miércoles, 9 de agosto de 2023

Aspectos totalitarios de la Iglesia

Se advierte en la Iglesia Católica del pasado, y en sectores del presente, la promoción de una fe orientada a la obediencia antes que a la moral, lo que conduce a ciertos criterios coincidentes con los sistemas políticos totalitarios como los surgidos en el siglo XX. De ahí el rechazo hacia el deísmo o religión natural.

Si dos religiones conducen a una misma ética, podria decirse que son equivalentes, pero ello es negado por el católico ortodoxo por cuanto interpreta a la religión como algo distinto a una ética basada en las leyes que conforman el orden natural.

La religión natural, al adoptar al orden natural como punto de partida, y no a la revelación supuesta por el teísta, manifiesta la intención de regirse por las leyes establecidas por el Creador, o bien por el conjunto de leyes naturales existentes desde siempre. Sin embargo, tal postura es denigrada desde el catolicismo comparándola con el antiguo panteísmo en el cual el sol, la luna y otros elementos celestes son considerados como dioses, incluso maliciosamente asocian al deísmo la creencia en que las hormigas o las cucarachas serían una forma de dios.

Como la democracia política tanto como la democracia económica (mercado) son afines al liberalismo, son rechazadas por el catolicismo tradicional, por cuanto el liberalismo siempre se opuso a toda forma de gobierno, mental o material, del hombre sobre el hombre, mientras que tal catolicismo pareciera admitir un natural gobierno mental desde el sacerdote hacia el creyente; de ahí ciertas afinidades de la Iglesia, en otras épocas, con el fascismo o el peronismo, y en la actualidad con el socialismo.

El Barón de Holbach escribía en el siglo XVIII: "Valiéndose de misterios es como se dispone a los espíritus para que respeten la religión de los que la enseñan; y la oscuridad que envuelve estos escritos da lugar a que sospechemos que no se ha esparcido sin un designio especial. En materia de religión no conviene hablar con claridad, porque, a lo que parece, las verdades sencillas y claras no hieren vivamente la imaginación de los hombres como los oráculos ambiguos y los misterios incomprensibles".

"Por otra parte, Jesucristo, aunque vino expresamente a ilustrar al mundo, debía ser para la mayoría de los hombres una piedra de tropiezo o de escándalo. Todo hace ver en el Evangelio el cortísimo número de escogidos, la inmensa dificultad de salvación y el peligro de discurrir, esto es, de hacer uso de la razón: en una palabra, todo parece probar que Dios no envió a su muy amado Hijo a las naciones sino para tenderles un lazo y evitar que comprendiesen una palabra de la religión que quería darles".

"Diríase que el Eterno se propuso únicamente sumergir a los humanos en las tinieblas, en la perplejidad, en una entera desconfianza de sí mismos y en continuas dificultades que les obligasen a recurrir a cada momento a las infalibles luces de sus sacerdotes y a permanecer bajo la tutela de la Iglesia. Gozan exclusivamente sus ministros, esto es notorio, del privilegio de comprender y explicar las Sagradas Escrituras, y ningún mortal puede prometerse alcanzar la felicidad de la otra vida si no siente por sus decisiones toda la sumisión que exigen".

"Verdad es que la lectura de estos libros santos está permitida y aun recomendada a los protestantes, es decir, a unos cristianos que hace bastantes siglos separáronse de la Iglesia Romana, y que hasta se les manda examinar su religión. Pero la fe debe preceder a esta lección y acompañar en este examen; de modo que un protestabte está obligado a creer que el Evangelio es divino aun antes de leerle, y que el examen que de él hace no tiene ningún valor si no encuentra en él todo lo que los ministros de la secta han determinado que encuentre. Sin esto será mirado como un impío, y tal vez castigado por su cortedad de luces".

"De lo anterior se ha de deducir que la salvación de los cristianos no va ciertamente unida a la lectura ni a la inteligencia del Evangelio y libros sagrados, sino a la firme creencia de que semejantes libros son enteramente divinos. Si por desgracia la lectura o el examen que se hace de ellos no concuerdan con las decisiones, interpretaciones y comentarios de la Iglesia, córrese el peligro de perderse y de incurrir en la eterna condenación".

"Precisa, pues (entendámonos), para leer el Evangelio, principiar por tener fe, o lo que es lo mismo, comenzar su lectura dispuestos ya a creer ciegamente todo lo que contiene. Y también para examinarle es necesaria la fe, o lo que es lo mismo, una persuación firme de que nuestros sacerdotes no pueden engañarse nunca ni querer engañar a los demás en la manera de explicar el libro que leemos. «Creed por nuestra palabra, nos dicen, que este libro es obra del mismo Dios; sólo con dudarlo seréis condenados eternamente. Dios se nos ha revelado para que no le comprendamos. La gloria de Dios consiste en ocultar su palabra; o mejor dicho, habiendo hablado su Divina Majestad de un modo ininteligible, ¿no os ha dado a entender que quiere que os atengáis a nosotros, que somos los confidentes de sus más importantes secretos? Es ésta una verdad de la que dudar no es lícito, puesto que nosotros perseguimos en este mundo cruelmente y condenamos perpetuamente en el otro a todo el que se atreve a recusar el testimonio que damos de nosotros mismos»".

(De "¿Quién fue Jesucristo?"-Casa Editorial Maucci-Barcelona 1920)

1 comentario:

agente t dijo...

El Barón de Holbach es un personaje que cae muy bien de entrada. Que conste que sólo tengo de él un conocimiento superficial, proveniente de la Wikipedia y poco más, pero hay que reconocer que su Salón es algo difícilmente igualable, su preocupación por la moral destacable, su defensa de la economía productiva y de mercado remarcable, sus críticas a la Iglesia, la nobleza y la Monarquía absoluta valientes y acertadas, pudiéndosele considerar un precursor del liberalismo de tintes conservadores. También fue un adelantado en la defensa de los derechos de la mujer y un notable intelectual que defendía el papel de la razón y el trato humanitario y sincero entre los seres humanos.