Desde la izquierda política se distingue entre los socialismos utópicos y el "socialismo científico" de Marx y Engels, cuando en realidad sus propuestas son esencialmente las mismas. Debido a los frecuentes fracasos de aquellos socialismos, de donde viene el calificativo de "utópico", se supuso que, al proponer un socialismo calificado como "científico", al menos tendría una mayor aceptación en la sociedad.
Este absurdo se debe a la ignorancia del método utilizado en la ciencia experimental, ya que los resultados de aplicar el método de hipótesis y posterior verificación experimental, no garantiza la veracidad de tales hipótesis, ya que la mayor parte de las veces surgen resultados erróneos. Este es el caso del descubrimiento del salvarsán, por parte de Paul Ehrlich, quien logra el éxito recién en el intento 606.
El marxismo-leninismo ni siquiera utiliza el método científico en el cual se acepta tácitamente la invariabilidad de las leyes naturales, sino que utiliza el método dialéctico, que poco o nada tiene que ver con la ciencia experimental. Además, el marxismo-leninismo, teniendo la pretensión de dirigir a la humanidad, carece de una teoría adecuada del hombre, ya que parte de razonamientos filosóficos de dudosa validez, pretendiendo incluso la creación del “hombre nuevo soviético”, el que, siguiendo las creencias de Lysenko, habría de predominar en el futuro gracias a la (errónea) teoría de la herencia de los caracteres adquiridos. Resulta ser “una gran idea”, porque, como afirmó un escritor español, “llena todo un cerebro”. Henry de Lesquen escribió: “La visión global que de la sociedad propone el marxismo, de su evolución necesaria (el sentido de la Historia) y de su estado ideal (la sociedad comunista sin clases) reposa sobre dos pilares: un a priori filosófico, la dialéctica, cuyas recientes investigaciones, sobre todo en el campo de la biología molecular, han demostrado que decididamente no puede aplicarse a la realidad, y cierta cantidad de nociones económicas, acerca de las cuales lo menos que se puede decir es que casi no han sido confirmadas por los hechos. La ideología marxista en ningún momento se refiere a un conocimiento real del hombre. El desprecio original del factor humano explica buena parte el carácter propiamente inhumano de los regímenes que han intentado llevarla a la práctica” (De “La política de lo viviente”-EUDEBA-Buenos Aires 1981).
En cuanto a Gerrard Winstanley (1609-1676), el "primer comunista", Enrique Balaguer Pérez escribió: "Su comunismo nivelador abogaba por la colectivización de la tierra y de todos los recursos naturales como bienes fundamentales de todo el pueblo. Pensaba que debía desarrollarse una economía comunista primitiva a pequeña escala que eliminara el dinero, el comercio y la propiedad, y se estableciera en el marco de una comunidad política y social regida por asambleas, donde las decisiones se tomarían por votación popular y los cargos electos (de un año de duración) no tendrían otra misión que aplicar las decisiones tomadas por todas las personas mayores de edad, sin importar el sexo, en las asambleas populares".
"Winstanley pensaba, además, que las normas de convivencia (refrendadas por todos) que debían regir su utópica sociedad habrían de tener tal simpleza que pudieran ser entendidas por cualquiera, sin tener doble sentido ni diversas interpretaciones posibles".
"Su utopismo se entrelazaba, a la par que representaba, con la lucha de clases de su tiempo. En esa época la naciente burguesía pugnaba por el poder político y comenzaba a desarrollar una política de privatización de los, hasta entonces, terrenos comunales, conocida como enclousures, cercando las tierras, entonces en manos de terratenientes e impidiendo el paso a los campesinos" (De "Grandes personajes"-Editorial LIBSA-Madrid 2008).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario