jueves, 27 de mayo de 2021

La ineficacia de la prédica liberal

Así como en las sociedades en decadencia casi todos tratan de arreglar la vida de los demás pero pocos se dedican a observar sus propios defectos, los promotores del liberalismo mantienen la vigencia de tácticas que han fracasado y que seguirán fracasando por no advertir las propias debilidades a la luz de los resultados logrados.

Brevemente pueden indicarse algunos de estos defectos. Uno de ellos implica hablar todo el tiempo de libertad sin tener presente que dicho valor debe ir junto a la responsabilidad y que ésta está asociada a la disciplina impuesta por una ética extraeconómica. En el caso extremo, se supone que el mercado lleva asociada una ética incorporada y que, desde la economía, se ha de generar una mejora ética posterior.

Se aduce que el egoísmo es la "virtud" necesaria para el desarrollo económico. Con "la virtud del egoísmo" se introduce una neolengua que implicaría asociar a la palabra "egoísmo" un significado distinto al tradicional, ya que el egoísmo siempre ha sido considerado como un defecto a superar.

Se ignora la ética intermedia entre el egoísmo y el altruismo. Mientras el egoísmo implica beneficio propio y desinterés por los demás y el altruismo implica contemplar el beneficio ajeno con un desinterés propio, la ética cristiana propone un beneficio simultáneo entre ambas partes. Esta es la ética que hace prolongar en el tiempo los intercambios en el mercado, mientras que en los otros casos tienden a limitarse.

Gran parte de la prédica liberal tiende a calificar como "altruista" a la ética cristiana, lo que implica una infamia, ya que al "Amarás al prójimo como a ti mismo" expresa claramente la igualdad mencionada. La difamación y tergiversación de la ética bíblica termina perjudicando a los difamadores, como resulta fácil advertir. El perjuicio se advierte al facilitar que millones de cristianos sean rechazados por la prédica "liberal" y sean recibidos con los brazos abiertos por los socialistas.

Al igual que los marxistas, algunos "liberales" aducen que la Teología de la Liberación es el auténtico cristianismo y no la ética asociada a los Evangelios. Mientras se habla todo el tiempo de la "competencia en el mercado", cuando se trata de la competencia en el mercado de las ideas, le regalan la clientela a la competencia.

Recordando que la Economía Social de Mercado fue puesta en práctica exitosamente en la Alemania de posguerra, por políticos católicos y la Democracia Cristiana, es algo absurdo dejar de lado los casos exitosos para promover ciertas ideas anarquistas que nunca fueron puestas en práctica. Es hora de volver a lo que fue comprobado, especialmente cuando se tiene en cuenta que la instauración del liberalismo político y económico deberá establecerse con el apoyo de sectores que no son liberales o que ignoran sus principios básicos.

Entre los escollos a superar, aparecen los prejuicios contra el liberalismo. En cuanto a sus orígenes, Carolina R. de Bolívar escribió: "Michael Novak penetra las causas de los prejuicios morales que conducen a rechazar al sistema, y adjudica su origen a un agravio, que data de los siglos XVIII y XIX, por parte de la Iglesia y de los intelectuales que hasta entonces habían sido los guías espirituales y filosóficos de la humanidad. Cuando el sistema de mercado libre adquirió fuerza, los dirigentes de la Iglesia y los líderes intelectuales se vieron ante un cambio inadmisible, especialmente porque venía de dos clases consideradas por ellos «inferiores»: el sector burgués y el sector obrero".

"La fuerza económica, durante la Revolución Industrial, dio poder a los sectores productivos y contribuyó a democratizar las relaciones sociales, hasta entonces elitistas y rígidas. Los cambios -pensaban los otrora dirigentes- debían provenir de las clases altas y «cultas», es decir, de la aristocracia noble, intelectual y religiosa, como había ocurrido tradicionalmente. Las circunstancias forzaron a estas elites a entrar a un tipo de vida que no deseaban, por considerar su origen vulgar y poco culto. Esta es la causa fundamental del agravio".

"Este agravio fue heredado en esos sectores y se convirtió para la Iglesia en un rechazo dogmático en contra del sistema, sin bases justificadas. Los intelectuales, a su vez, tomaron una postura de corte romántico, en donde muchas preguntas fueron respondidas más con el sentimiento que con la razón. Los intelectuales no fueron capaces de ver al capitalismo como un sistema promisorio, lleno de oportunidades para las ciencias, las artes y las técnicas, como un medio idóneo que eleva el nivel de vida de todos, como, en realidad, ha demostrado ser".

"Aquí la historia dejó de serlo para convertirse en leyenda. Ellos iniciaron el mito de la «explotación del hombre por el hombre», y «utilizaron la historia económica como instrumento político»" (De "Cristianismo, sociedad libre y opción por los pobres"-Varios autores-Centro de Estudios Públicos-Santiago de Chile 1988).

La actitud que adoptan muchos liberales es el antiguo "ojo por ojo...": si la Iglesia se opone al liberalismo, el liberalismo se debe oponer a la Iglesia. Pero he aquí lo importante: la Iglesia no es el cristianismo, sino una difusora que comete errores, especialmente en el caso actual que abiertamente se identifica con el marxismo. Y el peor error que puede cometer el liberal implica adoptar como referencia lo que dice la Iglesia para hacer todo lo contrario. La citada autora agrega: "Desde entonces el capitalismo se quedó sin el respaldo espiritual necesario para dar un sentido y una orientación moral a las acciones individuales. La Iglesia abandonó su misión crítica y orientadora e impartió una doctrina de franca oposición. Novak ha realizado una importante labor, al identificar los valores del capitalismo y las enseñanzas de los Evangelios, lo cual ha empezado a penetrar en el ambiente eclesiástico, dando luz a muchos religiosos y capacitándolos para romper con esa tradición errática que los mantuvo distantes y reacios".

Respecto de la "pobreza ideológica" del capitalismo, Carolina R. de Bolívar escribió: "La carencia fundamental del capitalismo estriba en que su ideología no está expresada con palabras llanas y sencillas, de manera que las personas comunes puedan saber cuál es su esencia y qué principios morales lo sustentan".

"En la búsqueda del entendimiento y la clarificación de los mecanismos económicos, capaces de generar riquezas, nos hemos olvidado de hablar del espíritu del capitalismo. Hemos dejado de lado las bases morales imprescindibles para el desarrollo que la humanidad necesita si ha de vivir equilibradamente en un mundo de abundancia y de comodidades, como se da en la actualidad".

Mientras que Cristo fundamenta su ética en una importante ley de la naturaleza, la que conduce a la empatía emocional, quienes la ignoran sólo tienen en sus mentes la posibilidad del beneficio propio prioritario junto al desinterés por los demás (egoísmo) y el beneficio prioritario de los demás junto al desinterés por uno mismo (altruismo).

La supervivencia de la especie humana depende bastante de la empatía emocional por la cual una madre protege a sus hijos al compartir sus penas y alegrías como si fuesen propias, y aún más que eso. Pocas veces se dice que esa madre es "altruista" en su comportamiento, ya que tanto el altruismo como el egoísmo son las actitudes que surgen cuando falta el amor, o empatía emocional.

Ignorar los efectos de la empatía emocional, en su presencia y en su ausencia, equivale a ignorar la ley de gravedad. Quien ignora la ley de gravedad tiene la predisposición inconsciente a padecer un encontronazo fatal contra el suelo; quienes ignoran la empatía emocional pueden terminar transformando su sociedad en un grupo en el que ha de predominar la barbarie o el salvajismo. De ahí que la "ética" del egoísmo y la del altruismo no sean éticas naturales, sino propuestas que ignoran la empatía emocional y la finalidad por la cual existe.

Si predominase tal empatía en la sociedad, predominaría la libertad individual ya que no se necesitaría limitaciones ni controles estatales de ningún tipo. Por el contrario, con la ausencia de la empatía emocional, hace falta un Estado interviniente para evitar caer en la barbarie o el salvajismo. Y si el Estado es conducido por gente carente de empatía, ha de ser el propio Estado el que puede conducir a tales situaciones indeseables.

1 comentario:

agente t dijo...

Me parece un artículo acertadísimo, pero es especialmente oportuno cuando se refiere a la necesidad de unas bases morales específicas para una sociedad materialmente pletórica, pues estamos hablando de un fenómeno nuevo que empezó a existir, referido a la generalidad del conjunto social, en fecha tan reciente como es la segunda mitad del siglo XX y sólo en una pequeña parte del Globo, pero que afortunadamente se está extendiendo rápidamente a casi todo él.