El conflicto entre Irán e Israel es representativo del "choque de civilizaciones" anunciado por Samuel P. Huntington. Tal conflicto se debe esencialmente a que los gobernantes iraníes, fieles a la idea de expandir el Islam en todo el planeta, encuentran en los judíos a un enemigo que les resulta necesario hacerlo desaparecer. Sin embargo, recordemos que gobiernos iraníes anteriores, como el de Reza Pahlavi, depuesto en 1979, mostraban una buena predisposición hacia Occidente, incluyendo a Israel. Ello implica que el "choque de civilizaciones" no es un proceso continuo, si bien en el largo plazo puede conducir a la imposición islámica de un totalitarismo teocrático en gran parte del planeta.
Si tal proceso puede resultar negativo para la humanidad, debería cambiarse la palabra "civilización" por incivilización. Deberíamos dejar de lado el relativismo cultural que impide juzgar cada propuesta "cultural" por los efectos que produce. Actualmente se encubren ciertos hábitos poco favorables a sectores de la sociedad, como es el caso de las mujeres en algunos países islámicos, aduciendo que "son parte de su cultura", dándoles legitimidad, aunque para nada contemplen las leyes naturales asociadas al orden natural.
Estamos inmersos en un proceso de adaptación cultural al orden natural, y por ello debemos considerar cada propuesta en base a los efectos que producen en individuos y sociedades, aceptando lo que favorece tal adaptación, en el sentido que favorece nuestra supervivencia plena, y rechazando todo lo que conduzca a un alejamiento respecto de tal supervivencia. De ahí que la tendencia hacia un totalitarismo teocrático mundial, que se trata de establecer para imponer la visión personal de Mahoma, ignorando totalmente la existencia de leyes naturales, o leyes de Dios, es algo totalmente negativo.
Para que la humanidad abandone los diversos conflictos que caracterizan nuestra época, es necesario recordar que existe un principio de supervivencia individual y colectiva denominada "empatía emocional". Mediante ella tenemos la predisposición a compartir penas y alegrías ajenas como propias, lo que asegura que nunca haremos sufrir a alguien con quien luego compartiremos ese sufrimiento. También trataremos que los demás sean felices para, luego, compartir con ellos esa felicidad. Esto constituye esencialmente la ética bíblica, cuya expresión es el "Amarás al prójimo como a ti mismo". De ahí que las prédicas y la ética de Mahoma poco o nada tienen que ver con la ética bíblica. La guerra santa contra los infieles es algo totalmente opuesto a la ética bíblica.
Como lo que constituye la mentalidad ocidental se caracteriza por sus raíces judeo-cristianas, existe un antioccidentalismo que apunta contra esos fundamentos. Lo extraño del caso es que, desde los propios países europeos, se combate al cristianismo mientras se admite y se promueve el avance demográfico de integrantes de pueblos islámicos que materializarán en el futuro el tan esperado totalitarismo teocrático impulsado desde el Corán.
Al distinguir entre ciencia y sabiduría, asociando la palabra de Mahoma como sabiduría, considerándola superior a la ciencia, no resulta extraño que sólo un científico musulmán haya ganado un Premio Nobel en ciencia, como es el caso del físico Abdus Salam (si bien es posible que algún otro lo haya recibido posteriormente). Si consideramos que los científicos describen las leyes naturales, o leyes de Dios, son éstos los que nos acercan al conocimiento de tales leyes y a la auténtica sabiduría. Sin embargo, desde los sectores antioccidentales establecen una generalización fácil por la cual denigran todo lo que sea occidental. Al respecto leemos:
"La agresión contra Occidente, entre otras cosas, es una agresión contra la mentalidad de Occidente. Los occidentalistas a menudo representan la mentalidad occidental como una suerte de idiotez elevada. Estar provisto de la mentalidad occidental equivale a ser una especie de sabio idiota, mentalmente defectuoso, pero con un don especial para los cálculos aritméticos".
"Se trata de una mentalidad carente de alma, como una calculadora, incapaz de hacer lo que es humanamente importante de veras. La mentalidad occidental es capaz de grandes éxitos económicos, sin duda, y de desarrollar y promocionar el avance de la tecnología, pero no consigue en cambio aprehender las cosas más elevadas de la vida, ya que carece de espiritualidad y del entedimiento necesario del sufrimiento humano".
"La mentalidad occidental, a ojos de los occidentalistas, es una mentalidad truncada, que sirve para hallar la mejor manera de alcanzar una meta determinada, pero que resulta absolutamente inservible para hallar la manera justa. Su aspiración a la racionalidad es una verdad a medias, y es la mitad que menos cuenta".
"Si mediante racionalidad nos referimos a la razón instrumental, al adaptar los medios a los fines, Occidente dispone de muchos medios, pero de muy pocos fines. Según esta óptica, el hombre occidental es un metomentodo hiperactivo, que en todo momento halla el medio adecuado para la finalidad errónea" (De "Occidentalismo" de Ian Buruma y Avishai Margalit-Ediciones Península-Barcelona 2005).
La crisis del mundo occidental recae en el abandono de sus raíces morales, lo que conduce a una desadaptación creciente respecto del orden natural. De ahí que, ante toda desadaptación del tipo mencionado, corresponde la sugerencia positiva para un retorno a los fundamentos culturales abandonados. El anti-occidentalismo, por el contrario, apunta a la destrucción de las bases judeo-cristianas y greco-romanas, para reemplazarlas por ideologías afines al marxismo y al Islam, que poco o nada tienen que ver con las leyes naturales que conforman el orden natural.
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