domingo, 15 de enero de 2023

Si Aristóteles volviera

Un escritor de nuestra época imagina que se le presenta Aristóteles y le pregunta acerca de la visión que actualmente tenemos de nuestro universo, especialmente en comparación con la visión que predominaba hace más de dos mil años. Esta situación nos exige una respuesta de gran generalidad y de ahí su interés.

Podemos decir que el mundo está construido como un lenguaje. Es decir, así como las letras forman palabras, las palabras forman oraciones, hasta llegar a las páginas literarias y los libros, las partículas fundamentales dan lugar a los átomos, los átomos a las moléculas, células, organismos, hasta llegar a la vida inteligente. Hubert Reeves escribió: “La naturaleza está estructurada como un lenguaje. La pirámide de la complejidad se edifica en el curso del tiempo” (De “El sentido del universo”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1989).

Existe una tendencia a la formación de mayores niveles de complejidad y, a su vez, a la formación de organismos con mayor nivel de conciencia, lo que constituye la ley de complejidad-conciencia propuesta por Pierre Teilhard de Chardin. Esta ley, que puede incluirse dentro del marco de la ciencia experimental o, al menos, que puede ser compatible con ella, nos indica la existencia de cierto sentido del universo.

Si bien se aduce que no debiéramos asignar, desde una perspectiva científica, tendencias o finalidades implícitas, no debemos tampoco ignorar un fenómeno que puede quedar corroborado por las teorías verificadas en la actualidad, tales como la teoría cosmológica del universo en expansión y la teoría de la evolución por selección natural.

La existencia de una finalidad implícita en el universo nos puede servir de orientación, si bien no nos asegura que la humanidad vaya a respetar las tendencias imperantes en el mundo natural. Si vamos por un camino, podemos respetar las flechas que nos indican la dirección permitida, o bien podemos ir hacia la dirección opuesta, aunque el resultado será distinto según que vayamos en uno u otro sentido.

En nuestra época ya no esperamos mensajes de Dios para que nos orienten respecto de cómo solucionar nuestros conflictos, sino que debemos indagar en el propio universo para adaptarnos a sus leyes y a encuadrarnos en sus tendencias.

La complejidad puede medirse mediante la información asociada a la construcción o a la descripción de cierto sistema. De esta manera podemos darle una mejor interpretación a la ley antes mencionada.

1 comentario:

agente t dijo...

Pero para poder hablar sobre una finalidad implícita en el Universo ¿no sería necesario conocerlo mejor? Estamos haciendo afirmaciones sobre algo de lo que sólo estamos seguros al cien por cien de una de sus características, y es que es extremadamente grande.