martes, 17 de enero de 2023

¿Inmanente o trascendente?

Es posible considerar que todo lo existente está regido por regularidades que denominamos leyes naturales; tal la visión científica de la realidad. Luego, respecto del orden natural emergente, existen dos posibilidades; que tales leyes sean invariantes en el tiempo o bien que sean interrumpidas de vez en cuando por el supremo Creador.

Cuando Isaac Newton no pudo explicar las irregularidades existentes en el movimiento de Júpiter y Saturno, supuso que, quizás, de vez en cuando el Creador intervendría para poner las cosas nuevamente en orden. La solución fue encontrada por Pierre Simón de Laplace quien descubre que las irregularidades son sólo periódicas y que no hace falta tal intervención. “Yo no he tenido necesidad de esa hipótesis” responde ante la consulta de Napoleón acerca de la suposición de Newton.

Tenemos, pues, dos posturas distintas respecto del universo. La primera es la postura inmanente y la caracterizamos mediante la siguiente igualdad:



Universo = Dios = Naturaleza



Se supone que las leyes naturales son invariantes y se excluye tanto la revelación como los milagros. Esta postura se identifica con la ciencia experimental y da lugar a la religión natural o deísmo. Al hombre sólo le queda adaptarse a dichas leyes a través de una actitud ética adecuada.

La otra postura, denominada trascendente, podemos caracterizarla a través de la siguiente igualdad:



Universo = Dios + Naturaleza



El Creador está más allá de la naturaleza y existiría un mundo sobrenatural. El Dios trascendente se revelaría a algunos hombres y a veces habría de interrumpir las leyes por él establecidas. Esta postura se identifica con las religiones reveladas o religión tradicional.

Desde el punto de vista de la religión natural, se observan los pedidos hacia Dios, para que cambie sus leyes, como una actitud de rebeldía, mientras que la aceptación de Dios provendría del acatamiento a sus leyes.

De todas formas, si suponemos que el Dios trascendente responde de igual manera en iguales circunstancias, mostrando una definida actitud característica, podemos interpretar la situación como que está regido también por las propias leyes que asignó a los hombres, por lo que habría una identidad entre ambas posturas.

Podemos hacer una analogía entre la actitud favorable a aceptar un Dios que interviene en los acontecimientos humanos y el que desea recibir protección por parte del Estado, ya que en ambos casos se observa cierta preferencia por la protección antes que por la libertad.

Por otra parte, hay quienes se sienten seguros mientras saben que las “reglas del juego”, tanto las que rigen el mundo como las que rigen la sociedad, son invariables, observando cierta preferencia por la libertad, aunque sin resignar la seguridad.

Los hombres podemos elegir gobiernos estatistas o liberales, pero el mundo real es inmanente o trascendente en forma independiente de nuestros gustos y de nuestros deseos.

1 comentario:

agente t dijo...

Tanto el teísta como el socialista quieren jugar en la vida con la ayuda del poder, no les bastan sus propias fuerzas, bien porque desconfían de ellas, bien por simple preferencia por el ventajismo.