El lenguaje permite al pensamiento individual constituirse en conocimiento público. Tanto uno como el otro son procesos que favorecen nuestra adaptación cultural al orden natural ya que la información asociada a dicho orden es procesada por el pensamiento individual para ser comunicada posteriormente a los demás mediante el lenguaje y la escritura. Incluso Wilhelm von Humboldt pretendía caracterizar a todas las civilizaciones, y a los modos posibles de pensar, partiendo de su realidad lingüística.
El cerebro puede ser visto como una “caja negra” (en el sentido de la cibernética). Sus operaciones “dejarán su huella” en el lenguaje. Podemos entender parcialmente el comportamiento de la mente a través del pensamiento expresado mediante el lenguaje. En cuanto a la gran cantidad de idiomas y dialectos que existen, debe advertirse que tienen estructuras similares por cuanto derivan del propio mundo real, ya que éste nos impone aquello que ha de describirse. La codificación asociada, sin embargo, ha de ser convencional y arbitraria. Puede decirse que, así como el lenguaje involucra aspectos comunes, o biológicos, también implica aspectos subjetivos o culturales que explican las diferencias existentes entre los distintos idiomas.
La estructura básica de los idiomas es única, lo que posibilita su aprendizaje por parte de los niños. Ian Hacking escribió: “Virtualmente, cualquier niño «atrapará» el lenguaje de cualquier comunidad en la que se encuentre. En lugar de postular que cada niño nace con cien gramáticas distintas (japonés, chicano, kwkiutl y francés), es mejor conjeturar que todos los lenguajes comparten una estructura subyacente única y que los niños nacen con una disposición a seguir esta estructura al delinear un lenguaje real en base a lo que se ha dicho en torno a ellos” (De “¿Porqué el lenguaje importa a la Filosofía“-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1979).
El lenguaje es la expresión del pensamiento, pero el pensamiento se perfecciona buscando una adecuada expresión. De ahí que podamos identificar sus estructuras. Jean Piaget escribió: “Entre el lenguaje y el pensamiento existe un vínculo genético tal que cada uno se apoya necesariamente en el otro, en formación solidaria y en perpetua acción recíproca; pero, en definitiva, los dos dependen de la inteligencia, que es anterior al lenguaje e independiente del mismo” (Citado en “Principios de Filosofía del Lenguaje” de José Hierro S. Pescador-Alianza Editorial SA-Madrid 1997).
Una vez que la sociedad ha aceptado un lenguaje, una misma palabra evocará imágenes distintas en cada uno de sus integrantes. Las imágenes serán levemente diferentes para las palabras simples, pero podrá haber grandes diferencias con palabras poco usuales o poco cotidianas. De ahí que, cuando se trata de un tema filosófico, es usual dar, previamente, una aclaración respecto del significado que se asignará a determinadas palabras. Respecto de esta entidad básica, que es la menor unidad de significado, Lev S. Vygotsky escribió: “Una palabra no se refiere a un solo objeto, sino a un grupo o a una clase de objetos, y cada una de ellas es, por lo tanto, también, una generalización” (De “Pensamiento y lenguaje”-Ediciones Fausto-Buenos Aires 1998).
Podemos viajar imaginariamente al pasado para tratar de reconstruir el proceso mediante el cual fueron apareciendo los distintos idiomas y dialectos. En primer lugar consideraremos el concepto intuitivo de “sistema”, palabra que significa “agregado de objetos que cumple determinada finalidad”. Los elementos básicos de un sistema natural han de ser las entidades (a las que asociamos la pregunta ¿quién?), sus atributos (¿cómo es) y las actividades (¿qué cambios produce en el sistema?).
Los conceptos mencionados permiten establecer un “sistema descriptivo elemental” que reproducirá en nuestra mente las características del sistema real. Podemos decir que una idea es la imagen que permite reproducir mentalmente la información asociada a un sistema real. Las imágenes elaboradas por nuestra mente serán luego traducidas a palabras. Las ideas y las palabras forman estructuras semejantes, ya que tienen similar contenido de información. Ludwig Wittgenstein escribió: “Lo que cualquier figura, sea cual fuere su forma, ha de tener en común con la realidad para poder siquiera –correcta o falsamente- figurarla, es su forma lógica, esto es, la forma de la realidad” (Del “Tractatus Logico-Philosophicus”-Ediciones Altaya SA-Barcelona 1994).
La mente elabora pensamientos asociados a un sistema natural y los traduce a palabras. Los comunica al oyente, a través del lenguaje oral, o al lector, a través de la escritura. El receptor le asocia sus propias imágenes al mensaje recibido. De ahí que las palabras sean las intermediarias entre las imágenes transmitidas y las reproducidas en la mente del receptor. Thomas Hobbes escribió: “El uso general del lenguaje consiste en transferir nuestro discurso mental al discurso verbal, o la secuencia de nuestros pensamientos a una secuencia de palabras” (De “Leviatán”-Ediciones Altaya SA-Barcelona 1994).
Si el emisor no logra crear las imágenes adecuadas en la mente del receptor, ya sea porque no tiene claras sus propias ideas, o porque no supo asociarlas a las palabras adecuadas, o porque el tema es difícil, o porque el mensaje excede la capacidad imaginativa del receptor, entonces el mensaje será confuso. Galileo Galilei escribió: “Hablar oscuramente lo sabe hacer cualquiera. Con claridad lo hacen muy pocos”.
Gran parte de todo lo que existe puede describirse a partir de los conceptos mencionados, dando lugar a las funciones básicas que han de cumplir las palabras:
Entidades -> ¿Quién? -> Sustantivos
Atributos -> ¿Cómo es? -> Adjetivos
Actividades -> ¿Qué cambios produce? -> Verbos
Generalmente, las ideas están expresadas por algún sustantivo, algún adjetivo y algún verbo. Deberán, además, respetar un orden de aparición adecuado. De ahí proviene el denominado “teorema de Platón”, quien escribió: “Los nombres enunciados completamente solos, uno a continuación de otro, no constituyen, pues, nunca un discurso, como tampoco una serie de verbos enunciados sin la compañía de ningún nombre” (Citado en “La filosofía del Lenguaje” de Sylvain Auroux).
Los niños pueden aprender rápidamente el lenguaje por cuanto sólo implica codificar aquellas imágenes que llevan en sus mentes, ordenadas según los elementos del sistema natural. Pero no todo pensamiento es visual, ya que muchas veces se hacen deducciones lógicas a partir de los símbolos asociados a las palabras o a los objetos que describen. Si a la deducción realizada se le puede asociar una imagen concreta, podrá ser parte de la realidad. De lo contrario, es posible que sólo sea una creación de la mente.
El hombre se va adaptando a las distintas circunstancias a través de tanteos, por el método de prueba y error. Va memorizando los caminos que llevan al éxito y también aquellos que producen resultados no deseados. Este es un proceso realimentado que está caracterizado por la operación básica “comparar”; más precisamente, compara lo logrado con lo que se desea lograr y actúa según la magnitud y el sentido de esa diferencia.
Además de la operación “comparar”, de la lógica analógica o natural, disponemos de la operación “agrupar”, que permite ordenar en nuestra memoria los distintos agrupamientos de datos y de sucesos que guardamos en ella. El pensamiento analógico, asociado a los sistemas naturales, responde al proceso basado en las dos operaciones mencionadas.
En cuanto a la forma en que nuestra mente agrupa u ordena información en el cerebro, puede mencionarse una interesante experiencia realizada por algunos investigadores lingüísticos. Tal experiencia consistió en solicitar a varias personas que enunciaran la máxima cantidad de animales que conocieran. Los primeros nombrados fueron los animales domésticos (perro, gato, etc.) hasta que, cuando apareció en la memoria algún animal que presentaba atributos intermedios o comunes con otro agrupamiento, se comienza a mencionar a los animales de ese nuevo grupo, y así sucesivamente. Esta experiencia permitió establecer un diagrama del agrupamiento realizado en nuestra memoria, y que está constituido (para el ejemplo mencionado) por: animales domésticos, del zoológico, reptiles, aves, insectos, primates, etc.
Puede hacerse una analogía con la forma en que se unen los distintos grupos de la sociedad considerando casos como el de un individuo que trabaja a tiempo parcial en dos empresas distintas, apareciendo como un vínculo entre las empresas y que podrá, en el futuro, permitir el acercamiento de ambas. El agrupamiento de entidades en la forma descrita, está vinculado a un agrupamiento subyacente de neuronas, las cuales tienden a activarse cuando una de ellas lo hace. De ahí la posibilidad de nombrar una gran cantidad de animales buscados previamente en nuestra memoria.
Los investigadores establecieron un diagrama en forma de red y comprobaron que, al eliminar algunos de los vínculos que permiten pasar de un agrupamiento a otro, se pierde la posibilidad de que la atención pase a otro de los agrupamientos, por lo que escribieron: “En la red semántica, los superconectores resultaron ser las palabras polisémicas. Uno de los aspectos más interesantes del estudio de Sigman y Cecchi consistió en analizar el impacto de eliminar dichas palabras, en apariencia poco deseables dada la ambigüedad que conllevan. Una vez extraídas, los investigadores calcularon las propiedades de la red resultante. Las consecuencias fueron enormes, pero negativas” (De “Lenguaje, redes y evolución” por R.V. Solé, B. Corominas-Murtra y J. Fortuny-Investigación y Ciencia Nº 440-Prensa Científica SA-Barcelona-Mayo 2013).
El lenguaje no sólo estará constituido por sustantivos, adjetivos y verbos, sino también por conectivos tales como “y”, “o”, “no”, “si, entonces”, etc. Estos conectivos provienen de la lógica simbólica, que deriva de los vínculos entre causas y efectos asociados a todo suceso del mundo real. Mientras que la lógica analógica trata con imágenes, la lógica simbólica trata, precisamente, con símbolos, y admite enunciados a los cuales se les puede dar un valor de verdad (Verdadero o Falso). L. Wittgenstein escribió: “Los signos lógicos hablan sólo de sí mismos. No hay objetos lógicos”. Podemos hacer un resumen de todo lo antes expresado:
Estructura del pensamiento = Lógica analógica + Lógica simbólica
Estructura del lenguaje = Sistema natural + Conectivos
El sistema natural utiliza conceptos tales como entidades, atributos y actividades, los que son tratados mediante las operaciones de la lógica analógica (agrupar y comparar), dando lugar a los sustantivos, adjetivos y verbos. Los conectivos, por otra parte, utilizan conceptos derivados de las operaciones de la lógica simbólica. Se han omitido los adverbios, artículos, y demás, los cuales permiten definir con mayor precisión aquello que se describe.
De lo anterior se observa la identidad entre la estructura del pensamiento y la del lenguaje, ya que están regidos por reglas similares. La palabra “estructura” implica “forma de orden”. L. Wittgenstein escribió: “El pensamiento es la proposición con sentido”. “La totalidad de las proposiciones es el lenguaje”.
El lenguaje aparece antes que el hombre intentara establecer las leyes de la lógica. Tanto la estructura de la lógica, como la del lenguaje, le vienen impuestas por la propia realidad. Es decir, si fuesen creaciones libres de la mente, no se adaptarían al mundo real de la forma en que lo hacen.
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