jueves, 29 de junio de 2023

La religión moral como innovación cultural

De la misma manera en que el proceso de evolución biológica se produce mediante pequeños saltos evolutivos, y a veces no tan pequeños, el proceso de evolución cultural, a cargo del ser humano, permite reconocer algunos saltos concretos y de gran incidencia en tal proceso. Este es el caso de la religión moral, conocida generalmente como "monoteísmo".

Las antiguas religiones, denominadas paganas, se caracterizaban por un autosometimiento, mental y material, a la creencia surgida de imaginar el comportamiento de las fuerzas naturales. Ante la intuición, que hacía evidente la existencia de causas y efectos, para las mentalidades primitivas no había otra salida que imaginar la existencia de dioses que ordenaban el comportamiento de las diversas fuerzas, como la lluvia, el viento o el granizo.

La antigua visión del universo mantiene su vigencia, con la diferencia de que no es un grupo de dioses especializados el que comanda los procesos naturales, sino un "único Dios verdadero", pero la actitud pagana sigue siendo más o menos la misma.

La innovación monoteísta, por el contrario, imagina un Dios con atributos humanos que espera de cada ser humano cierto comportamiento ético, liberándolo de un determinismo autoinfligido. Abba Eban escribió respecto de los antiguos hebreos: "Este pueblo de pastores y labradores, en un país pequeño, en las costas del Mediterráneo oriental, desenvolvió ideas de sobrecogedora originalidad que han permanecido como meta inalcanzable para la humanidad a través de las generaciones".

"Primero, la doctrina de la elección moral. Las civilizaciones pre-judías estaban en las garras de religiones fatalistas, deterministas y resignadas. Veían la vida humana en ciclos implacables que volvían al punto de partida en oscuridad y caos. Negaban el concepto de que la voluntad y la conciencia del hombre rigieran el porvenir del mundo. Fuerzas de la naturaleza o de la supernaturaleza, misteriosas e inescrutables, disponían del destino humano mediante leyes arbitrarias y supersticiosas. El hombre era el objeto pasivo, no el agente consciente de los procesos históricos".

"Contra este determinismo y tal resignación se alzó el concepto revolucionario del judaísmo en el reino de la conciencia individual. La capacidad de elegir entre el bien y el mal podía determinar el destino de la vida humana de acuerdo con un sistema coherente de pensamiento moral. Este concepto de la fuerza de la elección moral fue la contribución auténtica del judaísmo a la cuestión de propósito en la vida individual".

"Las sociedades que precedieron a los Reinos Judíos estaban dominadas por conceptos de permisible explotación. El hombre estaba desamparado contra las fuerzas adversas de la naturaleza y contra las crueldades de su innata avaricia. Contra la doctrina de la resignación social, se alzó la idea hebrea de la justicia social. El tema primario fue: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». De esta nación de solidaridad en las relaciones humanas vino el concepto de ley moral aplicable a las sociedades, tanto como a los individuos".

"Extendiéndose a su tercer círculo de influencia, el ideal hebreo ataca el concepto predominante de la guerra como estado natural del universo, como parte de la misma naturaleza humana. Hace tres mil años, los profetas proclamaron la doctrina de la paz universal. «Una nación no debe levantar la espada contra otra nación, ninguna debe aprender más la guerra»".

"Tales fueron los triples cimientos del ideal hebreo: moral individual, justicia social, paz universal. Los historiadores han descrito su desarrollo en la experiencia de un pueblo que, creyéndose custodio responsable de tales ideales, conservó su integridad y su unión hasta contra las fuerzas dispares de la dispersión y el destierro. Conservaron esta unión e identidad no por su propia causa sino para mantener la tutela sobre estos ideales revolucionarios" (De "La voz de Israel"-Editorial Losada SA-Buenos Aires 1958).

1 comentario:

agente t dijo...

El monoteísmo puede ser demasiado avanzado para una psique humana formada en tiempo muy duros y de conocimientos poco profundos sobre cómo funciona realmente la naturaleza. Es una elaboración que no encaja a quien está habituado al trazo grueso, más propenso al miedo que al pensamiento elaborado y depurado.