sábado, 30 de diciembre de 2023

Origen del lenguaje: ¿biológico o cultural?

No existe acuerdo respecto del origen del lenguaje, ya que algunos autores aducen que se trata de una capacidad que hemos adquirido como consecuencia del proceso evolutivo biológico mientras que otros aducen que se trata de una creación humana, fruto del proceso evolutivo cultural. Todo indica que el proceso en sí es favorecido por nuestra naturaleza humana, si bien se complementa con aspectos culturales o convencionales surgidos en cada pueblo o país. Al respecto, John Searle expresó: “En la época en que yo era estudiante, hacia los años cincuenta, Oxford era una universidad muy estimulante. Era el mejor lugar donde estudiar filosofía. Dos de mis profesores, Peter Strawson y John Austin, tuvieron mucho que ver: ambos obsesionados por los problemas de la filosofía del lenguaje, consideraban la filosofía de la mente como dependiente, de alguna manera, de la filosofía del lenguaje. En sus cursos, descubrí esos temas, cuando todavía era un estudiante joven. Yo me veo realmente como un continuador de sus trabajos”.

“De alguna manera, todos nosotros, los filósofos, no hacemos otra cosa más que escribir las notas al pie de página de la obra de Gottlob Frege. Inventó la filosofía del lenguaje y la lógica. Por eso, no caben dudas de nuestra deuda hacia él. Pero hay terribles lagunas en su filosofía. Cometió, en particular, un error muy serio, al no considerar el lenguaje como una extensión de nuestras capacidades biológicas fundamentales: nuestra capacidad para la percepción, la acción, el pensamiento, los sentimientos y la emoción”.

“A largo plazo, eso fue un desastre que impidió darnos cuenta de hasta dónde la filosofía del lenguaje depende de la filosofía de la mente, más bien que lo contrario. Muchos filósofos sostienen que todos nuestros pensamientos dependen del lenguaje: es el mismo error, que deriva casi automáticamente del de Frege. Él fue quien consideró que el lenguaje era primero. Pero si se piensa de manera biológica, naturalista –una manera de pensar que Frege no adoptaba-, podemos considerar que el lenguaje deriva de la mente y no al contrario. Estos últimos años, comenzamos apenas a darnos cuenta de que es posible basar una filosofía del lenguaje en una filosofía de la mente”.

“Otro error persistente es el de Wittgenstein. A largo plazo, el desvío anti-teórico que tomó Wittgenstein al pensar que no era necesario buscar una teoría del lenguaje tuvo un efecto parcialmente nefasto. Ahora bien, con Austin pensamos que hay que buscar una teoría general de los actos del lenguaje y de la significación. En este punto, pues, siento mayor influencia de Austin y de Grice, aun cuando admiro enormemente a Wittgenstein, del que aprendí muchas cosas. Su herencia perdurable en filosofía del lenguaje es que no deberíamos pensar las significaciones como entidades que se pueden «introspectar»; no pensarlas como clases de objetos cartesianos. Es una intuición importante. Pero, a mi juicio, es necesario ir más lejos: construir una teoría general del lenguaje y del sentido” (De “Los nuevos psi” de Catherine Meyer-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2010).

Por otra parte, Hans A. Lindemann escribió: “Dos posiciones opuestas –sin hablar de divergencias menores- marcan el rumbo general de las discusiones del pasado y del presente: una es la del idealismo idiomático, que considera el lenguaje como un fenómeno irreductible de nuestro «espíritu», y la otra es la del empirismo idiomático, que considera el idioma como un fenómeno natural explicable en base a leyes naturales, como cualquier otro fenómeno empírico” (De “Lenguaje y Filosofía”-Edición Problemas de América-Buenos Aires 1946).

Un panorama más actualizado de la situación de la filosofía del lenguaje la establece Mario Bunge: “El lenguaje ha atraído la atención de muchos filósofos desde la Antigüedad, pero nunca de tantos ni con tanto apasionamiento como desde la contrarrevolución que perpetró Wittgenstein en la filosofía y de Chomsky en la lingüística. Estas conmociones comparten un solo rasgo, a saber, su glosocentrismo: para unos y otros, el hombre es homo loquens antes que faber o sapiens”.

“Aparte de ocuparse centralmente del lenguaje, las posiciones de Wittgenstein y de Chomsky son muy diferentes. Así, mientras que según Wittgenstein el lenguaje es esencialmente un medio de comunicación, para Chomsky es principalmente el espejo del alma humana y sólo secundariamente un medio de comunicación. Para Wittgenstein, el lenguaje es paradigma del comportamiento según reglas, en tanto que para Chomsky es un proceso mental inconsciente. Para Wittgenstein, las reglas gramaticales fueron introducidas por algunos individuos y adoptadas por la sociedad, mientras que según Chomsky todos nacemos sabiendo las reglas de la gramática universal. Wittgenstein centra su atención en el habla, mientras que Chomsky centra la suya en el lenguaje como objeto mental desligado de las circunstancias concretas. Para Wittgenstein, el análisis preteórico del lenguaje es el remedio para curar la enfermedad que llamamos «filosofía», en tanto que para Chomsky el análisis teórico del lenguaje es tanto un fin en sí mismo como el mejor medio para comprender al hombre. Finalmente, mientras que para Wittgenstein cualquiera puede ocuparse de estas cuestiones, para Chomsky la lingüística es un saber especializado”.

“Estas diferencias explican las que hay entre los discípulos de cada uno de los dos maestros. Wittgenstein atrae a personas interesadas primordialmente por palabras, pero no por la ciencia lingüística, y que además buscan obtener el máximo beneficio de la mínima inversión intelectual. En cambio, Chomsky atrae más a las personas que se interesan más por las teorías que por los hechos” (De “Lingüística y Filosofía”-Editorial Ariel SA-Barcelona 1983).

El pensamiento no sólo se basa en el lenguaje, sino también en imágenes no asociadas a palabras. David G. Myers escribió: “Los artistas piensan en imágenes. Lo mismo hacen los compositores, los poetas, los matemáticos, los atletas y los científicos. Albert Einstein reconoció que algunos de sus más grandes descubrimientos los realizó mediante imágenes visuales y más tarde pudo explicarlos con palabras” (De “Psicología”-Editorial Médica Panamericana SA-Madrid 2006).

Si el pensamiento se realiza en base a imágenes, es necesario asociarle ciertas "operaciones básicas". Todo indica que tales operaciones implican "agrupar" y "comparar". Esta última es la que permite establecer el proceso de "prueba y error", imprescindible para nuestra adaptación al orden natural.

Mediante "agrupar" y "comparar" podemos llegar a unificar los atributos de ciertos animales que debemos denominar de alguna forma. Luego, convencionalmente, a esa agrupación la denominamos "perro". Lev S. Vygotsky escribió: “Una palabra no se refiere a un solo objeto, sino a un grupo o a una clase de objetos, y cada una de ellas es, por lo tanto, también, una generalización” (De “Pensamiento y lenguaje”-Ediciones Fausto-Buenos Aires 1998).

De ahí que sea posible encontrar un fundamento sencillo y evidente, con el que podemos construir un lenguaje elemental. Para la descripción de los distintos sistemas, como conjuntos ordenados de componentes reunidos bajo cierta finalidad, podemos utilizar tres conceptos básicos:

a) Entidades: ¿Quién? Las entidades dan lugar a los sustantivos
b) Atributos: ¿Cómo es? Los atributos dan lugar a los adjetivos
c) Actividades: ¿Qué cambios produce en el sistema? Las actividades dan lugar a los verbos.

Codificados adecuadamente, con el añadido posterior de artículos, pronombres, además de modificar verbos cuya forma distinga pasado, presente y futuro, etc., permiten realizar descripciones aceptables de la realidad cotidiana. Tanto las entidades, como los atributos y las actividades, forman parte de la realidad a describir, y al asociárseles sonidos en forma convencional, dan lugar a los distintos lenguajes existentes. Se advierte que la estructura de los distintos lenguajes es similar, ya que los fenómenos naturales son los mismos en todas partes y la lógica natural que empleamos es común a todos los hombres.

Si las palabras tienen sentido, por cuanto surgen del mundo real, deberíamos rechazar toda palabra que no tuviese un vínculo concreto con la realidad. Así, las críticas establecidas acerca de los problemas filosóficos; problemas que surgen generalmente al utilizar conceptos surgidos de la mente de un hombre, sin un significado concreto, se debe a la creencia de que el lenguaje es algo que surge de la mente teniendo apenas en cuenta a la realidad. Ludwig Wittgenstein escribió: “Cuando los filósofos usan una palabra -«conocimiento», «ser», «objeto», «yo», «proposición», «nombre»- e intentan comprender la esencia de la cosa, uno debe preguntarse a sí mismo: ¿está siendo efectivamente usada la palabra de este modo en el juego de lenguaje que es su hogar originario?. Lo que nosotros hacemos es devolver las palabras de su uso metafísico a su uso cotidiano” (De “Investigaciones filosóficas”-Ediciones Altaya SA-Barcelona 1999).

Los conceptos mencionados permiten establecer un “sistema descriptivo elemental” que reproducirá en nuestra mente las características del sistema real. Podemos decir que una idea es la imagen que permite reproducir mentalmente la información asociada a un sistema real. Las imágenes elaboradas por nuestra mente serán luego traducidas a palabras. Las ideas y las palabras forman estructuras semejantes, ya que tienen similar contenido de información. Ludwig Wittgenstein escribió: “Lo que cualquier figura, sea cual fuere su forma, ha de tener en común con la realidad para poder siquiera –correcta o falsamente- figurarla, es su forma lógica, esto es, la forma de la realidad” (Del “Tractatus Logico-Philosophicus”-Ediciones Altaya SA-Barcelona 1994).

La mente elabora pensamientos asociados a un sistema natural y los traduce a palabras. Los comunica al oyente, a través del lenguaje oral, o al lector, a través de la escritura. El receptor le asocia sus propias imágenes al mensaje recibido. De ahí que las palabras sean las intermediarias entre las imágenes transmitidas y las reproducidas en la mente del receptor. Thomas Hobbes escribió: “El uso general del lenguaje consiste en transferir nuestro discurso mental al discurso verbal, o la secuencia de nuestros pensamientos a una secuencia de palabras” (De “Leviatán”-Ediciones Altaya SA-Barcelona 1994).

El sistema natural utiliza, como se dijo, conceptos tales como entidades, atributos y actividades, que son tratados mediante las operaciones de la lógica analógica (agrupar y comparar), dando lugar a los sustantivos, adjetivos y verbos. Los conectivos, por otra parte, utilizan conceptos derivados de las operaciones de la lógica simbólica. Se han omitido los adverbios, artículos, y demás, los cuales permiten definir con mayor precisión aquello que se describe.

1 comentario:

agente t dijo...

No me parece claro que el uso metafísico de las palabras no forme parte de la lógica natural, y es que la mente se sobrepone y desborda a la realidad.