sábado, 5 de agosto de 2023

El científico descubre; el socialista diseña

La ciencia experimental tiene como objetivo el descubrimiento y la descripción de las leyes naturales invariantes que gobiernan los distintos ámbitos del universo, incluidos los seres humanos. Las leyes naturales tienen un caracter universal, como es el caso de las leyes de la física, ya que se cumplen en todo el universo conocido, es decir, extrapoladas a grandes distancias y a largos periodos de tiempo.

Si bien las leyes naturales que el hombre realiza, como descripción de las leyes naturales propiamente dichas, cambian con el tiempo, ello se debe a que son progresivamente mejores aproximaciones a la realidad. Así, Isaac Newton establece la ley de gravitación universal como una primera aproximación; luego Albert Einstein, con la relatividad generalizada, realiza una teoría más aproximada todavía, por lo que no resultaría extraño que en el futuro apareciera alguna versión más precisa o más general.

El método de la ciencia experimental es el de "prueba y error", ya que se proponen hipótesis para ser luego verificadas experimentalmente, aceptándose lo que se acerca a la realidad con cierto error convencional aceptable, mientras que son rechazadas las hipótesis que distan de la realidad con un error importante.

Las aplicaciones de las leyes naturales descubiertas por los físicos dan lugar a la tecnología, ámbito en el que aparecen las invenciones, por cuanto surgen dispositivos nunca observados como una "obra de la naturaleza". Una secuencia típica (no siempre repetida) de este vínculo entre ciencia y tecnología, lo tenemos en el caso del electromagnetismo y sus aplicaciones. Así, James Clerk Maxwell predice teóricamente la existencia de ondas electromagnéticas. Luego Heinrich Hertz verifica experimentalmente su existencia; finalmente Guglielmo Marconi inventa la radiotelefonía.

En el caso de las leyes que describen el comportamiento individual y social de los seres humanos las cosas se complican un tanto. Si se adoptara la postura de la física, describiríamos tal comportamiento con el objetivo de establecer su optimización a través de sugerencias que tienden a reducir la diferencia entre el comportamiento real y el comportamiento ideal, es decir, el que produce la optimización buscada.

Mientras tengamos presentes las leyes naturales y nos acerquemos a ellas, las cosas pueden marchar bien. Sin embargo, algo muy distinto proviene de la "ingeniería social" por medio de la cual algunos sectores estiman que la misión de los seres humanos consiste en diseñar "modelos de hombre" o "modelos de sociedad" desde el punto de vista del tecnólogo, o del ingeniero, es decir, diseñar algo que nunca antes fue observado como "obra de la naturaleza".

Si nos preguntamos acerca de quién, o de quiénes, "inventaron" el lenguaje, la moral o la economía de intercambios, tendremos dos respuestas posibles. El científico dirá que nadie lo hizo, sino que, mediante prueba y error, en base a un proceso autoorganizado, se fueron perfeccionando tanto el lenguaje, como la moral y los intercambios en el mercado. Desde el otro sector se dirá que alguien, o algunos seres humanos anónimos del pasado inventaron el lenguaje, la moral y los intercambios en el mercado, dejando las puertas abiertas a la posibilidad de establecer nuevos lenguajes, nuevas "morales" y nuevos procesos de producción e intercambio (como lo es el socialismo).

Si permitimos sugerencias nuevas respecto del idioma, de la moral y de la economía, surgidas de una invención humana, no habría mayor inconveniente si fuesen sometidas al proceso de prueba y error, como lo ha sido toda innovación dentro del marco de la evolución cultural. Así, alguien propuso establecer un idioma universal, como el esperanto, que no tuvo la aceptación esperada y fue dejado de lado. Sin embargo, cuando se proponen morales amparadas en el "principio" del relativismo moral, las cosas ya no funcionan tan bien porque, en lugar de observar los efectos producidos con su puesta en práctica, se lucha denodadamente para imponerlas en todas partes a pesar de los resultados negativos que producen; algo similar ocurre con el socialismo.

Mientras que el "hombre nuevo" de los Evangelios es un hombre que se adapta a la moral natural tratando de acentuar la empatía emocional, el "hombre nuevo soviético" intentaba adaptarse a la voluntad de Marx y Lenin. Este fue quizás el mayor intento de ingeniería social por cuanto se suponía que existía una válida "herencia de los caracteres adquiridos" por lo que en el futuro toda la humanidad tendría tales atributos. En cuanto a los atributos del hombre socialista, puede decirse que sería similar a las hormigas y las abejas; trabajadoras y cooperadoras en ámbitos "socialistas" como el hormiguero y la colmena.

Los líderes socialistas se caracterizan por sus desmedidas ambiciones de poder y por su inquebrantable fe en los dogmas de su cuasi religión. Mientras que los seres humanos normales tratan de adaptarse a las leyes naturales y al orden natural existente, los marxistas tratan de "transformar la naturaleza", especialmente la naturaleza humana. Al estar convencidos de los "errores" de la humanidad burguesa y capitalista, pareciera que una buena guía para sus proyectos consiste en hacer todo lo contrario a lo que tal "clase social" recomienda. De ahí los tremendos fracasos que una y otra vez se producen y, quizás, se seguirán produciendo en el futuro.

1 comentario:

agente t dijo...

Bien traída la metáfora de las abejas porque en su caso, además de las obreras, están la Reina (Comité Central) y los zánganos (resto de la Nomenclatura).