martes, 14 de marzo de 2023

Einstein y el Dios personal

En la actualidad se mantienen en vigencia dos posturas religiosas que conllevan a una ética similar, tal el caso de quienes consideran la existencia de un universo teledirigido (por un Dios personal) y de quienes consideran un universo autoorganizado. Si las conclusiones éticas son similares, podría decirse que se trata de religiones equivalentes. Sin embargo, la mayoría de los creyentes en un Dios personal (o que se parece a un ser humano) consideran que la religión es "algo distinto" de la ética, rechazando el prioritario valor de los mandamientos bíblicos y considerando como ateos a quienes rechazan a su Dios personal.

El otro sector, partidario de la religión natural, considera al Dios personal como una figura simbólica que representa el conjunto de respuestas que ofrece un universo regido por leyes naturales invariantes. Si el comportamiento ético de los seres humanos es lo más importante, no hay ningún "sacrilegio" al considerar al Dios personal como una figura simbólica. Paul Tillich escribió: "Uno de esos símbolos es el del Dios personal. La opinión general de la teología clásica, en prácticamente todos los periodos de la historia de la Iglesia, es que el atributo de «personal» sólo puede aplicarse a lo divino en sentido simbólico o analógico, o si simultáneamente se lo afirma y se lo niega".

"Es obvio que en la vida religiosa diaria el carácter simbólico de la idea de un Dios personal no siempre se advierte. Eso sólo resulta peligroso si indebidamente se sacan consecuencias teóricas o prácticas de la falta de advertencia. Entonces se producen, y deben producirse, ataques desde afuera y críticas desde dentro. La religión misma los exige. Sin un elemento de «ateísmo» no puede profesarse el «teísmo»" (De "Teología de la cultura y otros ensayos"-Amorrortu Editores SA-Buenos Aires 1974).

Albert Einstein, quien dijo "Mi Dios es el Dios de Spinoza", adopta la visión de un universo autoorganizado y se opone al universo teledirigido por un Dios personal. Tillich escribe al respecto: "Hace algunos años, Einstein pronunció una conferencia sobre «Ciencia y religión» que suscitó gran oposición entre las personas religiosas y los teólogos, ya que rechazaba la idea de un Dios personal. Si no se hubiera tratado de Einstein, el gran innovador de nuestras ideas acerca del mundo físico, sus argumentos, con toda probabilidad, no habrían provocado conmoción alguna porque no eran nuevos ni decisivos".

"Einstein atacó la idea de un Dios personal por estas cuatro razones: la idea no es esencial para la religión; es producto de supersticiones primitivas; es contradictoria en sí misma; está en abierta oposición con el enfoque científico del mundo".

Generalmente, el creyente ataca al supuesto ateo preguntándole si cree, o no, en Dios, es decir, en la existencia de un Dios personal que interviene en los acontecimientos humanos. En realidad, la pregunta que debemos hacernos es acerca de cómo funciona el universo real ¿teledirigido o autoorganizado? Las opiniones o creencias subjetivas poca relación tienen con la forma en que funciona el universo.



2 comentarios:

agente t dijo...

Debe reconocerse que, si no hay un dios personal a quien rezar, hacer súplicas o de quien esperar favores, la sensación de desamparo o soledad en muchos individuos puede acrecentarse hasta límites rayanos en lo insoportable.

Bdsp dijo...

Es así. La creencia en un soporte o un auxilio es imprescindible. Cristo, sin embargo, advertía que "Dios sabe ya lo que necesitáis antes de que se lo pidáis". En este caso, el Dios personal respondería siempre, ante todos los pedidos, sugiriendo "cumplir con los mandamientos bíblicos"...