lunes, 25 de septiembre de 2023

Epicteto y la filosofía moral

Por lo general, se suele calificar de "paganos" a todos los pensadores previos al surgimiento del cristianismo sin apenas conocer sus ideas morales. Sin embargo, si el cristianismo tuvo la trascendencia conocida, se debió principalmente a la compatibilidad que la ética bíblica presentaba ante el estoicismo prevalente en Roma.

La diferencia esencial entre paganismo y religión moral radica en la imagen que los hombres nos hacemos de Dios. Mientras que el pagano imagina un Dios parecido a Hitler o Stalin, vengativo y sobornable mediante homenajes y pedidos, la religión moral imagina un Dios que valora nuestras conductas orientadas hacia la cooperación social.

Una de las figuras históricas que puede considerarse como vínculo entre estoicismo y cristianismo, ha sido Epicteto, el esclavo filósofo, quien afirmó: “Lo primero que es preciso aprender es que hay un Dios que con su providencia lo gobierna todo, al cual no se le oculta ninguno de nuestros actos, como ninguno de nuestros pensamientos e inclinaciones. Luego hay que examinar cuál es su naturaleza. Conocida ésta, es indispensable que los que quieran agradarle y obedecerle se esfuercen en parecérsele, y, por tanto, que sean libres, fieles, benéficos, misericordiosos y magnánimos. Por consiguiente, que todos tus pensamientos, todas tus palabras y todos tus actos sean los actos, pensamientos y palabras de un hombre que quiere imitar a Dios y parecérsele”.

“Seguro estoy que delante de una estatua de los dioses te avergonzaría cometer actos deshonestos. ¿Cómo, entonces, puesto que te ven y te oyen de continuo, no te ruboriza y espanta tener pensamientos obscenos y hacer actos impuros que les hieren, les deshonran y les afligen?. ¡Ay, enemigo de los dioses! ¡Cobarde! ¡Miserable que olvidas tu divina naturaleza!”.

“¿En qué consiste que los ignorantes son siempre más fuertes que vosotros en las disputas y acaban por reduciros a silencio? Pues, sencillamente, en que si bien profesan errores, están firmemente persuadidos de ellos, mientras que vosotros lo estáis débilmente de vuestras verdades. Como no os brotan del corazón, sino de los labios, son débiles y mortecinas. Por ello también esa deleznable y enclenque virtud que predicáis se expone de continuo a la pública chacota y se derrite, en cuanto la atacan, como la cera con los rayos del sol. Alejaos, pues, del sol mientras no tengáis sino opiniones de cera”.

Cuando encontramos ideas similares a las predicadas por Cristo, se confirma la existencia de verdades objetivas accesibles a todos los hombres. Epicteto agrega: “Es mucho mejor perdonar que vengarte. Perdonar es propio de una naturaleza buena y humana. Vengarse, sólo de una naturaleza feroz y brutal”.

“El ser libres o esclavos no depende de la ley ni del nacimiento, sino de nosotros mismos; porque todas las cadenas y todo el peso de ciertas prescripciones legales serán siempre mucho más leves que el dominio brutal de las pasiones no sometidas, de los apetitos insanos no satisfechos, de las codicias, de las avaricias, de las envidias y demás desenfrenos. Que aquéllas, cuando más, sólo podrán pasar sobre el cuerpo, y éstas, además, sobre el espíritu. Por malo que sea el amo a que aquellas nos sometan, siempre tendremos momentos de respiro y esperanzas de manumisión; éstas nos someten a tantos y tan crueles males, que generalmente sólo la muerte puede librarnos de su yugo”.

“Los dioses me han concedido la libertad, y como conozco y acato sus mandatos, nadie puede hacerme esclavo, porque tengo el libertador y los jueces que necesito” (Del “Manual”-Editorial Gredos SA-Madrid 2001).

A continuación se transcribe una breve biografía del pensador romano:

NOTICIA SOBRE EPICTETO

La biografía de Epicteto, a quien se ha llamado la figura más grande del estoicismo, sólo es conocida en sus líneas generales. Se sabe que nació en Hierápolis (Frigia) a mediados del siglo I de la era cristiana y que fue esclavo de Epafrodito, el favorito y secretario de Nerón, el que lo acompañara en su fuga, ayudándolo a darse muerte después.

Su condición de súbdito costó la vida al patricio, puesto que Domiciano lo hizo degollar por haber osado poner la mano en el emperador. Había sido para Epicteto un amo cruel, y el esclavo recobró la libertad con la muerte del amo, dedicándose desde entonces a predicar su filosofía en Roma primero y en Epiro más tarde.

Se sabe, también, que el emperador Adriano lo distinguió con su amistad y que sus máximas ejercieron gran influencia en la formación moral de Marco Aurelio, aunque es poco probable que el hijo adoptivo de Antonino llegase a conocer personalmente al maestro, puesto que la fecha que aproximadamente se da como la de su muerte, la tercera década del siglo II, coincide con la del nacimiento de Marco Aurelio.

No hay duda de que las penosas circunstancias de su vida influyeron en el espíritu de Epicteto, orientándolo hacia la filosofía del Pórtico, que enseñaba el desprecio de los hombres y de sus riquezas y hacía consistir la felicidad en el triunfo de la razón y la voluntad sobre las pasiones.

La vida de Epicteto fue ejemplo vivo de la doctrina, hecho que contribuyó a aumentar su prestigio. Su refugio en Epiro se debió a la persecución ordenada por Domiciano contra los filósofos y sirvió para acrecentar una reputación ya sólida. El cinismo de Epicteto se enriquecía con ciertas virtudes que posteriormente se han llamado cristianas; la resignación al destino, la renuncia a los bienes del mundo, la comprensión y la tolerancia de los defectos ajenos y la fe en una divinidad que rige el universo.

Para Epicteto hay dos clases de cosas en el hombre: las que dependen de él (formación moral) y las ajenas (cuerpo, riqueza, honores). Por consiguiente, el elemento realmente propio es la voluntad de obrar bien o de obrar mal, entendiéndose por obrar bien el hacerlo conforme a la naturaleza humana y a su razón. Y la voluntad de obrar bien se apoya en el conocimiento y la aceptación de Dios, invocándolo para obtener su ayuda.

Vemos de este modo cómo el estoicismo de Epicteto se aparta del epicureísmo de Zenón, pura especulación metafísica. Y en la distinta corriente seguida por los continuadores de la escuela del Pórtico en Roma hallamos las características del ingenio romano, que se aparta de las lucubraciones mentales para inclinarse, con sentido realista, a su aplicación en la existencia.

También en lo relativo a la filosofía fueron los romanos codificadores y la transformaron en tratados de moral práctica. Se atribuye también como causa de la transformación la influencia naciente del cristianismo con su fundamento de solidaridad social que los individualistas griegos ignoraban y del que surgen ciertas virtudes tales como la humildad, el amor al prójimo y la abnegación.

En tanto que los maestros del Pórtico negaban el dolor y repudiaban la piedad, proponiéndose llegar a una felicidad contemplativa, aislando al hombre de sí mismo, Marco Aurelio y Epicteto cifraron el progreso espiritual del hombre en el olvido de sí mismo y dieron a la Moral un valor de ciencia en sí misma y no de simple rama de la Fílosofía como sus antecesores, los estoicos griegos.

Exalta Epicteto el sentimiento de la libertad y de la dignidad del hombre, subordinándolo al amor del prójimo, la caridad, la abnegación de sí mismo, el perdón de las injurias, el sacrificio y la piedad y el respeto de la propia vida. Deriva de Sócrates por su poca inclinación a las especulaciones filosóficas, la tendencia práctica de la doctrina y el fundamento de la Moral.

Epicteto no escribió sus lecciones, que fueron recogidas por Arriano, su discípulo, en un compendio llamado Disertaciones o Discursos. En cuanto a las sentencias que se le atribuyen, están contenidas en los escritos de Estrobel, Antonio y Máximo y pueden ser consideradas como el reflejo fiel de una enseñanza conservada por la tradición y como prueba de la huella que dejó en los espíritus.

De esta enseñanza y sus efectos es ejemplo la influencia ejercida en Marco Aurelio, así como en los últimos poetas latinos, Claudio y Rutilio, cuyas obras están impregnadas de estoicismo. Por otra parte, si bien la doctrina de los estoicos desapareció como escuela y fue absorbida por el neoplatonismo, su moral persiste y es aceptada hoy como ayer como la filosofía de la aristocracia pensante.

(De "Grandes pensadores"-Librería El Ateneo Editorial-Buenos Aires 1959).

1 comentario:

agente t dijo...

Hay en él demasiada resignación. Porque una cosa es dominar y encauzar las pasiones y otra negarlas totalmente. No debemos negar nuestra naturaleza. Y por cierto, de sus palabras se desprende claramente una posición teísta.