Se ha considerado al transistor como el mayor invento del siglo XX, siendo el dispositivo básico, junto a los circuitos integrados, que permitió el auge de la electrónica digital, junto a las comunicaciones y las computadoras. El transistor surge de la búsqueda de un conmutador de estado sólido para ser utilizado en telefonía y reemplazar a los relés y a los sistemas de barras. Luego se vislumbra la posibilidad de obtener un reemplazo de la válvula de vacío.
El nombre "transistor" fue ideado por J. R. Pierce, quién expresó: "...y entonces, en aquella época, el transistor fue imaginado para ser el dual del tubo de vacío, así si un tubo de vacío tenía transconductancia, éste debe tener transresistencia, y así llegué a sugerir transistor" (Citado en "Revolución en miniatura" de S. Braun y S. Macdonald-Editorial Tecnos SA-Madrid 1984).
El transistor surge de los Laboratorios Bell, de la AT&T, logrando sus empleados la concesión de 8 Premios Nobel de Física. La patente de invención fue concedida a John Bardeen y a Walter Brattain por el transistor de punta de contacto, mientras que la patente de transistor de juntura, surgido en 1951, le fue concedida a William Schockley. Al respecto, E. Braun y S. Macdonald escriben: "Es asombroso que Schockley hubiera formulado la teoría precisa del transistor de unión al menos dos años antes de que el dispositivo fuera producido".
Mientras que los inventores del siglo XIX, como Edison y Tesla, eran intuitivos, careciendo del conocimiento amplio de la física de su tiempo, los inventores del siglo XX tenían una preparación científica y académica de alto nivel.
Entre los aspectos organizativos de los Laboratorios Bell se destaca la construcción de edificios que facilitaban el contacto personal de sus investigadores, ya que el trabajo en equipo implica trabajo de individualidades en cooperación.
Walter Isaacson escribió: "La sede de Manhattan se había quedado pequeña, y la mayor parte de los laboratorios se trasladaron a un espacio de ochenta hectáreas en las colinas de Murray Hill (New Jersey). Mervin Kelly y sus colegas querían que su nuevo hogar se pareciese a un campus académico pero evitando la separación de las distintas disciplinas en diferentes edificios".
"Sabían que la creatividad surge de los encuentros casuales. «Todos los edificios han sido conectados de tal manera que se evite una delimitación geográfica fija entre departamentos y se propicien el intercambio y un estrecho contacto entre ellos», escribió un directivo. Los pasillos eran extraordinariamente largos, de más de doscientos metros, y estaban pensados para fomentar los encuentros fortuitos entre personas con distintos talentos y especialidades, una estrategia que Steve Jobs replicó al diseñar la nueva sede central de Apple setenta años después".
"Cualquiera que se pasease por los Laboratorios Bell se vería expuesto a una lluvia de ideas aleatorias, y las absorbería como una célula fotovoltaica. Claude Shannon, el excéntrico teórico de la información, de vez en cuando recorría los largos pasillos de terrazo rojo montado en un monociclo haciendo malabares con tres pelotas y saludando a los colegas. Era una extravagante metáfora del caldo de cultivo en plena ebullición que se percibía en los pasillos" (De "Los innovadores"-Debate-Buenos Aires 2014).
Estos efectos de "proximidad" se acentuaron cuando Bardeen fue a parar a una sala en que estaba Brattain. Isaacson escribió al respecto: "En un principio, Bardeen no disponía de despacho propio, por lo que se instaló en el espacio del laboratorio que le correspondía a Brattain. Fue una decisión acertada que puso de manifiesto, una vez más, la energía creativa que generaba la proximidad física; al estar tan juntos, el teórico y el experimentador podían poner en común sus ideas cara a cara, hora tras hora".
Ante el éxito inicial de Bardeen y Brattain con el transistor de contacto puntual, surge el ego de Schockley quien. "obligado" a ocupar un lugar destacado, logra establecer los principios del transistor de juntura. Al respecto, Isaacson comenta: "Schockley firmó como testigo en la histórica entrada del cuaderno de Bardeen, pero no escribió nada más ese día. Estaba claramente desconcertado. Su intenso y oscuro impulso competitivo eclipsaba el orgullo que debería sentir por el éxito de su equipo".
"Reconoció después: «Experimenté emociones encontradas. La euforia por el éxito del grupo estaba empañada por no ser yo uno de los inventores. Me sentía algo frustrado por el hecho de que mis esfuerzos personales, que habían comenzado más de ocho años antes, no hubieran fructificado en ninguna contribución original significativa». Sus demonios estaban cada vez más inquietos en lo más profundo de su mente. Nunca retomaría la amistad con Bardeen y Brattain, y se puso a trabajar enfervorecidamente para poder reclamar una cuota similar de reconocimiento por el invento y para crear, por su cuenta, una versión aún mejor".
La personalidad competitiva de Schockley se advitió una vez más cuando aparece en la principal foto de los tres inventores, pero ocupando injustificadamente el lugar de trabajo de Brattain. En esa foto aparecen, de izquierda a derecha, Bardeen (que luego ganaría otro Premio Nobel), Schockley y Brattain. Isaacson escribió: "Los Laboratorios Bell obligaron a que Schockley figurase en todas las fotos publicitarias junto con Bardeen y Brattain. La más famosa los muestra a los tres en el laboratorio de Brattain. Justo antes de que se tomase la instantánea, Schockley se sentó en la silla de Brattain, como si esos fuesen su mesa y su microscopio, y ocupó así el punto focal de la imagen. Años después Bardeen describiría la consternación que Brattain aún sentía al recordar el episodio, y el rencor que le guardaba a Schockley. «Walter odia esta imagen. Es su equipo y nuestro experimento; Bill no tenía nada que ver con ello»".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario