viernes, 9 de junio de 2023

La libertad religiosa y el Concilio Vaticano II

Cuando Juan Bautista Alberdi propone una Constitución para la Argentina, incluye la libertad religiosa. Lo hace principalmente para no impedir la llegada de inmigrantes que profesaran religiones distintas a la católica. Alberdi actúa como un pensador liberal, siendo partidario del cristianismo, escribiendo al respecto: “La religión cristiana es el único medicamento que puede curar la República de sus achaques morales. Ella es la religión de la libertad porque enseña el dogma de la igualdad y el de la hermandad de los hombres, además de inculcar las cualidades del hombre libre: humildad, mansedumbre, indulgencia, desprendimiento”. “La religión misma es el primero de los bienes humanos” (Citado en “Alberdi y su circunstancia histórica” de Guillermo G. Mosso-Mendoza 1984).

La Iglesia Católica, antes del Concilio Vaticano II, se oponía a la libertad religiosa pretendiendo que fuera la única religión aceptada por el Estado, ya que sería la verdadera y única religión revelada por Dios a los seres humanos. Actualmente un sector importante de la Iglesia lo sigue manifestando. De ahí que el liberalismo, en cuestiones teológicas, es ampliamente rechazado por este sector.

El rechazo de tal liberalismo no implica un rechazo al liberalismo político y económico (mercado), si bien hay sectores católicos que rechazan todo tipo de liberalismo. Michel Martin escribió: "Puntualicemos, para evitar cualquier mala interpretación, que en este artículo jamás aludiremos al «liberalismo económico». Es esa una teoría a la cual nuestra época puede oponerla al socialismo, que es un remedio peor que la enfermedad" (De "El Vaticano II y los errores liberales"-Editorial Nuevo Orden-Buenos Aires 1977).

En realidad, todas las religiones aducen ser "la verdadera" o "la mejor", de lo contrario sus adeptos se convertirían al catolicismo. Si consideramos que "por sus frutos los conoceréis", puede decirse que la religión que propone al "Amarás al prójimo como a ti mismo" es la que mejores resultados habrá de producir. Y, desde tal resultado, puede afirmarse que es la mejor religión. Debido a la imposibilidad práctica de evaluar resultados, la libertad religiosa no constituye una mala idea.

La declaración del Concilio Vaticano II manifiesta al respecto: "Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres deben estar inmunes a la coacción, tanto por parte de personas particulares como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y ello de tal manera que en materia religiosa ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme con ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos....".

El conflicto dentro de la Iglesia surge por el hecho de que tal Concilio ignora encíclicas previas, que negaban la libertad religiosa. Michel Martin escribió: "Rechazando siempre toda distinción entre fuero interno y fuero externo, el Concilio afirma que: «...esta doctrina de la libertad tiene sus raíces en la divina Revelación, por lo cual ha de ser tanto más escrupulosamente observada por los cristianos»".

"Pío IX en Quanta Cura afirmaba lo contrario. Decía, en efecto, que la libertad religiosa en el fuero externo es opuesta a: «la doctrina de la Escritura, de la Iglesia y de los Santos Padres»".

"De hecho, la Declaración se refiere dieciocho veces a textos pontificios. ¿Por qué no hace ninguna mención a las encíclicas Mirari vos, Quanta Cura y al Syllabus ?"

La división existente en la Iglesia, luego del Concilio Vaticano II, se incrementa con una casi masiva adhesión al marxismo. Si se le agregan los numerosos escándalos por corrupción de menores por parte de sacerdotes, se advierte la existencia de una severa crisis institucional que resulta bastante más amplia que el problema de la libertad religiosa. Ello se debe a que el derecho a ser aceptado (el catolicismo) como "única religión verdadera" carece de sentido a partir de su tácita renuncia al cristianismo para aceptar la Teología de la Liberación, de esencia marxista-leninista.

1 comentario:

agente t dijo...

Son dos cosas distintas pero que se confunden: un credo determinado puede aceptar la libertad religiosa en el sentido de renunciar a recibir el apoyo estatal coactivo para imponerse como religión única, pero lo que no puede hacer es, aceptando dicha libertad, siendo uno más en el mercado religioso, poner en duda sus propios principios entendiendo que libertad es cuestionamiento sistemático de éstos o adopción de otros principios hasta el momento ajenos y hasta enfrentados. Esto último es lo que le pasa actualmente a la Iglesia Católica y a otras confesiones de la tradición cristiana.