La compra de dólares por parte del Estado tuvo como consecuencia adicional el aumento de las reservas de la Nación. Sin embargo, la forma empleada para lograrla (emisión monetaria) tiende a producir inflación, de ahí que resulta ser una estrategia poco utilizada. El citado autor escribió: “Salvo el caso de 2003, cuando la emisión monetaria fue muy fuerte pero digerida por el mercado dada la restricción monetaria de 2002, el resto de los años el circulante creció a tasas anuales de entre el 23 y el 28% anual. Para dar una idea de la magnitud de emisión de que estamos hablando, entre diciembre de 2002 y diciembre de 2008 los pesos en circulación aumentaron 4,5 veces” (De “Por qué fracasó la economía K”-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2009).

Con el 1 a 1 de la época de Menem, las agroindustrias pudieron lograr su alto nivel tecnológico, mientras que con el 3 a 1 de Kirchner, la importación de alta tecnología fue desalentada, ya que se apuntó a actividades con mucha mano de obra y poca tecnología. “Por eso durante los primeros años la desocupación fue bajando. Es que, en vez de un modelo de crecimiento intensivo de capital, se buscó un modelo productivo con mano de obra intensiva; es decir, tener mucha gente trabajando con escasos bienes de capital por trabajador, en lugar de buscar que hubiese muchos bienes de capital por trabajador, de manera de elevar la productividad y mejorar en serio los ingresos reales. Para el modelo implementado era mejor tener un cadete llevando una nota escrita que enviarla por correo electrónico”.

Como el crecimiento económico de un país se mide por el aumento de capital productivo por habitante, puede decirse que no hubo un crecimiento significativo. Además, con la inflación se elevó la pobreza, por lo que la “década ganada”, según el kirchnerismo, hace referencia principalmente a lo que ganó el sector ligado al gobierno.

Adviértase que, según el “modelo” kirchnerista, en caso de que entraran al país muchos capitales, aumentaría la oferta de dólares por lo que su valor se reduciría, perdiéndose el objetivo fijado en un principio. Roberto Cachanosky escribió al respecto: “El saldo positivo del balance comercial presionaba a la baja el tipo de cambio. La solución consistía en sostenerlo cobrando el impuesto inflacionario, es decir, emitiendo moneda, o bien mediante la fuga de capitales. La mayor demanda de dólares por fuga de capitales compensaría la mayor oferta por diferencia entre exportaciones e importaciones, evitando que el BCRA [Banco Central de la República Argentina] disparara la tasa de inflación. Con lo cual llegamos al ridículo del modelo. Para el kirchnerismo, el país estaría mejor si se fugaban capitales, porque de ese modo evitaba el conflictivo proceso inflacionario. Esto implica que Kirchner debe haber descubierto una nueva teoría económica que rezaría de la siguiente forma: los países crecen cuando generan desconfianza y sus capitales se fugan. Un absurdo desde todo punto de vista”.

En la Argentina debería hacerse una especie de “museo de los errores”, y que son los cometidos por los distintos gobiernos. Como se ha reincidido en casi todos los posibles, es muy probable que tomándolos como guía, para evitarlos, se acierte por la buena senda. Tal museo debería estar dividido en tres sectores principales: peronismo, radicalismo y militarismo.

martes, 25 de febrero de 2014

Breve historia de los mundiales de fútbol

El fútbol fue reglamentado en 1863 por aficionados que lo practicaban en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. El reglamento fue aceptado luego de una reñida elección, prohibiéndose todo tipo de golpes o de maniobras que no sean una consecuencia del predominio de la habilidad sobre la fuerza, quedando para el rugby el predominio inverso. Se ha dicho, muchas veces con bastante razón, que “el rugby es un deporte de bestias practicado por caballeros, mientras que el fútbol es un deporte de caballeros practicado por bestias”. Entonces el fútbol (football = balón-pié) es el deporte en el cual predomina la habilidad para impulsar un balón con el pié con la intención de introducirlo en el arco contrario, para lograr un gol (goal = meta, objetivo).

El fútbol se difunde por el mundo, desde fines del siglo XIX, llevado por los trabajadores ingleses que se desempeñaban en los ferrocarriles, siendo el deporte practicado en los momentos de ocio, llegando de esa forma a Sudamérica, en donde surgen los más serios competidores del fútbol europeo.

Los mundiales de fútbol son organizados por el belga Jules Rimet. Para el primer mundial se designa como sede a Uruguay, ganador de la medalla de oro en las dos anteriores olimpiadas. A partir de entonces, el Campeonato Mundial de Fútbol ha pasado a ser, quizás, el mayor acontecimiento del año, al menos si se dejan de lado los sucesos desagradables como guerras, terremotos o asesinatos de personajes importantes.

En 1930, con la participación de 13 países, mantiene su vigencia el predominio rioplatense ya observado en los Juegos Olímpicos, venciendo en la final Uruguay a la Argentina. Hubo quejas por parte del subcampeón debido al juego brusco y a las presiones extra-futbolísticas que recibieron sus jugadores. El club San Lorenzo expulsó a Monti, luego del mundial, acusándolo de haber jugado la final atemorizado por la presión recibida. Francisco Varallo escribió: “Todo el Mundial se podría resumir en cómo se vivió la final. Había 60.000 personas en el Estadio Centenario. El clima seguía muy hostil en contra nuestro. Pero teníamos el apoyo de muchos argentinos que viajaron en barco desde Argentina para alentarnos” (De “El Libro de Oro del Mundial”-Diario Clarín-Buenos Aires 1998).

El criterio imperante, desde 1930 hasta el Mundial de 1966, fue designar como sede a un país de Sudamérica seguido de dos Mundiales en países europeos, tal la secuencia Uruguay, Italia, Francia, Brasil, Suiza, Suecia, Chile, Inglaterra. A partir del Mundial 70 la secuencia fue de uno en América por uno en Europa, tal la secuencia México, Alemania, Argentina, España, México (por renuncia de Colombia), Italia, EEUU, Francia. A partir del 2002 se realiza el primer Mundial fuera de Europa y América, tal el de Corea-Japón, dejándose de lado los criterios anteriores. El primer Mundial en África fue el de 2010.

El Mundial de 1934 se realiza en la Italia fascista. Argentina concurre con un seleccionado amateur, ya que los profesionales estaban de huelga, por lo que cae eliminado poco después del inicio. Italia obtiene el campeonato integrado en sus filas por cuatro argentinos: Orsi, Guaita, Demaría y Monti; el mismo Monti que jugó “suavemente” en la final anterior contra Uruguay mientras que, en suelo fascista, se destacó por su juego brusco. Juan De Biase escribió: “Monti, sintiéndose local y protegido, se convirtió en el duro de la película, papel que en el 30, con la camiseta argentina, había resignado bajo el peso de las amenazas”. “La férrea consigna de «Vencer o morir» que les impuso el Duce a sus jugadores era más dulce que la advertencia al entrenador, Vittorio Pozzo: «Que Dios lo ayude si llega a fracasar»”.

El Mundial de 1938 se realiza en Francia. Argentina decide no presentarse, lo mismo que hizo en 1954 y 1958. En el mencionado libro se dice: “Argentina creía tener antecedentes para ser el organizador del torneo. Al no conseguirlo, propuso participar sin jugar las eliminatorias. La organización no aceptó y la Argentina desertó. Los hinchas, fastidiados, intentaron copar el edificio de la AFA. La policía lo impidió”. En un clima enrarecido por el inminente inicio de la Segunda Guerra Mundial, Italia vence nuevamente.

Debido a la esa guerra, los Mundiales se reinician en 1950, en Brasil. El país organizador había preparado grandes festejos para celebrar un seguro triunfo. Sin embargo, el optimismo se convirtió en decepción ante la inesperada victoria del Uruguay sobre Brasil en la final jugada en el Maracaná, estadio con capacidad para 200.000 personas. Hubo suicidios colectivos, estimándose su cantidad en algo menos de un centenar. Si se hiciera una estadística que vinculara la cantidad de campeonatos mundiales logrados en función de los habitantes de un país, Uruguay ocuparía el primer lugar, ya que obtuvo dos con una población que, en los años 50, era de algo más de 2 millones de habitantes. Argentina no participó. “El motivo oficial fue el disconformismo con los brasileños porque habían prohibido jugar a sus equipos contra los argentinos”. “Otras fuentes atribuyen la ausencia a una decisión del Gobierno ante el riesgo de no ganar el titulo”.

El Mundial de 1954 se realiza en Suiza; el primero que fue televisado. Los húngaros eran los candidatos. Incluso le ganan 8 a 3 a Alemania en una ronda inicial. Cuando se enfrentan en la final, comienzan ganando, por lo que dan por descontado el triunfo final. Alemania no bajó los brazos y vence finalmente a Hungría. Argentina no participa: “Continuaba con la negativa a los compromisos internacionales con los europeos”. Ferenc Puskas escribió: “En el torneo del 54 Hungría fue el «campeón moral». Sin dudas, teníamos mucho más fútbol que la selección alemana. Deslumbramos al mundo por nuestro estilo de juego, y es por eso que todavía no puedo entender cómo perdimos la final. Íbamos ganando 2 a 0 en apenas diez minutos de juego y terminamos perdiendo increíblemente por 3 a 2”. Algunas versiones indican que Adidas realiza un calzado deportivo superior a los restantes, siendo su uso reservado con exclusividad al equipo alemán.

En 1958 se realiza el Mundial en Suecia. Aparece la deslumbrante figura de Pelé; con apenas 17 años es la figura destacada del campeonato que gana Brasil. Just Fontaine, de Francia, convierte 13 goles. La Argentina cae 6 a 1 contra Checoslovaquia. Se hablará luego del “desastre de Suecia”. La poca confrontación previa con equipos europeos y la autosuficiencia, hicieron que no se pasara de la primera ronda. El año anterior, Argentina había arrasado en el Campeonato Sudamericano. Desde Italia compran la delantera completa, Angelillo, Maschio y Sivori, que no participan en el Mundial del 58. River le puso a Sivori un precio muy alto para no venderlo. Sin embargo, la Juventus, apoyada económicamente por la familia Agnelli (dueños de FIAT) lo compra “para la Juve y para la Selección de Italia”, ya que en ese entonces se permitía a un jugador cambiar de selección nacional.

En 1962 vuelve el Mundial a Sudamérica; esta vez a Chile. Vence nuevamente Brasil. Pelé sale lesionado en los primeros partidos y Garrincha es la figura descollante. Los mejores jugadores argentinos juegan en otras selecciones: Sivori y Maschio en Italia, Di Stéfano en España (aunque estuvo lesionado). La FIFA decide que ha de ser el último Mundial en que ello ocurra. El jugador que vista la camiseta de una selección nunca podrá vestir la de otra, no impidiendo que juegue en selecciones extranjeras quien no haya integrado nunca la propia. Argentina queda eliminada en la primera ronda con un desempeño mediocre.

El Mundial de 1966 se realiza en Inglaterra, país que vence en la final a Alemania. Franz Beckenbauer y Eusebio, de Portugal, son las figuras destacadas del Mundial. La Argentina pasa esta vez a cuartos de final perdiendo 1 a 0 con quien habría de resultar campeón. Fue una actuación que conformó a la afición. Aparecen dudas respectos de los arbitrajes: un alemán dirige Inglaterra-Argentina y un inglés Uruguay-Alemania. El alemán expulsa a Rattin por protestar. Al no comprender el idioma, se detuvo el partido varios minutos. Pata evitar situaciones similares en el futuro, la FIFA promueve el uso de tarjetas: amarilla y roja. Italia reserva sus mejores jugadores en el partido contra Corea del Norte, suponiendo que podían ganarle fácilmente. Sin embargo, pierde y queda afuera.

México organiza el Mundial del 70. Brasil resulta campeón goleando 4 a 1 a Italia en la final, siendo considerado el mejor equipo de todos los mundiales. Argentina queda afuera en las eliminatorias quedando tercera, después de Perú (clasificado) y Bolivia, por lo que no concurre a México. Perú tuvo muy buen desempeño, aunque tuvo la mala suerte de enfrentarse con Brasil antes de la final. Pelé resulta campeón mundial por tercera vez. Oswaldo Ramírez, autor de los goles contra la Argentina, en el 2 a 2 de las eliminatorias, escribió: “Aquella tarde no era una tarde común para nosotros, los peruanos. Todo indicaba que la situación favorecería a la Argentina. No por nada decidieron jugar en la cancha de Boca, un estadio conocido por la presión del público. Pero supimos sobrellevar esa presión”.

Alemania es la sede designada para el Mundial de 1974. Vence en la final a la Holanda de Johan Cruyff, la figura del mundial. La Argentina cae goleada 4 a 0 ante Holanda, terminando en un aceptable 8vo lugar. Miguel Brindisi escribió: “En ese Mundial, Holanda provocó una bisagra en el juego ya que a partir de su estilo se empezó a practicar otro fútbol. Ellos marcaron una gran diferencia con el resto. Aunque muchos dicen que el mejor es el campeón, todos recuerdan a Holanda, pese a que Alemania fue el que consiguió el titulo”.

En 1978 la sede es Argentina, que vence en la final a Holanda. Con un equipo integrado casi totalmente por jugadores locales (excepto Kempes, goleador en España) tiene un muy buen desempeño. En el recuerdo de la final queda la imagen de la pelota que pega en un poste del arco argentino; si hubiese entrado, otra sería la historia. El jugador destacado fue Mario Kempes, el delantero que no hizo goles durante todo el Mundial del 74, que tampoco hizo goles en los tres primeros partidos del 78, pero que en la fase final pudo consagrarse como el goleador del Mundial.

España organiza el Mundial de 1982. Italia vence en la final a Alemania, lo que no resulta extraño dada la “paternidad” del primero sobre el segundo. En el grupo en donde participa Italia, todos los partidos terminan en empates, por lo que se clasifica agónicamente por los goles a favor. Debido a la severas criticas recibidas, el director técnico italiano recibe a periodistas de cualquier nacionalidad, menos a los italianos. Con una gran actuación de Paolo Rossi, Italia mejora notablemente respecto de su pobre inicio. El equipo argentino no tiene el desempeño esperado, ya que con varias de las figuras del 78 y con Maradona, tiene una actuación muy pobre, posiblemente por el estado anímico que predominaba en una época en que se desarrollaba la guerra de las Malvinas.

Para 1986, México resulta ser el primer país en ser sede de un Mundial por segunda vez, ya que Colombia renuncia a su designación como organizador. Argentina se clasifica agónicamente y los resultados previos al Mundial no resultan convincentes. Sin embargo, con la gran actuación de Maradona, se llega invicto a la obtención del campeonato. En la final, al estar Maradona muy bien marcado, se destaca la figura de Jorge Burruchaga, que no sólo muestra sus aptitudes como delantero velocista y goleador, sino también como un excelente organizador desde el medio campo.

Italia vuelve a ser sede y organiza el Mundial del 90. Se repite la final del 86, pero esta vez gana Alemania con un penal (dudoso para la afición argentina). Desde que finaliza el campeonato anterior hasta que comienza el del 90, el seleccionado argentino estuvo a punto de lograr el record de ser el seleccionado nacional con menor cantidad de goles anotados por partido. Sin embargo, tiene un buen desempeño, con la destacada actuación del arquero Sergio Goycochea, que permitió el triunfo en dos ocasiones ante la ejecución de la serie de penales. Fue un subcampeonato bastante valorado por cuanto se trataba de parte del gran equipo del 86, aunque en decadencia.

EEUU fue designado como organizador del Mundial de 1994. Brasil vence por penales en la final a Italia. Mientras que los seleccionados argentinos conducidos por Bilardo (del 86 y del 90) eran débiles fuera de los mundiales y fuerte en ellos, el seleccionado conducido por Basile era lo opuesto. Con buena ofensiva pero con una pobre defensa, logra el 10mo lugar. Colombia defrauda a su afición ya que estaba muy confiada luego del 5 a 0 inflingido a la Argentina durante las eliminatorias. El gol en contra de Andrés Escobar ante los EEUU, le costó posteriormente la vida. Los equipos que van muy confiados, por lo general son derrotados; también lo son los equipos poco confiados. La cuestión es lograr el punto medio.

El Mundial vuelve a Europa en el 98, permitiendo que Francia ingrese a la elite de los ganadores del Mundial de Fútbol. Con una gran actuación de Zidane, vence en la final a Brasil. Argentina cae ante Holanda en cuartos de final recibiendo el gol final luego de la absurda expulsión promovida por el propio Ariel Ortega.

En 2002, el Mundial se realiza en dos países: Corea del Sur y Japón. Brasil vence a Alemania en la final, con la destacada actuación de Ronaldo, que se constituye en el máximo goleador de los mundiales. Los serios errores arbitrales inciden en la eliminación de Italia y España. La FIFA, al pretender que en el Mundial se utilicen las mismas reglas que en cualquier otro partido, descarta la utilización de cámaras de televisión para observar repeticiones ante pedidos del árbitro. Debido a la incidencia que un gol tiene en cada partido, es hora de que acepte la utilización de tales medios tecnológicos.

En el 2006, Alemania organiza su segundo mundial, mientras que Italia derrota por penales a Francia en la final. Argentina cae por penales ante Alemania por lo que la actuación fue bastante meritoria. Debuta Messi en los mundiales aunque con poca participación.

En el 2010 el Mundial se realiza en Sudáfrica, con el tan esperado triunfo de España, que posee uno de los ambientes futbolísticos de mayor importancia. El subcampeón fue Holanda, que también merece el campeonato por sus logros pasados y presentes. La imagen “infartante” de la final fue la del arquero Iker Casillas cuando estira su pierna desviando la pelota con destino de red enviada por Robben. La poca experiencia de Maradona como director técnico confirmó los temores acerca del seleccionado argentino.

La síntesis siguiente menciona al campeón y al subcampeón de cada Mundial, con el recuento posterior de tales resultados:

1930….Uruguay – Argentina
1934….Italia – Checoslovaquia
1938….Italia – Hungría
1950….Uruguay – Brasil
1954….Alemania – Hungría
1958….Brasil – Suecia
1962….Brasil – Checoslovaquia
1966….Inglaterra – Alemania
1970….Brasil – Italia
1974….Alemania – Holanda
1978….Argentina – Holanda
1982….Italia – Alemania
1986….Argentina – Alemania
1990….Alemania – Argentina
1994….Brasil – Italia
1998….Francia – Brasil
2002….Brasil – Alemania
2006….Italia – Francia
2010….España – Holanda
2014..Alemania - Argentina

1- Brasil (5 campeonatos – 2 subcampeonatos)
2- Alemania (4 campeonatos – 4 subcampeonatos)
3- Italia (4 campeonatos – 2 subcampeonatos)
4- Argentina (2 campeonatos – 3 subcampeonatos)
5- Uruguay (2 campeonatos)
6- Francia (1 campeonato – 1 subcampeonato)
7- España (1 campeonato)
8- Inglaterra (1 campeonato)
9- Holanda (3 subcampeonatos)
10- Hungría (2 subcampeonatos)
11- Checoslovaquia (2 subcampeonatos)
12- Suecia (1 subcampeonato)

(España e Inglaterra tienen un mismo desempeño, incluso considerando hasta un cuarto puesto obtenido por cada uno)

Europa: 11 campeonatos
Sudamérica: 9 campeonatos

sábado, 22 de febrero de 2014

La negación de lo evidente

Entre los síntomas que caracterizan la vigencia de la mala política aparece la cínica tendencia a negar lo evidente. No se trata simplemente de decir mentiras, lo cual implica dar una falsa información, o un falso testimonio de algo que el receptor no pudo observar, sino de la simple negación de lo que todos estamos viendo. Lo lamentable de esta situación es que importantes sectores de la sociedad aceptan participar en la farsa creada por el político negador y mentiroso.

Los temas investigados por las ciencias sociales se caracterizan por ser accesibles a la observación, ya que consisten en seres humanos bajo diversos tipos de interacción; algo que permite disponer de una imagen concreta del fenómeno estudiado. Esto contrasta notablemente con la labor del físico, que debe agudizar su imaginación para formarse imágenes de los complejos fenómenos naturales que estudia, ya que éstos, muchas veces, ni siquiera admiten imágenes concretas. De ahí que pueda decirse que las ciencias sociales son engañosamente simples, o insospechablemente complejas.

Esta complejidad ampara la habilidad de los políticos que juegan sucio, más aún cuando saben que lo que motiva a las personas no es la realidad misma, sino la opinión que de ella tengamos. El falso testimonio o la falsa descripción tienden a reemplazar de las mentes individuales a toda descripción compatible con la realidad. Si la propaganda lleva casi siempre alguna mentira encubierta o alguna omisión importante, la propaganda política puede incluso promover un total enmascaramiento de la realidad. La negación de lo evidente viene asociada, por lo general, a la delincuencia. Si la psicología considera que toda anormalidad mental implica alguna forma de desajuste entre la realidad y la imagen que de la realidad nos formamos, como es el caso de las distintas neurosis, puede decirse que los políticos que niegan las evidencias, y mienten sistemáticamente, inducen sobre la sociedad cierta neurosis colectiva. Además, cuando tienden a dividirla en dos bandos bien definidos y antagónicos, crean las condiciones propicias para la violencia a gran escala, tales los casos del peronismo, del kirchnerismo, del chavismo y de los “tradicionales” nazi-fascismo y marxismo.

Si se analizan con atención los discursos de los políticos totalitarios, se advertirá que son bastante similares a los emitidos por los políticos con vocación democrática. Así, se pueden observar videos en donde Hitler proclama abiertamente “la paz”, y cosas semejantes. Recientemente hemos visto en televisión al líder venezolano Nicolás Maduro cuando habla a favor del amor y en contra del odio, cuando todo el mundo sabe que trata de mantener dividida a la sociedad de Venezuela alentando peligrosamente la violencia entre sectores. La similitud entre discursos se debe a que los democráticos dicen la verdad y los totalitarios mienten sistemáticamente. La negación de la propia autenticidad les permite disponer de un disfraz que les resulta necesario para mantener el poder a cualquier costo. Para evitar los engaños, debemos tener en cuenta la sugerencia bíblica: “Por sus frutos los conoceréis”.

El asesinato de Génesis Carmona, una estudiante de 21 años, resulta ser un acontecimiento representativo de la actual división social promovida por el chavismo. Como resulta característico en los sectores de izquierda, para Maduro fue más importante la rotura de vidrios en ómnibus estatales que la vida de la estudiante. Ella simboliza, para el chavismo, la clase social que “odia a los trabajadores porque tienen una ideología racista” (Maduro). En realidad, en el mensaje de Maduro pudo advertirse cierto racismo de su parte, cuando recordaba ser tratado despectivamente como “negro….(más otro adjetivo)” por “los gringos”, que parecen ser los venezolanos descendientes de europeos; por lo que generalizó su actitud diciendo: “Vos sos gringo en tu mente y en tu maldad”.

Al desprecio del mencionado sector por su origen étnico, se suma el desprecio chavista a la “burguesía”, por lo que aparece superpuesta otro tipo de discriminación, la social. De ahí que pueda decirse que Maduro discrimina tanto étnica como socialmente, personificando tanto la tendencia del nazismo, que discrimina racialmente, como la del marxismo, que discrimina socialmente. Sin embargo, cínicamente califica a los opositores como “fascistas”, negando lo evidente. La paranoia chavista encuentra enemigos y destituyentes en todas partes, incluso en el sector mayoritario de la población que tan sólo ambiciona vivir con cierta seguridad y comodidad, y que tiene muy poco interés en apoyar la lucha contra el “imperialismo” y mucho menos una lucha contra la gente decente, de la cual forma parte.

En oposición a los discriminadores que dividen a la gente, promoviendo el cáncer social, existen los unificadores de pueblos como fueron Mahatma Gandhi y Nelson Mandela. Ambos fueron discriminados en Sudáfrica, en donde Gandhi vivió durante algunos años. Sin embargo, la capacidad de amar que llevaban significaba simultáneamente una incapacidad para odiar, y de ahí el gran ejemplo que dejaron y los importantes resultados que produjeron como hombres públicos.

La izquierda no solamente fracasa en lo económico, sino en lo político, precisamente porque ignora la ciencia económica tanto como las elementales normas de convivencia humana. La búsqueda socialista de la total unificación del poder en un partido y en una persona, es la peor alternativa. Recordemos que, desde la época de Nerón y Calígula a la de Hitler y Stalin, las grandes catástrofes sociales se produjeron cuando el poder se concentró en un individuo con excesivas ambiciones de poder, y con sentimientos de odio y necesidad de venganza, como parece ser el caso del líder venezolano.

Tan peligroso personaje, sin embargo, ha recibido el apoyo de muchos sectores, ya que, pareciera, existen dos leyes sociales que están sobre todas las demás, incluso sobre los mandamientos bíblicos de no matar y de no mentir, y son la ley de Marx (La burguesía tiene todos los defectos y el proletariado todas las virtudes) y la ley electoral (El político que accede al gobierno por mayoría de votos tiene el derecho a hacer lo que le venga en ganas y el pueblo la obligación de acatar sin protestar sus sabias decisiones). Recordemos que Perón fue golpista antes de acceder al poder, lo mismo que Chávez. Incluso Fidel Castro subió al poder en 1959 mediante una revolución, y no por elecciones; tales los casos de los “principales defensores de la democracia en Latinoamérica” (para los sectores totalitarios).

El sistema democrático tiene como objetivo proteger al ciudadano de los efectos de una posible unificación total del poder estatal en una sola persona; de esa necesidad surgen la división de poderes (Ejecutivo, Legislativo, Judicial) como las elecciones periódicas que prohíben las reelecciones. Puede decirse que el chavismo venezolano, como lo fuera el peronismo, o incluso como lo es el kirchnerismo, ni siquiera tienen vocación democrática, sino que son movimientos políticos cuyos integrantes aspiran al poder por el poder mismo, importándoles mucho más lograr sus ambiciones personales y promover cuestiones ideológicas que los resultados concretos en favor del bienestar y de la seguridad de la gente. La vía electoral les resulta el paso más fácil para acceder al poder y por ello adoptan el disfraz respectivo.

Luego de los conflictos de Venezuela, aparecieron voces en apoyo hacia Maduro, como fue el caso del dirigente kirchnerista Luis D`Elía, quien manifestó que “habría que fusilar a Leopoldo López” (líder opositor venezolano). En el pasado había “festejado” el atentado a las torres gemelas. Hubo también un explicito apoyo del Gobierno argentino al presidente venezolano que tuvo un acceso legitimo al poder (aunque con dudas), pero con una notable ilegitimidad en cuanto a su gestión.

Los medios periodísticos informan que en Caracas hubo unos 25.000 asesinatos durante el último año. Una de las causas fue la gran cantidad de armas que Hugo Chávez repartió al crear milicias populares para que lo apoyaran ante posibles golpes de Estado. Este hecho favoreció la escalada de violencia, como pudo observarse en el caso de los motociclistas chavistas armados que disparaban contra la población que reclamaba mejoras económicas y sociales. También Eva Perón viajó alguna vez a Europa para comprar armas para sus seguidores, ya que, al igual que Chávez, trataba de utilizar a las masas en su favor y en contra de la “oligarquía” que tanto odiaban.

Pueden encontrarse muchas semejanzas entre el chavismo y el kirchnerismo, tal la tendencia totalitaria de tener bajo control a todos los medios de información; comprar votos con planes sociales que no discriminan entre quienes los necesitan y quienes no; gastar mucho más de lo que el Estado puede mediante una emisión monetaria excesiva; culpar a la oposición por la inflación resultante aprovechando la situación para acentuar los controles; disciplinar a la justicia para proteger a quienes cometen actos de corrupción; realizar expropiaciones que favorecen la huida de capitales hacia el “imperialismo enemigo”; dividir a la sociedad en dos sectores antagónicos, etc. Patricia Bullrich escribió: “El Estado, de manera oportunista, prescinde de la ley cuando no le conviene, la cambia cuando no le gusta y no la respeta cuando le incomoda. Sólo la aplica cuando le conviene. Cuando la ley no se cimienta como el marco que otorga previsibilidad a las relaciones sociales se impone la inestabilidad, que opera como una herramienta de sometimiento social utilizada por la dirigencia” (De “El desafío argentino”-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2005).

En la Venezuela chavista han aparecido las tradicionales colas socialistas para la obtención de alimentos y bienes esenciales; muchos de ellos importados de otros países latinoamericanos. Las expropiaciones de empresas y los controles han perjudicado seriamente la producción. En lugar de favorecer el trabajo genuino, se han otorgado subsidios a la vagancia y a la violencia. Se acentúa la vigencia del pensamiento único, el socialista, ya que incluso han expulsado a los pocos medios de información independientes que quedaban en el país.

El reemplazo de empresarios por políticos ha demostrado ser fatal para la economía, de ahí que, en lugar de expropiar y nacionalizar, las tendencias socialdemócratas prefieren hacer trabajar a la empresa “libremente” para luego confiscarle la mayor parte de sus ganancias. Esta ha sido una innovación similar a la propuesta por el secretario de Gengis Khan cuando le sugirió esclavizar a los pueblos conquistados para hacerlos trabajar en su favor en lugar de eliminarlos, como era costumbre en esas épocas. Otra innovación, esta vez propuesta por el kirchnerismo, ha sido la de priorizar el consumo a la inversión, al revés de lo recomendado por la ortodoxia económica, mientras el pueblo, una vez más, debe hacer de conejillo de Indias soportando los distintos ensayos, esperando que alguna vez podamos comenzar una etapa exenta de algún tipo de crisis.

jueves, 20 de febrero de 2014

El sentido de la vida

Gran parte de los conflictos individuales y colectivos son descriptos por Víktor Frankl como los efectos o las consecuencias de la falta de un sentido de la vida. De ahí que la felicidad habría de lograrse luego de la posesión de una orientación adecuada. Incluso relata su propia experiencia, como prisionero en un campo de concentración nazi, favorecido aun en tales circunstancias por la posibilidad de un futuro importante. Tanto el aburrimiento como la indiferencia son síntomas que aparecen en el individuo que “tiene todo” menos un adecuado sentido de la vida. Esta carencia constituye el “vacío existencial”. Al respecto escribió: “Lo más profundo del hombre no es el deseo de poder ni el deseo de placer, sino el deseo de sentido”.

Debemos distinguir entre el sentido de la vida aparente asociado al orden natural y a la humanidad, y el sentido de la vida individual que adoptamos como integrantes de la misma, pudiendo resumirse en el siguiente esquema:

I) Sentido de la vida impuesto por el orden natural a toda la humanidad
II) Sentido de la vida elegido por cada individuo para adaptarse a la sociedad

En el primer caso, debemos contemplar la existencia de un orden natural que nos impone la obligación de adaptarnos a sus leyes mediante la adaptación cultural, como una prolongación de la adaptación biológica. Julian Huxley escribió: “Es como si el hombre hubiese sido designado, de repente, director general de la más grande de todas las empresas, la empresa de la evolución, y designado sin preguntarle si necesitaba ese puesto, y sin aviso ni preparación de ninguna clase. Más aún: no puede rechazar ese puesto. Precíselo o no, conozca o no lo que está haciendo, el hecho es que está determinando la futura orientación de la evolución en este mundo. Este es su destino, al que no puede escapar, y cuanto más pronto se dé cuenta de ello y empiece a creer en ello, mejor para todos los interesados” (De “Nuevos odres para el vino nuevo”–Editorial Hermes-Buenos Aires 1959).

Desde un punto de vista religioso, puede decirse que, luego de esa imposición, el hombre ha de tomar parte en el proceso de la formación de la humanidad, vislumbrándose un sentido de la vida impuesto por el orden natural a todos los que la constituimos. Henri Bergson escribió: “Lo más sublime que Dios ha creado es haber hecho al hombre cooperador suyo en la creación”.

Cuando nos sentimos parte de la humanidad y tenemos en cuenta el sentido aparente del universo, como una sucesión de etapas evolutivas que conduce a la aparición de la vida inteligente, respondemos tratando de adecuar nuestras aptitudes espirituales, que podemos sintetizar bajo el siguiente esquema:

Espiritualidad = Aptitudes afectivas (ética) + Aptitudes cognitivas (intelectualidad)

El desarrollo y avance de la humanidad, hacia mayores niveles de adaptación, requiere de cada uno de nosotros la adopción de una actitud cooperativa, de ahí que el bien, asociado a la ética individual, puede considerarse como el requisito básico que responde al mencionado sentido de la vida. Podemos definir entonces al bien y a la felicidad como la consecuencia de aceptar, en un grado adecuado, al sentido de la vida que nos impone el orden natural, mientras que el mal y la infelicidad serian las consecuencias de haber ignorado o rechazado tal sentido. Víktor Frankl escribió: “Tarde o temprano nos veremos obligados, no ya a moralizar, sino a ontologizar la moral; habrá que definir el bien y el mal, no como algo que debamos o no hacer, sino el bien como aquello que favorece la realización del sentido que se encomienda a un ente y se le exige, y el mal como aquello que impide esa realización”.

“La mera supervivencia no puede ser el valor supremo. Ser hombre significa estar orientado y ordenado a algo que no es uno mismo. La existencia humana se caracteriza por su autotrascendencia. Cuando la existencia humana no apunta más allá de sí misma, la permanencia en la vida deja de tener sentido, es imposible. Ésta fue al menos la lección que yo aprendí en los tres años que hube de pasar en Auschwitz y en Dachau, y los psiquiatras militares pudieron confirmar en el mundo entero que los prisioneros de guerra más capacitados para sobrevivir eran aquellos que se orientaban hacia el futuro, hacia una meta de futuro, hacia un sentido que debían cumplir en el futuro. ¿No puede aplicarse esto, por analogía, al tema de la supervivencia de la humanidad?”. “Pero si la humanidad quiere encontrar un sentido que sea válido para todos, debe dar un nuevo paso. Después de haber alcanzado, hace miles de años, el monoteísmo, la fe en un solo Dios, debe llegar a creer en una sola humanidad. Hoy necesitamos más que nunca un monantropismo” (De “El hombre doliente”-Editorial Herder SA-Barcelona 1987).

El sentido de la vida que nos impone el orden natural, puede considerarse como un colectivismo en el cual resulta importante la vida de todo individuo, distinguiéndose de los colectivismos parciales, creados por los lideres totalitarios, en los cuales la vida de los individuos poco importa. Así como muchos encuentran en la militancia política colectivista el sentido de la vida que mucho les hacia falta, el colectivismo asociado a toda la humanidad puede ofrecer el sentido carecido todavía por muchos.

También Alfred Adler considera al vínculo entre el orden natural y el hombre como el destinatario de nuestros pensamientos orientados a la búsqueda de sentido. Al respecto escribió: “Preguntar por el sentido de la vida no tiene valor ni interés, sino teniendo en cuenta el sistema correlativo Hombre-Cosmos. Es fácil comprender que el Cosmos posee en esta correlación una fuerza formadora; es, por así decirlo, el padre de todo lo viviente y toda vida está en continua pugna para satisfacer debidamente las exigencias cósmicas”. “El hecho global de la evolución creadora de todo cuanto vive nos enseñará que la orientación del desarrollo evolutivo persigue en toda especie un fin determinado: el de la perfección y adaptación activa a las exigencias cósmicas”.

Para Adler, la plena adaptación implicará, no sólo la obtención del sentido de la vida de todo hombre, sino la formación de una sociedad basada en el “sentimiento de comunidad”. Al respecto escribió: “Hablamos de adaptación activa excluyendo así todas aquellas concepciones fantásticas que asocian esa adaptación a la situación momentánea o al cese de toda vida; aquí, muy al contrario, se trata de una adaptación «sub specie aeternitatis» [bajo una perspectiva de eternidad], puesto que no es «verdadera» sino aquella evolución corporal y psíquica susceptible de conservar su validez por un futuro imprevisible. Este concepto de adaptación activa significa, además, que tanto el cuerpo y el alma como toda la organización de la vida deben tender hacia esa adaptación última, hacia la superación de todas las ventajas y desventajas que el Cosmos nos ofrece”.

“Nuestra idea de sentimiento de comunidad ha de llevar en sí el objeto de una comunidad ideal como forma definitiva de la humanidad, como un estado en que todos los problemas que nos plantea la vida y nuestras relaciones con el mundo se nos parecen como ya resueltos. Pues todo aquello que encontremos valioso en nuestra vida, todo lo que subsiste y subsistirá, es siempre un producto de este sentimiento de comunidad, de este ideal orientador, de esta final meta de perfección” (De “El sentido de la vida”-Luis Miracle Editor-Barcelona 1959).

Mientras que la religión, en el pasado, ofrecía y satisfacía la necesidad de sentido en los hombres, el abandono de la misma, junto a otras tradiciones, en cierta forma provocó en ellos un desamparo existencial. Joseph B. Fabry escribió: “Los antiguos valores, los mismos que sirvieron de inspiración a muchas generaciones anteriores para vencer su desesperación y dotar a sus vidas de un sentido, no eran dignos ya de su confianza, ni siquiera para quienes en otro tiempo creyeron encontrar sus principios en la religión. Por otra parte, estas personas aún no habían aprendido a confiar en sus propios valores interiores para orientar sus vidas en una dirección satisfactoria. Situados entre el rechazo de los valores tradicionales y su incapacidad para descubrir el sentido individual de su existencia, en su interior se había abierto el vacío” (De “La búsqueda de significado”-Fondo de Cultura Económica-México 1977).

El sentido individual de la vida está asociado al rol social que hemos elegido, o aceptado. Las metas personales definidas (ser músico, jugador de fútbol, escritor, médico, empresario, etc.) constituyen una parte importante del sentido de la vida de cada hombre.

Cuando las acciones, ideas y sentimientos de un individuo son compatibles con el sentido de la vida que el orden natural nos ha impuesto, el placer constituye la última etapa de la felicidad. Por el contrario, quien carece de tal sentido básico, buscará la felicidad en forma compulsiva, pero sin éxito. Así, quien trabaja arduamente durante una jornada completa, disfrutará plenamente de la comida, la bebida y el descanso reparador, mientras que quien vive ociosamente tiende, en muchos casos, a comer y a beber en forma excesiva deteriorando su salud y apenas logrando un pequeño nivel de felicidad.

Algo similar ocurre con las vacaciones y los días feriados, que son muy valorados por la gente trabajadora pero apenas disfrutados por quienes poco trabajan. En el sexo sin amor ocurre otro tanto. Viktor Frankl escribió al respecto: “En este vacío existencial prolifera la libido sexual. Sólo de este modo se puede explicar la inflación sexual que se produce en nuestro tiempo. Como toda inflación, incluida la del mercado de dinero, conduce a una devaluación. La sexualidad, en efecto, se va desvalorizando en el curso de la inflación sexual a medida que se deshumaniza”.

Quienes tienen mucha necesidad de diversión son generalmente aquellos que no encontraron todavía un sentido para sus vidas. También quienes caen en el vicio, desde el alcohol a las drogas, carecen de un sentido definido. Viktor Frankl escribió: “La prueba de que en el 90% de los casos crónicos de alcoholismo agudo por ella analizados [una alumna] aparecía un acusado complejo de vacío existencial”. “Lo mismo cabe decir, en términos análogos, de la esclavitud de las drogas. De creer a Stanley Krippner, en los drogadictos aparece el complejo de vacuidad en el cien por cien de los casos. Al preguntárseles si para ellos todo había dejado de tener sentido, la respuesta fue afirmativa, sin una sola excepción [en los casos estudiados]” (De “Ante el vacío existencial”-Editorial Herder SA-Barcelona 1986).

Es oportuno decir que, siguiendo un razonamiento elemental, como el aquí expuesto, se puede vislumbrar la posibilidad de adoptar un sentido de la vida objetivo, llegándose a conclusiones similares al obtenido mediante la fe, asociada a la religión tradicional. La utilización del razonamiento, vinculado a la religión natural y a la ciencia experimental, brinda una alternativa para quienes todavía no encontraron un sentido para sus vidas.

lunes, 17 de febrero de 2014

Culpables por la inflación

El sector político gobernante en la Argentina ignoró durante varios años la inflación existente tergiversando las estadísticas oficiales e incluso multando a quienes las elaboraban desde el sector privado. Ante la conveniencia ocasional de acercarse a la verdad, dejó de lado la táctica anterior aunque esta vez para responsabilizar a empresarios, y a medios de información opositores, por la inflación existente, autoexcluyéndose de toda responsabilidad, siendo un síntoma de que poco o nada hará por revertir la situación. Carlos S. La Rosa escribió: “La historia del Indec K es la de la mentira argentina más burda en lo que va del siglo y el hecho de persecución política más significativo que realizó el gobierno kirchnerista en toda su trayectoria. Por eso indigna que ahora quieran autoindultarse tratando de reconstruir un índice inflacionario cercano a la verdad porque se los exija el Fondo Monetario Internacional, pero sin pedir disculpas y ni siquiera admitir indirectamente las gravísimas faltas que cometieron en estos siete años de absoluta falsedad estadística” (Del Diario “Los Andes”-Mendoza 15/02/2014).

Las personas que tienen dignidad, o que son dignas de su esencia humana, son aquellas que respetan la integridad ética propia y la de las demás personas. Sin embargo, por alguna conveniencia circunstancial, a veces se deja de lado el cumplimiento de normas éticas aunque sin menospreciar su valor, de donde surge la hipocresía. La peor alternativa la constituye el que miente descaradamente a toda la población de un país, tratándose de un síntoma de “cinismo a gran escala”. La pérdida de dignidad de los gobernantes resulta ser un mal ejemplo para la sociedad, especialmente en épocas de severa crisis moral. Paul Foulquié escribió: “Como actitud moral o práctica, el cínico desprecia, no sólo los convencionalismos, sino también la moral, que viola sin sombra de vergüenza o pesar, incluso con afectación de impudor” (Del “Diccionario del Lenguaje Filosófico”-Editorial Labor SA-Barcelona 1967).

Los procesos inflacionarios argentinos, generalmente comienzan con la decisión del gobierno de devaluar el dinero, induciendo a que todo individuo trate de proteger su patrimonio, o incluso a sobreprotegerse cayendo en la especulación. Así, cuando un comerciante, que recarga habitualmente el 30% sobre el costo de cierta mercadería, recibe la reposición con un aumento similar, o superior, advierte que ha ganado muy poco, o incluso que ha perdido dinero. De ahí que, en adelante, tratará de protegerse de la inflación remarcando con un 50%, o más, sobre su costo. Existirá, por lo tanto, una delgada línea entre protección y especulación, mediante la cual buscará mayores ganancias mientras la gente siga comprando. También podrá sufrir pérdidas cuando a la gente cada vez le rinda menos el sueldo.

La suba de precios, debida a la emisión monetaria a un ritmo superior al del crecimiento de la producción, generalmente se realiza para cubrir los gastos excesivos por parte del Estado, lo que se ha denominado “inflación política”. G. A. Pastor escribió: “La inflación política debe conducir a la reglamentación más estricta y extensa posible; hacer la inflación con el máximo de los medios y aprovechar de ellos para excitar a las masas contra los especuladores, los intermediarios, los financistas internacionales, etc.”. “Recomienda especialmente el control de los precios. A medida que la inflación empuja a la moneda hacia su depreciación y que los precios suben, los comerciantes buscan la manera de eludir sus consecuencias, tratando de aumentar sus precios de venta para poder, por lo menos, reponer lo que venden. Al mantener los precios oficiales muy lejos de su valor real, el gobierno transforma a todos los comerciantes en delincuentes y a sus clientes en cómplices” (De “La inflación al alcance de todos”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1958).

Otro de los culpables por el proceso inflacionario es el propio electorado que, aun con una inflación anual de alrededor de un 20%, apoyó masivamente el proceso político y económico con un 54% de los votos. Este porcentaje llevaba asociado un implícito mensaje que podía interpretarse como un “estamos contentos con la inflación y deseamos la profundización del modelo”. Si bien se puede rechazar esta expresión aduciendo que no fue ése el deseo mayoritario, debemos decir que el que desea verdaderamente comprarse un automóvil es el que trabaja a un ritmo acorde a su precio, y no el que declama diariamente cuál es su ambición. De la misma forma, debemos tomar las acciones y decisiones humanas como sus verdaderos deseos, porque los efectos producidos se deben a ellas.

Es conveniente mencionar algunos aspectos asociados a la inflación y que muchas veces no son tenidos en cuenta por la población. En primer lugar, debemos tener presente el caso de una economía estable, para hacer comparaciones posteriores. Supongamos una producción inicial de 100 unidades con un costo de $ 1 por unidad. Para permitir los intercambios sin inconvenientes, debe existir una cantidad de dinero circulante de $ 100. De lo contrario, disponiendo de una cantidad inferior, varias transacciones no podrán realizarse. Si, luego de un año, la producción se incrementa en un 3%, el organismo de emisión monetaria deberá imprimir ese mismo porcentaje para mantener la economía en pleno funcionamiento.

Veamos ahora lo que ocurre en un proceso inflacionario. Supongamos nuevamente que el periodo se inicia con 100 unidades a $ 1 por unidad. Para simplificar, supongamos que durante el año no existe incremento de la producción, pero resulta que el organismo de emisión incrementó el circulante en un 10% anual, es decir, en $ 10, siendo el circulante total de $ 110.

Si la producción sigue sin aumentar durante el año siguiente y el déficit del Estado requiere para su funcionamiento un exceso de emisión similar al anterior, la inflación anual será también del 10%. En este nuevo periodo, ese porcentaje implica un incremento de los precios de $ 110 x 0,10 = $ 11. Luego, el circulante total necesario para el segundo año será de $ 110 + $ 11 = $ 121.

El detalle importante es que, para mantener un nivel de actividad que no sea afectado por la falta de dinero circulante, el Estado debe imprimir (para un mismo nivel de gastos) cada año un poco más que el anterior, por lo que el proceso se realimenta hasta hacerse incontrolable. Aun cuando los gastos estatales estén “bien destinados” (lo que no es un caso frecuente), resulta que el “remedio” termina siendo peor que la enfermedad. Enrique Ballestero escribió: “La inflación avanzaba mucho más deprisa que los esfuerzos del gobierno para crear empleo, y además (esto era lo paradójico) se destruía empleo en el sector privado. La economía entraba en un proceso de desorganización e ineficacia”. “El ahorro de las empresas no se invierte todo él en crecimiento real, ni siquiera en actividades normales de producción, sino también en actividades especulativas, como los stocks extraordinarios de materias primas para aprovechar la coyuntura alcista de sus precios. El ahorro de los agricultores parece entonces el único importante (aunque la parte que se autoinvierte en las explotaciones agrarias genera directamente poco empleo). Ponderando estos factores, hay que concluir que la inflación desestimula el ahorro, sobre todo en países indisciplinados y sin hábitos de ahorrar, que suelen ser también los más inflacionistas”.

Otro aspecto a tener presente es que, cuando el porcentaje mensual de inflación es del orden del 2% (igual para todos los meses), la inflación anual es cercana al 24%. Sin embargo, cuando es el orden del 4% mensual (igual para todos los meses) la inflación anual resulta cercana al 54%, apareciendo otro elemento que favorece el descontrol del proceso. Enrique Ballestero escribió: “Los reyes que adulteraban la moneda (causa frecuente de inflación en la antigüedad) lo hacían dentro de una política fiscal. No se atrevían a subir los impuestos, una decisión heroica que les llevaba a enfrentarse directamente con los representantes del pueblo, y recurrían al subterfugio de las emisiones metálicas de baja ley. La creación de dinero para financiar el gasto público, cualquiera que sea el procedimiento utilizado, equivale a una exacción tributaria, pero con una particularidad: es un impuesto que se carga sobre las clases sociales más débiles y sobre los individuos más ingenuos, ya que los ricos y los bien informados tienen oportunidades para defenderse del «pillaje»”.

Combatir la crisis inflacionaria implica que se deben reducir y eliminar sus causas, tal el gasto público excesivo. En la Argentina, además, tanto los gobernantes como un importante sector de la población, deben reconocer que dicho gasto es la causa principal del proceso destructivo de la economía. El citado autor escribió: “Si la inflación se genera a partir de las tensiones económicas que tienen, a menudo, una raíz política (como por ejemplo, los programas de gasto público o las reivindicaciones salariales, más allá de toda prudencia), las mejores medidas antiinflacionarios consistirán en atacar las causas reales y no sus efectos puramente monetarios. Al menos, ésta es la primera impresión que recibe un economista encarado al problema. Un gobierno responsable comenzará eliminando derroches, lo cual equivale a tomar unas medidas tan valientes como prescindir de buena parte de la burocracia, especializada en la malversación institucional de los recursos. Paralelamente, el gobierno tendrá que promover pactos sociales con los sindicatos y las asociaciones de empresarios, que aseguren una paz laboral en beneficio de todos; la espiral de inflación perjudica a los trabajadores (el salario puede perder valor adquisitivo) y perjudica también a las empresas (entre otras cosas, por la atmósfera conflictiva y sus repercusiones sobre la productividad” (De “Introducción a la teoría económica”-Alianza Editorial SA-Madrid 1988).

En cuanto a la estrategia utilizada para reducir la inflación, consideremos el siguiente ejemplo: si en un año existe un 3% de aumento del PBI y una tasa de inflación del 6%, será necesaria una impresión monetaria del 9% para mantener la plena actividad. De ahí que una acción concreta, por parte del Estado, será reducir la impresión monetaria hasta el 7 o el 8%, bajando un poco la inflación. Luego de algunos años, podrá llegarse a una inflación aceptable, o normal. Adviértase que un país que tergiverse las propias estadísticas oficiales, estará imposibilitado para hacerlo por no disponer de la información necesaria para realizar aun los cálculos más simples. G. A. Pastor escribió:

“Suspender la inflación no presenta problemas teóricos, como no los presenta científicos, en medicina, el hecho de suspender el alcohol a un alcohólico o el tabaco a un fumador. Con reducir la emisión de medios de pago a sus límites normales el problema está resuelto”. “Pero así como los alcohólicos, o los fumadores, en general, no quieren ser curados de su vicio y oponen toda la resistencia posible a los esfuerzos del médico, así también los esfuerzos coaligados de los obreros, de los especuladores y de los industriales se oponen, en general, a la suspensión de la inflación”.

lunes, 10 de febrero de 2014

Etnocentrismo y relativismo cultural

Albert Einstein comparaba el egoísmo de los individuos con el nacionalismo de los pueblos. De ahí que pueda decirse que el egoísmo de los individuos que componen el grupo social se proyecta en una actitud generalizada dominante, que es el etnocentrismo, siendo el nacionalismo uno de sus aspectos. Juan José Sebreli escribió: “El nacionalismo es fundamentalmente espíritu de seriedad, pues sacrifica la libertad y la subjetividad a valores que, santificados por el respeto, se nos aparecen como absolutos e incondicionales; frente a ellos, el individuo no cuenta. Para el nacionalista, cada hombre y cada institución tienen su lugar establecido de antemano dentro de la sociedad; nada se pone en tela de juicio: la superioridad de la raza hispánica, la bondad de la Iglesia Católica, la moralidad de la familia, la utilidad de la violencia, la degeneración de todo rebelde o no conformista, etc.” (De “Escritos sobre escritos, ciudades bajo ciudades”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1997).

Respecto del etnocentrismo, Paul B. Horton y Chester L. Hunt escribieron: “El etnocentrismo es la tendencia de cada grupo a dar por supuesta la superioridad de la propia cultura. Suponemos, sin detenernos a pensarlo o discutirlo, que la monogamia es mejor que la poligamia, que la gente joven ha de ser la que elija a su propia pareja, y que es mejor que los matrimonios vivan en hogares aparte. Nuestra sociedad es «progresiva», mientras que el mundo de los pueblos no occidentales vive en el «atraso»; nuestro arte es noble y bello, en tanto que el de las sociedades retrógradas es grotesco y degenerado; nuestra religión es la verdadera, las otras sólo son supersticiones paganas”.

“El etnocentrismo hace que consideremos nuestra cultura como un modelo con el que se tienen que medir las otras culturas, que son buenas o malas, adelantadas o atrasadas, genuinas o extrañas, en la medida en que se parezcan a la nuestra. Esto queda reflejado en su parte positiva, frases tales como «pueblo elegido», «progresivo», «raza superior», «verdaderos creyentes» y, por el lado negativo, ciertos epítetos como «demonios extranjeros», «infieles», «paganos», «pueblos retrógrados», «bárbaros» y «salvajes». Al igual que aquel individuo de Boston que «no necesitaba viajar porque ya había llegado a donde tenía que estar», por lo general, reconocemos enseguida el etnocentrismo en los otros y muy difícilmente el nuestro” (De “Sociología”-McGraw Hill de México SA-México 1970).

La actitud opuesta al etnocentrismo es la del revolucionario que ve todo malo en su sociedad y por ello busca cambiarla de raíz, borrando en lo posible todo rastro de las costumbres previas, principalmente en lo que se refiere a la religión, para dar así lugar al socialismo. Esta vez la comparación se establece entre una sociedad real y una sociedad imaginaria, o utópica. Recordemos que “utopía” significa “en ninguna parte”. Luego, ninguna sociedad real podrá competir contra una sociedad imaginaria. Si, por el contrario, se hace referencia al socialismo real, se dirá entonces que el socialismo teórico fue “mal aplicado” por lo que se mantiene en vigencia la ilusión utópica.

Varias son las causas por las que existe el etnocentrismo, siendo la principal el sentimiento de poca valía individual que trata de evitarse exagerando los atributos del grupo al cual se pertenece. Los autores citados escriben: “Cinco de las categorías sociales más etnocéntricas están constituidas por las mujeres, los ancianos, los menos instruidos, los que llevan una vida poco activa en los asuntos de la comunidad, y los religiosos ortodoxos. Estas categorías son quizá más etnocéntricas porque estos grupos se relacionan menos con los demás grupos en nuestra sociedad”.

“Los grupos son etnocéntricos porque el hombre es un ser con hábitos. El hombre aprende a gozar de la cultura de su sociedad”. “Los grupos son etnocéntricos porque no comprenden lo que un rasgo significa para el que lo practica. Como no nos damos cuenta de cómo siente la gente en una situación determinada, les imputamos los mismos sentimientos que experimentaríamos nosotros en una situación semejante”. “Somos etnocéntricos porque nos han impulsado a serlo. El complejo cultural del patriotismo nacional, es quizás la fuente mayor del etnocentrismo deliberadamente cultivado”. “Algunos de nosotros somos etnocéntricos como una especie de defensa contra nuestras propias deficiencias”.

En cuanto a los efectos del etnocentrismo, escriben: “El etnocentrismo refuerza el nacionalismo y el patriotismo. Sin etnocentrismo, es imposible una fuerte conciencia nacional. El nacionalismo es otra faceta de la lealtad hacia el grupo. Los periodos de tensión y conflicto nacional van siempre acompañados de una intensa propaganda etnocentrista”. Respecto de la protección contra el cambio: “Si nuestra cultura es la más perfecta del mundo, ¿por qué habríamos de recurrir a las innovaciones extranjeras?”. “El etnocentrismo ciega al grupo acerca de los propios hechos y los de los demás. Nuestro propio interés exige muchas veces la valoración segura de los motivos, aptitudes y realizaciones de los otros grupos. Si un gobierno se equivoca respecto a las intenciones y aptitudes de las otras naciones, esto conduce al pueblo a la destrucción, como lo demostraron recientemente los alemanes y los japoneses [hacen referencia a la Segunda Guerra Mundial]”.

Respecto del colonialismo: “El siglo XIX vio el desarrollo del espíritu colonial y de una filosofía que supuso, tranquilamente, que las naciones occidentales, como portavoces que eran de una cultura superior, tenían la obligación de asumir el gobierno en las regiones de Asia y África”. “El colonialismo terminó de una manera violenta; y el etnocentrismo occidental ha sido hoy sustituido por el etnocentrismo indígena, todavía más rígido e intolerante, de aquellos pueblos”.

Desde el punto de vista del etnocéntrico, existirá cierto “absolutismo cultural” centrado en la cultura de su país. Luego, el mundo entero se encontrará dividido en una gran variedad de estos “absolutismos”, por lo que tal conjunto podrá interpretarse mediante el relativismo cultural, el cual valida todas las posturas sin proponer un criterio de selección en la que alguna sea superior a otra. Sin embargo, desde el punto de vista de los resultados que producen las distintas culturas, en principio existe un criterio de selección, que es el que permite, además, que una sociedad incorpore las ventajas que observa en otra, reduciendo los conflictos que se derivan tanto del nacionalismo como del socialismo. Debe buscarse la emulación antes que la competencia y la destrucción de lo diverso.

El absolutismo cultural, no asociado a ninguna cultura en particular, adopta el criterio de la ciencia experimental, buscando leyes naturales de validez universal y verificando los distintos hechos culturales en función de los resultados que produzcan. De ahí que, por el ejemplo, el asesinato sea rechazado por la gran mayoría de los pueblos y grupos humanos. El “no matarás” enunciado por Moisés implica que tal hecho produce sufrimiento en ambas partes, en la victima y en sus familiares, y en el agresor cuando su conciencia le señala diariamente la falta cometida, como fue el caso del propio Moisés cuando las circunstancias lo llevaron a matar a un egipcio. Si el asesino carece de conciencia moral, no existirá sufrimiento por su acción criminal, pero tal ausencia le ocasionará un sufrimiento cotidiano con otras características.

Uno de los hechos que indica el grado de decadencia cultural de nuestra época, es la relativización del “no matarás”, actitud adoptada por los sectores totalitarios, y por gran parte de quienes confían en la validez del relativismo cultural. Tal es así que el revolucionario aduce la ausencia de respeto de los derechos humanos cuando se trata de la pérdida de vidas de sus correligionarios. Sin embargo, acepta y promueve tranquilamente los métodos violentos que tienen como objetivo el asesinato de quienes se oponen a la implantación del socialismo. Alexandr Solzhenitsyn escribió: “¡La organización mundial humana no ha podido pronunciar ni siquiera una condena moral del terrorismo! La mayoría codiciosa de la ONU ha opuesto a esta condena dubitaciones clasificatorias: ¿todo terrorismo es malo? ¿cuál es la definición científica del terrorismo?”. “En broma podría proponérseles: «Cuando nos atacan es terrorismo, pero cuando atacamos nosotros se trata de un movimiento guerrillero de liberación»”.

“Hablando en serio. Se niegan a reconocer como terrorismo el ataque inesperado, cobarde, pérfido, en situación de paz, contra gentes pacificas por parte de militares armados ocultamente y con frecuencia disfrazados de civil. Exigen que se estudien los propósitos de grupo de los terroristas que apoyan su base, su ideología, y así tal vez se acepten como sagradas «guerrillas». (En América del Sur se utiliza incluso el término humorístico de «guerrillas urbanas»)”.

Cuando los grupos terroristas logran el poder, incluyen en la legislación estatal las cláusulas que permitirán su dominio sobre el resto de la población. El citado autor continúa: “Esta violencia estatal sostenida de un modo permanente, que durante décadas de poder [en la URSS] ha tenido tiempo más que suficiente para adquirir todas las formas «jurídicas», codificar gruesos códigos de sus «leyes» violentas y colocar togas en los hombros de sus «jueces», es el peligro más grave del mundo de nuestros días, pese a que pocos lo reconocen. Esta violencia no precisa ya de colocar artefactos explosivos, ni lanzar bombas. Su proceder se consuma en absoluto silencio, raramente perturbado por el último grito del ahogado. Esta violencia se permite presentarse como venerable, amistosa, muy pacifica y, en general, soñolienta” (De “Alerta a Occidente”-Ediciones Acervo-Barcelona 1978).

Los “jóvenes idealistas” de los setenta, asesinaban policías, militares y empresarios con el mismo cargo de conciencia que la persona normal siente al pisar una cucaracha. Cuando se habla de derechos humanos en la Argentina, se sobreentiende que se trata de los derechos a la vida de los guerrilleros, mientras que, respecto de la vida de sus víctimas, se considera tácitamente que vale igual que la de una simple cucaracha. La “broma” de Solshenitsyn ha sido tomada muy en serio por un gran sector de la sociedad.

Existe una cultura universal, o mundial, que está ligada a una referencia concreta: las leyes naturales que rigen nuestra conducta y los efectos que producen nuestras acciones. De ahí que no existan incompatibilidades entre la cultura oriental y la occidental, al menos si tenemos presente a un asiático como el Mahatma Gandhi o a un africano como Nelson Mandela, quienes nos brindan la confirmación de que existe el hombre universal y una cultura universal, y que el camino para llegar a su cima es el mismo para todos los hombres del planeta.

miércoles, 5 de febrero de 2014

La actualidad del pensamiento de Agustín Álvarez

Puede decirse que un escrito es atemporal cuando mantiene vigencia aún en un futuro distante, tal el caso de los libros que se fundamentan en el comportamiento básico de los hombres, aspecto que esencialmente no cambia durante el transcurso del tiempo, excepto por las modas y las circunstancias de cada época. Tal es el caso del sociólogo Agustín Álvarez (1857-1914), cuyo primer centenario de su fallecimiento se cumplirá el 15 de febrero de 2014. Nacido en Mendoza, sobrevive al terremoto de 1861, aunque no sus padres. En su obra aparecen críticas a los políticos y a la sociedad de su tiempo, señalando el camino para superar los obstáculos que impiden un progreso sostenido. José Ingenieros escribió:

“Era un escritor social y un moralista. Los problemas políticos se reducían, en suma, para él, a problemas morales; creía imposible su solución mientras no se creara un nuevo mundo moral que subvirtiese los valores presentes. La democracia, el parlamentarismo, el sufragio, parecíanle ficciones o fantasías en pueblos incapaces de libertad. Esta fuerza moral es imposible de crear en los hombres por el simple reconocimiento escrito de sus derechos electorales; exige un nivel intelectual que permita comprender los asuntos de interés público y requiere una larga práctica que establezca nuevas costumbres, antitesis de la improvisación” (De “Sociología argentina”-Editorial Losada SA-Buenos Aires 1946).

En la Argentina estamos acostumbrados a que los gobernantes pocas veces reconozcan sus errores, ya que se escudan en sus “buenas intenciones” atribuyendo a los opositores un “sabotaje” a su gestión. De ahí que sea frecuente que los políticos populistas gasten desde el Estado bastante más de lo que éste recibe, cubriendo el faltante con emisión monetaria, produciendo una inflación cuyos efectos empeoran la situación que se quiso solucionar. Agustín Álvarez escribía al respecto:

“Dividir a los hombres en bien intencionados y mal intencionados es un progreso, sin duda, con relación a la antigua división en patriotas y traidores que, por mal de nuestros pecados, todavía sobrevive en algunos espíritus demasiado al natural. Desgraciadamente, para que el patriotismo o la buena intención sirvan de algo, es necesario que las consecuencias de un acto no dependan del acto mismo, sino de la intención del agente, y no es esto lo que sucede en la realidad de las cosas, sino todo lo contrario. Una vez producido el acto, es un hecho con existencia y atributos propios, no reglados por la voluntad del agente sino por la naturaleza de las cosas; ni el patriotismo ni la intención pueden suprimir, ni aún suspender, la menor consecuencia del hecho mismo”. “Del mismo modo que la justicia no consiste en saber lo que a cada uno le corresponde, sino en dárselo efectivamente, el buen gobierno no consiste en la sabiduría verbal de los discursos, programas y manifiestos sino en el resultado de los hechos. Lo que realmente importa, para el bien o para el mal, no es la intención de los actos, sino sus consecuencias”.

“El patriotismo que mata, la buena intención que arruina, son calamidades peores que la peste, bien que sirvan, y acaso por eso mismo, para tranquilizar la conciencia de un egoísta, que, con tal de evitarse hasta el remordimiento de los males que causa, llega hasta echarles la culpa a sus propias víctimas. Sacar del gobierno todos los beneficios posibles, cargar a los gobernados con todos los perjuicios consiguientes, y hasta con el remordimiento de los actos propios, es lo más sudamericano que pueda darse, y bien que pueda parecer excesivo ante el falso concepto de la humanidad que han fabricado los filósofos de gabinete, se ajusta por completo a la máxima fundamental de la psicología positiva: el hombre busca el placer y huye el dolor, con el menor trabajo posible”.

En cuanto a la creencia de que las leyes establecidas por los políticos deben tomar un puesto preeminente, aun sobre las leyes naturales, nuestro autor escribe: “Las palabras de nuestro vocabulario constitucional desempeñan en las leyes, en los discursos, en las proclamas y en los manifiestos sudamericanos el mismo rol importantísimo que desempeñaban los dioses del olimpo en la vida práctica de los antiguos griegos; del mismo modo que éstos descolgaban a Marte de su templo y se lo llevaban al campo de batalla para combatir contra los persas, nosotros sacamos en procesión una declaración de derechos en el papel y una lista de principios abstractos para acabar una vez más por todas con los abusos en concreto. Y así como los indolentes griegos poblaban de dioses, semidioses y héroes su país, y se abandonaban a su protección, así nosotros transplantamos instituciones, dictamos leyes y proclamamos teorías y principios abstractos, esperando que de su propia virtud nos venga el bien, la salud y la perfección: dictar leyes y echarse a dormir es el ideal de los climas tibios y de los ciudadanos que duermen la siesta”.

“No son las leyes escritas en el papel, que admite lo que le pongan, la medida del estado de civilización de un pueblo, sino su conciencia y su razón, porque todo depende, a lo menos en las leyes políticas, de ese juez doméstico de las acciones y de su asesor, que disciernen lo que es bueno y lo que es malo, que son los legisladores soberanos de las costumbres –llamadas segunda naturaleza- sin duda para indicar que son más fuertes que la ley, en el modo en el que las cosas predominan sobre las palabras, sin preocuparse siquiera de si las acompañan o andan por otro lado”. “En efecto, cuando la ley es producto de la costumbre, las dos marchan juntas y acordes; pero cuando la costumbre es propia y la ley es prestada, y fruto de una razón y de una conciencia más adelantada, es como cuando un chico se pone el traje de una persona mayor; a simple vista se nota que el difunto era más juicioso”.

Respecto a los partidos políticos y sus vicios, escribió: “Nuestros partidos, que no pueden sacar en procesión sus virtudes, hacen, sin embargo, gran negocio enarbolando al tope los macanazos de sus adversarios; como los curanderos de aldea que hacen su reputación no por actos positivos, sino explotando los descalabros de sus rivales, pues como dice Petit-Send hay quienes pretenden lavarse con el lodo, que es el alegar las malas acciones de los otros para justificar las propias”.

“Precisamente una de las cosas más graciosas de estos países de media civilización, con tonada patriotera, es la admirable inconsciencia de las barbaridades propias, en cuya virtud los mismos que han cometido todo género de tropelías en el poder, agotan con el mayor desparpajo el vocabulario de improperios, al menor desacierto de sus sucesores, y a cualquier cosa le llaman escándalo sin precedentes, como si fuera posible que en Sud América, después de agotada la materia, pudiese haber aún escándalos nuevos”.

En cuanto al medio social que favorece el accionar delictivo, escribió: “Cada individuo está metido en la sociedad con sus leyes como el tornillo en la rosca. Si los diámetros respectivos se corresponden, las dos piezas forman como una sola; si no se corresponden y la diferencia es poca, la acomodación se alcanza por medio de la policía, si la diferencia es mucha, el individuo es lo que los sociólogos modernos llaman un inadaptable, y entonces, si el medio ambiente es rígido, él va a la cárcel enseguida. Pero si el medio ambiente es blando, si no hay carácter ni sentido moral, entonces es la rosca, son las leyes las que se deforman y la sociedad se adapta al bellaco como un álamo a un clavo, como un pié a una espina. El empresario de atropellos, el juez prevaricador, el funcionario coimero, el defraudador, el cuatrero y el contrabandista existen por la naturaleza de las cosas y no pueden ser eliminados con martillazos en la herradura. Es inútil decretar que los hombres se porten bien allí mismo donde encuentren de hecho mayores ventajas, honores y preeminencias en portarse mal. Los ociosos y corrompidos son inquilinos del país como los gusanos y la polilla son inquilinos de la madera, y así como hay maderas fáciles para los gusanos, hay países propicios al juego, a la pereza, al fraude y a la disipación” (Citado en “Perfiles del apóstol” de Pedro C. Corvetto-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 1934).

Dante Ramaglia escribió: “El modo particular en que Álvarez aborda la problemática nacional sigue centrado en el necesario proyecto de modernización, pero en su planteo las categorías opuestas civilización/barbarie se elaboran de manera diferente. Desde la psicología social en que se enmarcan sus análisis, la civilización y la barbarie representan fuerzas que operan en la conciencia de los sujetos y se reflejan en la mentalidad colectiva. Lo que constituye el carácter de un pueblo son las costumbres que los individuos reciben del medio social en que se forman, arraigadas como una «segunda naturaleza» en el hombre y por esto influyen en sus formas de actuar, de sentir y de pensar. Señala también que las costumbres resultan modeladas a través de las ideas y sentimientos, en cuanto estas facultades muestran la capacidad propiamente humana de modificar el ambiente natural donde vive y, simultáneamente, de mejorarse a sí mismo. Cada pueblo o raza –en el sentido equivalente que otorga a estos términos- es un producto de las ideas, sentimientos y costumbres que configuran su idiosincrasia singular, cuyo valor está en relación con el proceso de alcance universal que representa la civilización” (De “El pasado y el presente”-Ediciones Culturales de Mendoza-Mendoza 1998).

Respecto de la conducta humana, Agustín Álvarez escribió: “El conjunto de actos positivos o negativos, corporales o espirituales de un individuo se llama su conducta. Son regidos por la ley de causalidad y participan de la naturaleza del agente; llevan, por decirlo así, su sello personal. La circunstancia de que el sujeto conoce su acción, tiene conciencia de ella, que caracteriza estos actos, los distingue y separa de los demás fenómenos naturales. Se designan con la palabra moral. Unos y otros son buenos, malos o indiferentes relativamente a los seres sensibles. En éstos, es una ley buscar el placer y huir del dolor. Aquello pues, que le produzca placer, es bueno; lo que pesar, malo; lo que ni lo uno ni lo otro, indiferente”.

“Lo propio de los seres vivos es la acción. El resultado, el efecto de ésta o de su ausencia, se llama justo o injusto, según que, con arreglo a la ley de la persistencia de la fuerza, corresponda o no exactamente a aquéllas. La palabra justicia, equivale a la de acción justa. Es una noción abstracta que comprende lo que hay de común en las acciones justas de las cuales se desprende por comparación. La idea de una cosa concreta es igual en todos los hombres y sólo varía de unos a otros en cuanto al número de relaciones con que es adquirida o conservada. Las nociones abstractas son inaccesibles para muchos cerebros e ingresan en los demás con un número finito de matices, en la intensidad y modo”.

José Ingenieros escribió: “Tal fue el pensamiento de este ilustre argentino, tales sus doctrinas, su carácter, su obra, su vida. No tuvo dos morales, una para sí mismo y otra para los demás. Pensó su vida y vivió sus ideas, hasta la fecha de su muerte, 15 de febrero de 1914. Su vasta obra de pensador y de apóstol se levantó entera sobre los cuatro sillares inconmovibles de su espíritu: la libertad para la democracia, la ciencia para la vida, la moral para la educación y la justicia para la sociedad”.

lunes, 3 de febrero de 2014

Plusvalía y alienación

Puede decirse que la plusvalía, asociada al sistema capitalista, seguida por la alienación del trabajador, es el fundamento esbozado por el marxismo para su destrucción, con la intención de reemplazarlo por el socialismo. Así, se considera que el trabajo del obrero, por encima de su nivel de subsistencia (y del de su grupo familiar), es retenido injustamente por el empresario. La acumulación de capital de la empresa provendría, entonces, de haberse quedado con ese exceso correspondiente a los trabajadores. Florencio José Arnaudo escribió: “Por ejemplo: si dadas las condiciones productivas de un lugar y época el obrero necesita seis horas de trabajo para elaborar el valor de subsistencia (trabajo necesario) el capitalista lo hace trabajar ocho horas. (Esta diferencia de dos horas es el sobretrabajo). De este modo se establece la plusvalía de la que se apropia el capitalista” (De “La lucha ideológica”-EUDEBA-Buenos Aires 1981).

La explotación laboral, por parte del empresario, consiste esencialmente en el despojo asociado a la plusvalía. Cuando el obrero no es consciente de tal despojo, se dice que carece de conciencia de clase, o que está alienado o enajenado de tal situación. De ahí que la función del marxismo consiste, en primer lugar, en hacer conscientes a los trabajadores de su situación de injusta dependencia laboral. De ahí que hablan de la futura “liberación” de las clases oprimidas. Daniel Vidal escribió:

“El obrero alienado será aquel que acepta pasivamente su condición de productor objetivamente alienado y que sólo extraerá satisfacción en comportamientos extra-profesionales. Asimismo, estará alienado aquel que renuncie a comprender y a controlar el proceso de producción, a luchar en el plano sindical y a afirmar una solidaridad de clase, el que evite participar en la lucha por la construcción de un orden social nuevo y que prefiera perseguir sus aspiraciones personales en el interior del régimen burgués, el que intente encontrar en la cultura de masas un paliativo a un desorden interior más o menos sentido, y para quien la posesión de los objetos será considerada como indicador de un status social”.

“Designar lo que se concibe aquí con el término de alienación lleva a identificar la alienación como marginalidad en relación a los valores de clase, es decir como reflejo patológico. Y todo reflejo remite al objeto reflejado. El círculo se cierra. La alienación es lo negativo de la conciencia de clase. Ésta sólo puede ser llamada así por el descubrimiento que realiza de las estructuras alienantes del sistema socio-económico” (De “La alienación como concepto sociológico” de Rieser, Seeman y otros-Ediciones Signos SRL-Buenos Aires 1970).

Si bien se ha asociado al término “alienación” una “ausencia de conciencia de clase”, en sociología se le dan además otros significados. De todas maneras, el pensamiento marxista no resulta demasiado diferente del aquí considerado.

Entre los errores que pueden advertirse en la crítica marxista, está la afirmación de que el trabajo asalariado es el principal, o único, factor de la producción. Recordemos que en toda empresa existen los capitalistas y los directivos que toman decisiones, además de los trabajadores. Luego, cada uno de los sectores recibirá un porcentaje diferente de las ganancias de la empresa. De ahí que la acumulación de capital, por parte de capitalistas y empresarios, provendrá de sus ahorros personales, y no necesariamente de lo que le roban a los empleados. Existirán, por supuesto, varios casos en que efectivamente se le paga a los trabajadores menos de lo que se les debería pagar. En ese caso, el trabajador podrá ir a trabajar a otra empresa mientras que quien poco lo valoró perderá parte de su capital humano, que tiene un valor comparable o mayor que el capital financiero o el asociado a los bienes de producción. Debe aclararse que ninguno de los economistas representativos que adhieren a la economía de mercado, sostiene que la acumulación de capital de una empresa deba hacerse con el dinero injustamente extraído a alguien, sino que, se sobreentiende que cada uno debe progresar mediante acciones licitas. Toda forma de robo, no pertenece al sistema capitalista, sino a una forma distorsionada del mismo.

Debido a la injusta generalización del proceso de explotación laboral, el marxismo promueve el odio entre clases sociales culpando a todos los empresarios (burguesía) del robo sistemático a sus empleados. Sin embargo, desde hace más de cien años, muchos empleados ganan bastante por encima del nivel de subsistencia, tal es así que en ese entonces se masificó la venta de automóviles, como fue el caso del Ford T, lo que contradice totalmente la generalización del marxismo.

En realidad, el trabajador, o el ciudadano, que lee los escritos de Marx, es el que queda alienado de la realidad, por cuanto resulta ser una descripción errónea, que tiene validez para cierto porcentaje de casos, sin que tenga algo que ver con los postulados y las sugerencias de la ciencia económica. En esa visión errónea se le hace creer al lector desprevenido que los empresarios terminan todos millonarios a costa de la explotación laboral de sus empleados. Sin embargo, existe una gran cantidad de quiebras de las empresas, de tal manera que a lo largo de los años, sólo algunas de ellas sobreviven. Ernesto Sandler escribió: “De las empresas que logran sortear los dos primeros años de su etapa constitutiva, sólo el 10% prosigue con sus actividades después de la década”. “Los datos son contundentes. Esas cifras nos revelan que de cada 100 empresas que cada año inician una actividad económica en Argentina, sólo el 2% podrá superar la barrera de los diez años” (De “Economía sin barreras”-Mucho Gusto Editores-Buenos Aires 2012).

Esta realidad es completamente ignorada por Marx, ya que describe el proceso de la plusvalía mediante cierta comparación. Así, el trabajador produce un bien M que se traduce en cierta cantidad de dinero D, que empleará en la compra de otro bien con un valor también M, no ganando nada en el intercambio. El capitalista, en cambio, comienza el proceso con cierta cantidad de dinero D, que le permitirá fabricar bienes por un valor M, que luego venderá a un precio D`, mayor que el inicial D. Con ello inicia el proceso de ganancias ascendente, que no termina nunca. Luego, se afirma que el capitalista es cada vez más rico y el obrero cada vez más pobre. Sin embargo, si alguien puede ganar cada vez mayor cantidad de dinero fabricando y vendiendo, se supone que se lo tiene que vender a quienes ganan bastante más allá del nivel de subsistencia, de lo contrario no podrían vender ni siquiera lo mínimo. De ahí la inconsistencia lógica del razonamiento marxista. Incluso sería imposible que ocurriesen casos como el argentino, antes mencionado.

También el pensamiento marxista aduce que la acumulación de capital se debe mucho más a la plusvalía que a la inversión tecnológica. Florencio José Arnaudo escribió: “Si la teoría de la plusvalía de Marx fuera exacta, las empresas de mayor capital variable (obreros) deberían dar siempre mayor ganancia que las de mayor capital constante (maquinarias), lo que no ocurre en la práctica. Más aún, no habría riesgo de quiebra para las empresas con gran capital variable, pues la plusvalía aseguraría su beneficio”.

Es bajo el sistema socialista donde la acumulación de capital se debe al trabajo parcialmente no remunerado, o plusvalía, ya que no existen en ese caso capitalistas ni empresarios (pero si burócratas que se benefician con la situación). Rubén Zorrilla escribió: “En todos los sistemas económicos que registra la historia y, llamativamente, en todos los socialistas –donde no existía el capitalismo, la economía de mercado ni la propiedad privada- hubo plusvalía. De otra manera no hubieran realizado ninguna acumulación ni concentración de capital”.

Se dice, además, que la acumulación de capitales de los países desarrollados se debe al robo, mediante intercambios injustos, de las riquezas de los países pobres. El citado autor escribió: “A veces se suele decir, con espíritu marxistoide, y para demostrar la «explotación» de los países capitalistas (una ínfima minoría) sobre aquellos que no lo son, que, por ejemplo, el 20 % de la población mundial consume más del 80% de los recursos del planeta”. “El 20% consume el 80% porque son precisamente ellos los que producen ese 80%” (De “Sociedad de alta complejidad”-Grupo Editor Latinoamericano SRL-Buenos Aires 2005).

El peligro asociado al marxismo no radica en sus erróneos fundamentos descriptivos de la sociedad, sino en los efectos que la mentira y el odio han provocado en el mundo. Incluso su influencia ha sido aun más nefasta que la del nazismo. Puede decirse que cualquier persona normal y decente, se transforma en una victima potencial de nazis y de marxistas cuando se descubre su origen judío, en el primer caso, o su origen burgués, en el segundo caso. Respecto a la cantidad de victimas del marxismo-leninismo en la URSS, Alexander Solzhenitsyn escribió:

“Son numerosos los autores, los científicos y los economistas que dan estas cifras de muertos [decenas de millones] como el balance más significativo del experimento socialista en la Unión Soviética. Uno de los primeros en demostrarlo científicamente fue Iván A. Kurganov, profesor de Estadística y Demografía de la Universidad de Leningrado”. “Boris Souvarine, por ejemplo, en su libro «Le Stalinisme» hace un balance demográfico de Rusia y llega también a la conclusión de que en la URSS «faltan» 100 millones de seres humanos”. “Alain Besançon apunta: «En 1914 los rusos eran alrededor de noventa millones. Eran más numerosos que los norteamericanos y tenían un crecimiento demográfico igual de rápido. Cincuenta años después, pese a que la emigración estadísticamente hablando, dejó de ser significativa a partir de 1914, los norteamericanos eran doscientos millones, mientras que los rusos no alcanzaban a cien»” (De “Alerta a Occidente”-Ediciones Acervo-Barcelona 1978).

La diferencia entre los 100 millones “faltantes” y los rusos caídos durante las dos Guerras Mundiales, son los eliminados en el periodo socialista. Si se suman a las victimas de la China comunista, Camboya y otras partes del mundo, la cifra llegaría a unos 100 millones. Stéphane Courtois escribió: “Resulta indiscutible que en términos relativos la «palma» se la lleva Camboya, donde Pol Pot, en tres años y medio, llegó a matar de la manera más atroz –hambre generalizada, tortura- aproximadamente a la cuarta parte de la población total del país. Sin embargo, la experiencia maoísta sobrecoge por la magnitud de las masas afectadas. En cuanto a la Rusia leninista y estalinista hiela la sangre por su aspecto experimental pero perfectamente reflexionado, lógico y político” (De “El libro negro del comunismo”-S. Courtois y otros-Ediciones B SA-Barcelona 2010).

Puede decirse que, si se concentra todo el poder de una nación en manos de un líder político motivado por el odio, habrá algún sector de la sociedad (por una cuestión de raza, clase social o religión) cuya seguridad se verá amenazada. De ahí que el marxismo fue aplicado con plena conciencia de este hecho tan evidente, como fue planeado por el teórico Marx y llevado a la práctica por el revolucionario Lenin:

Catástrofe social = Concentración total de poder en el Estado + Líder dominado por el odio