jueves, 1 de junio de 2023

¿El Dios que cambia?

En el ámbito de la religión predomina la idea de que Dios es inmutable y que no cambia en el tiempo. Si se lo caracteriza como una persona, se supone que responde de igual manera en iguales circunstancias, o que posee una definida actitud característica.

Desde la religión natural se considera que el Dios que actúa en los acontecimientos humanos en realidad es una simbología asociada a la existencia de leyes naturales invariantes. Decir que Dios cambia en el tiempo equivale a decir que las leyes naturales no son invariantes y que cambian de alguna forma.

Posiblemente no exista una idea más desafortunada que la de las leyes naturales que cambian en el tiempo, o que el Dios personal cambia de "personalidad" y de atributos que le son asociados por el hombre. Si ya existen muchas discusiones e incoherencias lógicas a partir del Dios que no cambia, la religión sufriría un colapso total si se asumiera que existe un Dios que cambia.

Si alguien intentara hacer un cambio en las reglas del juego del ajedrez, de inmediato tal juego quedaría destruido al ser reemplazado por un nuevo juego. Y si en el futuro se siguieran haciendo cambios, terminarían destruyendo los anteriores juegos. En forma similar, si existen cambios en las leyes naturales, nuestro universo dejaría de ser lo que es.

La idea del Dios que cambia, ha sido propuesta por el teólogo católico Walter Kasper. Al respecto, Robert Kempson escribió: "En 1967 Kasper explícitamente vinculó la inmutabilidad de Dios a una «cosmovisión rígida». Es precisamente porque Dios es inmutable, sostiene Kasper, que se convierte en el garante del status quo y enemigo de lo nuevo. Si la revolución contra el orden divino de la Creación, que se va dando en marcha rápida en el mundo, ha de triunfar también en la Iglesia, es necesario que se niegue la inmutabilidad de Dios".

"Si la naturaleza divina también se ve sometida al cambio, entonces todo lo demás, incluyendo la Ley Moral, deben ser considerados mudables. Entonces Kasper busca encadenar a Dios a la Historia y, en consecuencia, al Progreso y a la Evolución. Este error repetido esencialmente en su libro de 2013, está en el núcleo de toda la agenda progresista del Sínodo" (De "Francisco" de Varios Autores-Editorial Santiago Apóstol-Buenos Aires 2015).

Walter Kasper escribía en 1967: "Un Dios entronizado sobre el mundo y la historia como un ser inmutable es una ofensa al hombre. Debemos negarlo por el bien del hombre porque reclama para sí una dignidad y un honor que pertenecen por derecho propio al hombre. Debemos resistir a un Dios tal, no sólo por el bien del hombre sino también por el del propio Dios. No sería el Dios verdadero sino un ídolo maldito. Pues un Dios que está al margen y por encima de la historia es un Dios finito. Si a un ser tal lo llamamos Dios, entonces, en razón del Absoluto debemos volvernos ateos absolutos. Tal Dios surge de una cosmovisión rígida: es el garante del statu quo y enemigo de lo nuevo".

El mencionado teólogo escribe posteriormente otros libros, manteniendo su "loca idea" anterior, expresando Bergoglio respecto de uno de ellos: "En estos días, he podido leer un libro de un cardenal -el cardenal Kasper, un teólogo talentoso, un buen teólogo- sobre la misericordia. Y me hizo tanto bien ese libro; y no crean que esté promocionando los libros de mis cardenales. ¡No es este el caso! Pero me hizo tanto bien, tanto bien..El cardenal Kasper decía que el oír la palabra misericordia lo cambia todo".

Bajo el mando de Bergoglio, la decadencia de la Iglesia parece no tener fin. Entre otras quejas, aparece la de Antonio Caponnetto: "Sólo para nosotros, por ejemplo, cobra un patético y aterrador sentido verlo al cardenal Bergoglio recibir en la Santa Sede a la hez de la política y la farándula nativa. Y recibirlos a sus integrantes, no como a pecadores públicos a los que se reconviene con caridad y energía, sino como compinches de correrías pasadas, sino de amicales relaciones presentes y de trabajos futuros en común".

"Sólo para nosotros ese desfile impúdico de depravados vernáculos de todo jaez, nos llena el alma de una particular amargura, nos solivianta e irrita de un modo particularmente concreto y vívido. Porque ningún correctivo o pedido de enmienda hay para ellos, sino por el contrario, las ternezas de un compañerismo que irrita y subleva; el plebeyismo y hasta la vulgaridad en el trato, que han ganado triste carta de ciudadanía en estos lares argentos, y ahora vemos exportado nada menos que a Roma".

"Son muchos los católicos autorizados y contritos -perplejos si no atónitos- que llevan la crónica de sus desafueros doctrinales, de sus juicios erráticos, de sus enseñanzas equívocas, de sus heterodoxias múltiples, de su predicación heterizante, de su sincretismo extremo, de su irenismo atroz, de su liturgismo horizontalista, de su ecumenismo nivelador, de su humildad sobreactuada. Sí: también esto último. Porque es de suponer que de san Ignacio debió captar que el primer grado de la humildad es el martirio causado por ir contracorriente del mundo, a causa de no querer pecar...".

"Rezamos por Francisco, por cierto. Pero rezamos también por sus víctimas, que somos todos nosotros, sencillamente los católicos a quienes la enseñanza y la conducta del Pastor Universal arroja a la confusión, la ignorancia, el error y la mentira. Y hasta con sofocante reiteración parece arrojarlos incluso a la compatibilidad entre el catolicismo y la contranatura".

Cundo Bergoglio acepta cierta "igualdad de las religiones", parece desconocer que sólo una de ellas propone el "amor al prójimo como a uno mismo". Entendido este mandamiento como el simple e inmediato proceso psíquico de la empatía emocional, se advierte que es el único camino para lograr la supervivencia de la humanidad como tal. José Alberto Villasana Munguía escribió: "El hecho de que Benedicto XVI pudiera seguir siendo el Vicario de Cristo explicaría por qué éste se ha distanciado de las ideas proclamadas por el nuevo obispo de Roma, que a sí mismo se hace llamar padre Bergoglio, quien ha declarado que «todas las religiones son iguales», o que «Dios no es católico» o que «da igual si un niño es educado por un judío o un musulmán o un cristiano»".

"En su discurso para la Universidad Urbaniana, el 22 de octubre de 2014, Benedicto XVI refutó esas tesis de Francisco, derivadas de un falso diálogo interreligioso, y marcó su distancia doctrinal respecto a las mismas. Por el contrario, Benedicto XVI reafirmó que Jesucristo es el camino para llegar al Padre; recordó que la Iglesia -y su único Dios- es católica desde el inicio, pues ofrece la salvación a todos, y que el cristiano tiene el mandato de proclamar la fe en Cristo hasta los confines de la Tierra".

1 comentario:

agente t dijo...

Recientemente he leído que Bergoglio es el Gorbachov de la Iglesia. Intentará reformarla, ponerla al día según su entendimiento e intereses, pero en realidad la derruirá. Un credo que no cree que sea el verdadero, o cuando menos el mejor con diferencia, no tiene razón de ser.