jueves, 3 de julio de 2025

Alfred P. Sloan y la obsolescencia programada

Puede entenderse por "consumismo" el hábito de los consumidores de adquirir bienes que no son necesarios por sus utilidades respectivas, sino que llevan como finalidad la ostentación u otros motivos personales. Este es el caso de los automóviles, ya que en muchos países el tipo de automóvil que se posee resulta ser una especie de indicador de la clase social a la que se pertenece, incluso también como una medida del éxito logrado en la vida y hasta una medida de la felicidad lograda.

Desde un punto de vista económico, se advierten casos en que el dueño de un automóvil, con dos o tres años de uso, busca venderlo para comprar otro automóvil mejor y último modelo. El mayor capital que posee es siempre su automóvil. En lugar de mantener por varios años el mismo automóvil e invertir sus ahorros o excedentes en algo productivo, opta por cambiar periódicamente de modelo. La ventaja social de este hábito bastante frecuente implica que otras personas podrán adquirir autos usados a precios accesibles, o bastante más accesibles que uno nuevo.

Esta tendencia no sólo depende de motivaciones personales particulares, ya que desde algunos sectores productivos se incentiva esta tendencia. Uno de los opositores al cambio periódico de modelos de automóvil fue Henry Ford, quien intentaba mantener el modelo T para hacerlo accesible a todos los norteamericanos. En una película sobre su vida, aparece el propio Henry Ford destruyendo a golpes un prototipo del Ford A, realizado por sus colaboradores en secreto, o a escondidas para darle una sorpresa agradable al famoso empresario e innovador, recibiendo una respuesta inesperada. El Ford A comienza a fabricarse años más tarde obligados ante la efectiva competencia de la General Motors.

El camino emprendido por la General Motors fue completamente distinto. Alan Axelrod escribió al respecto: "En la época en que Henry Ford introdujo la producción en masa del modelo T en 1908 -y durante la década siguiente- la demanda de automóviles se disparó. Como respuesta a dicha demanda, la industria se actualizó e introdujo la maquinaria necesaria para que la producción aumentase de forma considerable. En 1916, cuando el mercado ya había empezado a estabilizarse, los fabricantes de automóviles decidieron introducir la venta a plazos. Así consiguieron estimular las ventas, pero -a principios de los años veinte- el mercado parecía incapaz de volver a crecer de forma significativa".

"Alfred P. Sloan al principio ocupó el puesto de vicepresidente de General Motors y en 1923 pasó a ser su presidente. Mientras ocupaba ese cargo, le sorprendió ver que los coches de esa época diferían poquísimo del modelo T original diseñado hacía más de diez años. Si no se producía algún cambio -a pesar de que los ingenieros no creían necesario efectuar cambios sustanciales- los compradores tenían muy pocos alicientes para comprar un nuevo automóvil".

"En opinión de Sloan, ésa era la razón por la que el mercado automovilístico había llegado a un estancamiento. Para superar esa situación, Sloan decidió aplicar un programa de fabricación que introducía pequeñas pero apreciables modificaciones en la apariencia externa de los modelos cada año y cambios estéticos mayores cada tres".

"Explicó que, puesto que «todo el mundo daba por hecho que el coche funcionaría, un factor importante para vender -quizás el más importante- era la apariencia del coche». Al incrementar los cambios estéticos -mediante la introducción de cambios sin importancia durante el primer año y el segundo, y cambios mayores en el tercero- los propietarios de un coche comprado el primer año se sentirían insatisfechos con el vehículo a pesar de que siguiese funcionando correctamente".

"El insatisfecho cliente trataría de cambiar su coche «antiguo» por el mismo modelo «actualizado» del año en curso. Mejor todavía, un buen vendedor podría aprovechar la ocasión para convencer al cliente para que comprara uno más caro: un modelo con el que se sentiría insatisfecho al cabo de tres años -o menos- y estaría convencido de que necesitaba comprar otro".

"Además de incluir un programa anual de cambios «aparentes» y cambios mayores cada tres años, Sloan creó una estructura de precios muy rígida para las marcas de General Motors, que iba desde los automóviles de más bajo precio -como el Chevrolet- hasta el de más alto precio -el Cadillac- pasando por el Pontiac, el Oldsmovile y el Buick (estos tres últimos en orden ascendente de precio)" (De "Perfiles temerarios"-Edebé-Barcelona 2010).

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