viernes, 26 de septiembre de 2025

¿Quién habla en nombre de la Tierra?

Los seres humanos, como seres sociables, tendemos a agruparnos o asociarnos de alguna manera con nuestros semejantes. Esto es lo normal. Sin embargo, en muchos casos surge cierta necesidad de formar parte de algún subgrupo de la humanidad para sentirnos alguien, o para advertir que somos alguien. De lo contrario, parecería, que no pertenecer a algún subgrupo implicaría estar perdido en el anonimato que la historia concede a los seres humanos en general.

Pero, aferrarse a la pertenencia a algún subgrupo, como una religión, o una nacionalidad, o una etnia, conlleva muchas veces a sumarse a antagonismos que el subgrupo presenta ante otros subgrupos distintos. Y así proliferan los conflictos que advertimos en la actualidad en gran parte del planeta. Incluso los líderes religiosos, o los líderes nacionales, confirman las diferencias respecto de otros subgrupos acentuando todo interés en el propio subgrupo, negando o ignorando abiertamente pertenecer al grupo de los integrantes de la humanidad.

Si todo el interés puesto en exaltar los atributos del subgrupo de pertenencia, fuese puesto como interés en sentirse parte del grupo de la humanidad, seguramente las cosas mejorarían bastante. No se trata de negar los atributos culturales propios de cada subgrupo, excepto cuando tales atributos tienden a predominar o bien a alejar de la mente a nuestros atributos estrictamente humanos que hemos heredado del proceso evolutivo.

Advirtiendo este egoísmo generalizado que tiende a destruir la supervivencia efectiva de muchos seres humanos, el astrónomo Carl Sagan se preguntaba: ¿Quién habla en nombre de la Tierra? Escribía al respecto: "Desde una perspectiva extraterrestre está claro que nuestra civilización global está a punto de fracasar en la tarea más importante con que se enfrenta: la preservación de las vidas y del bienestar de los ciudadanos del planeta. ¿No deberíamos pues estar dispuestos a explorar vigorosamente en cada nación posibles cambios básicos del sistema tradicional de hacer las cosas, un rediseño fundamental de las instituciones económicas, políticas, sociales y religiosas?".

"Tenemos que estar dispuestos a desafiar valientemente la sabiduría convencional social, política, económica y religiosa. Tenemos que hacer todos los esfuerzos posibles para comprender que nuestros compañeros, que los ciudadanos de todo el mundo, son humanos. No hay duda que estos pasos son difíciles. Pero como replicó Einstein muchas veces cuando alguien rechazaba sus sugerencias por no prácticas o no consistentes con la «naturaleza humana»: ¿Qué otra alternativa hay?" (De "Cosmos"-Editorial Planeta SA-Bercelona 1980).

Entre los absurdos que presenta la historia de la humanidad surgen los casos de los hábiles conquistadores de poder que generan miles o millones de víctimas en sus locos intentos por dirigir mental o materialmente a toda la humanidad. Desde la visión amplia de los científicos se advierte el lugar ocupado por los seres humanos dentro del inmerso universo, invitándonos a sentirnos parte del mismo; a ser como "la cola de un león" en lugar de sentirnos "cabezas de ratón", como es el caso de los múltiples líderes que surgen en forma casi permanente en casi todos los pueblos. Christiaan Huygens escribió: "Qué vastitud la de estos orbes y qué poco considerable es comparada con ellos la Tierra, el teatro sobre el cual se juegan todos nuestros poderosos designios, todas nuestras navegaciones, y todas nuestras guerras. Una consideración muy pertinente, y materia de reflexión para los reyes y príncipes que sacrifican las vidas de tantas personas sólo para halagar su ambición y convertirse en dueños de algún lamentable rincón de este pequeño lugar".

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