jueves, 23 de diciembre de 2021

Marxismo cultural ¿o contracultural?

A diferencia del marxismo revolucionario, que buscaba imponer al socialismo mediante la violencia, el marxismo cultural busca similares objetivos aunque a través del dominio de la cultura y la educación. Así como la evolución biológica produjo una adaptación primaria respecto del orden natural, la adaptación cultural se presenta como la continuación de aquélla. De ahí que toda propuesta ideológica que no tenga en cuenta al proceso evolutivo biológico, ni tampoco a la evolución cultural, no debería considerarse incluida dentro del ámbito de la cultura.

El objetivo principal del marxismo-leninismo consistió en la creación del "hombre nuevo soviético", es decir, de un hombre adaptado plenamente al socialismo. Ante la creencia de que el ser humano se comporta esencialmente en base a la influencia cultural del medio y que los caracteres adquiridos se transmitirían por herencia genética a las nuevas generaciones, la imposición de la ideología marxista-leninista habría de dar inicio a una "nueva humanidad", a imagen y semejanza de los líderes e ideólogos socialistas. León Trotsky escribió: "Uno será incomparablemente más fuerte, más sabio, más estilizado. Su cuerpo será más armonioso, sus movimientos más rítmicos, su voz más musical. El hombre corriente se elevará al nivel de un Aristóteles, un Goethe, un Marx. Por encima de esas cimas se levantarán nuevos picos" (Citado en "El igualitarismo como rebelión contra la naturaleza" de Murray N. Rothbard-Barbarroja Ediciones-Buenos Aires 2019).

Los nuevos marxistas mantienen esa creencia. Murray N. Rothbard escribió: "La revuelta igualitaria contra la realidad biológica, siendo importante como es, forma parte de una revuelta más profunda: contra la estructura ontológica de la realidad misma; contra la «organización misma de la naturaleza»; contra el universo como tal. En el corazón de la Izquierda igualitaria se encuentra la creencia patológica de que no hay ninguna estructura de la realidad; que todo el mundo es una tabula rasa que se puede cambiar en cualquier momento en cualquier dirección deseada por el mero ejercicio de la voluntad humana «en una palabra, que la realidad puede ser instantáneamente transformada por el mero deseo o capricho de los seres humanos». Sin duda, este tipo de pensamiento infantil anida en el corazón de Herbert Marcuse cuando niega vehementemente y por completo la estructura de la realidad existente y pretende transformarla en lo que él adivina que es su verdadero potencial".

Mientras que, desde la psiquiatría, se considera anormal a quien cambia la realidad, ya que su mente deforma de alguna manera lo evidente, como es el caso de quien afirma que un escritorio es un elefante, con el marxismo aparece una categoría distinta de anormalidad, como lo es la idea de cambiar las leyes naturales para reemplazarlas por leyes humanas. De ahí que cada vez escuchamos con mayor frecuencia lo del "mundo al revés", en consonancia con el avance de las ideas marxistas en la sociedad.

Respecto de la peligrosidad del igualitarismo, Rothbard escribió: "Comenzamos considerando la común opinión de que los igualitaristas, a pesar de su poco sentido práctico, gozan del favor de la ética y de la moralidad. Terminamos concluyendo que los igualitaristas, aunque sean individuos inteligentes, niegan la base misma de la inteligencia y de la razón humanas: la identificación de la estructura ontológica de la realidad, de las leyes de la naturaleza humana y del universo. Y al hacerlo, se comportan como niños malcriados, que rechazan la estructura de la realidad en pos de la rápida materialización de sus absurdas fantasías".

"No sólo demuestran ser unos malcriados sino también ser gente muy peligrosa porque el poder de las ideas es tal que los igualitaristas pueden llegar a destruir el universo mismo del que reniegan y que quieren cambiar y ampliar; y pueden conseguir que el universo se destruya estrepitosamente. Como su metodología y sus objetivos niegan la estructura misma de la humanidad y del universo, son profundamente anti-humanos por lo que sus ideas y acciones también se pueden calificar como profundamente perversas. Los igualitaristas no tienen a la ética de su lado a menos que uno sostenga que la destrucción de la civilización, e incluso de la propia raza humana, merezca la corona de laurel de una elevada y loable moralidad".

Los igualitaristas niegan las diferencias biológicas entre hombres y mujeres y sostienen que, sin la influencia cultural de las sociedades tradicionales, la bisexualidad sería lo que debería predominar. De ahí que, pareciera, el logro masivo de esa bisexualidad sería el objetivo de la ESI (Educación Sexual Integral). Un síntoma evidente de este objetivo pudo apreciarse en el caso de una propaganda existente en un hipermercado para promover ventas en el Día del niño (cambiado como Día de la niñez). Al mostrarse en la propaganda un niño jugando con una pelota y una niña con una muñeca, y ante las denuncias de los igualitaristas, tal "perniciosa" propaganda tuvo que eliminarse no sin antes emitir la empresa un pedido de disculpas por la "perversa intención" de que los varones jugaran sus juegos preferidos y las niñas los suyos.

Los movimientos feministas aducen que las diferencias entre hombres y mujeres se deben a una "construcción social" y no a aspectos biológicos. De ahí que apuntan a borrar, desde los medios educativos estatales, principalmente, la promoción de los atributos varoniles en los niños y femeninos en las niñas. Rothbard escribe al respecto: "Otra rebelión contra las normas sexuales biológicas, así como contra la diversidad natural, ha sido la creciente defensa que los intelectuales de izquierda hacen de la bisexualidad. La evitación de una «rígida y estereotipada» heterosexualidad y la adopción de la bisexualidad indiscriminada se supone que debe ampliar la conciencia y eliminar las distinciones «artificiales» entre los sexos para que todas las personas de manera sencilla y unisexual se vean a sí mismas como «seres humanos»".

"Una vez más, el lavado de cerebro de la cultura dominante (en este caso, heterosexual) ha supuestamente oprimido a una minoría homosexual y ha bloqueado la uniformidad y la igualdad inherentes a la bisexualidad. Sin ella cada individuo podría alcanzar su más plena «humanidad» en esa «polimorfa perversidad» que es tan cara a los corazones de distinguidos filósofos sociales de la Nueva izquierda como son Norman O. Brown y Herbert Marcuse".

Mientras que, en el pasado, el izquierdista promovía principalmente el odio entre clases sociales, envenenando el ambiente social hasta llegar a la revolución violenta, en la actualidad, sin abandonar del todo su antigua misión destructiva, se dedica a promover el odio entre hombres y mujeres, entre diversos grupos étnicos, entre grupos de diferente orientación sexual, etc., siempre, por supuesto, con la "noble intención" de poner fin a esas divisiones y antagonismos recuperando para todos la igualdad subyacente a los seres humanos que los científicos, y quienes los escuchan, se niegan a reconocer.

1 comentario:

agente t dijo...

El marxismo cultural busca la hegemonía cultural, apoderarse de la educación y de la cultura para que sin disparar un tiro el poder político caiga (ya ha caído) y permanezca sine die en sus manos. Es un proyecto iliberal y anticultural que tiene a la libertad y a la responsabilidad individuales como sus verdaderos enemigos, y por eso se manifiestan continuamente en contra del libre desarrollo de la personalidad mediante la adquisición y uso del conocimiento, de la libertad de enseñanza y de la existencia real y generalizada de alternativas a una educación estatal totalmente inmersa en el pensamiento de izquierda.