lunes, 22 de septiembre de 2025

¿Pertenece el Estado a todos o a nadie?

Entre los inconvenientes que presenta una economía nacional en la cual existe una gran cantidad de empresas estatales, es la percepción mayoritaria de que el Estado "no es de nadie" y que por ello mismo se le puede robar o incluso se puede trabajar en esas empresas con total falta de eficacia. Esto ha sido observado en la Argentina y, especialmente, en los países socialistas, en donde la mayor parte de las empresas son estatales.

En las etapas iniciales de la nación argentina, la pampa estaba poblada por cierta cantidad de ganado cimarrón, es decir, animales que no pertenecían a nadie, o bien a todos, que es casi lo mismo a los efectos prácticos. Como consecuencia de ello, comienza una etapa de consumo indiscriminado que habría de reducir significativamente el número de animales. El problema se solucionó cuando apareció el alambrado y la propiedad privada.

Respecto de la ex Unión Soviética, David K. Willis escribió: "El robo al Estado constituye una actividad endémica. Un joven universitario, que necesitaba dinero para su alimentación, se empleó como asistente en una playa de aparcamiento. Como la mayoría de los automovilistas soviéticos temen conducir en pleno invierno, alquilan espacios por varios meses y colocan sus vehículos sobre bloques de madera".

"«Cobrábamos treinta y cinco kopecs diarios por un espacio, dijo el estudiante. Los dueños de los automóviles solían regresar un día o una semana después de lo estipulado. Les cobraba el adicional correspondiente y guardaba ese dinero para mí. Solamente yo sabía con exactitud cuándo habían vuelto por sus automóviles»".

"El estudiante se decía a sí mismo que no hacía daño alguno. Ganaba alrededor de cinco rublos adicionales por cada turno de veinticuatro horas, aunque si lo hubiesen descubierto, lo hubieran enviado a un campamento de trabajos forzados durante tres años. Se sorprendió cuando le pregunté si no se sentía culpable. «No, ¿por qué habría de sentirme culpable?», preguntó. Como millones de otros ciudadanos soviéticos, sencillamente no pensaba que robarle al Estado fuese un delito. Sólo era incorrecto robarle a un individuo. «Usted sabe cómo pensamos, dijo riendo. Simulamos trabajar y el Estado simula pagarnos»".

"A fines de la década de 1970, corrió por Moscú el rumor de que volvía a practicarse la «trampa del caviar». Inocentes compradores adquirían, en una tienda de Moscú, envases cuyos rótulos decían «arenque ahumado», y luego comprobaban que se trataba de caviar. El descubrimiento desencadenó una serie de investigaciones que, finalmente, provocaron la renuncia del propio ministro de Pesca. Resultó que el caviar estaba siendo enviado al exterior en envases que decían «arenque ahumado», y los contactos en Occidente volvían a envasarlo con el rótulo «Caviar de primera calidad», vendiéndolo a altos precios. Una parte de las ganancias se depositaban en cuentas bancarias suizas que pertenecían a funcionarios del ministerio" (De "Los rusos de hoy"-Javier Vergara Editor SA-Buenos Aires 1986).

A medida que la burocracia estatal aumenta en forma casi ilimitada, a fin de "dar trabajo" a gente desempleada, aumenta la posibilidad para actos de corrupción. Además de los robos, los empleados estatales tienen la posibilidad de recibir sobornos cuando las circunstancias son propicias. El citado autor comentó: "El soborno es endémico en la Unión Soviética y no da señales de disminuir. A menudo constituye la única manera de agilizar el letargo de la burocracia soviética".

En cuanto a Cuba, debido a las limitaciones laborales impuestas por el Estado, surge una economía paralela, o ilegal, el mercado negro, que se abastece a través del robo al Estado. Andrés Oppenheimer escribió: “Los cubanos sobreviven gracias al robo cotidiano de los bienes del Estado, a menudo bajo la mirada complaciente de los encargados de custodiarlos”.

“Como dicen por allí, existe una especie de pacto social tácito en este país: «El gobierno hace como que no ve las cosas malas que hacen los cubanos, y los cubanos hacen como que no ven las cosas malas que hace el gobierno»” (De “Crónicas de héroes y bandidos”-Editorial Grijalbo SA-México 1998).

Cuando un socialista trata de imponer a los demás el socialismo, piensa muchas veces en los efectos que ocasionará a sus enemigos antes de pensar en su declamada acción a favor de los pobres. Oppenheimer agrega: “Fidel Castro podría haber llegado a la conclusión de que –cuando las papas queman- el inmovilismo podría ser más peligroso que la tolerancia de un espacio de libertad económica. O, en el mejor de los casos, que le sería preferible pasar a la historia como el hombre que tomó el poder para ayudar a los pobres, que como el que empobreció al pueblo con tal de mantenerse en el poder”.

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