sábado, 28 de septiembre de 2019

¿Con la ética basta?

Generalmente se acepta que con educación y ética se solucionarán todos los conflictos humanos. Sin embargo, es necesario aclarar cuál ha de ser esa ética y cuál la educación propuesta. Si se trata de una ética implícita en nuestra naturaleza humana, es posible lograr la mejora generalizada. Aún así, es necesario establecer un proceso cognitivo adecuado para poder distinguir la ética natural de todas las posibles éticas subjetivas propuestas.

Cuatro son las componentes cognitivas básicas de nuestra actitud característica; ellas materializan las posibles referencias adoptadas para comparar y valorar todo concepto que nos presenta la realidad cotidiana. Estas referencias son: la propia realidad (con sus leyes naturales), lo que piensa otra persona, lo que antes hemos pensado cada uno de nosotros y lo que piensa la mayoría. La independencia intelectual está asociada al primer caso, y es la postura del librepensador.

Quien más se aproxima al ideal de pensador independiente, es el científico dedicado a las ciencias exactas, ya sea porque puede verificar los diversos enunciados o bien porque puede demostrarlos, como lo hace el matemático. Quienes se dedican al resto de las actividades cognitivas, tienden a alejarse de ese ideal.

El librepensador queda liberado de las cambiantes visiones de otros hombres, que tienden a interpretar una misma realidad bajo la perspectiva y subjetividad de sus miradas. Aun cuando el librepensador asegure la independencia de su visión, sabe que, al comunicarla a los demás, sufrirá las distorsiones de quienes carecen de esa independencia. Mariano José de Larra escribió: "No hace muchas noches que me hallaba encerrado en mi cuarto y entregado a profundas meditaciones filosóficas, nacidas de la dificultad de escribir diariamente para el público. ¿Cómo contentar a los necios y a los discretos, a los cuerdos y a los locos, a los ignorantes y a los entendidos que han de leerme, y sobre todo a los dichosos y a los desgraciados, que con tan distintos ojos suelen ver una misma cosa?..." (De "Artículos de costumbres"-Editorial Espasa-Calpe SA-Madrid 1965).

Por lo general, se habla de libertad individual como un objetivo a lograr; pero esta libertad no ha de ser sólo material o física, sino también intelectual. De la misma manera en que la esclavitud voluntaria resulta ser la consecuencia inmediata de la negligencia; esto es, la condición de quienes prefieren renunciar a toda libertad y responsabilidad posibles, adoptando la comodidad de la obediencia; otros, quizás sin sospecharlo, hacen otro tanto con la libertad intelectual, que sacrifican voluntariamente por negligencia mental, para obedecer ciegamente los pensamientos y sugerencias establecidas por el ideólogo adoptado como referencia.

No existe, por supuesto, la independencia individual absoluta por cuanto, en toda sociedad se establecen relaciones de intercambios y dependencias mutuas, por lo que se critican los casos extremos, tanto de negligencia como de rechazo a toda forma de responsabilidad. Se atribuye a Henri Poincaré la siguiente expresión: "Dudar de todo o creerlo todo, son dos soluciones igualmente cómodas, pues tanto una como la otra nos eximen de reflexionar".

Cuando en una sociedad predomina la negligencia mental, predominan la ignorancia y el autosometimiento. De ahí que predomine la mentira sobre la verdad. Los embaucadores disponen del medio propicio para imponer slogans de todo tipo que van conformando una mentalidad generalizada que tarde o temprano llevará a la destrucción de la sociedad como tal. Jacques Soustelle escribió: "En cuanto uno trata de comprender mejor los problemas del Tercer Mundo, advierte que es preciso avanzar sobre un terreno minado, lleno de emboscadas, como en los países tropicales, a través de una jungla plagada de insectos y de reptiles venenosos".

"Esas serpientes, esas arañas, son los mitos, las mentiras, las imposturas, con los que sistemáticamente, desde hace ya un cuarto de siglo, se alimenta a la opinión pública en el mundo occidental y especialmente en Francia" (De "Carta abierta sobre el Tercer Mundo"-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1973).

Este proceso conduce a una contaminación mental que hace que sea bastante frecuente encontrar a quienes aceptan con cierta naturalidad que haya sido "necesario" el asesinato masivo de gente común para establecer el socialismo en la URSS, China, Camboya y otros países. Justifican su apoyo a tales catástrofes sociales aduciendo el accionar del "enemigo", como la Inquisición, o bien los millones de víctimas ocasionadas por los contendientes de las dos guerras mundiales. Como ignoran la existencia de leyes naturales, o de Dios, suponen que las acciones negativas del "enemigo" convalidan el asesinato y toda violencia destinada a establecer la utopía socialista.

Es precisamente ante tales individuos cuando el librepensador necesita "eludir" las flechas de odio que les son destinadas, ya que no adhiere ciegamente a la Iglesia, ni al cristianismo, ni a los nacionalismos que provocaron las guerras, disponiendo de la libertad necesaria para mostrarle a los promotores de la violencia que son personas poco dignas de pertenecer a la especie humana.

Solamente el librepensador será capaz de contribuir, con su crítica, a la Iglesia o al cristianismo, ya que se mantiene un tanto alejado mentalmente de sus conflictos internos o externos, sin ser perturbado por ellos. Pero tendrá la mente abierta para razonar en base a las leyes naturales que acepta y busca como su única referencia válida.

Es muy distinto estar afuera de toda institución religiosa, política o social por ser un librepensador, que estar fuera de ellas por tratarse de alguien poco involucrado con los problemas y conflictos que aquejan a la sociedad. Sin embargo, involucrarse efectivamente en la sociedad, o en la humanidad, requiere previamente de la búsqueda de la referencia sugerida, es decir, de la ley natural. Luego, estará mentalmente apto para involucrarse en alguna institución concreta influyendo con su libre punto de vista.

Uno de los síntomas de pensamiento masificado se hizo evidente en una encuesta en la que participaban partidarios del kirchnerismo, por una parte, y del macrismo, por otra. Cuando se requería de los encuestados de ambos sectores lo que opinaban acerca de determinada decisión del gobierno kirchnerista, sus partidarios la consideraban positiva mientras los macristas la consideraban negativa. Luego, posiblemente cambiando las palabras, preguntaban por la misma decisión, pero esta vez efectuada por el gobierno macrista, cambiaban de manera inversa los porcentajes. Ello implica que las decisiones políticas y sus efectos, poco o nada influyen en los fanatizados encuestados, sino que sólo les importa quién las realiza. De ahi que no es de extrañar que algo más del 80% de los votantes tengan la intención de votar por alguno de los dos peores gobiernos que recuerda la historia reciente de la Argentina.

El fanático y el negligente tienden a clasificar a los demás según sus limitadas categorías ideológicas que cree dominar. Así, si Marx escribió alguna vez que "las hojas de los árboles son verdes", calificará como marxista a quien alguna diga que "las hojas de los árboles son verdes". Si conoce a varios católicos fanatizados con su religión, que además simpatizan con el fascismo, calificará como "fascista" a todo aquel que hable a favor del cristianismo, o se identifique con la ética cristiana.

De la misma manera en que algunos países se caracterizan por poseer ideales colectivos que orientan y unen a sus integrantes, es necesario encontrar ideales comunes a toda la humanidad, como lo es la búsqueda de mayores niveles de adaptación al orden natural, cuyo primer requisito ha de ser el logro de la independencia intelectual que sólo se conseguirá adoptando la ley natural como referencia e instancia superior a todos los seres humanos.

lunes, 23 de septiembre de 2019

El hombre nuevo (según Ernesto Che Guevara)

El hombre nuevo soviético, o socialista, fue caracterizado por Ernesto Che Guevara según los siguientes atributos:

1- "Sería distinto, sensible al dolor de su prójimo; respetaría a sus semejantes"
2- "Sería un hombre sin miedos; sin censuras..."
3- "Podría desarrollar en plenitud sus talentos"
4- "Sería moral, ético"
5- "Sería esencialmente libre"
6- "Hallaría en el trabajo la posibilidad de desarrollarse como persona"
7- "No sería corrupto"
8- "Educaría a sus hijos en los mejores valores"

Tales atributos casi desaparecieron al ponerse en práctica las enseñanzas de Marx y Lenin, o bien el significado de tales palabras tenían una connotación opuesta a la habitual.

Javier Vigo Leguizamón comenta y publica citas acerca de lo que sucedió en realidad con cada uno de ellos:

1- "Sería distinto, sensible al dolor de su prójimo; respetaría a sus semejantes"

La solidaridad, el amor, fueron los primeros valores que destacaste como indicativos del hombre nuevo. Pensabas que en la experiencia marxista ellos habrían primado y, sin embargo, por boca de Michel Heller descubriste que «el odio, sentimiento obligatorio del hombre soviético, se convirtió en una de las grandes características de la era staliniana. Los creadores soviéticos desempeñaron un papel capital en la propagación del odio, del que hicieron una virtud. Gorki inventó así la fórmula mágica: 'Si el enemigo se niega a rendirse hay que aniquilarlo', completada muy pronto por una segunda: 'Quien no sabe odiar no puede amar verdaderamente: el odio es amor'».

2- "Sería un hombre sin miedos; sin censuras..."

«Después del golpe de Estado de octubre, el miedo -por vez primera en la historia al menos a escala tan grande- es organizado conscientemente...Los bolcheviques organizaron el terror como un instrumento de defensa de la revolución y como medio de remodelar la conciencia humana. La Vecheka, primera encarnación de una policía política de nuevo tipo, fue creada por iniciativa de Lenin, para educar en el miedo. Latsis, primer vicepresidente e historiador de la Vecheka, la definió con crudeza diciendo: 'La comisión extraordinaria no juzga al enemigo; lo abate...O bien lo aniquila sin otra forma de proceso, o bien lo aísla de la sociedad encerrándolo en un campo de concentración'».
Ella debía suscitar un miedo capaz de paralizar por entero al individuo y la sociedad, aquel que Trotsky justificó teóricamente reconociendo que «la intimidación es un arma política poderosa, tanto en el plano interior como en el internacional. La guerra, al igual que la revolución, se fundamentan en la intimidación».

3- "Podría desarrollar en plenitud sus talentos"

«La psiquiatría soviética tiene calificada oficialmente la 'disidencia' de enfermedad mental: parte del principio de que la sociedad es sana, y considera como enfermas a las gentes lo bastante 'locas' para no encontrarla ideal» (Heller)
«En toda la historia, jamás se había intentado producir 'hombres nuevos' sobre una 'base rigurosamente científica'...Según Marx, la transformación del ser significa de manera automática, casi automática -si es preciso se forzarán un poco las cosas- la transformación de la conciencia...La transformación del ser implica, sobre todo, la demolición del antiguo sistema social, económico y estatal. La sociedad es el primer objetivo y por ello sufre los ataques más violentos. Las relaciones humanas que forman el tejido social se convierten así en un blanco privilegiado: se ataca la religión, la familia, la memoria histórica y la lengua».
«La sociedad es atomizada de una manera sistemática y metódica, de tal manera que el hombre se vea privado de los vínculos por él escogidos, en provecho de otros establecidos para él y aprobados por el Estado. El hombre se encuentra así absolutamente solo ante el leviatán del Estado. No le queda otro recurso, pues, que 'fundirse en el colectivo', transformarse en una 'gota en la masa' si desea salvarse de una soledad que le aterroriza».
La infantilización del hombre soviético se convierte así en un medio esencial de remodelar la conciencia. «Lenin establece una distinción muy precisa: existen 'ellos' y 'nosotros'. Nosotros, el Partido, tenemos que dirigirlos a 'ellos', la masa. Somos los padres y ellos no son más que niños. La 'refundición de material humano' pasa por la infantilización del individuo...El individuo se convierte en un niño y el Estado es el sustituto de los padres y los familiares» (Heller).

4- "Sería moral, ético"

«¿La moral? No tengo tiempo para pensar en esta palabra. Estoy ocupado. Construyo el socialismo. Pero si tuviera que escoger entre la moral y un pantalón, elegiría el pantalón. Nuestra moral es una moral de creación del mundo» (V. Kaverin).
«En nuestra sociedad es moral todo lo que sirve a los intereses del comunismo» (L. Brézhnev)

5- "Sería esencialmente libre"

«La coerción proletaria bajo todas sus formas, comenzando por las ejecuciones...tal es el método que permitirá formar al hombre comunista con el material humano de la época capitalista». (N. Bujarin)
«'Brindo por estas gentes sencillas, ordinarias y modestas; por estos 'engranajes' que mantienen la marcha de nuestra gran máquina del Estado', dijo Stalin, predicando la teoría de la 'tuerca', modelo acabado del ideal: el hombre soviético tenía que vivir como un simple engranaje en la gigantesca maquinaria del Estado».
«El hombre no tiene tiempo para una denominada vida privada, que en lo sucesivo será reemplazada por actividades de utilidad pública y dependientes del Estado. El Estado se ha convertido en su alma». (A. Platonov)

6- "Hallaría en el trabajo la posibilidad de desarrollarse como persona"

«La máxima sorpresa de los nuevos gobernantes en los meses que siguieron a la revolución fue la falta de ardor por el trabajo, comprobable en el proletariado. Según la teoría, los opositores a la revolución proletaria, sus enemigos...naturales, tenían que ser los representantes de la clase burguesa. Pero los hermosos discursos teóricos fueron barridos por la negativa a trabajar de aquella clase obrera, en cuyo nombre el Partido había llevado a cabo la revolución».
«En 1919 la producción industrial global era seis veces inferior a la de 1913. La producción descendió brutalmente a partir de 1917, alcanzando en 1921 el 27,1% de la tasa de 1913» (S. N. Prokopovic)

7- "No sería corrupto"

«La exacción, el robo y la corrupción se extienden a medida que el Estado soviético 'devora' cada vez más parcelas de vida. La colectivización y la planificación han constituido etapas esenciales en esta marcha triunfal de la corrupción».
«Al estar la economía planificada por entero, no hay un solo soviético que no se inscriba en el sistema de corrupción inseparable de la actividad profesional. La corrupción actúa como un lubricante que permite el funcionamiento de un mecanismo que combina por una parte control total y permanente, y por otra, falsificación total y permanente. La penuria, erigida en sistema, abre a la corrupción absolutamente todos los ámbitos de la vida». (Heller)

8- "Educaría a sus hijos en los mejores valores"

En 1918, en el Congreso de Trabajadores de la Instrucción Popular, se declaró sin ambigüedad alguna: «Tenemos que hacer de la generación joven una generación de comunistas. Tenemos que transformar a los niños -puesto que, como la cera, se dejan modelar- en buenos y verdaderos comunistas. Tenemos que arrancarlos de la indeseable influencia de la familia. Tenemos que tomarlos bajo nuestro control y nacionalizarlos, para decirlo más claramente» (Zinovieva).

(Extractos de "Amar al enemigo" de Javier Vigo Leguizamón-Ediciones Pasco-Buenos Aires 2001)

sábado, 21 de septiembre de 2019

Religiones que prohíben matar vs. Religiones que lo permiten

Mientras que las religiones morales, como el judaísmo y el cristianismo, prohíben expresamente el asesinato, los neopaganismos totalitarios, como el nazismo y el marxismo-leninismo, lo permiten y lo promueven, a veces en forma indirecta y silenciosa, otras veces abiertamente. Es quizás por ello que la sociedad rechaza la hipocresía de quienes aducen profesar el cristianismo mientras cometen asesinatos cuando las circunstancias lo requieren (como en el caso de las dictaduras militares), mientras que acepta el asesinato si ha sido motivado por "nobles ideales", como la instauración del socialismo.

En consonancia con lo que acepta la sociedad, o gran parte de ella, en la Argentina se enjuició retroactivamente la acción antisubversiva pero tomando como fecha de inicio el año 1976. El decreto del entonces presidente Raúl Alfonsín, respetuoso de la "libertad de cultos", evitaba con ello enjuiciar y castigar al terrorismo de izquierda mientras que también aseguraba el enjuiciamiento y castigo del sector militar. Evitaba castigar a quienes el paganismo adoptado les permitía matar a diestra y siniestra, mientras que castigaba a quienes hipócritamente no respetaban los mandamientos de la religión adoptada.

La parcialidad adoptada a favor de unos y en contra de otros, incrementó el resentimiento y la grieta social existente entre los diversos sectores de la sociedad. Ha sido un caso similar al del padre de familia que observa que su hijo A comienza a agredir a su otro hijo B, respondiendo éste con la misma brutalidad con que fue atacado, pero el padre decide castigar solamente a B por defenderse, mientras que premia y apoya a su hijo A a pesar de su acción negativa. De ahí que la absolución del terrorismo de izquierda sólo puede entenderse a partir de la anterior hipótesis de evitar el castigo de quien profesa una religión que admite el asesinato y castigar a quien profesa una religión que lo prohíbe.

La decisión de Alfonsin potenció la prédica izquierdista e indignó a los sectores que rechazaron siempre la violencia y la posibilidad de tener que vivir miserablemente, como ocurre mayoritariamente en la Cuba de los Castro o en la Venezuela de Chávez. Javier Vigo Leguizamón escribió: "Hay un pacto de silencio, respetado por jueces, fiscales, funcionarios: «Debe investigarse sólo a partir del 24 de marzo de 1976, no hacia atrás»".

"Así lo dispuso el doctor Alfonsin cuando, en una particular versión de «determinismo histórico», dictó el decreto 158/83, instando al enjuiciamiento de los ex Comandantes, pensando que era posible desmembrar la historia, segmentar la ética, parcializar la justicia".

"Pero así como es estéril pretender explicar los hechos del pasado en función de leyes orgánicas e inmutables, también lo es creer que, por decreto, pueden acallarse las voces que pocos recuerdan: la de las 908 personas desaparecidas con anterioridad al 24 de marzo de 1976".

"Generalmente hay una «historia oficial» y otra verdadera, la que descubren aquellos que gustan remar contracorriente, sumergirse en los recodos escondidos de las aguas turbulentas, en búsqueda de los detalles que permiten iluminar los procesos históricos" (De "Amar al enemigo"-Ediciones Pasco-Buenos Aires 2001).

El "niño mentiroso y perverso" aduce que ni siquiera hubo una guerra, para que las nuevas generaciones adoptaran la creencia que la represión militar fue motivada sólo contra una "forma de pensar". Sin embargo, los 1.094 asesinatos, los 2.368 heridos, los 756 secuestros extorsivos y las 4.380 bombas, efectos del odio que los ideólogos marxistas lograron instalar en la sociedad, nunca podrán borrarse de la memoria de quienes los padecieron.

Si bien los acontecimientos nefastos ocurridos en los años 70 se analizan generalmente en función de las leyes que provienen del Derecho, no debe olvidarse que son las leyes naturales las que deben considerarse en primer lugar. De todas formas, el decreto de Alfonsin hizo olvidar un anterior decreto, del entonces presidente constitucional Juan D. Perón, por el cual ordenaba "exterminar" a sus antiguos socios: los Montoneros, es decir, la represión legal e ilegal de la subversión fue iniciada en una etapa regida por un gobierno constitucional.

Carlos S. Nino, asesor presidencial de Alfonsin, titula un libro como "Juicio al mal absoluto" (Emecé Editores SA-Buenos Aires 1997). En él sostiene que "las violaciones a los derechos humanos suponen el mal absoluto", distinguiendo si tales atropellos provienen del Estado, o no. Sin embargo, desde el punto de vista de las leyes naturales, los crímenes no se distinguen por su origen, mientras que las víctimas de la guerrilla eran también "humanos" y nadie puede quitarles ese atributo, y mucho menos alguien que pareció desconocer que la guerrilla tuvo el apoyo de Estados extranjeros, como Cuba. De ahí que su libro debería haberse titulado: "Juicio parcializado al mal absoluto" ya que dejó afuera de todo enjuiciamiento a los ideólogos y a los ejecutores del terrorismo socialista. Encubrirlos penalmente significó ocultar la verdad y prolongar el antagonismo entre sectores.

Mientras que los cristianos tuvieron los mártires que ofrendaron sus vidas para posibilitar la vigencia de una religión que habría de promover el mejoramiento ético de las generaciones presentes y futuras, los mártires del socialismo han sido asesinos seriales, como Ernesto Che Guevara, que intentaban liquidar a quienes rechazaban someterse a sus pretensiones de dominación mental y material.

Mientras el hombre nuevo propuesto por el cristianismo implicaba "compartir las penas y las alegrías de todos los seres humanos", el hombre nuevo del socialismo, que falsamente predicaba algo similar, en realidad fue todo lo opuesto que pueda imaginarse. Michel Heller escribió: "El odio, sentimiento obligatorio del hombre soviético, se convirtió en una de las grandes características de la era staliniana. Los creadores soviéticos desempeñaron un papel capital en la propagación del odio, del que hicieron una virtud. Gorki inventó así la fórmula mágica: «Si el enemigo se niega a rendirse hay que aniquilarlo», completada muy pronto por una segunda: «Quien no sabe odiar no puede amar verdaderamente: el odio es amor»" (De "El hombre nuevo soviético"-Editorial Planeta-Barcelona 1985).

jueves, 19 de septiembre de 2019

Paganismos vs. Cristianismo

En el largo proceso de adaptación cultural del hombre al orden natural, el paganismo constituyó una etapa previa a la aparición de la religión moral. Sin embargo, lo que constituyó una etapa necesaria para darle paso a otras superiores, al perdurar en el tiempo, implicó un retroceso en tal proceso adaptativo. Edward McNall Burns escribió: “Bajo las condiciones que en la actualidad estimamos como de civilización, el hombre ha vivido tan sólo una parte de su historia total”.

“Durante siglos, su nivel de vida no se diferenció en modo apreciable del nivel de vida puramente animal. No poseyó escritura ni sistema de gobierno ni especie alguna de organización social. No construyó viviendas, no sembró, ni congregó manadas de animales. Fabricó armas y herramientas rudimentarias. Sin embargo, el hombre dispuso desde el principio de medios netamente superiores a los de sus parientes, los animales”.

“Su cerebro era mayor en relación a su cuerpo, tenía manos diestras y, además, gozaba de la facultad de hablar. Esta circunstancia, especialmente, lo capacitó para comunicar sus descubrimientos a sus contemporáneos y para legarlos a sus descendientes. De este modo, los conocimientos lenta y penosamente adquiridos por una generación son susceptibles de ser aprovechados y, a la vez, enriquecidos. Los seres humanos han llegado así a la posesión de lo que se conoce con el nombre de CULTURA, o sea el cúmulo de ideas, costumbres, hábitos y realizaciones sociales heredadas y transmitidas” (De “Civilizaciones de Occidente”-Ediciones Peuser-Buenos Aires 1953).

La religión moral, sin embargo, es descalificada en la actualidad, por varios sectores, como una etapa negativa que impidió el progreso humano, asociando además un desprecio absoluto hacia la inteligencia de nuestros antepasados. Herbert Spencer escribió: “Uno de los defectos más frecuentes de nuestra débil naturaleza es, indudablemente, olvidar que siempre hay un fondo de bondad en las cosas malas, así como siempre hay un fondo de verdad en las cosas falsas; y es tan común ese olvido, que aun personas que admiten teóricamente, o en abstracto, ese principio, rara vez lo aplican al juzgar opiniones ajenas”.

“Por regla general, se rechaza con indignación y desprecio toda creencia que esté en abierta oposición con la nuestra, sin preguntar o investigar, quizá, lo que abona o justifica, siquiera aparentemente, tal creencia. Y sin embargo, algunas razones existieron para su admisión. Alguna conformidad con la experiencia humana, conformidad tal vez vaga e imperfecta, mas con todo, real o efectiva. El cuento más absurdo puede tener su origen en un acontecimiento real, sin cuya verificación, la idea absurda de él dada no hubiera jamás nacido” (De “Primeros principios”-Editorial EMCA-Buenos Aires 1945).

Si tenemos en cuenta el caudal de conocimientos adquiridos por la humanidad, especialmente por medio de la ciencia experimental, vemos que la idea de adaptación cultural al orden natural surgió con bastante anterioridad. La construcción de la cultura universal está asociada al proceso de adaptación a las leyes naturales vigentes, incluidas las que gobiernan nuestras conductas individuales. La religión moral, por otra parte, promueve nuestra adaptación a las leyes de Dios, que no son otra cosa que las antes mencionadas leyes naturales, de donde surge la compatibilidad de la ciencia experimental con la religión moral.

La principal lucha entre paganismo y cristianismo se establece en épocas del Imperio Romano. Ambrosio Romero Carranza escribió: "Cegada por el orgullo, Roma no admitía que nadie le diera lecciones, y menos unos oscuros judíos llamados despectivamente galileos o cristianos. Los romanos sentíanse, en aquella época, un pueblo destinado por los dioses a mandar en el orbe entero, y no podían aceptar una religión que consideraba al romano, al bárbaro y al esclavo como iguales y hermanos".

"Prácticos y positivos en todo, los romanos lo eran igualmente en materia de religión. Desconocían por completo la devoción y el misticismo religiosos, y, por eso, el culto seco y frío tributado a los dioses latinos no pudo prosperar sino en la austera y formulista Roma de los primeros tiempos".

"Lo que predominaba en esta religión era la idea del contrato. Los romanos rendían culto a sus antepasados a trueque de que éstos no los importunasen, adorando a un sinnúmero de deidades abstractas para que protegiesen los acontecimientos familiares, los trabajos domésticos y los rurales. Pero ese culto, que rendían por medio de sacrificios, libaciones y sagradas palabras, no constituyó nunca una devoción que brotara espontáneamente de sus corazones".

"El culto religioso en Roma fue, ante todo, un ritual formulista que sólo podía ser empleado por el pater familias, quien oficiaba de sacerdote sacrificando a los dioses por él y por los suyos. Las devociones individuales eran ignoradas, y tampoco se conocía el arrebato místico...Más tarde, al culto doméstico se le añadió el culto público, y así como el pater familias había sacrificado por el bienestar de su hogar, el magistrado romano sacrificó por la prosperidad de la ciudad". (De "El triunfo del cristianismo"-Club de Lectores-Buenos Aires 1975).

Varios de los emperadores romanos combatieron a los cristianos de los primeros tiempos. Incluso el emperador-filósofo Marco Aurelio estuvo entre sus mayores enemigos. Romero Carranza escribe al especto: "Durante el reinado de Marco Aurelio el número de mártires se acrecentó extraordinariamente...Antes de ser ejecutados los mártires de Lyon, el legado romano había preguntado a Marco Aurelio cuál debía ser su actitud para con los cristianos que eran ciudadanos romanos, y la respuesta dura y cruel del emperador fue que se los condenara a la pena capital".

Mientras que Cristo promueve el Reino de Dios, o gobierno de Dios sobre el hombre a través de su adaptación a la ley natural, tanto el paganismo romano como los totalitarismos del siglo XX, deificaron a sus respectivos líderes para establecer gobiernos mundiales que poco o nada tenían en cuenta al orden natural. De esa forma promovieron el Reino del Hombre sobre los demás seres humanos. Harvey Cox escribió: "Al cristianismo primitivo le preocupaban menos los adeptos a Mitra y devotos de Osiris que otras dos religiones alternativas. Una era relativamente nueva, la otra muy antigua. La nueva era el recién inventado culto al emperador, en el que César era venerado como deidad. Ésta era lo que hoy podría llamarse una «religión civil»; tenía sus festividades, procesiones y sitios sagrados en todo el imperio. La adhesión a ella era exigida a todos los súbditos del emperador, dondequiera que vivieran y cualesquiera otras deidades adoraran. Este culto era el pegamento religioso e ideológico que mantenía unido al extenso imperio".

"La segunda religión alternativa era el clásico «paganismo», la adoración de Zeus y Apolo, Juno y Dionisio y los demás dioses olímpicos, cuyas interminables intrigas, aventuras lúbricas y sanguinarias rivalidades reflejaban tan hábilmente las flaquezas humanas. Para cuando el cristianismo comenzó a invadir su territorio, muchas personas ya habían reformulado las historias de esos dioses en forma metafórica. No obstante, la religión olímpica seguía ejerciendo una poderosa influencia cultural y moral. Su ventaja es que podía combinarse fácilmente con el culto al emperador. Si ya se veneraba a numerosos dioses, ¿por qué no uno más?" (De "El futuro de la fe"-Editorial Océano de México SA de CV-México 2011).

Los totalitarismos del siglo XX, como se dijo, adoptan posturas anticristianas similares a las adoptadas por los romanos en las primeros siglos de nuestra era; de ahí que puedan denominarse "neopaganismos", por cuanto presentan atributos similares. Lo grave del caso es que la férrea oposición no se limita a los rituales o a los planteos filosóficos o cognitivos, sino que implica un rechazo hacia la ética cristiana, es decir, un rechazo a las leyes naturales por cuanto el "amor al prójimo" no es otra cosa que la empatía emocional con que nos ha provisto la evolución biológica.

La barbarie totalitaria, que ya se advierte en los escritos de Friedrich Nietzsche, con su rechazo a la ética cristiana y su propuesta de alterar los valores éticos tradicionales. Luego, los agitadores de masas discípulos de Marx y Lenin, se identifican con Nietzsche, como es el caso de José Ingenieros, quien escribió: "El nazareno -inculto rumiador de misticismos plebocráticos- dictó para la grey su ética servil; las plebes agasajadas dijéronse cristianas y le dieron plena razón durante cuatrocientos lustros. Tuvo todas las suertes: no existían alienistas por ese entonces. Pasó desapercibida su enfermedad, vivió sin diagnóstico y le cupo la dicha de ser crucificado; la magnitud del martirio hizo olvidar las nieblas que sombrearon su mentalidad".

"Así triunfó en la leyenda; por sus lágrimas, no por su potencia. Triunfó cuando para los cerebros enfermos nadie osaba entreabrir las puertas de un manicomio".

"La moral cristiana es clorótica, compasible. Induce a prolongar las existencias inferiores con limosnas de absurdo altruismo: rebajan al que las da y ofende al que las recibe. Se ha convenido en llamarla moral; es, indudablemente, un buen negocio para los cobardes".

"Nietzsche es plenitud vigorosa. Nos empuja a ser siempre más, infinitamente, por todos los medios aptos para intensificar la personalidad. Su ética educa para la Vida laboriosa, alegre y fecunda. Induce a perseguir el único derecho incontrastable: la conciencia de la propia fuerza".

"El estudioso descubre en Cristo a un alienado místico, enfermo de locura sistematizada religiosa, indudablemente menos filósofo que un Hamlet o un Quijote. Y se explica: Cristo fue elaborado por la tradición sectaria de una multitud inferior, mientras Quijote o Hamlet fueron forjados por un genio". (De "Crónicas de viaje"-Ramón J. Roggero y Cía. Editores-Buenos Aires 1951).

En nuestros días, la continuidad de la postura de Nietzsche se manifiesta en los seguidores de Ayn Rand, quien promueve el egoísmo racional a la vez que sostiene que el egoísmo es una virtud y "el amor al prójimo es inmoral", es decir, la empatía emocional que poseemos como el principal atributo adaptativo, que nos caracteriza como miembros de la humanidad, es considerada como una falla del proceso evolutivo, ya que el amor al prójimo existe en forma independiente a su promoción por parte de Cristo. Al rechazar una ley natural tan importante, puede considerarse como la líder de una secta neopagana. Incluso uno de sus seguidores aduce que "la Madre Teresa es un mal ejemplo".

sábado, 14 de septiembre de 2019

Razonamiento asociativo y razonamiento simbólico

Existen dos formas básicas de razonamiento; la primera de ellas implica relacionar imágenes visuales extraídas de la realidad para ser comparadas con otras depositadas previamente en nuestra memoria. Este es el razonamiento asociativo; proceso que compartimos parcialmente con el reino animal. El ser humano, además, puede elaborar pensamientos en base a imágenes depositadas en su memoria sin hacer referencia a lo percibido en el medio circundante, si bien tales imágenes almacenadas fueron extraídas en el pasado de ese medio.

La otra forma de razonamiento, exclusiva del ser humano, es la basada en símbolos, esta vez sin necesidad de asociarlos a imágenes concretas, si bien dichos símbolos las representan de alguna manera. La lógica simbólica, con sus reglas estrictas, establece restricciones a los razonamientos del tipo "verdadero" o "falso", siendo este proceso la base conceptual que rige la electrónica digital y la posterior aplicación en las computadoras digitales, que muestran la validez y la efectividad de ese proceso.

Como en todos los órdenes de la vida, los excesos tienden a ser negativos, de ahí que utilizar sólo el razonamiento asociativo sin llegar al simbólico, o bien utilizar sólo el simbólico sin partir del asociativo, limita las posibilidades intelectuales de todo individuo, como también limita la efectividad de las distintas ramas del conocimiento cuando se ignora una parte importante de los atributos que nos ha provisto la evolución biológica.

Pueden mencionarse algunos ejemplos extraídos de la ciencia experimental. Así, Galileo Galilei, mediante el razonamiento asociativo, intuye que todos los objetos caen a tierra con una similar aceleración (dejando de lado la resistencia del aire en una experiencia concreta). Para asegurarse de la veracidad de su hipótesis, establece un experimento imaginario empleando imágenes depositadas previamente en su memoria. Su hipótesis es que (M), masa grande cae con igual aceleración que (m), masa pequeña, en oposición a la versión aristotélica prevaleciente en su época que establecía, erróneamente, que (M) cae antes que (m).

Galileo sostuvo que si unimos (M) con (m), para tener así un objeto (M+m), éste debería caer (según Aristóteles) antes que (M) y (m) por ser más masivo. Sin embargo, (m) debería "retardar" la caída de (M+m) por lo cual tal objeto compuesto debería caer en un tiempo intermedio entre (m) y (M), lo que implica una contradicción lógica. De esa forma "descubre" el error de la hipótesis aristotélica antes de realizar la supuesta verificación experimental en la torre inclinada de Pisa.

También Einstein utiliza el razonamiento asociativo cuando propone la validez general del principio de relatividad aduciendo la equivalencia física del reposo y del movimiento rectilíneo uniforme; equivalencia que habría de mantenerse incluso en las leyes matemáticas que describen los fenómenos físicos. Para cumplir con este requisito matemático, debía modificar las leyes de la mecánica o bien las del electromagnetismo, siendo compatible con la realidad la primera opción. Una vez corregida matemáticamente la mecánica newtoniana, encuentra por vía puramente simbólica (es decir, matemática), la equivalencia entre masa y energía, algo que posiblemente nunca hubiera advertido con un razonamiento exclusivamente asociativo.

James Clerk Maxwell imaginaba, basado en un razonamiento asociativo, la propagación de una perturbación electromagnética como si fuese un conjunto de cilindros y esferas que transmitían sus movimientos al ponerse en contacto. Una vez que propone sus ecuaciones del electromagnetismo, abandona "el andamio asociativo" y deduce simbólicamente (es decir, matemáticamente) que la velocidad de la perturbación electromagnética coincide con la de la luz, por lo que concluye que la luz es también una perturbación electromagnética. Con un razonamiento puramente asociativo, seguramente nunca habría previsto tal coincidencia.

Henri Poincaré menciona que los matemáticos muestran pensamientos prevalecientemente asociativos o bien simbólicos, denominando "geómetras" a los primeros y "analíticos" a los segundos. Al respecto escribió: "Es imposible estudiar las obras de los grandes matemáticos, y aun la de los pequeños, sin observar y sin distinguir dos tendencias opuestas o, más bien, dos clases de espíritus enteramente diferentes. Unos están preocupados, ante todo, por la lógica; al leer sus trabajos, se siente la tentación de creer que no han avanzado sino paso a paso, con el método de un Vauban que lleva adelante sus trabajos de acceso a una fortaleza, sin abandonar nada al azar. Los otros se dejan guiar por la intuición y, desde el primer momento, hacen conquistas rápidas, pero a veces precarias, como osados caballeros de vanguardia".

"No es la materia que tratan la que les impone uno u otro método. Si de los primeros se dice, a menudo, que son analistas, y si se llama geómetras a los otros, esto no impide que unos permanezcan analistas aun cuando estudien geometría, mientras que los otros son todavía geómetras, aun cuando se ocupen de análisis puro. Es la propia naturaleza de sus espíritus la que los hace lógicos o intuitivos, y no pueden despojarse de ella cuando abordan un asunto nuevo" (De "El valor de la ciencia"-Editora Espasa-Calpe Argentina SA-Buenos Aires 1947).

En la física encontramos algo similar en el caso de la mecánica. Mientras que Isaac Newton aplica abundante geometría en sus "Principios matemáticos de la Filosofía natural", Joseph L. Lagrange establece una descripción equivalente con su "Mecánica analítica", iniciando su libro con la frase: "Este libro no contiene figuras".

Entre los filósofos se advierte la misma división entre pensadores intuitivos y pensadores lógicos, o racionalistas. Sin embargo, es necesario advertir que los primeros pueden ordenar sus ideas en forma axiomática luego de razonar en forma asociativa, mientras que los segundos parten de principios generales en la creencia de que la coherencia de tal proceso deductivo les garantiza la veracidad de sus ideas. Sin embargo, un razonamiento correcto no implica que necesariamente ha de ser verdadero, o compatible con la realidad, ya que la veracidad sólo puede advertirse con el razonamiento asociativo, razonando en base a imágenes extraídas de la propia realidad.

Si bien el razonamiento basado en la lógica y en los símbolos tiende a acercarse a la perfección de la que carece el razonamiento asociativo, no debe confundirse con una mejor compatibilidad con la realidad. El matemático Félix Klein decía que, a medida que ascendemos por la atmósfera, el aire se purifica cada vez más...hasta que nos asfixiamos. Con ello indicaba que el rigor lógico a veces puede resultar poco eficaz.

Las utopías sociales, por otra parte, se basan en una lógica cercana a la simbólica, en donde su coherencia lógica tiende a engañar a los incautos. Tal es así que el socialista compara siempre una sociedad ideal, inexistente, con las diversas sociedades reales lejanas a ese ideal. También algunos sectores "liberales" caen en ese error. Giovanni Sartori escribió: "La lógica que llamo pura es la lógica del hallazgo, la lógica que construye un discurso lógicamente verdadero, exento de errores o vicios lógicos. En cambio, la lógica pragmática es la lógica de la comprobación. En la primera, el criterio de verdad es la coherencia; en la segunda, el criterio de verdad es la prueba: es verdadero lo que se ve confirmado en la práctica, es verdadera la teoría que funciona en la aplicación. En el primer caso se dice demostramos; en el segundo, verificamos".

"El matemático se apoya en una lógica pura; el filósofo es libre de hacerlo también, pero no el científico social. El matemático no conoce la objeción que dice: será verdadero en teoría, pero falso en la práctica. El filósofo la puede ignorar, y con frecuencia la ignora. Pero en todo saber empírico, la fórmula se modifica y debemos decir: si una teoría no funciona en la práctica, es falsa la teoría" (De "La política"-Fondo de Cultura Económica-México 1984).

martes, 10 de septiembre de 2019

Etapas del cristianismo: fe, creencia y espiritualidad

Para describir las etapas asociadas al progreso de cada rama de la ciencia, Auguste Comte propuso la ley de los tres estados: teológico, metafísico y positivo, que se interpretan como partes de una secuencia en la cual el hombre atribuye primeramente las causas de todo lo existente a la intervención de dioses especializados, o de un Dios único. Luego surge una etapa racional o filosófica, que exige cierta coherencia lógica en cada descripción realizada, hasta llegar finalmente a la etapa experimental, que caracteriza a la ciencia propiamente dicha.

Algunos autores han sugerido una secuencia similar para aplicar a la evolución histórica del cristianismo. En este caso, la primera etapa corresponde a la fe, la segunda a la creencia y la última a la espiritualidad. La fe vendría a ser una etapa en la que los aspectos emocionales e intuitivos presuponen la existencia de un orden natural "amigable" al hombre, condición favorecida por algún profeta. La segunda etapa implica la creencia, por la cual la institucionalización de la religión favorece la introducción de esquemas ideológicos, predominantemente cognitivos, que van reemplazando la fe original hasta constituir un impedimento para la consecución de los objetivos morales propuestos originalmente.

Finalmente se llegaría a la etapa espiritual en la cual predominaría lo práctico y lo concreto, que es la predisposición individual y colectiva a cumplir con los mandamientos morales propuestos por la religión. Harvey Cox escribió: "Los especialistas en religión se refieren a la metamorfosis actual de la religiosidad con frases como el «paso a la trascendencia horizontal» o el «recurso a lo inmanente». Pero sería más exacto concebirla como el redescubrimiento de lo sagrado en lo inmanente, de lo espiritual en lo secular".

"La gente acude a la religión en busca de apoyo en sus esfuerzos por vivir en este mundo y hacerlo mejor, más que para prepararse para el siguiente. Los elementos pragmáticos y experienciales de la fe como modo de vida han desplazado el énfasis previo en instituciones y creencias".

"Es cierto que para muchas personas «fe» y «creencia» son sólo dos palabras para designar la misma cosa. Pero no son lo mismo, y para comprender la magnitud del cataclismo religioso actualmente en marcha es importante aclarar la diferencia. La fe es una arraigada confianza. En el habla diaria solemos aplicarla a personas en las que confiamos o valores que apreciamos".

"La creencia, por otro lado, se parece más bien a la opinión. A menudo usamos este término en el habla cotidiana para expresar cierto grado de incertidumbre. «No sé nada al respecto», decimos, «pero creo que podría ser así». Las creencias pueden sostenerse levemente o con gran intensidad emocional, pero son más propositivas que existenciales. Podemos creer que algo es cierto sin que tenga mucha importancia para nosotros, pero sólo depositamos nuestra fe en algo que es vital para nuestro modo de vivir" (De "El futuro de la fe"-Editorial Océano de México SA de CV-México 2009).

En cuanto a las etapas históricas por las que ha pasado el cristianismo, Cox escribe: "Los casi dos mil años de historia cristiana pueden dividirse en tres periodos desiguales. El primero podría llamarse «la era de la fe». Esta era comenzó con Jesús y sus discípulos inmediatos, cuando una boyante fe propulsó al movimiento iniciado por él. Durante este primer periodo de crecimiento explosivo y brutal persecución, la participación en el espíritu viviente de Cristo unió a los cristianos, y la «fe» significaba esperanza y seguridad en el amanecer de una nueva época, caracterizada por la libertad, curación y compasión de que Jesús había dado muestra".

"El segundo periodo de la historia cristiana puede llamarse la «era de la creencia». Sus semillas aparecieron apenas décadas después del nacimiento del cristianismo, cuando los líderes de la Iglesia empezaron a formular programas de orientación para los nuevos reclutas que no habían conocido personalmente a Jesús y sus discípulos. El énfasis en la creencia comenzó a aumentar cuando esos primitivos kits de instrucción se volvieron más densos y se convirtieron en catecismos, reemplazando así la fe en Jesús por preceptos acerca de él. De este modo, aun durante la temprana era de la fe se anunciaba ya la tensión entre fe y creencia".

La decadencia del cristianismo, en otras palabras, implica el reemplazo de lo que Cristo dijo a los hombres por lo que los hombres dicen sobre Cristo, llegando a veces a denigrar su religión hasta convertirla en una vulgar idolatría.

En cuanto a la nueva era que se aproxima, el citado autor agrega: "Así como el cristianismo avanza torpe pero irreversiblemente a una nueva fase de su historia, quienes se empeñan en cruzar esa frontera suelen mirar al primer periodo, la era de la fe, no al intermedio, la era de la creencia, en busca de inspiración y orientación. Esto no debería asombrarnos. Hay grandes semejanzas entre la primera y la tercera, que apenas comienza. Entonces no había credos; hoy pierden importancia. Las jerarquías no habían aparecido en ese tiempo; hoy se tambalean. La fe como modo de vida o brújula orientadora ha comenzado otra vez, como entonces, a identificar lo que significa ser cristiano".

"La experiencia de lo divino desplaza a las teorías sobre ello. No es de sorprender entonces que la atmósfera en las florecientes comunidades de Asia y África se parezca más a la de Corinto o Éfeso en el siglo I que a la Roma o París mil años después. El cristianismo primitivo y el que hoy emerge parecen más afines".

Si tenemos presente que la religión moral tiene como objetivo principal dar sentido a la vida del ser humano, sugiriendo además adoptar una actitud de cooperación, debe descartarse todo lo que desvié la atención respecto de tales objetivos. De ahí que lo esencial radique en cumplir con el "Amarás al prójimo como a ti mismo", interpretando tal mandamiento en base a la empatía emocional, permitiendo así que la religión finalmente se asocie a la psicología social y a otras ramas de las ciencias sociales.

viernes, 6 de septiembre de 2019

¿Libertad implica "hacer lo que nos viene en ganas"?

Es tan importante el "liberalismo de los libros" como el "liberalismo de la calle", ya que las figuras representativas de tal tendencia del pensamiento buscan que el hombre común comparta su visión de la realidad. Sin embargo, los conjuntos de ideas tienden a veces a ser degradados y tergiversados por la "sabiduría popular", llegando a reemplazar casi totalmente "lo que dicen los libros" por lo que dicen las masas.

También en materia de religión se observan deformaciones de este tipo por cuanto las actitudes paganas generalizadas tienden a reemplazar a la religión moral, ya que a cada uno le resulta más fácil adaptarla a sus propios gustos que adaptarse a ella. De esa forma se llega al extremo de que los propios divulgadores de la religión cometan aberrantes delitos en evidente oposición a la moral más elemental.

En el caso del liberalismo, ante la postura inicial de interpretar la libertad como la condición social por la cual todo individuo debe ser independiente del gobierno personal de otros seres humanos, con el tiempo se generaliza la creencia de que la libertad implica, por el contrario, hacer lo que a cada uno le viene en ganas.

Debido a que todo lo existente está regido por leyes naturales invariantes, la libertad debería estar asociada a la acción que las contempla. Tal conjunto de leyes nos presiona para que orientemos nuestra acción cotidiana hacia la cooperación social, algo bastante distinto a "hacer lo que nos viene en ganas". Recordemos que el libro básico de Ludwig von Mises, titulado "La acción humana", sugiere en varias de sus partes orientar nuestras acciones hacia la cooperación mencionada.

Mucho se ha escrito acerca de la libertad, por lo cual resulta oportuno mencionar lo que se ha dicho al respecto. Ramiro de Maeztu escribió: "La libertad se defiende con el pretexto de que los hombres son más felices cuando hacen lo que quieren. Pero contra esto ha de decirse, en primer término, que es dudoso que los hombres sean felices cuando hacen lo que quieren; y, además, que es imposible concebir una sociedad en que los hombres puedan hacer lo que quieren, porque está en la naturaleza del hombre el querer imposibles".

"La magia de la palabra libertad no pertenece a la libertad misma, sino a sus asociaciones. Si el Papa fuera a prohibir a los católicos la lectura de la Biblia, o el estudio de la teología, por temor a que se volviesen herejes, los fieles se rebelarían, en nombre de la libertad, probablemente; pero la justicia de su rebeldía no se fundaría en la libertad, sino en la verdad".

"Si un gobierno se opone a la explotación metódica de los recursos naturales de un país, la población se rebelará en nombre de la libertad; pero la justificación de su revuelta no estará en la libertad, sino en el hecho de que el aumento de riqueza es una cosa buena. Si otro gobierno decreta que las mujeres se liguen los pies para empequeñecerlos, al modo que lo hacían, hasta hace pocos años, las de China, las mujeres se rebelarían, también en nombre de la libertad, pero la verdadera razón de su causa no sería la libertad, sino la salud".

"Como el hombre no es un autómata, privarle en circunstancias normales de su libertad para buscarle su vocación entre las profesiones consideradas necesarias sería destruirlo, y también se lograría su destrucción si se le obligase a desempeñar su función de modo automático. En estos dos sentidos, la libertad personal no es tan sólo legítima sino necesaria; porque ninguna sociedad puede subsistir largo tiempo si no se ajusta a la naturaleza del hombre, que es incompatible con el automatismo".

"Con esto no decimos sino que todas las leyes deberán tener en cuenta el hecho de que el hombre no es una máquina, sino un agente libre. Pero es preciso ser claro en este punto, y decir sin ambages: que cuando defendemos la libertad de pensamiento, lo que estamos defendiendo realmente es el pensamiento, y no la libertad; porque si estuviéramos defendiendo meramente el principio de libertad, podríamos hallarnos nanteniendo la causa de no pensar en absoluto".

"La libertad no es en sí misma principio positivo de organización social. Hablar de una sociedad cuyos miembros tengan la libertad de hacer lo que quieran es una contradicción en los términos mismos. La libertad en este sentido no constituiría sociedad alguna. Las reglas de todas las sociedades prescriben que sus miembros harán ciertas cosas, y se abstendrán de hacer otras. El bien que algunas veces se ha alcanzado en nombre de la libertad, como la restricción de la autoridad, o el fomento del tráfico, del pensamiento, etc, se habría alcanzado mejor si se hubiese luchado derechamente por el fomento del tráfico o del pensamiento; y se habría evitado entonces esta extraña superstición que hace creer a tantas gentes que la libertad les da derecho legítimo a negarse a desempeñar función alguna necesaria a la sociedad a que pertenecen" (De "La crisis del humanismo"-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1951).

El liberal masificado poco piensa que las ideas liberales, para ser útiles, alguna vez deberán ser admitidas por el resto de la sociedad. Sin embargo, insiste en cerrarse en argumentos rígidos que poco convencen al resto arrogándose por ello mismo la falsa percepción de ser un iluminado; y además, incomprendido por las masas ignorantes.

Al negarse la existencia de instancias superiores, es decir, Dios o las leyes naturales, surgen propuestas fáciles intentando solucionar todos los problemas humanos sin necesidad de adaptarnos a las leyes de Dios, o leyes naturales. De ahí que se proponga resolverlos sólo con la democracia, o sólo con la igualdad, o con la libertad, o con "todo en el Estado", o con "nada en el Estado", etc. Por el contrario, quienes observan la existencia de instancias superiores, llegan a la conclusión que la única solución viable implica la aceptación y adaptación a las exigencias morales implícitas en el espíritu de la ley natural.

Los optimistas en exceso creen que sólo basta con la libertad de pensamiento y de expresión para que surjan las ideas adecuadas en forma espontánea. Sin embargo, ello no es suficiente ya que un sector se encargará de difundir ideas erróneas y mentiras de todo tipo para negar la verdad y distorsionarla a favor de la imposición de sus creencias individuales o sectoriales. Ramiro de Maeztu escribió al respecto: "La adquisición de verdades nuevas y la conservación de las ya conocidas, es realmente un valor absoluto. Pero, ¿es verdad que el mejor método para favorecer el progreso intelectual sea el de la libertad personal? El problema puede plantearse en estos términos: ¿Qué es mejor para el progreso, desarrollo y avance del pensamiento en un país: la libertad de pensamiento o la organización del pensamiento?".

"Tanto Stuart Mill como Buckle creían que la libertad es suficiente para fomentar el pensamiento. De aquí el fervor de su liberalismo. Esta creencia suya tuvo que basarse en esta otra: en la creencia de que bastaba consentir a los individuos que pensaran como quisieran para que las verdades brotasen espontáneas de las cabezas de los hombres. Sólo que no brotan. Y no brotan porque el pensamiento no es una actividad espontánea más que en los pensadores por vocación".

"La inmensa mayoría de los hombres no piensan casi nunca. Por lo común no piensa el hombre sino cuando le ha acontecido algún percance. El resto de su vida no hace más que soñar o dejar que sus ideas se asocien al azar. Concentrar la atención sobre problemas objetivos es algo que sólo hacen por amor, en cada generación de un pueblo considerable, media docena de individuos. Si no hubiese en el mundo otra actividad intelectual que la espontánea, no bastaría ésta ni para conservar los conocimientos ya adquiridos, y no habría ni que pensar en la posibilidad de acrecentarlos".

"Esta es la razón de que los Gobiernos, excepto los más primitivos, han dedicado en todo tiempo gran parte de su poder a fomentar el pensamiento, y aun a castigar la ignorancia, como la castigan en las leyes que prescriben la asistencia obligatoria a la escuela. Es verdad que también ha habido Gobiernos que han dedicado parte de su poder a aplastar los pensamientos que les parecieron peligrosos para su mantenimiento en el poder. Pero hicieron mal, como se probó por los resultados. Emplear el poder en fomentar el pensamiento es cosa buena; emplearlo en aplastarlo, mala".

Puede decirse que la libertad de expresión es una condición necesaria, aunque no suficiente, para que la verdad prevalezca en el medio social, ya que toda libertad debe estar asociada a la responsabilidad respectiva. Si una gran parte de la población no se preocupa por cumplir el mandamiento del "No levantar falso testimonio ni mentir", se advertirá la insuficiencia de la condición necesaria.

martes, 3 de septiembre de 2019

Sociología de las actitudes

Una de las ideas predominantes entre los sociólogos es aquella que indica que "el todo es distinto a la suma de sus partes", que podría interpretarse como que la actitud del grupo es independiente de las actitudes de sus integrantes. De ahí la indiferencia advertida en varios libros de sociología respecto de las predisposiciones individuales sintetizadas en la actitud característica, que define la personalidad individual.

Algunos de ellos advierten, sin embargo, que existe un vínculo estrecho entre las actitudes individuales y las del grupo. En caso de que un grupo esté constituido por personas poco influenciables y que carezca de líderes carismáticos, la actitud del grupo sería cercana al "promedio" de las actitudes individuales. Por el contrario, con personas influenciables y con líderes influyentes, como Benito Mussolini, la actitud grupal no habrá de ser demasiado distinta de la de su líder.

Al existir influencias entre individuo y sociedad, en ambos sentidos, algunos consideran de mayor importancia la influencia del medio social, que determinaría los comportamientos individuales. Sin embargo, no todos los individuos son tan influenciables como para llegar a ese extremo. Además, todo individuo posee atributos personales hereditarios que con preponderancia conforman su personalidad. Pitirim Sorokin escribió: "La escuela sociologista trata de explicar los fenómenos psíquicos por medio de las condiciones sociales. Hace de ello un derivativo de los procesos trasindividuales de interacción y circunstancias societales. La escuela psicológica, por el contrario, parte de las características psíquicas de un individuo, las toma como variables, y trata de interpretar los fenómenos sociales como su derivativo o manifestación" (De "Teorías sociológicas contemporáneas"-Editorial Depalma-Buenos Aires 1951).

La discriminación social, por la cual se atribuyen a cada uno de los integrantes de una clase social los atributos asignados al grupo, es una consecuencia inmediata de haber ignorado las personalidades individuales. Incluso el absurdo llega al extremo al atribuir un determinismo de clase similar al de las castas existentes en la sociedad hindú. Alex Inkeles escribió: "El análisis sociológico adecuado de muchos problemas es imposible o se ve severamente limitado, a menos que se haga uso explícito de teorías y datos psicológicos juntos con teorías y datos sociológicos...De hecho, me atrevería a asegurar que son muy pocos los análisis sociológicos que se realizan sin utilizar una teoría psicológica por lo menos implícita. Parece evidente que al hacer explícita esta teoría y apoyarnos en datos psicológicos para discutir sistemáticamente problemas atinentes a la sociología, no hacemos otra cosa que aumentar los alcances y la eficiencia del análisis sociológico".

El error de no utilizar datos psicológicos en sociología se debió, en parte, al éxito de Emil Durkheim en su estudio del suicidio. Inkeles escribe al respecto: "El brillante análisis de Durkheim nos proporcionó un argumento tan definitivo y un modelo tan fuerte, que durante sesenta años aproximadamente no hubo avance alguno en la comprensión del fenómeno. Generaciones y generaciones de estudiantes, a quienes se les enseñó que debían tomar Le suicide como modelo de análisis sociológico, se formaron y luego salieron al mundo a dar batalla por el análisis sociológico «puro», es decir, no psicológico".

En cuanto al psicologismo en sociología, Inkeles agrega: "Clasificada por Sorokin como escuela «psicologista» de la sociología, simplemente reduce o traduce todos los fenómenos sociales a términos psicológicos; en su versión moderna, afirma que los únicos fenómenos o variables sociales «reales» son las personalidades, las psicologías individuales, de aquellos que componen cualquier grupo dado" (De "La sociología norteamericana contemporánea" de Talcott Parsons (Compilador)-Editorial Paidós SAICF-Buenos Aires 1969).

Al tal extremo ha llegado el "sociologismo puro", que el marxismo presupone que eligiendo un modelo de sociedad económicamente igualitario, se logrará mejorar el comportamiento ético individual. A pesar de los fracasos reiterados, esta falsa sociología aun aparece en los libros de esa rama de la ciencia social mostrando que, aún los absurdos más evidentes, pueden llegar a formar parte de la sociología. En realidad su inclusión muestra que tales estudios pasan por una etapa precientífica debido al evidente rechazo del proceso básico de "prueba y error".

Por lo general, el sociólogo se siente apabullado cuando se le sugiere establecer bases psicológicas a sus estudios sociológicos, debido principalmente a la existencia de varias escuelas psicológicas que promueven diversas y, a veces, engorrosas descripciones del ser humano. Sin embargo, es oportuno mencionar que dispone de la psicología social junto al concepto de "actitud característica", con sus cuatro componentes emocionales y sus cuatro componentes cognitivas básicas, suficientes para describir aceptablemente el comportamiento social de todo individuo. James A. Davis escribió: "Las actitudes se cuentan entre las variables más estudiadas y menos claramente definidas de las ciencias sociales. Y por cierto que ambas circunstancias deben estar relacionadas entre sí; existen sentimientos como los de gustar o no gustar, elegir o rechazar, favorecer o desfavorecer, aprobar o desaprobar, sean cuales fueren las palabras, estos sentimientos positivos o negativos son tan universales, que las definiciones que se encuentran en los libros sirven más para identificar el campo teórico del autor que para definir el objeto del análisis".

"La sociología no tiene el monopolio del estudio de las actitudes. Buena parte de este capítulo encuadra técnicamente dentro de esa disciplina híbrida llamada psicología social, y muchos de sus elementos más importantes provienen del estudio de los votantes y de sus actitudes hecho por científicos de la política".

La actitud, como variable descriptiva, surge en la sociología, en épocas previas al surgimiento de la psicología social, siendo caracterizada esta última como "el estudio científico de las actitudes". Davis escribió: "El punto de partida es cuestión de gustos: sin duda, Aristóteles ya tenía mucho que decir acerca de las actitudes. Para aquellos de nosotros cuyos horizontes históricos son menos amplios, Gordon Allport nos presenta a Herbert Spencer como el fundador del estudio de las actitudes, ya que esta palabra se usó por primera vez en el libro First Principles, que Spencer publicó en 1862" (De "La sociología norteamericana contemporánea").

Davis agrega: "Las contribuciones de la «escuela de Chicago» a los estudios de actitudes, sin embargo, alcanzaron la máxima expresión en los escritos de George Herbert Mead, filósofo social. Los trabajos de Mead son abstractos, intrincados y conceptuales, todo lo cual equivale a decir que se trataba de un filósofo y no de un investigador de las actitudes. Cuando a esto le agregamos el hecho melancólico de que los libros de Mead no contenían sus propios textos, sino transcripciones de sus clases, vemos por qué resulta tan difícil comprenderlo. Pero, pese a la oscuridad y complejidad de sus doctrinas, la tesis principal es clara, y dominó sobre la sociología estadounidense en su enfoque de las actitudes durante todas las décadas de 1920 y 1930".

La definición de actitud, como una respuesta característica, que se expresa como un vínculo entre respuesta y estímulo, tiende a facilitar su comprensión y a permitir su utilización, no sólo en psicología social, sino también en sociología. Esta respuesta característica involucra los aspectos emocionales y cognitivos de todo individuo, no debiendo confundirse con las limitadas relaciones entre respuesta y estímulo empleadas por los conductistas.