martes, 12 de septiembre de 2023

La Iglesia y el Anticristo

Una parte importante de las profecías bíblicas puede interpretarse como simbologías que tienen cabida en la realidad, siendo éste el caso de las asociadas a los "últimos tiempos", que preanuncian la finalización de una época negativa para el ser humano y el comienzo de una reparación de todo lo que funciona mal. La etapa final se ha caracterizado como el predominio de la infiltración del Anticristo en la propia Iglesia Católica. Al respecto, Joris Steverlynck Gonnet escribió: "La persecución del Anticristo tendrá una extraordinaria característica: no destruirá iglesias, conventos ni estructuras eclesiales formales, ni hará desaparecer las autoridades eclesiásticas; mantendrá todo ello, pero serán templos donde se adorará al Demonio y a su representante el Anticristo, y estructuras formales en las que obispos y sacerdotes serán hombres del Anticristo que podrían hacer milagros" (De "¿Llega el Anticristo?"-Editorial Villa Flandria-Buenos Aires 2005).

Han sido los líderes totalitarios los mayores enemigos del cristianismo por cuanto en un cerebro cristiano no entran las ideas ni el odio totalitario; de ahí la necesidad de eliminar la religión. Sin embargo, el marxismo-leninismo ha llegado incluso a predominar en la actual dirección de la Iglesia Católica a través de su “versión teológica”: la Teología de la Liberación. Su principal artífice, Gustavo Gutiérrez escribió: “Sólo puede haber un desarrollo auténtico para América Latina en la liberación de la dominación ejercida por los grandes capitalistas y en especial por el país hegemónico: EEUU. Lo que implica además el enfrentamiento con sus aliados naturales: los grupos dominantes nacionales. Se hace en efecto cada vez más evidente que los pueblos latinoamericanos no saldrán de su situación sino mediante una transformación profunda, una revolución social que cambie radical y cualitativamente las condiciones en que viven actualmente”.

Gutiérrez cita a Paulo Freire, al que adhiere, en su libro “Teología de la liberación, perspectivas”: “El proyecto histórico, la utopía de la liberación como creación de una nueva conciencia social, como apropiación social no sólo de los medios de producción sino también de la gestión política y en definitiva de la libertad, es el lugar propio de la revolución cultural, es decir, el de la creación permanente de un hombre nuevo en una sociedad distinta y solidaria. Por esta razón esa creación es el lugar de encuentro entre la liberación política y la comunión de todos los hombres con Dios”.

Ricardo de la Cierva comenta al respecto: “Apropiarse -¿desde dónde?- no sólo de los medios de producción sino «también de la gestión política y en definitiva de la libertad» no es sólo marxismo; es marxismo-leninismo concentrado y brutal” (De “Oscura rebelión en la Iglesia”-Plaza & Janés Editores SA-Barcelona 1987).

Puede detallarse el aspecto común a todas las grandes tragedias en la siguiente síntesis:

Catástrofe social = Poder absoluto del Estado + Actitud dominante de odio en quien lo dirige

Esto vale tanto para el Emperador de Roma, el Führer del Estado totalitario nazi o el Jefe supremo del Estado Socialista. Por las razones mencionadas, puede considerarse a Vladimir Ulianov (1870-1924), más conocido por su pseudónimo de Lenin, como el Anticristo más importante de la historia, ya que fue el principal promotor de la instauración del socialismo en Rusia, basándose en Karl Marx, el principal teórico de tal sistema. El marxismo-leninismo adquirió todas las características de una religión, ya que se basa en la creencia personal de sus seguidores y que incluso los lleva a la veneración de sus líderes. Ha sido, y continúa siendo, el principal opositor del cristianismo. Hélène Carrère d'Encausse escribió: “La religión, componente decisivo de la vieja conciencia social rusa, que definió la mayoría de los valores a los que adhiere la sociedad –en especial el orden político y las solidaridades familiares- debe ser erradicada de los espíritus y no únicamente en sus instituciones. Es por eso que, a la persecución de las instituciones religiosas y sus servidores va a agregarse, a partir de 1922, todo un dispositivo de formación antirreligiosa de las mentes mediante la propaganda y la ridiculización".

"Publicaciones que se dirigen a grupos sociales o profesionales diferenciados –a semejanza de las publicaciones comunistas de 1917-, carnavales sacrílegos, la movilización de un personal permanente encargado de esa propaganda: todo atestigua la magnitud del proyecto. Así, cree Lenin, la conciencia religiosa, que a su juicio es una parte del espontaneísmo aborrecido, en la medida en que durante siglos dio forma al pensamiento ruso, no puede sino desaparecer para dejar su lugar al progreso de los espíritus hacia una conciencia modelada exclusivamente por la ideología comunista”.

“Sus instrucciones sobre las ejecuciones se respetaron. En 1922, conforme a su deseo, se «liquidó» a casi 8 mil servidores de la Iglesia. Nikita Struve calculó que sólo durante ese año murieron asesinados 2.691 sacerdotes, 1.962 monjes y 3.447 monjas, cifras confirmadas en 1990 por un historiador soviético”. Una cifra similar sufrió el clero español durante la Guerra Civil en manos del sector republicano. Sin embargo, últimamente se piden investigaciones sobres los “asesinatos cometidos por el franquismo”, ya que, se sobreentiende que las victimas ocasionadas por los marxistas-leninistas no tienen valor humano alguno.

En cuanto a la actitud de sus seguidores, la citada autora agrega: “Embalsamado, expuesto a la vista de los peregrinos en su féretro de cristal, Lenin se convirtió en objeto de una veneración casi religiosa” (De “Lenin”-Fondo de Cultura Económica-Buenos Aires 1999).

Respecto a sus atributos personales, agrega: “Físicamente, sorprende por un envejecimiento prematuro. A los 25 años se le darían de buena gana, aseguran los testigos, cerca de cuarenta. Bajo, delgado, con una calvicie precoz que descubre una frente inmensa, pelo ralo, la barba de un rojo ya apagado: todo esto destaca, principalmente, su tipo asiático –heredado de su abuela calmuca- y unos ojos notables pero desconcertantes. Una mirada demasiado penetrante, demasiado sostenida, de un color indefinible: una «mirada de lobo», dirán algunos”.

La expresión anterior hace recordar la mirada de unos de los más influyentes seguidores de Lenin en Latinoamérica, el escritor Eduardo Galeano, autor del libro “Las venas abiertas de América Latina”, que culpa de todos los males latinoamericanos al capitalismo extranjero, siendo unos de los promotores de la inusitada violencia guerrillera de los años 70. Recientemente, según informaciones periodísticas, reconoció no saber en su momento lo suficiente respecto de economía y política, aunque su maléfica influencia ya fue ejercida.

El intelectual revolucionario Piotr Struve escribió: “La impresión que me causó Lenin, y que siempre seguirá viva, fue desagradable…Lo sentí en el acto como un enemigo, aun cuando entonces todavía éramos allegados. La brutalidad y la crueldad de Lenin –que advertí desde nuestro primer encuentro- estaban indisolublemente ligadas a una irreprimible pasión por el poder…Lo terrible en él es la mezcla de ascetismo personal, de capacidad de autoflagelarse, y de flagelar a los otros, que se expresa en un odio social abstracto y una fría crueldad política” (Citado en “Lenin”).

Bertrand Russell, por su parte, comenta: “Cuando conocí a Lenin, tuve mucha menos impresión de un gran hombre de lo que esperaba; mis más vívidas impresiones fueron de fanatismo y crueldad mogólica. Cuando le interrogué acerca del socialismo en la agricultura, me explicó con júbilo cómo había incitado a los campesinos más pobres contra los más ricos: «Y muy pronto les colgaron de los árboles más cercanos -¡ja, ja, ja!» Sus risotadas ante el recuerdo de los muertos hicieron que la sangre se me congelara” (De “Ensayos impopulares”-Editorial Hermes-Buenos Aires 1963).

En cuanto a las referencias que se dan en el libro del Apocalipsis respecto del Anticristo, Miguel Jiménez escribió: “A partir de tales escritos se fue configurando el personaje llamado finalmente el Anticristo, el cual, de acuerdo con la más antigua tradición, nacería en Babilonia y reinaría sobre el mundo solamente tres años, transcurrido los cuales, Cristo o el arcángel Miguel lo destruirían” (De “Apocalipsis según Juan el Evangelista”-Grupo Editorial G.R.M., S.L.-Barcelona 2003).

El breve reinado del Anticristo, según la profecía, puede asociarse a la frágil salud de Lenin. Hélène Carrère d'Encausse escribió: “Este revolucionario profesional, que nunca piensa sino en términos de destrucción del poder existente y conquista del nuevo poder, pero que no tiene ninguna experiencia de su ejercicio, se transforma al instante en administrador de un Estado en el que hay que crearlo todo. Sólo va a ejercer durante cuatro años ese poder –un tiempo muy corto, devorado por acontecimientos contrarios a su consolidación-. ¡Sin embargo, ese lapso bastará para edificar un Estado de un poderío incomparable, duradero, y establecer un sistema que sobrevivirá 67 años a su fundador! En cuatro años todo se lleva a cabo, a continuación ya no habrá sino «sucesores de Lenin». Pero la obra es suya”.

1 comentario:

agente t dijo...

La nueva conciencia social rusa es bastante parecida a la antigua: no hay nada más desagradable para ella que tener que buscar alternativas mediante el juego democrático traído por las élites del país. El pueblo ruso sigue no queriendo responsabilizarse de su voto ni de su destino, prefiriendo dejar su futuro en manos del autócrata de turno, que ahora es Putin. La raíz de ello parece estar en su falta de conciencia cultural y política, algo que les impide tener una comprensión efectiva de cómo funciona la sociedad y el mundo, dejándole vía libre al miedo.