viernes, 20 de agosto de 2021

Necesidades y libertad

Para los liberales y los cristianos, la palabra "libertad" implica una ausencia del gobierno, mental o material, del hombre sobre el hombre. La ausencia de libertad, en el sentido indicado, impide el desarrollo de las potencialidades individuales, con un perjuicio adicional a toda la sociedad.

En el caso del cristianismo se observa que, al promover el "amarás al prójimo como a ti mismo", y al ponerlo en práctica, surge cierta situación de igualdad que trae adicionalmente una situación de libertad personal, ya que el gobierno mental o material del hombre sobre el hombre requiere necesariamente de cierta desigualdad esencial. De ahí que la libertad se establece junto a la igualdad, o bien no podrán establecerse ninguna de las dos.

En el caso del marxismo, se considera que la libertad personal surge de la satisfacción plena de las necesidades elementales de un individuo. De ahí que promueve un plan económico para que nadie carezca de lo básico para la realización de su vida, especialmente en cuanto a los alimentos y necesidades del cuerpo. Con ello asegura lograr un posterior desarrollo de lo intelectual y de lo espiritual. Por el contrario, Cristo propone: "Primeramente buscad el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura".

Respecto del vínculo entre necesidades y libertad, Michele Federico Sciacca escribió: "Entre otras muchas maneras, la libertad humana ha sido definida negativamente como ausencia de violencia y de constreñimiento. Incluso el ambiente, social o físico, con sus situaciones desfavorables u hostiles, es una forma de violencia o constricción".

"En este caso, según Marx, el hombre habrá realizado plenamente su libertad cuando se halle liberado de la hostilidad de las fuerzas físicas, conociéndolas (lo que es tanto como dominarlas), y de las constricciones económicas, eliminables a través de una organización racional de la sociedad".

"Los dos momentos del proceso de liberación se hallan en estrecha conexión; se trata de conocer la naturaleza para dominarla al servicio del hombre, para que, a través del trabajo, sea cada vez más productiva y pueda proporcionar bienes económicos para la satisfacción de las necesidades «materiales» del hombre en un orden social, cuya perfecta organización se realiza con la actuación de la ecuación perfecta (dinámica en cuanto sigue el proceso histórico) entre la «cantidad» de los bienes producidos y la «cantidad» de las necesidades por satisfacer".

"El día en que tal orden se realice, el hombre será el señor de la naturaleza y de sí mismo; cada hombre será el señor de su libertad porque ésta no se verá limitada por una necesidad insatisfecha (no «enajenada») y todos en general serán libres, gozando de libertad con respecto a la necesidad y hermanos en la solidaridad del trabajo para la conservación de la libertad solidaria".

"Otras necesidades no materiales, aun admitiendo que surgieran (parece que no, porque la moral y la religión son para el marxismo superestructuras propias de determinadas estructuras económico-sociales y, por consiguiente, de formación histórica), serían una eflorescencia de aquel orden social y, por consiguiente, también tendrían raíces económicas, por lo que quedarían satisfechas con las necesidades materiales" (De "Sísifo sube al calvario"-Editorial Luis Miracle SA-Barcelona 1964).

La experiencia nos indica que cada ser humano tiene necesidades materiales, intelectuales y afectivas, en distintos grados; por lo que resulta ingenuamente simple suponer que, al lograr satisfacer sus necesidades básicas (de alimentos, vestimenta y vivienda) habrá alcanzado la libertad, y sólo a través de la organización económica de la sociedad. En realidad, las motivaciones emocionales o afectivas, junto a otras motivaciones personales, son las necesarias para lograr satisfacer las necesidades básicas mencionadas. De ahí que la solución de los problemas existentes se lograrían por el camino inverso al propuesto por Marx. Sciacca agrega: "Un grupo de técnicos de la producción y del consumo, al hacer un cálculo por el que se establece la suma de necesidades vitales de los individuos y se le asigna a cada uno un número de horas de trabajo según sus capacidades, de modo que el «tanto» global de trabajo dé el «tanto» global de producción suficiente para satisfacer el «tanto global» de necesidades, una vez que ha llevado a cabo ese plan según una disciplina reguladora de todo el ciclo productivo, lo ha hecho todo, no necesita más; éste es la libertad, todos son libres".

"De este modo, la libertad no es una conquista que el individuo hace por su cuenta y riesgo, aun en determinadas situaciones que no pueden desconocerse, es decir, una iniciativa, una potencia interior y espiritual, sino sólo el resultado mecánico de una organización exterior. La libertad, en suma, se puede producir, lo mismo que un específico farmacéutico, a través de una combinación bien calculada de ingredientes económicos".

La libertad plena imaginada por Marx, como una libertad económica, no pudo alcanzarse en los regímenes socialistas por varias razones, especialmente por la falta de estímulos para la producción, la falta de libertad personal y la anulación de las potencialidades y creatividad individuales. De ahí que la supuesta superioridad de la economía socialista tuvo que ser dejada de lado y buscar otros atributos para superar al capitalismo y a la cultura occidental.

Se buscó entonces sostener la existencia de una "supremacía moral" de los socialistas. Con las atrocidades ocurridas en la URSS de Lenin y Stalin, y en la China de Mao-Tse-Tung, se advirtió la falsedad de ese intento. De ahí que el nuevo slogan utilizado fue el de la "igualdad social" como característica de la superioridad socialista. Tampoco tuvo éxito debido al predominio de la clase dirigente ("la nueva clase", la "nomenklatura") que evidenció la falsedad de la supuesta igualdad social.

Si bien el marxismo se inicia con la promesa de una sociedad que habría de subsanar, economía mediante, el problema de las necesidades insatisfechas, llega al extremo de criticar a la riqueza material como algo malo; actitud propia del envidioso que trata de denigrar todo lo que los demás poseen y que él carece, para apaciguar el autocastigo al que se somete en forma permanente. Finalmente, bajo la denominación de posmodernidad, aparece un frente ideológico destructivo impulsado por los sectores de la izquierda política.

1 comentario:

agente t dijo...

La satisfacción de las necesidades fisiológicas para nada garantiza un mejoramiento de la cualidad intelectual o moral de los individuos, tal como pone de manifiesto el gran número de personas adineradas que se consideran infelices o que caen en comportamientos aberrantes o irracionales, o sin más lejos, el desempeño personal y social de buena parte de la juventud actual de los países desarrollados durante la situación de pandemia que atravesamos, mostrando muy resueltamente actitudes inconscientes, gregarias e incluso agresivas. Otro punto en el que las ideologías materialistas, muy especialmente el marxismo, demuestran su falta de engarce con la realidad de las cosas.