martes, 28 de noviembre de 2023

Las debilidades de la democracia

Por lo general, varios sectores de la sociedad suponen que desde la economía se ha de solucionar la mayor parte de los problemas individuales y sociales, en forma independiente a los demás aspectos que involucran a los seres humanos; lo que se conoce como economismo o economicismo. Otros sectores, en forma similar, aducen que sólo desde la política se llegará a tales soluciones; lo que podría denominarse "politicismo". En ambos casos se ignora el nivel moral de la sociedad, incluso sospechando que no existe una moral absoluta, sino que sólo disponemos de un relativismo moral que ha de quedar eclipsado por el sistema económico, o por el sistema político, propuesto, respectivamente.

Mientras que la democracia de individuos puede considerarse como el mejor sistema político, sin caer en el exceso antes mencionado, la democracia de masas constituye actualmente un serio peligro para la integridad de las naciones. Ello se debe a que, movimientos totalitarios como el peronismo o el chavismo, utilizando medios democráticos, se instalaron en el poder con fines poco democráticos, conduciendo a sus respectivos países a situaciones económicas y sociales desesperantes para la mayoría.

La prédica populista y totalitaria se basa en la aparente búsqueda de la igualdad, el atractivo principal de la gente envidiosa. En el siglo XIX, Alexis de Tocqueville expresaba: "Igualdad es una palabra adoptada por envidia. En el fondo del corazón de todo republicano significa «Nadie estará en mejor situación que yo»".

Los mejores analistas políticos y económicos son aquellos que pueden describir los distintos fenómenos sociales asociándolos a las actitudes básicas de los integrantes de la sociedad, que son en realidad las principales causas que derivan luego en tales fenómenos.

La envidia generalizada promueve una acción gubernamental que limita la riqueza generada por los sectores productivos, lo que produce una caída del PBI per capita (Producto Bruto Interno por habitante). El envidioso tendrá cierta comodidad liberadora de su envidia, aún cuando generalmente observará que esta vez será superado, económicamente, no por los empresarios, sino por los políticos a cargo del Estado. Pero, como tales políticos ocupan ese lugar gracias a su voto, esta vez no tendrá mayor problema.

Al respecto, William E. H. Lecky escribió: "La inclinación a la democracia no significa una inclinación al gobierno parlamentario o una tendencia hacia una libertad más amplia. Al contrario, pueden aducirse poderosos argumentos tomados de la historia y de la naturaleza de las cosas, los cuales prueban que la democracia puede a menudo resultar algo directamente opuesto a la libertad".

"En la antigua Roma, la vieja república aristocrática se transformó gradualmente en una democracia y ésta se convirtió rápidamente en despotismo imperial. En Francia se ha verificado más de una vez un cambio análogo. Un despotismo que reposa sobre un plebiscito, es una forma de democracia tan natural como la república. Además, algunas de las más fuertes tendencias democráticas son claramente contrarias a la libertad".

"La igualdad es el ídolo de la democracia, pero dadas las capacidades y energías del hombre, infinitamente diversas, sólo puede ser alcanzada por medio de una constante y enérgica represión de su natural desarrollo" (Citas de "Libertad o igualdad" de Erik R. V. Kuehnelt-Leddihn-Ediciones Rialp SA-Madrid 1962).

Respecto del Estado de Bienestar, que es la forma más "civilizada" de socialismo, Erik R. V. Kuehnelt-Leddihn escribió: "El Estado «bienhechor» democrático que se continúa esencialmente en la dictadura de las masas, necesita para la realización de su programa social y nivelador un gran aparato burocrático que no hace sino introducirse con harta frecuencia y de manera estable en la vida privada del individuo. De ahí que Lecky escribiera muy acertadamente: «En nuestros días no hay hecho tan indiscutible como la afición de la democracia a las reglamentaciones autoritarias...Consecuencia igualmente manifiesta de la moderna democracia es la expansión de la autoridad y la multiplicación de las funciones del Estado en otros campos, especialmente en el terreno social. Este progresivo incremento del poder del Estado significa un aumento de las restricciones impuestas a múltiples formas de la actividad humana. Significa un incremento de la burocracia y del número de atribuciones de los funcionarios del Estado. Significa también un constante crecimiento de los impuestos, lo cual constituye en realidad una continua restricción de la libertad»".

domingo, 26 de noviembre de 2023

Acerca de las Leliqs

Por Dardo Gasparré

CON USTEDES, ¡LA REALIDAD!

Milei elige los ministros que necesita para la etapa transicional tanto por negociación política como por sus habilidades. En el proceso, trata de crecer y de aprender sobre la marcha.

Ningún tema, de entre tantos posibles, parece preocupar más al presidente electo que el planteado por las Leliqs y todos sus correlatos. No hay entrevista o comunicación de Milei que no comience con “superado el problema de las Leliqs avanzaremos con…” Una frase que recuerda a algunas bromas sobre economistas. Como la del náufrago de esa profesión que se estaba ahogando y decía “asumamos un salvavidas”. Y también la esperanza de que el tema pueda ser resuelto de algún modo eficaz, rápido y mágico.

Tiene razón. Si bien se trata de un aspecto que luce lateral, apenas un simple endeudamiento del Estado en moneda local, nadie está en condiciones serias de predecir lo que ocurriría si el Estado dejase de pagar los intereses que paga hoy por las renovaciones de esos bonos de deuda, o redujera la tasa, como sugieren algunos expertos. Tiene por eso sentido volver a explicar aquí la esencia del problema.

Los bancos privados han venido financiando el gasto público mediante la compra al Estado (disfrazado de Banco Central) de un instrumento casi informal e íntimo que se llama Letra de Liquidez o Leliq, emitidos por la autoridad que supuestamente debe controlar que no hagan despropósitos como éste. Al mismo tiempo se neutraliza así algo del circulante falsificado por los Planes Platita, irresponsable e ignorante engendro de Cristina Kirchner.

Para lograr tentar a los bancos, la tasa de interés que paga el Central es similar a la inflación, lo que obliga a imprimir más billetes para pagar esos intereses cada mes, o cada semana. Un enorme contrasentido en un instrumento que supone servir para, justamente, neutralizar los efectos de la emisión al retirar dinero del mercado, que fue prostituido por el gobierno K y que además no sirve y es suicida con altas tasas de interés.

Los bancos han comprometido en ese proceso, con la anuencia y complicidad del Banco Central, tanto su patrimonio como el de sus clientes. Hoy los depósitos en caja de ahorro o cuenta corriente, y obviamente los plazos fijos, carecen de todo respaldo, cualquiera fueran los parámetros que se usaran.

Para cometer el terrible pecado de decir la verdad que todos ven, pero nadie quiere decir, tentados por una tasa de interés impagable, los bancos le han prestado a un deudor fallido, que no tiene patrimonio, ni merece confianza ni tiene crédito alguno. O sea, los bancos están técnicamente quebrados, sujetos al salvataje estatal de una mayor emisión-inflación-endeudamiento. Junto con ellos, lo están quienes han armado negocios financieros y diversas estructuras de inversión en torno a esas letras. Y ciertamente, los inversores secundarios que invirtieron en esas estructuras tienen en sus manos papeles sin ningún valor, como en cualquier default.

Dentro de ese enunciado, se incluyen los tenedores de Plazos Fijos, que le han prestado a entidades insolventes con la garantía de otro insolvente. Allí se anotan grandes empresas, productores, especuladores, financistas y el ahorrista privado, en menor escala.

Infinitamente complejo

El dilema, trilema o multilema al que se enfrenta Milei y al que se habría enfrentado cualquier gobierno racional, es infinitamente complejo. Si se aplicasen las reglas básicas del liberalismo y de la escuela de economía austríaca, los inversores deberían perder su dinero, como ocurre con los acreedores externos en dólares, que padecen los efectos del default argentino, sus prórrogas, quitas, destrucción del valor de sus tenencias, pérdidas que deben absorber quienes tomaron la decisión de prestar mal. Eso incluye a los bancos, las Leliqs, los tenedores de Plazos Fijos, los tenedores de billeteras y otros mecanismos que se basen en esos instrumentos.

Permitir esa quiebra, o verbalizarla, tiene efectos imposibles de medir, y de soportar, además del lobby imaginable, las presiones, y el efecto dominó que iniciaría. Lo que en términos internacionales se resume en la frase too big to fail, que viene aplicando desde hace algunas décadas la Fed, que muestra sus efectos en correlación entre la emisión y la deuda norteamericana a punto que alguien se tome el trabajo de comparar los gráficos. También ha contribuido a destrozar los principios centrales del capitalismo y a garantizar a delincuentes de guante blanco que deberían estar presos de por vida.

Si se tuviesen en cuenta los principios éticos del liberalismo y del capitalismo protestante, un salvataje constituiría también una moral Hazard, o sea, en este caso, las consecuencias de que el Estado salve a alguien de las consecuencias de sus propios actos o de su propia ambición, le permite quedarse con su ganancia de alto riesgo pero anula los efectos negativos sobre él de ese riesgo seguro al que se expuso tentado por el profit fácil. Como tomar un seguro después de chocar el auto manejando borracho y drogado y querer que el asegurador pague el arreglo.

Pese a su inclaudicable vocación de libertario y liberal, Javier Milei no seguirá esa ortodoxia. No hace falta explicar que lo último que necesita el país es una quiebra del sistema, una descapitalización de las empresas, una desconfianza generalizada y que los ahorros de algunos de los ciudadanos desaparezcan de un minuto a otro. No es moralmente liberal, no es capitalista, no es la escuela austríaca, no es lo que esta columna aplaudiría. Pero es la realidad.

Otro camino

Otro camino es intentar conseguir un crédito contingente en dólares con algún formato ad hoc, que pueda ser usado como garantía para emitir algún bono en esa moneda que obre de respaldo al sistema bancario, y por extensión a los Plazos fijos.

Se supone, a menos según algunos importantes referentes en la agonizante dolarización del electo que la presencia de esa garantía creará confianza en el sistema y que eso evitaría una corrida. Pero eso podría tener un cierto valor en caso de que Leliqs y Plazos Fijos fueran dolarizados, un supuesto lejano, lejano. ¿Qué se haría de aquí en adelante? ¿Qué tasa se pagaría? ¿No se crearía una hiperinflación si esos pesos se lanzaran al mercado, o una demanda de dólares con consecuencias muy difíciles de prever?

Una subvariante del punto anterior es directamente convertir esa deuda en pesos en deuda en dólares y conseguir un préstamo externo por esa cifra. En ambos casos, siempre se está suponiendo que el sistema financiero internacional está dispuesto a prestar esos fondos adicionales, salvo que las garantías físicas exigidas, (Vaca Muerta, litio, etc.) fueran tan importantes que resultaran inviables políticamente. No hay moral Hazard en ese mundo.

Luego hay variantes intermedias o combinadas de esas salidas. Carlos Rodríguez, el prestigioso economista ahora renunciante a nada, que tuvo razón al descartar la dolarización obligada propuesta por Emilio Ocampo, sugiere reducir la tasa de interés tanto de las Leliqs como de los Plazos Fijos de 250% a 60%, y ver qué hacen bancos y ahorristas, o sea, si siguen manteniendo sus inversiones o eligen retirarlas, algo también azaroso, como todas las decisiones en las economías no socialistas-estatistas. Una moneda al aire, por aquello de la Acción Humana.

Como la premisa fundamental del león domado es no emitir, con justa razón, todos estos dilemas múltiples surgirán a apenas una semana de que asuma, en la primera renovación de Leliqs, si no antes. Si paga las tasas de hoy, se condena a emitir. Si no las paga, se expone a las reacciones del mercado, que siempre son impredecibles. No sólo un momento de decisión, sino un Rubicón imprescindible de cruzar para poder avanzar no sólo con la eliminación del cepo, sino con todo el plan de ajuste fiscal vital sin crear un caos.

Se recordará que antes de aplicar la Convertibilidad, que logró frenar bastante rápidamente la inflación, Cavallo tuvo la suerte, o la habilidad, de conseguir que su predecesor lanzara el famoso Plan Bonex, que reemplazó compulsivamente los Plazos Fijos en pesos por Bonos en dólares del Estado a mediano plazo, lo que permitió salir de una coyuntura similar.

El Toto

La designación de Luis Caputo como ministro de economía presagia que su tarea en esta etapa será encontrar alguna mecánica que permita conseguir fondos frescos en dólares para usarlo total o parcialmente en la solución de este problema crucial, que se verá si logra llevarse adelante voluntariamente u optativamente y no por imposición, quedando en el aire el valor al que se convertirían los pesos a dólares, paso imprescindible en este supuesto. El Toto no es ducho en las otras capacidades que se esperan de un ministro del ramo, pero, al mejor estilo Menem, el punto es resolver el problema hoy. Siempre se pueden cambiar los ministros.

La renuncia a nada de Emilio Ocampo, el vendedor de la idea de la dolarización a Milei, tiene dos lecturas: la primera es que su propuesta de dolarizar forzosamente la economía ha muerto. La segunda es que Caputo tiene otras ideas sobre el Banco Central, pese a la refirmación de su cierre por parte de LLA. La columna cree, además, que el futuro presidente se ha liberado de una carga molesta con esta renuncia. Y que cerrar o incendiar esa entidad no necesariamente borra los problemas que ha creado. Ni los que pueden crearse aunque no existiese.

En todo el proceso se advierte otra ventaja que aporta la adhesión-acuerdo con el Pro: la posibilidad de disponer de gestores experimentados en la administración que se requieren en gran cantidad y calidad para esta etapa, que de otro modo no estarían disponibles. Es de esperar que ninguna intriga, ambición o ego mal manejados rompa esta incipiente alianza.

Javier Milei ha comenzado a transitar el duro, espinoso, pragmático camino de la realidad. Para eso fue elegido, no para que dé clases de ética liberal ni libertaria, que no se pueden dictar a los hambrientos o pauperizados. Tendrá que cambiar muchas cosas. Inclusive a él mismo y a las acciones y delirios de sus leales originarios. El problema del país sólo se soluciona creciendo. Para crecer hay que empezar a cambiar. Para empezar hay que despejar el camino. Para despejar el camino, la transición es más importante que el plan. Porque sin transición exitosa no hay plan que sirva, ni oportunidad de ponerlo en práctica. La primera prueba de fuego está a la vuelta de la esquina.

(De www.laprensa.com.ar)

sábado, 25 de noviembre de 2023

La gran utopía

Por Friedrich A. Hayek

“Lo que ha hecho siempre del Estado un infierno sobre la Tierra es precisamente que el hombre ha intentado hacer de él su paraíso” F. Hölderin

Que el socialismo haya desplazado al liberalismo, como doctrina sostenida por la gran mayoría de los «progresistas», no significa simplemente que las gentes hayan olvidado las advertencias de los grandes pensadores liberales del pasado acerca de las consecuencias del colectivismo. Ha sucedido por su convencimiento de ser cierto lo contrario a lo que aquellos hombres predecían. Lo extraordinario es que el mismo socialismo que no sólo se consideró primeramente como el ataque más grave contra la libertad, sino que comenzó por ser abiertamente una reacción contra el liberalismo de la Revolución Francesa, ganó la aceptación general bajo la bandera de la libertad.

Rara vez se recuerda ahora que el socialismo fue, en sus comienzos, francamente autoritario. Los escritores franceses que construyeron los fundamentos del socialismo moderno sabían, sin lugar a dudas, que sus ideas sólo podían llevarse a la práctica mediante un fuerte Gobierno dictatorial. Para ellos el socialismo significaba un intento de «terminar la revolución» con una reorganización deliberada de la sociedad sobre líneas jerárquicas y la imposición de un «poder espiritual» coercitivo. En lo que a la libertad se refería, los fundadores del socialismo no ocultaban sus intenciones. Consideraban la libertad de pensamiento como el mal radical de la sociedad del siglo XIX, y el primero de los planificadores modernos, Saint-Simon, incluso anunció que quienes no obedeciesen a sus proyectadas juntas de planificación serían «tratados como un rebaño».

Sólo bajo la influencia de las fuertes corrientes democráticas que precedieron a la revolución de 1848 inició el socialismo su alianza con las fuerzas de la libertad. Pero el nuevo «socialismo democrático» tuvo que vivir mucho tiempo bajo las sospechadas levantadas por sus antecesores. Nadie vio más claramente que De Tocqueville que la democracia, como institución esencialmente individualista que es, estaba en conflicto irreconciliable con el socialismo. Al respecto escribe en 1848:

La democracia extiende la esfera de la libertad individual; el socialismo la restringe. La democracia atribuye todo valor posible al individuo; el socialismo hace de cada hombre un simple agente, un simple número. La democracia y el socialismo sólo tienen en común una palabra: igualdad. Pero adviértase la diferencia: mientras la democracia aspira a la igualdad en la libertad, el socialismo aspira la igualdad en la coerción y la servidumbre.

Para aquietar todas las sospechas y uncir a su carro el más fuerte de todos los impulsos políticos, el anhelo de libertad, el socialismo comenzó a hacer un uso creciente de la promesa de una «nueva libertad». El advenimiento del socialismo iba a ser el salto desde el reino de la indigencia al reino de la libertad. Iba a traer la «libertad económica», sin la cual la ya ganada libertad política «no tenía valor». Sólo el socialismo era capaz de realizar la consumación de la vieja lucha por la libertad, en la cual el logro de la libertad política fue sólo el primer paso.

El sutil cambio de significado a que fue sometida la palabra libertad para que esta argumentación se recibiese con aplauso es importante. Para los grandes apóstoles de la libertad política la palabra había significado libertad frente a la coerción, libertad frente al poder arbitrario de otros hombres, supresión de los lazos que impiden al individuo toda elección y le obligan a obedecer las órdenes de un superior a quien está sujeto. La nueva libertad prometida era, en cambio, libertad frente a la indigencia, supresión del apremio de las circunstancias, que, inevitablemente, nos limitan a todos el campo de elección, aunque a algunos mucho más que a otros. Antes de que el hombre pudiera ser verdaderamente libre habría que destruir «el despotismo de la indigencia física», había que abolir las «trabas del sistema económico».

En este sentido, la libertad no es más que otro nombre para el poder o la riqueza. Y, sin embargo, aunque las promesas de esta nueva libertad se combinaron a menudo con irresponsables promesas de un gran incremento de la riqueza material en una sociedad socialista, no era de una victoria tan absoluta sobre la mezquindad de la naturaleza de donde se esperaba la libertad económica. A lo que se reducía realmente la promesa era a la desaparición de las grandes disparidades existentes en la capacidad de elección de las diferentes personas. La aspiración a la nueva libertad era, pues, tan sólo otro nombre para la vieja aspiración a una distribución igualitaria de riqueza. Pero el nuevo nombre dio a los socialistas otra palabra en común con los liberales, y aquéllos la explotaron a fondo. Y aunque la palabra fue usada en diferente sentido por los dos grupos, pocas gentes lo advirtieron, y todavía menos se preguntaron a sí mismas si las dos clases de libertad prometidas podían en realidad combinarse.

No puede dudarse que la promesa de una mayor libertad se ha convertido en una de las armas más eficaces de la propaganda socialista, y que la creencia en que el socialismo traería la libertad es auténtica y sincera. Pero esto no haría más que agrandar la tragedia si se probase que lo que se nos prometió como el Camino de la Libertad sería de hecho la Vía de la Esclavitud. Indiscutiblemente, la promesa de una mayor libertad es responsable de haber traído más y más liberales al camino socialista, de cegarlos para el conflicto de principios que existe entre el socialismo y el liberalismo, y de permitir que los socialistas usurpen a menudo el nombre propio del viejo partido liberal. El socialismo fue abrazado por la mayor parte de los intelectuales como el heredero presunto de la tradición liberal. No es, pues, de extrañar que para ellos resultase inconcebible la idea de un socialismo conducente a lo opuesto de la libertad.

En los últimos años, sin embargo, los viejos temores acerca de las imprevistas consecuencias del socialismo se han declarado enérgicamente, una vez más, desde los lugares más insospechados. Observador tras observador, a pesar de las opuestas intenciones con que se acercaban a su tema, se han visto impresionados por la extraordinaria semejanza, en muchos aspectos, entre las condiciones del «fascismo» y el «comunismo». Mientras los «progresistas», en Inglaterra y en los demás países, se forjaban todavía la ilusión de que comunismo y fascismo representaban los polos opuestos, eran más y más las personas que comenzaban a preguntarse si estas nuevas tiranías no proceden de las mismas tendencias. Incluso comunistas han tenido que vacilar un poco ante testimonios tales como el de Mr. Max Eastman, viejo amigo de Lenin, quien se vio obligado a admitir que, «en vez de ser mejor, el estalinismo es peor que el fascismo, más cruel, bárbaro, injusto, inmoral y antidemocrático, incapaz de redención por una esperanza o un escrúpulo», y que es «mejor describirlo como superfascista»; y cuando vemos que el mismo autor reconoce que «el estalinismo es socialismo, en el sentido de ser el acompañamiento político inevitable, aunque imprevisto, de la nacionalización y la colectivización que ha adoptado como parte de su plan para erigir una sociedad sin clases», su conclusión alcanza claramente un mayor significado.

Mr. W.H. Chamberlain expresó: “El socialismo ha demostrado ser ciertamente, por lo menos en sus comienzos, el camino NO de la libertad, sino de la dictadura y las contradicciones, de la guerra civil de la más feroz especia. El socialismo logrado y mantenido por medios democráticos parece definitivamente pertenecer al mundo de las utopías”. De modo análogo, un escritor inglés, Mr. F.A. Voigt, tras muchos años de íntima observación de los acontecimientos en Europa como corresponsal extranjero, concluye que “el marxismo ha llevado al fascismo y al nacionalsocialismo, porque, en todo lo esencial, es fascismo y nacionalsocialismo”. Y el Dr. Walter Lippmann ha llegado al convencimiento de que:

La generación a que pertenecemos está aprendiendo por experiencia lo que sucede cuando los hombres retroceden de la libertad a una organización coercitiva de sus asuntos. Aunque se prometan a sí mismos una vida más abundante, en la práctica tienen que renunciar a ello; a medida que aumenta la dirección organizada, la variedad de los fines tiene que dar paso a la uniformidad. Es la némesis de la sociedad planificada y del principio autoritario de los negocios humanos.

Muchas afirmaciones semejantes de personas en situación de juzgar podrían seleccionarse de las publicaciones de los últimos años, particularmente de aquellos hombres que, como ciudadanos de los países ahora totalitarios, han vivido la transformación y se han visto forzados por su experiencia a revisar muchas de sus creencias más queridas. Citaremos como un ejemplo más a un escritor alemán, que llega a la misma conclusión, quizá con más exactitud que los anteriormente citados:

El completo colapso de la creencia en que son asequibles la libertad y la igualdad a través del marxismo [escribe Mr. Peter Drucker], ha forzado a Rusia a recorrer el mismo camino hacia una sociedad no económica, puramente negativa, totalitaria, de esclavitud y desigualdad, que Alemania ha seguido. No es que comunismo y fascismo sean lo mismo en esencia. El fascismo es el estadio que se alcanza después que el comunismo ha demostrado ser una ilusión, y ha demostrado no ser más que una ilusión, tanto en la Rusia estalinista como en la Alemania anterior a Hitler.

No menos significativa es la historia intelectual de muchos de los dirigentes nazis y fascistas. Todo el que ha observado el desarrollo de estos movimientos en Italia o Alemania se ha extrañado ante el número de dirigentes, de Mussolini para abajo (y sin excluir a Laval y a Quisling), que empezaron como socialistas y acabaron como fascistas o nazis. Y lo que es cierto de los dirigentes es todavía más verdad de las filas del movimiento. La relativa facilidad con que un joven comunista puede convertirse en un nazi, o viceversa, se conocía muy bien en Alemania, y mejor que nadie lo sabían los propagandistas de ambos partidos. Muchos profesores universitarios de Inglaterra han visto en la década de 1930 retornar del continente a estudiantes ingleses y americanos que no sabían si eran comunistas o nazis, pero estaban seguros de odiar la civilización liberal occidental.

Es verdad, naturalmente, que en Alemania antes de 1933, y en Italia antes de 1922, los comunistas y los nazis o fascistas chocaban más frecuentemente entre sí que con otros partidos. Competían los dos por el favor del mismo tipo de mentalidad y reservaban el uno para el otro el odio del herético. Pero su actuación demostró cuán estrechamente se emparentaban. Para ambos, el enemigo real, el hombre con quien nada tenían en común y a quien no había esperanza de convencer, era el liberal del viejo tipo. Mientras para el nazi el comunista, y para el comunista el nazi, y para ambos el socialista, eran reclutas en potencia, hechos de la buena madera aunque obedecían a falsos profetas, ambos sabían que no cabría compromiso entre ellos y quienes realmente creen en la libertad individual.

Para que no puedan dudarlo las gentes engañadas por la propaganda oficial de ambos lados, permítaseme citar una opinión más, de una autoridad que no debe ser sospechosa. En un artículo bajo el significativo título de “El redescubrimiento del liberalismo”, el profesor Eduard Heimann, uno de los dirigentes del socialismo religioso alemán, escribe:

El hitlerismo se proclama a sí mismo como, a la vez, la verdadera democracia y el verdadero socialismo, y la terrible verdad es que hay un grano de certeza en estas pretensiones; un grano infinitesimal, ciertamente, pero suficiente de todos modos para dar base a tan fantásticas tergiversaciones. El hitlerismo hasta llega a reclamar el papel de protector de la Cristiandad, y la verdad terrible es que incluso este gran contrasentido puede hacer alguna impresión. Pero un hecho surge con perfecta claridad de toda esta niebla: Hitler jamás ha pretendido representar el verdadero liberalismo. El liberalismo tiene, pues, el mérito de ser la doctrina más odiada por Hitler.

Debe añadirse que si este odio tuvo pocas ocasiones de manifestarse en la práctica, la causa fue que cuando Hitler llegó al poder, el liberalismo había muerto virtualmente en Alemania. Y fue el socialismo el que lo mató.

Si para muchos que han observado de cerca el tránsito del socialismo al fascismo la conexión entre ambos sistemas se ha hecho cada vez más evidente, la mayoría del pueblo británico cree todavía que el socialismo y la libertad pueden combinarse. No puede dudarse que la mayoría de los socialistas creen aquí todavía profundamente en el ideal liberal de libertad, y retrocederían si llegaran a convencerse de que la realización de su programa significaría la destrucción de la libertad. Tan escasamente se ha visto el problema, tan fácilmente conviven todavía los ideales más irreconciliables, que aún podemos oír discutidas en serio tales contradicciones en los términos como «socialismo individualista».

Si ésta es la mentalidad que nos arrastra hacia un nuevo mundo, nada puede ser más urgente que un serio examen del significado real de la evolución acontecido en otro lugar. Aunque nuestras conclusiones no harán más que confirmar los temores que otros han expresado ya, las razones por las que esta evolución no puede considerarse accidental no aparecerán sin un examen algo profundo de los principales aspectos de esta transformación de la vida social. En tanto la conexión no se haya revelado en todos sus aspectos, pocos serán los que crean que el socialismo democrático, la gran utopía de las últimas generaciones, no sólo es inasequible, sino que el empeño de alcanzarlo produce algo tan sumamente distinto que pocos de sus partidarios estarían dispuestos a aceptar las consecuencias.

(Fragmentos de “Camino de Servidumbre” de Friedrich A. Hayek – Alianza Editorial SA – Madrid 2000)



Mario Capecchi: de niño de la calle a Premio Nobel

Mario Capecchi es genetista molecular. Es italo estadounidense. Ganó el Premio Nobel de Medicina en 2007 junto a sus colegas Oliver Smithies y Martin Evans.

Fueron premiados por sus trabajos pioneros en el campo de la manipulación genética de animales con la intención de “imitar” modelos de enfermedades humanas como el cáncer o la fibrosis quística.

“Tengo 71 años: cuanto más estudio, menos sé y más me divierto. Nací en Verona. La mía es una larga historia. Todo comienza durante la Gran Guerra.

Mi primer recuerdo es cuando vivíamos en los Alpes tiroleses y la GESTAPO vino a buscar a mi madre. Yo tenía tres años y medio.

Mi madre, Lucy Ramberg, se enamoró de un aviador italiano: mi padre, Mario Capecchi. Pero luego tuvo que criarme sola.

Mamá era poetisa, una intelectual antinazi y presentía que iban a ir por ella. Por eso vendió todo lo que tenía y les dio el dinero a unos granjeros del Tirol para que cuidaran de mí por si algún día a ella le pasaba alguna cosa. Mamá acabó en un campo de concentración.

Los granjeros me cuidaron unos meses, pero un día el dinero de mamá…desapareció. No sé…Algo pasó y….bueno, yo acabé en la calle…..

¡Dios mío! ¡Si sólo tenía cuatro años! Sí, cuatro años y medio, y después estuve hasta los nueve años sobreviviendo en las calles con una pandilla de chiquillos. Éramos un grupo de críos y robábamos en pandilla para poder comer por toda la Italia de posguerra.

Recuerdo que siempre tenía hambre. Al final me internaron en un hospital en el sur de Verona donde luché contra la fiebre tifoidea que me provocó la malnutrición, desnudo en una cama, durante un año”.

En 1945, su madre finalmente liberada de Dacha y luego de 18 meses de búsqueda, finalmente lo encontró. Lucy fue liberada el día en que Mario cumplió nueve años.

“Le costó dos años encontrarme en aquella pandilla de delincuentes: habíamos salido del Tirol y acabamos en Calabria. Y mamá decidió que nos fuéramos a América porque ella tenía allí un hermano.

Fuimos a Filadelfia. No aprendí a leer hasta los 13 años, pero entonces ya sabía todo sobre la vida: me las había ingeniado para sobrevivir. Y luego seguí estudiando…. Progresando.

¡La ciencia de la calle! Siempre he pensado que lo que aprendí entonces con aquellos ladronzuelos, me sirvió después como investigador: una cierta intuición del porvenir….

En la calle aprendí a confiar en mí. Yo estaba solo. Creo que mi trabajo de hoy como científico está vinculado a esa etapa. Mi mente era mi entretenimiento. Todo el tiempo desarrollaba planes que luego tenía que cumplir.

Yo les enseño a mis alumnos a ser pacientes. Les digo que en vez de pasar tanto tiempo pensando en algo, es mucho mejor, ir y hacerlo. No hay que darle tanta vuelta. Hay que empezar por algo.

Pero para eso hay que tener un plan. Una idea de hacia dónde uno quiere ir. Y desearlo mucho.

Ahora hay una sensación de que la gratificación tiene que ser inmediata. La gratificación es algo que lleva mucho tiempo, esfuerzo, dedicación y paciencia. Y por eso es gratificante cuando llega”.

Capecchi siempre sonríe. Dejó atrás una infancia dura. Todo lo que le fue adverso le sirvió para crecer.

(De historiasybiografias.com)

jueves, 23 de noviembre de 2023

Modelos de individuo vs. Modelos de sociedad

Cuando una sociedad entra en crisis, surgen diversas opiniones respecto a una posible solución. Mientras que unos piensan en el individuo ideal que debemos adoptar como meta, otros piensan en una sociedad ideal como objetivo al que deberíamos llegar en el futuro. Como ejemplo de la primera postura se tiene al cristianismo, mientras que, como ejemplo de la segunda, puede mencionarse al marxismo. Así, el hombre nuevo cristiano es el hombre cooperativo que comparte las penas y las alegrías de los demás como propias, mientras que el hombre nuevo soviético es el que se adapta al lema “De cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades”.

El hombre nuevo propuesto por Cristo es el que genera una sociedad denominada simbólicamente como el Reino de Dios, de la cual no existe una descripción precisa por cuanto se trata del efecto que se produce luego de que la mayoría de los hombres acata los mandamientos bíblicos. Por el contrario, el hombre nuevo soviético es el que ha de surgir luego de establecer el socialismo; sociedad caracterizada por la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. Manuel García Pelayo escribió: “Las concepciones políticas operaban con arreglo a un sistema de pensamiento que podemos llamar arquetípico, es decir, que partía del supuesto de que hay un modelo permanente de las cosas bajo cuya pauta habían de ser comprendidas y organizadas de modo que la misión del hombre no consistía en inventar nuevas formas, sino en descubrir el sentido del modelo y en tratar de realizarlo”.

“Junto a esta concepción cósmica del Reino de Dios está la del pueblo hebreo como una comunidad político religiosa gobernada por Dios mismo. El hombre ha tratado siempre de eludir, de neutralizar o de sublimar el hecho terrible y radical de estar sometido a otro hombre. Y la primera de las soluciones ofrecidas ha sido la teocracia: ningún hombre mandará sobre otro, pues su dignidad y libertad sólo permite la sumisión al señorío de Dios” (De “El Reino de Dios, arquetipo político”-Revista de Occidente-Madrid 1959).

Cada ser humano se une a los demás a través de un vínculo, siendo el vínculo algo que une y algo que se comparte. Si no existe ese vínculo, no existe sociedad, sino un simple agrupamiento de seres humanos. Mientras que la sociedad propuesta por el cristianismo adopta a los afectos como vínculo interpersonal, el socialismo propone para ese fin a los medios de producción. En la sociedad cristiana se busca que cada ser humano sea tratado como un integrante de su propia familia, mientras que en el socialismo cada ser humano ha de ser un socio con quien se han de realizar diversos trabajos.

Mientras que el cristianismo dirige sus prédicas a cada individuo, para producir una mejora ética generalizada, el socialismo posterga la supuesta mejora ética para después de logrado el socialismo, ya que antes debe colaborar con la destrucción de la sociedad existente. De ahí que Lenín expresara: “Moral es lo que favorece el advenimiento del socialismo; inmoral lo contrario”.

El cristianismo propone una sociedad que adopta como vínculo de unión entre los hombres a un proceso natural como la empatía. El marxismo, en cambio, propone un vínculo material: el trabajo, si bien también puede considerarse como natural ya que es el utilizado por las hormigas y las abejas, siendo éste el precio que se paga por tratar de establecer una “sociedad humana” sin apenas contemplar los atributos propios del hombre, siendo éste quien deberá “transformarse” para adaptarse al socialismo. Si el sufrimiento implica una desadaptación al orden natural, el socialismo es el medio adecuado para ese logro negativo.

Entre las herejías consideradas por el socialismo se encuentra el simple hecho de trabajar por cuenta propia y tener ambiciones individuales, ya que de esa forma se “destruye” el vínculo de unión propuesto. Al desconocer el vínculo afectivo que une a las sociedades verdaderamente humanas, se sacrifica la libertad personal y se limita la efectividad de la economía. La búsqueda de ganancias y la acumulación de capital productivo (ahorro) son miradas también como un grave pecado antisocial.

Para establecer una economía estatal centralmente planificada, el gobierno autoritario socialista requiere de la obediencia incondicional de todos los miembros de la sociedad, de lo contrario la planificación pierde su eficacia. De ahí que la promovida “igualdad” entre los hombres sea una consecuencia directa del lugar subalterno que ocupa la mayoría. En este caso puede hacerse una analogía con una colmena: la abeja reina (el Partido Comunista) produce los huevos, que son cuidados por las abejas obreras (la clase trabajadora) quienes también producen los alimentos. Los zánganos (la burocracia estatal) fecundan a la reina y luego mueren por cuanto no saben alimentarse por sus propios medios.

La diferencia entre los modelos propuestos involucra a la elección del tipo de gobierno que se ejercerá sobre todo individuo. La forma elemental de gobierno del hombre sobre el hombre puede simbolizarse así: H1 => H. En donde H1 es el “gobernante” de H. Se advierte, como primera conclusión, que se establece un vínculo no igualitario. Este gobierno tiende a mejorar si se lo reemplaza por leyes humanas establecidas previamente: LH => H. Sin embargo, si tales leyes poco o nada tienen en cuenta a la ley natural, no existe una mejora perceptible. Recordemos que bajo el régimen nazi era el propio Hitler quien dictaba o decidía las leyes del Estado. De ahí que las formas anteriores se adaptan a un sistema totalitario.

Los sistemas monárquicos, por otra parte, podían simbolizarse de la siguiente forma: D => H1 => H. En este caso, el monarca H1 debía responder por sus actos a Dios (D), mientras que, como su cargo provenía de Dios, podía adoptar decisiones irrevocables respecto de los demás hombres. Como las interpretaciones de la voluntad de Dios eran subjetivas, tal teocracia indirecta tenía serias limitaciones.

Un paso adelante se logra con el liberalismo, y la democracia, cuya propuesta puede simbolizarse así: LN => LH => H, en donde, en lugar de suponer un Dios que interviene en los acontecimientos humanos, se adopta como referencia la ley natural (LN). Para permitir la libertad del hombre respecto de sus semejantes, se busca un gobierno a través de las leyes humanas (LH), siempre y cuando éstas sean compatibles con la ley natural. De lo contrario se podría caer en los excesos de los diversos totalitarismos.

Finalmente, suponiendo una mejora para el futuro, se ha de llegar a una teocracia directa, en la cual el hombre será gobernado por la ley natural, que ha sido explicitada en una forma accesible para todos. Esta vez el símbolo será: LN => H. En donde todo individuo, al intentar adoptar una actitud cooperativa, se orienta por la ley natural (LN) pudiendo liberarse de la influencia perturbadora de otros hombres. Es oportuno mencionar que el autogobierno personal es equivalente al gobierno de Dios sobre su persona, por cuanto se trata de una decisión consciente y voluntaria. Puede hacerse un resumen de estas posibilidades:

H1 => H, LH => H Totalitarismos
D => H1 => H Monarquías (teocracias indirectas)
LN => LH => H Liberalismo (democracia)
LN => H Autogobierno (teocracia directa)

miércoles, 22 de noviembre de 2023

La coparticipación, motivo de la decadencia argentina

Por Jorge Colina

La recaudación está fuertemente centralizada a nivel nacional mientras que las principales funciones públicas son administradas por las provincias y sus municipios. Por eso, parte de la recaudación es apropiada por la Nación y el resto es distribuido entre las provincias.

Para ello se aplican una serie de reglas previstas en la ley de coparticipación y otras normas análogas. El esquema es tan complejo y arbitrario que coloquialmente se lo denomina el “laberinto de la coparticipación”.

La coparticipación históricamente fue motivo de conflictos y polémicas. La evidencia más extrema es la gran cantidad de juicios planteados antes la Corte por provincias que se sienten perjudicadas. El caso más reciente es Mendoza que cuestiona la reducción del impuesto a las ganancias dispuesta unilateralmente por el gobierno nacional. En paralelo, los gobernadores del norte alarman a sus poblaciones con la amenaza de que si disminuye la coparticipación no podrán pagar los sueldos de los empleados públicos.

¿Por qué la coparticipación genera tantas controversias? Si bien es un tema que involucra muchas aristas y complejidades, en base a información publicada por el Ministerio de Economía, referida al 2022, se pueden extraer evidencias para desentrañar este importante tema:

* Las provincias del norte reciben en concepto de coparticipación 2.000 dólares por habitante por año.

* El resto de las provincias reciben 900 dólares por habitante por año.

* Las provincias del norte tienen 63 empleados públicos cada 1.000 habitantes cuando el resto de las provincias tiene 45 empleados públicos cada 1.000 habitantes.

Estos datos muestran que la coparticipación redistribuye recursos impositivos en favor de las provincias del norte y éstas los usan para expandir el empleo público. Las evidencias avalan el planteo de los gobernadores del norte que, si les disminuye la coparticipación, no podrán pagar los sueldos ya que es claro el exceso de dotación de empleados públicos. También explican el rechazo que genera la coparticipación entre las provincias que ponen más de lo que reciben y plantean su judicialización.

La coparticipación es una de las principales causas de la decadencia argentina.

A las provincias del centro y la Patagonia le impone un drenaje de recursos que cercena su progreso. Paradójicamente, también cercena las posibilidades de progreso de las provincias del norte.

Los abundantes recursos que reciben las provincias del norte son destinados mayoritariamente al empleo público espurio y otras prácticas clientelares.

La coparticipación no es una herramienta de solidaridad desde las zonas más ricas a las más pobres. Muy por el contrario, la coparticipación profundiza su subdesarrollo a través de los incentivos que genera en sus gobiernos a acumular poder político en base al clientelismo.

La solución pasa por aplicar el principio, ampliamente avalado por la teoría de las Finanzas Públicas, de correspondencia fiscal. Esto es, el que gasta, recauda.

Para ello es necesario un nuevo acuerdo de coordinación tributaria y funcional entre las provincias y la Nación.

El Estado nacional se debería financiar con los impuestos al comercio exterior, la seguridad social y el impuesto a los ingresos. Las provincias con sus municipios con un IVA que absorba ingresos brutos y tasas municipales. La AFIP debería seguir administrando el IVA unificado, sólo que, en lugar de distribuir aplicando la coparticipación, debería hacerlo en función de la producción y consumo de cada provincia. Esto incentivaría el desarrollo local.

Las provincias del norte recibirían asistencia de un Fondo de Convergencia hasta que logren un nivel de desarrollo similar al resto del país.

Que en las provincias del norte usen los fondos para expandir el empleo público y no para promover el desarrollo es el resultado de los malos incentivos de la coparticipación. De la misma manera, la litigiosidad es intrínseca a la coparticipación. Prueba de ello es que en una gran cantidad de pactos fiscales se asumieron compromisos de no hacer juicios entre las provincias y la Nación, sin embargo, los juicios pululan.

Por esto, la correspondencia fiscal generará mejores incentivos porque induce a la buena administración ya que impone la rendición de cuentas del gasto público a los ciudadanos contribuyentes.

(De www.laprensa.com.ar)

lunes, 20 de noviembre de 2023

Totalitarismo y psiquiatría

En el último proceso eleccionario en la Argentina, pudo observarse una continua e intensa campaña de descalificación del candidato liberal Javier Milei, a quien se lo calificó de "loco", "desequilibrado", "peligroso", etc. Eso no debería llamar demasiado la atención por cuanto tal actitud, cuando proviene de los sectores de la izquierda extrema, no constituyen algo novedoso, ya que en la ex URSS, era algo común catalogar a alguien de "loco" cuando rechazaba la "verdad revelada" constituida por la ideología del marxismo-leninismo. Incluso Sergio Massa, el candidato peronista, había propuesto que los candidatos presidenciales deberían, por ley, someterse a un examen psiquiátrico, sospechando que el candidato libertario no habría de pasar en forma exitosa tal examen.

Respecto de lo que acontecía en la URSS, se transcribe un artículo al respecto:

ABUSO POLÍTICO DE LA PSIQUIATRÍA EN LA UNIÓN SOVIÉTICA

Hubo un abuso político sistemático de la psiquiatría en la Unión Soviética, basado en la interpretación de la oposición política o la disidencia como un problema psiquiátrico. Se le llamó "mecanismos psicopatológicos" de la disidencia.

Durante el liderazgo del Secretario General Leonid Brezhnev, la psiquiatría se utilizó para incapacitar y eliminar de la sociedad a los opositores políticos ("disidentes") que expresaban abiertamente creencias que contradecían el dogma oficial. El término "intoxicación filosófica", por ejemplo, se aplicó ampliamente a los trastornos mentales diagnosticados cuando las personas no estaban de acuerdo con los líderes comunistas del país y, al referirse a los escritos de los Padres Fundadores del marxismo-leninismo —Karl Marx, Friedrich Engels y Vladimir Lenin—, los convirtió en blanco de críticas.

El artículo 58-10 del Código Penal de la era de Stalin, "Agitación antisoviética", se mantuvo en gran medida en el nuevo Código Penal de la RSFSR de 1958 como artículo 70 "Agitación y propaganda antisoviética". En 1967, se añadió al Código Penal de la RSFSR una ley más débil, el artículo 190-1 "Difusión de invenciones que se sabe que son falsas, que difaman el sistema político y social soviético". Estas leyes se aplicaron con frecuencia junto con el sistema de diagnóstico de enfermedades mentales, desarrollado por el académico Andrei Snezhnevsky. Juntos, establecieron un marco dentro del cual las creencias no convencionales podían definirse fácilmente como un delito penal y la base, posteriormente, para un diagnóstico psiquiátrico.

Aplicación del diagnóstico

El comportamiento político "antisoviético" de algunos individuos -oponerse abiertamente a las autoridades, manifestarse a favor de la reforma y escribir libros críticos- se definió simultáneamente como actos criminales (por ejemplo, una violación de los artículos 70 o 190-1), síntomas de enfermedad mental (por ejemplo, "delirio de reformismo") y susceptibles de un diagnóstico prefabricado (por ejemplo, "esquizofrenia lenta"). Dentro de los límites de la categoría diagnóstica, los síntomas de pesimismo, la mala adaptación social y el conflicto con las autoridades eran suficientes para un diagnóstico formal de "esquizofrenia lenta".

El encarcelamiento psiquiátrico de ciertas personas fue motivado por sus intentos de emigrar, distribuir o poseer documentos o libros prohibidos, participar en protestas y manifestaciones por los derechos civiles y participar en actividades religiosas prohibidas. De acuerdo con la doctrina del ateísmo de Estado, las creencias religiosas de los presos, incluidas las de antiguos ateos bien educados que se habían convertido en seguidores de una fe religiosa, se consideraban una forma de enfermedad mental que requería tratamiento. La KGB enviaba rutinariamente a los disidentes a psiquiatras para que los diagnosticaran, con el fin de desacreditar la disidencia como el producto de mentes enfermas y evitar la vergüenza causada por los juicios públicos. Documentos gubernamentales altamente clasificados que estuvieron disponibles después de la disolución de la Unión Soviética confirman que las autoridades utilizaron conscientemente la psiquiatría como una herramienta para reprimir la disidencia.

De conformidad con el "Comentario" a la Ley de atención psiquiátrica de la Federación de Rusia posterior a la Unión Soviética, las personas obligadas a someterse a tratamiento en instituciones médicas psiquiátricas soviéticas tienen derecho a la rehabilitación de conformidad con el procedimiento establecido y pueden reclamar una indemnización. La Federación de Rusia reconoció que antes de 1991 la psiquiatría se había utilizado con fines políticos y asumió la responsabilidad de las víctimas de la "psiquiatría política".

El abuso político de la psiquiatría en Rusia ha continuado, sin embargo, desde la caída de la Unión Soviética. Y los activistas de derechos humanos aún pueden enfrentar la amenaza de un diagnóstico psiquiátrico por sus actividades cívicas y políticas legítimas.

Una capacidad inherente para el abuso

El diagnóstico de una enfermedad mental puede dar al Estado licencia para detener a las personas en contra de su voluntad e insistir en la terapia tanto en interés del detenido como en interés de la sociedad. Además, recibir un diagnóstico psiquiátrico puede considerarse en sí mismo como opresivo. En un Estado monolítico, la psiquiatría puede ser utilizada para eludir los procedimientos legales estándar para establecer la culpabilidad o inocencia y permitir el encarcelamiento político sin el odio ordinario que acompaña a tales juicios políticos.

En el período comprendido entre la década de 1960 y 1986, se informó que el abuso de la psiquiatría con fines políticos había sido sistemático en la Unión Soviética y episódico en otros países de Europa del Este, como Rumania, Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia. La práctica del encarcelamiento de disidentes políticos en hospitales psiquiátricos de Europa del Este y de la antigua URSS dañó la credibilidad de la práctica psiquiátrica en estos Estados y supuso una fuerte condena de la comunidad internacional. Los psiquiatras han estado involucrados en abusos contra los derechos humanos en Estados de todo el mundo cuando las definiciones de enfermedad mental se ampliaron para incluir la desobediencia política. Como los académicos han argumentado durante mucho tiempo, las instituciones gubernamentales y médicas a veces han clasificado las amenazas a la autoridad durante períodos de disturbios políticos e inestabilidad como una forma de enfermedad mental. En muchos países, los presos políticos siguen siendo confinados y maltratados en instituciones psiquiátricas.

En la Unión Soviética, los disidentes a menudo eran confinados en pabellones psiquiátricos comúnmente llamados psikhushkas. Psikhushka es el diminutivo irónico ruso de "hospital psiquiátrico". Una de las primeras psikhushkas penales fue el Hospital Psiquiátrico de la Prisión de la ciudad de Kazán. En 1939, fue transferido al control de la NKVD (la policía secreta y precursora de la KGB) por orden de Lavrentiy Beria, el jefe de la NKVD. Defensores internacionales de los derechos humanos, como Walter Reich, han registrado durante mucho tiempo los métodos por los que los psiquiatras soviéticos de los hospitales de Psikhushka diagnosticaron esquizofrenia en disidentes políticos. Los eruditos occidentales no examinaron ningún aspecto de la psiquiatría soviética tan a fondo como su participación en el control social de los disidentes políticos.

Bajo Stalin, Jruschov y Brezhnev

Ya en 1948, el servicio secreto soviético se interesó por esta área de la medicina. Uno de los responsables generales de la policía secreta soviética, el Fiscal General y Fiscal del Estado de antes de la guerra, el viceministro de Asuntos Exteriores Andréi Vychinski, fue el primero en ordenar el uso de la psiquiatría como herramienta de represión. El psiquiatra ruso Piotr Gannushkin creía que en una sociedad de clases, especialmente durante la lucha de clases más severa, la psiquiatría era incapaz de no ser represiva. Al final del régimen de Iósif Stalin se desarrolló un sistema de abuso político de la psiquiatría.

Sin embargo, la psiquiatría punitiva no era simplemente una herencia de la era de Stalin, según Alexander Etkind. El Gulag, o Administración Principal de Campos de Trabajo Correctivo, fue un instrumento eficaz de represión política. No había ningún requisito apremiante para desarrollar un sustituto psiquiátrico alternativo y más costoso. El abuso de la psiquiatría fue un producto natural de la era soviética tardía. Desde mediados de la década de 1970 hasta la década de 1990, la estructura del servicio de salud mental de la URSS se ajustó al doble rasero de la sociedad, estando representada por dos sistemas distintos que coexistieron pacíficamente en su mayor parte, a pesar de los conflictos periódicos entre ellos:

El primer sistema fue el de la psiquiatría punitiva. Servía directamente a las autoridades y a los que estaban en el poder, y estaba dirigido por el Instituto de Psiquiatría Forense de Moscú, llamado así en honor a Vladimir Serbsky;
El Sistema Dos estaba formado por clínicas de élite con orientación psicoterapéutica. Fue dirigido por el Instituto Psiconeurológico de Leningrado, que lleva el nombre de Vladimir Bekhterev.

Los centenares de hospitales de las provincias combinaban elementos de ambos sistemas.

Si alguien tenía una enfermedad mental en ese momento, era enviado a hospitales psiquiátricos y confinado allí hasta que moría. Si su salud mental era incierta, pero no estaban constantemente enfermos, ellos y su kharakteristika [testimonio de los empleadores, el Partido y otras instituciones soviéticas] eran enviados a un campo de trabajo o fusilados. Cuando comenzaron a hacerse alusiones a la legalidad socialista, se decidió enjuiciar a esas personas. Pronto se hizo evidente que llevar a juicio a las personas que pronunciaban discursos antisoviéticos sólo empeoraba las cosas para el régimen. Esas personas ya no son juzgadas en los tribunales. En su lugar, se les sometió a un examen psiquiátrico y se les declaró locos.

"Esquizofrenia lenta"

"El encarcelamiento de personas sanas y librepensadoras en manicomios es un asesinato espiritual, es una variación de la cámara de gas, aún más cruel; la tortura de las personas asesinadas es más maliciosa y más prolongada. Al igual que las cámaras de gas, estos crímenes nunca serán olvidados y los involucrados en ellos serán condenados para siempre durante su vida y después de su muerte". (Aleksandr Solzhenitsyn)

Los diagnósticos psiquiátricos, como el diagnóstico de "esquizofrenia lenta" en los disidentes políticos de la URSS, se utilizaron con fines políticos. Fue el diagnóstico de "esquizofrenia lenta" el que se utilizó de manera más prominente en los casos de disidentes. La esquizofrenia perezosa, como una de las nuevas categorías diagnósticas, fue creada para facilitar la asfixia de los disidentes y fue una raíz del autoengaño entre los psiquiatras para aplacar sus conciencias cuando los médicos actuaban como una herramienta de opresión en nombre de un sistema político. Según el director ejecutivo de la Iniciativa Global de Psiquiatría, Robert van Voren, el abuso político de la psiquiatría en la URSS surgió de la concepción de que las personas que se oponían al régimen soviético eran enfermas mentales, ya que no había otra razón lógica por la que uno se opondría al sistema sociopolítico considerado el mejor del mundo. El diagnóstico de "esquizofrenia perezosa", un concepto de larga data desarrollado por la Escuela de Psiquiatría de Moscú y, en particular, por su jefe Snezhnevsky, proporcionó un marco muy útil para explicar este comportamiento.

El peso de la opinión académica sostiene que los psiquiatras que desempeñaron el papel principal en el desarrollo de este concepto diagnóstico seguían las directivas del Partido Comunista y del servicio secreto soviético, o KGB, y eran muy conscientes de los usos políticos que se le darían. Sin embargo, para muchos psiquiatras soviéticos, la "esquizofrenia perezosa" parecía ser una explicación lógica que se podía aplicar al comportamiento de los críticos del régimen que, en su oposición, parecían dispuestos a poner en peligro su felicidad, su familia y su carrera por una convicción o ideal reformista que era tan aparentemente divergente de la ortodoxia social y política imperante.

Snezhnevsky, el teórico más prominente de la psiquiatría soviética y director del Instituto de Psiquiatría de la Academia de Ciencias Médicas de la URSS, desarrolló una nueva clasificación de los trastornos mentales postulando un conjunto original de criterios diagnósticos. Una descripción cuidadosamente elaborada de la esquizofrenia lenta estableció que los síntomas psicóticos no eran esenciales para el diagnóstico, pero los síntomas de psicopatía, hipocondría, despersonalización o ansiedad eran fundamentales para ello. Los síntomas a los que se hace referencia como parte del "eje negativo" incluían el pesimismo, la escasa adaptación social y el conflicto con las autoridades, y eran suficientes para un diagnóstico formal de "esquizofrenia lenta con escasos síntomas".

Según Snezhnevsky, los pacientes con esquizofrenia lenta podrían presentarse como cuasi cuerdos, pero manifestar cambios de personalidad mínimos pero clínicamente relevantes que podrían pasar desapercibidos para el ojo inexperto. De este modo, los pacientes con trastornos mentales no psicóticos, o incluso las personas que no estaban mentalmente enfermas, podían ser fácilmente etiquetados con el diagnóstico de esquizofrenia lenta. Junto con la paranoia, la esquizofrenia lenta fue el diagnóstico más utilizado para el encarcelamiento psiquiátrico de los disidentes. Según las teorías de Snezhnevsky y sus colegas, la esquizofrenia se consideraba mucho más prevalente de lo que se consideraba anteriormente, ya que la enfermedad podía presentarse con síntomas comparativamente leves y solo podía progresar después.

Como consecuencia, la esquizofrenia se diagnosticó con mucha más frecuencia en Moscú que en ciudades de otros países, como informó el Estudio Piloto de la Organización Mundial de la Salud sobre la Esquizofrenia en 1973. La ciudad con mayor prevalencia de esquizofrenia en el mundo fue Moscú. En particular, el alcance se amplió con la esquizofrenia lenta porque, según Snezhnevsky y sus colegas, los pacientes con este diagnóstico eran capaces de funcionar casi normalmente en el sentido social. Sus síntomas podrían ser como los de una neurosis o podrían asumir un carácter paranoico. Los pacientes con síntomas paranoides conservaron cierta comprensión de su condición, pero sobreestimaron su propia importancia y pudieron manifestar ideas grandiosas de reforma de la sociedad. Por lo tanto, la esquizofrenia lenta podría tener síntomas tales como "delirios de reforma", "perseverancia" y "lucha por la verdad". Como informó Viktor Styazhkin, Snezhnevsky diagnosticó un delirio de reforma para cada caso en que un paciente "desarrolla un nuevo principio de conocimiento humano, redacta una academia de felicidad humana y muchos otros proyectos para el beneficio de la humanidad".

En las décadas de 1960 y 1970, las teorías que contenían ideas sobre la reforma de la sociedad y la lucha por la verdad, y las convicciones religiosas no se referían a los trastornos paranoides delirantes en prácticamente todas las clasificaciones extranjeras, sino que la psiquiatría soviética, partiendo de concepciones ideológicas, remitía la crítica del sistema político y las propuestas para reformar este sistema a la construcción delirante. Los enfoques diagnósticos de la concepción de la esquizofrenia lenta y los estados paranoicos con ilusión de reformismo se utilizaron solo en la Unión Soviética y varios países de Europa del Este.

Por orden encubierta de la KGB, miles de reformadores sociales y políticos —"disidentes" soviéticos— fueron encarcelados en hospitales psiquiátricos después de haber sido etiquetados con diagnósticos de "esquizofrenia perezosa", una enfermedad fabricada por Snezhnevsky y la "escuela de Moscú" de psiquiatría. El psiquiatra estadounidense Alan A. Stone afirmó que la crítica occidental de la psiquiatría soviética se dirigía a Snezhnevsky personalmente, porque él era esencialmente responsable del concepto soviético de esquizofrenia con una manifestación de "tipo lento" por el "reformismo" que incluía otros síntomas. Se puede aplicar fácilmente este esquema de diagnóstico a los disidentes.

Snezhnevsky fue atacado durante mucho tiempo en Occidente como un ejemplo de abuso psiquiátrico en la URSS. Los principales críticos insinuaron que Snezhnevsky había diseñado el modelo soviético de esquizofrenia y este diagnóstico para convertir la disidencia política en una enfermedad mental. Se le acusó de desarrollar cínicamente un sistema de diagnóstico que podía ser manipulado con fines políticos, y él mismo diagnosticó o estuvo involucrado en una serie de casos de disidentes famosos. y, en docenas de casos, firmó personalmente una decisión de la comisión sobre la demencia legal de disidentes mentalmente sanos, incluidos Vladimir Bukovsky, Natalya Gorbanevskaya, Leonid Plyushch, Mikola Plakhotnyuk, y Piotr Grigorenko.

(De wikiwand)

La campaña política más cara de la historia argentina

Para tener una idea de lo que implica el subdesarrollo mental y moral de un país en decadencia, puede mencionarse el caso de la campaña presidencial del candidato peronista Sergio Massa. Además de los frecuentes avisos publicitarios en televisión e Internet, se pudo observar afiches en las calles con el rostro del candidato sustentado en un material similar al policarbonato. Se estima que el costo de tal campaña electoral rondaría entre el 2 y 3% del PBI nacional.

Demás está decir que, por ser Massa el actual Ministro de Economía, tales recursos económicos surgieron del Estado, y no de sectores privados, si bien el derroche de recursos, en cualquiera de los casos, resulta un acto criminal tratándose de un país con más de 40% de pobres y 10% de indigentes.

Como bien ha sido descripto el peronismo, carente de una ideología concreta, se trata simplemente de una organización delictiva clientelista cuya finalidad esencial es la conquista y el mantenimiento del poder. Con una inflación por la cual la duplicación de precios se establece en sólo 6 meses, el 44% de los votantes no tuvo mayor inconveniente en votar al candidato que aumentó en unos 3 millones la cantidad de pobres desde que asumió como Ministro de Economía desde hace algo más de un año.

En un país con gente decente en su mayoría, un gobierno que no puede solucionar el grave problema económico, trata de hacer el "trabajo sucio" necesario para posibilitar que un próximo gobierno pueda mejorar la grave situación económica. Pero ello no resulta posible en el caso de los peronistas, cuyo objetivo único y principal es el mantenimiento del poder una vez conquistado.

El mencionado candidato prometía dar fin a la "grieta" política y social que divide a los argentinos y que fue iniciada justamente por Perón, Eva y sus seguidores. Mientras prometía un gobierno de "unidad nacional", difamaba y mentía alevosamente en contra del candidato Javier Milei, incluso denigrándolo sobre temas personales. En un spot publicitario, luego de que un niño escucha una parte de una entrevista a Milei, acerca del "mercado de órganos" (tema discutible), aparece la madre del niño preocupada por la influencia que puede recibir su hijo, induciéndolo a "dejar de escuchar a ese loco" (o algo similar).

Mientras que la propaganda que pagaremos todos con mayor inflación se orientó a denigrar, difamar y descalificar al rival, promoviendo el miedo, en la población también Massa promovió el terror ante la posibilidad de que siguiera al mando del gobierno haciendo lo único que sabe hacer: imprimir billetes, comprar votos y reducir algunos impuestos sin bajar gastos estatales, por lo cual tal rebaja habrá de ser cubierta con mayor impresión monetaria y mayor inflación.

domingo, 19 de noviembre de 2023

Orden social y orden mundial futuros

Las sociedades humanas, como sistemas complejos adaptativos, requieren de cierto orden social para una plena supervivencia de sus integrantes. Esa plena supervivencia no requiere sólo del alimento y del abrigo del cuerpo, sino también de la posibilidad de desarrollo de todas las potencialidades humanas.

Para lograr el orden social necesario para tal supervivencia y para una plena adaptación al orden natural, se requiere disponer de una adecuada información sobre el comportamiento humano, y que sea accesible a todo integrante de la sociedad. Tal información consta principalmente de una descripción de las actitudes básicas del ser humano y de las ventajas de acentuar la mejor de esas predisposiciones.

Si bien este proceso resulta bastante evidente, vemos frecuentemente el caso de políticos, que pretenden solucionar los problemas sociales, que suponen que sus decisiones y leyes, propuestas desde el Estado, serán suficientes para una mejora general. Sin embargo, los integrantes de la sociedad no han cambiado en lo más mínimo ante el nuevo gobierno, ni tampoco se ha tratado de que cambien en lo más mínimo, por lo cual los planes de los políticos tienden a quedar sin efectos positivos considerables.

A nivel global sucede otro tanto, ya que a cada tanto se habla del "nuevo orden mundial", como lo fue el intentado por Hitler, también por Stalin, por los EEUU, por la URSS, y así sucesivamente. En todos estos casos se intenta por parte de una potencia militar y/o económica predominar sobre el resto de los países, sin que la mayor parte de los habitantes del mundo participen en lo más mínimo en el proceso considerado.

Aún cuando sea una propuesta que tiene muchos siglos, la antigua idea del Reino de Dios sigue teniendo plena vigencia. Si tenemos presente que tal Reino, o Gobierno de Dios sobre el hombre, a través de las leyes naturales, habrá de conducir a todo individuo y a la sociedad en general hacia un orden social y mundial futuros, parece ser la mejor solución práctica ante todos los problemas que afectan a las sociedades actuales y a sus integrantes.

De ahí que la solución buscada vendría a establecerse a través, no de un gobierno mundial de potencias militares y/o económicas, sino de un autogobierno personal orientado por la ética bíblica, interpretada adecuadamente en función de una descripción conforme a los actuales conocimientos aportados por las diversas ciencias sociales, especialmente por la psicología social.

Un orden mundial estable y duradero, no se fundamentará en el poder militar de algún país, ni en la economía, ni en la política, sino en la ética individual derivada de la empatía emocional, es decir, fundado en la principal ley de supervivencia disponible. Si bien hasta ahora sirvió para unir familias y, parcialmente, a pueblos, esta vez deberá servir para unir a toda la humanidad.

Todo este proceso de crecimiento individual ha de estar asociado al hecho de colocar nuestra vida individual en la corriente de un posible sentido del universo, de un sentido de la humanidad y luego de un sentido objetivo de la vida individual. Tales sentidos implican "subirse" a un ómnibus para un mejor viaje por nuestra existencia individual. De ahí que es importante para el hombre poder vislumbrar la existencia de un sentido objetivo del universo, tal como lo sostiene Teilhard de Chardin, Hubert Reeves, Christian de Duve y otros científicos. La ausencia de sentido permite la introducción de “sentidos subjetivos”, o del “sinsentido”, lo cual puede desviarnos de la voluntad aparente del orden natural. De la ausencia de un sentido objetivo del universo puede inferirse la ausencia de un sentido objetivo de la propia vida del hombre, lo que lleva además a la ausencia de una ética objetiva y a su reemplazo, desde el relativismo moral, por diversas éticas subjetivas.

Respecto de la asignación, o no, de un sentido, o de una finalidad, del universo, aparecen dos libros representativos de ambas posturas, tales los casos de “El fenómeno humano” de Pierre Teilhard de Chardin y “El azar y la necesidad” de Jacques Monod. Acerca de ellos, Christian de Duve, Premio Nobel de Medicina, escribió: “Podría parecer que he optado por Teilhard en contra de Monod, pero no es así; científicamente me siento mucho más cerca de Monod que de Teilhard. Sin embargo, he optado a favor de un universo con sentido en oposición a uno que no lo tenga. No porque quiero que así sea, sino porque así interpreto la evidencia científica disponible, que incluye mucho de lo que fue conocido por Monod, quien sabía mucho más que Teilhard”.

“Monod subrayó la improbabilidad de la vida y la mente y el papel preponderante del azar en su surgimiento, y por ende la falta de designio en el universo, su absurdo y su carencia de sentido. La manera en que interpreto los mismos hechos es diferente. Le doy el mismo papel al azar, pero actuando dentro de un conjunto tan estricto de restricciones que obligatoriamente debe producir la vida y la mente, no una sino muchas veces. A la famosa frase de Monod «El universo no estaba preñado con la vida, ni la biosfera con el hombre», yo respondo: «Falso. Sí lo estaba»”.

“He enfrentado dos personalidades paradigmáticas. Monod y Teilhard; dos filosofías, una representativa del absurdo y la otra del sentido. Cada uno de nosotros debe escoger por su cuenta”. “Teilhard, el jesuita devoto, quien deseaba con todas sus fuerzas descubrir una evidencia objetiva que sustentara su fe. Monod, el existencialista orgullosamente desesperado, deseaba con igual pasión que el mundo viviente apoyara su sentimiento de aislamiento y absurdo” (De “Polvo vital”–Editorial Norma SA-Bogotá 1999).

En cuanto al azar en biología, el astrofísico Hubert Reeves escribió: “El lector de Monod habrá notado hasta qué punto mi visión de los acontecimientos difiere de la suya. Es una cuestión de interpretación. Los hechos los aprendo de los biólogos. Han sido adquiridos por medio de una tecnología científica que presenta todos los caracteres de la objetividad. Pero la interpretación de los hechos procede de la persona entera, comprendida su lógica, sus emociones, sus pulsiones, sus vivencias anteriores. Implica a la vez a la observación y al observador. A ese nivel, no es «objetiva». Cada persona tiene la suya, que conviene respetar, pero no forzosamente adoptar. Para Monod, el papel esencial del azar en la evolución biológica prueba la ausencia de una «intención» en la naturaleza. En ese sentido, denuncia como ilusoria la antigua alianza del hombre con el universo. El hombre es un accidente del trayecto, en un cosmos vacío y frío. Es un hijo del azar. Cierto. Pero del «azar controlado». Quitémonos el sombrero ante la naturaleza que ha dominado al «azar» para hacer de él un admirable aliado.” (De “Paciencia en el azul del cielo”–Ediciones Juan Granica SA-Barcelona 1982).

Ya sea que consideremos que el universo está mal hecho o que esté bien hecho, lo objetivo e indiscutible es que está regido por leyes naturales invariantes y que, nos gusten o no, lo único que resulta accesible a nuestras decisiones implica adaptarnos a tales leyes. Siendo éste el sentido objetivo de la vida de todo ser humano, el cual deberíamos adoptar en beneficio de todos.

viernes, 17 de noviembre de 2023

El poder de los peronistas

Manuel Hinds subraya la capacidad del peronismo para sobrevivir en Argentina aunque sea el responsable de la actual crisis económica.

Por Manuel Hinds

Ha tomado casi ochenta años, pero al fin pareciera que el peronismo está a punto de terminarse, independientemente de si Sergio Massa, el candidato peronista, gana o pierde las elecciones del próximo domingo. Igual que el comunismo en la época de Gorbachev, el peronismo está llegando al fin del largo camino por el que llevó a Argentina de ser uno de los países más ricos del mundo a ser sólo uno más de los muchos países mal llamados “en desarrollo” porque no se están desarrollando sino “des-desarrollando”. Como un virus, moriría junto con el cuerpo que ha llevado a la muerte.

Irónicamente, este final sería más seguro si Massa ganara las elecciones porque su gobierno haría que los argentinos bebieran el cáliz de la amargura hasta las heces. Massa no solo sería la continuación de las políticas que han hundido al país por décadas sin fin. Es el ministro de economía que ha estado manejando el proceso que lo ha llevado a su situación actual, al borde de la hiperinflación, con una tasa de pobreza de 40%, en una carrera hacia el fondo que deja muy pocas opciones para evitar un descalabro económico y social. Si gana Javier Milei, se enfrentaría con una situación, creada por Massa, similar a un carro que ya se salió de la carretera y va cayendo hacia el barranco. Los peronistas le cargarían el choque, casi inevitable, a Milei, con lo cual quizás recuperarían su propia vida sobre el cadáver de Argentina.

La tragedia se está configurando retorcidamente. Milei tiene una propuesta concreta, la dolarización, que terminaría con la inflación y abriría las puertas para que se puedan tomar otras medidas que devolverían al país su capacidad de crecimiento. Pero para que esto pase primero tiene que implementarla, y hacerlo será la prueba fundamental que Milei tendría que superar para poder gobernar al país. Si no la implementa, su gobierno se derrumbaría hasta la irrelevancia en medio del desastre causado por Massa y los peronistas. Y los peronistas, sabiendo esto, le van poner todos los obstáculos posibles para evitar que la implemente y es posible que puedan detenerla y así poder echarle la culpa a Milei de lo que ellos hicieron.

Emilio Ocampo, la persona asignada por Milei para dolarizar al país, es un economista muy competente y un hombre honesto, pero necesita un apoyo político muy grande y no sólo de Milei. La red clientelar es tan poderosa como para haberse mantenido en el poder por ochenta años a pesar de haber llevado al país al desastre. Y la dolarización, con todo lo esencial que es, sólo prepararía el escenario para resolver los problemas más profundos de Argentina. Si la dolarización no se logra, la probabilidad de que esos otros problemas se resuelvan es cero. Los opositores, como Massa, cínicamente dicen que con sólo aplicar buenas políticas monetarias se puede reducir la inflación a cero y estabilizar la economía. Es como si, en país en el que nunca han podido operar ni siquiera abscesos sin riesgo para el paciente, se opongan a mandar al exterior a una persona que tiene que ser operada de un tumor cerebral, diciendo que con sólo operarlo bien en el pésimo hospital que tienen se salvaría su vida.

¿Cómo le creen a Massa, que está en la posición en la que podría hacer lo que dice que haría siendo presidente, ha llevado al país a este desastre? ¿Qué le pasa a Argentina? ¿Cuál es la fuente del poder de los peronistas siendo que han llevado al país a su perdición?

La respuesta es que el peronismo no es un partido político sino una gigantesca red clientelar organizada para capturar el poder para darse empleos a sí misma y para hacer favores a empresarios a cuestas de los impuestos pagados por la población. Es una organización parásita. Por eso, el peronismo puede acomodar a todas las tendencias ideológicas y manejar armónicamente las relaciones entre ellas. Su propósito no se define en términos ideológicos sino de intereses comunes.

Esta explotación es la fuente última de la indisciplina fiscal del país. La burocracia crece como la espuma extrayendo recursos del sector privado, que se debilita cada vez más. Este proceso se está acelerando cada vez más. Según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal, el número de personas trabajando en todos los niveles del gobierno, que era de 2.7 millones en 2012, creció a 3.2 millones en 2020, mientras que los empleados del sector privado cayeron de 6.1 a 5.8 millones en el mismo período. No es sorprendente que Argentina haya declinado tanto.

Por supuesto, esta tendencia no es racional. El aumento de la planilla de los empleados públicos no se ve acompañado por una mejora de la cantidad o calidad de los servicios públicos. Al contrario, la impresión que da Argentina es de una decadencia muy marcada. Hay sectores enormes, como el de educación, en el que un porcentaje alto de los empleados no llegan a trabajar, sólo a cobrar, y en el que algunos privilegiados controlan plazas que luego rentan a otros para que las llenen por un precio.

El poder de esta red clientelar es el problema profundo que ni la dolarización ni ninguna medida económica pueden resolver por sí mismas. Pareciera que solo se puede eliminar si Argentina toca fondo. Pero todos sabemos que los países no tienen fondo.

(De elcato.org)

jueves, 16 de noviembre de 2023

Psicópatas y totalitarios

La principal característica del psicópata es la ausencia de empatía emocional. Esta ausencia le impide compartir penas y alegrías ajenas por lo que implica la presencia de una persona poco social. Mientras tal deficiencia sea compensada con el razonamiento, la persona no ha de calificarse de psicópata. Por el contrario, la peligrosidad ha de surgir cuando tal individuo pretende influir en los demás o incluso dominarlos mental o físicamente.

Cuando el psicópata llega a ocupar el máximo cargo gubernamental en un sistema de gobierno totalitario, se establecen las condiciones para desencadenar una verdadera catástrofe social, como las ocurridas en el siglo XX con el nazismo y el comunismo.

La gravedad del problema no reside tanto en la existencia de tales individuos, sino en las masivas adhesiones que reciben tanto los sistemas totalitarios como los psicópatas que los promueven.

A continuación se transcribe un artículo al respecto:

ODIO, PODER Y DINERO

Por Hana Fischer

Hilda Molina es cubana y neurocirujana. Fue la persona a quien Fidel Castro le confesó sus pensamientos más íntimos, la mujer a quien le propuso matrimonio. También fue quien lo rechazó, desafió sus órdenes y pudo vivir para contarlo. Fue simultáneamente admirada y torturada psicológicamente por Fidel. Por eso, ella se autodefine como “cómplice y víctima”. En pocas palabras, un ser excepcional.

Esa cercanía le permitió a Hilda conocer los planes ocultos del dictador, de conocerlo en profundidad y de analizar su perfil psiquiátrico con rigurosidad. Asimismo, es testigo directo de lo que era Cuba en la etapa precastrista y en lo que se convirtió después.

En Argentina donde se exilió, concedió una extensa entrevista a La Nación. Su móvil fue desenmascarar tanta mentira que se ha dicho sobre la Revolución cubana, precisamente, porque la conoce desde adentro. Recalca que “los que escriben la historia la han tergiversado. Reescriben y sepultan la verdadera historia”, mutándolo por un “relato”. En ese contexto, “Yo quería que el mundo supiera la verdad: gente tan despiada, tan irrespetuosa”.

Es enfática al afirmar que en Cuba había prostitución como ha habido en todas partes del mundo pero no era el prostíbulo que se dice ahora. Los servicios de salud “en realidad, eran de los más prósperos de América Latina”.

Lo cierto es que “no había razones que realmente justificaran la guerrilla. Ya se iba a sacar a (Fulgencio) Batista, los notables tenían un plan”. Por ejemplo, su familia paterna luchó contra Batista. “Lo que pasa es que Fidel sabía que si no recurría a la lucha armada, no iba a poder realizar su plan, el que siempre tuvo, que era el de perpetuarse en el poder.”

Antes del advenimiento de la Revolución, la sociedad cubana no estaba partida en dos. “Era un país de amor, de familias, de personas decentes”.

Fidel engañó a tantos, dentro y fuera de Cuba, porque era muy hábil hablando. En su discurso triunfal tras derrotar a Batista, “No habló de destruir las familias, ni de dividir a los cubanos, ni de odio. Habló del mérito y de que habría elecciones dentro de 18 meses, libres y democráticas”.

Con esa arenga logró cautivar a personas sensibles como Hilda (en ese entonces tenía 15 años). A ella le dolía el sufrimiento humano y por eso quería ser médico. No entendía por qué había cubanos que iban a la TV a pedir ayuda económica para tratarse alguna enfermedad. En consecuencia, le pareció muy humanitario el proyecto de Fidel de “salud gratuita para todos”.

La trayectoria vital de Hilda es una muestra de cómo “atrapan” a jóvenes bienintencionados -que por definición, tienen poca experiencia de vida- los aspirantes a “reyes absolutos”. Prometen erigir un “paraíso”, siempre y cuando se destruya al capitalismo.

Hilda, como tantos otros, cayó en ese engaño. En cambio su madre, desde el principio la tuvo clara: “Fidel habla con odio y nadie que hable con odio es bueno”.

Con la sabiduría que otorga el paso del tiempo, Hilda ahora se da cuenta que “si se analizan sus discursos desde el principio de su reinado, están llenas de consignas, de odio, de división. Dividió primero a los cubanos, que eso no existía en Cuba […]. El problema es que él llevaba un proyecto desde su juventud, no es que él cambió. Mientras él decía eso ya tenía un gobierno paralelo que no era el que impuso primero, que era de personas respetadas en el país. Con ese gobierno paralelo ya estaba llevando adelante su proyecto”.

Al ejercer como neurocirujana, Hilda se dio cuenta que “le estaban mintiendo a los enfermos y al mundo: era imposible que un país pequeño, aislado, tuviera la mejor ciencia del mundo”. “Era una mentira que Cuba tuviera la mejor medicina del mundo […] Era una mentira pero una muy eficaz”.

Por eso, desobedeciendo las leyes del país y a escondidas, se comunicó con especialistas extranjeros en neurocirugía para convencerlos de que financiaran un hospital de esa especialidad en Cuba para atender a los enfermos nativos. Esa decisión casi le cuesta la vida y le permitió ver muy de cerca al “monstruo” que era Fidel. El interrogatorio al que la sometió duró 14 horas. El miedo era tremendo, no tanto por su seguridad personal sino por la de su hijo (así funciona el régimen). No obstante, al explicarle Hilda su proyecto en detalle, Fidel -que era sumamente astuto- se dio cuenta de las posibilidades estratégicas que podrían derivar de ese hospital “para cubanos” y le dio su visto bueno.

A partir de entonces, estableció una relación muy estrecha con Hilda. La iba a visitar casi diariamente al centro donde trabajaba. Fue entonces que ella decidió en secreto estudiar científicamente a Fidel para construir su perfil. Ergo, anotaba en un cuaderno todo lo que hablaban. Fue así que pudo conocer tanto su auténtica personalidad como sus planes.

“Fidel era un psicópata. Él tenía los síntomas de la enfermedad esta… era narcisista, sociópata y psicópata […]. Era un alma absolutamente atormentada, incapaz de sentir empatía y cariño por nadie. Era el tipo de persona que usa a un ser humano como se usa algo desechable. Y después lo descarta, cuando digo descartar, digo que hasta podía ser quitarle la vida”.

Con respecto a sus planes, eran geopolíticos, basados en sembrar el odio y la división. Fidel decía que “los oligarcas son malos pero son bobos”. Y como mediante la guerrilla sus aliados políticos no iban a poder obtener el poder total (estaba demostrado que no funcionaba) había que usar el mecanismo de la “tonta democracia” para lograrlo.

Esa fue su estrategia y el sistema que impulsó para América Latina. Consta de lineamientos generales como cambiar las constituciones para perpetuarse en el poder, terminar con la separación de poderes, de una manera u otra liquidar las instituciones republicanas, monopolizar los medios de comunicación, y siempre señalar a un “enemigo poderoso”. Y también “el odio y la división”. “Terminar con los valores: familia, amor, convivencia, libertad […]. Sembrar el odio es muy importante”.

Una de las formas más eficaces de sembrar el odio es siguiendo las indicaciones de Antonio Gramsci (libro de cabecera de Fidel) y adueñarse de la educación popular y la cultura. “Trabajan el cerebro de la gente, las neuronas, la ideología y le capturan el alma a las personas y ya está todo hecho”.

“Vamos a cambiar el eje del mundo” -le dice Fidel a Hilda- “¿vos crees que el mundo debe seguir girando alrededor de los yanquees o de Europa?”

“¿Y cómo sería?”, le pregunta Hilda.

El centro quedaría instalado en “China, Rusia, Irán, Corea del Norte y Siria”, fue la respuesta.

Además, Fidel se dio cuenta de que había que mutar para perpetuarse. Hacer lo mismo que China: asociarse con los capitalistas inescrupulosos del mundo. “Implantar el socialismo pero vivir como millonarios y tener dinero para que la gente los respete”. Sostenía que “los chinos violan los derechos humanos pero los respetan porque tienen dinero”.

Hilda expresa que Cuba va por ese camino. Está aceptando inversiones extranjeras de la que se beneficia directamente la dictadura militar que es la que domina en Cuba. “La cúpula militar cubana es millonaria”.

Por otra parte, Hilda cuenta que Fidel siguió a Hugo Chávez desde que estaba en la cárcel y “fue muy feliz cuando fue amnistiado por Rafael Caldera. Le propone hacerle la campaña y pagársela. Y Chávez encantado”. Fidel fue quien escogió el nombre de “socialismo del siglo XXI”.

Chávez cumplió paso a paso la estrategia ideada por Castro, que es geopolítica y se basa en “el odio, el poder y el dinero”.

Hilda afirma que “los resentidos del mundo aportan a Cuba”. “A mí una vez un periodista muy inteligente me preguntó por qué tantas personas tan diferentes siguen a Fidel: modelos, artistas de Hollywood, (mandatarios, intelectuales), los pobres de la tierra. Y yo digo una cosa porque la estudié con mucha calma: todos son resentidos, todos, aunque tengan dinero son resentidos, hasta con ellos mismos, con la vida, con su país, con el dinero que tienen, son personas muy contradictorias en su personalidad. Todos los resentidos del mundo se han puesto en fila detrás de Fidel”.

Estas confesiones de Hilda Molina arrojan luz y permiten distinguir “el relato” de la verdad. Asimismo, son una advertencia para las sociedades y las personas bienintencionadas.

(De https://es.panampost.com)

miércoles, 15 de noviembre de 2023

Delación bajo los regímenes totalitarios

En las sociedades democráticas, se exime de considerar como "encubridor" al familiar que no informa o delata a otro miembro de su familia por un ilícito que éste haya cometido. De esa manera se trata de priorizar la integridad del vínculo familiar por encima de la integridad de la sociedad. Bajo los regímenes totalitarios, por el contrario, la prioridad es inversa, ya que se promueve la delación entre familiares y se castiga como "encubrimiento" el hecho de no haber ejercido la obligación de informar al Estado lo que las leyes totalitarias consideran como infracción o delito.

Bajo el régimen totalitario de Perón, en la Argentina se promovió la delación en contra de los opositores al movimiento peronista. El escritor argentino Héctor Bianciotti, de la Academia Francesa, expresó en una entrevista: “Yo creo que estaba al mismo tiempo huyendo del campo y huyendo de la dictadura de Perón, que fue mucho más terrible de lo que la gente cree. No se ha sabido nunca en Europa lo que era la vida cotidiana durante la dictadura de Perón; algo simplemente atroz. Un pueblo convertido en policías los unos de los otros. En delatores” (Reportaje de la Revista “Gente”).

En Cuba, se les preguntaba a los escolares qué habían comido durante las fechas navideñas de manera de detectar la infracción o delito de haber festejado la Navidad aún cuando estaba prohibido por el Estado. En otras circunstancias, el Jefe de manzana tenía (o tiene) la obligación de delatar a sus familiares y vecinos, ante las autoridades estatales, acerca de algún ilícito bajo la pena correspondiente por no hacerlo. Hilda Molina escribió: “Es harto conocido que los regimenes comunistas totalitarios, so pretexto de edificar la sociedad perfecta, socavan las raíces mismas de la estructura y de los valores familiares, se afanan en disolver las familias, e intentan sustituir el amor filial, el amor fraternal…el amor familiar, por un culto ciego al Estado".

"Los cubanos, prisioneros y al mismo tiempo cómplices del régimen, fuimos testigos y actores conmocionados y atónitos del enfrentamiento entre padres e hijos, hermanos, esposos y demás familiares, por motivos políticos, ideológicos y hasta religiosos. Los verdugos del cariño, entronizados en el poder, transmutaron a los cubanos, proverbialmente devotos de sus familias, en partícipes de hechos tan atroces como delaciones, marginación, discriminación, calumnias, encarcelamientos y ejecución de sus seres queridos, sólo por no identificarse con el gobierno, por discrepar, por objeciones de conciencia o por no ocultar su fe” (De "Mi verdad"-Grupo Editorial Planeta SAIC-Buenos Aires 2010).

A continuación se transcribe un artículo al respecto:

DELACIÓN

Por Alberto Falcionelli

El código penal en vigor en la URSS desde hace casi treinta años, sin cesar "perfeccionado" desde entonces y en cuya redacción el finado Andrei Ianuárievich Vishinskiy tomó parte tan relevante que, a menudo, se lo califica también de "Código Vishinskiy", se basa, esencialmente, en el concepto jurídico de la delación.

En efecto, todo delito considerado en dicho código se acompaña con un articulado que cataloga las penas, sanciones y condenas previstas, no ya solamente para el delincuente o contraventor, sino también para todo individuo que, enterado -o simplemente, sospechoso de haber podido enterarse- de los actos o de las intenciones del delincuente, no lo haya denunciado, ya sea para prevenir su actividad delictiva, ya sea para ayudar a las autoridades en su función represiva.

Se puede establecer incluso que los perfeccionamientos aportados año tras año al código penal soviético obedecen, no al postulado según el que el legislador o el jurisconsulto deben proporcionar al acusado medios que faciliten su defensa, sino al de volver más imperativa la obligatoriedad de la delación. De esta suerte, todo ciudadano de la URSS, desde la edad de los 12 años, que es la edad penal, es delator por obligación jurídica y toda infracción a esta obligación se inserta en una escala de castigos que va de la deportación a un campamento de trabajos forzados o de una pena variable de cárcel menor a la reclusión perpetua y, aun, en los casos relacionados con la defensa nacional o la propiedad estatal, a la pena de muerte.

Este carácter de la obligatoriedad de la delación es tan absoluto que, en ciertos casos determinados, la familia del delincuente es condenada por el solo hecho de ser su familia, porque, incluso si los parientes próximos pueden hacer la prueba de su ignorancia del delito, la ley no admite tal ignorancia y los acusa automáticamente del delito de encubrimiento.

En la URSS, un padre debe denunciar a su hijo, una mujer a su esposo y viceversa. Los parientes próximos de un desertor son pasibles de una condena de 5 a 10 años de deportación, incluso cuando se trata de un miembro de las fuerzas armadas o de un servicio estatal que eligió la libertad desde su guarnición de Berlín oriental sin haber avisado de sus intenciones a sus padres y hermanos residentes en Vladivostok, incluso cuando se trata de un delincuente que rompió toda relación con sus familiares desde hace muchos años.

De este modo, durante la época de las Grandes Purgas (1935-1938), se ejecutó o deportó a los parientes próximos o de segundo grado y, aun, a parientes muy lejanos de los reos porque el legislador consideraba imposible que dichos reos no les hubieran hecho entrever sus propósitos tenebrosos. En aquella época, todos los familiares de los principales acusados de conspiración trotskista, de Zinóviev a Bujárin, y del mismo Trotskiy a Herschel Iágoda, fueron ejecutados o llevados a campamentos de Asia central.

Si se considera que la mayor parte de los rusos ejecutados entonces recibieron notificación del delito que se les achacaba en el momento mismo en que el fiscal les leía, una vez iniciado el proceso, el acta de acusación, las intenciones del finado Vishinskiy y del camarada Stalin, su inspirador a la vez que padre del derecho proletario, adquieren un colorido nunca visto en la historia de la humanidad. Para comprender los alcances de semejante realidad jurídica, siempre hay que recordar el caso del joven Morozov que, en el periodo de la colectivización agraria, delató a su padre porque había sustraído una bolsa de trigo a las requisiciones estatales, por cuya razón este "ladrón de la propiedad socialista" fue ejecutado.

Ahorcado a su vez por decisión de los ancianos de su aldea alertados por su propia abuela, este ejemplar muchacho de 14 años, que acababa de verse admitir en el Komsomol, se transformó en héroe epónimo de todo komsomolets futuro, una estatua fue levantada en el lugar de su muerte y no existe escuela soviética donde no figure el retrato de ese "mártir del socialismo".

(De "El licenciado, el seminarista y el plomero"-Ediitorial La Mandragora-Buenos Aires 1961).