viernes, 3 de octubre de 2025

Relativismo moral y drogadicción

Por lo general, las descripciones erróneas de la realidad, o bien aquellas incompletas, conducen a visiones erróneas acerca del universo en donde estamos inmersos; y también han de producir efectos negativos en los seres humanos. De ahí que las visiones de la sociedad que conducen a malos resultados resultan sospechosas de ser erróneas o incompletas. Este es el caso del relativismo moral, que se asocia a la inexistencia del bien y del mal en sentido objetivo; por lo que, luego, no existiría tampoco un sentido de la vida objetivo. Ello se debe a que el bien es lo que favorece cierto objetivo o finalidad, mientras que el mal es aquello que lo impide. Si no existe algo que favorece un objetivo ni tampoco algo que lo impide, es porque se supone inexistente un supuesto objetivo o sentido.

Quienes suponen inexistente un sentido objetivo de la vida, asociado a la inexistencia del bien y del mal, colaboran sin quererlo en cierta desorientación generalizada que conduce al vacío existencial y de ahí al alcoholismo o al consumo de drogas. Viktor Frankl escribió: “La prueba de que en el 90% de los casos crónicos de alcoholismo agudo por ella analizados [por una alumna] aparecía un acusado complejo de vacío existencial”.

“Lo mismo cabe decir, en términos análogos, de la esclavitud de las drogas. De creer a Stanley Krippner, en los drogadictos aparece el complejo de vacuidad en el cien por cien de los casos. Al preguntárseles si para ellos todo había dejado de tener sentido, la respuesta fue afirmativa, sin una sola excepción [en los casos estudiados]” (De “Ante el vacío existencial”-Editorial Herder SA-Barcelona 1986).

También la creencia de que la razón debe imperar sobre lo emocional, en lugar de ocupar una importancia similar, alejan a la gente de la búsqueda de mayores niveles de empatía emocional, siendo el racionalismo extremo otra creencia que produce malos efectos. María Luz Pintos Peñaranda escribió: "La consideración de que la naturaleza humana es la racional se lleva al extremo de creer que toda otra característica en los humanos es «no esencial» sino accidental, secundaria, pasajera, cambiante; es decir, en ningún caso algo que defina su ser propio".

"Si las emociones son vistas como perturbación e, incluso, como una obnuvilación de la razón, es preciso poder eliminarlas por medio de la razón, es decir, controlarlas, dominarlas, someterlas racionalmente, porque sólo de este modo el ser humano se estará comportando conforme a su esencia de ser «racional» por encima de todo. La consigna teórica general es que las emociones deben ser controladas racionalmente. El comportamiento perfecto es el del carácter racional (el superior) y no el empático-emotivo (el inferior)" (De "Perspectivas sobre la vida humana" de Javier San Martín y Tomás D. Moratalla [Editores]-Editorial Biblioteca Nueva SL-Madrid 2011).

La existencia de la conciencia moral refleja cierta compatibilidad o armonía entre lo racional y lo emocional, que implica además haber podido adquirir un pleno sentido de la vida. Viktor Frankl escribió al respecto: "No sólo es necesario encontrar el sentido, sino que es posible, y la conciencia moral guía al hombre en esa búsqueda. La conciencia moral, en suma, es un órgano de sentido. Se puede definir como la facultad de intuir el sentido único y peculiar que late en cada situación".

“Tarde o temprano nos veremos obligados, no ya a moralizar, sino a ontologizar la moral; habrá que definir el bien y el mal, no como algo que debamos o no hacer, sino el bien como aquello que favorece la realización del sentido que se encomienda a un ente y se le exige, y el mal como aquello que impide esa realización”.

“La mera supervivencia no puede ser el valor supremo. Ser hombre significa estar orientado y ordenado a algo que no es uno mismo. La existencia humana se caracteriza por su autotrascendencia. Cuando la existencia humana no apunta más allá de sí misma, la permanencia en la vida deja de tener sentido, es imposible. Ésta fue al menos la lección que yo aprendí en los tres años que hube de pasar en Auschwitz y en Dachau, y los psiquiatras militares pudieron confirmar en el mundo entero que los prisioneros de guerra más capacitados para sobrevivir eran aquellos que se orientaban hacia el futuro, hacia una meta de futuro, hacia un sentido que debían cumplir en el futuro. ¿No puede aplicarse esto, por analogía, al tema de la supervivencia de la humanidad?”.

“Pero si la humanidad quiere encontrar un sentido que sea válido para todos, debe dar un nuevo paso. Después de haber alcanzado, hace miles de años, el monoteísmo, la fe en un solo Dios, debe llegar a creer en una sola humanidad. Hoy necesitamos más que nunca un monantropismo” (De “El hombre doliente”-Editorial Herder SA-Barcelona 1987).

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