viernes, 7 de julio de 2023

El Islam y la conquista de Europa

Uno de los criterios que permite encontrarle sentido a gran parte de los acontecimientos que vivió la humanidad en el siglo XX, y que sigue viviendo actualmente, consiste en considerar la lucha, abierta o encubierta, contra la civilización occidental. Tanto los totalitarismos políticos (fascismo, nazismo, marxismo) como el totalitarismo teocrático (Islam), se han caracterizado por oponerse y pretender destruir, y luego reemplazar, a los valores predominantes en los pueblos occidentales.

En realidad, los totalitarismos políticos mencionados surgieron en Europa, por lo que serian tan “occidentales” como los valores democráticos y liberales que pretendieron reemplazar, sin embargo, cuando se habla de Occidente, se lo asocia al cristianismo y al liberalismo, como tendencias predominantes, sin que ello signifique que todo habitante de Europa o de EEUU comparta el deseo de una vigencia permanente de tales valores. Friedrich Hayek escribió al respecto: “Aquí no sólo se abandonan los principios de Adam Smith y de Hume, de Locke y de Milton. Aquí se abandonan las características más básicas de la civilización desarrollada por los griegos y los romanos y el Cristianismo, es decir, de la civilización occidental".

"Aquí no se renuncia sólo al liberalismo del siglo XVIII y del XIX, es decir, al liberalismo que completó dicha civilización. Aquí se renuncia al individualismo que gracias a Erasmo de Rótterdam, a Montaigne, a Cicerón, a Tácito, a Perícles, a Tucídides, heredó dicha civilización. El individualismo, el concepto de individualismo, que a través de las enseñanzas proporcionadas por los filósofos de la antigüedad clásica, del Cristianismo, del Renacimiento y de la Ilustración nos ha hecho tal y como somos. El socialismo se basa en el colectivismo. El colectivismo niega el individualismo. Y el que niega el individualismo niega la civilización occidental” (Citado en “La Fuerza de la Razón” de Oriana Fallaci-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2004).

En Italia, un gran porcentaje de inmigrantes islámicos, luego nacionalizados, y de italianos convertidos al Islam, apoyan electoralmente a la izquierda de ese país. Oriana Fallaci escribió: “Pero la mayor culpa con la que se manchó la Izquierda durante los últimos cincuenta años no es siquiera la de habernos quitado la confianza y el respeto por la política, la de habernos arrojado a un desierto donde no cae una gota de agua y no crece una brizna de hierba. Es la culpa de haber favorecido, junto a la Iglesia Católica y a los restos del Movimiento Social Italiano, la islamización de Italia. Es obvio que Europa se ha convertido en Eurabia porque en todos los países la Izquierda se ha comportado y se comporta como en Italia”.

Oriana Fallaci escribe sobre la desigualdad ante la ley según la religión que se profese: “Si eres un bígamo italiano o francés o inglés, etcétera, vas derecho a la cárcel. Pero si eres un bígamo argelino o marroquí o paquistaní o sudanés o senegalés, etcétera, nadie te toca un pelo”. “Porque si dices lo que piensas del Vaticano, sobre la Iglesia Católica, sobre el Papa, sobre la Virgen, sobre Jesucristo, sobre los santos, no te pasa nada. Pero si haces lo mismo con el Islam, con el Corán, con Mahoma o con los hijos de Alá, te conviertes en racista y xenófobo y blasfemo y culpable de discriminación racial”.

Es necesario que los pueblos europeos, especialmente los que poco o nada hacen para resistir la invasión islámica, tengan presentes los distintos aspectos de esa cultura que se irán incorporando progresivamente a sus países. Uno de esos aspectos es el trato del hombre hacia su mujer (o hacia sus mujeres). Oriana Fallaci agrega: “…el término «tradición islámica» significa total subordinación de la mujer. Esclavitud total. Y que tal esclavitud incluye el derecho que tiene el marido a pegarle, flagelarla y golpearla. «Las mujeres virtuosas obedecen incondicionalmente al marido. Las desobedientes deben ser alejadas por él de su lecho y apaleadas», enseña el Corán”.

El Islam es un claro ejemplo de religión pagana, ya que no tiene presentes las más sencillas y elementales leyes naturales que rigen al hombre. Incluso, como existe una similar tasa de natalidad de hombres y de mujeres, en todos los pueblos y en todas las épocas, si algunos tienen hasta cuatro esposas, otros se quedarán sin ninguna. Vemos que, para algunos pueblos, las leyes propuesta por un hombre resultan ser más importantes que las leyes naturales, impuestas por Dios.

En cuanto a las Cruzadas, tan criticadas aun cuando ocurrieron hace más de mil años, se advierte que se trata de encubrir la acción del otro bando. Los historiadores parecen decirnos que la Biblia desaconseja las respuestas armadas, por lo cual los cruzados cristianos cometieron un serio pecado, mientras que el Corán promueve la Guerra Santa, por lo cual sus adeptos realizan sus conquistas en forma “legítima”. (Debemos respetar las consecuencias de haber aceptado previamente el “Relativismo Cultural”). La autora mencionada escribió: “Pero antes que una serie de expediciones encaminadas a reconquistar el Santo Sepulcro, las Cruzadas fueron la respuesta a cuatro siglos de invasiones, ocupaciones, vejaciones, carnicerías. Fueron una contraofensiva para bloquear el expansionismo islámico en Europa”.

En cierta oportunidad, el Papa Juan Pablo II pidió perdón al Islam por las Cruzadas, aunque el Islam no hizo otro tanto con el cristianismo. Oriana Fallaci escribió (dirigiéndose simbólicamente al Papa): “¿Nunca le han pedido perdón por haber dominado durante más de siete siglos la catoliquísima Península Ibérica, invadido y usurpado todo Portugal y tres cuartas partes de España, perseguido al pueblo, desnaturalizado sus costumbres y sus idiomas, así que si en 1492 Isabel de Castilla y Fernando de Aragón no hubiesen tomado cartas en el asunto, hoy en España y Portugal se hablaría todavía el árabe?” (De “La rabia y el orgullo”-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2004).

Entre los aspectos sorprendentes para la mentalidad occidental, además de los mencionados, encontramos el de la castración a las niñas pequeñas. La citada autora escribe al respecto: “¿Sabes, realmente, en que consiste la infibulación? Es la mutilación que los musulmanes imponen a las niñas para impedirles, una vez que hayan crecido (o incluso antes, si se casan a los nueve años), gozar del acto sexual. Es la castración femenina que los musulmanes practican en veintiocho países del África islámica y por la que todos los años dos millones de criaturas (cifra proporcionada por la World Health Organization) mueren por infección o desangradas”.

La intromisión de la religión islámica involucra aspectos que avasallan a la individualidad aun en cuestiones tan elementales como la manifestación de sentimientos básicos personales, como fue el caso ocurrido en Afganistán. Oriana Fallaci escribe: “¿No saben que en el Afganistán de los Talibanes las mujeres no pueden reírse, que a las mujeres les está también prohibido reírse?”.

Como las leyes europeas, y la propia sociedad, condenan todo tipo de discriminación, los musulmanes hacen lo que más les conviene para la conquista cultural de Europa, mientras que sus victimas callan y observan ante el temor a ser consideradas “discriminadoras”. La citada autora agrega: “Si un guardia urbano se les acerca y murmura: «Señor Hijo de Alá, Excelencia, ¿le importaría apartarse un poquito para dejar pasar a la gente?». Se lo comen vivo. Lo agarran más bestialmente que los perros rabiosos. Como mínimo, insultan a su madre y a su progenie. Y la gente calla resignada, intimidada, chantajeada por la palabra «racista»”.

Nos gustaría escuchar que todo lo que comenta la periodista y escritora italiana no es verdad. Sin embargo, gran parte de sus afirmaciones son comprobables o verificables por otras vías. Por querer proteger a su patria, y a su continente, de la influencia creciente del totalitarismo religioso, ha sido repudiada en su propio país. En realidad, es lo mismo que sucede con quienes se oponen a la implantación del totalitarismo marxista en su propia patria, ya que por lo general se les niega un derecho tan elemental como es la protesta contra quienes pretenden limitar su libertad y su dignidad.

El avance islámico en Europa, que consiste en la implantación lenta, pero sin pausas, del totalitarismo teocrático, es interpretado por Oriana Fallaci como otro proceso compatible con la profecía del Apocalipsis. Entre los aspectos que destaca la escritora, aparece la incompatibilidad de ambas culturas, es decir, la europea y la musulmana. Como ejemplo puede mencionarse el hecho de que la mujer musulmana puede ser castigada por su marido sin que ello implique un delito según su tradición, mientras que si un europeo realiza una acción similar, puede ser conducido a la cárcel. De ahí que debería existir una ley para musulmanes y otra para cristianos, en el caso en que convivan en un mismo país. Al respecto escribió: “En cuanto a la violencia sobre las mujeres….comienza en el ámbito familiar donde son castigadas por los padres y por los maridos y por los hermanos. A menudo para castigar los «crímenes de honor» y para imponer los matrimonios rechazados o precoces. Violencia que va desde las bofetadas al homicidio, y a menudo el homicidio es presentado como suicidio. Escuche el siguiente pasaje: «En Turquía la práctica de matar a las hijas rebeldes u obligarlas a suicidarse es ampliamente tolerada e incluso aprobada por los líderes de las comunidades locales. Esto, incluso a los más altos niveles del poder ejecutivo y judicial. Raramente las autoridades hacen investigaciones serias sobre estos casos de homicidio o de aparente suicidio»”.

“Por lo demás para entender cómo son tratadas las mujeres en Turquía, que se ha vuelto a convertir al Corán, basta pensar en el caso que cuento en «La Fuerza de la razón». El de la mujer de treinta y cinco años Cemse Allak violada y embarazada por un desalmado, y a causa de ello lapidada a muerte por la familia. (Respuesta dada por la cuñada al periodista inglés que la entrevistaba: «¿Qué podíamos hacer? Era soltera y había perdido el honor. Violación o no, nos había deshonrado también a nosotros»)” (De “Oriana Fallaci se entrevista a sí misma”-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2005).

Al islamismo se lo pretende difundir de la misma forma en que al socialismo se lo trataba de imponer: mediante la fuerza y el engaño. Y no se pretendía imponerlos porque ambas formas de vida fuesen exitosas, sino por la soberbia de quienes pretenden lograr el poder total y absoluto sobre la vida de millones de personas, que muchas veces, sin saberlo, colaboran con sus futuros victimarios. El destino de Europa parece estar definido. Ello se debe a que en algunas decenas de años, los musulmanes serán mayoría en varios países europeos y por ello impondrán sus bárbaras costumbres ya sea que los habitantes no musulmanes estén de acuerdo, o no. La citada autora escribe: “Para dar cuerpo al sueño de Solimán el Magnífico, para realizar su «Estado Islámico de Europa» ya no necesitan ejércitos. Hoy la conquista es de naturaleza completamente diferente. Es una conquista religiosa, cultural. Más que ocupar el territorio mira a adueñarse de las almas con principios que no son nuestros principios, conceptos que no son nuestros conceptos, costumbres que no son nuestras costumbres…”.

“El ex-imán de Cremona [Najib Rouass], predicaba así la Yihad: «Que nuestra religión se convierta en una espada para echar a los cristianos. Que la tierra se hunda bajo sus pies como un terremoto. Que las bombas exploten sobre ellos y sobre sus hijos. Que Alá los elimine da la faz de la Tierra»”.

“Bernard Lewis, el viejo sabio que llaman el historiador del Islam, nos dice que muchos occidentales se engañan pensando que el Islam radical no es una amenaza para el futuro….Nos dice que a finales del 2100 Europa será toda o casi toda musulmana, por lo tanto parte del Occidente Árabe es decir del Magreb. ¿Y sabe como ha comentado esta profecía el musulmán-moderado Bassam Tibi, es decir el representante del Islam moderado en Alemania? La comentó diciendo: «El problema no es establecer si será musulmana la mayoría o la totalidad de los europeos. El problema es preguntarse si el Islam destinado a dominar Europa será el Islam de la Sharia o el Euroislamismo»”.

La posible entrada de Turquía a la Unión Europea ha de ser un paso importante para la futura imposición del totalitarismo teocrático en Europa. Oriana Fallaci comenta al respecto: “¿Cómo es posible que acojamos en casa un país que es musulmán en un noventa y nueve por ciento? ¿Cómo es posible que metamos en Occidente a sesenta millones de turcos que no están en regla con los más obvios derechos humanos que el mundo moderno reconoce y protege?”.

Otro caso representativo de la tradición islámica fue mencionado por la citada autora: “Basta también el caso que sucedió en la playa de Esmirna”. “El de las cinco chicas de dieciséis años que se habían acercado con las maestras y el profesor de religión musulmana a hacer una visita al mar. Que eludiendo su vigilancia entraron con el chador al mar. Que a causa del chador fueron tragadas por las olas. Y que los bañistas dispuestos a sumergirse no pudieron salvarlas porque el profesor de religión se lo impidió. «Quietos todos. No las toquéis. El Corán lo prohíbe». Las pobrecillas gesticulaban, gritaban, imploraban ayuda y él repetía el-Corán-lo-prohíbe…..(Más o menos lo mismo ocurrió hace algún tiempo en Arabia Saudita donde para no ofender al Corán los bomberos dejaron quemarse a treinta y seis mujeres en un incendio)”.

1 comentario:

agente t dijo...

La infiltración islámica es Europa Occidental además de cultural (el multiculturalismo preconizado por la izquierda es el culpable) es, sobre todo, demográfica, tienen un índice de reproducción tres o cuatro veces superior al europeo autóctono. Yo no lo veré, pero antes de un siglo serán mayoría en los países europeos de raíz cultural católica y es posible que en otros (Alemania, Gran Bretaña, ...).