domingo, 19 de marzo de 2023

Observancia de defectos propios vs Defectos ajenos

Entre las diversas facetas del comportamiento humano encontramos una muy importante, y es el caso de la observancia de los defectos humanos. Si bien se recomienda "no juzgar" a los demás, como lo sugiere la Biblia, necesariamente debemos observar los posibles defectos de aquellas personas en quienes hemos de confiar, especialmente cuando se trata de alguna vinculación comercial o laboral. Quien confía ciegamente en los demás, despreocupándose de advertir defectos ajenos, posiblemente sufrirá varios desengaños y será víctima de muchas estafas.

Ante esta necesidad que nos impone el hecho de vivir en una sociedad integrada por personas con virtudes y defectos, son muchos los que dedican gran parte de su tiempo y de sus pensamientos en advertir defectos ajenos sin apenas preocuparse por sus propios defectos. De ahí la absurda tendencia mayoritaria de querer mejorar o "arreglar" a los demás sin antes intentarlo con uno mismo.

Es muy difícil la mejora ética propia originada en otras personas, si bien es importante escuchar críticas sobre nuestra conducta, ya que es la forma en que podemos advertir nuestros errores. Los llamados de atención deben hacernos reflexionar sobre los efectos que nuestra actitud provoca en los demás.

La actitud errónea de observar sólo los defectos ajenos y nunca los propios, se advierte también en las preferencias políticas y religiosas. Así, es muy común que el partidario de una tendencia determinada sólo se preocupe por conocer y divulgar los defectos de sus opositores, sin apenas intentar detectar los errores de su propio sector.

Un claro ejemplo de esta actitud lo encontramos en líderes socialistas como Fidel Castro. Luego de la caída del muro de Berlín y del carcelario régimen implantado en la Unión Soviética, sólo a personas muy enceguecidas se les ocurriría decir que los líderes socialistas "liberaron" a sus pueblos y que por ello pasarían a la historia como "libertadores". Ives Guilbert escribió: "Al tomar el poder, el hombre de la Sierra, que se identificaba con Martí, quedo persuadido de su importancia histórica. Su ambición rebasó el marco insular. La gran isla antillana no le bastó como pedestal para la colosal estatua que quería legar a la posteridad. Libertador de Cuba, quiso ser libertador de toda Iberoamérica. Su éxito, y la popularidad de que gozaba en Cuba, le embriagaron. Le embriagó también el entusiasmo que suscitó en el continente hispanoamericano".

"Un viento de libertad sopla en efecto en todas las repúblicas de América Central y de América del Sur. En algunos años, como un gigsntesco juego de exterminio, la mayor parte de las dictaduras iberoamericanas han sido derrocadas. Ni Perón, en la Argentina, ni Odria en el Perú, ni Rojas Pinilla o Péres Jiménez en Colombia y Venezuela, han podido resistir la corriente libertadora. Ninguna de estas dictaduras cayó, sin embargo, como la de Batista, por la heroica y novelesca lucha de un ejército de jóvenes guerrilleros. La originalidad de esta lucha provocó una simpatía unánime en las repúblicas hermanas, y Castro se imaginó ser el hombre predestinado para simbolizar el ideal de libertad de todo un continente. Apenas instalado en el poder, quiso calzar las botas de Bolívar" (De "El «infidel» Castro"-Plaza y Janés SA Editores-Barcelona 1961).

Mientras que la tendencia a observar sólo los defectos ajenos es un síntoma de egoísmo y de un predominante espíritu competitivo, la tendencia a observar con interés los defectos propios es un síntoma positivo en quienes buscan una mejora personal que los hará aptos para la vida en sociedad, cuya principal fortaleza radica en la cooperación social de personas que han vencido sus propios egoísmos, o los han limitado a "valores normales".

1 comentario:

agente t dijo...

Los idearios políticos que niegan los cauces democráticos o que simplemente los utilizan en su beneficio sin compartir sus principios son proclives a que personalidades egocéntricas o extremas los utilicen como palancas para alcanzar sus propósitos de dominio, poder y riqueza. Fidel Castro fue en realidad un señor feudal que puso bajo su dominio a todos los habitantes de Cuba e intentó extenderlo por el resto de Hispanoamérica e incluso se permitió tener aventuras africanas.
¿Y qué decir de personajes como Stalin, Hitler o Mao?