viernes, 31 de marzo de 2023

Entrevista a Ernesto Sandler

A continuación se transcribe una entrevista realizada en 2016 al economista y empresario Ernesto Sandler. Si bien han pasado varios años, la situación en la Argentina se mantiene o incluso ha empeorado bastante:

Para disertar en la conferencia “Menos impuestos, más empresas, más empleo”, visitó la ciudad de Cipolletti Ernesto Sandler, economista y empresario de los medios de comunicación, creador de Utilísima. La jornada realizada en un conocido hotel casino, fue convocada por el ciclo “Impacto económico” que dirige el periodista Daniel Darrieux.

En diálogo exclusivo con “Pulso”, Sandler comentó algunas de sus ideas acerca del rol del Estado y la concepción cultural que existe en el país sobre la relación con el empresariado.

PREGUNTA-¿Cuál es el eje principal de su conferencia?

RESPUESTA- Lo que planteo es que Argentina tiene una nueva oportunidad, para que ese país que supo atraer a 8 millones de inmigrantes, retome la senda que hace muchas décadas abandonó. A mi entender es un problema que tiene más de 100 años. Basta con revisar los discursos políticos y la literatura desde José Ingenieros en adelante, que plantean que tenemos un país lleno de expectativas, pero que religiosamente cada 10 o 12 años vuelve a empezar. Durante cada periodo, los argentinos se llenan de ilusiones, luego viene el desencanto y más tarde la frustración. El tema es que en cada nuevo inicio, en lugar de estar mejor, siempre quedamos peor que antes.

P- ¿A qué atribuye esa inconsistencia?

R- A mi juicio, el principal elemento que nos lleva a este ciclo de ilusión y frustración es que los argentinos se enamoraron del Estado, vieron en el Estado a aquel que venía a resolver todos los problemas. Y por otro lado los dirigentes se lo tomaron en serio, con lo cual crearon un Estado omnipresente que está en todo, controla, planifica y regula todo. Es decir que el Estado es el gran organizador de la economía nacional. Esto no es así en todos los países. Y este Estado omnipresente se convirtió en lo que yo llamo “Estado Terminator”, que va destruyendo todo aquello que debería solucionar: educación, salud, vivienda. Ello generó además una visión distorsionada de los demás actores de la economía.

P- ¿Es demasiado grande el Estado argentino?

R- El Estado Terminator comenzó modestamente en la década del 30 con el “impuesto a los réditos”, algo así como un impuesto a las Ganancias. En la actualidad, el Estado se lleva el 50% de producto bruto interno (PBI). Los argentinos trabajan un año y reciben el producto de 6 meses, el resto se lo lleva el Estado. El problema es que al ser un Estado que debe correr a solucionar cada problema que se presenta, los recursos nunca alcanzan. Y cuando todas las cajas a las que se puede echar mano se agotan, se emite dinero y se falsifica el valor de la moneda. Así configurado el Estado dejó de ser un garante del valor del trabajo, y se convirtió en un estafador.

P- ¿Cómo se sale de esa matriz?

R- Primero el Estado debiera tener un límite en el gasto público. Para que crezca el gasto es necesario que crezca el PBI. Segundo, en los países desarrollados, la presión tributaria oscila entre el 35% y el 38% del PBI. En Argentina en cambio, entre los tres niveles de gobierno la presión llega al 50%. Hay impuestos al trabajo, impuestos al consumo, impuestos a la inversión, impuestos a la producción. El agravante es que si uno decide no hacer nada, el Estado lo deja tranquilo, pero si alguien decide poner en marcha una idea se acabó su paz. Así las cosas, el Estado patrocina la cultura del ocio. En otros países encontraron la solución reemplazando cientos de impuestos distorsivos por un solo impuesto sobre la renta social del espacio libre de mejoras, urbano y rural. Hay estudios que indican que con ese solo impuesto en Argentina se podrían eliminar todos los impuestos al consumo.

P- ¿Es difícil ser empresario en Argentina?

R- Para el argentino promedio, el “empresario” es una figura siniestra, que lava dinero, descorcha champán, está rodeado de mujeres y quizá a la noche come chicos… es un verdadero problema. Porque en el mundo contemporáneo, las empresas se han convertido en los motores del desarrollo. Esto vale tanto para EE. UU. como para China. En mi caso, cuando iniciamos nuestra empresa nos circunscribimos a la Argentina, pero más tarde logramos expandirnos y conformar un multimedio para la mujer de alcance latinoamericano. Ello me permitió visitar otros países y descubrir que a diferencia de lo que sucede aquí, en otros lugares los empresarios no están obligados a ser cruzados obligados a luchar contra cientos de adversidades, además de tener una idea y generar un negocio. En nuestro país, el 87% de las empresas que se fundan cierra antes del segundo año. Es tan difícil ser empresario en Argentina que las nuevas generaciones no quieren llamarse empresarios, se autodenominan “emprendedores”.

P- ¿Qué hace falta para que los empresarios decidan invertir?

R- Me parece que lo primero es sincerarnos. Si alguien del Estado le pregunta a un empresario qué necesita, la respuesta será “quitame presión impositiva, sacame de encima al empleado público que me pide coima, sincerá la economía”. No hay cambio si no se dice la verdad.

P- ¿A que se refiere con “una nueva oportunidad”?

R- Hay atisbos de una voluntad de cambio. Normalizar el Indec, averiguar cuánto saben nuestros alumnos. El peligro es volver a caer en las mismas tentaciones en materia económica. La clave es dar a los argentinos la libertad de construir su propio destino. Y el Estado debe ser el garante de ese destino.

(De www.rionegro.com.ar)

1 comentario:

agente t dijo...

En la mentalidad antiliberal la persona que quiere progresar mediante una actividad económica es un antisocial pese a que genera riqueza no sólo para él sino para el conjunto, resolviendo la papeleta a muchos que no tienen esa iniciativa. Es un enfoque distorsionado y desgraciado de la realidad de la economía y de la sociedad.