Pocos fueron los economistas que previeron la severa crisis financiera del 2008, mientras que en la actualidad no existen coincidencias respecto de las causas que la produjeron, dando una idea de la complejidad del tema. Justamente, se habla de un sistema complejo cuando, para una adecuada descripción, se necesitan conocimientos de especialistas de diversas ramas de la ciencia. Emilio Ocampo escribió:
“Como observó Gottfried Haberler hace más de ochenta años, un fenómeno complejo como una crisis económica es causado por un gran número de factores y circunstancias. Hay lugar para múltiples explicaciones que no son necesariamente excluyentes o contradictorias. Sin embargo, los economistas tienden a atenerse a explicaciones monocausales y desarrollan teorías que ponen énfasis en un factor, el que consideran dominante. Los otros factores son desechados o tomados como dato de la realidad porque no cambian o porque no pueden ser explicados. Para explicar el origen de las crisis los economistas proponen una variedad de factores como dominantes: psicológicos, monetarios, macroeconómicos, institucionales y estructurales. Obviamente, la elección del factor dominante también determina el momento en que se originó la crisis”. “Pero en realidad, hay que ser escéptico respecto a las explicaciones monocausales. Una crisis como la del 2007-2008 es como una tormenta perfecta, un término acuñado para describir una tormenta de inusual intensidad que resulta de la ocurrencia simultánea de fenómenos meteorológicos que raramente confluyen y que tomados individualmente tendrían poco impacto”.
“Más allá de las diferencias en la identificación de la causa remota de la crisis, existe cierto consenso respecto a su causa más próxima: el colapso en el valor de las hipotecas «subprime» y de una variedad de productos estructurados sobre la base de ellas. También existe consenso respecto a que este colapso fue provocado por el estallido de la burbuja inmobiliaria a mediados de 2006, entendiendo el estallido como el comienzo de una tendencia declinante de los precios de las propiedades. Esta conclusión puede parecer trivial. Lo que es necesario explicar es qué factor o factores dieron origen a la burbuja inmobiliaria. Aquí es donde empieza a haber divergencias”.
Así como en la descripción del comportamiento individual encontramos la teoría subjetiva del valor, no resultaría extraño que también las crisis, como la mencionada, provengan de la tendencia especuladora de los inversores, que cada vez más se alejan de la economía productiva llegando incluso a pedir préstamos para lograr ganancias importantes utilizando la información disponible de los distintos mercados del mundo. De persistir esta tendencia, ha de resultar cada vez más difícil adoptar desde el Estado las medidas adecuadas para prevenir comportamientos alejados de la creación de bienes y servicios.
Mientras mayor sea la tendencia a la especulación, mayores serán los riesgos que corre el inversor, pero también mayores serán los riesgos que impone al resto de la sociedad. Cuando quiebra un banco importante o una gran empresa, puede producirse una reacción en cadena que será imperceptible si el Banco Central de un país actúa a tiempo, pero, cuando una parte importante de la economía se comporta especulativamente, asumiendo grandes riesgos, cada vez resulta menos probable que la solución llegue a tiempo. Es el mismo caso del automovilista que transita a elevadas velocidades poniendo en riesgo la propia vida y la de los demás. Mientras mayor sea la cantidad de conductores de este tipo, mayor probabilidad de fracaso tendrá la policía para mantener el tráfico bajo control.
El citado autor agrega: “Veamos en primer lugar la teoría psicológica de Robert J. Shiller, profesor de Economía de la Universidad de Yale. Como los pronósticos que viene haciendo Shiller desde 2003 respecto a la burbuja inmobiliaria fueron más acertados que los de muchos economistas, vale la pena entenderla. Para este economista la burbuja inmobiliaria fue sólo la manifestación de una burbuja especulativa de larga data que tuvo su origen en 1982, cuando comenzó la era Reagan, y que a su vez fue reflejo de un profundo cambio cultural en la sociedad norteamericana que promovió el exitismo, la pérdida de valores morales, un materialismo creciente y el endeudamiento excesivo de los consumidores”.
“Según el índice Case-Shiller, entre el cuarto trimestre de 1996 y el primer trimestre de 2006, a nivel nacional el precio de las propiedades aumentó 86% en términos reales. Según Shiller, este aumento no tenía fundamento económico. Ni el rendimiento de los alquileres, ni el incremento del costo de la construcción justificaba semejante alza en el precio de las propiedades”.
“En su concepción clásica, una burbuja especulativa se describe como un mecanismo de retroalimentación entre aumentos de precios observados y expectativas de aumentos futuros. Este fenómeno también se puede describir como una epidemia social, en la que ciertas ideas y creencias aceptadas por el público generan un interés emocional y especulativo en los mercados de algún activo, que a su vez provocan aumentos en los precios de ese activo, que a su vez refuerzan el mecanismo de retroalimentación. En algún momento los precios dejan de aumentar y la burbuja estalla”.
Uno de los criterios aceptados para la descripción de las crisis económicas es el de la previa distorsión del mercado, ya sea que tal perturbación provenga de la intervención inoportuna del Estado o bien que provenga de las estimaciones y cotizaciones erróneas favorecidas especulativamente por los inversores. Emilio Ocampo escribió al respecto: “A principios del siglo XX, los economistas austriacos Friedrich von Hayek y Ludwig von Mises desarrollaron una teoría sobre el ciclo económico y las crisis financieras basada en el concepto de exceso de inversión. Aunque no son muy populares en el mundo académico, los «austriacos» cuentan entre sus adeptos a James Grant, uno de los analistas más respetados de Wall Street. Según la teoría austriaca, cuando la política monetaria empuja la tasa de interés por debajo de su nivel «natural» se produce un fenómeno de «malinversión» o exceso de inversión. Esta «malinversión» se concentra en aquellos sectores más sensibles a la tasa de interés como los de bienes de capital o de consumo durable. Dicho de otra manera, una política monetaria expansiva emite señales erróneas a los empresarios, que, confundidos, se endeudan e invierten en proyectos a largo plazo que no son sostenibles por la estructura de la economía. Según los partidarios modernos de esta teoría, la razón por la cual el exceso de inversión se canalizó al sector de la construcción fue la intervención gubernamental”.
Mientras que el mercado funciona como un sistema de control realimentado negativamente, pasa a actuar ocasionalmente como un sistema oscilatorio con amplitud creciente cuando la realimentación se convierte en positiva, tal el caso de las burbujas especulativas mencionadas. La información disponible, cuando no es la adecuada, provoca efectos nocivos. Recordemos el caso de quienes instalan un rumor falso, tal el de la pronta quiebra de una empresa. En esa ocasión, los tenedores de acciones tratan de venderlas lo antes posible, por lo cual tiende a bajar su precio para ser adquiridas por el creador del rumor, que se verá beneficiado al adquirirlas. Una vez que se advierte la falsedad del rumor y la empresa recupera su credibilidad, el especulador las vende al precio normal obteniendo ganancias considerables.
“Los antecedentes de esta explicación psicológica de las burbujas especulativas se remontan a la manía de los tulipanes en Holanda a mediados del siglo XVII. «Las naciones…al igual que los individuos, tienen sus caprichos y sus peculiaridades; sus épocas de excitación y de insensatez….comunidades enteras repentinamente concentran su mente en un objeto y se enloquecen para conseguirlo…millones de personas se obsesionan simultáneamente con una ilusión», escribió a mediados del siglo XIX Charles Mackay, uno de los primeros cronistas de aquella burbuja. «El dinero es muchas veces la causa del engaño de las multitudes», ya que hace que los seres humanos piensen «como un rebaño, mientras que sólo recuperan su sentido común lentamente, uno por uno»”.
Entre las descripciones de la crisis, tenemos la que proviene de la psicología del comportamiento: “Además de Shiller, entre los principales exponentes de esta disciplina se encuentran el Premio Nobel de Economía de 2002 Daniel Kahneman y Richard Thaler, profesor de Economía de la Universidad de Chicago. Esta teoría hace uso de los avances de la psicología del comportamiento para explicar fenómenos económicos o financieros. También rechaza dos supuestos básicos del modelo económico tradicional: el del individuo racional ultramaximizador y el de los mercados eficientes. En opinión de Shiller, el mecanismo de retroalimentación que genera una burbuja tiene como principal efecto amplificar las narrativas que justifican su propia existencia, a las que denomina «relatos de una nueva era». Estos relatos tienen que ser creíbles para ser contagiosos y transmitir entusiasmo a la gente. Un número cada vez mayor de personas «compra» estos relatos, que se transmiten de boca en boca y a través de los medios. Esto intensifica cada iteración del proceso, hasta que en un momento se frena de golpe y la burbuja estalla” (De “La era de la burbuja”-Emilio Ocampo-Editorial Claridad SA-Buenos Aires 2009).
“Hoy el gran debate entre los macroeconomistas respecto del origen de la crisis es entre dos teorías. Ambas coinciden en que un exceso de liquidez provocó la caída de las tasas de interés, lo que a su vez promovió el crecimiento de las hipotecas que alimentó la compra de propiedades y la suba de sus precios”. “Los economistas generalmente están de acuerdo en que la caída de las tasas de interés fue uno de los factores determinantes de la burbuja inmobiliaria. Una de las cuestiones sobre las que se centra el debate entre los macroeconomistas es dilucidar si las tasas de interés relevantes son las de corto plazo o las de largo plazo. No vamos a entrar en una disquisición teórica sobre la estructura temporal de las tasas de interés. A nivel muy básico, las de corto plazo (principalmente la tasa «fed funds») son controladas por la Reserva Federal mientras que las de largo plazo las determina el mercado (en parte influenciadas por la política de la Fed). Esto significa que, dependiendo de la teoría que uno adopte, la Fed es más o menos responsable de la crisis”.
“Justamente según la primera de estas teorías, la crisis fue provocada por la política monetaria expansiva (léase reducción de la tasa «fed funds») seguida por la Reserva Federal”. “La segunda teoría sostiene que el exceso de liquidez fue producto de un exceso de ahorro en China y otros países emergentes”.
Aunque queden dudas sobre las causas económicas de la crisis, no quedan dudas que existe una causa fundamental, que es la previa crisis moral de la sociedad. Incluso el autor citado considera que los grandes estafadores, personificados en Carlo Ponzi y Bernie Madoff, cubren “una demanda del mercado”. Al respecto escribió: “Durante el boom, la gente hace fortunas, lo cual despierta la codicia y la ambición. Según Kindleberger, los estafadores surgen para explotar estos sentimientos y de esta manera cubren una demanda del mercado. Todas las crisis financieras de la historia han estado signadas por el fraude y la estafa”.
Nouriel Roubini, uno de los economistas que predijo la crisis, escribió: “Madoff no es más que el espejo de la economía americana y de sus entidades superapalancadas: un castillo de naipes de endeudamiento de las familias, los bancos y las empresas que ahora ha colapsado…Cuando alguien persistentemente, año tras año, consume más del ingreso que genera, está jugando un esquema Ponzi…Y una economía donde la deuda sobre el PBI de los individuos, bancos y empresas asciende a 350% es una economía Madoff-Ponzi. Y ahora que el valor de las propiedades ha caído 20% (y caerá otro 20% antes de tocar fondo) y los precios de las acciones han caído 50% (y puede ser que caigan aún más), usar las propiedades como cajero automático para financiar consumo Ponzi ya no es posible. Se acabó la fiesta…El estallido de la burbuja inmobiliaria, la burbuja en el precio de las acciones, la burbuja de los «hedge funds» y los fondos de «private equity» muestra que toda la «riqueza» que sostenía el apalancamiento [valores sostenidos en deudas] masivo y el consumo excesivo en la economía era ficticia. Ahora que estas burbujas han estallado, queda claro que el emperador no tiene ropa y que nosotros [EEUU] somos el emperador desnudo…Mirémonos en el espejo: somos Madoff y somos Mr. Ponzi”.
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