domingo, 8 de enero de 2023

Praxeología: la metodología de la economía austriaca

Por Murray N. Rothbard

La praxeología es la metodología distintiva de la escuela austriaca. El término fue aplicado por primera vez al método austriaco por Ludwig von Mises, que no sólo fue el principal arquitecto y desarrollador de esta metodología, sino asimismo el economista que la aplicó más integralmente y con éxito a la construcción de la teoría económica. Aunque el método praxeológico esté, como mínimo, pasado de moda en la economía contemporánea, así como en las ciencias sociales en general y en la filosofía de la ciencia, fue el método básico de la primera escuela austriaca y también de una parte considerable de la antigua escuela clásica, en particular de J.B. Say y Nassau W. Senior.

La praxeología se basa en el axioma fundamental de que los seres humanos actúan, es decir, en el hecho primordial de que los individuos realizan acciones conscientes hacia objetivos elegidos. Este concepto de acción contrasta con el comportamiento puramente reflexivo o reflejo, que no se dirige a objetivos. El método praxeológico se desarrolla por la deducción verbal de las implicaciones lógicas del hecho de que los individuos actúan. Esta estructura está incluida en el axioma fundamental de la acción y tiene unos pocos axiomas subsidiarios, como que los individuos cambian y que los seres humanos consideran al ocio como un bien valioso. Para quien sea escéptico acerca de deducir todo un sistema económico a partir de una base tan sencilla, le dirijo a La acción humana de Mises. Además, como la praxeología parte de un axioma verdadero, A, todas las proposiciones que puedan deducirse de este axioma deben asimismo ser verdaderas. Pues si A implica B y A es verdad, entonces B debe ser también verdad.

Consideremos algunas de las implicaciones inmediatas del axioma de la acción. La acción implica que el comportamiento del individuo tiene un propósito, es decir, que se dirige hacia objetivos. Además, el hecho de su acción implica que haya elegido conscientemente ciertos medios para alcanzar sus objetivos. Como desea alcanzar estos objetivos, deben ser valiosos para él; consecuentemente, de tener valores que dirigen sus elecciones. El que emplee medios implica que cree que tiene un conocimiento tecnológico de que ciertos medios lograrán sus fines deseados. Advirtamos que la praxeología no supone que la elección de valores u objetivos de una persona sea sabia o adecuada o que haya elegido el método tecnológicamente correcto para lograrlos. Todo lo que afirma la praxeología es que el actor individual adopta objetivos y cree, errónea o acertadamente, que puede llegar a ellos por el empleo de ciertos medios.

Además, todas las acciones en el mundo real deben tener lugar en el tiempo: toda acción tiene lugar en algún presente y se dirige hacia alcanzar un fin en el futuro (inmediato o remoto). Si se pudieran conseguir instantáneamente todos los deseos de una persona, no habría ninguna razón en absoluto para que actuara. Además, el que un hombre actúe implica que cree que la acción supondrá una diferencia; en otras palabras, que preferirá el estado de cosas resultante de la acción a de la no acción.

Por tanto la acción implica que el hombre no tiene un conocimiento omnisciente del futuro, pues si lo tuviera, ninguna acción suya supondría ninguna diferencia. Por tanto, la acción implica que vivimos en un mundo de incertidumbre, o sin una completa certeza del futuro. Por consiguiente, podemos enmendar nuestro análisis de la acción para decir que un hombre elige emplear medios de acuerdo con un plan tecnológico en el presente porque espera llegar a sus objetivos en algún momento futuro.

El hecho de que la gente actúa implica necesariamente que los medios empleados son escasos en relación con los fines deseados, pues si todos los medios no fueran escasos sino sobreabundantes, los fines ya se habrían alcanzado y no habría necesidad de acción. Dicho de otra forma, los recursos que son sobreabundantes ya no funcionan como medios, pero ya no son objetos de acción. Así, el aire es indispensable para la vida y por tanto para alcanzar un objetivo; sin embargo, el aire al ser sobreabundante no es objeto de acción y por tanto no puede considerarse un medio, sino más bien lo que Mises llamaba “condición general del bienestar humano”.

Si el aire no fuera sobreabundante, podría convertirse en objeto de acción, por ejemplo, si se desea aire frío y se transforma el aire caliente a través del aire acondicionado. Incluso con la absurda probabilidad de la llegada del Edén (o lo que hace unos años se consideraba en algunos lugares un inminente mundo “post-escasez”), en el que todos los deseos pudieran atenderse inmediatamente, seguiría habiendo al menos un medio escaso: el tiempo del individuo, cada unidad del cual si se asigna a un propósito necesariamente no se asigna a algún otro objetivo.

Esas son algunas de las implicaciones inmediatas del axioma de la acción. Llegamos a ellas deduciendo las implicaciones lógicas del hecho real de la acción humana y por tanto deducimos conclusiones verdaderas a partir de un axioma verdadero. Aparte del hecho de que estas conclusiones no pueden “probarse” por medios históricos o estadísticos, no hay necesidad de probarlos ya que su verdad ya se ha establecido. El hecho histórico sólo entra en estas conclusiones determinando qué rama de la teoría es aplicable a cualquier caso concreto. Así, para Robinsón y Viernes en su isla desierta, la teoría praxeológica del dinero es sólo de interés académico, en lugar de aplicable en la actualidad. Se llevará a cabo más adelante un análisis más completo de la relación entre praxeología e historia.

Por tanto hay dos partes en este método axiomático-deductivo: el proceso de deducción y el estado epistemológico de los propios axiomas. Primero está el proceso de deducción: ¿por qué son los medios verbales, en lugar de usar una lógica matemática? Sin expresar el alegato austriaco completo contra la economía matemática, puede decirse de inmediato una cosa: dejemos que el lector considere las implicaciones del concepto de acción como se han explicado hasta ahora en este escrito y tratemos de darles forma matemática. E incluso si puede hacerse, ¿qué se habría logrado salvo una pérdida drástica en significado en cada paso del proceso deductivo?

La lógica matemática es apropiada para la física, la ciencia que se ha convertido en la ciencia modelo y a la que los positivistas y empiristas modernos creen que deberían emular todas las demás ciencias sociales y físicas. En física, los axiomas, y por tanto las deducciones, son en si mismos puramente formales y sólo adquieren significado “operacionalmente” en la medida en que puedan explicar y predecir hechos dados. Por el contrario, en praxeología, en el análisis de la acción humana, los propios axiomas se sabe que son verdaderos y significativos. Por consiguiente, cada deducción verbal paso a paso también es verdadera y significativa, pues la gran cualidad de las proposiciones verbales es que cada una es significativa, mientras que los símbolos matemáticos no son significativos por sí mismos.

(Extractos de www.mises.org.es)

1 comentario:

agente t dijo...

La praxeología se funda en la acción humana, pero se ha de tener en cuenta que muchas veces ésta no es libre, es decir, que los fines que aparentemente parecen estar detrás de la voluntad del actor no son propiamente los suyos sino los de quien influye positiva pero veladamente sobre él.