lunes, 14 de julio de 2025

Universo "liberal" vs Universo "socialista"

Desde el punto de vista liberal, todas las personas son aptas para el trabajo, por lo que, para que puedan desarrollar sus aptitudes laborales y potencialidades personales, resulta adecuado el sistema económico del libre mercado. Por el contrario, para los sectores socialistas, existe una desigualdad esencial (desigualdad ética principalmente), entre productores y el resto, por lo que resultaría necesaria la intervención del Estado para "proteger" a los más débiles de la "voracidad empresarial", impidiendo por ello que los débiles desarrollen sus aptitudes y potencialidades.

La "educación liberal", que muchos padres adoptan, consiste en no darles dinero suficiente a sus hijos, aunque dispongan de buena cantidad, para obligarlos a que se acostumbren a valorar el dinero y desarrollen aptitudes para el trabajo y el ahorro. La "educación socialista", por otra parte, consiste en darle a los hijos toda la protección y todo el apoyo económico posible, lo que muchas veces resulta perjudicial para quienes se convierten en personas incapaces de afrontar las adversidades de la vida, por cuanto han dependido siempre de sus padres.

Si consideramos la forma en que los seres humanos nos vinculamos con el universo, surgen dos visiones diferentes, y hasta opuestas. En un caso, se supone que el universo nos exige, como un precio que debemos pagar por nuestra supervivencia, el desarrollo máximo de nuestras potencialidades, tanto éticas como cognitivas. Así, resulta imperiosamente necesario que los científicos logren extraer energía mediante el proceso de fusión nuclear, para suplantar al petróleo, el gas y el uranio, de los cuales existen cantidades limitadas en nuestro planeta. De esa forma, el nivel de conocimientos adquiridos por los físicos, resulta algo mucho más importante que una especie de "deporte intelectual" ya que el futuro de la humanidad depende del éxito de tal proceso energético.

También, desde el punto de vista ético, el universo requiere de nosotros alcanzar un nivel de conocimientos que permita convencer a gran parte de la humanidad acerca de la existencia de una ética natural que es conveniente adoptar. De lo contrario, seguirán vigentes los serios conflictos que actualmente proliferan en la mayor parte de los países.

Acerca de la ética natural, basada en la empatía emocional, se advierte que coincide esencialmente con la ética bíblica. De ahí que, si estamos inmersos en un "universo liberal", que aboga por el máximo desarrollo humano, se supone que tal ética ha surgido desde los propios seres humanos, sin necesidad de supuestas intervenciones divinas, o revelaciones. Por el contrario, la visión del "universo socialista" supone que necesariamente tal ética ha surgido de un complejo proceso sobrenatural por el cual el Creador del universo se convirtió en un ser humano y llegó a nuestro planeta; tal la interpretación católica del cristianismo.

Si tenemos en cuenta que el "Amarás al prójimo como a ti mismo" implica compartir las penas y las alegrías ajenas como propias, parece innecesaria la existencia de un proceso sobrenatural tan complejo, ya que se trata de una propuesta ética sencilla y evidente.

Llegamos así a la posibilidad de considerar a Cristo como un ser humano excepcional, ya que logra dar un importante salto evolutivo en el proceso de adaptación cultural al orden natural. Si el Dios Creador ha sido tan eficaz en la creación de la vida inteligente, como un "padre liberal" se enorgullecería de que sus hijos fueran capaces de adaptarse al orden natural por sus propios medios.

Esta postura, que surge en varias ocasiones y en todas las épocas, tiene su origen en Arrio, en el siglo IV, considerado por la Iglesia Católica como el primer hereje. Alfredo Sáenz escribió al respecto: "Hemos de señalar que en aquellos tiempos se destacaban dos grandes escuelas teológicas. La primera, que era la escuela de Antioquía, insistía en la humanidad de Cristo más que en su divinidad; la segunda, la escuela de Alejandría, resaltaba la divinidad de Cristo más que su humanidad" (De "La nave y las tempestades"-Ediciones Gladius-Buenos Aires 2005).

Mientras que la religión bíblica es una religión moral, a partir del catolicismo se va convirtiendo en una "religión cognitiva", o "filosofía religiosa", en la cual la creencia es más importante que la acción ética. Es oportuno distinguir entre "herejía respecto de la Iglesia Católica" y "herejía respecto de los Evangelios". De ahí que la postura de los arrianos, si no se oponía al cumplimiento de los mandamientos bíblicos, no debería considerarse como una "herejía anticristiana".

Respecto de la postura de los arrianos y sus principios, Sáenz agrega: "No obstante estos principios, que rebajaban el Verbo al nivel de las criaturas, ponderaba Arrio, según hacen los herejes de todos los tiempos, las excelencias de Cristo, como para cubrirse de las obvias críticas que su afirmación suscitaría. No es Dios, es un hombre, decía, pero un gran hombre, un hombre eximio. Su dignidad es la más alta después de Dios. Como primogénito de las creaturas, está por encima de todo lo creado. En el curso de su vida llegó a un grado de virtud tal que merecía el título de Dios. Es «divino», aunque no sea Dios".

La mayor herejía anticristiana, no caben dudas, es la que predomina actualmente, en muchos sectores de la Iglesia Católica, y es la Teología de la Liberación, esencialmente marxismo-leninismo disfrazado de cristianismo. Las verdaderas herejías son las constituidas contra la moral bíblica, antes que las constituidas contra la "religión cognitiva", que relega la moral bíblica a un lugar secundario.

Durante las etapas iniciales del cristianismo, como se dijo, surge el cuestionamiento acerca de la naturaleza de Cristo, ya que se discutía respecto de si era “igual” o “similar” a la de Dios. Si se optaba por la primera posibilidad, como efectivamente ocurrió, en cierta forma la Iglesia se aseguraba el triunfo ante las religiones rivales, mientras que en el segundo caso se aceptaba la posibilidad de una legítima competencia. Puede decirse que la Iglesia confiaba más en la divinidad del mensajero que en la veracidad del mensaje. Desde un punto de vista actual puede advertirse que la actitud adoptada implica negar la legitimidad de las demás religiones y así promover conflictos, mientras que la segunda posibilidad permite mostrar que la superioridad del cristianismo se justifica esencialmente por la veracidad del mensaje.

Desde el punto de vista de la religión moral, resulta un tanto indiferente tal tipo de cuestionamiento presuponiendo que lo que en realidad se busca es el logro de una masiva mejora ética. Ésta parece haber sido la opinión del emperador Constantino cuando desestima el conflicto entre quienes proponían la “igual” o la “similar” naturaleza de Cristo respecto de Dios. Los bandos en conflicto eran los “alejandrinos” (promotores del “igual”) y los “arrianos” (promotores del “semejante”). Gerardo Vidal Guzmán escribió: “Sea como fuere, una vez que el arrianismo se encontró dueño de la corte orientó todos sus esfuerzos a debilitar las proposiciones dogmáticas que se habían acuñado el año 325. Era difícil contradecir abiertamente ante el pueblo cristiano las tesis del prestigioso Concilio de Nicea. Más viable parecía transformar su significado. Y así se hizo acudiendo al más simple de los expedientes: el ortográfico. En Nicea se había declarado a Cristo «homoousios», «de la misma naturaleza que el Padre». Pues bien, intercalando una simple y minúscula iota griega en la palabra era posible transformar el sentido de la declaración: homoiousios significaba en griego de «naturaleza semejante». Se trataba de una argucia que evitaba al arrianismo toda descalificación teológica que proviniera de la autoridad conciliar y que lo habilitaba en pleno para continuar su obra de propaganda y expansión” (De “Retratos de la antigüedad romana y la primera cristiandad”-Editorial Universitaria SA-Santiago de Chile 2004).

La pequeña diferencia de una letra implica nada menos que la diferencia entre religión natural y religión revelada. Así, si se acepta que Cristo es el Hijo de Dios, o del orden natural, se tiene una religión natural enteramente compatible con la ciencia. Si, por el contrario, se acepta que Cristo es igual a Dios, se tiene una religión revelada incompatible con la ciencia. En el primer caso se considera que la religión surge del hombre, mientras que en el segundo caso se considera que surge de Dios. Jonathan Kirsch da su versión del conflicto: “En última instancia, los teólogos de ambos bandos consiguieron condensar la controversia entera en una elección entre uno o dos eslóganes. Una facción insistía en presentar a Dios y Jesús como homoousion, una palabra griega que puede traducirse hablando en plata como «hechos de lo mismo», es decir, que Dios el Padre y Dios el Hijo eran en realidad una y la misma divinidad. La otra facción porfiaba en presentarlos como homoiousion, o sea, «hechos de algo parecido», o lo que es lo mismo, que Dios el Padre podía y debía distinguirse de Dios el Hijo. Las dos palabras se escriben igual en griego con la salvedad de una minúscula letra, una iota, que convierte homoousion en homoiousion. La ironía fue inmortalizada por Edward Gibbon, quien se refiere a la crucial letra griega como «el importante diptongo». «Los profanos de todas las épocas –escribe con travieso buen humor- se han reído de los furibundos conflictos que la diferencia de un solo diptongo provocaba entre los homoousianos y los homoiousianos»”.

“Y no se trató de una mera guerra de palabras. Los seguidores de una facción o la otra estaban dispuestos a echarse a la calle con piedras y garrotes, quemar las iglesias rivales, presentar acusaciones falsas contra el enemigo ante las autoridades imperiales e incluso sacar a rastras y linchar a los sacerdotes y obispos del otro bando”. “Ningún aspecto de la educación pagana de Constantino lo había preparado para el avispero teológico en el que se adentró cuando se encomendó a la protección del dios cristiano” (De “Dios contra los dioses”-Ediciones B SA-Barcelona 2006).

1 comentario:

Daiana dijo...

Estimado Pompilio,
Excelente reflexión sobre la analogía entre los enfoques educativos familiares y las visiones del universo. La distinción entre "educación liberal" y "educación socialista" resulta muy esclarecedora.
La observación sobre la educación en casa es particularmente reveladora: cuando se les da todo a los hijos sin esfuerzo de su parte, efectivamente se reproduce la dinámica que describe como propia del "universo socialista". El dinero pierde valor porque llega sin trabajo, se genera mayor dependencia hacia los padres, y paradójicamente se requiere más protección porque nunca se desarrollaron las herramientas para enfrentar adversidades.
Esta microdinámica familiar anticipa lo que sucede a nivel social. Los niños criados en esta "abundancia protegida" desarrollan una mentalidad que espera que alguien más resuelva sus problemas, similar a lo que ocurre cuando los ciudadanos dependen excesivamente del Estado.
La conexión que establece entre esta filosofía educativa y el debate teológico sobre la naturaleza de Cristo es brillante: en ambos casos se trata de decidir si confiamos en la capacidad humana para desarrollarse y encontrar la verdad, o si creemos que necesita intervención externa constante.
Su analogía demuestra cómo los mismos principios operan desde la crianza familiar hasta las concepciones cosmológicas más amplias.