Entre las ideas más influyentes, en materia social, aparecen las justificaciones de las distintas propuestas basadas en una posible compatibilidad con la voluntad de Dios, o con el orden natural. Surge así el "derecho divino de los reyes" por el cual el rey era responsable únicamente ante Dios. La idea principal implicaba conformar una sociedad que respondiera a la aparente voluntad de Dios o a la aparente "voluntad" del orden natural.
La materialización de esta idea implicaba conformar un modelo de ser humano que diera lugar, como consecuencia, a tal tipo de sociedad, siendo ésta la idea subyacente al cristianismo, por lo que Cristo expresó: "Primeramente buscad el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura". En general, los diversos pensadores establecieron modelos de sociedad a los cuales debería adaptarse todo individu, en oposición a la propuesta bíblica.
Entre los más destacados pensadores que apuntaron a establecer una sociedad basada en el Estado, que ocuparía una posición similar a la ocupada por Dios en el caso del creyente, aparece Georg Wilhelm Hegel. Axel Kaiser escribió: “Hegel creó un sistema de ideas pseudorreligiosas diseñadas para justificar el poder de su superior jerárquico, el rey de Prusia Federico Guillermo III. ¿En qué consistían exactamente estas ideas? El filósofo Isaiah Berlin explicó que Hegel creía que existía algo así como un espíritu del universo de la misma forma como hay espíritus individuales. Y así como un individuo tiene intenciones y propósitos, el universo también los tiene”.
“Nosotros podemos descubrir esas intenciones, porque somos parte de ese universo, a través de una visión metafísica, la que, por cierto, requiere de una mente privilegiada. Esta visión permitiría conocer el propósito de todos los seres humanos, quienes van plasmando ese espíritu universal en su historia. Y es precisamente en la historia donde descubrimos patrones que nos indican la existencia de un plan”.
“Patrones que son diferentes de una cultura a otra y que nos permiten entender, por ejemplo, qué significa ser alemán o francés, es decir, entender su espíritu colectivo. La libertad no existe más que como el reconocimiento de leyes históricas para usarlas de la mejor manera. No se puede, en consecuencia, desear algo distinto de lo que estas leyes del espíritu universal, manifestado a través de la historia, establecen. Pues el espíritu es, para Hegel, la marcha de Dios”.
“Y la máxima expresión de la actividad divina es el Estado. El Estado representa la humanidad en el estadio más avanzado de evolución de acuerdo con lo determinado por el espíritu universal. El Estado es, por tanto, la máxima expresión de la voluntad divina y cualquier cosa que resista su marcha debe ser aniquilada”.
“La libertad, en este esquema, es completamente destruida como concepto, pues implica obediencia al patrón, supuestamente encarnado por el Estado-Dios. Berlin concluyó con una reflexión que ataca el corazón de la posición hegeliana y antiliberal que inspira a la izquierda desde hace más de un siglo: «Siempre ha habido personas que han querido conseguir seguridad en alguna estructura cerrada, en un sistema rígido, antes que ser libres. Para ellos, Hegel ofrece una palabra de comodidad. Sin embargo, esta es una gran confusión, una identificación históricamente fatal para la libertad. La esencia de la libertad siempre ha reposado en nuestra habilidad de elegir lo que tenemos que elegir porque queremos elegir de esa forma, sin coacción, sin intimidación, sin ser tragados por algún vasto sistema; y en el derecho a resistir, a ser impopulares y a defender nuestras convicciones sólo porque son nuestras convicciones. Eso es libertad real, y sin eso no hay libertad de ningún tipo, ni siquiera la ilusión de ella»” (De “Parásitos mentales”-Ariel-Buenos Aires 2024).
Stephen R. C. Hicks sintetiza la postura de Hegel escribiendo: "El lugar de Hegel en la historia es haber institucionalizado en cuatro tesis la metafísica del siglo XIX:
1- La realidad es una creación completamente subjetiva.
2- Las contradicciones son intrínsecas a la razón y a la realidad.
3- Puesto que la realidad evoluciona contradictoriamente, la verdad es relativa al tiempo y al lugar.
4- El colectivo, no el individuo, es la unidad operativa.
(De "Explicando el posmodernismo, la crisis del socialismo"-Barbarroja Ediciones-Buenos Aires 2014).
Posiblemente no exista una postura más anticientífica que la mencionada en esta síntesis, siendo el marxismo el "heredero" parcial del hegelialismo, compartiendo tal anticientificismo.
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