lunes, 18 de diciembre de 2023

La "no existencia" de Cristo

En diversas épocas aparecen escritores que niegan la existencia de Cristo. También en nuestros días acontece tal negacionismo. Al respecto, Fernando Prieto Arellano escribió: "Durante dos milenios, el cristianismo ha perdurado como una de las tres grandes religiones monoteístas del mundo. Ahora un voluminoso libro de casi 900 páginas sale a la luz para intentar demostrar que todo ello, a juicio de su autor, fue sólo una idea del emperador romano Constantino, en el año 303. En Año 303, inventan el cristianismo (Ediciones Alta Andrómeda) el investigador Fernando Conde Torrens defiende la tesis de que toda la historia del cristianismo se fraguó y se redactó entre ese año y el 313. Nunca hubo nada previamente, sino que todo es una invención que podría calificarse de literaria. Todo esa historia, cimentada en lo que en la terminología cristiana se conoce como Nuevo Testamento, la escribieron dos personas a las órdenes de Constantino: Lactancio (considerado por sus biógrafos como un panegirista cristiano) y el historiador Eusebio de Cesarea, señala Conde".(De www.diariodeleon.es)

Respecto de uno de los supuestos autores, puede leerse en la Enciclopedia Católica:

"Lucio Cecilio Firmiano Lactancio: Apologista cristiano del siglo IV. El nombre Firmiano ha despistado a algunos autores que creen que él era un italiano de Ferno, mientras que él era un africano de nacimiento y pupilo de Arnobio, quien enseñó en Sicca Veneria. Una inscripción hallada en Cirta en Numidia, la cual menciona a un cierto L. Caecilius Firminianus, ha llevado a la conclusión en algunas partes de que su familia pertenecía a ese lugar".

"Lactancio nació como pagano y en su juventud enseñó retórica en su lugar natal. A pedidos del emperador Diocleciano se convirtió en profesor de retórica oficial de Nicomedia. Uno de sus poemas (Hodoeporicum) es un relato de su viaje desde África hasta su nuevo hogar. Es probable que su conversión al cristianismo no se realizara sino hasta después de su traslado a Nicomedia".

"Sin embargo, parece claro que él no pudo retener su posición como maestro público después de la publicación del primer edicto de Diocleciano contra los cristianos (24 de febrero de 303). Después de su despido no era fácil hallar pupilos en esa ciudad griega que patrocinaran a un profesor de latín, y en consecuencia, se vio en tal pobreza que a veces no tenía para las necesidades básicas del diario vivir. En tales circunstancias trató de ganarse la vida escribiendo".

"La persecución lo obligó a dejar Nicomedia y desde el inicio de hostilidades hasta quizás 311 ó 313 tuvo que buscar un hogar en cualquier otro sito. La amistad del emperador Constantino lo levantó de la penuria y, a pesar de su edad (extrema senectute), fue nombrado tutor de latín de Crispo, el hijo del emperador. Este nuevo nombramiento lo obligó a continuar su cargo en Tréveris, donde pasó el resto de sus días. Parece muy probable que su traslado a Tréveris no ocurrió hasta 317, cuando Crispo fue hecho César y enviado a dicha ciudad. Crispo fue asesinado en 326, pero no se conocen las fechas ni circunstancias de la muerte de Lactancio".

"Como tantos otros escritores cristianos primitivos, Lactancio en todas sus obras revela su dependencia en los modelos clásicos y, fiel a los requisitos de su profesión, él es más refinado que profundo. Muy bien se merece el título de “el Cicerón cristiano” otorgado a él por los humanistas, pues él exhibe muchos de los defectos así como las gracias de su maestro. La más antigua de sus obras existentes es el De Opificio Dei, escrita en 303 ó 304 durante la persecución de Diocleciano y dedicada a un antiguo pupilo, un cristiano rico llamado Demetrianio".

"Los principios apologéticos que subyacen en todas las obras de Lactancio están bien establecidos en este tratado, que puede ser considerado como una introducción a toda su gran obra Las Instituciones Divinas (Divinarum Institutionum Libri VII), escrito entre 303 y 311. Ésta es la más importante de todas las obras de Lactancio; es sistemática así como apologética y su intención era señalar la futilidad de las creencias paganas y establecer la razonabilidad y verdad del cristianismo".

"Fue el primer intento de una exposición sistemática de la teología cristiana en latín, y aunque iba dirigida a ciertos folletistas que ayudaban a los perseguidores mediante asaltos literarios sobre la Iglesia, la obra fue planeada sobre un esquema lo suficientemente amplio para silenciar a todos sus oponentes. Es en esta obra, mejor que en ninguna otra, donde se muestran las fortalezas y debilidades de Lactancio. La belleza del estilo, lo escogido y adecuado de la terminología, no pueden esconder la falta de dominio del autor de los principios cristianos y su casi absoluta ignorancia de las Escrituras. Los pasajes “dualistas y panegíricos” que han sido un acertijo para los estudiantes de Lactancio, evidentemente no son de su autoría, sino de la de alguien que vivió cerca de su tiempo, probablemente un retórico de Tréveris".

"El Epitome Divinarium Institutionum, escrito por Lactancio mismo a petición de un amigo llamado Pentadio, es mucho más que una mera abreviación, sino más bien un tratamiento más resumido del asunto tratado en la obra más antigua. Otro tratado, De Ira Dei, dirigido contra los estoicos y epicúreos, es un suplemento a la “Instituciones Divinas” y trata sobre el antropomorfismo en su verdadero sentido. Conociendo la tendencia de la mente de Lactancio, no sorprende que la única obra histórica que tengamos de su pluma, De Mortibus Persecutorum, tenga un carácter apologético".

"En esta obra, nos da un relato sobre las horrorosas muertes de los principales perseguidores de los cristianos, Nerón, Domiciano, Decio, Valeriano, Aureliano, y los contemporáneos de Lactancio mismo, Diocleciano, Maximiano, Galerio y Maximino. A pesar de la predisposición manifiesta del autor, esta obra es de primordial importancia como una fuente sobre la última y más grande de las persecuciones, aunque, algo extraño, el estilo no es tan perfecto como podría esperarse. El texto completo se halla en un solo manuscrito que lleva por título Lucii Caecilii liber ad Donatum Confessorem de Mortibus Persecutorium. Se han hecho muchos intentos para mostrar que la obra no fue escrita por Lactancio; sin embargo, las coincidencias de nombre, tanto de autor como de recipiente, las similitudes en estilo y la línea de pensamiento entre ésta y otras obras de Lactancio, son demasiado llamativas para admitir tal posibilidad. Harnack ha demostrado que no tienen ningún peso las dificultades cronológicas que Brandt pensó haber descubierto" (De https://ec.aciprensa.com).

Si las persecusiones contra los cristianos mencionadas son reales, ello implica que el cristianismo surge antes del siglo IV. Publio Cornelio Tacito, historiador del siglo I, escribió: "Ni a través de medidas de cooperación humana, ni a través de dádivas del emperador u holocaustos para los dioses, pudo borrarse del mundo la ignominia de creer que el incendio había sido intencional. Para poner fin a las habladurías, Nerón inculpó a otros y los castigó con los martirios más estravagantes. Eran aquellas gentes que el pueblo odiaba por sus infamias y llamaba «cristianos»".

"Aún durante su ejecución se los escarnecía. Eran metidos en el pellejo de animales y librados a los perros salvajes que los dilaceraban. Otros eran crucificados o sufrían muerte por fuego, convertidos en antorchas nocturnas cuando se insinuaban las primeras sombras del anochecer. Para este espectáculo, Nerón habilitó su parque privado y al mismo tiempo organizó juegos circenses durante los cuales se mezclaba entre el pueblo disfrazado de auriga o se erguía sobre un carro de carreras. Por eso, aun cuando aquellos desgraciados fueran culpables y hubiesen merecido las penas más duras, despertaron compasión, como si hubieran sido sacrificados no por el bien común, sino por la crueldad de un individuo". (Citado en "Nerón" de Philipp Vanderberg-Círculo de Lectores SA-Bogotá 1981).

Además, al negarse toda forma de tradición oral, que era la manera en que en la antigüedad se propagó el cristianismo primitivo, se niega toda posible veracidad de tales comunicaciones masivas.

Teniendo presente el negacionismo inicial, seguramente podrá aducirse que Tácito "no existió", o bien que mintió, lo que no parece factible en un historiador de su jerarquía. Si el cristianismo surge en el año 303, no podrían existir cristianos en la época de Nerón y todos los historiadores de la época romana estarían equivocados.

1 comentario:

agente t dijo...

No existe evidencia creíblemente sólida de que Jesucristo haya existido como personaje histórico. Las fuentes históricas que presuntamente le hacen referencia fueron “retocadas” a partir del siglo IV y durante la Edad Media, sobre todo mediante el método de la interpolación en los libros de los autores elegidos y también mediante la retirada y destrucción de los demás ejemplares existentes de esas obras.

Se trató, primero, de una operación de estado, llevada a cabo por encargo personal de Constantino a sus agentes, y una vez asentado el nuevo “ministerio” denominado Iglesia Católica, por los Papas y sus subordinados encargados de la censura eclesiástica, muy celosa del cuidado de esconder la verdad de sus inicios y de eliminar lo que pudiera pervivir de posibles ideologías rivales.