En los comienzos de los procesos revolucionarios, como fue el caso de la Revolución bolchevique o de la Revolución cubana, surgen adhesiones numerosas, que se van apagando con el tiempo al observar los resultados logrados. Sin embargo, aún con la evidencia de un fracaso contundente, son varios los que mantienen la adhesión previa. Mientras que para los primeros existe una prioridad moral por sobre toda ideología, para los segundos existe una prioridad racional, por cuanto la ideología les toma el control del cerebro desalojando todo rastro de realidad. 
Lo grave del caso radica en que varios intelectuales, incluso algunos ganadores de un Premio Nobel, se encargan de difundir alabanzas a los peores dictadores totalitarios, promoviendo en las distintas poblaciones la continuidad de ideas que las perjudican indefectiblemente. Entre los casos de adhesión a Hitler, pueden mencionarse a los físicos Pascual Jordan y a Philipp Lenard (Premio Nobel). 
Entre los adherentes a Stalin puede mencionarse a Frederic Joliot-Curie (Premio Nobel), quien expresó en el Congreso del Partido Comunista Francés de 1956: “Los hombres no son perfectos, ciertamente. Se han cometido errores y algunos muy graves. Todo hombre debe reprobarlos. Y todos pueden ver cómo los juzgamos cuando corresponden a un hombre tan importante como el camarada Stalin. Pero éstas son cosas que no conciernen ni a la doctrina marxista-leninista ni al sistema socialista”.
“Esto no es una excusa ni mucho menos; pero quiero preguntar: ¿Cuántos crímenes son cometidos todos los días en los países que dicen hablar en nombre de la libertad y que, por ejemplo, so pretexto de pacificación hacen matar a millares de seres humanos?” (De “Trabajos fundamentales”-Editorial Platina-Buenos Aires 1960).
También fue un admirador de Stalin y de Mao el escritor Pablo Neruda (Premio Nobel). Así, cuando varios intelectuales se juntan, son capaces de faltarle el respeto y burlarse de la memoria de decenas de millones de victimas inocentes del comunismo, como fue el caso de la comisión encargada de otorgar los Premios Nobel de Literatura, cuando se lo otorgan a Pablo Neruda, quien escribió loas a Stalin y a Mao, a pesar de los crímenes por éstos cometidos. “Después de escribir un poema de homenaje a Stalin en su muerte, se adapta a la era Kruschev, el detractor necrológico de Stalin y continuador del sistema comunista”.
“En sus memorias, Neruda rinde culto a Lenin sin atenuantes”. “En sus referencias a China, Neruda menciona el culto a la personalidad de Mao, pero nunca a sus crímenes ni la Revolución Cultural, como si el problema hubiera sido, al igual que con Stalin, sólo el culto a la personalidad. Se permite, por lo demás, varios elogios compensatorios de Mao". (De “Los fabricantes de miseria” de P.A. Mendoza, C.A. Montaner y Á. Vargas Llosa-Plaza & Janés Editores SA-Barcelona 1998).
El reciente Premio Nobel de Economía, Philippe Aghion, expresó en una entrevista: "Salvador Allende era una buena persona, pero no muy bueno en economía..." (De latercera.com). La "buena persona" se despreocupó por la condición social y económica de los chilenos, priorizando el poder y la expansión de la ideología comunista en Sudamérica. Para afianzar el poder logrado en las urnas, con un 36% de los votos, los seguidores de Allende trataron de establecer un poder militar con fuerte apoyo internacional. 
Recordemos que las tan aplaudidas “revoluciones marxistas” no son otra cosa que guerras civiles entre diferentes sectores. Robert Moss escribió: “Una poderosa facción de la Unidad Popular de Allende (al igual que los grupos revolucionarios fuera del gobierno) se encontraba preparando, desde el mismo comienzo, una violenta insurrección: una revolución dentro de la revolución. Fueron ayudados por extremistas extranjeros que inundaron el país bajo Allende y que, corrientemente, se encontraban premunidos de papeles de identificación chilenos". 
"Unos 14.000 extremistas foráneos mezclados en actividades revolucionarias en Chile, fueron identificados por el Servicio de Inteligencia Militar después del pronunciamiento. Los cubanos y norcoreanos jugaron importante rol suministrando armamentos checos e instructores militares. Durante los últimos meses del régimen, era obvio que Allende ya no contaba con el apoyo de los uniformados". 
"Los comunistas y socialistas trabajaban febrilmente preparando sus brigadas para el inminente choque. Régis Debray, que visitara a Allende por última vez en agosto de 1973, lo resumió en la siguiente forma en Le Nouvel Observateur: «Todos sabíamos que era un asunto táctico ganar tiempo, organizar, armar y coordinar las formaciones militares de los partidos que componían la Unidad Popular y su gobierno. Era una carrera contra el tiempo»” (De “El experimento marxista chileno”-Editora Nacional Gabriela Mistral Ltda.-Santiago de Chile 1974).
Más cercano en el tiempo es el caso del economista Joseph Stiglitz, Premio Nobel, quien proclamó su apoyo a varios dictadores latinoamericanos. Al respecto, Axel Kaiser escribió: "Con este nivel grotesco de distorsión, no es extraño que Stiglitz haya apoyado casi todos los proyectos marxistas o populistas de América Latina en las últimas décadas. Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, los Kirchner, Gabriel Boric y Fidel Castro fueron todos defendidos por Stiglitz en su esfuerzo por acabar con el neoliberalismo". 
"Como es costumbre entre quienes se encuentran infectados por este parásito mental, al referirse a Chile Stiglitz distorsionó los hechos para ajustarlos a sus preferencias ideológicas" (De "Parásitos mentales"-Ariel-Buenos Aires 2024).
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