viernes, 17 de marzo de 2023

La "libertad de expresión" durante el peronismo

En las sociedades democráticas existe la posibilidad de opinar sobre aquellos aspectos que involucran a todo integrante de la sociedad. Así, es lícito criticar a la religión, aun cuando quien critica no sea parte de ninguna iglesia, ya que previamente los sectores religiosos emitieron sus prédicas y opiniones en la sociedad de la que aquel es, justamente, un integrante.

En las sociedades totalitarias, por el contrario, el gobernante tiene derecho a expresarse con libertad mientras que el ciudadano común podrá ser juzgado severamente si emite alguna opinión que no sea del agrado del gobernante. El caso más conocido es el del escritor Alexander Solyenitzin. Al respecto leemos: "Solyenitzin sirvió en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial y, en las últimas semanas del conflicto bélico, fue arrestado por escribir lo que denominó «ciertos comentarios irrespetuosos» sobre Stalin en una carta dirigida a un amigo. Pasó siete años en un campo de trabajo en la estéril estepa de Kazakhstán y otros tres años de exilio en Asia Central" (De www.lanacion.com.ar).

También durante el régimen totalitario peronista, el líder y sus seguidores podían emitir descalificaciones y agravios a los "enemigos de la patria", mientras que éstos deberían quedarse callados ante el riesgo de ser detenidos por la policía y encarcelados posteriormente, como fue el caso de la escritora Victoria Ocampo, encarcelada durante casi un mes por el hecho de ser opositora al régimen.

Ovidio Lagos escribe sobre su madre, que estuvo detenida por silbar en un cine en el momento en que en un noticiero aparecía Perón. Escribió al respecto: "Ya en 1947 el régimen peronista comenzaba a mostrar su espíritu totalitario, y tanto la clase alta como la clase media sintieron la irritación que producían las formas -más que la ideología- producto del gobierno de Juan Perón y de su mujer, María Eva Duarte, que pronto sería Evita".

"El pronóstico que se cernía sobre el futuro es ominoso. Ese segmento no estaba acostumbrado a gabinetes integrados por desconocidos, a una creciente propaganda que comenzaba a asemejarse peligrosamente al fascismo italiano, y a un poder gremial que se consolidaba día a día. Pero aún faltaba mucho por ver".

"Inesperadamente, mi madre apareció en el diario La Razón. El título de la nota decía: «Tres señoras detenidas en un cine por silbar al Presidente». Apenas fue liberada, lo consideró poco menos que una gesta, aunque en realidad se trató de una comedia que denotó su poca paciencia de las épocas que se avecinaban".

"Aquella tarde de julio de 1947, lanzaría su primer desafío antiperonista. Veamos. Sucesos Argentinos era el obligado noticiario que se proyectaba antes de la película principal y mirado desde la perspectiva actual constituía un perfecto ejemplo del kitsch y del candor político".

"La propaganda en el celuloide del régimen de Juan Domingo Perón -básicamente inauguración de obras públicas y actos oficiales- era la esencia de su contenido, aun cuando admitía algunas notas «de color»; por ejemplo, una doma de potros en San Antonio de Areco. La voz del locutor y los textos inverosímiles se convirtieron en una suerte de marca registrada".

"No bien comenzada la proyección, aparecieron las imágenes de Perón visitando la Exposición Rural de Palermo, momento que eligieron estas tres señoras para emitir estridentes silbidos. Cuando se mostraba un toro, en cambio, aplaudían con desbordado entusiasmo...Lo que nunca imaginaron estas reactivas adolescentes tardías es que tres hombres vestidos de civil se les aproximarían".

"-Señoras, están detenidas- sentenciaron".

"Poco después llegaron a la Comisaría 1era donde las recibieron el comisario y un ayudante, que les preguntó sus nombres. Estuvieron más desafiantes cuando se les preguntó por su profesión".

"-Oligarcas- respondieron al unísono".

"El comisario atinó -sabiamente- a aconsejarles que cambiaran su «profesión», ya que, si no lo hacían, la de «oligarcas» quedaría asentada en sus prontuarios. Pero las señoras eran obstinadas...".

"El comisario no se equivocó: cinco años después, en 1952, cuando mi madre intentó viajar conmigo a Punta del Este, el gobierno exigía pasaporte, y se lo negaron por aquella declaración en la Comisaría 1era" (De "Una mujer irreverente"-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2011).

Finalmente, gracias a un militar amigo, peronista, pudo obtener su pasaporte y viajar. Es oportuno mencionar un hecho innegable; que los peronistas odiaban a la "oligarquía" porque en realidad querían estar en esa posición social. Al respecto escribió: "Como es habitual en la Argentina, varias fortunas nacen al calor de la política y el gobierno peronista no fue la excepción. A esta clase social que, curiosamente, aspiraba a asemejarse a la aristocracia y no al pueblo, se los llamó jerarcas...Se desvivían por hacerse amigos de los oligarcas".

3 comentarios:

agente t dijo...

La España de Franco y la Argentina de Perón fueron regímenes cuya nota resumen no puede ser sino negativa por ser autocráticos con aspiraciones totalitarias, pero hay que reconocerles que tuvieron el suficiente genio político para poder sobrevivir en la adversidad: se consolidaron cuando sus principales aliados y referentes, la Alemania nazi y la Italia fascista, ya habían dejado de existir.

Bdsp dijo...

Sin conocer mucho acerca de la España de Franco, me parece que este líder tenía a su país como prioridad de sus objetivos y acciones, aún cuando podía equivocarse en los medios utilizados. Perón, por el contrario, tenía como prioridad su poder personal y por ello se rodeaba de ineptos seguidores que iniciaron la decadencia casi final de la Argentina.

agente t dijo...

Entre Franco y Perón a nivel de honorabilidad había diferencias de grado. Siendo los dos unas "buenas piezas" que procuraban por su interés personal, el entorno del argentino era absolutamente deleznable pero no puede decirse lo mismo del de Franco. Pero es cierto que Franco apostó por las soluciones económicas equivocadas hasta finales de los años cincuenta, cuando precisamente ese entorno le propuso dar una oportunidad a la liberalización de la política económica, lo que resultó un éxito y marcó la diferencia.