domingo, 17 de septiembre de 2023

El enriquecimiento personal

En la Argentina poco se tiene en cuenta aquello de que "los que olvidan el pasado están condenados a repetirlo". Con la complicidad de periodistas e intelectuales casi siempre se ha ocultado la tiranía totalitaria constituida por el peronismo, incluso considerando que fue "un gobierno democrático", teniendo en cuenta la legitimidad del acceso al poder sin tener en cuenta la ilegitimidad de la gestión.

Con la intención de mirar el futuro y dejar atrás los desencuentros, los cómplices mencionados permiten que se mantenga vigente un caudal de mentiras y creencias que pintan al peronismo como una etapa de esplendor, sin apenas mencionar lo negativo del proceso.

Los últimos gobiernos peronistas han llevado al país a una situación muy difícil de revertir, con altos niveles de pobreza, ya que han sido formas de gobierno similares al del peronismo de los primeros tiempos. La manera de justificar la inmoralidad peronista consiste en decir que "todos los políticos son iguales". De esa manera siguen votando a cualquiera que invoque la "doctrina justicialista" a pesar de lo negativo de sus resultados.

El proceso de la rebelión de las masas, descrito por Ortega y Gasset, encuadra con el fenómeno peronista. El psicólogo William Mac Dougall sintetiza atributos y comportamiento del hombre masa: “Tal masa es sobre manera excitable, impulsiva, apasionada, versátil, indecisa y también inclinada a llegar en su acción a los mayores extremos; accesible sólo a las pasiones violentas y a los sentimientos elementales, extraordinariamente fácil de sugestionar, superficial en sus reflexiones, violenta en sus juicios, capaz de asimilar tan sólo argumentos y conclusiones más simples e imperfectos, fácil de conducir y conmover. Carece de todo sentimiento de responsabilidad y respetabilidad, y se halla siempre pronta a dejarse arrastrar por la conciencia de su fuerza hasta violencias propias de un poder absoluto e irresponsable”.

“Inclinada, por naturaleza, a todos los excesos, la multitud no reacciona sino a estímulos muy intensos. Para influir sobre ella es inútil argumentar lógicamente, no comprenderá. En cambio será preciso presentar imágenes de vivos colores y repetir una y otra vez la misma cosa. Se muestra muy accesible al poder verdaderamente mágico de las palabras las cuales son capaces de despertar en el alma colectiva las más violentas tempestades como de apaciguarlas de inmediato”. “Y por último, las multitudes no han conocido jamás la sed de la verdad; demandan ilusiones, dan siempre preferencia a lo irreal” (Citado en “Segunda tiranía” de Elena Castelli-D'Accurzio-Mendoza 1955).

La labor de encubrimiento, junto a la actitud aparentemente pacífica de olvidar el pasado, permitieron la reedición del peronismo, esta vez en manos del kirchnerismo. Ante un atroz aumento del exceso de funcionarios estatales designados “legalmente”, puede afirmarse que resultará casi imposible para los gobiernos futuros revertir la situación. A la trampa populista se le agrega la cínica exigencia de esperar que un gobierno no peronista arregle las fechorías kirchneristas, por lo cual se lo culpará de todos los errores preparando el regreso futuro de alguna variante del peronismo. La intelectualidad y el periodismo, como siempre, acompañarán el proceso con la actitud encubridora de siempre.

A continuación se transcribe un artículo que describe a grandes rasgos el proceso peronista:

EL ENRIQUECIMIENTO PERSONAL

Por Elena Castelli

El enriquecimiento personal, primer grande error de Perón y origen de toda la cadena que se sucederá luego. Para lograrlo tuvo que rodearse de colaboradores que le fueran absolutamente adictos, obedientes, más que capaces, y favorecer en ellos también la ocasión para el lucro ilícito.

La ambición personal, acicateada por la inseguridad de una permanencia en el cargo, desató, seguramente, la acción. Ni entre sus más optimistas ilusiones debe haber contado Perón con una permanencia más o menos larga en el poder y de esta inquietud debieron participar todos sus más allegados. De allí que alcanzar la silla presidencial se dieran a la inmediata tarea de enriquecerse fabulosamente para sí y sus descendientes por muchos años.

María Eva Duarte fue la primera siempre, ambiciosa, insaciable: dinero, propiedades, ropas, alhajas costosas, todo lo quiso y todo lo consiguió por todos los medios. Deslumbrada ella misma quiso deslumbrar al pueblo haciéndose una moderna reina de alguno de los cuentos de Las mil y una noches; o quizás quiso cobrarse la ingratitud y el desdén con que había sido mirada toda su vida anterior.

Hoy podría pensarse que, tal vez una íntima intuición le apuraba a gozar rápido todo lo que había ambicionado en su vida ya que ésta debía durarle -como un sarcasmo del destino- muy pocos años más.

El espectáculo no pudo ser más grotesco, más que las autoridades de un Estado civilizado esto era un festín de buitres hambrientos; con la diferencia que en vez de picotazos para arrebatarse el mejor bocado se utilizó la adulación extrema, el endiosamiento, el servilismo en su más alta expresión, homenajes pediluviales con cualquier motivo que daban ocasión a los mayores excesos.

Así nació de inmediato el desprestigio de las esferas de gobierno. El pueblo observa que los designados para cargos de mayor responsabilidad son seleccionados por incapacidad manifiesta y otras cualidades personales ajenas a las virtudes. Al asombro sigue la observación atenta y se descubre la causa: deben ser ciegos y obedientes. Ciegos son por su ignorancia, sólo ven a su lado que se les brinda la ocasión de enriquecerse superlativamente según sus ambiciones y que su única tarea es obedecer.

Diabólica maquinación ideada por un cerebro inteligente pero puesta esa inteligencia al servicio de mezquinos intereses: se elige al colaborador ignorante por su lentitud en comprender, en razonar, por su estrecha capacidad de mira, de prever, de descubrir intenciones; y con ambiciones de lucro, conciencia ancha hecha a cualquier acción con tal de lograr el fin; pues, así, mientras está atareado en satisfacer su apetito no distrae un instante su atención de lo propio y obedece automáticamente. No alcanza a comprender que es utilizado como instrumento para mayores acciones que él no conoce.

Cuando ya satisfecha su ambición personal piensa observar la tarea de los demás, se permite una acción personal sin solicitar la venia correspondiente, o empieza a adquirir una preponderancia peligrosa, es reemplazado inmediatamente por otro que está en condición igual a él al comienzo. Y la rueda sigue su evolución.

A cada uno de los desplazados se les descubre al salir que son conocidas sus actuaciones delictuosas y deben continuar ciegamente obedientes o la espada de Damocles, que ya pende sobre su cabeza, caerá sobre la misma.

Si ese personaje es de alta jerarquía o tuvo una acción pública muy activa sería peligroso dejarlo en el país, entonces se le encomienda una misión en el extranjero. Pasará muchos años sin poder volver.

Repudiable procesión que el pueblo argentino ve desfilar desde el año 1946. Estos son nuestros ministerios nacionales, nuestras legaciones exteriores, nuestros gobiernos provinciales, la mayoría de nuestras legislaturas nacional y provinciales, y en forma decreciente en toda acción oficial.

Toda esta maquinación se cubre con el velo de que es el pueblo el que gobierna y por eso se eligen representantes de las más bajas esferas sociales.

A los seis años de estos comienzos se nota, por los mismos que dieron vida a tales desmanes un puritanismo grotesco. Llenas en todo cuanto es posible las propias arcas hacen alarde de desprendimiento, de honestidad, de honradez. Perón renuncia a su sueldo (¡!) manoseada artimaña demagógica realizada por Rosas y otros más. Pero hasta los más ignorantes ya descubrieron el juego; la «industria» del funcionario público se extendió rápidamente y aquellos que no tenían virtudes que perder treparon hasta escalar las posiciones que dan pingües ganancias. Ya los diques están rotos, el ejemplo cundió rápidamente y nadie de sanos principios ocupará un cargo público, pues sabe que deja en él su probidad, su honradez.

Hay sagacidad, hay rapidez, hay astucia, hay perspicacia, destreza, habilidad, previsión para el cambio rápido, para la acción oportuna. Es que quien está al frente de nuestro destino es militar y ha debido estudiar estrategia y táctica en el arte de hacer la guerra (o para hacer de la guerra un arte). Todos sus conocimientos técnicos están al servicio de esta pobre guerra que hace contra su patria: «Hay que distraer al enemigo, esto le resta fuerza».

Cuando el individuo entre en una multitud su estructura psíquica sufre modificaciones hasta acomodarse con la de la masa, deja su personalidad individual y adquiere la del grupo. Desciende desde su desarrollo alcanzado hasta la base común a todos y adquiere las características propias de la misma: al deseo de superación individual se opone el sentimiento primitivo de potencia invencible del grupo y entonces todos los instintos, ese «substratum» inconsciente formado por los residuos ancestrales que constituyen el alma de la raza, que aisladamente está adormecido, dominado por el poder del espíritu, quedan sueltos: desaparece la personalidad consciente y en su lugar predomina la inconsciente: puede ceder a los más bajos instintos crueles, brutales y destructores por la influencia del medio, porque su razonamiento está enmudecido y acallada su responsabilidad. La masa impone sus cualidades.

(De “Segunda tiranía”-D’Accurzio-Mendoza 1955).

1 comentario:

agente t dijo...

Todo habría ido mejor si llega a triunfar el golpe de estado del general Ávalos de octubre de 1945, pero los antiperonistas fueron poco hábiles. En todo caso lo más sorprendente es la división dentro de las Fuerzas Armadas entre partidarios y opositores al peronismo. Un ejército fuertemente dividido es algo negativo para el conjunto nacional.