martes, 22 de agosto de 2023

Maquiavelo y el marginamiento en sus últimos años

Se dice que "No hay mal que por bien no venga", ya que muchas circunstancias adversas, al menos en un principio, terminan por resultar favorables en el largo plazo. Uno de estos casos es el de Galileo Galilei, obligado a permanecer en su casa con la prohibición de seguir apoyando el modelo copernicano del sistema solar, le permite reunir en un libro la mayor parte de sus contribuciones a la física.

Nicolás Maquiavelo, acusado injustamente de participar de una conspiración en contra del gobierno de Florencia, es torturado y luego marginado de la vida política de su ciudad. Esta indeseable situación, sin embargo, le resulta adecuada para escribir sus libros más conocidos. Fernando Lucero Figueroa escribió al respecto: "Finalmente, el tercer periodo [de la vida de Maquiavelo] que va desde 1513 hasta su muerte, ocurrida en 1527 precisamente en el triste año del saqueo de Roma será el periodo del exilio en San Casciano y de su actividad como escritor".

"Allí transcurrirá sus días finales cazando tordos, levantándose a la mañana con el sol, recorriendo el bosque cercano de su propiedad...Ese sería el ambiente y el escenario donde escribirá El Príncipe y La primera década de Tito Livio" (De "Maquiavelo. El poder y la pasión"-UNR-Rosario 2001).

Acerca de esta etapa de la vida de Maquiavelo, José Luis Romero escribió: "Como todos los colaboradores de la organización republicana, Maquiavelo fue depuesto y, poco después, complicado en la conspiración de Luca Capponi y Pietro Paolo Boscoli, a consecuencia de lo cual sufrió la tortura; pero, comprobada su inculpabilidad, le fue permitido retirarse a San Casciano, cerca de Florencia, donde vivió largos años de su vida, procurando, a veces, reconquistar las posiciones oficiales, preocupado, otras, por el duro vivir de cada día, y entregándose, a ratos, al amable goce de los humildes cuya existencia compartía, para tratar de olvidar la amargura que atormentaba su corazón".

"En el pobre retiro de San Casciano, Nicolás Maquiavelo arrastra su genio, su miseria y su ocio, medidos, en perpetuo y amargo contraste, con su ambición y su grandeza. La Florencia de comienzos del siglo le ha tocado con su desventura y con su gracia y ha dejado en él su signo inconfundible sin alterar, empero, la recia arquitectura de su espíritu. Escéptico y burlón, como los florentinos de su tiempo, la dulce y declinante ciudad del Arno no ha podido mellar el agudo filo de su inteligencia clarividente ni debilitar su inspiración descubridora".

"Maquiavelo percibe con dramática e irónica acuidad el abismo que separa su destino misérrimo y su altísima alcurnia intelectual, y sabe sonreír cuando se encoleriza, y aprende a vivir su doble existencia sin que el uno salpique de barro cotidiano la noble dignidad de la otra".

"Por la mañana recorre su bosque y discute con los leñadores el precio de la leña y procura venderla a buen precio con ingenio y malicia, quejándose de la mala fe ajena y procurando, a su vez, superar en astucia a quien espera sorprenderlo; pero en su mano lleva a Petrarca o a Dante, a Tíbulo o a Ovidio, para abismarse en su mundo poético, inaccesible e inviolable, cuando del bosque parta hacia la enramada, vecina la fuente, donde acuden los pájaros; y de tal alto mundo quiere descender luego, y, al volver a su casa, se detendrá en la hostería para alternar con el molinero o con el huésped jugando a la cricca y discutiendo hasta insultarse a gritos, y se interrumpirá de pronto si se acerca, de paso, algún viajero a quien pueda interrogar sobre lo que pasa en la ciudad vecina, porque nada le apasiona tanto como el saber cómo se lucha entre los hombres por la conquista del poder".

"Pero al llegar la noche Messer Niccoló vuelve a ascender al mundo del espíritu, esta vez como en glorioso tránsito, vindicatorio de su humildad diaria: abandona su ropa polvorienta y campesina y viste el hábito noble del letrado, con el que le gustaba encerrarse en la apacible soledad de su gabinete, y allí comienza un largo diálogo con los grandes de la Antigüedad, con quienes gusta medir la magnitud de su ingenio, discutiendo como entre iguales, hasta sentir justificada su existencia y satisfecho su orgullo cuando dejaba asentada en un pliego la frase incisiva que expresaba de manera tajante la reflexión que el diálogo le sugería".

"Y así, realizadas las dos dimensiones de su temperamento, cumplida cada día la doble exigencia de tonificar su meditación con su amargura y de ennoblecer su humildad con el ejercicio de la inteligencia, Maquiavelo, optimista y desilusionado a un tiempo, va cristalizando en obras su existencia en el humilde retiro rural, sin que podamos saber si esperaba la gloria que conquistaba cada día y si gozaba la alegría del triunfo final que el tiempo guardaba para él, avaro y dilatorio" (De "Maquiavelo historiador"-Editorial Nova-Buenos Aires 1943).

1 comentario:

agente t dijo...

Efectivamente, gracias a la marginación de la vida social de Galileo y de Maquiavelo han podido ambos dedicarse en exclusiva a poner por escrito y para la posteridad tan magníficas obras intelectuales. No sabemos que hiubiese pasado en caso contrario, pero lo más probable es que su herencia intelectual no hubiese sido tan notable.