El proceso por el cual se advierte un retroceso en cuanto a la aceptación del cristianismo, se debe principalmente a que los "creyentes" suponen que en la Biblia se ha dicho toda la verdad, no sólo sobre cuestiones de moral, sino sobre los temas abarcados posteriormente por la ciencia experimental. Como contrapartida, muchos de quienes no comparten tal postura, por lo general descreen de todo lo que implique religión, incluso rechazan las propuestas morales bíblicas básicas.
Si en la Biblia está toda la verdad posible, como muchos suponen, quien conozca la Biblia en detalles, pasa a una etapa de superioridad intelectual incluso sobre los Premios Nobel en ciencias, ya que la ciencia estaría bastante más abajo que "la palabra de Dios". También en el Islam se adopta una actitud semejante. Tales "creyentes" no están dispuestos, por lo general, a renunciar a tan elevado trono en donde se han ubicado. Esta postura surge de un excesivo egoísmo que conduce a muchos a un alejamiento de la religión moral y, otras veces, genera serios conflictos y divisiones.
Tampoco Charles Darwin supo advertir que la Biblia es un libro sobre cuestiones asociadas al comportamiento humano y que tiene las limitaciones básicas de la época en que surge, principalmente acerca de cuestiones sobre física, astronomía y biología. Las aparentes intervenciones de Dios, cambiando o suspendiendo sus propias leyes naturales, que perderían así su carácter de invariables en el tiempo y el espacio (milagros), lleva una alta dosis de incompatibilidad con la visión cientifica del universo. El precio que se paga por sostener una visión propia de hace dos mil años, o más, es el paulatino alejamiento de la gente respecto de la religión moral.
Si Cristo es la principal figura de la Biblia, puede advertirse fácilmente que sus prédicas son completamente independientes de la física, la astronomía o la biología. Cuando afirma que "Dios sabe que os hace falta antes que se lo pidáis", resulta ser un indicio de aceptar la posibilidad de la no intervención de Dios en los acontecimientos humanos, si bien en otras ocasiones, quizás simbólicamente, las acepta. Al respecto, Benjamín Farrington escribió: "De la crítica que Darwin lleva a cabo sobre el Nuevo Testamento, es acertada su indignación ante el pensamiento cristiano que fundamenta la prueba de veracidad en los milagros. Lo único que se consigue con todas estas rupturas de las leyes naturales es oscurecer el gran milagro que el Evangelio mismo significa".
"Pero también su descubrimiento tuvo su lado positivo; Darwin jugó en el siglo XIX el mismo papel que Galileo en el XVII, obligando a los ortodoxos a revisar su actitud ante los Libros Sagrados. Las consecuencias del trabajo de estos dos hombres han sido permanentes; ellos pusieron fin a la costumbre de conceder la última palabra a la Biblia en cuestiones de física y biología, lo cual ha constituido un factor favorable para el desarrollo de las ciencias. Pero ello ha tenido también una consecuencia desagradable, porque para un cierto tipo de mentalidades, muy corrientes en nuestra época, la concepción de la verdad se limita a la que proporcionan las ciencias naturales y la Biblia no tiene nada que decir; su tipo de verdad se ha hecho invisible" (De "Evolucionismo"-Editorial LAIA SA-Barcelona 1973).
Los opositores a la religión no contemplan la posibilidad de que los profetas bíblicos desconocieran en su tiempo el concepto de ley natural, como vínculo invariable entre causas y efectos. Por otra parte, los fanáticos tampoco las tienen en cuenta o las relegan suponiendo que Dios interviene a cada instante en los acontecimientos humanos, siempre que se le hayan hecho los pedidos correspondientes, en forma directa o a través de intermediarios, por cuanto "Dios NO sabe lo que nos hace falta", contradiciendo a Cristo. Farrington agrega: "Los antiguos escritores hebreos no poseían el vocabulario propio para tratar de las leyes naturales; el mismo concepto de Naturaleza, que nosotros hemos recogido de los griegos, les eran desconocidos. Les interesaba algo distinto, pero no por eso menos auténtico; se le podría llamar mejor sabiduría que ciencia. En su opinión la realidad última era moral, un ser moral que sólo sería comprendido por aquellos que estuviesen dispuestos a seguir sus preceptos. Esto también es un punto de vista, pero Darwin no lo supo captar".
"Al abandonar el cristianismo Darwin no cayó en el ateísmo; volvió al deísmo de su padre y de su abuelo. Sus escritos están llenos de referencias a la Primera Causa o Creador, la dificultad estriba en averiguar qué quería significar con estos términos. Parece ser que reconoció dos clases de razones para creer en Dios: la emotiva y la racional. Examina la primera en relación con la tremenda impresión que le causaron los bosques del Brasil, pero la rechaza con su reflexión:
«No veo cómo tales sentimientos y convicciones íntimas puedan ser una prueba de lo que realmente existe»".
Por otra parte, Darwin escribió: "Otra fuente de convicción en la existencia de Dios, relacionada con la razón y no con los sentimientos, me influyó mucho más fuertemente. Se deduce de la extrema dificultad, incluso imposibilidad, de concebir este inmenso y maravilloso Universo, del que el hombre forma parte con su capacidad de examinar el pasado y el futuro, como resultado del ciego azar o de la necesidad. Estas reflexiones me inducen a pensar en una Primera Causa con una inteligencia de alguna manera análoga a la del hombre; y merezco ser llamado un Deísta".
"A lo largo de mis más extremas fluctuaciones nunca he sido ateo, en el sentido de negar la existencia de un Dios. Creo, por lo general (y cada vez más a medida que envejezco), exceptuando algunas ocasiones, que mi estado de ánimo podría describirse como agnóstico".
En otra parte: "Al llegar a este punto tropezamos con una dificultad a la que aludiré aunque escapa a las consideraciones de mi campo. Un Creador Omnipotente debe haber previsto todas las consecuencias que resultan de las leyes por Él impuestas, pero ¿puede afirmarse de forma racional que el Creador ordena para el bien de la Creación cada una de las inumerables variaciones de nuestras plantas y animales domésticos, cuando muchas de estas variaciones no ofrecen ningún servicio al hombre y no resultan beneficiosas, además de perjudiciales, para los mismos animales?" (Citas en "Evolucionismo").
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